Katsuki se quedó mirando sin pestañear la puerta cerrada durante varios momentos, con la mente todavía poniéndose al día con el torbellino de eventos que acababan de ocurrir. No es típicamente alguien que se ponga poético, tener a Momo dispuesta para él, desmoronándose en su lengua y alrededor de sus dedos no se parecía a nada que hubiera experimentado.
Y luego salió disparada.
Ella dijo que lo que habían hecho era un error y se fue sin una explicación, lo que hizo que él se preguntara si lo habían engañado.
Y maldición, todavía podía saborearla.
Pasando la lengua por su labio inferior, luchó contra cada uno de sus impulsos de ir tras ella y hacer que se explicara.
No.
Él había terminado de perseguirla.
Si quería hablar, tendría que acudir a él esta vez.
Y si no lo hacía, entonces eso era todo y él la dejaría escapar con el rabo entre las piernas, pero no iría tras ella.
Él no lo haría.
Pero tal vez su determinación se debilitó lo suficiente como para alcanzar el pomo de la puerta y tratar de encontrarla casualmente mientras salía a correr para despejarse; ese pensamiento se desechó cuando el sonido de una puerta que se abría en el pasillo llamó su atención y se volvió para encontrar a Kaminari tímidamente asomándose por la esquina hacia él.
— Hey hombre —
Su ceño se arrugó y lo cortó clavándole un dedo acusador.
— Ni una jodida palabra — gruñó pasándolo y cerrando la puerta de su dormitorio detrás de él.
Vio la sombra de Kaminari demorarse en la rendija debajo de su puerta por unos segundos antes de desaparecer, suspiró y se arrojó sobre su cama.
Miró hacia el techo, la mirada en el rostro de Momo cuando se corrió por él todavía estaba grabada en la parte posterior de sus párpados.
Que le jodan, estaba en lo más profundo.
Y eso lo irritó muchísimo.
Se suponía que había terminado con ella, pero como un adicto, seguía regresando por más.
Verla antes con ese chico lindo en la cafetería no debería haberlo afectado tan visceralmente como lo hizo, sin embargo, cada vez que ella le sonreía cortésmente al otro hombre, al mismo tiempo inundaba sus venas con agua helada y lo hacía hervir de rabia.
Después de semanas de no tener esos ojos negros en él y el hecho de que ella estuviera viendo a otra persona lo puso de punta. Por supuesto, eso fue hasta que ella lo notó desde el otro lado de la habitación y cobró vida de una manera que se dio cuenta de que era exclusiva para él.
Llevarla de regreso a su hogar y enterrar su rostro entre sus muslos hasta que ella se retorciera y le suplicara más no era algo que hubiera planeado, pero siempre había sido bueno improvisando.
Todavía necesitaban hablar, tenía la intención de hacer precisamente eso, pero luego ella se había retirado como un cervatillo asustado y ahora él se encontraba en un extraño estado entre excitado y molesto, lo cual era nuevo para él.
Gimiendo, se dejó caer sobre su estómago y metió la cabeza debajo de la almohada.
Esta iba a ser una larga noche.
(***)
Al día siguiente, Yaoyorozu hizo algo que nunca antes había hecho, se quedó dormida.
Todavía llegó a su primera clase con mucho tiempo de sobra, pero en lugar de comenzar su día temprano como solía hacerlo, se acostó en la cama durante otra hora y miró hacia el techo.
Por mucho que intentara sacar los recuerdos del día anterior de su cabeza, no podía dejar de pensar en Katsuki; las cosas que le había dicho, las sensaciones que evocaba de su cuerpo. Todos y cada uno de esos recuerdos jugaban en un bucle en su mente, hasta el punto de que se había despertado dos veces esa noche sudando frío.
No ayudó que ella todavía estuviera usando su camisa.
Cuando regresó a su departamento, inmediatamente se quitó los pantalones y los tiró en su cesto, pero se detuvo cuando fue a quitarse la gastada camiseta que le había prestado. A pesar de que estaba húmedo con su propio sudor, todavía olía a él y en un momento de debilidad, se llevó el cuello a la nariz y respiró hondo.
Se maldijo por ello cuando su olor único a cuero y especias inició un palpitar delator entre sus piernas, pero en lugar de solucionar el problema, se deslizó en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas, con la esperanza de no volverse loca y que todo volviera a la normalidad por la mañana.
— ¿Yaomomo? — Sacudiéndose de sus pensamientos ante el sonido de la voz de Mina, miró hacia un lado para ver a su amiga rondando por la puerta —¿Todo bien? Por lo general, ya has salido por la puerta —
Frunció el ceño, viendo como entraba a su habitación y se sentaba en el borde de su cama.
La pelirrosa le había pedido quedarse un tiempo con ella, al parecer Kirishima tuvo que salir por gajes del trabajo y el que se quedara completamente sola en su nuevo hogar no estaba a discusión.
Los suaves ojos color avellana le imploraron que se abriera y antes de que pudiera detenerse, le estaba contando todo; bueno, no todo, cumplió su promesa de no revelar la implicación de Kirishima pero todo lo demás era justo, incluidos los detalles atrevidos de lo que había dejado que Katsuki le hiciera el día anterior.
— Espera — interrumpió Mina, que de alguna manera terminó enterrada bajo las sábanas con ella — así que te fuiste sobre él, te dio lo que parece ser el mejor orgasmo de tu vida, ¡¿y luego corriste?! —
Momo se hundió más en su almohada con un gemido lastimero.
— Su compañero entró y nos sorprendió. Estaba avergonzada —
—Él nos encontró a Kirishima y a mí antes, ¡y nunca me escapé después! —
— De alguna manera, eso no me sorprende —
Ella se rio y golpeó otra almohada sobre su cabeza en represalia por su broma.
Un silencio pensativo cayó sobre ellos durante unos segundos antes de que Mina finalmente sacara a Yaoyorozu de debajo de todas las almohadas y mantas que estaba usando para esconderse.
— ¿Quieres saber lo que pienso? —
— No lo sé, ¿debería? — respondió y su amiga se encogió de hombros.
— Probablemente no, pero te lo diré de todos modos porque te amo y necesitas escucharlo... me parece que tienes miedo —
Las palabras la tomaron por sorpresa y sus defensas subieron antes de que pudiera detenerlas.
— No estoy —
— No lo niegues. Cuando hablabas de cómo te hacía sentir, parecías como si alguien te desafiara a saltar a una piscina llena de lava—
Su boca se cerró de golpe con un audible chasquido de dientes y Mina tomó su silencio atónito como una señal para continuar.
— Tienes miedo porque Bakugo no es el tipo de chico con el que te imaginas cuando finalmente decidieras empezar a salir. Él no es parte del plan y eso te asusta, así que en lugar de darle una oportunidad y ver cómo las cosas van, estás huyendo como una cobarde —
Eran palabras duras, pero fueron pronunciadas de esa manera cariñosa que tenía Mina, dejándola con desconcierto, de verdad había puesto empeño en la evaluación que le había soltado.
Frunciendo el ceño, desvió la mirada hacia sus piernas que estaban parcialmente cubiertas por la camisa de Katsuki y distraídamente tocó el dobladillo mientras pensaba cuidadosamente su respuesta.
— Él es... peligroso — comenzó y luego agregó rápidamente — pero no en la forma en que a él le gustaría que todos creyeran, pone a este tipo duro al frente, aun teniendo este lado suave que no le muestra a nadie. Sin embargo, lo he visto, y me hace sentir especial cuando me lo muestra — Resoplando, se recostó y cruzó los brazos sobre el pecho — Pero también me vuelve estúpida. Hago cosas tontas e imprudentes cuando estoy con él y odio que sea tan bueno haciéndome perder el control —
— Veo que estas bien con ello — dijo Mina — Porque me parece que lo disfrutas. Mucho —
Un rubor subió a su rostro, pero no discutió. El silencio reinó mientras Yayorozu se perdía en sus pensamientos y finalmente Mina le dio una palmadita en la rodilla y se puso de pie.
— Mira, no estoy diciendo que debas meterte en nada. Ustedes claramente necesitan hablar y él definitivamente todavía necesita disculparse por lo que sea que hizo para lastimarte, pero solo... no cierren completamente la puerta a lo que sea que están teniendo en marcha, un cambio de ritmo podría ser algo bueno, ¿verdad? —
Con una cálida sonrisa y un abrazo, dejó a Yaomomo sola para pensar en lo que habían discutido.
(***)
Salió de su trance cuando el sonido de la secadora le indico que el ciclo había terminado, saco rápidamente la prenda para después doblarla con ayuda de su brazo.
El día de ayer decidió que hoy sería el día en que hablara con él y por supuesto, el devolverle su camisa era una forma de acercarse para dar inicio a una conversación.
Se dirigió hacia su casa y estando atípica-mente inquieta, llego antes de lo que planeo, sencillamente levanto el puño para llamar a la puerta, ahora solo quedaba esperar; no había garantía de que estuviera ahí dentro y si lo estaba, nada lo obligaba a recibirla.
Casi resopló ante la idea de él ocultándose de esa forma, pero su línea de pensamiento se descarriló cuando la puerta frente a ella se abrió para revelar a un extraño.
— ¿Puedo ayudarle? — preguntó la mujer desconocida con una voz baja y áspera.
Sorprendida y con la guardia baja, parpadeo unas cuantas veces.
— Oh, eh... —
La voz de Katsuki llegó desde las profundidades del apartamento y un segundo después también estaba de pie en la puerta.
— Oye Kyoka, te dije que dejaras de abrir la puerta por mí... —
Quitándola de la entrada, se dejó ver, haciéndole imposible que no notara su mirada de sorpresa por tenerla ahí.
Y como si fuera por arte de magia, nuevamente un sentimiento de malestar se apodero de ella.
Hola! Una disculpa por no actualizar, no supe muy bien como continuar la historia, tengo ese problema en como seguirlas jaja
De igual forma aprovecho para avisar que ya solo quedan dos o tres capítulos como máximo.
¡Nos vemos!
