1.


Tras la cruel y humillante derrota contra Génesis, los chicos de Raimon pensaban en el inicio de su travesía, inquietos de cuándo terminará. Aquel sentimiento se hizo parte de ellos una vez que supieron que les faltaba mucho por recorrer.

Endou ya había reunido a todos para platicarlo, pues su estado anímico se veía involucrado.

—¡No paren, chicos! —gritó desde la portería.

Todos respondieron con un enérgico «sí» después de darse un descanso de 5 minutos. Sin duda alguna, el ánimo aumentaba ante la actitud positiva del capitán.

—Tch. Pero tú no entrenas… —se quejó Kogure.

—Cállate, Kogure —Kabeyama lo interceptó—. Recuerda que nuestro capitán tiene un entrenamiento específico.

—Lo sé, pero entonces… ¿qué hacen Gouenji, Kidou y Tsunami con él? —preguntó, elevando las cejas.

—Lo ayudan, ¿supongo?

—¡Kogure! ¡Kabeyama! —ese fue Ichinose— ¡No se queden atrás!

Ambos chicos se dieron cuenta de su pausa, estando a unos cuantos metros lejos de sus compañeros. Parpadearon y, mirándose competitivos, comenzaron a correr, pero Kabeyama cayó al suelo. Este tuvo que sentarse para ver que sus agujetas estaban amarradas entre sí. No perdió tiempo en saber quién lo había hecho, por lo que soltó un tremendo grito:

—¡Kogureeeee!

El peliazul rio malvadamente.

—¡Kogure, no pierdas el tiempo en tus travesuras y ponte a entrenar! —regañó Haruna por medio de un altavoz, asustándolo y aturdiendo de paso a las demás gerentes.

El pequeño chico salió corriendo hacia una sección donde algunos compañeros conducían el balón con su pie dominante de una manera intermedia. Kabeyama, en cambio, no tardó en seguirlo.

•••

Endou se encontraba entrenando cada una de sus técnicas junto con la ayuda de sus compañeros. Llevaba demasiados intentos fallidos, el balón siempre lo sobrepasaba. No comprendía qué sucedía, pero su corazón no paraba de bombardear y su estómago contenía nervios.

Decidió que lo mejor era tumbarse en el suelo, usando como excusa el agotamiento.

Ahora que lo pensaba, antes de iniciar el viaje, ya se sentía de esa forma. Y ahora que el próximo partido estaba a la vuelta de la esquina, la desesperación hacía un efecto muy problemático.

—¿Endou? —se acercó Tsunami tras ver que su capitán se había quedado mudo.

No hubo respuesta.

Tsunami se rascó la sien para decir:

—Estás raro —Gouenji y Kidou se acercaron.

—¿Raro? ¿Por qué? —habló Endou, sentándose.

Los tres jugadores no tardaron en mirarse entre sí, cómplices.

—Parece que no se ha dado cuenta —Kidou se cruzó de brazos.

—Sí, definitivamente —concordó Tsunami, riéndose levemente.

—Aunque debemos de admitirlo —Gouenji cerró los ojos y sonrió—, qué progreso.

Entonces empezaron a reírse ruidosamente. Endou no entendía, así que fue lanzándoles miles de preguntas, pero fracasando en los intentos. Ninguno de los tres lo atendía, incluso llegó a parecer que las risas se habían vuelto exageradas. Irritado, se levantó del suelo para encararlos:

—¡Ya paren!

Gouenji, Kidou y Tsunami se detuvieron con una mirada fulminante, más penetrante la de este último.

—Chicos... ¿qué les pasa? —la expresión de Endou era seria.

—¿A nosotros? Nada —contestó Tsunami—. Aunque a ti —lo señaló—, mucho.

—Mmm…

—¿En serio, Endou? —cuestionó Kidou mientras se acomodaba los googles.

Resumamos este conflicto.

—Empieza con la letra «a» y termina con la «r».

Gouenj puso una mueca y Tsunami se aguantó una carcajada, ironizados por ver que un chico como Kidou usara un juego de palabras.

—No lo entiendo, pero... —Endou se llevó una mano a la barbilla— ¿A…marrar?

—No —contestó cortante el de rastas.

—¿Asustar?

—Tampoco —le siguieron Gouenji y Tsunami.

—Entonces... ¡Espera, ya sé! —Endou se emocionó— ¡Fútbol! —se puso de pie de un brinco.

—Eso ni siquiera concuerda —finalizó Gouenji.

—Ah...—el pelicastaño pensaba de nuevo.

—Endou, es amor —Kidou suspiró—. Estás enamorado y por eso no puedes concentrarte.

Endou, de manera lenta, empezó a sonrojarse. Los otros chicos alzaron las cejas, admitiendo cierta sorpresa.

—¿E-ena…morado? ¿Y-yo? —tartamudeó Endou— No... No creo… —mentiría si no estaba un poco confundido.

—Vamos, chico… —Tsunami quería bromear, pero se detuvo—. ¿Qué… tiene de malo estar enamorado? —corrigió.

—No, no es eso. O sea… Solo que...—cuando Endou iba a terminar la frase, el rostro de aquella chica apareció en su mente, provocando que al instante se quedara callado y enrojeciera.

•••

En una banca que se encontraba afuera, la cual estaba alineada cerca del centro de la cancha, tres gerentes preparaban las bebidas y el desayuno para los muchachos, pero una de ellas estaba muy distraída a la hora de hacer las actividades.

Haruna y Natsumi se dieron cuenta del comportamiento de su compañera, por lo que decidieron acercarse para saber qué le sucedía.

—Qué cansancio... —bufó Aki mientras dejaba las bebidas en la banca.

—¿Sucede algo? —apareció Haruna, sobresaltando a la nombrada.

—Oh, Haruna —Aki la volteó a ver, algo nerviosa.

—¿Te encuentras bien? —preguntó esta vez Natsumi, haciendo que la peliverde se pusiera más nerviosa.

¿Ahora qué hacía? Estaba siendo presionada.

—Aki, cuéntanos qué es lo que te ocurre —Haruna tomó las manos de Aki.

—E-está bien... —mencionó, sonrojándose un poco.

Aki empezó a contarles todo, y cuando terminó de hacerlo, las dos gerentes no mostraron sorpresa alguna, pero suspiraron tras ver que su amiga estaba roja de la vergüenza.

Tenían razón, a fin de cuentas.

—Ya sabíamos que te gustaba Endou—Natsumi arqueó una ceja.

—¿Qué? Pero…

—Eres muy obvia —dijo Haruna mientras sacaba una libreta pequeña, interrumpiéndola—. Según mis apuntes, y no preguntes porqué tengo escrito esto, siempre te pones muy inquieta cuando están a sola; lo ayudas hasta en lo más mínimo aun sabiendo que él puede hacerlo; le das un trato especial cuando se lastima; lo miras de una manera ilusionada…y etcétera, etcétera, etcétera —cerró la libreta.

—No puede ser —rio a lo bajo, pero la desconfianza en su rostro se alzó.

Tanto Haruna como Natsumi comprendieron qué quería decir esa expresión. Con lástima, notaron que Aki se daba unas pequeñas cachetadas.

—Avisémosles a los chicos que ya están listas las bebidas y el desayuno —sonrió.

•••

—¿Por qué trajeron a Fubuki? —preguntó Endou por su presencia.

Ahora sí que estaba demasiado confundido. ¿Qué planeaba Gouenji al traer a Domon y a Fubuki? Ni que estar enamorado fuera un problema de la misma escala en la que los superhéroes se reunían para salvar a la gente.

—¿Tú eres tonto o te haces? —con su brazo derecho, Domon rodeó el cuello de Fubuki— Es muy popular con las chicas, así que deduje que él es el más indicado para ayudarte—palmeó el pecho del peligris.

Fubuki lo miró extrañado. Desde que llegó, o más bien desde que lo trajeron casi arrastrándolo hasta aquí, no le habían insinuado nada, solo se limitaba a escuchar preguntas que lo confundían más, también cosas relacionadas con el amor, tema que no era común tras nunca ser mencionado. Además, Kidou le había comentado sobre algo antes de irse a entrenar con los demás, pero no descifró qué.

Observó más detalladamente a su capitán, percatándose del leve rumor en sus mejillas.

—Chicos —todos esperaron a Fubuki—, pregúntenme lo que sea —afirmó con una sonrisa resplandeciente.

—Guau —Tsunami negó, divertido.

—Sí que fue perfecto traerte a esta misión —comentó Domon, separándose de él.

—Esperen, ¿desde cuándo esto se volvió una misión? —Endou arrugó la frente— Lo único que quiero es...

—Sí, lo que digas —lo interrumpió Domon.

Endou bufó, dándose por vencido.

—Si ya sabes que Endou está enamorado de Aki —Gouenji se giró hacia Fubuki—, escucha —se acercó y le susurró algo al oído.

—Yo me encargo.

Fubuki, quien por sabiduría supo que su capitán está enamorado de Aki, sonrió para mirar hacia la banca donde ella se encontraba junto a las otras gerentes, sirviéndoles el desayuno en unos platos. Después se centró en Endou.

—¿Saben? No ocupamos hacer nada, porque Endou está seguro de lo que siente —admitió Fubuki tranquilo— y sé que tiene en cuenta de lo que hará. De todas formas, quiero desearte éxito cuando decidas avanzar y formar con ella algo aún más irrompible —finalizó, riendo a lo bajo por la impresión fingida de Domon.

—Dotes de un galán —bromeó Tsunami.

Endou no dijo nada.

—¿No será que tú también estás enamorado? —preguntó Gouenji con una ceja levantada.

—¿Lo estás? —insistió Domon.

Fubuki se encogió de hombros como respuesta.

Tras ello, Endou se acostó nuevamente en el suelo y comenzó a pensar... Agradecía el hecho de que confiaran en él para hacer esto solo. No obstante, mentiría si no se sentía un poco nervioso y temeroso por lo que puede pasar, pues la quería demasiado, sentir su corazón acelerado cada vez que la veía era una sensación que le agradaba.

Se sentía feliz y no por estar enamorado por primera vez, sino... por haberla conocido.

—¡Chicos! ¡Ya está todo listo! —avisó Natsumi desde la banca.

•••

Ya caída la noche en la Secundaria Yokato, lugar donde tras haberse concluido el entrenamiento después de unas horas, la mayoría de los jugadores se despidieron para irse a sus respectivas casas con el pensamiento de cenar y descansar por el gran agotamiento.

—¡Listoooo! —gritó Endou, dejándose caer en la banca.

La limpieza había concluido de manera exitosa.

—No seas escandaloso —regañó inmediatamente Natsumi—, pueden regañarnos.

—Lo siento, lo siento —el pelicastaño se rascó la nariz.

Los presentes miraron la escena con diversión, dándole indirectamente la razón a Natsumi.

—En fin —habló Gouenji, colgándose la mochila—. Estoy cansado. Me voy —avisó, pero antes de alejarse, le guiñó un ojo a Endou—. Nos vemos —se despidió de los demás levantando su brazo izquierdo mientras caminaba sin apuro alguno a la entrada de la secundaria.

Nunca iba a dejar de ser el chico cortante a la hora de despedirse.

—Yo también. Nos vemos la otra semana, chicos ─Natsumi agarró su bolso y con rapidez se puso a un lado de Gouenji.

Todos al ver esta escena alzaron las cejas y, por curiosidad, no dejaron de ver a sus compañeros hasta que desaparecieron.

•••

—¿Por qué me sigues? —preguntó Gouenji, fingiendo confusión. Miró de reojo a la pelicastaña para notar que mantenía los ojos cerrados y el ceño levemente fruncido— ¿Pasa algo?

—N-no —contestó Natsumi de manera cortante.

Entonces, teniendo en cuenta de que lo haría apropósito para ver si ella dejaba de ocultar los nervios de los cuales se presentaron por su pequeño balbuceo al contestar, tomó su mano izquierda, haciéndola sobresaltar. Ahora, pudo presenciar que temblaba y del sonrojo en sus mejillas, acciones que lo hicieron sonreír un poco.

—Es agradable —admitió mientras acariciaba lentamente la mano de Natsumi, haciendo que lo mirara. Seguidamente sintió una calma en su interior al volver a pensar en aquello que ocurrió hace poco—. Gracias.

Natsumi solamente sonrió aun si fue de forma tímida.

•••

Fubuki se detuvo al sentir como alguien lo observaba. No se alarmaría y saldría corriendo, sería peor si fuera un asaltante. Así que terminó por girarse con lentitud, soltando un suspiro de alivio por ver que no era ninguno.

—Perdón por asustarte, Fubuki —pidió disculpas una chica mientras jugaba con su cabello.

Solo era Haruna, la chica que lo cautivó al verla por primera vez.

—No te preocupes —dijo Fubuki con una pequeña sonrisa y rápidamente se acercó a ella para tomar el bolso que traía en las manos.

—No es necesario que...

—Está bien, déjame hacerlo —la interrumpió con una voz serena, Haruna asintió algo avergonzada—. ¿Vas hacia al hotel? —preguntó.

—Todavía no —Fubuki frunció levemente el ceño—. Tengo que ir a comprar antes unas cosas en el supermer...

—Te acompaño —volvió a interrumpir este—, y no acepto que te niegues—dijo alegre al adivinar las intenciones de Haruna—. ¿Nos vamos? —la peliazul soltó una pequeña risa.

Y de esa manera, ambos chicos comenzaron a caminar rumbo al supermercado con un ambiente entretenido que formaron mediante la conversación sobre algún tema de gustos por parte de uno. Mientras lo hacían, Fubuki no dejaba de mirar a la chica que salvó de una caída en la Secundaria Hakuren. Sí que era muy hermosa. Entonces sonrió, y tomando de imprevisto un mechón del cabello de Haruna mientras se daba cuenta de que ella dejaba de hablar para centrarse en él, se atrevió a declarar:

—Te quiero.

•••

—Endou —habló Aki—, será mejor que ya nos vayamos... —el nombrado asintió algo lento— así que nos vemos. Cuí...

—Déjame acompañarte —la interrumpió Endou, poniéndose de pie de un brinco—. Eh... Es muy pe-peligroso caminar sola por las noches y... no quiero que te pase nada —Aki se sonrojó tras lo dicho por Endou mientras este se rascaba la sien algo avergonzado.

—Gracias, Endou.

Tras esa pequeña conversación, los dos empezaron a caminar juntos en dirección al hotel con otra conversación que habían sacado segundos después. Cuando llegaron, ambos se detuvieron en la entrada y se miraron directamente a los ojos por otros largos segundos...

En serio se querían demasiado.

—Supongo que ya todos llegaron —agradeció Aki para dejar de mirarlo—. Buenas noches —y dándose la vuelta, comenzó a adentrarse con timidez por haber mirado tanto tiempo sus ojos, pero fue cuando la voz de Endou detuvo su paso:

—¿Te veo mañana en el parque a las seis? —la peliverde se giró y vio cómo Endou mantenía una expresión temerosa, tal vez por no querer escuchar un no— Tengo algo muy importante que decirte.

Aki lo miró un poco más, luego sonrió en grande y corrió hacia un Endou que ahora la miraba extrañado. Cuando llegó con él, se inclinó un poco a la derecha para darle un beso en la mejilla y de esa manera separarse.

—Está bien —corrió

—Te veo... Claro... —Endou embozó una sonrisa tonta mientras se tocaba la mejilla en donde había sentido hace un momento los labios de su mejor amiga y torpemente entraba al hotel.