Cap 9. "Vacío"
El sonido hueco, constante, de un cascabel agitándose de forma presurosa sobre el ambiente contaminó la quietud dominante en aquellas calles solitarias a orillas de Reveille. El cielo nocturno lo recibió y la niebla abrazó a quien caminaba elegantemente con un bastón en las manos entre el amplio territorio de la mansión noble de la cual era originario. El marqués se detuvo junto a la fuente que adornaba su jardín, sacando del interior de uno de sus bolsillos -componiendo su pulcro traje- un puro de los más caros que compraba, dispuesto a fumarlo sin prisas. Con la ayuda de un cerillo lo encendió poco a poco, disfrutando del aroma y la textura entrando a través de sus labios, no se percató del cascabeleo hasta luego de que dejara caer accidentalmente la cajetilla de cerillos que siempre cargaba consigo. Intrigado levantó la mirada hacia los rincones, los extremos de su mansión yacían fuera de novedad pero el suave sonido estaba vigente.
Anthony Russell miró hacia las posibles direcciones por donde podía provenir semejante sonido pero no encontró nada, así que llegó a pensar que sólo era imaginación suya. Pero aquella sutil sinfonía de un único instrumento, acompañado por el soplo del viento y respaldado por la tranquilidad, trajo consigo la presencia de una sombra de la cual el marqués en ningún momento se percató.
Esta figura encubierta por los arbustos y la oscuridad proyectada por la luz de la luna, se agazapó cual depredador al asecho. Agitó un instante sus hombros, preparándose para atacar mientras sus ansiosos ojos saboreaban con anticipación la carne de su presunta victima. Anthony se apartó del borde de la fuente cuando el sonido de una rama lo hizo mirar a un costado suyo, justo detrás de los arbustos más cercanos a su posición. Nadie venía a su encuentro pero el hombre no pudo evitar entrar en pánico de forma breve, el miedo mitigado por el auto-convencimiento. Dio la espalda al arbusto que antes había vigilado y comenzó a caminar hasta la entrada de su hogar, ignorante de la apresurada reacción de quien lo observaba de cerca, deslizándose hacia un nuevo angulo. Entonces el cascabel había vuelto a sonar, alarmando de nuevo al noble, quien miró a sus espaldas de nuevo antes de echar a correr al interior de la mansión.
Aterrado no evitó expulsar un fuerte gemido cuando fue interceptado por un gato negro que corría en dirección opuesta, llevando entre sus colmillos un ratón que recién había cazado. El hombre de porte recto se relajó entonces, comprendiendo que se había equivocado y que no había nada de qué preocuparse, que sus malos presentimientos habían sido nada más que paranoia alimentada por la soledad de su espíritu. Sin embargo, una nueva sombra portadora de un par de ojos amarillos volvió a presentarse ante él atacándole de frente, ni siquiera dándole tiempo de reaccionar más que con un grito que desgarró la atmósfera.
El escurridizo felino observó con curiosidad la brutal escena de lo que acontecía muy cerca de su rango visual, hipnotizado por el crujir de los huesos y los jadeos agonizantes de quien se transformaría también en un trofeo sino sobrevivía a esa despiadada batalla. La ley del más fuerte una vez más volvía a reclamar su lugar en la tierra. Y para Russel, el final fue escrito.
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Oscuridad había descendido sobre la mansión Rainsworth y sólo entonces Xerxes se tomó un respiro dentro de la pequeña sala que era exclusiva de la servidumbre. Después de que el futuro duque de la familia Vessalius se retirase, Reim le había indicado simplemente permanecer a una cierta distancia de la heredera, viéndose obligado cuidarla desde lejos mientras Alice obtenía el permiso de andar junto a ella sin mayores preocupaciones; retirarse a sus estudios establecidos en el itinerario normal del día. Reim continuaba a su lado incluso ahora, pero al enterarse que Sharon y aquel Vessalius estaban comprometidos por su boca, no volvieron a cruzar palabra en calidad de conversación. El hombre albino se reconocía irritado por ser usado cual rata de laboratorio por el duque Barma, ser utilizado tanto física como emocionalmente lo mantenían lleno de estrés a causa de la impotencia que representaba el límite de movimiento, y las ansias asesinas gorgoreaban cada vez con mayor intensidad en su interior al sentirse atado de pies y manos, incapaz de soportar la pena de ver a Reim morir.
Dejó caer su cabeza sobre su mano derecha, tratando de sostener su propia agonía. Fue consciente de que este camino no sería sencillo de recorrer pero tampoco creyó causaría tantos efectos negativos dentro de su psiquis.
—Jejejeje, ¡pero mira la cara que tienes! —La muñeca se agitó en su hombro sorpresivamente, sobresaltando a Reim y obligándole a perder el renglón donde estuvo reposando su ardua lectura—. ¡Vamos! ¡levanta esos ánimos, tonto! ¡Recuerda que apenas estás empezando! Ni creas que voy a consolarte cuando vuelvas abajo.
—Lo sé, Emily —respondió Xerxes decaído, ante la mirada escandalizada de Reim.
—¡No parece que lo sepas! Tu expresión de muerto viviente hace que quiera comenzar a correr por mi vida hasta nuestra nueva habitación. ¿Viste la decoración? ¡Es mejor que la pocilga donde estuvimos viviendo una larga temporada! Ahora te lo digo, incluso deberías estar agradecido de que nuestra misión fallara, de otra manera no tendríamos los lujos que poseeremos de ahora en adelante. ¡Ya estaba harta del aroma a cerdo!
—Que interesada eres. A mi me gustaba nuestra pocilga, al menos nos pertenecía.
—¡Te pertenecía a ti! ¡A mi nunca me compraste nada!
—¿Qué se supone que haces? —cuestionó Reim de pronto, atrayendo la mirada aburrida de Xerxes hacia él por un par de segundos antes de que la devolviera al mismo punto muerto delante suyo.
—No necesitas gritar, Emily —declaró, para responder a la pregunta de su desafortunado acompañante enseguida—. ¿Qué parece que hago, Reim? Emily intenta levantarme los ánimos mientras yo busco sumergirme más en mi desdicha.
—¡Ugh! ¡Lo dijo! Olvídate del arrullo de esta noche —espetó la muñeca emitiendo una nueva serie de crujidos a la atmósfera. Reim hizo una mueca de incomodidad.
—Te agradecería que evitaras tener "conversaciones" con Emily en frente de otras personas. Hacerlo mancharía la reputación de la duquesa Sheryl, llamarías la atención y sabes bien que tu presencia se trata de un secreto que no debe ser revelado por nadie,.
—Eso me pregunto —comentó, haciendo que Reim se tensara pero Xerxes no dijo más.
Recostándose sobre sus brazos contra la mesa, Xerxes meditó cuidadosamente las palabras de su acompañante, reflexionando el mar de posibilidades que se le presentaban a sus circunstancias. El tiempo que había pasado encerrado en el calabozo se prolongó tanto que no estaba seguro si esto llegaría afectarlo directamente de otra manera además de lo obvio. Su detención fue repentina, su misión interrumpida como prueba de su fallo, por ello no estaba seguro si su cliente había comenzado a mover sus influencias con el fin de atraparlo, después de todo Xerxes había dado inicio a su trabajo siendo consciente de la astucia e inteligencia de Vincent Nightray, por lo tanto no le parecía exagerado pensar que ya debía tener preparado algo para él en cuanto se enterase de su ubicación actual. Algo de lo que estaba seguro era de que lo cazaría cual bestia hambrienta, esperando imponerle un bien merecido castigo.
Sin embargo, no estaba seguro si era capaz de entrar a la casa Rainsworth por la fuerza con el fin de obtener su cabeza, ya que la familia Nightray era uno de los linajes que más enemigos poseía, y la familia Rainsworth era una de las Casas Ducales con más aliados. Xerxes comprendía que estaba seguro dentro de la servidumbre por ahora, mas recaían probabilidades peligrosas también. Estaba obligado a ser más precavido que nunca con los visitantes, pero tampoco podía descuidar su retaguardia con el duque Barma vigilandole los pasos, en este punto todo estaba en su contra, y de eso estaba consciente del mismo modo.
Cerró los ojos tratando de relajarse, liberando un suspiro ante el recuerdo del noble Vessalius, recordando inútilmente la mirada de extrañeza que este le dedicó por un segundo mientras continuaban bajo los portales del jardín. ¿Habría actuado extraño? Se preguntó, pues nunca fue su intención llamar su atención de alguna forma. Sólo, en aquel momento, Break se reconoció odiando la vitalidad de esos ojos verdes, tan libres, tan optimistas, tan afortunados. Se preguntaba si el chico rubio habría notado su furia contenida. Cubriéndose el rostro, Break bufó amargamente contra sus pálidas manos, llamando una vez más la atención de Reim, quien no pudo evitar preocuparse de nuevo.
—Oye, ¿estás seguro que te encuentras bien?
—Absolutamente, Reim. ¿Por qué no lo estaría? —cuestionó dedicándole una mirada penetrante a quien yacía junto a él, sin quitarse las manos del rostro ni borrar la sonrisa que con tanto descaro mantenía la misma insana tensión—. ¿Tienes idea de la grandiosa oportunidad que tengo? Quieres saber... quieres saber, ¿cierto?
— …No. —Reim se mostró incómodo, perturbado con el nuevo semblante que el hombre albino adoptaba de pronto—. No es necesario. —Reim se puso de pie después de cerrar el libro en sus manos, buscando la manera de mantener su porte indiferente a flote—. Es tarde. Te llevaré a tu habitación, mañana tendremos un largo día por delante.
—Seguro que si. Mañana ese mocoso vendrá de nuevo. Con esto serían dos días seguidos. Simplemente maravilloso —agregó sin molestarse en cubrir un marcado acento fulminante y rencoroso, algo que a Reim le llamó la atención—. Ve e infórmale esto a tu amo, Reim. —El aludido se tensó, nervioso por la violencia en las palabras del albino—. Me molesta la presencia de Oz Vessalius. Me molesta mucho. Espero que este hecho logre algo trascendental en su horrenda investigación. Seguro le complacerá saber que he desarrollado un sentimiento de posesividad incontrolable hacia la heredera de este linaje, a pesar de que no la conozco, a pesar de que puedo ser considerado un loco sin escrúpulos que puede aferrarse a todo y a nada cuando llega el momento.
—No era mi intención hablar de eso con él —replicó Lunettes desviando la mirada. Xerxes casi gruñó entre dientes, obviando la mala actuación del otro.
—No necesitas guardar apariencias conmigo. Sé que él te ha solicitado vigilarme también en ese aspecto, eres el único que puede en realidad. Descuida, no pienso fingir... porque lo que siento es... chocante para mi, más de lo que será para cualquiera...
Reim tragó saliva con amargura, logrando sentirse mal por su amigo de la infancia. Deseó no formar parte de aquello que a Break aquejaba a tal magnitud pero no lo podía evitar, ya no. Aunque quisiera alejar la vista del duque Barma del mercenario, le sería imposible debido a la entrega y perseverancia del hombre pelirrojo. A Reim no le quedaba más que atenerse a lo que su amo dictara, después de todo él también estaba atado de pies y manos, era prisionero por voluntad propia del linaje Barma; este era el camino que había elegido seguir, no podría rechazarlo ni siquiera cuando un amigo importante sufría a costa del poder desconocido por el cual atrajo la atención de Rufus. Además Rufus también era alguien significativo en la vida de Lunettes, así que tampoco podría elegir entre Break o el duque como si se trataran de dos objetos, eso jamas se lo perdonaría.
—Sígueme, por favor —reiteró esta vez con apresuro, indispuesto a continuar la conversación o romper los horarios que conocía a la perfección.
En respuesta, sólo un suspiro fue liberado de la boca de Xerxes antes de ponerse de pie y acatar de forma silenciosa al mandato que le llevó hasta los pasillos de la mansión, hasta el límite donde las veladoras iluminando su camino eran cada vez más escasas. El hombre albino no se resistió en cruzar la puerta de su habitación cuando Reim la abrió y aguardó a que entrara, entonces sólo vio a la oscuridad cerrarse a su alrededor cuando la luz del exterior se extinguió junto con la libertad. Reim cerró la puerta con llave sintiéndose realmente culpable por lo que hacía, convenciéndose de que esto era inevitable. Mientras tanto Xerxes permaneció junto a la puerta, esperando a que los pasos de Reim se alejaran, y con él se fuera la tranquilidad que le transmitía la compañía humana, reconociendo nuevamente las siluetas dentro de las sombras que conocía a la perfección. Los ojos carmesí resplandecieron con locura, de vuelta al abismo.
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Vincent se sobresaltó ligeramente cuando la luz de las veladoras sobre su escritorio parecieron desvanecerse para volver a la normalidad en un parpadeo, e inquieto miró a sus costados investigando la posible entrada de aire de su oficina personal. Pero al no encontrar acceso alguno ni siquiera acreditadas por una ventana abierta, decidió que había sido su imaginación y continúo escribiendo sobre las hojas blancas a su disposición, las nominas empresariales que habían quedado pendientes. Con el cansancio pesando en sus ojos levantó la mirada por enésima vez a la caja de regalo finamente envuelta justo en la mesa cerca de la puerta, irritándose con el recuerdo de su llegada. Bufó a la quietud haciéndose a un lado un mechón de su cabello rubio, terminando con su firma los documentos escritos sin esperar que la puerta sería abierta de golpe, consiguiendo que su mirada la interceptara antes de que una sonrisa llena de felicidad le acompañara. Gilbert había entrado al despacho sin siquiera buscar con la mirada al único ocupante, más interesado en el suelo que en la figura de su hermano acercándose alegremente hasta su posición.
—Los sirvientes me dijeron que estarías aquí —comentó adivinando la reciente actividad de su pequeño hermano con sólo darle un vistazo al pulcro mueble de madera, y a las hojas escritas a mano sobre su superficie—. ¿Ya has terminado?
—Justo acabo de concluir la última nomina, llegas en el momento oportuno —respondió Vincent sin disimular una sonrisa radiante en sus facciones, sintiendo que se llenaba de energía luego de agotadoras horas de trabajo. No era usual que Gilbert llegara a la mansión y lo buscara directamente después de todo, normalmente terminaba buscándolo él en su habitación para encontrarlo en los brazos de un profundo sueño. Por supuesto, tampoco le incomodaba mucho a Vincent cuando esto sucedía, ya que cualquier cosa relacionada al pelinegro era un tesoro invaluable—. Estoy feliz de que me buscaras.
Gilbert desvió la mirada con incomodidad, pues ahora que había visto al otro de frente no estaba seguro de qué manera revelar el motivo por el que había optado buscarlo siquiera cruzar la entrada principal de la mansión. Ahora que experimentaba la calidez de aquel semblante sincero se daba cuenta de lo injusto que era con el otro, estaba seguro que la frialdad de su situación corrompería el buen humor de Vincent.
—Bueno... —inició, nervioso—. Me dijeron que tú te encargaste de guardar un paquete que enviaron a mi nombre.
La mueca risueña de Vincent se borró como Gilbert lo había esperado. Sin embargo, este ya había anticipado los motivos por los que su hermano había llegado hasta él de esta manera tan peculiar, así que el impacto de esta verdad no fue tan devastadora como Gilbert seguramente creía. Por otro lado, Vincent se aseguró de mantener un semblante amable cuando señaló con su brazo la ubicación de la caja en cuestión, incitando al mayor de los hijos adoptivos seguir el gesto con la mirada antes de acercarse al paquete.
—Ahí está —dijo con suavidad—. Ada lo envió conmigo, por eso me pidió que la disculpara contigo en su nombre, a ella le habría gustado darte ese regalo personalmente.
—¿Cuándo la viste? —cuestionó Gilbert contrariado ya que, según tenía entendido, la agenda de Vincent había sido la más saturada en compromisos aquellas últimas semanas, no podía pensar en un momento adecuado para que él y Ada se encontraran.
—Esta mañana después de la reunión, dijo que había planeado caer de sorpresa en nuestra mansión pero la descubrieron antes de que saliera fuera del carruaje.
Esta vez Gilbert se reconoció conmocionado con la información que le era proporcionada, incapaz de creer que una señorita como Ada Vessalius intentase siquiera cometer ese tipo de actos impropios, considerando el linaje al cual pertenecía. Debido a ello dejó de leer la tarjeta que yacía en la parte superior del regalo, volviéndose en dirección a Vincent con una expresión confundida, gesto que le pareció de lo más adorable al propio Vincent Nightray, quien complacido se limitó a sonreír con mayor sinceridad. Siempre era tan sencillo perturbar el porte agrio e indiferente del otro, tanto que incluso le parecía inútil que Gilbert insistiera tanto en llevarlo encima gran parte del tiempo.
—Eso es difícil de creer...
—Créelo, Gil. —Vincent inclinó ligeramente la cabeza a un costado—. Ada es una mujer muy impulsiva al tratarse de su prometido, deberías acostumbrarte a su energía. Después de que ambos contraigan matrimonio, no te será difícil darte cuenta de lo infantil que es.
—Ese asunto fue algo que decidieron las cabezas de la familia Nightray y Vessalius —recriminó Gilbert dándose la vuelta una vez más, irritado con esta realidad que le golpeaba a la cara cada vez que alguien lo ponía en palabras, mucho más cuando su hermano menor lo mencionaba con tanta facilidad—. No quiero que siquiera lo nombres.
Odiaba este matrimonio, el infierno sabía cuan profundo era este sentimiento que saturaba el corazón de Gilbert pero sabía que negarse a este estaba fuera de discusión, pues a la familia Nightray le convenía, incluso más de lo que le convenía al linaje Vessalius por la jurisdicción que le sería entregada en el bajo mundo del país una vez ellos dos cumplieran la celebración nupcial. La Casa Ducal de las sombras requería libertad de movimiento fuera de la neblina, protección que sólo un linaje tan puro y amado como los Vessalius eran capaces de otorgarle, por ello es que Gilbert -como el hijo mayor adoptivo, encargado de apuñaladas por la espalda- tenía la obligación de sacrificarse; sacrificar a la inocente Ada Vesalius con el fin de pulverizar a esos nobles desde adentro;tomar el control que alguna vez perteneció a las familias Nightray y Baskerville. Su padre había revelado esa ambición desde hacía tiempo, por lo que era imposible que desaprovechara un matrimonio sugerido por los negocios amistosos que usualmente no solían darse entre esta familia adversaria.
—Gil... —El joven pelinegro se tensó al percatarse del inconfundible peso que se recargó en su espalda, sacándolo abruptamente de su ensimismamiento. El abrazo de Vincent era ligero, tan suave que podría romperlo con el menor movimiento, pero se descubrió incapaz de destruir esta superficial caricia fría que surgió desde su vientre y paralizó todos sus músculos, embrujándolos por el acento meloso que el rubio usó de pronto en su contra. Gilbert incluso creyó escucharlo ronronear—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntos de esta manera. ¿Podríamos... permanecer así un poco más?
—¿Qué ha pasado? —cuestionó sin saber cómo reaccionar; era la primera vez que Vincent se comportaba de esta manera, aún siendo siempre tan obvio y sincero a su lado.
—Nada... es sólo que te extrañé. Nuestros hermanos no están en casa, Elliot estará a cargo de la clínica psiquiátrica en lo que resta de la noche y nuestro padre no se aparecerá por aquí hasta dentro de dos días, así que estaremos completamente solos.
Gilbert tragó saliva con dureza, de pronto nervioso con lo que su hermano menor sugería. Ni siquiera entendía cómo es que Vincent conseguía ponerlo tan histérico con tanta facilidad. Su comportamiento hacia él nunca había sido normal pero no lograba encontrar razones por las que un simple contacto le resultaba tan caótico. Y cuando el agarre se afianzó, Gilbert prácticamente cruzó el estado de alerta de cabeza al pánico total.
—Vincent... —apenas logró pronunciar, turbado. Comenzaba a sonrojarse.
—¿Si? —quiso saber, disfrutando del calor corporal que compartía con su hermano mayor. Para él esto era el cielo en toda su gloria. Permitirse esta clase de caprichos en el momento adecuado haría que el placer se extendiera por más tiempo, cuando existían espectadores Gilbert ni siquiera le daba tiempo de tocar un mísero trozo de piel.
—¿P-Podrías soltarme?
—Humm... podría, pero no me apetece hacerlo.
—Oye...
—Está bien, Gil. No hay nadie que pueda juzgarnos. De pequeños lo hacíamos mucho, no nos hará daño revivir esos hermosos momentos sólo por un instante.
—Eso era cuando eramos niños. No sé si te das cuenta que ahora somos adultos.
—Lo sé, pero realmente quiero que nos quedemos así un momento.
—Haz lo que quieras —replicó Gilbert con un suspiro, completamente derrotado.
No sabía porqué seguía aguantando esa clase de invasiones por parte de su hermano menor, pero no se creía capaz de rechazarlo en su totalidad, consideraba que le debía un enorme favor por hacerse cargo de Ada en su lugar. Pese a que no era Vincent quien estaba comprometido con ella, era quien pasaba más tiempo a su lado con el pretexto de ser su valioso cuñado. A Gilbert no le importaba que incluso compartieran una relación inadecuada, muchas veces no estaba de humor para atender a su preciada prometida después de todo y lo que menos quería era hacer pasar un mal rato a la joven rubia. La valoraba como a una amiga.
—¿Estás usando la colonia que te regalé? —cuestionó Vincent luego de una profunda inhalación sobre la chaqueta de su acompañante.
—Tenía que hacerlo... hoy tuve que ejecutar a un empresario.
El joven rubio acarició con la yema de sus dedos la fina tela, imaginando la sangre que había salpicado sobre las mangas y las costuras durante la -seguramente violenta- ejecución de las cuales Gilbert solía hacerse cargo. Y sonriendo contra el tacto de la espalda, no pudo evitar estructurar la escena de este homicidio de negocios en su cabeza, el sólo imaginar a Gil jalando el gatillo de su pistola para asesinar a alguien más lo excitaba. Recorrió con sus manos el estómago del otro rumbo a su pecho con dulzura.
—Seguramente nadie lo extrañará, ni siquiera se merecía ser aniquilado por un importante miembro de la familia Nightray. Apuesto a que pudo ser borrado por cualquier homicida de quinta.
—Sobre eso... ¿tienes alguna información respecto al Asesino del Cascabel?
—¿De los homicidios en serie? Si, he descubierto algo muy interesante. Por lo que sabemos no forma parte de ninguna asociación, ni tampoco pertenece a la aristocracia, es completamente independiente. Un psicópata, o así es como lo identifican.
—¿Qué es lo que sabes?
—¿No puede esperar?
—No. —Ante la respuesta definitiva, Vincent reprimió un gruñido de inconformidad para enseguida apartarse del cuerpo de su hermano mayor y asentir de mala gana.
—El caso ha sido relevado, Scotland Yard no ha sido capaz de encontrar un patrón en los asesinatos. Al principio creyeron que había sido obra de Mad Hatter o B-Rabbit pero yo sé que, exceptuando a B-Rabbit, el sospechoso que ellos estiman está desaparecido. Además de eso, B-Rabbit no se involucra con la aristocracia seguido, es imposible que él efectuara asesinatos entre los nobles con tanta frecuencia, no es su estilo.
—¿Y qué es lo que te lleva descartar a Mad Hatter? —Gilbert quiso saber, recibiendo una sonrisa altiva como primera respuesta antes de que Vincent desviara una vez más la vista.
—Porque lo conocí. —Y su respuesta impresionó bastante al interlocutor—. Por eso puedo decir que el sujeto está completamente loco, el nivel de sus fechorías no se compara al sentido estético con el cual nuestro Asesino del Cascabel abandona a sus victimas. Mad Hatter no es nada sofisticado en el campo.
—Vincent, ¿haz tenido alguna clase de contacto con Mad Hatter?
—De cierta forma. Conversé con él en una de nuestras reuniones empresariales y sorprendentemente no me asesinó. Lamento mucho no haberlo dicho antes pero estaba en una posición muy delicada entonces, de haberlo mencionado nuestro padre no abría escatimado en castigarme. —Vincent se peinó el cabello con los dedos—. Además pude haberte metido en problemas a ti, Gil, y era lo que menos quería.
—¿Hay alguna otra cosa que me estés ocultando? —interrogó, desconfiado.
—No —mintió, mirando a Gilbert directamente a los ojos.
No podía decirle a su hermano que él había contratado a Mad Hatter para que humillara y asesinara a Sharon Rainsworth, ni tampoco podía confesarle que en esos momentos estaba moviendo sus influencias para capturarlo, pues era un secreto del cual Gilbert no necesitaba enterarse. Sin embargo, aunque las sospechas del pelinegro eran elevadas, optó por no insistir en obtener respuestas, prefiriendo volver a lo que representaba su deber.
—Entonces, ¿lograste averiguar algo más sobre el Asesino del Cascabel? —cuestionó.
—Siguiendo su conducta, su próximo objetivo debería ser entre los duques, pero aún no estoy seguro cuál Casa exactamente. El Barón Alfred Harris, el vizconde Cameron Martis, la condesa Nathaly Walker y el más reciente: el marqués Anthony Russell. No poseen conexiones entre sí y sus intereses son variados, sin nada en común. Lo que nos lleva a cuestionar si simplemente está ascendiendo de rango, por decirlo de algún modo. Como un juego de niveles, entre más alto el nivel, mayor dificultad, digámosle el aumento de seguridad militar ya que todas sus victimas han muerto en sus propias mansiones.
—Si fuera tan simple, Scotland Yard ya lo hubiese capturado.
—Lo sé. —admitió Vincent con una sonrisa complacida con la acertada observación de su querido hermano—. Fue por eso que profundicé un poco más, y he descubierto que incluso atacó civiles sin alguna posición social alta, incluyendo ancianos. Cualquiera pensaría que estuvo practicando antes de apuntar hacia ligas mayores pero existe algo que no cuadra, y eso es que asesinó niños y adolescentes de formas brutales, abandonando en la escena del crimen características propias de un asesinato pasional, a pesar de que sus familias no fueron capaces de acusar sospechosos. Lo único que une todos estos casos es el testimonio de un cascabel instantes previos a la muerte. Algunos rumores dictan que se trata de un gato. Un gato que escapó del Abyss para cazar trofeos, los cuales espera entregar a su amo, quien yace desaparecido como espíritu en Reveille. Ya sabes, historias de plebeyos.
—¿Un gato? —repitió Gilbert con irritación—. Creo que ambos sabemos que existen peores cosas en el mundo que demonios o fantasmas.
—Lo entiendo a la perfección, pero era mi deber ponerte al tanto de las historias que se han vuelto famosas entre los campesinos. No me gustaría que te tomaran por sorpresa si decides investigar por tu cuenta.
—No te preocupes por eso. —Gil se dio la vuelta, contemplando marcharse muy pronto de aquella oficina—. Sé manejar situaciones de esta calaña. Verás que muy pronto habremos saldado cuentas con este asesino de baja categoría.
—Gil... —La voz suplicante de Vincent detuvo el andar del hermano mayor abruptamente sin siquiera haber conseguido abrir la puerta, pero el silencio se extendió hasta que finalmente el hombre rubio se decidió hablar—. Entiendo que estás ocupado pero me gustaría que hicieras un tiempo en tu agenda para pasarlo conmigo. Me debes un favor por entretener a tu futura esposa. Sabes que Ada Vessalius no es de mi total agrado.
Ante esto Gilbert se marchó sin formular respuesta alguna, abandonando la frustración creciente en el pecho de Vincent, quien acertó tan sólo a suspirar mientras se quitaba la chaqueta de su uniforme negro para comenzar a delirar con el aroma de Gilbert impregnado aún en su ropa. Era el único consuelo que le quedaba para tolerar esa mortal indiferencia de la que siempre era receptor cuando Gilbert obtenía lo que quería de él.
