Su nariz se tapó, no esperaba menos en un lugar con mucho polvo, tuvo que respirar por la boca, no ayudó que intentase bostezar para terminar en una serie de toses, era desagradable.

Así fue como Subaru se despertó en medio de la noche, no sabía la hora, pero si sabía que aparte de la poca luz que salía por la ventana gracias a la luna, todo lo demás era oscuro.

Subaru se habría quedado maravillado por la funcionalidad del cristal que antes vio, si no tuviese la urgencia de respirar, como pudo deslizó la tranca de la ventana y abrió las puertas de la ventana, no sirvió de nada.

Su nariz seguía tapada, no había pañuelos ni servilletas cerca, se maldijo por ello, era mala suerte y su incapacidad de ver que había algo mal en dormir en un lugar sucio, no era un obsesionado con la limpieza, soportaría algo de polvo y suciedad en su casa, pero esto era un tiempo prolongado que recogía, moho, pelusa, polvo, tierra y humedad.

-Caramba-gimotea.

Miro a la luna, también era igual que en su mundo, tal vez más lejos, pero mucho más brillante, acompañada de estrellas, sabía que en su mundo, la contaminación lumínica ocultaba las estrellas de la noche, aquí no había eso, era un mar de estrellas, hermoso, pocas veces visto por Subaru, incluso en los días que acampaba con su padre, las estrellas aquí también eran más brillantes y más numerosas, era un cielo primitivo y hermoso.

Otro recuerdo de que Subaru estaba en otro lugar, más lejos de lo que cualquiera de su mundo ha llegado hasta donde se sabe.

Aparte del cielo, más allá en el bosque, no había nada más que oscuridad, Subaru no recordaba al mundo tan oscuro como lo fue en ese momento, más oscuro que una habitación cerrada, fue una sorpresa que tenía toda la lógica del mundo, de este y el otro, en su mundo natal, pocas veces había tan poca luz, siempre estaba iluminado por las luces de la calle, las casas, los edificios, el alumbrado público, era difícil estar tan a oscuras como ahora en un mundo sin tecnología.

Por unos momentos, Subaru no sabía qué hacer con ese sentimiento de no estar seguro con tanta oscuridad, pero finalmente se aleja de las ventanas, no había diferencia de afuera de adentro.

Era una noche templada, mañana lavará su ropa, no pensaba ser capaz de robar la ropa tirada por ahí, pero tampoco veía otra solución, usar la misma ropa todos los días no era higiénico.

Por otro lado, no tenía otra opción, agarraría lo mejor, maldeciría cada picazón o irritación que sintiese por ser tan tonto de agarrar ropa sucia y luego aprendería a elegir lo mejor.

Pronto encontraría una ciudad, estaba seguro de eso, luego de eso, su siguiente movimiento sería o bien volverse rico o volverse un caballero, tal vez podría hacer ambos convirtiéndose en noble, luego obviamente un héroe.

Paso a paso.

En la oscuridad, no supo qué más hacer, no podía salir y hacer algo siquiera, por lo que se quedó pensando en lo que de verdad podía hacer.

Probar su poder y magia, por ejemplo.

En ese momento de paz, era un buen momento para practicar, antes de que se tope de frente con un monstruo y lo muela a golpes, poco probable, pero era mejor prevenir que lamentar.

Y el hecho de tener una habilidad que lo hacía especial lo hacía querer probarlo hasta el cansancio.

Y lo iba a hacer.

Primero tendría que resolver su problema con la transformación, no le había puesto nombre a su poder.

Se encogió de hombros, lo había tenido menos de 1 día, ya habría tiempo para eso más tarde, ahora, a aprender.

-Concéntrate, concéntrate-

Se paró, se acercó aún más a la luz de la luna, nunca la había notado tanto como ahora, era cierto que nadie sabe lo que tiene hasta que lo perdía.

Primero que nada, debía de volver a su transformación.

No hubo resistencia, ni peros o problemas al volver a ser un druida oni.

Pero esta vez, con la mente más clara, pudo notar las diferencias, podía sentir un poder proveniente de la madera, las raíces, la tierra, era una sensación que como un humano normal, Subaru no los sentía, el aire era diferente, la sensación de sus pies contra el suelo era diferente.

Pero no era el druida el que quería ahora, en ese momento quería al bardo elfo, lo intentaría, en su momento no encontró una manera en que fuese más útil de lo que ya era por sí solo el clérigo lobo, en un futuro tal vez se vuelva bardo y financie su carrera como héroe primero.

Y finalmente se transformó.

Era un elfo bardo.

¿Por qué?.

-¿Cómo funciona esto?-se preguntó.

Y es que no era para menos, de nada servía un arma si no sabia como usarla,

Antes no le había funcionado, ¿quizás ahora era diferente?.

-Probemos otra vez-dijo, toco su laúd un poco para darse valor.

Esta vez, quería volver al clérigo, dejó que sus instintos volaran.

Y su hacha dibujó un tajo en el aire, limpio, correcto, fuerte, así era como los seguidores del culto del gran Dios Arcadian, el dios de las ventiscas, la escarcha y el frío, describen a su dios. Subaru no era menos fiel en sus creencias que sus compañeros, pero sí más fuerte, nacido en un pueblo de la región norte, donde la nieve caía más que el sol, Subaru conoció al dios que su familia adoraba en una iglesia, creando a los elfos helados del norte y dándole cobijo entre la nieve y las ventiscas, su ciudad nunca fue atacada gracias a las dificultades de encontrarla y resistir aquellos helados paisajes. En la niñez, Subaru entrenó para convertirse en arma para su dios contra los monstruos y demonios de fuego y calor que intentaban alcanzarlos. Iría al sur, donde el frío familiar se iría lentamente para despojar la vida de las abominaciones contra Arcadian.

Era un paladín, los paladines eran caballeros, ligados a un dios, entrenados por una iglesia o ligados a un ideal de justicia muy arraigado en sus mentes.

Se pregunto cómo se vería, tal vez lo mismo, con orejas puntiagudas, vio su ropa, era una camisa ligera blanca, una túnica blanca pesada hasta las rodillas, pantalones negros y zapatos negros, con una muñequera negra en cada brazo, tenía una armadura de acero pintado de azul en sus antebrazos, rodillas, la parte superior del pecho y de las piernas, era una armadura mediana, no tan resistente como una grande, pero no le impedía moverse.

Sabía usar un hacha, más o menos, tenía la protección del frío, lo que hacía que no sintiese nada de frío y finalmente podía bajar la temperatura del lugar a niveles incómodos, era una ligera ventaja en peleas o cuando hacía mucho calor.

Pero no era lo que buscaba, otra transformación, era interesante, pero no lo que buscaba.

Con pena se deshizo de él, ahora solo era Subaru el adolescente, no el clérigo, bardo, paladín o druida, sólo Subaru el adolescente normal.

De nuevo en la oscuridad, pensó, no sentía ninguna diferencia, ¿qué fue lo que había acabado con sus fuerzas la otra vez?.

Pudo ser el maná, tal vez se le acabó y no se dio cuenta.

También pudo ser el número de transformaciones, fueron tres en un día, con una diferencia entre el primero con el segundo de un par de horas, los últimos dos con minutos de diferencia.

El cansancio no llegó de inmediato, tardó unos minutos.

No podía quedarse con la duda.

Era ahora o nunca.

Una vez más, Subaru se transformó.

El arpa era su única compañera en las calles solitarias del mundo, su suave melodía calmaba su intrépido y jovial corazón, encantado por suspiros a quien la oiga, Subaru había salido a las calles para encontrar su propia aventura, antes, de sangre noble de alto estatus, ahora de sangre de aventurero, su corazón deseaba dar las tonadas correctas para aquellos momentos importantes y redactar las historias con emoción, así que con valor en su pecho y notas de música a su alrededor, fue a la aventura, no estaba desprotegido, tenía la magia de la música protegiéndolo.

El bardo, otra vez, pensó, pero en realidad no era el mismo, el otro era un elfo, esta vez, era un humano, con ropas de mejor calidad que los anteriores.

Tenía zapatos de vestir, pantalones largos de color gris, una camisa con mangas larga plateado, otro encima y una gran camisa negra de piel de animal, era ropa pesada, sentia algo en sus bolsillos, al sacarlo vio el cuchillo, ahora tenia un arpa en su derecha y un cuchillo en su izquierda, las calles pueden ser peligrosas despues de todo.

Entonces, humano, hombre lobo, oni, elfo, cuatro razas diferentes, bardo, clérigo, paladín, druida, cuatro razas diferentes, muchas combinaciones para un 4x4.

Si elegía una transformación cuando ya estaba en otra, simplemente rebotaria en lo que sea, si quería volver a la normalidad o volver a su transformación, entonces así se haría.

Otra vez.

No se sentía cansado, no entendía por qué debería parar ahora.

Sin embargo nada sucede, la cuarta transformación no aparece, lo intento tres veces más, cada vez que lo iniciaba, su cuerpo se perdía en la oscuridad, pero no cambiaba.

Finalmente sus músculos dolieron, como si hubiese ejercitado durante horas, su aliento se volvió pesado, sus ojos no podían mantenerse abiertos, como antes, Subaru volvió a la cama, pensando.

El límite eran tres transformaciones, no había nada más allá que eso, Subaru no podía controlar qué transformación podía tener a menos que quisiera volver a transformarse en su última forma.

No podía entenderlo del todo, solo entendía que tenía un límite de veces y no podía decidir una nueva transformación, aquello era de momento, al azar.

El cansancio también era mental, podía sentirlo, su mente estaba estancada, apenas podía pensar, su poder reclamaba la energía en el ser de Subaru, era como si ya no tuviese ni una gota de fuerza en sus músculos.

Y con eso, volvió a dormir.


Otra vez despertó en la oscuridad, aún no sabía la hora, tal vez fue las una, tal vez fue las dos, tal vez había dormido dos días seguidos, pero no se sentía así, tenía hambre, por primera vez en ese día, sus ojos pesados no podían estar más cerrados, no era diferente de despertar luego de una larga noche de dormir.

La luna se había movido, mucho en realidad, estaba ocultándose.

Los mosquitos a su alrededor zumbaban con fuerza, girando a su alrededor como si lo marcasen como un objetivo óptimo.

Molesto, intentó espantar a los mosquitos de su alrededor, dejar la ventana abierta tuvo sus consecuencias, pero no iba a dejar que esas malditas cosas se llevasen su sangre.

Tenía que ir al baño, esta vez no se transformó, ni intentó hacerlo, ¿quien sabe?, tal vez no volvería a ser un hombre bestia lobo con los sentidos agudos para moverse en la semi oscuridad, ni un clérigo que pudiese iluminar el camino.

Había más ventanas, por lo que con relativa calma se movió, con mala suerte, se tropezó con una silla en el pasillo, el ruido contrastaba con fuerza contra el silencio.

Por milagro encontró el baño, orinó y tiró de la cadena, algo azul brillo dentro de la cisterna y el agua tiró todo como un pequeño río.

Se maravillo con lo similares que eran y a la vez era casi totalmente diferente, no sabía donde iría sus desechos, pero dudaba que fuese al mar, si era el río, Subaru nunca volvería a tomar agua de ellos.

Lo reviso, había un hueco donde había una piedra azul, pequeña, del largo de su uña y menos de la mitad en lo ancho, aún brillaba un poco, dando un tono azulado al baño, pero por cada momento que pasaba, se iba apagando hasta que finalmente se perdió en la oscuridad y lo único que quedó fue la sensación del tacto.

No había mucha diferencia entre el vidrio y el cristal azul que tenía en la mano, se sentía frágil, como si con solo dejarlo caer al piso fuese suficiente para romperlo.

Lo devolvió y cuando se dio cuenta que había sacado lo que básicamente era posiblemente lo único que tiraba agua y se deshacía de sus desechos, esperaba que no la hubiese roto de alguna manera.

Como pudo regresó a su habitación, volviendo a chocar y maldecir a la silla que tanto lo molestaba.

El silencio le empezaba a incomodar.

No de la casa, sino de la zona, era raro, no había pájaros, grillos o alguno de aquellos perros, era un silencio muy incómodo y extraño para un joven que creció toda su vida en la ciudad, el lugar era uno que contaba con gran calma.

O lo fue, cuando había gente y lo que sea que los ahuyentó llegó a aquel lugar.

Probablemente los perros, al pensar en los dos animales que había matado un sentimiento sólido de culpa, eran seres vivos después de todo y eran puros instintos, no eran maldad, no creía que tuvieran ese tipo de inteligencia o conciencia.

En su momento pensó que simplemente eran abominaciones, cosas raras y antinaturales, sin llegar a estar en armonía con los demás seres vivos, no pensaba en ellos como los depredadores naturales de la zona sino algo más artificial, algo hecho por mano inteligente, como si algo dentro de Subaru dijese que aquello no debía existir.

Pero cerró esos pensamientos, ahora solo quedaba la culpa y el remordimiento.

Un ruido rompió el silencio.

Como manos intentando abrir la puerta en la entrada que está abajo de las escaleras, el corazón de Subaru saltó a su garganta, su piel se volvió blanca, más que cualquier otro momento de su vida.

Había alguien intentando entrar en su casa.

No, no de su casa, sino de la casa de alguien, allí no estaban sus padres, ni vecinos, ni antiguos conocidos, eran sólo Subaru y lo que hubiese detrás de la puerta, eso lo puso melancólico y aún más en alerta.

Siguió rasgando, un gruñido bajo sonó detrás de lo único que, erizando la piel de su cuerpo, eran ellos, aquellos monstruos que hasta hace poco pensó en lo mucho que había lamentado que las cosas salieran como salieron.

Ahora no tenía ese lujo o debilidad, lo mejor era actuar.

Era un bardo, ¿que era un bardo?, era un cantante y cuenta cuentos, ¿como podía combatir con un arpa?.

No había necesidad, tenía un cuchillo, recordó, sintiendo su corazón calmarse levemente.

La luz de luna iluminaba el lugar tan tenue, pero era un mínimo aceptable.

O bueno, cuando era un bardo humano lo tenía, ahora no tenía nada en sus bolsillos, salvo su billetera y su celular.

Se transformó, por un momento, temió no tener suficiente energía, maná, lo que sea, pero hubo mucho, lo suficiente para transformarse.

Seguía sin pensar que fuese una buena idea, era un bardo, no un guerrero o druida, ¿que podía hacer?, ¿tocar su arpa?.

Miró su instrumento, era pequeño, de madera con el color del cobre o el chocolate oscuro, cuerdas firmes y hermosas, con sus recuerdos falsos la sensación de que estaba en el lugar correcto, como si fuese parte de su mano.

No apto para la pelea, pero si para entretener.

Aún no estaba perdido, tenía lo que podía definirse como magia musical, tenía dos "hechizos", uno para hacer más fuerte a un pequeño grupo y otro para hacer más débil a un enemigo.

Tenía que estar cerca y no podía ser a muchos, 3 si tocaba todo perfectamente, 0 si lo tocaba fatal.

Abrió la puerta con una mano, no hubo tiempo para tocar, el animal salió entró como una flecha directo a la entrada, tampoco planeo cómo moverse en aquella habitación, no tenía la magia de la melodía, por un momento se sorprendió de la acción, ¿en que pensaba?, perdió toda ventaja.

La bestia dio un giro sobre sí misma, con los dientes al descubierto y gruñendo desde su pecho, grande y mortal, se abalanzó sobre Subaru.

Como pudo dio 3 pasos atrás, el animal lo siguió, dando 3 pasos adelante, ladrando, con las garras por delante, moviéndolo para desgarrar a Subaru, de su bolsillo sacó su cuchillo, el movimiento fue tal que de no haberlo tenido en su bolsillo izquierdo se hubiera sorprendido bastante, pero ahí estaba.

Como un tonto, mantuvo el arpa en su mano derecha, la dominante mientras sostenía el cuchillo en la izquierda.

Finalmente, una abertura, la bestia por un momento, se detuvo, intentando tal vez usar la fuerza de todas sus patas para impulsarse al frente y atacar, pero Subaru le clavó el cuchillo en la nuca, era incomodo, curvo su cadera para atacar, el animal se movió hacia adelante, pero no pudo esquivarlo, el ataque se deslizó como si fuese un carnicero y la carne se moviese hasta llegar al hueso.

No tenía la gran fuerza de las otras razas, pero aun así, parecía que aunque fuese la misma raza, la fuerza era superior a la de Subaru, no sobrehumana, pero sí como un atleta.

De nuevo, no sintió nada cuando el animal murió, lo estaba atacando, tal vez si lo mordía lo infectara con alguna enfermedad, esperaba que no hubiese rabia mágica aquí, con su suerte, habría algo mucho peor.

Fue rápido, se resbaló y cayó, había visto una sombra pequeña acercándose rápidamente , dos veces sintió que algo le tiraba por la pierna, sintió los dientes de la bestia, listo para atacar, no era un animal, sino que eran dos, en ese lapsus debió de rodear la mesa para tenderle una emboscada, si no hubiese matado con rapidez al primer animal, sería un dos contra uno.

Siguió estirando y mordiendo la carne de Subaru a través de su tela de calidad moderada, podía sentir todo eso, pero el dolor nunca llegó, con un movimiento rápido intentó apuñalar su cabeza.

Fue un movimiento rápido, no algo sobrehumano, pero sí como si lo hubiera hecho muchas veces.

-¡Muere de una vez!-gritó, exasperado.

Esto no era como cuando era un hombre lobo clérigo, esos ataques eran fatales y rápidos, ahora, sin nada de pelea, pero ahora, habiendo hecho una pobre estrategia y sin esa arma tan pesada, la bestia le estaba dando pelea, algo que hasta ahora Subaru no estaba entrenado.

El animal se sacudió, no lo había hecho lo suficientemente profundo, pero el destino del animal estaba decidido, alargo el dolor de la bestia tres segundos de manera accidental, cuando se ralentizó en su agonía, agarró el mango y lo presionó aún más, lo saco, molesto y lo volvió a apuñalar.

Finalmente estaba muerto.

Se levantó de entre las dos bestias, era un asco, tenía sangre en bajando por su pierna en una herida.

Se levantó el pantalón, podía ver una herida poco profunda, pero eran múltiples heridas pequeñas y sangrantes.

-No siento dolor-

Podía sentir la carne abierta, pero el dolor de aquello era inexistente, incluso pudo pararse sin más complicaciones que la incomodidad que sentía.

Pero no había tiempo de pensar en ello, escucho ladridos desde afuera, varios, uno después de otro, por instinto, en pánico y como pudo extendió los brazos, corrió y cerró la puerta con todas sus fuerzas.

Esto era malo, podía sentirlos empujar, los muy desgraciados chocaban sus duras cabezas contra la puerta.

-Esto es malo-

El bardo estaba en problemas, no sentía que podía ganar, no con esta forma al menos.

Tal vez el bardo sea más del tipo soporte, tenía mala suerte, no estaba en un grupo de aventureros y bien podría pasar tiempo antes de que encontrase a sus hermanos de armas.

No, este era su verdadero peligro real que debía de pasar y como un héroe venido a este mundo, lo haría.

Mientras sus brazos seguían cerrando la puerta, cambió de forma.

Era hora de probarse ante la vida, fue lo que le dijeron en su pueblo, un pueblo lleno de guerreros, en sus manos, la espada en sus manos era grande pero no lo suficientemente para ser un espadón, aunque tan sobresaliente como era, aun no podía manejarla, era un día especial, pues a aquellos que llegan o están a punto de entrar en la adultez tendrían que probarse ante el mundo y viajar hasta conseguir 100 victorias o pasar 7 año alrededor del mundo, ese día, Subaru partía a la aventura.

Tenía una chaqueta marrón de piel, sin nada debajo, pantalones grises que le llegaban debajo de la rodilla y botas de cuero marrón oscuro, hombreras y rodilleras de metal, antebrazos de metal, sin casco.

Y lo más importante, una gran espada de mango gris, al igual que el color de la hora de hierro.

Estaba listo, suspiro aliviado, esta vez, el combate le era favorable.

Dio dos pasos atrás y se preparó.

Lo que no había contado era la cantidad, sabía que eran más de uno, pero no pudo adivinar que eran cinco.

Se maldijo, dos fallos, uno con el bardo y otro como bárbaro, ¿era un bárbaro?, si, un bárbaro humano, mejor que el promedio de su inventado pueblo al menos, no el más listo, pero si el más habilidoso.

La puerta se abrió violentamente, eran cinco, por un momento se asustó, pero la espada le reconfortó, en un momento, apuñaló la punta contra el cráneo de uno de ellos, con solo la fuerza del ataque se perforó el cráneo y mandó todo el cuerpo al suelo.

La espada salió del cuerpo, el color rojo marcó la punta que entró en un cuerpo, gotas de sangre bañaron el ya manchado cuerpo del animal con su propia sangre.

No fue lo suficientemente rápido para atacar los demás, los otros cuatros fueron por sus piernas, no atacaron sus rodilleras sino las partes desprotegidas debajo de la rodilla, atacó sin piedad al torso del animal más a su derecha, paso a través de las costillas y partió la columna, la sangre empapó el suelo debajo suyo y la sangre tomo terreno manchando el filo del arma, el animal con un quejido de dolor se desplomó en un cadáver sin más.

Hirió al siguiente lo suficiente para hacerlo retroceder de dolor, quedaban 3 perros bestiales mordiéndolo con furia animal en sus piernas.

Intentaron derribarlo, pero Subaru se movió para atacarlo, uno intento correr, Subaru le apuñalo en un costado, la espada tenía una sensación macabra mientras más el rojo se hacía presente, quedaban dis, uno fue directo al vientre, cerca de la ingle.

-¡Mierda!-gruñó, no por dolor, sino por el fantasma de la misma sensación de dolor.

Apuntó la punta de hierro en el vientre de la bestia y alzó el filo, el animal jadeo y se quejó antes de morir.

El lugar apestaba en este punto, no pudo admirar este detalle cuando, para sorpresa de Subaru la última bestia, saltó más alto de lo que debería poder hacer un animal.

Y fue directo a su cuello.

Fue por un segundo, pero pudo interponer su brazo, le fue tan bien que los dientes chocaron contra el metal.

Subaru giró su cuerpo, con una mano, su espada surco el aire y lo decapitó, dio un grito cuando la sangre cayó junto a la cabeza y el cuerpo separado.

-¡Lo siento!-

No sabía porque lo hizo, no sabía que estaba pensando cuando dio un tajo al cuello, no era así, tenía preparación, debió de ser mejor que esto.

-¿Ahora que hago?-

El lugar era un desastre, ahora sabia porque el pueblo fue abandonado, no era viable tener una jauría de bestias atacando el pueblo cada día.

Vinieron de la nada, fue mala suerte, no entendía porque no lo atacaron antes, ¿siguieron su olor?, debieron de haber pasado por el pueblo por cualquier razón y decidieron que Subaru sería un apetitoso bocadillo.

Bueno, mientras que no vengan demasiados, Subaru no tendrá problema, además, era un buen entrenamiento.

Miro a los cadáveres restantes, la adrenalina en su cuerpo se acabó, no estaba tan mal como creía que estaba, se sentía aún muy inquieto, muy nervioso, en su historia falsa tenia mucho entrenamiento, pero nada de acción real, puso su espada recién hecha en la vaina.

-Tengo que mover los cuerpos-

La sangre estaba en todos lados, ignoró las heridas superficiales que tenía por la pierna, aunque sangraban, no le eran un gran impedimento y no podía transformarse en otra cosa, usaría la fuerza superior de su forma en esos momentos.

Saco a los cadáveres como pudo, el sol salía perezosamente por el horizonte, no iluminaba nada del lugar, ver los cuerpos era una cosa incómoda y bizarra ver como caían partes del cuerpo aún caliente, no le gustaba nada, pero incluso el olor de su sangre apestaba el lugar.

Los amontonó como si fuesen solo trozos de carne lejos del pueblo y con una pala, excavó una fosa y enterró los cuerpos.

-Otros cinco, con estos van siete en total-

No era un buen presagio tener tantos ataques, pero ¿quién sabe?, tal vez, al final, había una gran concentración cerca del área y Subaru hizo un favor a los pueblos cercanos, podría tener reconocimiento para esto.

Finalmente, antes de que el sol saliera, volvió a su forma normal.

-Dios pero que miedo-

Su corazón martilleaba en su pecho, respiró profundo y se estabilizó.

Con facilidad fue el momento más estresante de su vida, la sensación de pelear era desagradable, nunca había estado en una pelea real, menos con animales y mucho menos una donde su vida estuvo en riesgo.

Sus piernas temblaron, estaba nervioso, se alejó de aquel lugar cómo pudo, una última vez respiro tan hondo como pudo y con un soplido entrecortado exhalo.

Con el corazón aún pesado se dirigió a su hogar improvisado, el piso era de piedra, empapado de sangre de animal, tenía que limpiarlo ahora, ¿cómo?, no tenía ni idea.

Fue al baño y sacó el cristal de la cisterna, había jalado de la cadena con la cisterna abierta, básicamente la cuerda estaba a una especie de palanca con el cristal pegado encima y un agujero debajo donde por un tubo iba el agua.

Si lo entendía bien era el movimiento repentino y firme lo que hacía que hubiese agua.

Agitó el cristal y brilló brevemente, el agua escurrió como una cascada hacia un balde grande que había sacado de la habitación de limpieza del lugar, fue su mala el que el impulso fuese lo suficiente para empujar el cristal de sus manos hacia el piso, empapando sus pantalones.

-Maldita sea-

Limpiar la sangre con un repasador y un palo, fue un trabajo difícil, tampoco sabia qué era ese líquido espumoso que metió Subaru al piso, pero no sirvió de mucho, la sangre ya se había secado y dificultaba la limpieza.

Lo peor eran los órganos o partes de carne esparcidas, era espeluznante ver aquello y más aún tener que quitarlo con la pala de limpieza y una escoba, manchando sangre en lugares limpios para su frustración.

Si hubiese sido un verdadero bárbaro como lo fue en su última transformación, su padre le diría que tendría que dejar de darle tanta importancia a la derrota de bestias o nunca podría ser una persona fuerte digna de la casa, eso le diría su padre en la historia de fondo que vino con ser bárbaro, su verdadero padre en cambio, intentaría calmarlo y decirle que todo estaba bien.

Subaru sonrió por un segundo al pensar en su padre.

Finalmente pudo terminar,

Subaru en cambio estaba sucio, sus zapatos, sus pantalones, incluso la parte baja de su ropa y chaqueta estaban mojadas y sucias, el olor del agua marrón con un detergente extraño, todo eso lo irritó demasiado y dio por terminada la sesión de limpieza de la mañana.

El sol estaba en lo alto, muy temprano en la mañana, era una hora entre las seis y veinte y las siete, el viento soplaba, apacible, agradecía que no hubiese hecho calor, porque ahora lo único que quería era salir de la casa donde los recuerdos de la pelea y el olor a detergente y sangre se combinaban, todo eso hizo que Subaru se negase a entrar, había muchas casas de todas formas, Subaru esperaría a estar más tranquilo y ventilaría la siguiente.

Era un punto muerto, no sabía que más hacer, después de todo, ya no tenía un druida con conocimientos en plantas, aquello lo dejaba en una situación desfavorable.

Podría intentar volver a transformarse, pero eso lo dejaría unas horas fuera de servicio, no era nada bueno, ahora no había problema, pero si otra jauría lo atacaba mientras dormía, sería el fin.

Eso lo dejaba con la opción de mantenerse como estaba o fortificar la primera casa como podía.

La casa grande funcionaría si iba por la parte de arriba en un rincón alejado y tapaba todos los lugares, se transformaba, veía qué demonios sería la próxima vez y esperaba en un lugar seguro.

Ya tenía que ser mucha mala suerte para Subaru que viniesen animales justo en su momento de debilidad, era mejor prevenir que lamentar.

Y con eso, para su disgusto, volvió a la casa grande, con los muebles dentro del lugar, movió las sillas, muebles y hasta el ropero, tapo la puerta en la entrada, luego otra vez hizo lo mismo con lo que pudo encontrar en la puerta lateral que conectaba a una cocina, aparte de los alimentos enlatados, no había gran cosa, todo lo demás ya estaba podrido, verduras podridas, pan mohoso, leche cortada, frutas podridas, además de la gran cantidad de cucarachas y otros bichos.

Aún no había limpiado o rebuscado en la casa y ahora lo haría menos por la falta de tiempo, sacó una lata de verduras y la comió, estaba bien, pero podía notar que las comidas enlatadas estaban intactas, eran deliciosas.

Y eso fue todo, Subaru ni siquiera debió de comerlas porque no sentía hambre, pero se sentía raro, no había comido nada desde ayer, pero nunca tuvo hambre.

Si su transformación arreglaba el hambre también no se quejaría, es más, podría vivir solo de transformarse.

Finalmente, en el piso superior había una habitación de las que Subaru subió por las escaleras sucias del lugar.

Nunca se había dado cuenta de que tan fácil era para un lugar ponerse sucio hasta que vio lo que el tiempo podía hacer.

Finalmente, dentro de un lugar seguro el sol se filtraba en la habitación donde estaba hace tan solo un par de horas, había un ropero grande.

Tuvo que transformarse para empujarlo.

-Mis heridas-

Las heridas que recibió cuando era un bárbaro habían vuelto a aparecer, incluso las partes de su ropa con las que se transformó volvían a estar sucias con sangre fresca.

Era algo muy serio para tener en cuenta.

No todo podían ser buenas noticias, con suerte, cuando se transformaba podría revertirlo.

Y era hora de la verdad, con el estómago lleno y acostado de espaldas a la cama, activo su poder una vez más.

Era un novato en todo, sin embargo, eso no mermó su valor, era el paladín amigable de día y el castigador de las noches, su escudo fuertemente sostenido en la izquierda y un mazo en su derecha, era un fiel seguidor del dios Naran, creador de los oni, la tierra y el mar, como tal se esperaba que fuese un ejemplo a seguir, viniendo de una familia noble, se esperaba también educación, Subaru encontró su vocación, entrenando para ser fuerte y robusto, tuvo su celebración oficial con los suyos.

Pero eso fue solo el inicio para él como paladín, el mundo estaba plagado de males y él era la espada sagrada de Naran.

Lanzó un suspiro, era una sensación entre calma y decepción, calma porque volvía a ser un oni y otra vez un paladín, era una combinación peligrosa.

Era más alto, eso lo noto cuando sus pies casi salieron de la cama y pesado.

Tenía armaduras de placa de acero cubriendo su cuerpo, era el mismo conjunto de la última vez solo que no había color de ningún tipo y tenía un casco que lo cubría , solo la armadura, a su lado descansaba un mazo, más largo que el antebrazo de Subaru acero, pero recubierto con cuero y con un metal rectangular grande y pesado.

-Dios-

Si volvía a ser una persona normal Subaru notaría inmediatamente lo pesado que era, no podría levantarla correctamente a no ser que use sus dos brazos y toda su fuerza, pero como un oni paladín acostumbrado a su peso, no le habría dado problemas a la hora de pelear con él.

El escudo en su mano izquierda era simple, lo suficientemente grande para cubrir medio cuerpo, hecho de madera con bordes metálicos, pesado para una persona normal, pero él podía levantarlo sin mucho problema.

No iba a combatir medio día, pero podía hacerlo por un par de horas.

Bueno, tenía protección, eso era lo que importaba.

Y tenía dos habilidades, sentido divino, para sentir la maldad o bondad de la gente a unos pocos metros de distancia suyo y curación de manos, para curar a las personas, no tan bien como un clérigo, pero ahí estaba.

Y el cansancio no tardó en llevárselo.

Miro la ventana entreabierta mientras la luz del sol entraba, se había olvidado de cerrarla y la probabilidad de que algo entrase era alta.

Maldita sea.


Bueno, eso es todo por ahora, quiero que haya por lo menos un progreso constante pero lento para el poder de Subaru, no va a ser poderoso de momento, pasara un tiempo al menos, ademas de que le puse una limitante, en este caso, un tiempo de vulnerabilidad y ademas de que las transformaciónes son aleatorias, porque nada es regalado, en cada una de mis historias quisiera que haya ese tipo de cosas, porque nada es perfecto, espero que les haya gustado