13.


El monte Fuji está establecido como el pico más alto de Japón, por lo que era de esperarse que los grados bajaran considerablemente. El equipo Raimon, de hecho, correspondió al mismo titubeo corporal, optando inmediatamente en taparse con las pocas cobijas traídas que atinaron necesarias. Si la calefacción estuviera prendida, haría la diferencia, pero lamentablemente estaba fallando, y esto pudiera ser algo problemático porque, además de tener que soportar el clima, todos buscaban distraerse del partido que ya casi empezaba.

Teniendo colocados unos audífonos, Endou hizo caso a una alternativa de distracción mientras, frente a él, la naturaleza era dejada atrás velozmente; árboles, pinos, plantas, piedras, incluso animales… Tal vez, si la caravana fuera más despacio, disfrutara de este momento desde otro modo. Porque sí, era un momento demasiado satisfactorio para algunos.

A veces, uno abandonaba la realidad y viajaba. Era un viaje muy, muy lejos… y siendo acompañado por sus canciones o libros favoritos.

Pero él se aventuró fugazmente a un recuerdo que no tenía ninguna música de fondo. Será que, por ello, sintiendo cómo su corazón se apretujaba, se volvió más gráfico y de varias ambivalencias.

Entonces reprodujo una canción.

Creer que un muro los separaba… esa idea lo deprimía. Y se ponía sensible. Ambos lo hacían. ¿Verse frente a frente no era muy cruel? Pero ¿acaso no se extrañaban? Ahora que se tenían a un lado, ese muro crecía, como el polvo en los muebles, silenciando palabras, silenciando caricias que ansiaban compartir, y ensuciando su lindura.

La lindura de un amor juvenil.

Él se perdió en el techo, ella juntó sus rodillas. El chico se rascaba el cuello, la chica miraba el suelo. Endou con sus pensamientos, Aki también en los suyos.

Los dos reconocieron el nerviosismo, pero sus corazones condujeron a una verdad que jamás desaparecería… ¿no es así?

Ambos se miraron, pero esta atención fue suficiente para hacerlos rememorar que la estaca aún permanecía en el mismo lugar. Ninguno sabía qué decir. ¿Esto continuaría siendo el pasatiempo para calmar sus demonios?

Aki rompió el contacto visual, guiándose por el ruido que poco a poco se alzaba dentro del comedor. Aprovechó para disminuir el estado medio caliente de su rostro.

¿Planeas desayunar con los demás? ―tomó la iniciativa.

Endou parpadeó unas dos veces, luego se peinó el cabello con su mano, pero el flequillo no tardó en bajarse de nuevo. Tampoco usaba la bandana por las mañanas.

Yoooo… ―alargó, teniendo que tragar para responder: ¿Ya se despertaron? ―quiso cachetearse y no mentalmente.

Solo algunos, ya sabes, los más disciplinados ―Aki achicó los ojos―. Oh, también están las chicas.

Ya veo…

¿Entonces? ―Endou volvió a tragar saliva, y esta vez apartó la vista a cualquier punto que no fuera ella.

Creo que sí ―contestó a lo bajo.

Se percató del ritmo al que se movía su corazón. Si esto seguía, iba a sudar tanto hasta bañarse. ¿Tanto afecta el hecho de no haberse comunicado desde la discusión? Es que parecía un pequeño terremoto, por Dios. Además, aseguró que Aki no le hablaría pese a pertenecer al mismo club. ¿Acaso esto era profesionalismo?

Es importante que vayas ―dijo Aki, mirando de nuevo al pelicastaño. Al hacerlo, presenció la lejanía que este había puesto, y que temblaba.

Igual que ella.

Pese a la sensación de rechazo, fue combatiendo el deseo de cortar la distancia y abrazarlo. Definitivamente sus sentimientos contradecían a aquella decisión, pero ya lo sabe. Lo analizó lo suficiente. Pero, incluso así, no mentiría sobre los altibajos que seguía teniendo, justo al ver a Endou. No solo el dolor perecerá por un buen tiempo, el anhelo también. Sin embargo, desde que tuvo las fuerzas para encarar con palabras lo que ella razonó como la culpa principal de su relación, quiso avanzar personalmente ante esta nueva etapa de su vida.

Aunque, con una parte de ella siendo débil, rasguñó esa promesa. La preocupación logró vencerla tras afirmar que Endou parecía martillarse mentalmente. Y sí, tal vez fuera débil, porque seguramente accedería si él la abrazara, pero esto no funcionaba así.

Sin importar que ambos estuvieran igual de afectados pero diferenciados en cuanto a superaciones, se necesitaban.

Entonces suspiró, decidida a enfrentar todas las amenazas.

Endou…

―Endou.

Abrió los ojos, recibiendo de lleno la misma panorámica: la naturaleza.

―Hasta que despiertas ―escuchó.

Cuando sus ojos fueron adaptándose a la luz, se talló los ojos con lentitud, y respetando la secuencia que tienen las personas al estar más despiertos, bostezó ruidosamente, luego exageró en cuanto a estiramiento. Se preguntó el tiempo que había transcurrido porque su trasero no dolía, pero cayó en cuenta de algo: aún no habían llegado.

―Sí, ya viste ―miró al costado, Gouenji estaba ahí―. Por si acaso, todos están dormidos.

Se levantó un poco para notar que, en efecto, los presentes estaban echándose una siesta; Tachimukai dormía en el último asiento por alguna razón.

―Ojalá no tarden mucho ―cuando Endou miró confundido al rubio, ya estaba recargado en el respaldo del asiento izquierdo―.

―¿Dónde estamos? ―Endou regresó a su posición.

―No estoy seguro.

―Entonces descifrémoslo.

―Espera, espera ―Goeunji lo detuvo poniendo una mano en su hombro.

Endou asintió. Mientras Gouenji se quedaba vagando con la mirada al frente, él fue quitándose los audífonos. Estando todavía algo inquieto, notó que el señor Furukabu yacía debajo de un árbol junto a la entrenadora Hitomiko, y haciendo énfasis, ninguno de los dos parecía desesperado, ni siquiera afectados por el clima. ¿Qué estaba sucediendo?

―Como ya viste, el aburrimiento logró dormirlos, por eso creo que nos detuvimos.

Fue ahí que Endou se identificó con sus compañeros.

―Sí… tanta presión sentíamos que ninguno volvió a conciliar el sueño en el hotel ―Endou apretó los labios―. Tal vez estén más tranquilo una vez despierten, ¿sabes? Como tú ―alzó las cejas―. O eso piensa la entrenadora.

A partir de ahí, los dos concordaron en no hablar durante unos minutos. En ese transcurso, milagrosamente la calefacción de la caravana comenzó a adornar el silencio de una manera gratificante, desterrando las incomodidades por el frío que aumentaba más. El cielo gris estaba siendo cubierto por unas próximas nubes lloronas.

Ahora, si las palabras no eran necesarias, que no hubiera ningún arrepentimiento después. Pero Endou aprovechó esta accesibilidad para preguntar porqué se reunió con la entrenadora.

―No fuimos tan claros, eso debes de hacerlo tú ―Gouenji lo miró―. Recuerda que todos somos uno en el equipo ―Endou, entonces, descifró algo más dentro de sus objetivos―. Y Kidou y yo entendimos que ahora te corresponde resolver eso.

Admitiendo no recibir la respuesta que quería, volvió a centrarse en la entrenadora, la cual iba acercándose seguida del señor Furukabu. Fue que, unas repentinas ansias de corromper la oscuridad, lo mantuvo sereno y decidido conforme se acercaban al estadio.

•••

Él flotaba sin importar la proximidad de este último partido. Entonces tomó esta sensación para concentrarse porque Natsumi movía todas sus defensas, pero de buena manera, claro está.

De estar absorto en el suelo, no se percató cuando alguien se detuvo frente a él. Los pensamientos sobre cómo tenía que jugar y cambiar las estrategias, no tardaron en presentarse. Luego se intensificaron porque aún desconocía si Endou realmente no iba a jugar, pero de cierta manera agradecía esta decisión de la entrenadora a pesar de que el cuadro titular quedó descuidado. No solo él estaba preocupado por su mejor amigo.

Cuando empezaba a darle vueltas al asunto, creyó que lo mejor era ir al baño. Y, sin embargo, dándose cuenta que todo se mezcló, resaltaba el hecho de no hacer lo correcto.

¿Y si… ambos tenían que ser más sinceros?

Por otro lado, Natsumi analizaba la actitud poco a poco difusa que Gouenji comenzaba a reflejar. Ya no lo había visto así desde que abandonó al equipo por razones personales, todo a cargo de la entrenadora. En esa ocasión, incluso si no lo vio, sintió tanta molestia cuando no apareció. Fue cuando admitió que intentaría cambiarse a un carril infligido de compromiso, confianza y sinceridad si lo volviera a ver.

Así que verlo de esa forma tan solitaria y resignada, le oprimía el pecho.

Ella se encontraba arreglando, en una esquina donde se colocó la puerta del baño, los trapos y bebidas que el equipo seguramente necesitará. De reojo, vio que Haruna dejaba posar algunos folios en la mesa del medio tras una orden de la entrenadora; ellas dos comenzaron a hablar mientras revisaban las hojas. Estando en esa posición, aprovechó para visualizar cómo los chicos salían por la abertura superior izquierda del vestuario, algo alterados, preparados para iniciar el calentamiento.

Terminando con sus deberes, fue directo al otro lado para guardarlos en las dos hieleras, pero notó que Gouenji había permanecido inmóvil. Se mordió el labio inferior, increíblemente nerviosa por todo esto que también sentía. Así que, una vez guardando todo, improvisó tan rápido que no supo cuándo decidió plantarse frente a él. Lo peor es que Gouenji no la vio, haciéndola irritar.

Admitía cierta dificultad al tratarlo, y esto lo confirmó en cada encuentro que tenían a solas en la secundaria. No obstante, ella tendía a exagerar su seriedad, tal vez para ocultar esta extraña forma de relacionarse. ¿Unos adolescentes hormonales que quieren experimentar? ¿Solo eso eran? Ella también deseaba un orden, ese orden que había visto tantas veces en las parejas. Desconocía si su actuar era el correcto, y si esto estaba distrayendo a Gouenji de por medio. Incluso ahora mismo. No quería decir que era inoportuna, porque acordaron que sus sentimientos son correspondidos… ¿verdad?

Con las manos en la cintura, esperó pacientemente que Gouenji la mirara, o eso intentó, porque no tardó en calmar esa presión en el pecho tras agacharse y agarrar el rostro del chico. No había razones para ocultar sus intenciones o verlo a él tomar la iniciativa, por lo que, teniendo el corazón a mil y a pesar de que aún no se acostumbraba al contacto, le indicó que ella estaría presente. Por eso mismo, una vez que Gouenji reaccionó y sus ojos conectaron con los suyos, no tardó en abrazarlo por el cuello.

Ahora sentía que el único ruido era el compacto de sus corazones palpitantes.

Entonces recordó que estaban dejándose llevar, mostrando una parte que ambos acordaron no mostrar. Sin embargo, le valió aquello en este momento. No esperaba dar un paso grande, ni mucho menos presumir su iniciativa, solo deseaba permanecer así hasta que decidiera apartarla.

Porque Gouenji se había ocultado en ella, y la incertidumbre se hizo lo suficientemente chica, ¿cómo? Pues cuando aceptó corresponderle de esta forma.

―Gracias… ―sonrió, levemente cohibida.

Y ella también compartió lo mismo.

•••

―Vamos, solo un…

―No ―Haruna le quitó unos conos.

Fubuki se rascó la cabeza, viendo que había fallado otra vez en ayudarla a recolectar los materiales que ocupó con los demás. El calentamiento terminó hacia unos minutos.

―Escucha, Fubuki ―el nombrado dejó caer los hombros, preparándose para la reprimenda. Haruna se agachaba para levantar los discos del medio campo―. A falta de asistentes, otro de nuestro trabajo es dejar limpia la cancha antes del partido.

―Pero…

―No he terminado ―Haruna se levantó, fulminándolo. Prosiguió a ir por unas escaleras en la esquina superior derecha―. La mayoría de los jugadores, además, son muy desordenados y por eso evitamos que ayuden.

Fubuki la seguía de cerca, por lo que soltó una risa nasal ante el comentario. A pesar de que esto fuera verdad, todos se pusieron de acuerdo para limpiar el campo de juego tras concluir el calentamiento, pero las gerentes los mandaron al vestidor. Y se dieron cuenta, como él, que era más bien un pretexto para no ver a la entrenadora. Soltó una monosílaba pensativa tras recordarla, pues tampoco ansiaba verla, a sabiendas de lo que pasó en el hotel, también fue objeto de la tensión, pero nunca faltaba la típica plática antes del partido.

Haruna se giró hacia al chico cuando dejó en el suelo los materiales y, al instante, algo en ella hizo clic, haciéndola suspirar. Perfectamente conocía la amabilidad de Fubuki, pero a veces no la soportaba, así que le apuntó la dirección del túnel.

―Aprecio que quieras ayudar, pero necesitas ir con los demás ―dijo, desafiando los ojos turquesa del chico que casi la hacen desviar la mirada―. Vamos… deja de distraerme ―al final, ella perdió aquel duelo.

Su memoria no tardó en aventurarla al beso que le dio por un impulso. Hablando desde este lado, los celos la obligaron a afirmar algunas típicas destrucciones en una relación: la autoestima y la creación de conflictos. Además, lo conectó con la información que Aki había expresado esa noche. Estaba asustada. Y no supo con exactitud el momento, pero también se había acrecentado el recuerdo de Fubuki siendo atormentado por su hermano. ¿Pasaría lo mismo que el primer partido contra Génesis? Ella negó mentalmente, pero la duda permaneció. Tenía que confiar en él, quien estuvo mejorando para este momento.

Que si sentía miedo, pues sí. Que si sentía presión, pues sí. Que si sentía nervios, pues sí. Pero ¿que si Fubuki era demasiado genial…? ¡Pues sí!

Entonces se acercó a Fubuki, viendo, aunque fuera rápido, la sorpresa en sus ojos por envolver su mano con la suya. No pudo evitar sonreír. Una acción como esta, alterando a ese chico tan calmado, le hacía repetirse una y mil veces que lo estaba haciendo bien.

―Debes saber que… ―pero ella seguía siendo menos. Carraspeó, levemente sonrojada, y miró sus manos entrelazadas―. Oh, me correspondiste.

Fubuki se rascó la nariz, sonriendo.

―«…» Sin importar lo que pase, sabes que puedes con todo, incluso con esto ―Haruna tocó el pecho del chico con la mano izquierda, pero la bajó en seguida.

Cuando alzó la vista, juró que, si en ese momento tuviera la cámara, le sacaría miles de fotos al rostro de Fubuki pintado de un sonrojo inusual que, inútilmente, trataba de tapar con la otra mano. Lo más divertido: que fuera alguien más que lo hiciera, porque ella no tardó en seguirle el paso.

•••

¿Qué ocurrirá realmente si lo perdía todo después de llegar tan lejos? Y ojalá fuera el único en el escenario final para recibir todas las consecuencias, pero abarcaba a más de una persona, a miles y miles de personas. Junto a él, unos chicos valientes como protagonistas.

Entonces decidió esforzarse todavía más, empujando hacia el otro extremo todo el desorden que su vida juvenil experimentaba. Él tenía que mejorar en sus actos. Porque su amor permanecía silenciado, y más que la primera vez, una parte le hizo ver que avanzar, sin siquiera preocuparse de los altibajos de la vida, tal vez era parte de.

Pero siempre recordando que había alguien más allí.

Sus miradas lejanas conectaron, sintiéndose extrañamente tan cerca; una actividad que tuvieron que normalizar desde que pusieron distancia. Sin embargo, no era desagradable. Uno desde el centro del equipo y una desde la banca, los ánimos flotaban por la cuerda imaginaria que habían cosido. Después… se cortó por el pitido inicial del partido.

Fugazmente recorrió los obstáculos de poner los pies en la tierra: una disculpa faltante, unas palabras que guardaría en su cofre interno, unas palabras que lo alentaron, la esperada confianza y la positivice que desbordó hacia los demás. Todo aquello que era necesario explotar para dar, por lo menos, un paso.

Y entonces… al ser testigo de la conclusión de esta aventura, mientras la incredulidad, el desarrollo personal y la euforia se resguardaba en las grandes exclamaciones de sus compañeros por todo el estadio, se permitió de nueva cuenta observarla a lo lejos… con el fin de admitir que, si el destino decía que no podían estar juntos, a su manera sentenciará que estaba incorrecto. Posiblemente la adrenalina.

No bastó mucho para que sus alegrías se fugaran en aquel abrazo tan esperado.

Endou… ¿sabes? ―Aki se acercó― Tu fortaleza siempre ha sido levantarte ―y enlazó sus dedos con los de Endou―, así que ve y demuestra tu mejor versión. Yo también lo haré y… ―sonrió― verás que estaré esperándote.

Manos unidas, la correspondencia absoluta, el anhelo…

Un escenario donde, a sus corazones, valía la pena seguir creciendo a su lado.

Y todo el tiempo que fuera necesario.