Cap 11. "Mariposa Perdida"

Una noche más no era diferente de una noche menos, pero esta vez el duque de la Casa Barma se reconocía fastidiado del silencio por primera vez en su vida. Agitó el abanico en sus manos, ofreciéndose aire a sí mismo, y aún así no logró disipar el hastío dominante en su estado emocional. No era lo bastante tarde para sentir cansancio pero no era tan temprano para continuar de pie. Y todavía se preguntaba cómo era que sostenía tanto caos mental sobre sus hombros sin estresarse, pues al parecer era síntoma de sanidad enloquecer de vez en cuando.

Observó la delicada flama de la veladora sobre su escritorio, perdiéndose en el oscilamiento que provocaba su propia respiración sobre esta, y soñó despierto una vez más con la figura de Sheryl paseándose en su silla de ruedas por los jardines de la mansión Rainsworth. Recordó el día que la conoció. Ella era tan fina, tan estricta y supersticiosa, tan elegante, reservada e inocente, que no tardó en hacerlo estremecer con tan sólo ver su pulcra silueta bañándose con la luz. Era impensable que un hombre de su edad terminaría enamorándose de una mujer mayor como ella, sin embargo a él nunca le interesaron las criticas.

Sheryl no había vivido tanto a pesar de su edad. Sheryl continuaba siendo una flor en botón que teme mostrarse a la naturaleza y al sol, tal vez por eso Rufus quiso actuar como una mariposa terca que insiste en beber de su extracto sin haberse abierto siquiera.

Sonrió para sí mismo ante la comparación, el doble sentido que aquella frase contenía con descaro. La amaba en su totalidad. Habría entregado su estatus y riquezas por empujar su silla mientras la escuchaba reír de sus pésimas bromas y de su vergonzoso comportamiento cuando la tenía cerca. Hubiese estado dispuesto destrozar a toda su familia con tal de tenerla gimiendo, sensible y lujuriosa, sobre una cama matrimonial.

Le deseó tanto tiempo que se volvió sordo y ciego con las propuestas de matrimonio que llegaron a su bandeja de correo. Se volvió tan dependiente a ella como mujer que trabajó el doble para sustentar los negocios de su casa y subir al poder sin estar comprometido. Se atrevió enfrentarse a sus hermanos mayores Arthur Barma y Miranda Barma para obtener el mando que -por derecho- les correspondía, derrumbando un sistema entero que gobierna los ducados, para poseer el derecho de complacerla a ella de manera humana, carnal y sentimental. Toda su familia lo odiaba a muerte debido a ello, pero tal situación era lo menos que debía enfrentar para continuar gozando de su pecado encarnado en una mujer de tercera edad quien, dentro de su ingenuidad, conservaba a una diosa de la destrucción.

Después de observar más tiempo la veladora encendida, con un movimiento certero apagó el único destello de luz que gobernaba su habitación, decidiendo que la oscuridad era el mejor sitio para él. La boca del lobo era un lugar acogedor para los monstruos infectos.

Y se dejó sonreír cuando recordó a la nieta de su amada; Sharon Rainsworth, esa niña insolente que se había convertido en un peón importante avanzando con voluntad propia sobre su tablero de ajedrez, una figura que sin duda alguna se transformaría en la reina una vez todas las demás piezas fueran derribadas, después de todo nunca se había sentido tan cerca a descubrir la verdad sobre los Hilos Malditos hasta que apareció Mad Hatter, declarándose a sí mismo como el Soulmate de la tercer dama por medio de sus acciones.

—¿Acaso no sería pecaminoso pedir más? —cuestionó con mofa y satisfacción—. Kevin Regnard, antiguo sirviente de la Casa Sinclair, desaparecido tras la revolución y actualmente un asesino actuando bajo los seudónimos "Fantasma de Ojos Rojos" y "Mad Hatter".

El duque abrió y cerró su abanico, perdiéndose en las sombras que jugaban siluetas indescifrables -monstruosas- frente a sus ojos. Sintió miedo del silencio como solía ocurrir cada vez que meditaba sobre sus planes futuros, cuando estos marchaban tan bien que eran escalofriantes incluso para él. Cuanto deseó que Reim estuviera presente en esos momentos, pues entre las sombras el extraño malestar que atacaba su corazón era como un pozo sin fondo que se lo tragaba por completo, mas con la compañía de su sirviente más leal todas sus inquietudes se hacían insignificantes por alguna razón que ni siquiera él comprendía a pesar de sus análisis personales. Por eso, cuando escuchó pasos en el pasillo y reconoció la escandalizada voz de su mayordomo, se puso de pie al instante.

Supo de inmediato que algo ocurría cuando también la voz de Lunettes llenó la atmósfera.

.

La carreta se había detenido justo en el instante que Xerxes se había decidido a romper el silencio, más las palabras que quiso pronunciar se atoraron en su garganta al ver que la tercer dama Rainsworth se levantaba de su asiento y le miraba con esa expresión seria que le decía que estaba esperando que hiciera algo concreto. Aunque el mercenario se desentendió, muy pronto su cerebro cobró lucidez y se levantó también para bajar de la carreta primero para esperar en la puerta por su señora, quien satisfecha le ofreció su mano para comenzar a bajar los escalones, arrugando su vestido con su mano libre.

La luz de la luna hacía que el escenario estuviera tan iluminado que Xerxes no necesitó cuestionar dónde se habían detenido, ya que con un vistazo se percató que su destino no había sido otro que un parque de rosas con vista al mar. Sin embargo, siendo tan evidente no tardó en sentir que algo de todo este asunto estaba fuera de lugar. ¿Qué hacían ellos en una zona común y corriente donde seguramente se apreciaría una gran cantidad de personas surcándolo durante el día? Pero aunque quiso no tuvo oportunidad de resolver sus dudas, pues Sharon no perdió tiempo en acercarse al barandal que separaba a los transeúntes de tener una caída precipitada a las turbulentas aguas a siete kilómetros bajo sus pies.

—Mi madre me contó una vez que fue en este lugar donde inició la leyenda de los Hilos Rojos del Destino —relató la joven noble después de que sus dedos tomaron el frío metal y sus ojos se perdieron en la lejanía, hacia el distante horizonte antes de volverse para observar un objeto especifico que se alzaba majestuoso a la orilla del balcón—. ¿Ves esa estatua?

El hombre albino siguió la mirada de Sharon hacia la figura talada en arcilla de dos figuras humanas que parecían compactarse entre sí mientras adoptaban una postura de absoluta devoción, las ropas parecía que oscilaban al igual que sus cabellos y sus cuerpos semi-desnudos lucían suaves, tenían las manos entrelazadas y los ojos fijos en el otro mientras una extremidad delgada que los abrazaba nacía de sus meñiques, rodeándolos cual torbellino.

—Los fundadores de Reveille la construyeron en homenaje a dos enamorados que prefirieron quitarse la vida antes que luchar entre ellos por culpa de sus patrias, estatus o creencias. Los usaron para representar el amor verdadero porque para ellos no existía una vida sin el otro... justo como la trágica historia de Romeo y Julieta.

Xerxes dejó de admirar la belleza fría de la escultura para derramar su atención en el semblante decaído de la joven, quien no disfrutaba ni un poco de lo que sugerían sus palabras a pesar de todo el romanticismo que traía consigo. En ese instante que la tristeza dominaba las dulces facciones de Sharon y que el reflejo del mar se colaba entre sus cabellos, Break sintió como si un puño apretara su pecho, impidiéndole respirar por un breve lapso de tiempo; era como si de pronto todo el semblante de niña que ella conservaba se hubiese arrancado y a cambio quedase expuesta el alma de una diosa nocturna.

—No me gusta esa historia —admitió Sharon agitando la cabeza de forma negativa—. Ahora comprendo lo absurda que es. Julieta fue una estúpida por dejarse engañar y Romeo fue muy ingenuo al pensar que cuando todo terminara podría volver a estar junto a su amada. Ninguno vio la traición que se avecinaba. Si quienes protagonizan la leyenda de los Soulmates fueron igual de testarudos que ellos, ni siquiera merecían ser tomados como representación del amor.

—Dudo que Romeo y Julieta hayan sido verdaderos Soulmates. —El comentario de Break hizo que la mirada afligida de Sharon intensificara, tornándose agresiva pero no contra él, más bien se delató como un recordatorio a su cruda realidad. Fue entonces cuando el gesto estoico del hombre albino fue reemplazado por el aburrimiento, ya que había leído en el silencio de su ama lo que significaba esta huida a hurtadillas y el echo por el que Alice no había sido incluida en el escenario—. Acaso, ¿era eso de lo que estabas huyendo? ¿Por algo tan trivial quisiste poner en riesgo tu vida? Me has traído al lugar perfecto en el que puedo cumplir finalmente mi propósito cuando me infiltré a tu mansión y reencontrarme con la libertad que tu familia me ha arrebatado.

—Te traje para resolver nuestro problema —declaró Sharon terminante, más su acento no surgió con tanta decisión como le hubiese gustado.

—No me haga reír, señorita. —Xerxes comenzó acercarse antes de detenerse a escasos centímetros de la tercer dama, quien esta vez no retrocedió, confiada—. ¿En serio creías que iba a desaprovechar esta oportunidad? No me importa lo que está investigando el duque Barma, si he permanecido dócil hasta ahora fue para evitarme una muerte segura, realmente no tengo ningún interés en ti.

—Kevin —dijo, causando que una corriente de electricidad recorriera el cuerpo del albino como primer reacción. Los bellos ojos rosados de la joven se mantuvieron firmes, negándose a ser intimidados—. Ese es tu verdadero nombre, ¿cierto? Xerxes Break también es un alias.

—¿Cómo... ?

—El día que nos conocimos, una voz me susurró suavemente: "él es Kevin Regnard". Y también me contó un poco sobre tu pasado, de tu trastorno y de cuánto le temes a la soledad. Me dijo que tú eras mi soulmate y que debía protegerte a cualquier costo porque, a pesar de las apariencias, eres una persona muy frágil que pierde la esperanza con facilidad, y que por eso ocultas todo tu dolor e inseguridades tras una actitud presuntuosa. —Xerxes se quedó paralizado sin saber de qué manera responder a las palabras de la joven Rainsworth—. Algo ocurrió conmigo después de que percibí aquella voz, ya que no dudé un minuto cumplir sus mandatos sin importar que hayas intentado asesinarme. No he vuelto a escucharla desde entonces, por eso pensé que podría encontrar respuestas si ambos veníamos aquí, al sitio donde se escuchó hablar por primera vez de los Hilos Rojos.

Sharon se retiró hasta quedar frente a la escultura.

—Según la leyenda, aquellos unidos por este vinculo invisible deben colocarse frente a la escultura y jurar al paraíso que sus corazones jamás serán separados aunque sus cuerpos se pulvericen con las violentas aguas. Ambos deben recitar sus votos con sinceridad para probar que vivirán y morirán por el otro, entonces el hilo que los conecta se hará visible como prueba de sus sentimientos.

Sharon bufó con ironía, pues ella siempre quiso probar si la leyenda era cierta, mas nunca pensó que tendría la nimia oportunidad de llevarlo a cabo y ahora que era capaz no estaba junto a la persona que -ella pensaba- debía intentarlo, ilusionada con culminar un amor con el que soñó volver realidad y gritarlo al mundo entero sin temor a las consecuencias. Pero ahora estaba traicionando esa inocente promesa por el despecho de haberla perdido, su hermosa Alice debería ser con quien estuviera a punto de entregarse ahora, aunque hubiese estado consciente desde el principio que aquella relación llegaría a su final de una manera u otra. Sostuvo un sollozo y se giró para mirar a Break, quien apenas parecía interesado en todo lo que le había contado, más no había emoción sólida en su mirada.

—Al ser Soulmates genuinos ni siquiera debería importar si hay sentimientos de por medio, sólo basta hacer alarde de ello, ¿no? —Sharon devolvió la vista al frente con frialdad.

—Eso es algo que he querido comprobar desde hace tiempo —admitió Xerxes.

—Si es así, ni tú ni yo tenemos nada que perder. —La joven dama tragó saliva con dureza, de pronto ansiosa—. Hagámoslo.

Xerxes se aproximó hasta colocarse a un costado de Sharon, mirando directamente a la escultura mientras un quemante sentimiento de escepticismo se apoderaba momentáneamente de él. ¿Era posible que una figura de arcilla poseyera la capacidad de corromper el anonimato de los Hilos Rojos del Destino? ¿Qué demostraría el que estos se materializasen en el plano físico? Observó su dedo meñique y al espectro de aquel lazo que lo unía a la joven de aspecto infantil, este continuaba oscilando suavemente sin existir un cambio en su comportamiento, incluso cuando Sharon tocó la escultura con su palma, incitando que él hiciera lo mismo.

Break no estaba seguro de lo que debería decir. ¿Realmente era necesario llevar a cabo ese ritual? Pues él sabía que estaban destinados, él tenía el don de verlo. ¿Y si acudir a ese ritual hacía que se rompiera el vinculo al no existir amor entre los dos? Al pensarlo un sentimiento de pánico lo abordó.

.

Había demasiado silencio; no estaba acostumbrado al silencio. En la oscuridad sus oídos eran agudos, tanto que -sin importar cuan lejos estuviera su habitación de la cocina- podía escuchar claramente la conversación de cada trabajador del edificio e identificar sus rostros en cuestión de segundos. Pero ya era de noche, nadie hablaba, todo estaba tan quieto. No escuchaba los balbuceos de su vecino, ni los ronquidos de los ancianos en la planta inferior, ni siquiera escuchaba los pasos constantes de la pequeña Lily en su recamara, mucho menos el eco que causaban sus ocasionales golpes en la pared, ni las risas que solían ponerle los bellos de punta.

Leo suspiró cansado de escuchar los latidos de su propio corazón, tan acelerado, seguramente por el terror que le causaba el oírlo después de tanto tiempo. Su respiración era acompasada y le resultaba tan extraño darse cuenta de esta cuando antes no podía alcanzar la quietud por la que aclamaba durante las noches tranquilas como esta. ¿Por qué había dejado de oír esas risas infantiles? ¿Qué había mandado callar los gritos que siempre lo hacían sobresaltarse? ¿Cuándo los susurros rencorosos decidieron guardarse sus deseos siniestros? ¿Quién le había dado consuelo al llanto que no paraba de lamentar sus actos del pasado?

La llegada de aquel chico lo había cambiado todo, y Leo se preguntaba cómo era que lo sabía aún si ninguna enfermera le creyera. Pero era cierto, su esquizofrenia tan potente se había curado en el momento que Elliot Nightray se dirigió a él.

Sin embargo, continuaba teniendo alucinaciones, posiblemente esta oscuridad y este silencio fuera una ilusión más creada por su mente. Tal vez incluso el chico de nombre Elliot también hubiese sido creado para aligerar la carga que le causaba ver sangre por todos lados y a menudo visualizar monstruos que se arrastraban por techos y paredes mientras lo señalaban como el presunto culpable de un crimen sin jurisdicción. Como sea, Leo estaba aliviado de que las voces guardaran silencio, suponiendo que estas no volvieran en un largo tiempo.

Se bajó de la cama, disfrutando la frialdad con la cual el piso recibió a sus descalzos pies, se bañó con la oscuridad que lo rodeaba y regaló otro suspiro al silencio que había olvidado mientras acariciaba una de sus muñecas con los dedos.

Aquello se sentía bien, y fue lo que pensó con gusto, pues también había perdido contacto con la voz de sus propios pensamientos. Más estuvo obligado desechar su goce cuando vio a su puerta ser abierta por esa silueta de luz tan familiar. La luz lo llamó y él accedió acompañarla por mera costumbre. Leo simpatizaba con esas figuras humanoides, ya que solían llevarle a lugares importantes, lugares que podrían hacerle recordar qué le había llevado hasta ahí, lugares mágicos que se desvanecían después de haber recogido los trozos de fantasía.

Caminó por los solitarios pasillos en busca de la nueva pista que le entregaría la silueta luminosa que era más callada que en otras ocasiones y esto Leo lo supo cuando notó que esta silueta también era diferente con las que convivía frecuentemente, esta silueta lucía un largo cabello tan pálido como el resto de su cuerpo que llevaba un extravagante vestido con encajes. Aún así caminó tras ella, reservándose las preguntas que quiso hacerle. Y continuaron avanzando hasta detenerse junto a la puerta que figuraba ser una salida de todo aquel edificio. Leo observó los cristales con cuidado, comprendiendo enseguida que aquello que la luz señalaba se trataba de una ventana.

—¿Quieres que me vaya? —cuestionó, recibiendo ese silencio afirmativo que tantas veces le guiaron en su andar. Con su esquizofrenia curada, significaba una perdida de tiempo continuar en aquel lugar y de eso se dio cuenta en el instante de vio detrás suyo y vislumbró a las bestias rastreras que aclamaban por devorarle totalmente—. Pero... ¿cómo puedo volver a la superficie? Tengo miedo de ellos... el mundo no me perdonará... —El joven se abrazó a su mismo, compadeciéndose de su situación hasta que el recuerdo de Elliot Nightray volvió a su memoria, iluminando su mirada—. Si salgo de aquí, puedo encontrarlo a él, ¿cierto? Es él la respuesta de mi pasado, ¿verdad?

Una nueva afirmación silenciosa y tal fue suficiente para que Leo recobrara fuerza de voluntad antes de acercarse a la ventana que se abría lentamente ante sus ojos, soplando en su rostro la libertad de la cual se ausentó largas décadas. Jamas cuestionó el desenlace que su salto a esa altura tendría, no se preocupó de una muerte segura en el instante que sus piernas tambalearon en el marco, tampoco intentó sostenerse del muro para equilibrar su peso, simplemente extendió los brazos y dejó que uno de sus pies se moviera hacia el vacío para recibir la fuerte ráfaga que agitó su respiración antes de que un dolor indescifrable le recordara que tenía huesos por los que preocuparse.

.

Aunque el temor que le abordó fuese injustificado -e incluso patético- Xerxes se reconoció perturbado, pues sin importar cuántas respiraciones tomó todavía le faltaba una considerable cantidad de oxígeno. En instantes quiso alejarse de aquel lugar y mejor obedecer a esa vocecilla interna que gritaba por terminar lo que había empezado para escapar de vuelta a su antigua vida, pero al final siempre accedía permanecer cerca de esa escultura, cuyas vibraciones parecían emerger de su interior a pesar de que era su propio cuerpo el que no dejaba de temblar. Agradecía que Sharon no se hubiese dado cuenta y que continuara sumergida en su mente, tal vez estructurando alguna frase que pronunciar. La joven suspiró después de unos segundos, finalmente tomando la iniciativa.

—Daré inicio, ¿está bien? —dijo dedicándole una mirada de precaución a su acompañante, en espera de una aprobación que realmente no necesitaba. Xerxes asintió aún así, fingiendo indiferencia—. Yo, Sharon Rainsworth, juro quedarme a lado de Kevin Regnard. Honrarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad... hasta que la muerte nos separe.

—Interesante discurso. Has asistido a muchas bodas, ¿no es así? —se mofó el albino.

—No importa —replicó Sharon con seriedad cortante, y esto lastimó al mercenario en cierta forma—, es tu turno si aún quieres continuar.

Xerxes se tomó su tiempo en escoger las palabras que recitaría, retornando a un semblante reservado, casi sereno. Suspiró con cuidado, estudiando cada tramo de aire que escapaba de sus pulmones tomando como vía su garganta. El silencio se hizo presente y el viento soplando a sus espaldas le brindó el valor que necesitaba para sacar lo que endulzaba su lengua con anticipación. Pensó también en lo ridículo que era pero de todos modos cada frase que articuló la sintió honesta y sincera, algo que ni siquiera él esperaba.

—Realmente no sé si esto servirá de mucho ya que no es más que una roca a la que le hablo, pero admito que resguardo dentro de mi una esperanza que no me corresponde, así que no pediré que se cumpla un milagro inalcanzable... —Sharon lo miró de reojo, preguntándose si se estaba dirigiendo a ella, pero cuando estuvo a punto de responder Xerxes continuo—. La busqué durante mucho tiempo, me aferré a mi don para descubrirla y ver con mis propios ojos la apariencia de mi soulmate. Muchas veces pensé que me había rendido, pero aquí estamos y me siento agradecido después de todo. Ella es linda aunque algo consentida, más puedo ver que en el fondo existe algo más bello que su físico bien refinado.

Aunque Sharon luchó por ignorar los halagos que Xerxes expresaba ventajosamente, al final no fue capaz de eludir el calor que ascendió desde su vientre hasta sus mejillas.

—No sé si podré amarla aunque muchas veces consideré que podría ser hechizado por ella en el instante que la viera... necesito comprender el motivo por el que estamos unidos. ¿Por qué existimos? —La mano relajada del albino contra la estatua se hizo puño, muestra de la incertidumbre que todo ese tiempo había contaminado su aura, sorprendiendo a Sharon por el curso que estaba tomando el improvisado experimento—. ¿Acaso el amor es algo que puede salvar a alguien que yace en el abismo? ¿Qué significado tendría ser dependiente de alguien cuando lo que vivimos puede tratarse de una ilusión más de la vida? Es lo que me he estado preguntando. Por eso, si esta tontería de unir a dos seres no es más que una prueba, me gustaría conocer al hijo de puta que se divierte a cuestas de los mortales.

—¿Break? —Sharon llamó al hombre que mantenía una mirada fija en un punto muerto entre la arcilla solida, presintiéndolo como un desprendimiento del mundo físico al espiritual, pues Xerxes había dejado de ser un único hombre; Sharon era capaz de reconocer a Mad Hatter ocupando un espacio en ese lugar junto a ellos dos—. Break —insistió tocando su hombro para enseguida provocar un efecto de reacción dentro del contacto, volviendo visible un fenómeno que nunca en su vida creyó presenciar.

El mercenario salió de su ensimismamiento de un sobresalto, percatándose de la extraña luz que rodeaba las siluetas de ambos mientras el hilo se agitaba de forma desesperada en el ambiente, Sharon esta vez también podía verlo, estaba tan impactada que fue incapaz de pronunciar nada. El mundo a su alrededor había desaparecido y no quedaba más que una profunda atmósfera negra, cuyas fauces parecía absorberles y escupirles continuamente. Sin embargo, este ambiente de cenizas y sombras no duró mucho, pronto estaban de vuelta en el parque de rosas uno frente al otro sin más hilo rojo materializándose de forma física. Xerxes lo revisó para comprobar que nada había cambiado, pero Sharon estaba sin aliento; todo ocurrió tan rápido que el miedo era el único sentimiento gobernando en su sistema.

—¿Señorita?

— …Pude verlo. El abismo espera. Las cadenas se han roto. —logró decir la tercer dama antes de desmayarse.

Xerxes corrió hacia ella, consiguiendo su objetivo de sostenerla antes de que su cuerpo golpeara contra el suelo. Inquieto, observó el rostro inconsciente de su ama, tratando de descifrar lo que aquella frase significaba mientras se cuestionaba a sí mismo qué había sucedido. ¿Realmente habían descendido al abismo por un momento? ¿Contra qué se estaban enfrentando? Xerxes no dudaba que Sharon hubiese percibido más en ese agujero negro de lo que él había alcanzado a notar.


Notas Finales: Uyuyuy, ya urgía un avance más en la pairing principal ¿no? Jeje. ¡Espero que lo hayan disfrutado! Gracias por acompañarme durante todo este tiempo.