Notas Iniciales: Dos años... dos malditos años me tomó esta continuación. ¡Lo lamento mucho! Realmente tengo todo preparado pero me encapsulé en otro de mis proyectos y planee volver cuando terminara de editar este longfic y hasta ahora lo conseguí. Gracias de verdad por la paciencia.


Cap 17. "Caos y Miseria"

Con el ritmo pausado en que avanzaba su carruaje personal, el duque Rufus se permitió el capricho de observar el panorama sin demasiados ánimos, hasta que cruzaron las rejas hacia el amplio jardín principal de la mansión Barma. Había sido una mañana movida, así que el traqueteo de la madera contra el camino de piedra que caracterizaban sus dominios, le ayudaron a relajarse, mejorando su percepción ante el pensamiento de que finalmente descansaría de todo el estrés acumulado. Pero toda esperanza se consumió en su rostro con la imagen de un carruaje desconocido aparcado en el estacionamiento de invitados. Suspicaz, Rufus contempló el vehículo profundamente, antes y después de bajar de su carruaje. Como era costumbre, dos de sus sirvientes los recibieron para detener los caballos, reverenciándole y continuando su trabajo. Más tarde se presentó alguien más, quien le informó lo que realmente le importaba.

Entonces se introdujo a su mansión con la máxima de las alertas repiqueteando su sistema entero, preparado para lo que estaba a punto de enfrentar, una vez se terminara el pasillo y se adentrara a las fauces de su sala. Fue en ese momento cuando la vislumbró, una silueta que no presenció en años; la figura de una dama que poco sabía de su existencia; que siquiera supo de su paradero el día en que las alianzas de parentesco se rompieron, estallando conflictos irreparables. Simplemente Rufus no estaba listo para enfrentarla, no ahora, no tan repentinamente, nunca tan pronto. Aún así aquella figura se dio cuenta de su llegada y optó por darle la bienvenida con una sonrisa fraternal, un gesto que el pelirrojo no reconocía a pesar de los labios rojos y cabellos fuego tan familiares.

—Rufus, cariño. Me hacía tanta ilusión volver a verte.

—Miranda —le saludó el duque conservando el mismo semblante estoico del comienzo.

—Acércate más y dale un abrazo a tu hermana mayor. —La hermosa mujer pelirroja extendió los brazos en dirección al duque, conteniendo sus ansias de aproximarse ella misma hasta la cabeza del ducado y apretar contra su cuerpo a su hermano pequeño. Pero a pesar de la desinteresada muestra de afecto, Rufus no se movió de su lugar, no pudo enfrentar sus propios demonios y aceptar ese simple abrazo que su hermana le concedía después de todos los maltratos, luego de todas las cosas crueles que le había gritado durante su última visita. Miranda bajó los brazos al darse cuenta de la tensión que empezaba acumularse en el ambiente, pero eso no le impidió mantener su sonrisa a flote, determinada a mejorar el débil motor de su relación—. Me disculpo por haber llegado sin aviso o invitación. Hacía mucho que no nos veíamos así que... me precipité en presentarme.

—Evidentemente —señaló Rufus cortante—. Sin embargo, tampoco es algo de lo cual disculparse, este fue su hogar también, no hay ley que le impida frecuentarlo.

—Te lo agradezco, de verdad. Pero, por favor, ¿podrías hacer a un lado las formalidades? Sé que ahora eres el duque, y que una humilde noble como yo no está a la altura del pilar del ducado, pero aún somos familia. Puedes tratarme más informalmente.

—Eso me gustaría —confesó pero enseguida agregó—. Sin embargo, debo informarle que...

—Calla.

La repentina solicitud de Miranda consiguió su objetivo de sellar los labios de Rufus, obligándole asesinar el menor argumento que intentó exteriorizar, empeorando la impresión que experimentó al verla acercarse. Una densidad sin precedentes pareció caer sobre los hombros del duque, sensación que inevitablemente comparó con aquel que sufrió en la Casa Rainsworth cuando Mad Hatter se había salido de control. Pero al siguiente instante pensó en lo absurdo del pensamiento, pues cuando los femeninos brazos rodearon su cuerpo en un abrazo delicado y gentil, se dio cuenta que sólo estaba nervioso; frustrado e inquieto. No se había comunicado con su hermana mayor ni siquiera por medio de una carta, así que obviaba el hecho de que consideraría extraña su presencia, quizás incluso amenazante.

—¿Sólo viniste a verme? —quiso saber, pues la presión atormentándolo no era comparable a cualquier estrés que hubiese tolerado en toda su vida, ni siquiera las ejecuciones—. Porque no estoy en condiciones de negociar contigo, no todavía.

—Por mucho que te cueste aceptarlo, Rufus. Así es, vine sólo para verte. ¿Qué hay de malo en eso? Ya he hablado con Arthur anteriormente, ¿por qué iba a negarme ver tu rostro también?

—¿Tal vez porque dije que valía más una ramera barata que tú?

—No pensemos en esas discusiones —dijo Miranda estrechándolo más con una sonrisa adornando sus labios, la cual cubrió con éxito el disgusto que rápidamente golpeó su pecho ante el recordatorio—. Todos dijimos cosas terribles ese día, cosas que realmente no pensamos.

—¿Eso crees? —inquirió el duque Barma, en busca de una oportunidad para repeler el cariño de su hermana. Aún así sus palabras no surtieron efecto en Miranda, quien optó por estrecharlo de nuevo, lento y sutilmente. Rufus siempre admiró ese aspecto de su hermana mayor; tan fuerte, tan tenaz, tan ajena a las provocaciones—. ¿Qué has estado haciendo estos años de todas formas?

Rufus se removió, terminando por aspirar el dulce aroma que perfumaba los rojos cabellos de su hermana. Ella no respondió enseguida pero lo hizo cuando se apartó.

—Oh, he estado atendiendo algunos negocios como prestamista. Además siempre he tenido buen ojo para acoger aquellos que prosperarán entre la nobleza.

—¿Nunca has considerado usar esa habilidad para generar empleos más humildes?

—Tú sabes que nunca me ha gustado acercarme demasiado a los plebeyos.

—¿Aún alimentas esa desagradable obsesión? —cuestionó Rufus, sin poder evitar destilar una expresión de asco en sus facciones, comprendiendo a la perfección a lo que su hermana se refería con una respuesta tan casual.

—Yo no lo llamaría así. —Miranda peinó su cabello con una mano—. Porque, ciertamente, mi fijación por hombres jóvenes y lindos es mucho más sana que tu atracción por ancianas.

Rufus resintió aquel comentario tan mordaz, más de lo que le gustaría admitir. Aún así sus ansias de iniciar una disputa, que alejaría a Miranda por el resto de su vida, se apaciguó ante el recuerdo de su amada Sheryl, después de todo no era insultante una realidad.

—Bien, me conforma saber que no has estado teniendo problemas.

—¿Quién ha dicho nada sobre estar libre de problemas? —replicó Miranda casi al instante y Rufus se reconoció incómodo, ya que era un tema al cual no quería llegar; no con la perspicacia de su hermana mayor—. He tenido más de los necesarios. Lo más difícil para una viuda como yo es conseguir un nuevo marido. Desde que mi esposo murió por causa de los constantes ataques de asesinos a la nobleza, he tenido que recurrir a los viejos métodos familiares, y no tienes idea de lo humillante que es. Una cabeza del ducado como tú lo tiene sencillo. —La mujer pelirroja tomó un profundo respiro, devolviendo la armonía a su expresión facial—. Pero no vine hablarte de eso. No quiero que consideres mi visita una terapia emocional.

—¿Cómo podría pensarlo? —se permitió Rufus decir sarcásticamente, en respuesta Miranda rió.

—Siento que hayas sido testigo de mi mal humor, no siempre puedo contenerlo y ser perfecta.

—No tienes que serlo, no eres una muñeca.

—Gracias. Mi marido nunca aceptó este lado mío. Mi matrimonio con él nunca fue fácil.

—¿Ahora comprendes mi rechazo a semejante tradición? —inquirió Rufus mucho más relajado que antes. Miranda se alzó de hombros en muestra de ironía y resignación.

—Es mal visto que un hombre de tu altura social insista en mantenerse soltero. ¿Te imaginas lo que diría la prensa al enterarse de tu posición sentimental?

—Dices que no quieres reanimar rencores pero no dejas de lanzar ataque sobre ataque.

—Detén tu paranoia, querido. Sólo estoy bromeando. Jamás me atrevería a ponerte en una postura tan complicada, ya lo habría hecho si me interesaran tus gustos. En cualquier caso, esta no sería la primer travesura en la que te cubriría desde que eramos niños.

—La duquesa Sheryl no es ninguna travesura —espetó con más rigidez de la necesaria.

—Si lo es —declaró Miranda con seguridad mientras se desplazaba lejos de su hermano en dirección a los sillones que llenaban la sala, ignorando el claro desconcierto que acababa de generar con sus palabras. Sus tacones adornaron el ambiente por lo que pareció una eternidad, hasta que se giró para enfrentar al duque una vez más—. Dime, querido hermano. ¿Aún te interesan los juegos de mesa? He traído algunos muy interesantes del lejano oriente. Pensé que sería una buena idea para revindicar nuestro lazo. ¿Aceptas el reto?

Rufus se mantuvo en el mismo sitio durante un corto lapso de tiempo, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir y el curso de este nuevo escenario. Lo cierto era que no podía negarse a un reto tan tentador, ni siquiera en contra de la mujer menos honesta en los juegos de mesa. Por eso fue que no lo pensó más y se aproximó a su sillón favorito para comenzar una batalla intelectual, que esperaba lo distrajera un poco de su situación actual.

.

Charlotte inhaló profundamente, repitiéndose una y otra vez que estaba lista para aquello. Cruzada de brazos, recargada en el muro en una zona con vista al mar, aguardó con paciencia a la llegada de su Soulmate justo donde habían acordado la noche que se conocieron. Aunque no estaba del todo nerviosa, sabía que estaría arriesgando a la joven Vessalius. Ella había insistido en volverse a ver pero Lottie no tuvo más opción que escoger el punto de encuentro, sitio donde seguro tendría problemas para llegar, pues dudaba estuviera acostumbrada moverse por su cuenta en una ciudad tan grande como Reveille aunque al principio le pareció buena idea, ya que era mejor aquello que ser reconocidas. Ansiosa por el pensamiento, se debatió entre quedarse ahí o ir a buscarla, temiendo que fuera a perderse o peor, ser secuestrada. Simplemente no entendía en qué estaba pensando al proponerle verse por aquellos barrios solitarios.

Alzó la mirada, perdiendo su atención en las gaviotas que adornaban el lejano paisaje. Su vuelo libre logró embelesarla unos momentos mientras comparaba la belleza de su naturaleza con la suavidad y ternura que le causó la noble Vessalius. Casi se sentía como una depravada por recordarla tan obsesivamente, e incluso haber investigado sobre ella desde el día que la vio por primera vez, comprobando su innegable conexión. Ojalá pudiera hablarlo con alguien; pedir consejo sobre sus acciones. Pero nadie de su circulo aceptaría que intentase acercarse a una Vessalius, por lo que adivinaba todas y cada una de las respuestas que recibiría si lo comentaba siquiera. Ciertamente pensar en el egoísmo de su apellido retrataba causas ya una vez sufridas.

Suspiró, recriminándose su locura.

Quizás aún estaba a tiempo de rendirse y aceptar su vida para no ir persiguiendo ilusiones absurdas. No era como si su existencia fuera brillante o prometedora. ¿Qué futuro le esperaba a una prostituta como ella? ¿En verdad era muy egoísta que quisiera rozar el cielo por unos instantes? Sentir un placer ajeno del carnal, de los bajos instintos a los que estaba tan acostumbrada. Porque para ella, su soulmate podría ser ese pedazo de divinidad que durante tanto tiempo le fue negado, podría ser una droga que anestesiaría su realidad en lapsos diminutos. Al menos eso debía merecerse entre tanto sufrimiento que abrazaba día a día. Su cuerpo, mente y alma demandaba por un cobijo parecido.

—¡Charlotte!

La voz que llegó a sus oídos logró electrificarla, enseguida atrayendo su atención a la figura que se aproximaba corriendo hasta su posición. Se veía acalorada por el trayecto pero su presencia la alivió, entonces Lottie se permitió contemplarla. No importaba cuántas veces la viera, ella era indiscutiblemente hermosa, un trazo de arte fugado de su marco. Verla de nuevo no la hacía arrepentirse de su decisión por robarla aunque fuera un par de segundos.

—¿Tuviste problemas? —quiso saber Lottie con interés.

—Un poco —confesó Ada avergonzada—. Bueno, tuve muchos. Pero me detuve a pedir indicaciones y leí el mapa con detenimiento. Es la primera vez que me fugo de mi mansión así, por eso... —La rubia se detuvo un momento a pensar las palabras que escogería para expresar su sentir de forma correcta—, ¡estoy excitada!

Charlotte sonrió conmovida por su confesión. Estaba segura de que, de haber sido cualquier otra chica, habría usado bromas pícaras con la intención de incomodarla un poco. Pero quien yacía frente a ella era una dama de etiqueta, probablemente demasiado inocente para darse cuenta de cuanto se había expuesto a sí misma con aquella inocente respuesta. Aún así, no se impidió extender su brazo hacia su rostro, deslizando sus dedos por su lacio cabello para absoluta sorpresa de la joven Vessalius, quien observó sus movimientos con curiosidad. Sin saber de qué manera sentirse, dejó que tal suceso ocurriera, hasta que las pupilas de ambas chicas se conectaron, provocando que los nervios tiraran en el interior de Ada para generarle una extraña timidez.

—¿Charlotte?

—Oh, disculpa. —La Baskerville apartó su mano, trayendo consigo un trozo de rama que había encontrado entre las hebras rubias en el último momento—. Tenías esto en el cabello. ¿Tuviste una pequeña aventura, eh?

—Es que hay un manzano junto a mi ventana. Mi hermano me enseñó trepar arboles cuando eramos niños pero... hacía tiempo que no descendía por uno.

—Lo imagino. Sin embargo, esto apenas comienza, por eso será mejor que nos movamos de aquí antes de que alguien indeseable nos vea. Dudo que quieras terminar nuestra cita pronto.

—Jamás en la vida.

—Bien. Conozco un lugar acogedor y privado para este tipo de situaciones.

—¡Vamos! —exclamó entusiasmada.

Rodeando la cintura de su acompañante por unos instantes, Lottie guió el recorrido, mientras Ada sentía a su corazón palpitar desbocado dentro de su pecho. Cada roce que aquella mujer ejecutaba en su cuerpo le arrancaba escalofríos y no sabía porqué. Sin embargo, no quería que eso arruinara su convivencia, por lo que se esforzó en encontrar un tema de conversación en medio de su incertidumbre. Mientras caminaban, Ada no pudo evitar tener en cuenta el atuendo que vestía su nueva amiga. A pesar de llevar un vestido entallado, este era sorpresivamente corto, y su escote no era el apropiado para una dama, según le habían educado sus profesores privados. Realmente no se veía mal en Charlotte, por lo que no pudo evitar admirarlo, incluso cuando la pelirrosa estaba mirando en su dirección. No comprendía porqué la gente se escandalizaba cuando veía a una mujer vestida así, viéndolo más de cerca, realmente era un poco atrevido pero no de forma negativa, más bien la hacía lucir sensual. Sin embargo, su pequeña inspección no pasó desapercibida.

—¿Te gusta? —cuestionó Lottie llevándose una mano al busto, un gesto que hizo a la Vessalius sonrojar por la sorpresa.

—Me encanta, tienes mucho estilo —replicó con una sonrisa.

—¿Lo crees? —inquirió Lottie nerviosa, después de todo no esperaba un elogio, pues creyó le desagradaría, aunque no mostró ningún signo de ello la otra noche, tal vez porque no lo había notado—. Gracias, no a muchas personas de la nobleza les agrada.

—El vestido de noche que llevabas antes también era interesante.

—Oh...

—¿Ocurre algo? —cuestionó Ada preocupada por la expresión que se había gestado en el rostro de Charlotte, pues tal vez había dicho algo indebido.

—No, pensé que no lo habías visto. Después de todo quisiste que nos volviéramos a reunir.

—¿Uh? ¿Qué tiene que ver eso?

—No es nada —dijo con una sonrisa mucho más relajada. Ada inclinó la cabeza a un costado sin comprender las inquietudes de su compañera—. Por cierto, ya estamos cerca.

Bastó que anduvieran por la avenida solitaria unos segundos más para llegar ante una puerta de madera. La construcción no era llamativa, ni difería por un cartel llamativo, razón por la que Ada se reconoció confusa al principio. Pero luego logró notar un trozo de madera en la pared, donde yacía inscrito el nombre de "Aria's Club" con un par de signos que no identificó. Lottie llamó a la puerta y le sonrió a su acompañante para transmitirle seguridad. No pasó mucho tiempo antes de que una voz del interior pidiera una contraseña, algo que Charlotte otorgó con calma, logrando que la puerta fuera abierta. Un pequeño pasillo les saludó, ocupada únicamente por la presencia del portero, quien recortó la silueta de la joven Vessalius logrando ponerla incomoda, pero entonces Charlotte la tomó de la mano guiándola al fondo, pasando de una habitación con pocos ocupantes semejante a un bar de bajo presupuesto, a un jardín con una fuente que hizo a Ada sentir como en casa. No pudo evitar sonreír, pues no era esto lo que esperaba ver.

—Que lindo lugar —declaró Ada extendiendo los brazos a cada costado, queriendo abrazar la silvestre vista con cariño.

—Aquí suelo venir antes de empezar mi trabajo, me ayuda a calmar mi espíritu. Ven, acá nos sentaremos nosotras. —Lottie señaló una mesa pasando una cerca de madera, cuyo borde Ada rozó con los dedos, aún llena de tan relajante ambiente.

—Antes te pidieron que dieras una contraseña. ¿Cómo la obtuviste?

—Oh, una persona me trajo aquí antes, lo aprendí de ella. En realidad no nos llevábamos tan bien, pero debo admitir que gracias a su intervención pude disfrutar un poco de lo que las nuevas casas ducales le arrebataron a nuestro clan.

—¿Clan? —Lottie se paralizó, había hablado demasiado y notarlo la hizo sentirse amenazada por la reacción de su invitada—. ¿Pertenecías a un clan? —indagó con curiosidad.

—Bueno... soy una Baskerville, por supuesto que pertenecía a un clan. Formaba parte de una de las ramas secundarias menores, así que... aunque no vivía en una mansión lujosa, serví a muchos miembros importantes en aquel entonces.

—Lo siento, no quise... —Al darse cuenta de la carga emocional que aquella historia contenía, Ada no tardó en sentirse como una entrometida pero Lottie la interrumpió.

—Está bien, es mejor que no existan secretos entre nosotras. Sería incómodo para ambas... ¿No estás de acuerdo?

—Si —asintió sin titubear y este gesto fue más tranquilizador de lo que Lottie hubiese sospechado—. No te preocupes, te prometo que no diré nada. Todo lo que me digas estará a salvo conmigo. Lo prometo.

Charlotte le agradeció sus buenas intenciones, en ese tiempo alguien emergió del bar, deslizándose con calma por la zona más al fondo del jardín. Sin poderlo evitar, la joven Baskerville lo vigiló, creyendo reconocer aquella apariencia gotica en el instante que la vislumbró, haciéndola sospechar. Pero cuando notó la mirada curiosa que Ada le dedicaba, decidió ignorarlo para enfocar su atención en ella, quería aprovechar lo más posible su agradable compañía después de todo.

—Entonces, Ada. Cuéntame un poco sobre ti. ¿Aún estudias?

—Oh, si. Ahora mismo estoy esforzándome en Bellas Artes. Nunca he sido buena en economía o mercadotecnia, así que planeo enfocarme en la pintura. Ya he pintado varios cuadros que gustaron mucho a mi profesor y él cree que tengo futuro.

—¿En serio? Eres un estuche de sorpresas, no pareces del tipo artístico.

—Si, muchos me lo dicen —Ada se rió—. Pero no sólo trazo lienzos, también sé pintar figuras de porcelana, me ha costado pero he aprendido a darles colores delicados. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?

—¿Yo? —Lottie se tensó, pues no había querido llegar a ese punto a pesar de todo—. Bueno, yo... soy veladora.

—¿Uh? ¿De verdad? ¿A pesar de ser mujer? Sorprendente. Padre suele decir que esos trabajos sólo son para los hombres, sabía que estaban equivocados.

—Si, es un trabajo difícil —dijo evadiendo mirarla—. Pero no soy solo yo, hay... hay otras chicas que me acompañan y... no es muy interesante la verdad.

—¿Qué dices? La noche es cúspide de los sucesos extrasensoriales, haz debido tener muchos contactos con entidades energéticas.

—¿Extrasensoriales? —inquirió Charlotte con una sonrisa cuando reconoció una salida al tema de su ocupación—. ¿Te interesan también cosas como esa?

—Cielos. —Ada se encogió en su asiento, abochornada—. Mi padre cree que es muy infantil de mi parte, que debo comportarme como la mujer que soy ya que pronto contraeré matrimonio, y mi futuro esposo podría reprenderme. Pero yo... de verdad creo que hay algo más de lo que vemos rodeándonos. Quizás si sea infantil. Debes pensar que soy una tonta.

—Para nada, está bien sentir interés hacia lo desconocido. Siendo así, debiste haber escuchado sobre los hilos rojos del destino.

—¿Hilos rojos? ¿Te refieres a los Soulmate's?

—Los conoces bien. Dime, Ada. ¿Qué opinas sobre ellos?

—Creo que es una leyenda muy hermosa —confesó Ada enternecida. Lottie se estremeció debido a esta dulce reacción—. Pensar que hay alguien en el mundo que existe solamente para ti. Una persona que te complementa, que te amará sin importar la adversidad y que poseerá el poder de percatarse cuándo estás bien o mal. Que luchará por protegerte hasta el fin de los tiempos. ¿Sabes? De ser posible eso, sólo significaría que nuestra alma ha sido dividida al nacer y por eso encontrarse significaría completar tu propio existir.

—Si, la posibilidad no es sólo romántica, es también filosófica. Solucionaría el vacío de toda persona, se dejaría de creer que la vida no tiene sentido hasta que la muerte los separase.

—Yo digo que ni siquiera la muerte podría separarlos, después de todo una lucha entre existencias habría sido más dura de tolerar, morir sólo acrecentaría el deseo.

—¿No sería contraproducente? —cuestionó Lottie, de pronto desanimada—. Si esas almas luchan por encontrarse y cuando finalmente consuman su amor ocurre la inminente tragedia, ¿qué sentido tuvo luchar si al final deben continuar separados?

—Podría ser una prueba, una prueba que demuestre la fuerza de su vinculo. Nada en este mundo es certero, las personas deben luchar para obtener su lugar, eso también se aplica en el amor.

—¿Eso significa que lucharás por obtener la aceptación de alguien que probablemente jamás te corresponda? —dijo cortante al recordar el sensible enamoramiento de su soulmate por Vincet Nightray—. Siendo de ese modo no tendría caso, ya que ni siquiera sabrías si esa persona que persigues es quien ha luchado por encontrarte todo este tiempo. Es... arriesgado cegarte por los sentimientos o la atracción sexual.

—Bueno, es cierto, pero... pero debe haber una manera de reconocerse, ¿no? Sino porqué existirían los hilos rojos.

—A veces pienso que su existencia podría ser más como una condena.

—¿Una condena? ¿Por qué pensarías algo así? —inquirió Ada, genuinamente sorprendida por la conclusión a la cual había llegado su nueva amiga respecto al tema. La vio alzar un poco el brazo, siguiendo el balance de su dedo meñique hasta que esos ojos heridos se posaron sobre los suyos, arrancándole brevemente el aliento.

—Si el equilibrio es la base de este mundo, la unión y compatibilidad de dos almas debe reunir los aspectos que vuelven funcional una relación amorosa. Sentimientos, atracción, pasión tanto carnal como emocional y también... visión. Es lo que pienso de los hilos rojos del destino, por eso no creo que se trate de un milagro. Porque si una mitad se encuentra en el abismo, la otra jamás podrá compartir su visión del mundo, entonces el resto se desvanecerá.

Lottie bajó la mano y su mirada, devastada con la reflexión que había estado guardando muy dentro en su pecho y que ahora establecía en voz alta. Ella que había sido dependiente a su poder y presenció la manera en que su entorno se retorcía no podía tener una visión como la de Ada, así que jamás se comprenderían. Pero sobre todo nunca jamás la podría salvar.

—Charlotte. —Ada la llamó con cuidado, temiendo dañar una ruptura tan profunda, pues era como si pudiese sospechar lo que la apenaba, fue un gesto que sorprendió a Lottie—. Estoy segura que existe una manera de solucionarlo.

—¿Cómo podría ser... ?

—¡La hay! ¡Debe haberla! —dijo con determinación—. Si los soulmate's realmente existen, deben poseer un objetivo, uno que debe resguardar a ambas partes, cubrir un mismo propósito. De otro modo no tendría ningún sentido que el ser humano tuviese esa necesidad de amar y que dos personas estuviesen destinadas a estar juntas.

—Ada, tú...

—Por eso no te rindas, Charlotte. Yo te apoyaré pase lo que pase, lo juro.

Lottie se quedó sin habla, abrumada por la pasión con la cual la joven rubia reafirmaba su posición sin siquiera saberlo. De haberlo escuchado de cualquier otra persona, no habría dudado catalogar tales palabras como una promesa vacía pero quería creer, deseaba hacerlo aunque una parte suya le gritara que no era más que un error confiarse. Extendió sus manos buscando tocarla y Ada se lo concedió apretando sus manos fuertemente, sólo eso bastó para derribar sus barreras por completo para dejarla indefensa frente a ese par de ojos esmeralda, el hilo bailoteando alrededor como un remolino.

—¿No es esta una reunión conmovedora? —inquirió una tercera voz que rápidamente hizo a la sangre de Charlotte helarse, mirando con gran impresión a cierta encapuchada que conocía bien y que jamás hubiese esperado encontrar en ese lugar, sonriendo de forma aterradora, así que no tardó soltarse de su acompañante.

— …Celia.

—Charlotte, que gusto.

—Qué... —comenzaba a faltarle el aire—. ¿Qué haces... aquí?

—Eso debería preguntar yo. ¿El señor Glen sabe que te involucras con personajes de la nobleza de esta forma?

—Desapareciste, tú... creímos que estarías lejos, nunca dijiste...

—Estaba en un lugar frío —le interrumpió la sirvienta Baskerville de pronto, perturbando a Lottie a un nivel inesperado—. Hacía tanto, tanto frío. Pero... debía salir de ahí, el juego ha iniciado. Los hilos... tú ya lo sabes, ¿no es cierto? Te encontraste con él primero, me refiero a nuestro heredero, el joven Leo.

—¿¡Cómo sabes que él ha vuelto!? —Charlote se levantó de un movimiento de la silla asustando a su compañera, quien incapaz de intervenir se mantuvo en silencio mirando a las dos mujeres con cierta incomodidad—. ¿Acaso fuiste tú quien- ?

—No fui yo... fue la Voluntad, ella lo envió.

—La Voluntad... —repitió, recordando las palabras de Leo al respecto, sintiéndose cada vez más confundida, simplemente no entendía qué estaba sucediendo.

—Cosas importantes están a punto de ocurrir en este pequeño rincón de Londres. Y nosotros debíamos despertar, ya que las cosas deben comenzar a ponerse serias. Oh, pero no te preocupes, Charlotte, tú estás haciendo un excelente trabajo. —Mirando a fondo los ojos temblorosos de Ada se permitió dibujar una sonrisa satisfecha antes de volverse en dirección al rostro alterado de su compañera de clan—. Por favor, sigue así.

—¿De qué estás hablando? —inquirió irritada.

Fue entonces cuando notó ese destello particular entre el sin número de hilos pululando en el ambiente, descubriendo el hilo negro que se camuflaba entre el resto, el cual yacía amarrado a un dedo meñique esquelético, cuya piel podía notarse carcomida como momificada, generando un horrible escalofrío en Charlotte ante el pensamiento de que Celia ya hubiese estado muerta muchos años atrás de este encuentro. Sin embargo, antes de que siquiera intentase formular palabras para intentar resolver este acertijo, un grito desgarrador se apoderó del momento, logrando que Lottie apartara la vista de Celia para mirar a sus espaldas y ver a los clientes del club salir por la puerta llenos de pavor mientras anunciaban haber presenciado un asesinato en manos de Humpty Dumpty. Ada se llevó las manos a los labios horrorizada mientras Celia desaparecía entre la conmoción, dejando que Lottie se apresurara en tomar a su Soulmate para llevarla lejos de tan nefasta situación.

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Noise odiaba la sensación de caminar en círculos dentro de un laberinto sin nada que la guiara o siquiera ayudase a sobrevivir mientras permanecía cautiva, y era eso lo que estaba experimentando en esos momentos, después de haber revisado el cuarto manicomio sin resultados favorables en su investigación. Las fechas de ninguna joven reclusa coincidían con los datos antes obtenidos, nada que las relacionase con el clan Baskerville. Suspiró, aunque apenas comenzaba, ya estaba desesperándose. Y en su intento por despejar su cabeza de tantos fallos, se impulsó caminar por las calles sin una dirección en concreto, sólo dejándose llevar por la armonía del vecindario.

Había pocas personas transitando aquel lugar pero la cantidad parecía suficiente para convertirlo en un escenario pintoresco, digno de un lienzo contemporáneo con gran valor; estaba segura que de estar en venta Zwei se lo compraría a su amo, sólo para reiterar cuán grande era su amor por él. La idea casi la hizo reír pero al mismo tiempo no pudo evitar lamentarlo, pues el hilo que los unía jamás pareció reaccionar a la cercanía de ambos. Aunque unieran sus manos o se ofrecieran caricias, el hilo permanecía congelado, tan pesado que se arrastraba por el suelo sin importar cuan fuerte fuese su brillo. No cabía la menor duda que Zwei estaba muy enamorada (incluso más desde que le confesó que ellos dos estaban destinados), y que cada gesto hacia su amo era totalmente sincero, aún así el hilo no se elevaba en la atmósfera.

Noise todavía intentaba comprender la razón de este comportamiento pero por mucho que se incendiara la llama, Vincent simplemente no mostraba real interés por su hermana y esto la desconcertaba. Se suponía que lo hilos representaban la conexión de dos personas, más sólo cuando veía a Gilbert, su amo mostraba una actitud más humana; más real.

Gruñó optando por vigilar su alrededor pero sus sentidos activos no la prepararon para el tirón que su dedo meñique recibiría, tensándola de pies a cabeza unos micro-segundos para proceder a guiar su mirada hacia una silueta con semblante rudo, cuyos cabellos largos castaños se agitaron suavemente por el viento que hacía, dándole un efecto celestial a sus purpuras irises que miraban delante de sí fuera de novedad, se atrevía a pensar que el gesto resultaba incluso aburrido. Noise creyó sentir que las plantas de sus pies se convertían en piedra mientras observaba a quien indudablemente se tratase de su soulmate.


Notas Finales: Trataré de no desaparecerme mucho tiempo con este fic esta vez. Ahora si, ¡un enorme agradecimiento a mi querida LucyWilliams! Prometo compensarte tu cariño hacia esta historia con el próximo capitulo.