Tener que renunciar a las acciones físicas para rescatar a Korra y traerlo de vuelta al sur por solo rogarle a los espíritus por la vida de su esposo después de todo lo ocurrido no solo era inaguantable, sino irónico. Demasiado absurdo para una ingeniera quién solo se había regulado toda la vida por métodos comprobados para alcanzar un resultado con bases sustentables que aseguraban una realidad fabricable. No algo tan... Disparatado. Apoyarse, esperar protección de un ser celestial superior a los vivientes del cual colgaría la vida o la muerte y las circunstancias que pueden desembocar en bendición o desgracia para esa persona dependiendo de que tan fiel y devoto le sea a ese ser inexistente, era sin lugar a dudas la mejor definición de esa palabra dentro de su intelecto. Pero, hasta ese extremo escaso de eje la había llevado el destino luego de haber tratado de utilizar todo lo sensato a su favor, incluyendo su voluntad, obteniendo como respuesta no más que cada acción y esfuerzo puesto en recuperar al príncipe del sur bruscamente pisoteado o derrumbado con violencia.

Aunque su mente nunca había parado de seguir buscando soluciones, por supuesto, llevándola una y otra vez a verse atada de manos y con el rostro golpeado. La audición de su oído derecho aún no regresaba del todo luego de las duras bofetadas recibidas por parte de Kinto. Eso no dejaba de recordarle a ese Alfa, su intención de violarla y su fuerza sobre ella. Como otra vez había vuelto a cometer otro error que en vez de acercarla a su esposo, la había alejado. Porque ahora hasta Kinto estaba midiendo sus pasos con una buena coartada en contra de ella sin importar que el barco fuera incinerado. Si el bastardo Alfa iba hacía los ancianos para denunciar su descubierto plan de escapé todo se terminaría de ir a la mierda. Sin embargo, ella tampoco estaba dejando el camino libre para que Kinto huyera del sur en busca de asesinar al príncipe gracias a los aliados del Jefe que todavía eran fieles, quienes se resumían básicamente como Noatak y Tarrlok.

Por eso al ver llegar al último nombrado desde la ventana de su habitación ella no titubeó en dejar lo que estaba haciendo, acicalar a Naga, para bajar rápido hacía el primer piso a la oficina de Korra. Porque ahora ese había sido un lugar del cual Noatak se había posesionado. Entonces ella entró sin tocar o pedir permiso, esa era la oficina de su esposo, de nadie más. Encontrando a los dos hermanos allí. Noatak con su cara siempre neutral y relajada. Mientras Tarrlok solo alzando una ceja ante su falta de modales como Omega. Pero que se fuera al carajo, esa era su casa, la casa de Korra. Ella no le debía pleitesía a nadie más que a su Alfa. Tal y como se lo había aconsejado su madre Yasuko con anterioridad. No era ser irrespetuosa. Era recordar que ella solo le pertenecía, era fiel y sumisa con un solo Alfa. El resto debían de verla por igual dentro de casa. Esa forma de actuar le aseguraría no perder espacios y poder dentro de su hogar en el sur dadas las últimas circunstancias, afuera ella no tenía demasiado o ningún dominio llevándose la dura lección de eso después de ser sometida y casi ultrajada. Solo hasta que Korra volviera al sur, su madre no reprocharía esa conducta indecorosa y peligrosa por la que casi toda su vida había sido criticada y corregida. Todo lo contrario, estaba siendo un método de supervivencia temerario para no ser aplastadas hasta tener que esconderse debajo de una cama para sentirse seguras.

-Buenos días señora de Raava. -Saludó Tarrlok a la mujer del príncipe-

-¿Traes información de mi esposo no es cierto? De lo contrario no habrías aparecido. Llevas mucho tiempo lejos de Noatak. -Ella cubrió el lado de su cara que estaba golpeado con mechones de su peló-

-No lo diga tan fuerte señora, las paredes pueden tener oídos. -Señaló él colocándose un dedo sobre los labios pidiendo mayor discreción. Mucho le había costado conseguir lo poco que traía en manos. La integridad de su cuello, eso casi le había costado. Y aún seguía en peligro, el suyo y el de todos los ahí presentes-

-Tarrlok, di lo que sabes. -Pidió Noatak a su hermano con voz gruesa-

-Paciencia hermano, estoy encontrando la forma de decirlo. Ustedes no saben por todo lo que he pasado. Llevó más de una semana que no se que es tomar un baño o una comida medianamente decente. He estado corriendo de las fronteras a lo más profundo del sur sin descanso.

-¡Noatak! -Gruñó ella al hermano mayor mostrando sus pequeños colmillos de impaciencia. Tarrlok no la estaba tomando en serio. Naga por fin hizo presencia colocándose a los pies de Asami- ¡Haz que tú hermano hable ahora!

-Ohhh... Una Omega gruñendo, que novedad. -Sonrió Tarrlok, ganándose ahora un gruñido por parte de la loba blanca de Korra- ¿Seguro hermanó? Puedo herir los sentimientos de ella.

-Tarrlok, está bien, habla. No hay problema en que Asami escuché. Es la que más necesita hacerlo. Todos hemos asimilado la verdad, excepto ella y Senna. -Noatak se cruzó de brazos y apoyó su espalda de una pared. Tomar la silla de Korra en la oficina y ocuparla no era una opción. La esposa del príncipe podía reaccionar ofendida ante eso. No quería terminar mordido por Naga-

-Tampoco me gustan esperar por nada. -Tarrlok se asomó a una de las ventanas del salón mirando hacía afuera. Confirmar que nadie lo seguía- Lo único nuevo por decir es qué Suyin ha vuelto a Zaofu sin dar detalles sobre el estado de Korra o el Jefe Tonraq todavía. La matriarca proclamó que la derrota de Zaheer es un hecho pero nada más. Lo cual puede decirnos que Korra está muerto y trata de evitar que explote otra guerra de poder al admitirlo. -Escuchar eso hizo cerrar fuerte los ojos a Asami- Pero también logré hablar con Mako.

-¡¿Mako?!

-¿Diste con su paradero? -Preguntó Noatak después de Asami-

-Me costó demasiado y puede traernos consecuencias lo suficientemente graves como para que ahora sí tomemos la decisión de dejar al sur.

-¿Dónde lo encontraste? -Interrogó ella. La Omega trató de acercarse un poco más al hombre-

-En el ático de una gran cabaña aparentemente abandonada al oeste más alejado del sur. Estaba muy bien custodiada. Ese fue su error. Las comadrejas de la tundra todo lo ven y todo les causa curiosidad. Si ves una dirigiéndose con su cría en la boca para un refugio debes de seguirla. -Justo eso había hecho él antes de rendirse. Encontrando la única fuente de calor existente en lo recóndito del lugar. Ver el humo de la chimenea de la cabaña desde lejos fue imposible. El sur tenía árboles muy altos en ciertos lugares y los ancianos sabían como esconder lo que no les conviene-

-¿Qué te dijo él? -Habló Noatak-

-Mako está bien gracias por preguntar. Recibe una comida al día y físicamente se ve fuerte. -Contesto Tarrlok con sarcasmo- Me contó exactamente qué sucedió con Korra en el Reino tierra. El príncipe fue atacado con un arma extraña de pólvora que le perforó el pecho y pese a que mató al bárbaro cabecilla sacándole el corazón con sus propias manos y después destruyó salvajemente a casi todo su ejército rebelde cuando llegaron por él, Korra ya había perdido mucha sangre, el color y el pulso.

-Entonces es verdad... -Murmuró ella teniendo que arrimarse al escritorio para evitar caerse. Naga miró a su ama y señora con preocupación. Pero eso ya lo sabía. Aunque no con tanto detalle-

-Después, lo llevaron al campamento y Mako no dudo en salir corriendo en busca de cumplir con su misión secretamente asignada por Korra antes de morir.

-Eres un tonto Korra. -Volvió a decir en voz baja ella. Era verdad, Korra sabía que iba a morir antes de que toda aquella desgracia ocurriera. Eso casi la hizo llorar inmediatamente aún cuando creía que no era humanamente posible derramar más lágrimas de las que secretamente había derramado por él-

-Mako también destacó que la hija de Katara estaba en el campamento de los guerreros, ella es la otra curandera que acompaña a Hama. Y que si quedaba alguna posibilidad de revivir a Korra estaba en el talento de esas dos. Además dijo que Zaheer había secuestrado al maestro del príncipe, Tenzin. De eso se valió para engañarlos pero finalmente todos fueron rescatados.

-Eso explica la demora del Jefe. -Dedujo Noatak. Si el príncipe estuviera muerto la noticia tendría que haber llegado hace días. Pero aún no se sabía absolutamente nada de Korra. Esa podría ser la razón. Ambas curanderas lo habían revivido. Pero también el que Tonraq se haya suicidado junto con sus guerreros más leales y nunca nadie regresará del Reino tierra, dado a que era deshonroso volver para los que no hubieran tomado esa decisión. Y deshonra es igual a castigo. Así que decirlo no era muy concreto o alentador-

-¿La hija de Katara? -Ella no conocía a ninguna hija de la curandera-

-Su nombre es Kya. Tampoco se que tan talentosa sea. -Habló Noatak-

-Escuche su nombre, Kinto la nombró. -Recordó ella fugazmente-

-Una hermosa Omega. -Agregó Tarrlok- Lamento decirlo. Debemos abandonar el sur. Mako lo confirmó, Suyin igual, hasta Kinto lo hizo. No podemos solo confiar en las manos de una chamán y una curandera ¿No es cierto hermano?

-No depende de mi Tarrlok.

-¿Qué hay de la posibilidad de rescatar a Mako? -Preguntó ella- ¿Dijo algo sobre su hermano Bolin?

-¡Cero! Tan nula como que Korra vuelva al sur señora. No hubo mucho tiempo para tomar té y galletas, lamento no escuchar el nombre de Bolin por parte del prisionero que usted proclamó como traidor.

-Tarrlok, respeto. Ella es ahora nuestra señora. -Pidió Noatak-

-Hermano, solo trató de hacerla entender.

-Créeme que ya lo he hecho lo suficiente Tarrlok. Fui y el primero en confirmarles por información de los ancianos a ella y a Senna sobre el fallecimiento del príncipe. Asami tiene una convicción. Nosotros debemos ser fieles y mantenernos en el sur ¿De acuerdo? -El dió una mirada muy seria a su hermano-

-Si eso desea mi señora, de acuerdo. -Tarrlok miró a la esposa del príncipe y la reverenció con el cuerpo tensó dando una media sonrisa fingida a Naga- Pero no olviden que tenemos otro problema, se llama Kinto. Él va a tratar de llegar a Korra y temo que no vamos a poder frenarlo. He tratado de hacerlo, tal y como ordenaste hermano. Sin embargo las fronteras del mar en el sur son tan extensas como el territorio mismo. Nuestros pocos fieles guerreros están cansados. Es imposible negarle la huida. Tampoco veo a ancianos interesados en rescatar al hijo del Jefe.

-Ellos están batallando su propia pelea interna. -Habló Noatak apretando las manos sobre sus brazos cruzados haciendo referencia a los ancianos-

-Si les dijera que el mar mismo les impediría salir del sur ¿Ustedes intentarían hacerlo? -La voz de Asami y su ambigua pregunta tomó desprevenido a los Alfas- Gracias Tarrlok, aprecio con mi vida todo tu esfuerzo por traer información y vigilar las fronteras. Los espíritus te compensarán por ello. Ya se lo he dicho a Noatak, no tienen obligación de quedarse pueden partir cuando gusten.

-¿Por qué no lo consultamos con Yasuko también? Quizás ella sea más sensata Noatak. -Dijo el hermano menor viendo a Asami dejar la oficina junto a la loba. La mujer ya empezaba a hablar como toda una sureña ¿Espíritus? Era raro escuchar esa palabra por parte de una extranjera-

-Yasuko no tiene poder en ésto Tarrlok, solo Asami es la señora de Raava. -Contestó Noatak a su hermano siguiendo con la mirada a la esposa del príncipe- ¿A dónde vas Asami?

-Se qué nos prohibiste salir de casa a mi madre y a mí. Pero pon guardias para mi custodia afuera Noatak. Necesito visitar a Katara. Tengo cosas importantes que consultarle de las cuales quizás dependa la vida de todos.

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...

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-¿Mi hija? Lo siento cariño, no conozco mucho de las andanzas de Kya. Aunque me alegra saber que está apoyando a nuestro ejército. Incluído mi príncipe.

-Eso ha dicho Mako. -Asami estaba en la cabaña de curación junto a Katara. Ella había sido directa en palabras. Requería saber quién era Kya y si era tan diestra como para salvar a su esposo- Está junto con Hama al cuidado de Korra ¿Es capaz de ayudarlo?

-¿Traerlo a la vida?

-De la muerte que asegura Mako, los ancianos y el malnacido de Kinto.

-Tanta gente en contra de tu convicción. Eso debería ser suficiente como para que te convenzas de eso mismo mi niña ¿No? La muerte de Korra.

-Mi esposo está luchando por volver a la vida y existe la posibilidad de que gane Katara. -Eso realmente esperaba, era demasiada presión sobre ella y sus sentimientos, sentía que en cualquier momento se iba a volver loca. Tenía que aguantar las lágrimas. No llorar, no llorar, por favor no llorar-

-Entonces si existe esa posibilidad, mi hija lo ayudará. Tampoco subestimes a Hama. Aunque no sea de mi simpatía como chamán tiene una conexión especial con los espíritus. -Katara vió a la esposa del príncipe mirando a una de sus esculturas en el cuarto. Esa era la cabaña principal del centro de sanación del sur. La piscina de curación estaba al frente de su oficina y ella terminaba de colocar uno de sus tantos libros en la biblioteca de la habitación abierta que daba a la privada alberca cuando recibió la compañía de la Omega, la cual con amor y cariño atendió hasta que Asami siendo exacta habló del por qué de su visita en un momento así de tensional y catastrófico para el sur. Pero antes, no había dudado en tomar un ungüento y ponerlo con delicadeza en los hematomas del rostro de la cachorra. Ella sabía lo que había ocurrido con Kinto- ¿Nunca habías visto a la luna?

-Pensé que solo la representaban como un pez. -Esa escultura le había dado un poco de miedo. Ella había visto en el rostro de la luna el suyo propio. Pero era porque se trataba de un espejo. El rostro de esa escultura era un espejo que giraba y cambiaba a la real y hermosa cara de una bella dama de pelo blanco, como Yue-

-Tui y La, una danza eterna de empujar y tirar. -Respondió la curandera-

-¿Por qué su rostro cambia de uno auténtico a un espejo? No lo entiendo Katara.

-La luna suele tomar la forma del ser amado del guerrero o persona que la invoca. A los espíritus les gusta hacer de las suyas o comunicarse de ciertas formas algo singulares querida.

-Eso me lleva a otra razón por la que estoy aquí y necesito de tu ayuda Katara. -Ella sintió nervios. La única persona que podía guiarla en lo que quería era la curandera mayor del sur. Si Katara se negaba no iba a ser bueno para ella o para la tribu-

-Dime. -Habló la Omega dulcemente-

-Me enseñaste a orar a los espíritus, les he pedido traerme a Korra de vuelta y ellos parecen ayudarme llevando a tu hija ahí para sanarlo. Pero, Kinto es un problema ahora. Quiero pedir algo al espíritu del mar.

-¿Al mar?

-Si, al mar.

-¿Conoces al espíritu del mar Asami?

-No exactamente ¿Tienes alguna escultura del mar? -Ahora conocía como lucía la luna ante los ojos de los mortales. Pero no el mar. Si lo veía quizás eso le traería algo de confianza-

-El agua que llega a las piscinas de sanación viene del mar por pequeños túneles subterráneos. Un milagro de la naturaleza para el sur y una bendición para nosotros. Es la representación del espíritu del mar en éstas cabañas querida.

-No lo sabía. -Como al parecer continuaban siendo muchas otras cosas de la tribu de Korra-

-Además, no puedo seguir desafiando mi suerte. Éste tipo de esculturas de Tui y La están prohibidas por los ancianos fuera del templo en el sur que solo ellos y los autorizados pueden pisar. Es blasfemia que todos puedan ver el verdadero rostro de la luna y el mar libremente. Por eso nadie entra a la oficina de mi cabaña sin permiso Asami.

-¿Cómo puedo pedir y ofrendar al mar sin entrar al templo que custodian los ancianos? Supongo que no tengo permitido hacerlo. -Dijo ella amargamente. Que las esculturas estuvieran prohibidas a la vista de cualquiera explicaba perfectamente por qué ella solo los conocía como peces y nunca antes los había visto en su versión antropomórfica- Noatak tampoco permitirá que vaya tan cerca de los ancianos.

-No te apacigües. Los creyentes ofrecen templos a los espíritus y fui yo quién dió uno al mar para calmar su furia luego de que la Nación del Fuego intentara asesinar a la luna en la tribu agua del norte. Específicamente en el sur porque traería equilibrio y renacimiento para la tribu en una época dónde habíamos quedado sin mucho poder. -Por eso ella era una de las pocas personas que había sido capaz de ver el rostro de ambos- El mar es el general guerrero de las embarcaciones de las tribus agua.

-¿Asesinar a la luna? -De nuevo no entendía mucho. En la nación del fuego solo adoraban a su Señor del fuego y a los Alfas capaces de convertirse en dragones. Los maestros originales. Como por leyenda se había atribuido al maestro Roku. También se veneraban Alfas fuertes. Como Zuko y Azula. Azula capaz de controlar truenos y relámpagos. Zuko capaz de colaborar en acabar con la última gran guerra-

-Los templos ofrecidos son utilizados en todas las naciones. Porque no solo con esculturas puedes comunicarte con un espíritu. En el bosque existe un templó de Raava.

-Raava... ¿La familia de mi esposo?

-La casa Raava tomó el nombre del espíritu del equilibrio por ser descendientes lejanos de Kuruk. De los pocos que dejó la guerra de los cien años. Raava influye en las cuatro naciones y los guerreros que buscan el equilibrio. Conecta a norte y sur.

-¿Cómo puedo llegar al templo del mar Katara?

-El templo es peligroso. Está bajo la marea. Subterráneo y sin mucha ventilación. Fue ahí donde La lo quiso. Es la única parte que lamento de contarte de su existencia. Pero te mentiría si te dijera que con orar sin ir hasta allá es suficiente. Las oraciones y ofrendas no trabajan igual para todos los espíritus. Si quieres algo de uno en específico debes ir y mostrarte ante él en su templo. Los espíritus son poderosos pero requieren canales para comunicarse o escuchar fuera del mundo de los espíritus por individual.

-Iré. -Respondió Asami sin dudar-

-¿Tanta fe tienes por un Dios ajeno a ti cielo? Mi niña no es bueno que alguien de la Nación del Fuego se acerque a La.

-Antes lo era Katara. Pero desde que el sur de mano con el destino me quiso hacer su señora. Ya no es más ajeno a mi. Por favor, llévame a ese templo y dime qué hacer. -Ella necesitaba neutralizar a Kinto y a los traidores del sur-

-Ya que no puedo preguntar qué le pedirás . Mi guía no te asegurará sobrevivir Asami. Tomar confianza de lo que te diga no te va a salvar si no eres sincera de corazón o si le faltas al respeto al mar. La, es un espíritu quisquilloso. Eso puede terminar de arruinar tu suerte y la de Korra.

-No tengo espacios para decepcionar a nadie. Ni a mi misma. Debe ser lo antes posible. Le retribuirás mucho al príncipe del sur Katara. -Se podía decir que Korra había dado su vida por rescatar al hijo de Katara. Pero ella no podía decir nada al respecto. Noatak se lo había prohibido. El maestro aire a pesar de ser libre hasta que el príncipe del sur o Jefe volviera a la tribu no podía hacer presencia ahí. Y probablemente por eso no se había comunicado a Katara nada de lo ocurrido por parte de su hijo, familia o Zaofu-

-Mi abuela en el sur y ancianos del norte siempre me discriminaron por mi ímpetu. Fuerza que ahora veo en ti. Eso no te traerá más que problemas mi niña. Pero no hubiera sido capaz de lograr todo lo que hice junto a mi esposo, Aang, negando lo que soy. Si tan profunda es tu creencia de poder cambiar algo para mejor. Está bien. Tienes suerte. La marea sube de noche y aún es temprano.

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...

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-Destapa tu cabello pero no lo sueltes. Debes llevar contigo ésta bota de cuero llena de hidromiel con dos cuernos y beber con él. Escúchame bien, no debes dejar que el mar te emborrache ¿Entendiste? El alcohol reduce el poder que tienes sobre ti y tu espíritu. Si te emborrachas el mar puede tratar de poseerte. Él o cualquier espíritu que esté en el templo. Eso no es bueno. Solo los Chamanes pueden recurrir a eso y la mayoría muere en el proceso.

-Bien. -Ella tragó grueso. Era caído el atardecer y ver la entrada de la cueva cerca la hizo reaccionar. La cueva estaba por debajo del nivel del mar. Si la marea subía ella iba a quedar atrapada hasta el amanecer, podía morir asfixiada o ahogada. Lo bueno de todo es que había recibido el completo apoyo de Katara y Noatak no había estado muy reacio a negarle escoltas junto con la curandera dado a que estaban en territorio Raava. Porque ella solo le había dicho que iba a ofrecer algo al espíritu del mar en la orilla del mar del sur. No a una cueva dónde posiblemente iba a morir o ser poseída. El norteño estaba lo suficientemente ocupado en no ser traicionado por otros Alfas del sur como para redundar en más o ver mentira en algo religioso. Ella no había dicho nada a Opal o a su madre, Yasuko. Morir en esa cueva era lo más estúpido que le podía pasar. Pero que la perdonaran si justamente eso ocurría y ella no se había despedido de ningúna-

-¿Cielo, estás segura que la ofrenda que darás va a satisfacer al mar?

-¿Dijiste que el mar era un guerrero de las tribus agua no? Ningún general se resistiría a lo que yo le voy a ofrecer en cambio de mi deseo Katara.

-Lleva la antorcha y ten cuidado con la hipotermia. Naga se quedará conmigo. No puedes llevar lobos frente a La. -Katara miró a la loba y con un chillido Naga bajó las orejas en resignación- Tampoco escoltas, por el bien de ellos.

-Lo siento señora Katara. Nuestra orden es seguir a todos lados a la señora de Raava. -Habló uno de los custodios de Asami. Quienes por fin se habían animado a participar-

-Confíen en Katara. -Dijo Asami- Nada pasará conmigo.

-Lo sentimos mi señora, no podemos. -Respondió otra vez el custodio. Eran seis en total, mucha cantidad para proteger a una sola Omega. Pero luego del ataque de Kinto, Noatak no quiso volver a tomar el riesgo de colocar menos que esos a su servicio-

-Esta bien Asami, déjalos que te sigan. -Habló la Omega-

-¿Segura? Dijiste que debía ir sola Katara.

-Hacer presencia frente al espíritu del mar si, ellos te custodiarán hasta donde el mar mismo lo quiera. Traté de evitar que no fueran castigados. Pero si eso quieren eso tendrán. -Katara entonces sonrió y habló con arrogancia generando nerviosismo y susto en los custodios. Haciendo retractarse de su decisión a cuatro de ellos y solo mantenerse firme a dos. Esa mujer tenía una recia forma de ser. Había quebrado el espíritu de esos guerreros con tan solo hacer mención del mar. Siendo así ella no dijo más. Hizo caso a la curandera y con su bien cuidado, elegante y mejor ropaje del fuego se dirigió a la cueva. Katara le había dicho que era lo mejor, ir con ropas del sur podría hacerla parecer una impostora. Entrando a lo profundo del lugar empezando a hiperventilar. La poca luz no dejaba mucho que ver y las olas de la marea hacían eco adentro. Hasta que todo fue más silencioso ¿Cómo habían podido tallar la piedra y el suelo del túnel? Fue lo que le vino a la mente al admirar el arte dentro de la cueva con la luz de las antorchas. Eso hasta llegar a una bifurcación ¿Cuál era el camino a seguir? Katara no le había dicho nada sobre eso. Ella entonces miró hacía uno de los túneles y decidió seguir por ahí. Colocando un pie en la entrada para luego escuchar un gran estruendo y ver a sus dos custodios tras de ella siendo arrastrados por una marea y posiblemente escupidos fuera de ahí con dureza. Ver qué el agua empezaba a inundar su túnel también la hizo correr. Debía encontrar el templo rápido. La marea había subido de golpe y la iba ahogar. Eso no era bueno. Se supone que la marea aún no debía subir. El pánico la atrapó ¿Por qué todo en el sur parecía quererla matar? Su convicción tal vez no era tan gruesa y leal como los espíritus quisieran y el mar la iba a matar. La estaba castigando por ser una extranjera atrevida y narcisista. ¿Por qué de todas las ideas ella había tenido que escoger la más loca y peligrosa? Pero la única, esa era su única opción ¿No amaba tanto a Korra como para arriesgar su vida una y mil veces? Si y si esa era la única forma que le quedaba para ayudarlo. Lo haría. Iba a encontrar ese templo así le costará los últimos minutos de su vida. Teniendo que correr más fuerte. La luz de su antorcha amenazaba con apagarse y con los ojos cerrados ella no dejo de correr. No iba a llorar. No iba a caer en locura. No iba a renunciar ¿La bota de hidromiel? Debía tener cuidado. No podía darse el lujo de perderla y en ese afán la antorcha dejó caer gotas de aceite de roca que quemaron a Asami y la hicieron encogerse de dolor- ¡Katara me dijo que eras un guerrero de las tribus agua. Te traigo hidromiel y una ofrenda digna! -Gritó ella, pero no obtuvo respuesta. Entonces Asami continúo huyendo de la marea que la perseguía y empujaba hasta un camino más y más estrecho- ¡Escúchame La! ¡El futuro de tu gente depende de ésto! ¡Ellos están sufriendo! ¡Sufren! -Pero de nuevo no obtuvo respuesta. Iba a morir ahí. El agua empezaba a llegar a sus tobillos- ¡Estás siendo un espíritu egoísta! ¡Las tribus agua serán aplastadas por traidores y... La Nación del Fuego acabará con todo! ¡Volverán a matar a la luna! -Ella sabía que no debía provocar al mar con eso. Mentir sobre la Nación del Fuego. Pero ya no tenía más opción. Chocando por fin con algo que casi la hizo perder el sentido, tirar la bota de hidromiel y dirigir la antorcha hacía arriba levantándose del suelo. Aguantando el susto al ver lo que se había inmiscuido en su camino. Revelando el templo con una luz aguamarina que no era fuego ¿Cómo podía haber luz bajo el mar? Volteando asustada por el ruido que provocó el sello de la puerta. Había entrado al templo. Estaba en el templo. Ella miro lentamente todo en lo hexagonal del santuario, cada espacio tallado en fino y pulcro mármol, luego con igual pasividad lo que le causó pánico. Aunque su respiración continuaba muy acelerada y si abría más los ojos de seguro se saldrían de su órbita. Era la escultura de un sujeto tanto alto como ancho. Poderoso en su gesto de guerra con los brazos abiertos y el mentón altivo. Lo único que resaltaba además de su musculoso torso y cuerpo eran sus ojos azules. Tan azules como el mar. Ese debía ser La. En su mano derecha tenía un prominente arpón. Su cabello era largo y sus facciones hermosas. El cinturón y las muñequeras eran gruesas de color plateado oscuro. La casaca de su traje le llegaba hasta debajo de sus voluminosas pantorrillas en un color azulado que reflejaba la luz que alumbraba el templo. Pero era justamente su cuerpo lo que más destacaba del todo. Era majestuoso, venerable y ancho. El cuerpo de un Dios en un embase mortal que podría cazar a cualquier animal del mar sin necesidad de más que sus propias manos y arpón ¿Ahora con qué cuento le iba a salir luego de mentir? Ella debía de servir hidromiel y empezar a beber. Eso traería al mar. Fue lo que le recomendó Katara. Pero no debía olvidar que tenía prohibido emborracharse. Lo cual luego del noveno trago parecía algo difícil-

-La hidromiel está prohibida para las Omegas.

-¿Eso quiere decir que no aceptarás beber conmigo? -Respondió ella a la voz. Por fin La se había tomado la molestia de aparecer. No debía acobardarse ahora. Aunque cada bello de su cuerpo estuviera erizado del terror y la mano le temblara. La parte baja de sus ropajes estaban mojadas provocándole frío. Igualmente sus zapatos. Ponerse a pensar que con cada vez que respiraba podía quedar menos oxígeno ahí y morir asfixiada era algo en lo que no debía redundar si quería seguir articulando palabra. Ella tenía un propósito y había alcanzado la mitad de el mismo. Ahora debía arrodillarse ante él-

-No he dicho eso. Nunca rechazo la bebida con una hermosa hembra. Sirve un cuerno completo para tu señor.

-Si mi señor. -Contestó ella. Asami sentía la presencia, el poder sobre su mortal cuerpo era innegable, pero a esas alturas le daba pánico atreverse a mirar fuera del cuenco de hidromiel. Ella debía dirigirse a La como si el mar fuera su padre o esposo. Con ese mismo respeto. Eso también se lo había dicho Katara-

-No eres de la tribu agua. Eres una extranjera del fuego ¡¿Eres tú quien quiere acabar con mi gente?!

-No soy yo, son los traidores del sur. La Nación del Fuego no tiene nada que ver. Tuve que mentir para que escucharas mi súplica La. Perdóname por eso mi señor. -El mar la iba a matar-

-No mientes mujer. Hay traidores en la Nación del Fuego que están conspirando contra mí. No se puede engañar a un Dios.

-¿Mi nación? -Murmuró para ella ¿A qué se refería La? Pero, ella necesitaba ir al punto rápido. Si no terminaría borracha antes de hacer su petición al mar- La, traigo una petición y una ofrenda mi señor.

-Toma un poco más de hidromiel si quieres hacer una petición y ofrenda.

-Si mi señor. -Eso era peligroso ella estaba casi en su límite ¿Cuánto había pasado desde que entró en la cueva y cuánto oxígeno ahí quedaba?- Te pido por favor detener a todo guerrero que vaya con mala intención fuera del sur contra Korra Raava, hijo del Jefe Tonraq Raava, descendientes del gran Jefe Kuruk, de la casa Raava y príncipe del sur. En específico a Kinto hijo del norte.

-¿El Cuervo del Norte? ¿Fue él quien marcó tu rostro?

-Si mi señor. -Respondió ella-

-De acuerdo y tu ofrenda ¿Cuál será?

-100 barcos de su flota de guerreros del sur a la par de la flota de la Nación del Fuego. Mi señor. Sacaré a los barcos de las tribus agua de la desventaja que llevan con la Nación del Fuego a base de la más moderna ingeniería que existe. -Pero ella no escucho respuesta por parte de La. Y eso la perturbó. Quizás no era suficiente para él. Lo cual la hizo subir la mirada y encontrarse con La sentado en el trono del templo mirándola fijamente mientras el mar tomaba hidromiel del cuerno. Ella estaba empezando a estar borracha porque él lucía tan atractivo y seductor como Korra en el mejor de sus trajes. Eso le quitó el frío y calentó su cuerpo. El mar estaba comenzando a jugar con ella-

-Ahogaré al Cuervo y sus cómplices. Nadie tocará a mi mejor guerrero. Cumple con tu palabra o seré yo mismo quien te quite a tu amado Alfa. El Señor de los Lobos.

-Como usted ordene mi señor. -Ella debía aguantar la felicidad que representaba escuchar esas palabras. Mostrar jubiló o sentimientos fuertes frente a un espíritu podía significar debilidad y desventaja. Su cuerpo estaba más pesado con el paso del tiempo y sentía que en cualquier momento se iba a desmayar. El corazón ya no le podía latir más-

-No defiendas al traidor de la Nación del Fuego porque ahora tu perteneces al agua Asami de Raava. Me perteneces a mi. Aspiran a exterminar mi tribu otra vez y yo mismo acabaré con esa nación. Su acero no volverá a tocar mis mares. Aang ya no está aquí para defenderlos.

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...

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-No fue lo que me dijiste Asami.

-Ya estoy afuera, es lo importante Noatak. -Ella había dejado la bota de hidromiel y ambos cuernos al lado de la escultura de La-

-¿Estás borracha? -Preguntó él yendo a recibir a la Omega que salía de la cueva luego de que parte de los custodios fueran a informarle la tarde anterior sobre lo sucedido con su señora, Asami de Raava y el peligro que la esposa del príncipe estaba corriendo. Eso lo hizo suspirar audiblemente y por milésima vez en la vida salir corriendo a evitar que a esa mujer le ocurriera algo. Sin poder omitir de el conocimiento de Yasuko el gran disparate de su hija. Terminando con llevar a la Omega consigo hasta la orilla del mar donde esperaba Katara con tranquilidad bajo una carpa acompañada de otros custodios-

-La me lo prometió. -Dijo ella a Katara por fin pudiendo sonreír con libertad. Todo se movía extrañamente a su alrededor y jamás en su vida había tenido tan buen ánimo. Sus dientes titiritaban y su cuerpo estaba temblando-

-Quizás solo estabas borracha mi niña. Lo imaginaste todo y saliste de esa cueva por mera suerte. -Katara le devolvió la sonrisa de complicidad y la tapó con una larga piel de lobo. Ya era de mañana. Ella había pasado una noche entera ahí. Pero la realidad era que habían parecido solo minutos. No tenía más opción que sobrevivir el resto de la espera por su esposo con ello. El mar no dejaría a Kinto partir del sur. Ella había utilizado el poder que solo los ancianos y ostentosos del sur creían suyo. El poder de los espíritus-

-¡Asami Sato! ¡¿Cómo te atreves a hacer algo tan peligroso?!

-Estoy bien madre. -Respondió ella a Yasuko. Quien también estaba ahí. Recordando algo más dicho por La ¿En la Nación del Fuego también había traidores de las tribus agua? ¿Qué significaba eso y por qué se lo había dicho? Eso la preocupaba. Pero los espíritus vivían arraigados a ciertos tiempos. Podía ser solo un error de una antigua memoria pasada. Igualmente no tenía mente para pensar demasiado al respecto. Apenas y había podido salir caminando, casi arrastrándose. Y ella solo había visto a dos especímenes tan hermosos y viriles en su corta vida. Uno era Korra, el otro era La. Ahora ella había sido enlazada con el mar por el resto de su existencia. Debía ser cuidadosa al respecto-

-¿Por qué estás ofrendando cosas a un espíritu extranjero Asami? ¿Te volviste loca del todo hija? -Interrogó la Omega a su cachorra mientras la mantenía sobre el caballo luego de que entre todos la subieran. Asami estaba muy débil y fría. Por eso ella la abrazó por detrás y trató de dar de su calor sobre la montura. Hubiera sido mejor que su hija fuera llevada por un Alfa más fuerte como Noatak y evitar que quizás Asami cayera del caballo junto con ella por culpa del difícil terreno del sur. Pero su niña era demasiado mezquina con otros Alfas que no fueran Korra-

-Si la locura mantendrá a mi Alfa a salvó no le veo problema madre.

-Asami tienes hipotermia. -Ella frotó los brazos de su hija con ahínco- No somos sureñas amor, puedes morir por culpa de un simple descuido. Estar mojada bajo éste clima es fatal para alguien del fuego. Respira lentamente, lento mi niña.

-Estoy bien madre. -Asami recibió con gozo el calor y cariño de su progenitora. Ella esperaría a Korra hasta el fin. Eso era suficiente calor dentro de si como para sobrevivir a la más terrible helada ¿Entre sus penurias Korra pensaría en ella? ¿Se acordaría de ella? De la grosera y altanera Omega que había dejado con el corazón roto en el sur- Tú no serás sureña Yasuko, pero después de éste día lamento decirte que ahora pertenezco más al agua que al fuego madre.

-Cállate cachorra, no niegues tus raíces. Estás delirando y gastando energía.

-¿A quién le ofreció visita la esposa del príncipe Katara? -Preguntó exigente Noatak a la curandera luego de escuchar y mirar a Asami. La mujer además de borracha, no dejaba de sonreír. Pasar toda una noche en las condiciones que estuvo, sumergida en una cueva, hasta para un sureño sería difícil. No solo hipotermia podía pasar. Eso era para morir. A menos que los espíritus aceptarán protegerla. Nunca había visto eso por parte de un extranjero. Sin embargo, los morados que había dejado Kinto en el rostro de la Omega también seguían siendo evidentes-

-La.

-Escuché de mi padre Yakone que el mar odia a la Nación del Fuego ¿Por qué no mató a Asami?

-Puede ser porque La ama a los corazones verdaderos y tiene debilidad por las mujeres del fuego. Fue un rasgo heredado a Kuruk.

-¿Qué? -Eso hizo fruncir el seño a Noatak-

-Mejor agradece. Ahora tienen al mar de su lado. Los traidores no podrán salir del sur en busca de matar al príncipe. -Si bien Asami no dijo que era eso lo que pediría, ella lo intuyó. No era imposible de lograr para el mar y tampoco representaba una ofrenda fuera de las manos de cualquier mortal. Tenía que ser eso-

-No debiste dejarla entrar a ese templo Katara.

-Después de lo ocurrido con Kinto y la opresión del sur para ella ¿Cómo no hacerlo Noatak?

-El mar pudo matarla Katara. -Repitió él-

-Si las mujeres fueron capaces de moldear al más terco, cabeza hueca y machista del sur, mi hermano Sokka. No veo por qué el mar le negaría algo a una hermosa Omega. -La curandera espoleó a su caballo y tomó delantera dejando al hombre hablando solo-

-¡Noatak ayúdame, Asami se desmayó! -Gritó Yasuko pidiendo apoyo para que el Alfa tomara a su hija y la llevara en cabalgata rápida a la cabaña con Katara y ella siguiéndole los pasos-

-¡Voy! -Respondió él a Yasuko ¿Debilidad por las mujeres de la Nación del Fuego? Al parecer no solo Kuruk había heredado ese rasgo de La. Pero si era verdad que ahora el mar los apoyaba. Había más posibilidades de que Korra volviera. Eso podía ser un problema para su cuello-

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...

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Para él era imposible respirar, el fango en sus pies, su cuerpo hundido en lo inmundo de ese barro oscuro, espeso y desesperante le hacía difícil todo. Aunque, posiblemente tenía más que ver con el hueco que llevaba en el pecho ¿Quién le había hecho eso? ¿Dónde estaba él? ¿Qué era ese horrendo lugar desesperante y frío? Oscuro, pegajoso, mezquino y tenebroso. Era un lodo sin fin, sus piernas y manos luchando por salir. Había árboles, estaban viejos, destrozados y caídos. Totems los acompañaban. Entonces por fin lo recordó. Zaheer ¿Él había podido acabar con el bárbaro? ¿Estaba Zaheer muerto? Le tomó un poco más de tiempo notar que el muerto quizás era él y ese era el otro mundo ¿Pero por qué todo lucía tan horrendo? ¿Era ese el paisaje que él merecía por el resto de su descanso de la vida luego de fallecer a manos de un bárbaro? ¿Un oscuro y húmedo infinito desesperante? ¿No había mejor futuro para la paz de un guerrero que había muerto con honor y en batalla?

-No es el otro mundo, es solo un mal augurio.

La voz lo hizo reaccionar, salir del fango para ir por un camino. Había un hermoso y grande barco a un lado del sendero. Dentro de sí mismo él deseó que así fuera el barco donde iban a cremar su cuerpo luego de morir por salvar a su tribu. Porque nunca antes había visto un navío tan espectacular. Era digno del funeral de un príncipe o un Jefe. El hueco en su pecho le seguía molestando, la cabeza le pesaba y estaba todo embarrado en una asquerosa putrefacción. Un charco en el suelo hizo un reflejo y al mirarse le dio miedo. Tenía heridas de muerte. Estaba muerto, él debía estar muerto. Ahí recordó a su padre, Tonraq ¡Su padre! El Jefe del sur también había muerto en batalla. Él quería verlo, estar junto a Tonraq. Eso lo desesperó, llevándolo en busca del banquete sin fin de hidromiel y Omegas que merecía un guerrero como su padre en compensación por parte de los espíritus. Donde también debía estar Sokka y Kuruk con los mejores guerreros fallecidos del sur. Por lo cual las escaleras que lo llevarían ahí aparecieron en respuesta a su petición. Pero al poner un pie en ellas, los peldaños se esfumaron. Las puertas del imponente salón se empezaron a cerrar para él ¿Tampoco era digno de tal gozo y placer? ¿Qué había hecho mal en vida para merecer eso? Cayendo desmoralizado y adolorido. Un cachorro no sería capaz de superar la muerte.

-Un cachorro no. Pero un lobo si Korra.

Otra vez la voz. Y al mirar sus ojos se iluminaron y la sonrisa volvió a su espíritu. Era Asami, su Omega. Qué importaba un banquete eterno de placeres si podía estar con Asami por el resto de la eternidad. Ella vino y lo acurrucó, beso su cabeza y le dio de su amor. Eso necesitaba, estaba tan cansado, destruido, incapacitado. Si, el era un lobo. Que tuvieran miedo las fieras que acechaban en la oscuridad del más allá y pretendían morderlo para llevárselo y destruirlo. Rugidos que el contrarrestó gruñendo mientras continuaba desangrándose sin fin por el hueco de su pecho. Él no quería, no deseaba que Asami lo viera así. Era él quien debía protegerla a ella no al revés. Él debía volver al sur, él debía regresar. Nada de eso era verdad. No solo Asami lo necesitaba, también su madre y su pueblo, su desprotegida aldea que carecía de un Jefe y un príncipe. Eso lo llevó a desesperarse de nuevo. Escuchar llanto y ver caer lágrimas por parte de Asami. Escucharla llorar le era más doloroso que la herida mortal de su pecho. Él quiso consolarla, decirle que pronto estaría en el sur, abrazarla como ella lo abrazaba a él y darle tanto amor como ella le daba. Asami acerco su rostro y lo besó. Él solo podía seguir a gusto con su cabeza apoyada en las piernas de su Omega.

-¿Escuchas ese llanto, esas oraciones sin parar? No me han permitido descansar tranquila Korra Raava.

-¿Asami? -Era la voz, otra vez esa voz. Pero ahora sabía por qué no la había reconocido. Esa no era la voz de Asami ¿Entonces por qué esa mujer se parecía a su esposa? Eso lo hizo dejar la comodidad y sentarse en busca de respuesta- Tu no eres Asami.

-No soy tu Omega príncipe, aunque puedo tomar la forma de otra de tus esposas.

-Solo tengo una esposa. -Él frunció el seño y contestó al espíritu-

-Tui deja de engañar al príncipe y ven a mi lado.

-Solo estás celoso La, verme como su amante es la mejor forma que encontré para consolarlo.

-¿Quién? -Fue lo único capaz de decir. Había alguien más con ellos. Frente a él la mujer parecida a Asami cambió de forma y se transformó en una hermosa dama de cabellos blancos con finos ropajes y adornos tribu agua-

-Mi encantador guerrero, ese llanto y esas oraciones es el sur pidiendo que su príncipe regrese. No puedes quedarte aquí. -Habló la dama yendo al lado de la otra presencia que los acompañaba. Un guerrero imponente que tomaba hidromiel de un cuerno. Eso le hizo padecer sed a Korra. Tocar su garganta y pecho, sentirse otra vez ahogado. Colocar las manos en el suelo y hundir sus dedos en la hierba que volvía a ser barro. Omitiendo al guerrero frente a él, que vino, le tomó por el cuello y lo hundió en el mar con brusquedad ¿Cómo había terminado él bajo el agua?-

-Los hijos del mar no tienen miedo al agua, mis hijos respiran bajo la más tempestuosa y densa profundidad ¡Abre los ojos Korra Raava!

-Eso fue lo que pasó hasta que desperté Hama. -Dijo él a la curandera volviendo al presenté. Hama se había mostrado interesada en saber sobre su experiencia en el mundo de los espíritus mientras estaba muerto-

-Nuestra fuerza proviene del espíritu de la luna. Nuestra vida del espíritu del mar -Respondió la chamán- ¿Haz vuelto a presenciar ese sendero luego de eso?

-En cada ocasión que pierdo el conocimiento la oscuridad vuelve a venir. Veo el camino al otro mundo. Pero tu serpiente no me deja estar cómodo y me saca de ahí.

-Es mi misión y la de mi Totem en ésta carpa Korra, si te dejo morir otra vez a tu padre no le gustará. Aunque si fueras un Alfa que no me agradase lo hubiera hecho. Lo mismo la tribu del sur. Pero tienes un corazón digno, te has ganado el cariño de todos. Los espíritus no pueden negarse a tanto poder.

-Al parecer el Jefe Kuruk tenía razón. -Kuruk se lo había dicho: Si su corazón era el de un guerrero digno. Eso lo salvaría. Pero no por su cuenta. Si no por sus acciones. Sus acciones con su pueblo, con la gente que lo rodeaba y con la que amaba era el poder que lo había resguardado. Si el hubiera sido un mal Alfa, las oraciones y el llanto no hubieran surgido, los espíritus no hubieran escuchado y su regreso no hubiera sido capaz. Porque estar vivo era la muestra de que no había sido su momento de morir. Pero él había podido partir o extraviarse para siempre en ese penoso vacío entre lo humano y lo espiritual por abusar de su fuerza de bestia-

-¿Estas listo? Recuerda, no debes desmayarte. Necesito tu umbral de dolor para saber que tan profundo ir. -Dijo Kya al príncipe entrando a la carpa interrumpiendo la charla entre Hama y él-

-Es hora hijo, partiremos en tres días. -Siguió Tonraq a la curandera. El Jefe del sur había logrado armar una rudimentaria polea con cuerda. Debían de guindar a Korra de ahí y pararlo en ambas piernas-

-Lo estoy. -Él apretó sus piernas con ambas manos. Negar que estaba nervioso era una mentira. Solo lograr sentarse y mantenerse le había costado muchos días. No había chance para más. Sus piernas seguían sin responderle como debían y el dolor en su espalda continuaba ahí. El mareo había disminuido pero la debilidad seguía siendo grande. Su padre se acercó y con cuidado lo ayudó a levantarse, prácticamente cargando con él. El dolor de su espalda casi lo hizo gritar. Pero no podía hacerlo. Si lo escuchaban en el exterior no era bueno para seguir manteniendo su recuperación en secreto. Por lo que apretó la mandíbula y respiró. Eso fue algo más que había podido lograr, respirar. Seguía sintiendo un ahogo pero sus pulmones trabajaban mejor. Hama pasó la cuerda por debajo de los brazos y le hizo un nudo. Kya metió una mordaza de tela entre su boca sin preguntar y lo sostuvo mientras Tonraq permitía que la cuerda lo jalará desde arriba. Lo cual le generó morder duro la mordaza y gritar de dolor. Por suerte no audiblemente gracias a la mascada de trapo en su boca. Su cuerpo empezó a sudar, su corazón se aceleró y tenía ganas de vomitar. Renunciar, pedir misericordia, solo tirarse a la cama y darse por vencido. Pero no podía, no debía, no lo iba hacer. Porque él no era un cachorro cobarde, él era un lobo y debía volver. Cuidar de su manada. Mantener su carácter, su personalidad, su palabra. Era todo lo que él era, si él traicionaba a eso, era traicionar también al sentido de su vida. De ahí surgía su fuerza-

-Déjate caer por completo Korra, tu padre te subirá. No te resistas. Esa apertura entre vértebras al tener tus piernas en el aire harán el trabajo posible. Sé que es difícil pero relájate. -Ella había logrado reposicionar todo lo que pudo las vértebras en cama. Pero tener a su paciente acostado la limitaba para ir más allá. Hubieron vértebras abnegadas. Eran las que ella iba a tratar de acomodar. Llevar una vértebra de lo posterior hacía anterior no era tan complicado. Pero hacer lo contrario si. Más con un torso tan herido como el de Korra. No obstante, ella debía intentarlo. Buscando las apófisis espinosas de las vértebras y con la tracción extra dada por la cuerda y un empujón desde lo anterior reacomodar. Admirando la fortaleza de Korra. Él había evitado desmayarse y tensar su cuerpo por está vez. No del todo pero había sido suficiente. Ella le quitó la mordaza de la boca- Mantente de pie Korra, siente tus piernas y muévelas de a poco. Estarás así varias horas. Luego te sentarás y volverás a levantarte. Vas a hacer eso hasta partir. Solo tomando como descanso la hora de dormir ¿Está bien? No te extralimites, es malo para tu corazón y cerebro. Solo busco ganancia de fuerza contra gravedad y movilidad articular, nada más.

-De acuerdo. -Fue todo lo que él tuvo energía de responder-

-La cuerda se quedará amarrada hijo, te servirá de apoyo cuando te canses. Estaremos aquí para ayudarte si quieres volver a la cama.

-¡No! Aguantaré hasta la noche de pie. -Korra tomo aire- Ve con los soldados y evita una rebelión padre. Si te mantienes aquí, tu falta de presencia, los puede impulsar a rebelarse manipulados por traidores.

-Tu hijo tiene razón Jefe. -Habló Hama- Nosotros cuidaremos de él. Toma tu lugar en el campamento o se nos subirá el agua al cuello.

-Arrrggg... -Gruño él Jefe del sur por lo bajo- Está bien, pero hijo hazle caso a Kya, nada de extralimitarse ¿De acuerdo?

-Ve padre, estoy bien. -Mintió él, la verdad era que se quería morir de lo mal que se sentía. Pero no podía. Lo único motivante era sentir el dolor de su espalda bastante disminuido y sus piernas empezar a responder. Entonces él vió a su padre dejar la tienda. Kya ir por medicina y Hama estar ocupada en acomodar la cama. Lo que aprovechó para tratar de moverse lo máximo posible aún si eso le generara tanto dolor como debilidad. Antes de eso él solo había podido dar vueltas en su lecho y tratar de hacer flexiones de codos sobre la cama evitando que se le salieran las tripas, volvieran a fracturar los huesos de su pecho o se le bajara la presión sanguínea en el proceso. Por lo cual más de una vez había sido fuertemente regañado. Pero la fuerza física lo era todo para un Alfa. Recuperarla lo antes posible significaba la independencia que él necesitaba. Por lo cual, estar ahora de pie, aunque sintiéndose como la mierda, le trajo felicidad. Tanta dicha que al siguiente día él no necesito de la cuerda. Solo un apoyo de alguien más para empezar a caminar de nuevo. Ese alguien más había sido Kya. Hasta exigir hacerlo solo y caminar de un lado a otro de la carpa tomado de las mesas o cama. Encontrando algunas pesadas cadenas que decidió tomar y enrollarse para alzar con sus brazos queriendo comenzar a ejercitarse. Comiendo y bebiendo con igual intensidad. Tratando de hacer lo mismo con el sueño nocturno desde muchas noches pasadas. Cosa que las pesadillas, el dolor y la intranquilidad de sus alterados nervios no le permitió del todo. Los tres días pasaron, el mareo no, el dolor tampoco, la fatiga menos pero era hora de tomar su destrozado traje, vestirse y partir. No había más para pensar ni temer. El solo viaje podía matarlo o hacerlo sentir más mal aún. Lo suficiente como para derrotar su espíritu. Fuera, como fuera, debía hacerlo-

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...

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-¿Cómo está él? -Preguntó Lin a la Omega-

-Se pide permiso antes de entrar a una carpa ajena Jefe de policía. -Contestó ella-

-Kya, no estoy para protocolos ¿Está de pie Korra o no?

-Sabes que tengo prohibido dar información al respecto Lin. El Jefe del sur aseveró esa orden.

-Para los demás, no para mí. No he querido molestarte todos éstos días en vigilia porque conozco lo ardua de tu labor Kya. El Jefe del sur me dijo que me daría una respuesta en siete días o me permitiría partir a Ciudad República. Mañana se cumple ese lapso.

-Entonces ve y pregúntale a Tonraq al respecto. -Dijo ella al Alfa sentándose en su cama. Esa era la habitación que el Jefe del sur le había dado solo para ella, en los momentos de descanso del príncipe durante la noche ella iba y reposaba ahí-

-Ya lo he hecho. -Lin suspiró- Solo me volvió a decir: "Siete días" Y se fue. Merezco saber ¿No crees Kya?

-Mañana obtendrás tu respuesta Lin, ten calma.

-¿El príncipe está vivo no es así? El arrogante cachorro no murió.

-Al único arrogante que conozco en éste campamento lo tengo frente a mi. -Kya sonrió- Si Lin, el cachorro intentará volver al sur. Pero nadie lo puede saber. Después debemos evitar que traidores escapen en la caravana vía a la tribu.

-Ayudaré, te custodiaré a ti y a Tonraq hasta el sur. Si alguien trata de hacerse el listo le partiré el cuello.

-Tienes obligaciones en Ciudad República Lin ¿Seguro? -Ella tomó el lazo de su cabello y lo soltó, sacudiendo la larga melena de ensueño distraídamente-

-No solo me preocupa el Jefe y el futuro del sur, el príncipe, también lo haces tu Kya. Si puedo ponerte con mis propias manos en un lugar más seguro eso haré. -Lin tomó asiento en la cama y se acercó a la Omega. El olor de ella lo tenía embobado. En realidad era justamente eso lo que él había evitado toda su estancia ahí en el campamento apoyando a Tonraq y su espera por partir. Es decir, estar cerca de Kya y distraerse queriendo aparearse con ella. Pero saber que posiblemente el príncipe estaba estable y el Jefe del sur mejor, era una buena noticia que hizo de lado las preocupaciones y querer aprovechar tener a la Omega cerca-

-Me puedo proteger sola Lin, te lo he dicho incontables veces. Las Omegas podemos con las debidas precauciones.

-Escúchame Kya ¿Cómo has estado tú? No haz dormido mucho por estar ocupada cuidando del príncipe.

-Para mi es un honor, mi madre me enseñó bien. Descansar en mi carpa debes en cuando es suficiente Lin.

-¿Por qué no vienes conmigo a Ciudad República y me das un cachorro? -Dijo él tomando con delicadeza uno de los mechones de cabello de la Omega para tocarlo con amor. Él estaba siendo tan predecible pero que Kya lo perdonará por amarla tanto. Por alucinar queriendo tocarla. Hacerla suya. Darle placer y sentirse físicamente más unido a ella ¿Hace cuánto se habían visto antes de su choque en el campamento del Jefe del sur? No recordaba con exactitud. Pero podía pasar el tiempo que pasará, años, siglos, milenios. Y él no dejaría de amar a esa mujer nunca. Era como una clase de maldición a su débil corazón caprichoso de deshacerse del recuerdo y querer de la más bella Omega que jamás había conocido hasta ver a Kya-

-Beifong, no sabes lo que dices. Solo estás siendo un Alfa irrespetuoso y calenturiento por culpa de mis feromonas. -Regañó ella con gracia al Jefe de policía dándole la cara a Lin con ambos sentados en la cama y manteniendo poco espacio. Oportunidad que el Alfa aprovechó para acercarse lentamente y besarla. Acto que ella no rechazó. Devolviendo el beso con igual pasión y deseo. Años de no verse y tocarse. Su vientre no demoró en calentarse y su Omega en querer aparearse. Sintiendo además una de las manos de Lin metiéndose por debajo de su vestido para acariciar su pierna e ir tan arriba como pudiera. Pasando el beso de su boca hacía su clavícula buscando sus pechos. Después, Lin trató de recostarla en la cama, ella no pudo evitar gemir de excitación y sentir una erección en la entrepierna del Alfa. Pero no debían. Ella quería. Sin embargo no eran las circunstancias, lugar ni el tiempo indicado. Con la poca cordura que le quedaba a su juicio. Ella lo apartó-

-¿Qué sucede Kya? ¿No quieres aparearte conmigo? -Ser rechazado en el acto de aparearse por una Omega. Era el dolor sentimental más grande que un Alfa podía experimentar. Ella no quería su amor y tampoco su semilla-

-Claro que quiero Lin. -Volvió ella a besar fugazmente al Jefe de policía. Viendo lo encendido de sus ojos verdes y su color de piel pálida estar roja, su cicatriz de dos líneas subiendo por un lado de su quijada. La respiración de ambos acelerada y las feromonas golpeándolos descaradamente. Cómo si se tratara de dos seres urgidos uno de otro, porque exactamente así era. Él lucía tan guapo en su uniforme y cabello negro peinado hacía atrás con algunas canas y pelo rebelde enrulado. Luego se levantó de la cama y le dió la espalda. Ella no era una Omega fácil de obtener, si bien amaba a ese fuerte espécimen eso no quería decir que Beifong podía tomarla cuando y donde él quisiera- Pero ahora no. Sal, mantente alejado de mi y concéntrate en los traidores. No puedo dejar de pensar en la salud del príncipe para el viaje y en el futuro de mi tribu Lin.

-Disculpame, no quise incomodarte. -Kya tenía razón- No importa, un beso no es suficiente para mí pero es mejor que no haber podido dártelo. Resistiré con eso. -Contestó él bajando el rostro colorado de vergüenza y pasión para dejar la carpa tan rápido como su poca cordura se lo permitía. No podía ser posible que entre los dos Kya fuera más disciplinada que él, cuando él era el Jefe de policía. Esas eran las locuras que esa Omega le hacía cometer y decir. Él debía enfocarse en el campamento y en cazar a los traidores mientras terminaba de amanecer y ver si era cierto que el príncipe del sur estaba vivo, había vuelto de la muerte y le hacía honor a su sangre de Alfa original-

-¡Beifong! -Llamó ella al Alfa antes de que éste se fuera más lejos-

-¿Dime Kya? -Respondió él en la puerta de la carpa colocándose una mano en la nariz. Dejar de oler las feromonas de la Omega que estaba rompiendo sus pantalones de deseo-

-Aguarda cerca de la carpa de Korra mañana al amanecer. Te llevarás una grata sorpresa. Compartiremos en el sur juntos después Lin. Gracias por tu amabilidad y tiempo para el Jefe del sur y mi tribu.

-Para mi siempre será un gusto Kya. -Sonrió él dejando caer la mano. Notando que otra vez el olor de la Omega lo estaba idiotizando. Por lo cual casi se golpeó así mismo en la entrepierna y huyó de ahí. Irse rápido antes de que Tonraq lo pillara, le contará a su hermana y Suyin se burlará de él por el resto de la vida por actuar como un Alfa enamorado, salvaje y sin modales-

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...

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-Te ves abatido Bolin ¿No será que extrañas mucho a Opal? ¿Más que a tu señor? -Dijo el príncipe a uno de sus más fieles vasallos. Bolin estaba custodiando la entrada. Pero su semblante era oscuro y triste. Él se sintió culpable, quizás hubiera sido mejor habérselo hecho saber antes. Decirle que él seguía con vida. Pero Bolin no era muy bueno guardando secretos-

-¡Korra!

-Ver para creer ¿Verdad?

-¡Korra! ¡Korra! ¡Korra! -Habló con demasiada emoción Bolin luego de ver a su señor saliendo por la puerta de la carpa. Atrayendo la atención de todos. Quienes demasiado sorprendidos dejaron inmediatamente lo que estaban haciendo para reverenciar a su señor o acercarse y comprobar con sus propios ojos lo que veían. Bolin había quedado con la boca abierta al ver a su señor parado en la entrada de la carpa de curación a la cual le había sido prohibido volver a entrar. Orden que le había hecho creer que Korra estaba muerto. Pero no era así, se trataba de todo lo contrario. Ahora el príncipe del sur lucia su ropa de batalla remendada y espada en la cintura listo para partir del Reino Tierra-

-Te lo dije padre, Bolin ayudaría con eso de avisar a todo el campamento que estoy vivo. -Dijo Korra sonriendo-

-Nada de abrazos Bolin, desbarataras a mi hijo. -Contestó el Jefe prohibiéndole al eufórico muchacho mostrar afecto-

-Aquí estás cachorro, que bueno que apareciste de pie. Hasta yo estaba planeando traicionarte y dejar éste desabastecido campamento. -Bromeo Lin sin dejar de mantener su actitud seria-

-Siete días Lin, aquí lo tienes. -Se refirió Tonraq al Jefe de policía- ¡Ahora todos terminen de empacar! ¡El sur nos espera!

-¡Si mi señor! -Gritaron los guerreros en respuesta. Quienes sin demora y solo por rango mayor se acercaron a mostrar respeto y atención al príncipe. Temprano ellos no habían entendido la orden de recoger las carpas y alistar los caballos. Tristemente pensaron lo peor. Pero ver a su príncipe vivo los ánimo. Sobretodo para aquellos que habían alcanzado a verlo muerto después de la batalla con Zaheer. Era un alivió, volverían todos a casa, a su tribu, junto a sus familias, esposas, hijos. Con honor, con esperanza, con gloria. A lo que los guerreros no se resistieron en sonreír y aullar de felicidad-

-¡Mi señor, mi señor! -Habló emocionado Sangok junto a Hanh-

-Sabía que eras demasiado cabeza dura para morir así Señor de los Lobos. -Agregó Hanh-

-No dejaré mi puesto vacante para ningún estúpido como ustedes. Escuché que empezaban a pelearse entre si queriendo revelarse en contra de mi padre, así que tuve que dejar el mundo de los espíritus para venir y patearles el culo. -Contesto él sonriendo y colocando su manos en los hombros de ambos guerreros. Aunque el veneno de en su cuerpo le hacía doler el pecho y estar irritado-

-Hay guerreros de mente débil en el campamento mi señor, pero nosotros somos fieles al Jefe Tonraq. -Dijo Sangok-

-Lo sé. Ahora vamos a partir, ocúpensen de evitar que los verdaderos traidores dejen la caravana. Está prohibido enviar cartas o tratar de desviarse del rumbo.

-Si mi señor. -Contestaron ambos Alfas corriendo a alistar sus cosas-

-¿Dónde está mi caballo? -Él ocupaba sentarse. Ya empezaba a sentirse demasiado mareado, su cuerpo parecía que iba a caerse en cualquier momento, sus pasos eran algo atáxicos y la debilidad lo jalaba hacía el suelo. Bajo su traje y pieles de lobo solo lo mantenía erguido un rudimentario chaleco de vendas y barras de madera. Su cabello no tenía la cola de lobo atrás. Estaba suelto hasta abajo de los hombros-

-No harás el viaje en caballo Korra.

-¿Entonces? -Respondió él a su padre-

-Lo harás en la carreta del Reino Tierra que te trajo al campamento. Debes de ir con el tronco acostado y la cabeza protegida del clima. El suelo fue acolchonado y se le puso dos ruedas más extras a la carreta. De lo contrario no aguantarás. A duras penas puedes mantenerte en pie. -Dijo Kya al príncipe-

-Arrggg... Padre, no quiero que mi gente me vea así.

-Tranquilo Korra, se obediente. Es por tu propio bien. Los guerreros no te verán.

Era humillante no poder cabalgar con sus hombres. Pero al ritmo que le temblaban las piernas de seguro no era capaz ni de subirse al caballo. Está bien él lo haría, pero al llegar al sur. Capaz o no, él montaría su caballo hasta la tribu. Los hombres se organizaron rápido. La caravana empezó a andar sin demora y junto con ella sus náuseas y mareo. La debilidad de su cuerpo ante el movimiento de la carreta. Por suerte Kya y Hama estaban ahí para él. Colocando medicina en su boca. Al pendiente de sus signos vitales y cambiando las hierbas que mantenían la herida de su pecho tranquila. Su padre de vez en cuando se asomaba por una de las ventanas de la carreta. Le daba ánimos y decía que tan cerca estaban de alcanzar el sur. Lin por su parte se estaba haciendo cargo de evitar que un traidor saliera de las filas y les ganará ventaja. Suyin había regresado a Zaofu tiempo atrás junto a sus soldado, pero tener a Lin ahí fue bueno para todos. Una mano amiga para vigilar hasta donde no importará ser traicionados porque estarían sobre el sur y la tribu lo suficientemente cerca como para llegar en un paso. Había momentos en que él creyó eso difícil de alcanzar. Los síntomas de su convalecencia ante el viaje parecían robar la poca vida que le quedaba. Las caricias de Kya y cariño de Hama amortiguaron un poco ese malestar. Ese era el poder de una Omega sobre un Alfa. Sus feromonas no solo podían tener influencia sexual si no también tranquilizarlo. Experimentar las consecuencias del viaje en carne propia le hizo reconocer que esa idea de ir en carreta la verdad no estaba nada mal.

Tomándole tres días a paso constante. Donde detenerse debes en cuando para el descanso de los guerreros se hizo muy poco. Igual que dejar la carreta para tratar de caminar y seguir recuperándose. Teniendo sesiones de terapia de movilidad articular, cuidado de sus cicatrices y respiración con el diafragma fue su obligación gran parte de esos días. Hasta llegar a la frontera de nuevo más muerto que vivo, pero consciente. Mirando el rostro preocupado de su padre y Lin. Teniendo que negarse a descansar en un campamento de una noche. Ellos debían pasar el mar lo antes posible. El sur estaba cerca. Pero el almirante de la embarcación de la tribu que estaba anclada de ese lado recomendó no hacerlo. Venía una fuerte tormenta y el mar había estado innavegable por varios días. Hundiendo muchos navíos de la tribu y extranjeros de paso por el canal. Pero él no tuvo miedo. Si él montaba un barco y lo navegaba hasta el sur. Esa sería la mejor medicina. El mar no lo iba ahogar, porque el mar era su señor, su protector y su guía. Entonces a duras penas Tonraq accedió. Embarcando a la mayoría. Tiempo en el cual él no dejo ser llevado al camarote. Si no que se enlisto en la parte delantera de la nave y admiro al mar. Respiró el aire del sur y sintió cada vez más cerca a su tribu.

Mientras detrás de él estaba un almirante confundido y un Jefe orgulloso de que su cachorro demostrará ser un hijo del mar protegido por La. Porque el mar mismo se había apaciguado y llevaba a Korra con delicadeza a su destino mientras Lin vomita la comida de un mes por un lado del barco. Jamás Tonraq había visto tan buena corriente y clima como ese. Siendo recibidos en el muelle de la tribu con asombro y alegría por Bato. Por los sureños en la frontera y finalmente casi corriendo a su montura. Subiéndose a ella escoltado por su padre y cabalgando sin dolor o penurias al sur. Luchando internamente con el mareo y la debilidad. Llegando a la entrada del pueblo. A los bastiones de la muralla llenos de algunos guerreros que estupefactos lo vieron pasar y recibieron a la caravana. Él lo sabía, el sur creía muerto a su príncipe y quizás por el mismo camino a su Jefe por falsa información introducida por traidores. Por eso no fue sorpresa la cara de asombro, llanto de felicidad y pueblerinos besando sus pies al verlo llegar. Él les sonrió igual, todo parecía irreal ¿Cuánto había luchado por eso? ¿Cuánto sufrimiento había pasado solo por eso? Y ahí estaba, disfrutando de eso hasta el punto de casi querer llorar de dicha. Pero primero debía llegar a casa. Abrazar a su madre y ver a su esposa. Ya luego podía desmayarse del cansancio y ser revivido por Kya.

Llegando a su hogar sin más demora. Con Tonraq detrás de él tratando de contenerlo y que en la cabalgata no se abrieran todas sus heridas. Ahí en la entrada admiró a su madre. Estaba afuera acomodando algunas plantas de la fachada con Naga cuidando de ella, loba que comenzó a olfatear el aire. Eso lo hizo estar aún más emocionado. Él la observó voltear pero Tonraq se atravesó de frente y lo tapó. Entonces lo primero que su madre miró fue al Jefe del sur y no a él. Korra sabía el por qué. Su padre entregaría su regreso sano y salvo a Senna él mismo. Porque seguramente la mujer creía muerto a su cachorro. Eso lo podía decir lo demacrado y triste de sus ojos. Los cuales recibieron con sorpresa, ilusión y amargura a Tonraq. Hasta qué ella lo pudo ver detrás del Jefe y botar lo que tenía en las manos para salir corriendo hacía él. Al igual que Naga. La loba blanca no cabía en su peludo cuerpo de felicidad. Él tuvo que poner sus manos al frente y pedir moderación. Sus heridas se abrirían si esos dos le caían encima. Sus piernas no tenían todavía la fuerza de aguantar eso.

-Mi cachorro, mi cachorro... No puede ser, no puede ser. Estás vivo, lo estás. -Ella tocó a Korra todo lo que pudo, beso su cara y lo acurrucó con fuerza-

-Soy yo Madre, Korra ¿Dudabas que los espíritus me traerían a casa?

-Nunca mi amor, eso nunca.

-Estoy orgulloso de ti entonces. -Él no dejó de sonreír frente a su progenitora- Dale un poco de cariño a mi padre también Senna, él hizo mucho por mi. No lo trates tan fríamente por lo que ocurrió.

-Fue él quien te llevo ahí, casi te pierdo por eso mi cachorro.

-Madre, fui yo quien escogió ir y ser mal herido. Mi padre no tiene nada que ver.

-¡Lo tiene! -Ella bajó el rostro y no aguanto llorar. Dejar correr lágrimas de felicidad y frustración. Naga no paraba de lamer las manos de su amo-

-No seas terca y recibe a tu Alfa con amor. Padre pasó por momentos difíciles ¿Si? -El volvió a abrazar a su madre con amor luego a la loba blanca- Ahora, quiero ver a mi esposa ¿Dónde está Asami? -Sin esperar respuesta él entro a la casa. Porque el olor de su Omega lo guío fácilmente para donde ella estaba. Era Asami en su taller, su cabello largo, negro y algo ondulado. Su figura de Diosa. Su presencia especial. El origen del aroma que calentaba su cuerpo. La mujer de su vida que lo volvía loco y podía traerlo hasta del más allá. Él sonrió para si mismo, lo había logrado, había llegado. Pero no fue capaz de hacer más. Asami de seguro continuaba enojada con él-