Me sentía revitalizado, ¿Sera algo que cambio dentro de mí o era la esperanza de seguir adelante luego de un buen descanso?
Use mi energía para derribar una pared que daba con otro túnel de hormiga león.
Llegue a una cueva de amplio espacio con varios túneles más, pero las opciones se reducían a las que podía alcanzar.
Pero ahora estando más adentro todavía, se había alertado la colmena entera, las cuales harían todo lo posible para defender el nido, algunos corrían, otros saltaban mientras otros intentaban aterrizaban sobre mí antes de reventar en mil pedazos ante mi poder, aunque sus ataques desgarraban mi piel.
Iba por los estrechos túneles, con suficientes gusanos para remendar hasta mis cicatrices.
Las hormigas león son importantes por poseer propiedades curativas, hay que mantener el balance en el ecosistema, aunque estando aquí ese equilibrio se veía perturbado.
Mi avance era imponente en estás cuevas, las hormigas león no dejan de salir del suelo arenoso ni de los distintos túneles.
Siento su presencia temblando debajo de mí, me preparo y lanzo un rayo que choca a lo primero que ven mis ojos.
Son muchos y además son rápidos, pero solo se necesita un solo impacto, era todo lo que necesitaba para que salpiquen sus restos por los aires como si no fueran más que globos.
Logro pisar justo a tiempo una hormiga león, una vez debilitado, contrataco para que no vuelva a levantarse.
Seguí un túnel con una bajada que daba hacía un lago con agua, al salir me vi acorralado, pero me concentre, libere un estallido a mi alrededor, tan amplio como el de un houndeye pero con la fuerza de la vortesencia.
Quede cubierto de su amarilla hemolinfa, pero era lo que un guerrero debía esperarse.
Observe a un guardián en frente mío, estaba inquieto, pero no sé movía del lugar.
Fui lento, otro guardián se hizo presente y embistió contra mí, lanzándome a un lugar cuyas paredes eran muy altas y empinadas para poder escapar con dos guardianes queriéndome ver muerto.
Pero no estaba para huir.
Los dos guardianes cayeron a lo que se convertiría en un estadio de lucha, el coliseo que debían afrontar; Yo era su gladiador.
Primera embestida, la esquivo, era hora de freírlos.
Sus caparazones parecían herméticos a mis ataques.
Aunque no era algo que me preocupase.
No paraba de moverme al son de sus embestidas que resultaban en fracasos para esas cosas.
Me puse cerca de la superficie más sólida.
Su patrón era repetitivo, pero no sé imagino que quedaría aturdido al golpearse esperando recibir la amortiguación de mi cuerpo.
Me subí encima de la bestia, me concentre, recité las palabras de mi especie en forma de grito de guerra mientras lanzaba un rayo, y luego otro, uno con cada extremidad.
Fue al escuchar sus alaridos que dejó de parecer hermético.
Pensaba que sería más fácil, pero más hormigas león llegaron a socorrerlo, el aleteo de las alas descendía hacía mi mientras el ácido de otras hormigas león intentaban impactar en mi piel, escuchando su efervescencia penetrando mis oídos.
Primero acabo con los más pequeños, logro un truco nuevo al lograr encadenar un rayo que va disparado hacía sus iguales.
El guardián movía la cabeza de lado a lado, ¿Era miedo o un truco de engaño? No lo sé.
Mimetizo sus movimientos y lo esquivo mientras logro asestar un golpe cargado.
La corriente se podía ver en sus extremidades, espatarrándose sin poder levantarse.
Me alcé victorioso trepando encima de la hormiga león guardián y procedí acabar con la batalla.
Siento la energía brotar de mi cuerpo, mi energía.
Utilizo una mano para atacar con un rayo.
Luego uso la otra.
Y la otra…
Y la otra…
La corriente volvía hacía mi como un bumerang que me reponía.
Cuando su carne estaba blanda, mi garra dio el golpe final.
Una de las paredes se desarmo, debilitado por los múltiples golpes fallidos de los dos guardianes.
La colmena estaba repleto de extracto, era los que mi gente buscaba.
Estaba encima de un panal, pero necesitaba distinguir cuál era de calidad, pues no podría llevar tanto conmigo.
Me posicioné, sentí el tacto del néctar mientras pedía sola cosa;
«Denme la sabiduría necesaria para aprovechar en eficiencia está cosecha.»
La cueva empezó a brillar con intensidad, mientras sus voces me guiaban.
En este lugar y en ese momento sentía la compañía que tanto anhelaba tener. Eso me hacía sentir que aún me quedaba mucho por aprender.
Fui testigo de una incalculable sabiduría en el flujo vortal, sin importar que físicamente estuviera solo, sabía que nosotros éramos uno entre otro y sin rostro o sin voz, su presencia nos hacía numerosos.
Una vez que retiramos el extracto idóneo, las voces de fueron apagando uno a uno, pero antes de volver al silencio, nos guiamos hacía la salida.
Nos sentíamos revividos, con ímpetu y con tenacidad.
Pero nadie se interpuso en nuestro camino para ponernos a prueba.
