¡Hola a todxs! ¿Cómo va su domingo?
A veces las cosas pasan de manera inesperada, como los golpes de suerte, o los reencuentros ¿No?
Disclaimer: MSLN Ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 16: Te encontré
Durante esa cortísima primavera, dejaron que su amor floreciera naturalmente. Muy pronto, Nanoha empezó a sentir que su mundo se llenaba de otros matices de color que no conocía, casi como si estuviese empezando a ver su vida a través de otro cristal.
Cada vez que veía a la fantasmal rubia sonriéndole después de un largo día de trabajo, o durante las horas que compartían haciendo maratones de películas malas sentadas una junto a la otra, no podía evitar que su pecho se llenara de una calidez misteriosa que la hacía esbozar sonrisas tontas de manera inconsciente. Si se percataba de su actitud y trataba de espabilarse, la seriedad no le duraba más que unos pocos minutos, hasta que Fate le hablaba o, si ya no estaba en casa, hasta que recordaba esos preciosos ojos borgoña.
Si anteriormente la presencia del espectro en casa le había empezado a dar cierta tranquilidad, desde que estaban intentando llevar una relación un poco más implícita su presencia la llenaba prácticamente de una paz infinita.
Ahora, que empezaba a entender cómo se sentía alguien al enamorarse, entendía completamente porque Hayate era tan enamoradiza. Era algo adictivo. Pensar en sus momentos con Fate le hacía sentir la persona más afortunada de la tierra y, con tanta suerte a su favor, terminaba sintiéndose imparable.
Y al darse cuenta de las reacciones que era capaz de provocar en la rubia, se sentía en la cima del mundo.
Su nueva intimidad le había permitido descubrir otra faceta de Fate que no conocía. La fantasmal rubia siempre tenía un carácter gentil, y su buen humor solía alegrarle el día. Usualmente también exhibía bastante confianza en su actuar pero, durante sus largas sesiones de besos, Nanoha encontró a una Fate que podía llegar a ser incluso tímida cuando las cosas empezaban a subir de tono, que hablaba con voz entrecortada y era capaz de sonrojarse profundamente cuando la miraba con anhelo.
También era extremadamente respetuosa. A pesar de que, por la intensidad de su mirada, a veces era bastante obvio que tenía ganas de dejarse llevar por el momento, siempre se aseguraba de no bajar sus manos más de la cuenta, o de que Nanoha se estuviese sintiendo bien.
Era como un caballero chapado a la antigua. Sí, definitivamente algo anticuada, pero la cobriza lo encontraba incluso un poco tierno.
Con el pasar de los días, Nanoha sentía que se estaban acercando mucho más. Sabía que Fate se sentía de la misma manera, porque para ella ya era bastante fácil detectar el brillo radiante que aparecía en los ojos de la espectral muchacha cada vez que se miraban. Sin embargo, al llegar a ese punto de no retorno en el que reconocía que realmente se había enamorado muchísimo de la chica, el temor de su posible desaparición se había alojado en lo más profundo de su corazón. Apenas un pequeño puntito negro entre la vastedad del color, que permanecía adormilado y latente en ese rincón, pero que podía despertar en cualquier segundo, tragándose todo a su paso.
Lo habían conversado con calma luego de esa noche de confesiones, una vez el frenesí del alcohol había disminuido y la realidad de su nueva situación se había hecho presente. Sí, era cierto que ambas habían desarrollado sentimientos mutuos, pero eso no apartaba el hecho de que Fate ya no pertenecía al plano de los vivos. En algún momento, tarde o temprano, tendrían que resolver la situación que ataba a Fate a ese plano, y una vez resuelto ese asunto el espectro tendría que marcharse. Era el orden natural de las cosas, algo que no podía ser cambiado. Luchar contra ese orden estaba fuera de su alcance.
Así que solo tenían dos opciones: Dejar sepultados esos sentimientos y hacer como si la noche anterior nunca hubiera ocurrido, o aceptar el eventual desenlace que tendría su historia e intentar disfrutar de su momento juntas, mientras durara.
Aún con el recuerdo de su sesión de besos post confesión bien fijado en su mente, para Nanoha el olvidar lo que había sucedido no era ni siquiera una remota opción.
Fue así como decidieron que se darían una oportunidad, y aprovechar el tiempo que tuviesen disponible, terminara como terminara. Secretamente, Nanoha esperaba que su tiempo fuese largo, aunque mentalmente intentaba prepararse para cuando su tiempo con Fate se acabara. Pero, cada día que pasaba con la rubia, con el corazón contento y llenándose de ella, se le hacía más difícil sobrellevar el peso de ese incipiente desenlace.
En una larga tarde del recién llegado verano, recibió la llamada que precipitó el final.
El sonido del melódico ringtone de su teléfono celular le provocó un sobresalto, desde su cómoda posición acostada en el sofá, con la cabeza recostada en el regazo de Fate. Había estado intentando estudiar para un examen durante esa tarde y la rubia, para intentar ayudarla a estudiar, le hacía algunas preguntas aleatorias que estaban en sus apuntes para que ella intentara contestarlas sin ver entre las hojas con la respuesta, así que estaba intentando concentrarse lo más posible en el interrogatorio, por lo que el sonido la había tomado desprevenida. Al ver el nombre de Hayate en la pantalla del teléfono, se apresuró a contestar.
- ¡Hola Hayate! - saludó alegremente Nanoha, mientras se incorporaba de su posición para quedar sentada junto a Fate - ¿Qué cuentas?
- ¿Está Fate cerca? - preguntó bruscamente Hayate, sin regresar el saludo.
- ¿Eh, sí? - contestó Nanoha, confundida - ¿Pasó algo?
- Cuento muy largo - contestó apresuradamente Hayate - Para resumir, estoy con Rein en un parque…
- ¿Estás con quién? - inquirió Nanoha, sorprendida.
- ¡Nanoha enfócate! - pidió desesperadamente su castaña amiga - Después te explico, pero necesito que vengas ya, ahora, en este preciso instante con Fate. Rein dice que encontramos a la hermana de Fate, así que vente ¡AHORA! - insistió - Te envío la ubicación a tu teléfono. Intentaremos distraerla, así que apúrense, en serio.
El sonido de la línea telefónica hizo eco en sus oídos, mientras Nanoha se giró para ver a Fate, con una expresión aún indescifrable.
Eran demasiadas emociones juntas para una llamada que dudaba que hubiese durado más de un minuto.
- ¿Todo bien? - le preguntó preocupada Fate.
- Era Hayate - murmuró Nanoha - Dice que encontraron a tu hermana. Tenemos que apresurarnos.
El escucharse repetir esa frase la hizo espabilar, levantándose de golpe del sofá para correr hacia su habitación, ubicando rápidamente algo de ropa un poco más adecuada para salir a la calle, considerando que había pasado prácticamente la tarde en pijamas. Apenas estaba terminando de ponerse unos pantalones cuando una notificación de su teléfono le avisó que Hayate ya le había enviado la ubicación del parque donde se encontraban. Terminando de acomodar sus ropas tomó su bolso y salió disparada de su habitación hacia la puerta.
Fate parecía aún afectada por la noticia. Al llegar a la puerta, se había percatado de que la rubia, en vez de seguirla, permanecía aún sentada en el sofá, mirándola con ojos abrillantados, casi como si quisiera ponerse a llorar allí mismo. Intentando frenar un poco sus revoluciones caminó hacia ella, hasta sentarse nuevamente en el sofá.
- ¿Estás lista? - preguntó Nanoha.
- No - contestó Fate, con un leve temblor en su voz - Es decir, no sé. Es, tan repentino. ¿Y si reacciona mal?. ¿Y si tampoco me ve?.
"¿Y si me odia?", no pudo evitar pensar.
- Fate, tranquila - le pidió Nanoha, con voz compasiva - Todo estará bien. No sabemos cómo va a reaccionar tu hermana, es cierto, pero esta es la única oportunidad que tenemos. Vale la pena intentarlo ¿No?
La fantasma solo la miró y, encontrando la fortaleza que le faltaba en la mirada de Nanoha, asintió antes de incorporarse.
Juntas, prácticamente corrieron hasta la entrada del edificio. Era cierto que el parque en donde se encontraba Hayate no estaba tan lejos de su casa. En otra ocasión, con más tiempo a su disposición, hubiese considerado incluso la posibilidad de irse caminando para poder ahorrarse el costo del transporte, pero en vista de que la situación apremiaba una mayor velocidad de desplazamiento, con el dolor de su alma contó rápidamente el dinero en efectivo que tenía a su disposición y paró el primer taxi que encontró en la calle.
No pasaron más de quince minutos antes de que llegaran a su destino.
Ese parque era bastante popular entre la población universitaria. Tenía buenos accesos en transporte público, era bastante amplio y, además de tener a disposición un buen número de banquetas para picnic y árboles bastante frondosos bajo donde podías sentarte con amigos a conversar, también tenía una gran zona habilitada con un par de canchas, barras y máquinas para hacer deporte, lo que era ultra conveniente si querías hacer actividad física para mantenerte en forma, pero no querías golpear tu presupuesto en el intento.
La cercanía del parque al barrio universitario también lo convertía en un punto de encuentro frecuente para la población juvenil que sólo quería pasar el rato. Nanoha había visitado ese parque algunas veces, sobre todo cuando estaba recién empezando la universidad, pero cuando había empezado a trabajar y su tiempo libre se había visto mermado por las responsabilidades, había disminuido enormemente la frecuencia de sus visitas. Sin embargo, recordaba que había una sección que era especialmente del gusto de Hayate, ya que no solía estar tan abarrotada durante las tardes, lo que era súper útil si realmente planeabas ir a estudiar y necesitabas más silencio, o estabas en una cita con alguien y preferirías un lugar ligeramente más privado.
Luego de orientarse mejor, le hizo señas a Fate para que la acompañara, mientras avanzaba rápidamente por el parque a la carrera, rogando que su corazonada acerca de la ubicación de Hayate fuese la correcta.
Afortunadamente la suerte sí estuvo de su lado, porque a lo lejos empezó a distinguir a su amiga castaña, acompañada de la esbelta figura de quién, por el largo cabello platinado, estaba segura de que sería Rein, mientras parecían hablar con alguien sentado en una banca.
Al acercarse más, un solo nombre escapó de la boca de Fate, dicho de una manera tan tenue que parecía que las sílabas habían sido arrastradas por la brisa.
- Alicia.
Con curiosidad innata, Nanoha se acercó un poco más para poder distinguir la figura a la que Fate había llamado.
Alicia parecía ser apenas unos poquísimos años más joven que ellas. A pesar de que compartía con Fate el mismo cabello rubio, y los mismos ojos burdeos, en estatura no parecía ser tan alta como su hermana mayor. Enfundada en un suéter con capucha negro, la adolescente miraba a las personas que se dirigían a ella casi con enfado, sin poder disimular su incomodidad, mientras que sobre el pasto reposaba la correa de un perro de pelaje rojizo, quién estaba sentado a los pies de su ama mirando la interacción.
- ¡Allí están! - clamó Hayate, al ver acercarse a Nanoha, asumiendo que Fate venía tras ella.
- Ok, esto se está poniendo muy turbio - dijo Alicia, levantándose de su asiento.
Antes de que pudiera sostener la correa del can, el animal salió corriendo hacia Fate, deteniéndose muy cerca de la joven fantasma intentando olfatearla. Unos segundos después el perro enloqueció, intentando saltarle encima, aullando de la emoción y agitando la cola desesperado. Para Alicia, parecía como si el perro estuviese jugando con alguien conocido por su actitud, pero en el sitio hacia donde saltaba el perro no había absolutamente nadie. Incluso, la mujer cobriza que recién había llegado estaba todavía a algunos metros de distancia del animal, por lo que tampoco podía considerar que fuese ella quién estuviese jugando con su perro.
Pero Arf seguía saltando y aullando, como si se hubiese reencontrado con alguien muy querido. Era casi la misma actitud que el cánido mostraba cuando había pasado todo el día sin verla.
- ¿Qué le están haciendo a mi perro? - preguntó recelosa.
- Alicia, te ruego que me escuches - pidió Rein, intentando recobrar la atención de la adolescente - Lo que te digo es completamente cierto. Tu perro está reaccionando así porque está viendo a tu hermana…
- ¡Primero! - gritó Alicia, visiblemente alterada - No tengo ni puta idea de cómo sabes mi nombre. Tampoco me interesa saberlo. Y segundo, no sé por qué insisten con eso de que conocen a mi hermana. Ella murió hace mucho tiempo, y junto a Arf no hay nada.
- Los animales son más perceptivos que los humanos - se apresuró a explicar Rein - Usualmente pueden ver cosas que los humanos no pueden ver. Te puedo jurar, por lo que tu quieras, que quién está jugando con tu perro es tu hermana. Ella sigue en este plano, es un espectro, y necesita tu ayuda para poder irse o si no se va a quedar vagando eternamente en este mundo.
- ¡Deja de mencionar a mi hermana! - exclamó la rubia, tomando la correa de Arf y jalandola para atraer al animal - ¡Aléjense de mí o llamo a la policía!
Las cosas se habían descontrolado muy rápido. Alicia jalaba desesperadamente la correa de Arf para intentar separarlo del vacío con el que jugaba, mientras el animal seguía empeñado en lanzar lametazos al aire, pero se negaba a escuchar las explicaciones de Rein y Hayate respecto a quién era el personaje invisible para sus ojos que estaba atrayendo toda la atención del animal. Su paciencia se estaba acabando y Fate, viendo eso en los ojos de su hermana, exprimió sus espectrales neuronas para dar con una solución.
Tenía que demostrar que ella seguía allí. Tenía que demostrarle que era su hermana, y que estaba allí aunque no pudiese verla. Tenía que encontrar algo único, que pudiera confirmarle ciegamente su presencia.
Y, en un segundo de iluminación, una idea se formó en su mente.
- ¡Nanoha! - dijo Fate, intentando mantener la atención de Arf fija en ella para seguir retrasando a Alicia - ¡Busca algo para escribir!
Nanoha, quién estaba aún conmocionada por lo que estaba sucediendo, salió momentáneamente de su estupor ante las palabras de Fate. Palpó rápidamente su bolso, pero como había estado estudiando esa tarde había dejado su libreta en casa. Percatándose de la mochila que Hayate cargaba en su espalda, se apresuró a llamar a su amiga para que la auxiliara.
- ¡Hayate! - llamó Nanoha a la castaña - ¡Pásame tu libreta y un lápiz! ¡Rápido!
Con manos temblorosas, Hayate abrió rápidamente su mochila, sacando su libreta y uno de sus lápices, entregándoselos raudamente.
- Por favor, sostén la libreta - pidió Fate, mientras se acercaba.
- ¡Espera! - gritó Nanoha hacia Alicia, quien estaba aprovechando que Fate se había separado del perro para atraerlo hacia ella, intentando irse.
Cuando Alicia miró hacia la cobriza quedó en una pieza.
Fate había tomado el lápiz y escribía de forma vertiginosa sobre una de las hojas de la libreta. Nanoha no alcanzaba a detallar completamente el mensaje que estaba anotando su espectral compañera, pero si pudo detallar la fina caligrafía con la que la joven fantasma escribía. A pesar de la tensa situación, su mente no podía dejar de pensar que la chica tenía una letra muy bonita.
Para Alicia, era simplemente sorprendente ver como el lápiz estaba prácticamente flotando en el aire, deslizándose de manera veloz por la hoja pero sin ser tocado por nadie. Tenía que ser una ilusión. Esas chicas estaban jugando con su cabeza.
De pronto, el lápiz solo quedó suspendido en el aire.
- Muéstraselo a Alicia - le rogó Fate a Nanoha.
La cobriza le extendió la libreta a la chica, quién la tomó desconfiada.
Alicia, al tomarla y reconocer la suavidad del trazo con el que estaban escritas las palabras en la hoja, sintió como un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Con piernas temblorosas, se dejó caer nuevamente en la banca mientras detallaba mejor el mensaje.
"Si todo sale bien hoy en el trabajo posiblemente podamos mudarnos el próximo mes a un lugar más grande"
"Al fin podrás tener tu propia habitación así que ¡Deséame suerte!"
No, no era posible.
Eso no se lo había contado a nadie, nunca.
Era uno de sus recuerdos más preciados. Una de las memorias que atesoraba celosamente en su corazón.
Las últimas palabras de su hermana. Antes de haberse muerto por su culpa.
- No puede ser - susurró, con un hilo de voz.
Pasó uno de sus dedos por las finas líneas de la cuidadosa caligrafía. Podía reconocer la letra de Fate. En la secundaria había intentado practicar su escritura para que se pareciera más a la de su hermana mayor, porque siempre había considerado que tenía una letra muy bonita, y ella quería honrarla de cualquier manera posible, pero no lo había logrado y finalmente su caligrafía se había transformado en una masa cursiva apenas legible. El pinchazo que sentía en sus ojos solo le confirmaba que estaba a punto de ponerse a llorar.
- ¿Fate? - preguntó al aire, con voz temblorosa.
Fate, aún sosteniendo el lápiz y mirando a su hermana con ternura, se acercó hasta la banca y, posicionándose tras Alicia, escribió nuevamente en la libreta.
"Hola Alicia"
"Que alegría poder verte otra vez"
Al leer esas palabras Alicia perdió el poco control que le quedaba. Aferrándose a la libreta, lloraba copiosamente repitiendo el nombre de su hermana, una y otra vez, como si eso pudiera traerla de vuelta. Arf, preocupado por la actitud de su dueña, se había acercado nuevamente a la rubia, colocando su fría nariz cerca de sus manos intentando llamar su atención.
Fate solo la miraba, sin saber muy bien qué decir.
Tampoco era como si Alicia pareciera ser capaz de escucharla.
- ¿Puedes ayudarme con esto? - preguntó Fate, mirando a Rein.
La sacerdotisa, evaluando sus opciones y percibiendo la gran cantidad de culpa que se estaba agolpando en el ambiente oprimiendo su pecho si le prestaba mucha atención, se dirigió prudentemente hacia la rubia adolescente, colocando una de sus rodillas en el suelo al estar más cerca de ella para poder mirarla mejor.
Con su serenidad habitual, le habló suavemente.
- Sé que esto es muy difícil de procesar - inició Rein - Pero Fate necesita de tu ayuda. Soy sacerdotisa en un templo, no muy lejos de acá. Si quieres, podemos reunirnos allí mañana, cerca de esta hora. Así puedes asimilar lo que sucede con más calma.
- ¿Cómo puedo… ayudarla? - alcanzó a preguntar Alicia, intentando que su voz no se quebrara por el llanto.
Rein hizo una pausa, alternando su mirada entre las hermanas, mientras una sonrisa de entendimiento apareció en su rostro.
La culpa que lograba percibir de ambas partes le daba la respuesta.
Esas dos tenían mucho de qué hablar.
- Creo que hay una manera - respondió la sacerdotisa, con una amable sonrisa.
Nadaoriginal: ¡Al fin pasó! Ah, las maravillas del amor recíproco. Por su puesto Hayate tenía que tener algo que ver en ese empujón. Y vaya que hay que tenerle fe a esa mujer: Si no lo resuelve directamente, posiblemente tenga un contacto a su disposición que SI pueda resolverlo :p Qué tengas un buen domingo!
Miko86: Siendo honesta, me parece que si Nanoha no hubiese decidido dar ese paso esta Fate hubiese sido capaz de callarse todo por toda la eternidad. De cierta manera sigue estando muy consciente de su situación "vital" por decirlo de alguna manera, y por ende también de las limitaciones que vienen ligadas a todo ese rollo. Pero a veces solo nos queda vivir el momento y bueno, que pase lo que tenga que pasar, ¿No? ¡Saludos! :)
SotaElderSoldier: No lo digas muy fuerte que me sonrojo! Jajajaja. Es que Rein es maravillosa, hasta yo, si fuese Hayate, estuviera babeando. Cosas de mapaches, supongo! Si, la transición fue un tanto repentina, pero tenía que resolver ese asunto porque si no no iba a poder dormir. Creo que si me extiendo más el drama se me iba a colar por algún lado y rayos, pobre fantasma, no le doy un respiro x'D Muchas gracias por leer!
Zaisoh: Ah! Es que a veces vivir en un sistema de creencias tan represivo puede quedar muy grabado en tu ser, pero eso nos da pa otra historia luego :p Ah si, espero que Fate empiece a ahorrar energía desde ahora. Y pues... al final no fue tan difícil. Ya empiezo a sentir el dolor xDDD Qué tengas una buena semana!
Muchas gracias por tomarse algunos minutos de su tiempo para acompañarme con esta historia :) Nos leemos el próximo domingo!
