Un pesado silencio cayó sobre los tres, se miraban unos a otros esperando que alguien se atreviera a hablar, pero parecía que nadie quería dar el primer paso para hacerlo. Finalmente, Yaoyorozu dejo que sus cejas se hundieran sobre sus ojos dejando que su irritación saliera a flote.

— ¿Estoy interrumpiendo algo? —

Katsuki estaba congelado en el lugar, pero a su lado Kyoka negó con la cabeza, aparentemente imperturbable por la tensión.

— No, me estaba preparando para irme. Llámame más tarde, ¿de acuerdo? — le dijo al rubio tocándole juguetonamente la barbilla con los nudillos.

Sin esperar una respuesta, colgó su bolso sobre su hombro y pasó junto a Yaoyorozu mientras salía, dándole un pequeño e incómodo saludo con la mano antes de desaparecer por el pasillo. La observaron por un momento antes de que la mujer parada en la entrada se volviera hacia él con una mirada furiosa.

— Eres increíble —

Parpadeó dos veces y luego sus rasgos se oscurecieron para coincidir con los de ella.

— Discúlpame de una puta vez — gruñó — ¿Apareces en mi apartamento sin anunciarte, te pones insolente con mi invitado y ahora estás enojado conmigo? —

— ¿Tu invitado? ¿Así se les dices a las conquistas ahora? —

— Earphone... Kyoka es una amiga. Vino aquí pidiendo un consejo para tratar con personas altamente exasperantes y como puedes notar, me estoy volviendo experto en ello —

Hizo una pausa por un segundo, estudiándolo con cautela como si pudiera detectar si estaba diciendo la verdad o no, pero luego resopló y sacudió la cabeza en el siguiente instante, empujando su camisa hacia él.

— Lo que sea, no me importa lo que ella sea para ti. Solo vine a devolverte esto. Me aseguré de lavarlo, Dios sabe que lo necesitaba —

Con eso, ella giró sobre sus talones, pero él la agarró del brazo antes de que pudiera retroceder, un agarre lo suficientemente fuerte como para evitar que se retorciera.

— Ey- —

Su protesta fue ignorada cuando él la arrastró a su apartamento, cerrando la puerta y empujándola contra ella.

— Katsuki, ¿qué estás- —

— Por una vez en tu vida, ¿podrías dejar de sacar suposiciones de lo que soy y lo que hago? — espetó, atrapándola entre sus brazos con una mano a cada lado de su cabeza, tan cerca que tuvo que agacharse para encontrarse con su mirada.

Ella entrecerró los ojos, negándose a dejarse intimidar por él incluso si parecía más que un poco molesto en ese momento.

— Déjame ir —

— Si lo hago, ¿Así podrás salir corriendo antes de que pueda decir lo que tengo que decir? No es una opción —

Sus labios se presionaron en una delgada línea y luego ella estaba levantando la nariz hacia él.

— Bien. Habla —

Ella sintió su mano en la parte posterior de su cabeza un momento antes de que él tirara de su cabello para obligarla a mirarlo.

— Aún estás enojada conmigo por mentirte — afirmo con naturalidad y ella frunció el ceño.

— Bueno, no actúes como si fuera una especie de código secreto que lograste descifrar — resopló aquello con la intención de ser sarcástica, tendiendo como respuesta una burla de su contraparte.

— Cierto. ¿Necesito recordarte que traté de disculparme y en lugar de eso me dijiste que no querías hablar de eso y procediste a saltar sobre mis huesos? —

Su boca se abrió.

— Yo no- —

— Lo hiciste. Y te di lo que querías porque no soy más que un caballero — Sus labios se arquearon con aire de suficiencia y ella detestó a su corazón por la respuesta automática que tuvo gracias a lo pícaramente guapo que se veía con esa sonrisa— pero luego te asustaste y te escapaste, aunque supongo que no es del todo tu culpa, debí sospechar que sacarías tu habito de huir —

Ella tragó audiblemente, perturbada de que él fuera tan observador. Nadie lo asumiría mirándolo, pero Katsuki estaba increíblemente atento cuando quería estarlo.

— ¿Podemos hablar de esto en algún lugar donde no nos interrumpan? — preguntó en voz baja y él la estudió por un momento antes de asentir y empujar la puerta.

Ella lo siguió, vacilando solo un segundo en el umbral de lo que solo podía suponer que era su dormitorio.

Carteles de varias bandas que no reconoció cubrían las paredes y su escritorio estaba lleno de bocetos y tallas de madera al azar. Él se dejó caer en su cama sin hacer y ella se giró para cerrar la puerta después de una breve pausa.

— Tienes razón — dijo ella y cuando todo lo que encontró en su declaración fue silencio, decidió levantar la mirada para encontrarse con su rostro extrañado— ¿Qué? —

— Esas son palabras nuevas para ti. ¿Te sientes bien? —

— ¿Eres capaz de tener una sola conversación seria? — después de pronunciar esas palabras, él levantó las manos indicando que dejaría de jugar.

— Bien. ¿Estabas diciendo algo acerca de que yo tenía razón? —

Exhalando bruscamente por la nariz, se cruzó de brazos con un puchero.

— Si, pero no te emociones demasiado. Probablemente sea una casualidad — se pasó el pelo por encima del hombro, cruzó la habitación y se posó con delicadeza en el borde del colchón — Puede que te haya estado evitando porque... bueno... — sus manos se agitaron en el aire mientras trataba de organizar sus pensamientos y encontrar las palabras correctas para expresarse — Esto — se detuvo un segundo para hacer un gesto señalándolos a ambos — no es sostenible. Sea lo que sea, no puede durar —

—Suenas tan segura de eso —dijo él, recostándose sobre sus manos para mirarla a lo largo de su nariz y su indiferencia frotó cada uno de sus nervios de la manera equivocada.

— Tienes que estar bromeando... ¡míranos Katsuki! Se suponía que nunca íbamos a estar juntos —

Las palabras salieron más duras de lo que pretendía y ambos se estremecieron, pero no se retractaría ahora que estaban al aire libre.

— La única razón por la que incluso hablaste conmigo en primer lugar fue porque estabas ayudando a tu amigo a reunirse con mi amiga. Honestamente, no puedes decirme que me habrías echado una segunda mirada si no fuera porque Kirishima quería romper el estúpido pacto de Mina —

Él no discutió con ella y eso le dolió, aquello que dijo solo dio pie a que confirmara sus sospechas.

— Entonces lo acepto, huí y no me disculparé por eso. Porque de haber continuado con todo eso, hubiéramos terminado cometiendo un error aún mayor y no creo que ninguno de nosotros esté listo para las repercusiones que vendrían después —

Estuvieron en silencio durante varios minutos y ella lo miró furtivamente para ver que parecía estar considerando cuidadosamente lo que había dicho.

Justo cuando pensaba que había llegado a él, levanto su cabeza para verse y se burló.

— Eso es pura mierda—

Ella parpadeó.

— ¿Disculpa? —

— Me escuchaste — lentamente se incorporó hacia su dirección, esto provoco que ella retrocediera hasta que no tuvo más opción que arrastrarse sobre la orilla del colchón.

Mala elección.

La acorralo lo suficiente hasta que estuvo en peligro de caerse en la cama. Su nerviosismo se hacía más notorio.

— Basta — Extendió las manos hacia el frente con la esperanza de que dejara de invadir su espacio.

— Estás poniendo todas estas excusas, llamando a lo que hicimos un error, cuando en realidad estás asustada —

Dio un respingo ante su acusación y lo encaro molesta.

— ¿Por qué todos siguen diciendo eso? —

— Porque es verdad — dijo con los ojos entrecerrados y tan cerca que ahora sus narices se rozaban — Tienes miedo de que, si realmente le damos una oportunidad a esto y termina funcionando, entonces tendrás que repensar toda tu meticulosa planificación; porque seamos realistas, no soy el tipo de persona con la que terminarías y eres tan terca que preferirías negarte algo bueno que admitirlo —

Ambos estaban respirando con dificultad en este punto, mirándose fijamente y ella odiaba lo perceptivo que era.

Podía aceptar las evaluaciones correctas de Mina porque habían sido amigas durante mucho tiempo, pero el hecho de que Katsuki pudiera llegar a las mismas conclusiones con solo haberla conocido durante unas pocas semanas era tanto aterrador como emocionante.

— ¿Quién dijo algo acerca de que eres bueno para mí? ¡Me vuelves loca! —

La sonrisa que curvó sus labios debería haber sido su advertencia para retroceder, pero ella se mantuvo firme incluso cuando él agarró su mano y tiró hasta que pudo hablarle directamente al oído.

— Y te gusta — murmuró haciendo que su corazón diera un vuelco y su respiración se detuviera— Es por eso que esto funciona tan bien. Te gusta que te haga perder el control, que pueda detener ese gran cerebro tuyo por unos minutos y hacerte sentir bien — ella se estremeció contra él, pero antes de que se lanzara como ella pensó que lo haría, retrocedió con una mirada seria en su rostro — Lamento haberte mentido, pero no dejaré de intentarlo contigo. No tengo miedo de esto — movió un pulgar entre ellos.

Sus cejas se arrugaron.

— ¡Yo tampoco tengo miedo! Solo creo que- —

Pero en lugar de dejarla terminar, se abalanzó para capturar sus labios en un beso de castigo.

Ella se resistió lo mejor que pudo, negándose a hundirse a esa unión que deseaba tan desesperadamente.

Él se apartó después de un segundo.

— Deja de pensar — respiró en el escaso espacio entre ellos —Dime Momo, dime que es lo que quieres —

Sus manos sostenían sus hombros, manteniéndola en su lugar, pero no hizo otro movimiento para besarle y ella permaneció obstinada por solo un momento más antes de desinflarse, admitiendo la derrota ante su mirada determinada.

— A ti —

Sus labios estuvieron sobre ella en el segundo en que las palabras salieron de su boca y esta vez no se opuso a sus afectos, derritiéndose en él con un feliz zumbido en la parte posterior de su garganta.

Él se rio entre dientes mientras se retiraba y ella parpadeó hacia él con ojos borrosos.

— No vas a huir esta vez, ¿verdad? —

Estaba bromeando con ella, pero había una autenticidad en el trasfondo de su pregunta que hizo que su último muro se derrumbara en un montón, provocando que negara con la cabeza como respuesta a su pregunta.

— Pero no creas que puedes ganar todas las discusiones besándome. La próxima vez- —

Él la cortó de nuevo inclinando su boca sobre la de ella, dejándose envolver por el dulce aroma a melocotón que desprendía de su piel.

Inmerso en eso, no espero que su labio inferior fuera mordido en represalia a su movimiento.

Gimió separándose un poco para tomar los hombros de ella y guiar su espalda contra el colchón, más eso no sucedió; con un movimiento que lo pillo desprevenido, fue él quien termino siendo empujado y expuesto sobre las sábanas.

— Dijiste la última vez que me darías todo lo que quisiera, todo lo que tenía que hacer era decir la palabra, ¿verdad? —

Él asintió y sin previo aviso ella se posiciono a horcajadas sobre sus piernas, lo que provocó que dejara escapar un gruñido de sorpresa.

— Momo —

— Creo que — no lo dejo iniciar su frase y comenzó balanceándose con ayuda de sus caderas, sintiendo como su cuerpo empezaba a despertar ante el espectáculo que estaba siendo impartido — quiero igualar el marcador —