Cap 12. "Envidia"
Un gemido fue forzado a liberarse de su garganta, desterrado como su mente que en esos momentos fantaseaba con el cuerpo puro y virgen de la dama que jamás podría tener recostada sobre las olorosas sabanas de aquel oscuro establecimiento de mala muerte. Lottie se esforzó en imaginarla temblando bajo sus caricias mientras trataba de ignorar la respiración pesada de su compañera de trabajo, cuyos cabellos rubios ondulaban cual río, quien había venido a ella por un escape a su asquerosa realidad.
La pelirrosa no solía desnudarse por completo para prostituirse a menos que el pago fuera el adecuado pero, cuando follaba a escondidas con sus compañeras, no le importaba mostrarse tal cual había nacido porque servía de recordatorio para ambas amantes en el momento de compartir fluidos corporales; saber que existían otras como ellas que preferían brindarse placer entre si en lugar de aceptar la invasión de los varones a quienes asistían por conveniencia y negocio. Cerró los ojos y se imaginó besando los labios de la Vessalius, corrompiendo los rincones más ocultos de su mente, deliró con destruir su elegancia noble, contaminar su inocente ingenuidad.
Cuanto lo deseó cada vez que un orgasmo cosquilleaba su entrepierna, abriéndose paso a su electrizada columna de punta en punta.
—¿Podemos volver a vernos? —La dulce voz de Ada vibró en su cerebro, arrancándole un suspiró extasiado mientras revivía la imagen sonriente con los ojos de su alma, brindándole vida también a ese adorable sonrojo tiñendo las mejillas tan tersas y delicadas de Ada.
—¿ …Es eso lo que quieres? —respondió ella entonces, increíblemente nerviosa. Le habían temblado las manos cuando intentó esconderlas tras la espalda.
—Si... quiero... —admitió con convicción—. Yo... quiero conocerte mucho más, Charlotte. Me gustaría mucho quedar y... tal vez, caminar por el parque y ver el océano. No tengo muchas amigas fuera de la aristocracia, por eso s-si no te molesta...
—Me encantaría —aceptó, desviando la mirada en un intento inútil por disimular su emoción.
Si aquello se trataba de un sueño ojalá alguien la despertara antes de que se hiciera ilusiones irrompibles, pues de algún modo era consciente de que este suceso sin duda iba a doler, mucho. Pero la visión de aquella sonrisa tan alegre compensaba todos los sentimientos ácidos que experimentaba frente a diversos pensamientos que la acosaron. Y ahora era incapaz de soltarse de la imagen distorsionada de su cuerpo desnudo suplicando por el placer que aclamaba su compañera. Imaginación indecente expandiéndose con cada brusco movimiento. Sin embargo, ya no podía detenerse hasta que el orgasmo estalló y las dos amantes gimieron satisfechas por su llegada.
—Eres fabulosa, Lottie —le felicitó su amiga mientras la tomaba del rostro, jadeante.
La pelirrosa abrió los ojos ante el rasposo contacto, por fin consciente de quién era su amante. Aquella rubia era menos proporcionada en comparación a Ada Vessalius y en su piel se delataban marcas de soga junto a otras heridas de oficio despiadados que solía sufrir en manos de sus clientes, y en vista de estas, Lottie se inclinó para besarlas de una en una, disculpándose en silencio con ella por proyectar en su cuerpo las ansias lujuriosas por poseer a su Soulmate.
Libre de estrés, Charlotte se encaminó fuera de la habitación que ocupaba su compañera, sobresaltándose al delatar la presencia de su jefe Isla Yura junto a la puerta, este le dedicó una arraigada sonrisa maliciosa, la cual intensificó después de revisar el vestido desalineado de su mejor trabajadora, quien no se abstuvo de mostrarse ofendida por su inspección y no le importó fingir disponibilidad a mandatos.
—No puedes culparme por desearla —se defendió ella con gesto amargo—. El órgano reproductor masculino es asqueroso, en especial el de nuestros clientes frecuentes.
—No parecías pensar lo mismo del miembro de tu amigo. —Isla jugó un tono burlesco.
—¿Xerxes? Ahora que lo mencionas, hace tiempo que no lo veo, así que su pene albino no es tan frecuente como me gustaría decirlo. Y te equivocas, no me gusta su pene tampoco, pero al menos él no me pide estimulación previa a la penetración.
—Oh, vaya puta precoz.
—Púdrete —espetó mordazmente—. ¿Qué quieres?
—Eva tenía que estar atendiendo a un cliente hace dos horas atrás, así que vine para averiguar el motivo de su retraso y veo que no me equivoqué en mi suposición.
—Ella odia a ese bastardo, está cansada de comportarse sumisa y deseosa ante él. Lo mejor será que lo convenzas de tomar a otra chica. He visto sus marcas, no soportará mucho. Debes relevarla, Yura.
—No lo creo, cariño —contestó Yura en tono travieso y ante esto Charlotte reaccionó.
—¿Dejarás que la use hasta que le cause un daño irreversible? No pienso permitir que pase lo mismo que Alexandra, el método que ese sádico aplica no es seguro, él en verdad está matándola lentamente. Ya se ha desmayado muchas veces en las regaderas.
—En lugar de estar abogando por tus amiguitas de cama deberías estar atendiendo a los clientes, ¿no te parece?
La paciencia de Charlotte explotó y sin dudar tomó a su jefe del cuello de su pulcro traje, acercándolo hasta tenerlo cara a cara, sus dientes adhiriéndose dolorosamente entre si, envuelta por una furia innatural, propia de una bestia herida, cuya sed de sangre es más evidente que su tortura. Sin embargo, Isla Yura no contuvo la respiración y su sonrisa permaneció remarcada en su rostro igual que una máscara.
—No necesito que vengas a decirme cómo hacer mi trabajo —declaró amenazante—. Para ti quizás no sea más que una gata canjeable pero esta gata tiene garras y con ellas voy a hacerte pedazos si te atreves a cruzar la linea. No olvides que estás bajo la protección de mi apellido, y sin él asesinos como B-Rabbit, La Cazadora de Cabezas y Humpty Dumpty te habrían desaparecido del mapa. Mi superior Levy Baskerville hace tiempo que te tiene en la mira, Yura. Si no avanzas con cuidado, te caerás de la cuerda floja.
—También de eso venía hablarte —dijo Yura mecánicamente, su sonrisa envuelta por la tensión y nerviosismo provocado. Lottie redujo fuerzas en su agarre—. Sabes que suelo realizar paseos nocturnos, pues en este paseo encontré a un sujeto interesante merodeando las calles. Está sucio, tan sucio como un perro callejero, el pobre se rompió una pierna tras caer de un tercer piso y me dijo que estaba buscando a una chica llamada Charlotte Baskerville. —Las facciones de Yura se ensombrecieron después de brindar esta información—. ¿Te interesa?
Aunque desconfiada, Charlotte accedió a soltarlo para enseguida seguir sus pasos por el extenso pasillo del prostíbulo. Se adentraron a la oscuridad ignorando los gemidos que escapaban fuera de otras habitaciones contiguas hasta que finalmente encontraron las escaleras que guiaban hacia una puerta oculta, ahí una hilera de veladoras iluminaron su camino hasta llegar a una oficina especial, el cual estaba siendo ocupado por un muchacho andrajoso de aspecto salvaje y escasa higiene, producto de haberse arrastrado entre la basura con esa bata blanca sin forma. Isla Yura ya le había aplicado los primeros auxilios en las heridas superficiales y la pierna rota había sido vendada de forma pulcra, Lottie a veces olvidaba lo hábil que era ese malnacido de su jefe con la curación.
—¿Qué tal, cariño? —cuestionó Yura al muchacho—. ¿Te sientes mejor?
—Un poco... si, todavía duele —respondió Leo tímidamente.
—Es natural, no olvides que estás vivo, sería preocupante que no doliera. Oh, por cierto, ella es Charlotte Baskerville —Yura señaló hacia la pelirrosa, incitando al chico que la mirara con sorpresa, gesto que no pasó desapercibido para Lottie—, era a quien buscabas, ¿cierto?
—No... no tenía idea de que fuera una mujer tan joven —comentó.
—¿Tienes algún problema con eso? —interrogó Lottie en tono fuerte.
—Para nada —replicó con un sobresalto—, es sólo que ella... la Voluntad no mencionó que estuvieras maldita también.
—¿También... ? —repitió, contrariada.
Fue en ese momento que notó algo de lo que no se había percatado al verlo por primera vez. Miles de hilos negros rodeaban el aura de este chico, igual que un millón de flamas oscilaban sin orden consumiendo todo a su alrededor, atrapándolo y lanzándolo. Lottie sintió como el hilo en su meñique fue halado hacia él repentinamente, haciéndola caer con estrépito de rodillas contra el suelo. Y, perturbada, volvió a verlo. La maraña de pelo negro cubriendo los ojos del chico le impedían ver a través de su alma como solía hacer con otras personas pero lo que más le perturbó a Lottie fue la intensidad de su aura, al parecer amplificada por los lazos negros. Era la primera vez que presenciaba algo así y no conseguía dejar de pensar que haberlo conocido podría haber sido el peor error que haya cometido en su vida.
—¿Quién demonios eres? —quiso saber.
—Y-Yo... quiero creer que soy Leo Baskerville, pero realmente no estoy seguro de eso.
—¿Leo? —Lottie tembló al pronunciar ese nombre—. ¡Es absurdo! Tú... Leo Baskerville está muerto, él... murió junto a todos esos niños. ¿Cómo es posible que... ?
—Mi último recuerdo es el aroma a podrido destilándose a mi alrededor —relató Leo, su cuerpo temblando al compás de las imágenes que habían causado todo aquel desorden mental—. Todos esos cadáveres... y yo era el único sobreviviente. Estaba dentro de un cuarto y logré escapar después de salir fuera de un túnel muy largo. Pasé mucho tiempo en las calles hablando con las luces hasta que unos enfermeros me encontraron y acogieron en el hospital de la familia Nightray para tratar mi esquizofrenia. Sin embargo, aún puedo hablar con ella... y ella me dijo que debía continuar mi camino.
— …De acuerdo. —Lottie se puso de pie, ignorando la sombra de mala muerte que rodeaba al chico, finalmente prestándole atención a cada detalle en las palabras que articulaba—. Hace un momento usaste el nombre de "La Voluntad", ¿quién es ella y cómo supo de mi?
—Me pidió que la llamara de esa forma y... me temo que no suele hablarme sobre sus medios para obtener información, tampoco sé qué es o de dónde proviene.
—Está bien, no insistiré. —Charlotte cerró los ojos comenzando a sentirse exasperada por semejante misterio—. Sólo una pregunta más, Leo. ¿Eres capaz de verlos?
—¿Verlos... ? Lo siento, no entiendo a qué te refieres.
—Ya veo —asintió Lottie luego de liberar un suspiro. Comprendía que Leo no poseía el don de ver los Hilos Rojos, por lo tanto no podría saber de la presencia de todos esos hilos negros rodeando su cuerpo. Aunque podría simplemente considerar roto su estado mental ante las referencias de esta misteriosa Voluntad, era incapaz de tomarse sus palabras como una locura, porque estaba convencida de lo especial que era su existencia. Su caso podría ser el más sin sentido pero no cambiaba la posibilidad que fuera realmente Leo Baskerville, presunto protegido de su jefe y que habían considerado muerto—. Como sea, ahora que has logrado llegar hasta a mi, debo informar sobre tu estadía a mis superiores. Estoy segura de que a ese hombre le causará una inmensa felicidad saber que estás convida.
—Espera, ¿no me preguntarás los motivos por los que te he buscado?
—¿Ah? ¿Acaso no era para volver a nuestra familia?
—No, no lo entiendes. —Leo tuvo el impulso de levantarse del asiento pero el dolor en su pierna rota lo obligó mantenerse en la silla—. Tengo que encontrar a Elliot Nightray, él curó mi esquizofrenia, por eso necesito averiguar quién es él y verlo ahora.
—Whoah, tranquilo —espetó Charlotte un tanto confundida—. No eres consciente de lo peligroso que es involucrarse con un Nightray directamente, de hecho haz tenido suerte de que en ese hospital te acogieran, ya que estoy segura que de haber estado enterados sobre tus verdaderas raíces, habrías sido mutilado.
—¡Te lo suplico! ¡Ese chico resolverá todo el misterio!
—Podemos ocuparnos de eso más tarde —dictó terminante para darle las espalda aún sin apartar la mirada de él—. Hagas lo que hagas no intentes nada de lo que puedas arrepentirte, chico. Te prometo que buscaremos una forma de solucionar tu problema pero mientras tanto quiero que te enfoques en recuperarte. Volveré en un par de horas. Y Yura... —Lottie miró severamente al dueño del prostíbulo, quien se limitó dedicarle una sonrisa—, no te atrevas a seguirle la corriente después de esto.
—Me dedicaré simplemente a cuidar de él hasta tu regreso —afirmó.
Aunque inconvencida, Lottie se giró dispuesta a marcharse pero se detuvo un momento en el marco de la puerta ya abierta para mirar de nuevo a la figura de aquel chico que ahora mostraba un semblante cabizbajo, casi derrotado, tras ser rechazada su petición. Charlotte pensó en que debió actuar algo dura para alguien tan desesperado como Leo pero no tenía más opción si quería asegurar la supervivencia de ambos. En tiempos oscuros era requerible tomar medidas drásticas. Y si permitía que se alejara de su rango visual ahora que se habían encontrado, quizás no resolvería jamas las preguntas que se hacia día tras día sobre el origen de su maldición, algo le decía que Leo poseía un par de respuestas después de todo, así que no tenía pensado desaprovechar esta nueva oportunidad que se le presentaba.
Avanzó cruzando la entrada, cerrándola a sus espaldas.
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El forzoso recorrido por la capital logró acrecentar la ansiedad en el cuerpo de Alice al no encontrar la ubicación exacta de su protegida, de quien estaba esperando el peor destino posible ahora que estaba por si sola en compañía de aquel sonriente albino. Jamás debió dejarla sola. Taloneando el escalón del carruaje con insistencia, su atención fue absorbida por cada tramo del paisaje que recorrían mientras los caballos de la guardia noble acompañaban el paso del carruaje, muchos se habían adelantado para buscar por separado a la heredera del apellido Rainsworth.
En medio de su angustia, Alice trató de imaginar a dónde Sharon pudo haberse dirigido después de su última conversación. No pudo haberse marchado lejos, los carruajes encargados de transportar a la familia no tenían permitido desviarse a zonas peligrosas, pues comúnmente se desplazaban de mansión en mansión sin acelerar demasiado el trote de los caballos. Chasqueó la lengua y se llevó una mano al rostro recordando cada palabra que habían compartido en busca de un motivo por el cual Sharon tomase una decisión tan extrema y peligrosa. Entonces una idea azotó sobre su mente al comprender las implicaciones de sus propias palabras, así que se apresuró comunicárselo a quien estaba encargado de guiar el carruaje.
Y mientras ganaban terreno, más se convencía de que fue a causa de que le expresó sus inquietudes por continuar aquella relación, no cabía la menor duda. Transcurrido un tiempo, el carruaje se detuvo a la entrada de un parque de rosas. Sin esperar porque el medio se estacionara, Alice saltó al suelo para apresurarse por los senderos en busca de la estatua de arcilla, encontrándose con una escena que terminó por detener todos sus sentidos de golpe, por lo cual no se permitió pensar siquiera en las repercusiones de acercarse hasta donde yacía Xerxes arrodillado sosteniendo a una desfallecida joven de cabellos similares al caramelo suave.
—¡Sharon! —exclamó arrebatando a la joven noble de los brazos que originalmente la sostenían. Los brazos de la castaña temblaron y su rostro se contrajo en una expresión de preocupación sincera mientras observaba el rostro inconsciente de su amada, antes de ser reemplazada por una de enojo cuando sus pupilas se detuvieron en el rostro serio del mercenario, quien no lucía afectado por su presencia—. ¿Qué le hiciste?
Break, sin embargo, no articuló palabra alguna en respuesta a la chica que le retaba con la mirada, experimentando un extraño sentimiento de incomodidad por verla tocar a su soulmate de aquella manera tan delicada, apenas percatándose que otros miembros de la guardia personal de la joven Rainsworth ya se aproximaban, los cuales no dudaron un instante prenderlo con fuerza; sus espadas y puñales amenazando su vida si llegase atreverse hacer cualquier movimiento en falso.
Su ojo desnudo se giró a sus costados delatando los rostros furiosos que pretendían contener el odio que le dirigían a su presencia pero no los culpó por sentirse de aquella manera frente a él; los asesinatos que efectuó dentro de la mansión al inicio no serían purgados con tanta facilidad, después de todo muchos de aquellos soldados fueron amigos de quienes actualmente impedían que se moviera con libertad. Respiró profundo, preparándose para comenzar hablar, asumiendo que la conejita necesitaba una explicación congruente que le ayudara a mantenerlo lejos de la horca después de esto. Convencer a Alice era su prioridad.
—Sé que será difícil de creer pero yo no causé el estado de la señorita —dijo con la mayor tranquilidad que le fue posible mantener—, desfalleció justo después de que emergimos de las entrañas del abismo. En realidad estaba tratando de traer su consciencia de vuelta.
—¿Qué te hace pensar que confiaré en tu palabra? —cuestionó Alice, en sus ojos ardiendo un deseo innato por ejecutar al hombre albino ahí mismo.
—Si es que conoces a Sharon tanto como crees, te darás cuenta que me arrastró hasta aquí para ponerle fin a la investigación que pesa sobre nosotros. —Alice se tensó, pues ciertamente fue la primera razón en que pensó para que ella escapara de la mansión de esta manera. Sin embargo, no pronunció palabra frente a quien liberó una sonrisa más relajada con aquella reacción—. Ambos pronunciamos nuestros votos frente a la estatua esperando que ocurriera algo justo como lo dicta la leyenda y eso fue lo que obtuvimos —declaró y Alice esta vez se sintió irritada a pesar de que se esforzó en mantener sus emociones dentro de su ser, acuchillando su corazón, incrementando su intensidad en el momento que la sonrisa de Xerxes fue descarada y llena de mofa—. Desconozco lo que ella vio dentro de aquella fosa pero me satisface informarte que el duque Barma tenía razón. Estamos unidos por uno de los Hilos Malditos.
Alice no fue capaz de resistir más la concentración de emociones hirviendo en su cuerpo, así que no retuvo el impulso de empuñar una de sus manos y ofrecer en la mejilla de Xerxes un golpe lleno de toda la frustración que la perturbaba. Resistiéndolo, la sonrisa del mercenario se transformó en una mueca satisfecha cuando vislumbró la acumulación de lágrimas en los parpados de la guardiana, quien sintió que un nudo se formaba en su garganta antes de obligarse a ponerse de pie mientras cargaba a su protegida de forma nupcial.
—No quiero escucharlo —dijo en un murmullo torturado comenzando a caminar lejos, no sin antes ordenarle a sus subordinados traer al prisionero hasta el carruaje.
Mientras sus hombres se hacían cargo de arrastrar al mercenario, la mente de Alice se sumergía en un océano de incertidumbre tan complejo que por un momento creyó se ahogaría con los pensamientos que la invadieron. Al sentir el peso de Sharon en sus brazos, se dio cuenta que esta era la primera vez que la sostenía así y la ocasión ahora resultaba tan insabora que pudo haberla sofocado de no ser porque dependía de su fuerza para llevarla de vuelta a la mansión. Alice no entendía de romances ni de leyendas que asegurasen un refugio de amor para las parejas, en realidad nunca sintió interés en internarse a situaciones similares; para ella sólo había existido la acción, el gozo de luchar para proteger a los indefensos y salvarles de situaciones peligrosas pero conocer a Sharon había dado un giro completo a su vida.
La chica que jamás consideró una opción enamorarse cambió de opinión al compartir momentos tan especiales con la persona que debió proteger desde el momento que se cruzó en su camino. Jamás se imaginó que llegaría el día en que sufriría por un suceso tan insignificante, jamas pensó que le dolería tanto perder a una persona sin siquiera haberse alejado de ella, por eso era que estaba sintiendo envidia, porque alguien más había ganado algo más que simples gestos y un cuerpo lleno de vida. Ese alguien más -que no era ella- había obtenido su joya más preciada sin siquiera luchar.
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Un ruido, un eco. La albina levantó la mirada de la bitácora que había estado escribiendo sobre la cama recargada de la pared para vigilar curiosa la puerta de la habitación. La mansión estaba extrañamente quieta a esas horas de la noche, así que ese ruido proveniente del pasillo logró intrigarla. Con su amo atendiendo su responsabilidades en el sótano, tenía tiempo de calidad para gastarlo en lo que ella quisiera mientras aguardaba su regreso, por eso Echo había decidido tomar su bitácora para comenzar a llenar la siguiente hoja blanca con todo lo que había realizado durante el día. Pero aquel sonido la había obligado atender la puerta como si alguien del otro lado hubiese llamado por su nombre.
Un nuevo ruido, un nuevo eco. A la falta de prendas cubriendo su cuerpo, la joven fue consciente del frío que empezaba hacer, por eso no dudó abrazarse a sí misma antes de volver a percibir el ruido y el eco. No intentó preguntar, ni dejar escapar su voz fuera de su garganta, en cambio se alejó de la cama dispuesta a descubrir el origen de aquello que perturbaba su momento de soledad, avanzando hasta la puerta sin miedo, al menos hasta que esta se abrió por si sola, revelando una silueta que no tardó en reconocer aún entre las sombras.
—Bienvenida a casa, Noise —dijo con gesto indiferente.
—Eres muy mala, Echo —replicó esta persona desde la rendija recién abierta sin atreverse a entrar todavía. El acento en su voz era agudo y siniestro igual que su sonrisa, y el cabello que conformaba su fleco sobresaliendo de su capa roja estaba desordenado—, no me digas que haz olvidado cómo diferenciarnos, a pesar de que nosotras tres nacimos juntas.
—¿Zwei? —adivinó Echo esta vez con obvio nerviosismo—. Creí... creí que estarías afuera cumpliendo el último mandato de Vincent, no esperaba-
—¡Es Lord Vincent! —exclamó la aludida abriendo la puerta de un golpe, importándole poco que esta azotara contra el muro y retornara contra la palma de su mano extendida mientras su capa carmín se agitaba con el movimiento. Echo se encogió en su sitio—. ¡Recuerda que una simple esclava como tú no merece pronunciar su nombre con tanta ligereza! ¡No creas que porque compartes su cama o su tiempo en la regadera tienes el derecho de comportarte impertinente aún con su permiso! Eres un simple juguete —acotó con rencor—. ¡El amo Vincent no te considera de otra manera! ¿¡Entiendes!? ¡Sólo eres su diversión!
—Me parece que no estamos en la misma sintonía. —Echo levantó la frente en alto, armándose de valor—. No he pronunciado su nombre sin honoríficos porque me siento poderosa, al contrario... me parece un hombre desagradable.
—Repítelo —exigió al instante. Echo apenas acertó guardar silencio y retroceder un paso inconscientemente. Zwei volvió a romper su semblante serio manifestando la cólera y resentimiento que en esos instantes contaminaban su alma—. ¿No me escuchaste? ¡Te estoy diciendo que repitas lo que dijiste! ¿¡Cómo te atreves a denigrarlo de esa manera!? El amo Vincent es... el amo Vincent es... él es el hombre más maravilloso que pudimos haber conocido... y cualquiera que ose decir lo contrario, ¡merece un castigo!
Echo volvió a retroceder, perturbada por la expresión desquiciada que se había fijado en el rostro de su hermana. Ella que con cada paso que daba el temor que experimentaba se iba intensificando dentro de su cuerpo y mente, pues sabía que era capaz de hacerle daño, era capaz de lastimarla hasta la muerte en nombre de su lealtad ciega hacia Vincent Nightray, de quien Zwei se había enamorado profundamente.
Echo se encontró tragando saliva con dureza en cuanto su cadera impactó contra el borde de la cama sin apartar la mirada de su trilliza, la cual había desenfundado una daga con la que seguramente planeaba destrozar su piel. Sin embargo, la voz de Vincent hizo que ambas albinas reaccionaran. Desde el pasillo, la voz agotada del joven Nightray llamaba a Echo, quien miró a la entrada de la habitación mientras la expresión de Zwei se suavizaba en una sonrisa emocionada antes de echar a correr en busca del noble, al cual se abalanzó una vez lo tuvo a su alcance.
—¡Amo Vincent! —exclamó como una niña en parque de diversiones, aferrándose a la cintura del rubio en un abrazo repleto de cariño—. ¡Le extrañé mucho!
—Regresaste temprano, Zwei —saludó Vincent correspondiendo al abrazo distraídamente.
—No podía perder más tiempo. Hice lo que me pidió, ejecuté a esas basuras que amenazaban con traicionar al amo Gilbert, me aseguré de que estuviese a salvo durante su investigación y me dirigí rápidamente hasta aquí.
—¿Cómo está él? —cuestionó dirigiéndole una mirada a la recién llegada.
Echo mantenía en su rostro una expresión seria mientras examinaba la actitud actual de su hermana. Vincent se preguntó si ocurrió algo entre ellas antes de que él emergiera fuera del sótano, pues la ligera irritación que se delataba en los ojos usualmente muertos de su juguete le decía que Zwei debió estar a punto de cometer alguna de sus oscuras travesuras contra el cuerpo semi-desnudo de Echo.
—Se encuentra bien. Pero, por si acaso, Noise se quedó para vigilarlo. Me aseguró que no volvería hasta que el amo Gilbert estuviera de vuelta en la mansión.
—Has hecho un buen trabajo, Zwei. Siéntete libre de descansar el tiempo que gustes. —La efusiva albina asintió feliz, no queriendo alejarse del calor que representaba su mayor obsesión en la vida.
—Aquí tiene, Mr. Vincent —dijo Echo ofreciendo al rubio una toalla para que limpiara la sangre manchando su juvenil rostro.
Vincent agradeció su gesto y dejó de abrazar a Zwei para comenzar a secarse delicadamente. Al percatarse de este detalle, Zwei no dudó embelesarse con la deliciosa imagen del rubio cubierto de aquella rojiza suciedad. Vincent no solía ser descuidado realizando su trabajo, ya que evitaba lo más posible ser tocado por la sangre de sus victimas pero cuando fallaba la mínima salpicadura hacía a la depravada asesina excitarse y esto lo notó la menor de las trillizas, incomodándose.
—Amo... —ronroneó Zwei llamando la atención del joven Nightray—. ¿Gusta que prepare el baño? Yo... pensaba tomar uno hace unos momentos, así que... si usted me lo permite, podríamos... —los dedos de Zwei dieron suaves golpes en el pecho de Vincent mientras su mirada yacía fija en el rostro impasible, pupilas ardiendo con deseo, pretendiendo aplicar un descuidado método de seducción—, no lo sé... ¿tomarlo juntos?
—Debes sentirte muy abandonada para atreverte a pedírmelo de esta manera —se mofó Vincent inclinándose para tomar a la hipnotizada albina de la barbilla sin la menor delicadeza—. ¿Qué harías si te dijera que prefiero tomar un baño con Echo? —Echo se sobresaltó casi de manera imperceptible, pues Vincent estaba atentando contra su seguridad deliberadamente, él sabía a la perfección cuan celosa ponía a Zwei escuchar una declaración así. La asesina tembló de rabia mientras su rostro se deformaba con un evidente sentimiento de espanto aturdiendo su sistema nervioso. La sonrisa de Vincent fue viciosa y cruel entonces, deleitado por el sufrimiento de aquella chica—. ¿Te haría sentir inferior?
—Por favor... —suplicó Zwei volviendo recargarse en el pecho de su amo—. Olvídela a ella. Sabe muy bien que mi inútil hermana no es capaz de complacerlo. Yo puedo hacerlo mejor, por eso... por eso... por favor. Permítame estar a su lado solo por esta noche, solo por esta noche ignore a esa sucia esclava, ella no lo merece. Amo, mi amado amo, por favor...
—Está bien, Zwei —su respuesta provocó la felicidad de la asesina al instante, quien no dudó alzar la mirada hacia el rostro sonriente del joven rubio—. Tomaré tu oferta pero sólo por que haz hecho un excelente trabajo cuidando de mi hermano —agregó acariciando su cabeza de forma apremiante igual a un perro que acababa de realizar una marometa. Esto Echo no se lo tomó muy bien pero no se atrevió a protestar, pues si Zwei escuchaba una queja de su parte terminaría siendo agredida por ella más tarde y tener conflictos con su única familia era lo que menos quería—. Trata de no probar mi paciencia, ¿has entendido?
—¡Haré cualquier cosa que usted me pida! —aseguró Zwei entusiasmada, comenzando a tirar de su brazo para enseguida guiarlo por el pasillo—. Vamos.
Sumergida en su mundo de hadas personal, Zwei dejó de prestarle atención al mundo real, así que ignoró a su hermana y la expresión fastidiada que se había dibujado en el rostro del joven noble, quien secretamente deseaba vivir esa clase de momentos con otra persona que no fuera ninguna de sus amantes frecuentes.
Mientras tanto, Echo permaneció pasmada en su sitio, lamentando con anticipo los ruidos que pronto perturbarían la tranquilidad que había saboreado antes en el recinto. Con Zwei ahí sería imposible mantener su mente ocupada de otras visiones mentales que no fueran las de su hermana complaciendo a su amo cual prostituta barata, pretendiendo molestarla, puntualizando la enraizada posesividad que exhibía constantemente por Vincent. A veces se preguntaba si algún día terminaría su condena en vida. Si tan sólo pudiese escaparse unos instantes de su realidad y conocer algo que llenara el hueco que sentía crecer dentro de su alma.
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El tiempo pareció ir más y más lento para la duquesa Sheryl mientras esperaba impaciente en el jardín frontal de la mansión Rainsworth en compañía del duque Barma, quien había sido traído de vuelta junto a su fiel sirviente y algunos guardias de su escolta personal. Ambos adultos miraban la reja abierta en espera de la carreta de Alice, quien había enviado un miembro de su escuadrón para avisar sobre el exitoso rescate de la heredera y la inminente captura de Xerxes Break. Sin embargo, aún teniendo conocimiento de ello, la primer dama estaba inquieta, temerosa y ansiosa por la llegada de su nieta, pues mientras no la viera con sus propios ojos no podía evitar ser abordada por la desesperación. Rufus no tardó en notarlo, así que dejó de jugar desinteresadamente con su abanico y se apresuró colocarse tras la silla de ruedas de su amada, tomándola con dulzura de los hombros, procediendo acercar sus labios a uno de los oídos de la angustiada mujer.
—Ella está bien, amor mío —murmuró con cuidado—, pronto la tendrás de nuevo en casa y la verás dormir en sus aposentos con ese rostro despreocupado que tanto adoras mirar.
—Nunca debí permitir que hicieras todo esto —declaró la mujer en voz alta—, mira todo lo que ha provocado. Mi nieta ya no confía en mi y se ha expuesto a un peligro que no podrá manejar sin importar lo que haga. Espero que estés satisfecho ahora, duque Barma.
—Por favor, Sheryl, esto apenas acaba de comenzar. No puedes impedir que la investigación avance, si resistimos un poco más habremos encontrado las respuestas que tanto ansiamos.
—No creo ser capaz de soportar que sucesos como este se repitan, Ruf.
—Por favor, haz un esfuerzo —dijo, y su aliento logró causar un estremecimiento involuntario en el cuerpo de la acérrima duquesa que buscaba inútilmente mantener un porte negligente. Rufus frotó su nariz con la nuca sensible, suave y amoroso—. Te prometo que una vez obtenga lo que deseo ejecutaré a ese sucio asesino y pondré a salvo a tu adorada nieta.
Sheryl desvió la mirada, insegura de aceptar las palabras de Rufus como una promesa inquebrantable ya que conocía las tendencias del duque y sus inclinaciones al realizar una investigación, sobre todo cuando incluía conejillos de indias preciosos y delicados. Reim observó la escena unos momentos con clara incomodidad estando a unos centímetros de distancia, odiando desde el fondo de su corazón estar obligado a yacer ahí para presenciar el más minúsculo roce entre ambos duques pues (aunque no podía negar que en su pecho sus propios celos quemaban), era incapaz de experimentar ira en contra de Sheryl Rainsworth, quien había sido una de sus mayores benefactores cuando se quedó sin nada.
Interrumpiendo su martirio, el sonido de una carreta a la distancia lo incitó levantar la mirada para observar al medio de transporte aproximarse hasta finalmente detenerse frente a ellos. La guardia emergió sosteniendo con fuerza a Xerxes, luego emergió Alice cargando a Sharon.
—¿Qué ha sucedido, Alice? —exigió saber la duquesa inmediatamente.
—Según las palabras del conductor designado, mi señora le pidió que les llevara a ella y a Xerxes hasta el jardín donde inició la leyenda de los Hilos Rojos. El mercenario asegura que la señorita Rainsworth se desmayó luego de haber emergido del abismo, al cual entraron después de recitar sus votos frente a la estatua de arcilla.
—¿Oh? Interesante —comentó el pelirrojo rápidamente—. Me gustaría mucho escuchar la versión de Sharon en cuanto despierte, mientras tanto supongo que me ocuparé del sombrerero. Lleva a nuestra heredera a su habitación y espera ahí hasta que se recupere.
—Planeaba hacer eso desde el principio —musitó Alice con irritación, encaminándose al interior del recinto sin aguardar por el consentimiento de nadie. Sheryl se apresuró seguir el paso de la guardiana en compañía de sus escoltas y damas de compañía mientras el escuadrón que apresaba al albino era guiado por el duque Barma en dirección opuesta. Reim siguió a su amo, preocupado por el destino que enfrentaría su amigo ahora.
