¡CONTINUAMOS! No me olvide de la historia, aunque estuve a nada de perder el archivo a causa de mi pc :c
¡Espero disfruten el capitulo!
CAPÍTULO 8
La historia de LUCY HEARTFILIA.
Bueno ya no tiene ningún sentido negar esto. Estoy enamorada de Natsu Dragneel y pienso demasiado en él. Ni siquiera conozco el significado del amor más allá de la definición literal, pero; había terminado el condenado cuadro en su honor, huía cada vez que pasaba cerca de mí presa de los nervios y ¡Lo peor de todo es que no tengo idea de cómo pasó! Al principio lo odiaba, luego me caía mejor, después ya era atractivo, bueno eso siempre lo fue… y cuando me defendió como un león terminó de meterse en mi corazón.
-Al menos ya sé en qué momento paso al menos... – Suspiré, mirando el humo que desprendía el té de miel que pedí en el café cerca del departamento.
Mientras golpeaba mi cabeza contra la mesa, pensé que me volvería loca. Podía jurar que lo olía en el ambiente – Interesante – Esa es su voz, volteé como si fuera una aparición y me reprendí mentalmente al verlo con una mujer. Ella era hermosa, se notaba que clase le sobraba – Nunca quise que me gustaras, pero paso y ya no pude pararlo.
Estaban sentados a una distancia demasiado peligrosa para mí, el ambiente era incómodo. Me sentí fatal al escuchar eso, porque si quien le gusta es alguien así, no tengo la más mínima posibilidad. Muero de miedo al abrirme a alguien que solo terminará dañando mi corazón. Nuevamente huía de él, solo que esta vez no lo sabría. Bueno hubiera permanecido en el anonimato si mirará por donde camino. Choqué contra la mesera que llevaba unos vasos y tazas., ella echo todo al suelo por mi torpeza – ¡Lo siento tanto! – La ayude a recoger la bandeja y al voltear para cerciorarme si me había visto, me encontré de lleno con sus ojos - ¡Lo siento! ¡Tengo que irme! Toma esto por las molestias y – No se había parado – Discúlpame – Le tendí un billete de 100$ y corrí a casa.
El abuelo Belo estaba guardando sus cosas para marcharse, le rogué que se quedara una noche más y si Natsu aparecía en algún momento le diga que me mudé. Tome un saco más abrigado y fui a la azotea a despejar mi mente. Si la suerte está de mi lado, el no preguntaría por mí, se quedaría con la hermosa mujer de cabello blanco y ojos celestes, siendo correspondido y… - Soy una idiota.
Golpeaba mi cabeza contra la reja despacio, lo último que necesito es tener un hematoma mañana a causa de mi estupidez - ¿Puedo acompañarte?
La vida me odia, ojalá me hubiera ahorrado las molestias y me mataba antes de nacer. No, en este momento debo odiar a Belo por soplón. Me preguntó si escuche su patética declaración y luego de aclarar lo obvio, explicó el resto se su charla que no me quedé a apreciar. Después de que escuchará como le decía eso a otra mujer esta misma noche ¿Espera que le crea cuando dice que le gusto?
-Antes de conocerte no podía pensar en alguien que no sea ella, pero desde que apareciste para poner mis nervios de punta, la pienso cada vez menos – No quiero, tengo miedo, ni siquiera sé si podré responder cuando quiera volverse más íntimo conmigo.
-No – Me alejé – No puedo, no soy quien tú crees. Disto mucho de ser alguien sincero, hay muchas cosas que nadie sabe y podrían afectarnos más adelante – Lo de José es solo la punta del iceberg, también está el acosador y…
-Todos tenemos secretos, cosas que no deseamos que salgan a la luz. Respetaré la decisión que tomes, pero igual intentaré acercarme a ti – No tengo idea que rostro estoy haciendo, pero él me mira con lástima, algo que solo Anna habrá sentido por mí.
-¿Por qué?
-Porque me gustas – su sonrisa era distinta esta vez, parecía… libre – Me hace feliz al fin poder decírselo a alguien.
-¿Qué? – Negó con la cabeza.
-No es nada… Gracias – Me desconcierta, pone todos mis sentidos en alerta y me hace sentir… viva. Estiró su mano en mi dirección, espero paciente hasta que la tomé – Prometo no hacer nada que no quieras, esperaré – Susurre su nombre, el solo sonrió.
Decir que el pánico corre por mis venas sería poco. Soy alguien muy desconfiada, normalmente odio a la gente que se me acerca y me vine a enamorar de alguien totalmente diferente a mí. Lo culparé por ser apuesto e intentar poner mi mundo de cabeza.
…
Las cosas continuaron normales, salvo por el hecho de nuestras declaraciones en esa azotea, todo estaba igual. Ya entendía mejor sobre el negocio, Natsu me ayudó bastante, explicándome los proyectos y como decidir lo mejor para cada propuesta. Permanecía a su lado la mayor parte del tiempo que estábamos en la oficina. Había pasado un mes y medio desde la apertura, esto iba encaminado a convertirse en una prospera compañía.
-Tengamos una cita – El agua no llego a pasar por mi garganta. Casi la escupí por su culpa.
Leía una propuesta en su escritorio, mientras que yo ordenaba lo restante e intentaba no ahogarme - ¿Cómo? – Levantó la vista de los papeles un momento, detesto cuando me ve así. El aire se olvida que debe llegar a mis pulmones.
-¿Quieres tener una cita conmigo? – Al verme abrir y cerrar la boca sin emitir sonido agregó – Estaba esperando a que terminará el proyecto Sabertooth para invitarte – Devolvió su atención al trabajo.
-¿Dónde quieres ir? – Un minuto de silencio.
-¿Eso es un sí? – Toqué mi arete para calmar el remolino que se formaba en mi estómago.
-Depende de a dónde quieres ir – Sonrió mostrando sus dientes.
-Estoy seguro que te encantará – Obviamente acepte, que esté aterrada de dejarlo entrar a mi corazón, no quiere decir que evitaré al único hombre interesante a mis ojos.
…
-¿Cómo te enteraste de esto? – Había una exposición de arte al aire libre. Muchos artistas profesionales y amateurs muestran sus pinturas al público.
-Soy un coleccionista – Expresó orgulloso – Además quiero ver si el artista del hada estará también – Me tense al escuchar mi alias.
-Deberías interesarte en otro, me imagino que evita usar su nombre por algo – Me dio la razón y comenzamos el recorrido, caminando una alado del otro a una distancia prudente.
Muchos conocidos estaban ahí, a la mayoría logré evitarlos con éxito. Pero mi profesora de historia del arte Erza me agarro desprevenida, al salir detrás de un árbol. Estaba muy feliz al ver que regresaba al ambiente, le dije la verdad, solo estaba de paseo. Prácticamente jale a Natsu del brazo para que sigamos y evitar que ella hable de más.
-¿Estás bien? – Me miraba confundido, con justa razón – Es demasiado obvio que quieres evitarla.
-Era mi maestra, eso es todo – Agrandó los ojos.
-¿De verdad? ¿En qué? – Lo pensé unos segundos, convertiría lo que iba a ser mentira, en una verdad a medias.
-Arte – El asintió, mirándome fijamente antes de agregar.
-Por lo que dijo eras muy buena – Sonreí.
-Algo así. Pero lo dejé – Eso era aún más falso. No abandone nada, simplemente lo oculté.
-¿Por qué? Es evidente tu amor por este, y si encima de todo eras buena.
-Porque en mi familia llena de médicos, abogados y empresarios, una artista no es una buena imagen – Lo pensó largo rato mientras caminábamos, mirando a mi rostro la mayor parte del tiempo. Hasta que una obra lo distrajo.
-Es una pena – volteo sonriente hacia mi dirección – Aunque me cae bien tu profesora.
-¿Por?
-Porque gracias a ella vamos tomados de la mano – Miré para abajo, él tenía razón. Lo sujete para que camine más rápido y había olvidado soltarlo. Intenté hacerlo en ese momento, pero no lo permitió.
-Natsu, alguien podría vernos – El simplemente se encogió de hombros.
-A mí no me molesta – me sonrojé – Pero si eso es lo que quieres – Abrió los dedos para romper el contacto y actué por impulso, cerrando un poco más el puño.
-Ya nos habrán visto correr de todas maneras – Me sentía sumamente avergonzada, mientras él hablaba sobre algo más que no alcancé a oír a causa del gentío, toque con mi mano libre el lóbulo de mi oreja buscando calmarme.
Esta es mi primera cita, el primer hombre a quien dejo tomarme de la mano y si no me tiemblan tanto las piernas, será a quien bese antes de ir a dormir. Estaba sumamente apuesto, no llevaba las típicas camisas de oficina, sino una playera blanca y pantalones de mezclilla negros. Tenía un aire de chico malo con sus gafas y chaleco de cuero, atraía más de una mirada. Pero el solamente volteaba a mirarme a mí - ¿Me estás escuchando?
-Sinceramente no – Sonreí. Colocó las gafas sobre su cabeza y giro su cuerpo en mi dirección.
-Me siento ofendido al ser ignorado – Pero no se veía así en lo más mínimo. Sus comisuras estaban hacia arriba - ¿Qué te tiene en las nubes?
-El arte – Enarcó una ceja – y la vista por supuesto.
-El lugar es muy bonito, lo han decorado bien y.
-No hablaba sobre el lugar – me mordí los labios, el paso saliva.
-Por favor no hagas eso – Sus ojos fueron a mi boca, luego a mis ojos y por ultimo a los alrededores – Dudo de mi propio autocontrol.
-¿Es mi culpa? – Sus orbes estaban más oscuras que de costumbre, con las pupilas dilatadas.
Suspiró largo y sonoro – Si, mis cambios de humor son tu responsabilidad – Tenía las manos calientes, el cuerpo me hormigueaba, la cara seguro la tengo de color tomate – Mejor sigamos el recorrido – Comenzó a caminar y tiro suavemente de mí hasta que me encontraba a su lado.
-¿Solo nos tomaremos de la mano hoy? – Acomodó los lentes en el puente de su nariz.
-En un lugar tan público sí – El corazón me latía desbocado – Evita a hacer eso si no quieres que te bese – Eso quería.
-Entonces ya sé que hacer cuando quiero – Sonrió y negó con la cabeza.
-Solo tienes que pedirlo.
-Le quitas lo divertido a la vida.
Cuando Natsu me miraba me sentía diferente, más seductora, más deseable. Era una faceta de mí que hasta yo desconocía. Me gusta, casi al mismo nivel que le temo. Solo tenía 16 años el día que ese señor intentó propasarse conmigo por primera vez. Siempre me culpe por haber tomado el Whisky de papá, pero ahora creo que nada hubiera impedido lo que me iba a pasar. Si no era ese día hubiera sido otro.
La historia de NATSU DRAGNEEL.
Miedo sería poco para describir lo que vi en sus ojos, estaba genuinamente aterrada. Su mano temblaba ese día en la azotea y eso es algo que no podré olvidar, pero del mismo modo tampoco se borrará de mi mente la sensación de libertad al poder ser abierto con respecto a mis emociones por primera vez, sin sentirme una basura al expresarlos en voz alta. Esperé casi un mes para pedirle que salgamos a una cita, quería sorprenderla con la exhibición de arte y al final lo conseguí. En la oficina no la tomaba de la mano, nunca nos habíamos besado, además de que el contacto era prácticamente nulo, no porque yo quisiera, pero temía su reacción.
Por suerte aquí estaba más tranquila, algo extraña su actitud con la señorita de cabello rojo, pero nada que me alarmara. Además le estaré siempre agradecido, porque ella fue quien inicio el contacto y si por mí fuera nos quedaríamos así. Sé que también le gusta, me lo diría de lo contrario, por eso no la solté. Me contó un poco sobre ella, estudio artes, era muy buena y lo había dejado a causa de la presión familiar. Estaba algo renuente para seguir hablando, así que lo dejé pasar y cambie el tema.
Le contaba de las pinturas y cuales eran mis estilos favoritos, pero no me estaba escuchando. Parecía volar en una nube, me dijo que era por el arte. Me costó aceptar que estaba coqueteando conmigo, era buena en eso o tal vez yo soy demasiado fácil. Tuve que hacerla caminar para no terminar besándola con pasión en medio de toda esa gente, si a duras penas lograba que me tome de la mano, que haría si la beso como quiero – Entonces ya sé que hacer cuando quiero – Desconoce cuánto puede provocar solo con sus palabras, no pude evitar reír.
-Solo tienes que pedirlo – Aunque si realmente hace lo mismo que hace unos segundos, en un lugar más solitario, tal vez caería.
La llevé a comer en un restaurante al medio día, no era muy vistoso. El estilo rústico rara vez les agrada a las personas. Pero a Lucy le encanta. Comentó desde el primero al último cuadro, me encanta escucharla hablar sobre eso. Es algo que le apasiona, lo veo en sus ojos - ¿Por qué te volviste coleccionista?
-Me gusta el arte. Es un poco exagerado lo que dije, no soy coleccionista, solo compro lo que me gusta – Le restó importancia, quería saber porque yo amaba las pinturas – Puedes expresar una vida a través de ellas. Sabes mucho de una persona al ver sus dibujos, algunas son ventanas al alma.
-¿Los tuyos hablan por ti también? – Parpadee sorprendido – Suelo ver las caricaturas que haces cuando estás aburrido. Son bastante buenas – Estaba avergonzado, nunca le he enseñado eso a nadie, tampoco recuerdo haberlas hecho en compañía de Lucy. Si las hice no fue de manera consiente.
-No lo sé, siempre fueron solo para mí. Así que no tengo idea que opinaría la gente si las vieran, ni si me representan en algo – Sonrió.
-Les gustarían – Negué con la cabeza - ¿Me harías una?
-¿Con tu rostro? – Asintió – Son humorísticas las que hago, no sé si te gustarán.
-¿No quieres? – Hizo cara de cachorro herido y me rendí. Me será imposible ganarle de ese modo.
-Eso es jugar sucio – No cambio la expresión – Está bien, lo haré.
-¡Sí! – Me hizo recordar a uno de los hijos de Zeref cuando le dije que lo llevaría a la feria. No podía ocultar la expresión de felicidad en su rostro y me ponía contento saber que yo era la causa.
Luego de comer fuimos al cine, de ahí paramos en una tienda para que compre una bufanda y unas gafas rosas. Yo aproveche que estaba muy concentrada y pagué unos pendientes en forma de corazón, no eran tan caros, además de que tenían un aire a Lucy. Se los regalaría cuando encontrara el momento indicado.
Ya estaba cansada cuando la lleve de vuelta al complejo. Muy conversadora y alegre – A veces envidio tu máscara – No entendí porque, está mejor sin ella.
-Me gustaría ser igual a ti, no las necesitas – Negó con la cabeza y apretó el botón al séptimo piso.
-No estaría tan segura, si pudiera sonreírle a la gente como tú, estoy convencida que tendría más amigas – Yo le caigo bien a los desconocidos, pero tengo muy pocas personas a quien considero amigos.
-Más conocidos tal vez – Lo pensó un momento.
-A veces es bueno tener mucha gente alrededor – Se quedó en silencio, sus mejillas adquirieron un sonrojó que fue subiendo a medida que pasa a el tiempo.
-¿Lucy? – Sus grandes ojos chocolates me hechizaron, perdí la capacidad de pensar por unos segundos. Ella mordió su labio inferior y yo trague con dificultad -¿Qué te había dicho sobre eso?
-Tengo buena memoria – Mi mirada se paseó desde sus orbes marrones hasta su rosada boca.
Me acerqué con una sola zancada, ella no se movió – ¿Quieres que te besé Lucy? – Sus manos se aferrarnos a mi chaqueta y deje que los jazmines me quitarán la cordura. Solo alcancé a rozar la delicada piel, antes de que la puerta del ascensor se abriera. Una anciana sonrió al vernos.
-¿Sube? – Miré el marcador, estábamos en el sexto. Me separe un poco de Lucy y asentí.
La señora se subió, ambos nos hicimos a un lado para dejarla pasar. Una vez que llegamos al siete, tomé su mano, ella no se resistió cuando la llevé frente a mi puerta. Estaba entre esta y mi cuerpo – Quiero besarte Lucy – No me estaba mirando, tenía la vista fija en mi pecho – ¿Puedo? – Un vecino salía de su apartamento, por lo que abrí con presteza la entrada y estábamos en medio de mi sala en menos de 10 segundos. Levanté su rostro con mis manos, necesitaba que me mirará - ¿Puedo? – Volví a preguntar. Había pegado nuestras frentes para que no desvíe la mirada.
-Sí – susurro, levantando un poco el mentón. Lo suficiente para respirar el olor a durazno que desprendían sus labios y la besé. Sabía a gloria, era dulce, suave, algo tímida, pero no se sentía extraño. Esto era el cielo.
La tomé de las mejillas para intensificar el contacto, ella se arqueo de manera deliciosa y pego su pecho a mí. Una de mis manos permaneció en su cara, mientras que la otra se aventuraba hasta su cintura. Cuando la acerqué más se tensó; yo retrocedí – Lo siento, me dejé llevar – Negó delicadamente con la cabeza.
-El problema soy yo – Sonaba triste, distante – Me gustó…
-A mí también – Le dejé en claro que sí paré fue por su bienestar, por nada del mundo permitiría que piense o asuma que me arrepentí de lo ocurrido.
La despedí en la puerta de su departamento, ella alcanzó a robarme un beso casto antes de desaparecer tras la madera. Estaba feliz por el día entero y preocupado por lo que pasó ¿Qué si hago algo y ya no desea seguir viéndome? ¿Podré acaso tratarla cómo una simple conocida si esto no funciona? ¿Qué fue lo que le pasó para que se ponga tan ansiosa? Muchas preguntas más rondaban en mi cabeza cuando fui a dormir y todas iban sobre la mujer de cabellos dorados.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Nos vemos en el siguiente! :3
