Capítulo 3. Encuentros Bajo La Lluvia
"Las gotas de lluvia pronto caerían, así como la verdad empezaría a empapar a los inocentes a quienes fueron privados de su felicidad."
Yuta suspiro al notar como el cielo se había oscurecido.
—Parece que no tardara en llover — comento mientras veía el cielo nublado y un suspiro de nostalgia salía de su pecho.
Había pasado casi una hora caminando por el centro de aquella ciudad.
De verdad, Kioto había cambiado un poco en esos siete años. Aunque seguía teniendo sus toques antiguos, con sus templos intactos y sus grandes y bellas pagodas que resaltaban la vista tradicional, en su frontera con lo moderno estaba demasiado actualizado.
Habían nuevos centros comerciales y edificios modernos.
Pero algo que no había cambiado en esos siete años era el clima húmedo y las tradiciones de aquella sociedad.
Al ser principios de Julio, podía verse a muchas personas en la calle debido a los próximos festivales que habría en la ciudad, y eso significaba que los hechiceros tendrían más trabajo de lo normal debido a las próximas vacaciones de verano que se acercaban, significando un aumento en apariciones y maldiciones.
Pero también debían estar atentos a los ataques que se estaban llevando a cabo contra ellos. Así que Yuta debía darse prisa en capturar a ese asesino.
Aquella situación le estaba causando demasiado conflicto y más que el ambiente, los recuerdos y las circunstancias para nada le estaban ayudando.
Su mente se llenaba más y más de nostalgia mientras sentía como las diminutas y suaves gotas de lluvia caían sobre su cabeza.
Ver parejas cruzando la calle tomados de la mano mientras corrían a buscar refugio o aquellos alumnos que compartían un paraguas, le traía algunos recuerdos de sus misiones y salidas al lado de Maki.
Recordó uno que otro beso que se habían dado bajo la lluvia o bajo el paraguas, aquellos que terminaban en una sonrisa o en comentarios que terminaban en risas.
Aunque todos esos buenos recuerdos siempre eran opacados por aquel tormentoso recuerdo del último día que estuvo con ella.
Su semblante triste y pálido pareciendo querer decirle algo con los ojos vidriosos, aún le dolía demasiado.
Se preguntaba si ella seguía viva y en donde se encontraría. Realmente conservaba la esperanza de volverla a ver aunque fuera una última vez, quería saber la verdad para calmar su corazón.
La lluvia empezó a tomar intensidad y Yuta se vio en la necesidad de correr hacia los establecimientos que estaban afuera de un centro comercial para encontrar refugio.
Saco su teléfono celular y noto que tenía algunos mensajes de Satoru, quien le estaba pidiendo un avance sobre todo lo que hubiera encontrado con el caso que recién le había asignado.
—Tengo tantas cosas que resolver pero no tengo cabeza para saber cómo comenzar esto...— se dijo a sí mismo, ignorando aquel mensaje y guardándose su celular en el bolsillo de su pantalón.
Mientras veía la lluvia caer y el paso acelerado de las personas con sus paraguas, algo empezó a inquietarlo.
Era una gran cantidad de energía maldita que parecía provenir de algún lugar muy cerca de donde él se encontraba.
Un escalofrío recorrió su espalda, haciendo que girara rápidamente su cabeza hacia el otro lado de donde estaba mirando.
Sus sentidos se agudizaron y notó que aquello era una presencia maligna y peligrosa.
Siguiendo su intuición, Yuta decidió investigar, empezando a caminar a toda prisa por aquellas calles.
Quizás aquello podría ser una primera pista para encontrar su objetivo dentro de aquella ciudad.
—¿Maki, me estas escuchando?— pregunto Mei al ver como esa mujer parecía no prestarle atención y más cuando giró su cabeza bruscamente hacia la fuerte lluvia que caía fuera de la cafetería a la que se habían movido actualmente, ya que se encontraban persiguiendo a su siguiente víctima, otro hechicero.
Aquella era una sensación extraña de explicar. Quizás solo podía ser comparada a la advertencia que te da tu cuerpo sobre que un peligro anda cerca.
—¿También lo sentiste, cierto?— pregunto la platinada con seriedad.
—Si, era como un aura muy pesada, una maldición quizás esté muy cerca de aquí y no creo que sea pequeña— dijo Maki algo preocupada.
Mei se llevó su mano hacia su frente, acomodando su flequillo a discreción.
—Por desgracia, mis cuervos en este momento no pueden ver toda la situación que está pasando allá afuera debido a la lluvia— miro rápidamente su celular —Y parece que tampoco hay buena señal telefónica en este lugar de cuarta—
Maki suspiro de angustia, hace tiempo que no se sentía así de preocupada.
—Solo espero que mis hijos estén bien...—
—Lo estarán, ellos están con Ui Ui, él no dejaría que le pasara nada a mis dos queridas minitas de oro — comento Mei con una sonrisa.
Maki rodó los ojos por aquel comentario. Odiaba tener que confiar en esos dos hermanos, pero no tenía elección. Así era su contrato y todo lo hacía por el bien de sus pequeños.
Algo dentro de ella le decía que nada estaba bien y eso lo expresó tomándose con fuerza el antebrazo para tratar de tranquilizarse y más que debía estar alerta en esa misión.
—Parece que nuestro objetivo se está moviendo, aunque parece que no viene solo— Mei se tocó levemente el cabello.
— Quizás tambien te tocara eliminar a su "invitada", igual si encontramos esa maldición podríamos plantarla como una falsa evidencia para esta misión — comento dándole una leve palmada para que siguiera el plan.
Maki tomo un respiro profundo. Debía concentrarse en su objetivo, aunque su instinto de madre le decía que nada estaba bien.
Y ese instinto tenía razón.
Las cosas tampoco estaban yendo tan bien con esos mellizos.
Lo que inicio como unas compras divertidas y con algo de helado, se volvieron aburridas una vez Ui Ui recibió aquella última llamada telefónica de su hermana, minutos antes de que esas dos iniciaran su misión antes de entrar en la cafetería.
Aquellos pequeños rodaron los ojos una vez vieron como Ui Ui estaba muy embobado con aquella llamada telefónica mientras se paseaban entre los pasillos de aquel centro comercial. Observando vitrinas con lujosos vestidos y joyas que él quería comprarle a su querida hermana.
Yurika y Yuudai habían desarrollado un lenguaje que sólo ellos entendían y asi a base de señas, decidieron jugar a las escondidas y en un descuido de Ui Ui, aprovecharon para escapar de él.
Al comienzo aquello fue muy divertido, correr entre la gente y decir algunas cosas desagradables de su niñero, pero poco después eso se convirtió en un problema.
—¿Lo perdimos, cierto?— pregunto Yurika con una sonrisa.
—Si, pero ahora, emmm no veo al abuelo Ui— dijo Yuudai buscándolo con la mirada —¿No crees que nos alejamos mucho?— su sonrisa se apagó.
—Emmm— la sonrisa de Yurika también se apagó.
—¿Dónde estamos? — pregunto Yuudai mirando a todos lados.
—Volvamos por acá — sugirió Yurika, tomando la mano de su hermano para tratar de volver por donde habían venido.
Pero eso resultó en algo peor ya que se alejaban y perdían más y más entre aquel mar de gente en aquel gran centro comercial.
Duraron caminando alrededor de cinco minutos hasta que llegaron a una zona donde creían haber estado por última vez con Ui Ui.
—No recuerdo haber pasado por esta tienda — comento Yurika mirando a su alrededor.
—¿Ahora que hacemos?— pregunto Yuudai muy nervioso al ver que ahí tampoco estaba Ui Ui. —¿Estamos en problemas cierto? ¡Ay no, Mamá nos va a castigar!— sonaba preocupado. —¿Y si no podemos regresar a casa? ¡Tengo miedo!
—Tratemos de regresar una vez más por dónde venimos, debemos encontrar pronto al abuelo Ui, yo creo que también él nos debe estar buscando, así que supongo que él debe estar cerca de aquí— sugirió su hermana mientras le tomaba de la mano.
—Espero no nos metamos en más problemas...— respondió Yuudai con un suspiro, mientras de nuevo tomaba la mano de su hermana y empezaban a caminar una vez más.
Ambos niños seguían perdidos entre la multitud.
Los hermanos intentaron encontrar a su cuidador buscando por más de diez minutos, yendo y viniendo por aquellos pasillos, desgraciadamente esos mellizos también se distraían fácilmente que incluso terminaron jugando un poco con otros niños en el área de juegos infantiles que tenía aquel centro comercial. Pensando en que quizás en esa área podrían ser encontrados por su cuidador.
Pero el tiempo pasaba y las esperanzas empezaban a agotarse para esos dos.
Y cuando al fin habían decidido que iban a pedirle ayuda a un policía que estaba cerca, se vieron distraídos por una extraña presencia que salió del tobogán de aquel juego infantil.
Una pequeña maldición, los había acechado y se les había acercado lentamente, seduciéndolos con su espeluznante sonrisa, cayendo en su efecto hipnótico debido a su inexperta educación para identificar maldiciones de grado especial.
Y bajo aquella hipnosis, ambos niños habían cruzado de nuevo el mar de gente que había en aquel momento en ese primer piso y terminaron saliendo de aquel edificio, llegando al callejón continuo de aquel centro comercial.
Las gotas de lluvia fueron las que los sacaron de aquel trance. Ya que aquella tormenta había empezado a tomar fuerza al igual que los truenos sobre el cielo.
—¿Cómo llegamos hasta aquí?— preguntó Yurika algo asustada, mientras observaba en el lugar donde estaban despertando.
—¿Dónde estamos?— pregunto Yudai un tanto aturdido y tallando sé los ojos.
Cuando ambos reaccionaron, ambos se habían dado cuenta que habían caído en la trampa de una maldición.
Aquella pequeña maldición, solo era la carnada, la cual se desvaneció en el piso mientras de las sombras empezaba a surgir una gran maldición en forma de pez globo, lleno de espinas y una gran boca con demasiados dientes afilados.
Esos pequeños empezaban a dar pasos hacia atrás mientras la lluvia empezaba a caer con más fuerza sobre sus cuerpos.
Ambos empezaron a llorar, estaban demasiado asustados ya que aquella maldición no era una común como las que a veces veían de camino a casa.
—¡Déjanos en paz!—gritó Yurika, abrazando a su hermano.
—¡Socorro! —Lloró Yuudai, temblando de miedo— ¡Alguien que nos ayude!
Pero nadie parecía escucharlos. La gente seguía caminando por dentro y fuera del centro comercial, ignorando en su mayoría la presencia de las maldiciones debido a que la gente común no podían sentirlas ni verlas y la lluvia y los truenos solo ahogaban los gritos de esos dos.
Parecía que todo estaba perdido para esos hermanos.
La maldición se abalanzó sobre los dos niños, que se habían quedado paralizados del miedo.
—¡Mami!— gritaron en coro mientras se abrazaban fuertemente esperando el fin.
De repente, una figura apareció en su ayuda.
Alguien parecía haber "caído" del cielo, interponiéndose entre ellos y la maldición. Aquella persona había aplastado la cabeza de aquella cosa, la cual soltó un horrible grito de dolor, porque una espada le había atravesado su ojo, cegándola por un momento.
Aquel hombre se movió rápidamente y tomó a esos dos niños en brazos para ponerlos a salvo, mientras otra "cosa" parecía pelear contra esa maldición.
—¿Están bien?— pregunto aquella voz masculina, quien había salvado a esos mellizos, alejándolos lo más que pudo de aquella zona, poniéndolos debajo de un lugar techado y escondiéndolos entre algunas cajas de cartón.
Las lágrimas de esos niños seguían bajando a mares por sus mejillas. Así como sus sollozos eran incontrolables.
—Tranquilos, todo estará bien — decía Yuta tratando de calmar a esos dos.
—Escóndanse aquí mientras yo me encargo de esa cosa y no hagan ruido, ¿De acuerdo?— Yuta puso su dedo índice en sus labios para que esos dos tratarán de guardar silenció y los cubrió con su sudadera —Volveré en seguida, lo prometo.
Ambos niños aún con los ojos cristalinos solo hicieron un si con la cabeza mientras se cubrían con esa sudadera y se escondían entre las cajas.
Yuta rápidamente se acercó a Rika, quien aún no lograba atravesar la dura piel de esa criatura que podría mutar en cualquier instante.
—¡Yuta! ¡Esa cosa es muy dura!— comento Rika, quien se posiciono a un lado de Yuta, mientras mostraba su arsenal de armas bajo el brazo —¿Cuál elegirás?
La maldición frente a ellos rugió, mostrando sus afilados colmillos y sacando más sus afiladas garras. Era una criatura enorme y su nivel de amenaza era alto, así que debían eliminarla antes de que escapará y atacará a alguien más.
—Quizás su debilidad sea en la parte blanda de su estómago, debemos atacarla al mismo tiempo, quizás así logremos acabar con ella — sugirió Yuta tomando otra espada ya que la anterior se había quedado incrustada en el ojo de aquella maldición.
Rápidamente Yuta hecho un vistazo hacia atrás por arriba de su hombro, y vio como esos niños seguían escondidos pero podía sentir sus miradas sobre él.
—Bien, andando Rika, debemos eliminar a esta maldición antes de que haga más daño— comento Yuta poniéndose en guardia con aquella espada.
La primera en atacar fue Rika, quien fue directo hacia esa maldición para distraerla mientras Yuta se lanzó al ataque, esquivando uno que otro ataque con aquellas afiladas garras mientras trataba de atravesar aquella dura piel.
Rika seguía tratando de sujetar aquella maldición, tratando de pasar por aquellas afiladas y duras púas, mientras Yuta logró deslizarse con éxito por debajo de este gran pez globo, cortando rápidamente su cuerpo blando, haciendo que esa cosa chillara de dolor.
Yurika y Yuudai se cubrieron los oídos ante tal horrible chillido, mientras Yuta daba la estocada final y Rika se encargaba de partir esa cosa en dos, provocando que la sangre y restos de esa maldición se esparcieran en aquel callejón.
—Le pediré a Katsumoto que mande a alguien para limpiar este desastre y de paso averiguar este caso — dijo Yuta quitando la sangre de su espada con un movimiento fino antes de guardarla en su funda.
Ambos niños estaban sorprendidos por su salvador. Estaban acostumbrados a ver que su madre fuera así de cruda con las maldiciones, pero ver a aquel hombre los había dejado impactados. Hasta sentían una rara conexión con él. Algo difícil de explicar pero era como si la sangre llamara.
Yuta se secó el sudor de su frente.
—Dos niños— la voz de Rika llamo la atención de Yuta ya que recordó a esos dos pequeños.
—¡Cierto!— el hechicero se giró rápidamente y camino hacia esos niños, quienes salieron de donde estaban escondidos pero con la sudadera de él aun sobre sus cabezas.
—¿Están bien?— se puso de cuclillas frente a ellos. —¿No están heridos?—
Ambos niños seguían en silencio y se miraron entre sí, parecía que compartieron algunas palabras mentalmente.
—Tranquilos, Ya todo está bien, esa cosa ya fue eliminada — decía Yuta estirando su mano hacia ellos con una ligera sonrisa.
Ambos mellizos deslizaron la sudadera de sus cabezas, dejándose ver. Parecían estar más tranquilos.
Yuta alzó un poco las cejas de sorpresa al ver la similitud que tenían esos dos entre sí. Pero en ese mismo momento sintió una extraña sensación invadir su pecho al verlos con detenimiento y eso era porque ambos compartían un escalofriante parecido a él cuando era un niño pero con la leve diferencia de que esos dos pequeños tenían los ojos tan dorados como la miel.
También ambos niños se sorprendieron al ver a ese hombre de cerca. Por algún motivo les daba confianza y más al ver sus semejanzas físicas.
—Muy similares entre ellos— se escuchó la voz de Rika arrastrar esas palabras.
—Tienes razón, ambos son idénticos, ¿Son Mellizos, cierto?— pregunto Yuta con una sonrisa.
Ambos niños solo dijeron si moviendo sus cabezas.
—¡Similares a ti! ¡Yuta! —Chillo Rika — ¡Similares a ti!— su voz se alzó mientras decía esas extrañas palabras, esa maldición parecía alterada.
Eso hizo que ambos pequeños dieran un paso hacia atrás al ver a esa cosa.
—¡No tengan miedo! ¡Mi nombre es Yuta Okkotsu y esta es Rika! Ella no les hará nada— Yuta hizo que Rika mejor se desvaneciera rápidamente para dejar de asustar a esos dos.
—Estamos aquí para ayudarlos — estiro de nuevo su mano hacia ellos pero esos niños se veían aún asustados y no pronunciaban palabra alguna.
—Perdón que los hayamos asustado — se disculpó primero —¿Se encuentran bien?— Siguió preguntando pero esos niños solo afirmaron con la cabeza al mismo tiempo.
—¿Esa cosa les hizo algo?— pregunto con calma.
Ambos negaron con la cabeza.
—Entiendo — Yuta suspiro un poco al ver que esos dos no hablaban, pensó que quizás debía ser por el shock de la situación.
—¿Cómo se llaman?— pregunto con una leve sonrisa para tratar de darles confianza, mientras seguía de cuclillas frente a ellos y les estiraba la mano, pero estos volvieron a intercambiar miradas entre sí mientras seguían en silencio.
—Tranquilos, como dije estoy aquí para ayudarlos, no tienen que esforzarse en hablar, tómense su tiempo — seguía con su mano estirada hacia ellos y con la palma abierta para darles confianza.
Después de unos segundos, ambos niños pusieron sus manitas en la mano de este adulto. Por alguna extraña razón se sentían en confianza con él y no lo sentían como una amenaza.
Los mellizos intercambiaron unas miradas más, parecía como si se comunicarán mentalmente porque incluso hicieron algunas muecas entre ellos y después de un minuto de silencio aun con sus manitas sobre la mano de Yuta, la niña fue la primera en hablar.
—Me llamo Yurika Fushig...— su hermano la interrumpió.
—¡Mamá dijo que no habláramos con extraños!— Yuudai dijo con un poco de pánico.
—Pero no creo que él sea un extraño y de paso él nos salvó de ese monstruo— contesto su hermana haciéndole un gesto de molestia. —¡Yudai No seas miedoso y un mal agradecido!
—¡No soy un miedoso! ¡Solo digo lo que mamá nos ordeno!— respondió su hermano con molestia.
Yuta abrió de sorpresa los ojos al escucharlos, incluso sintió un escalofrío al oír esos nombres. Eran los mismos nombres que él había elegido para sus hijos, si es que alguna vez los tenía. Era una coincidencia muy extraña todo aquello, pero decidió pasarla por alto, pensando en que quizás solo era eso, una extraña coincidencia en una situación aleatoria de la vida.
Después sonrió levemente al ver como discutían esos dos.
—Entiendo y díganme ¿Están perdidos? ¿Dónde están sus padres?— pregunto volviendo a llamar la atención de esos dos.
—Estábamos con el abuelo Ui — contesto Yuudai mirando a Yuta.
—Pero de un de repente nos perdimos entre tanta gente y de la nada ya estábamos aquí afuera junto a esa cosa— Yurika apunto a los restos de la maldición.
Yuta pensó que esos dos niños hablaban de una persona de la tercera edad cuando se refirieron a su tutor como "abuelo"
—Bueno, tiene sentido que se hayan perdido y más ahorita que hay mucha gente y de seguro su abuelo puede que también los esté buscando, no debemos preocuparle más — contesto Yuta poniéndose de pie. En ese momento, los estómagos de esos niños hicieron algo de ruido.
—¡Bien! ¿Qué les parece si los ayudó a buscar a su abuelo y de paso, los invitó a comer? ¿Les gustaría la idea? de seguro su abuelo debe estar demasiado preocupado, vengan es mejor que vayamos dentro, aquí afuera está haciendo mucho frio y la lluvia solo sigue cayendo con más fuerza —Tomo su sudadera para después extenderles las manos.
—¡Nos gusta la idea, muchas gracias!— Ambos pequeños dijeron en coro.
Ambos se sujetaron de él, tomando cada uno una mano de Yuta mientras regresaban dentro del centro comercial
Notas:
¿Qué les está pareciendo esta historia?
Ahora sí, sucedió el encuentro entre padre e hijos. Sólo falta el de Maki y todos los demás
Espero les esté gustando ️ porque se vienen más sorpresas.
Nos seguimos leyendo
