La satisfacción de escuchar su nombre de la boca de la miko era lo único que necesitaba para acabar con el centenar de demonios que osaban en perpetrar la aldea que Kagome por alguna razón buscaba proteger.

Luego del cegador destello de su viento cortante los trozos de carne quemada y podrida caían junto con la sangre que bañaba el pueblo, su poder como hanyou era magnífico y eso lo hinchaba de orgullo así que una vez envainada su espada se giró para ver a la mujer que seguía mirándolo perpleja, sus ojos café seguían siendo igual de emocionales y aún podía leerlos con una facilidad innata, ella estaba sorprendida y molesta quizás.

-tienes idea de lo que acabas de hacer? - masculló molesta la pelinegra - Mira este desastre!...

-Nada que no puedas reparar Kagome, tu energía espiritual podría limpiar esto en un abrir y cerrar de ojos - interrumpió con tranquilidad cruzándose de brazos para enfocarla, ella tenia al parecer un tic nervioso en una de sus cejas arqueadas.

-Kagome! - el grito eufórico esfumó la rabia de la mujer al recibir un pequeño abrazo del kitsune que descansaba ahora en su hombro sorprendiéndola.

-Pero...

-Kagome-Chan! - exclamó Sango abrazándola al instante, ella lloraba de felicidad probablemente, la miko pudo percibir su energía abatida, realmente estaba preocupada, igual que el kitsune que la abrazaba y el monje que recién se unía a ella.

- ¿quienes son ustedes? - dijo al fin, tomando al pequeño Shippo en brazos y depositándolo en el suelo para alejarse un poco de esas personas.

-espera... ¿que has dicho, acaso no nos recuerdas? - se aventuró Sango en iniciar una conversación en medio de los aldeanos que se aglomeraban a donde ellos estaban llamando la atención probablemente.

-Algún bastardo le hizo esto a Kagome - contestó Inuyasha manteniendo la mirada fija en Kagome, ella se veía claramente confundida.

-Esto no es bueno y probablemente comenzó cuando fue secuestrada - dialogaba Miroku acercándose al hanyou - pero si ella está aquí, qué pasa con la otra mujer que salvaste y querías encontrar... - hablo apenas audible para el hanyou, obteniendo su atención.

-Kagome... realmente no puedes recordarme? - interrogo el pequeño Shippo con un deje de tristeza en su tono de voz - de verdad no sabes quién soy? - su mirada azulada como el cielo era muy lastimera, el pequeño realmente estaba herido ante la sorpresa y la miko acabó retrocediendo unos pasos confundida agachándose y sosteniendo su cabeza debido a un repentino y punzante dolor de cabeza.

-Paren... yo no soy esa mujer que mencionan... mi nombre es Harumi y soy la sacerdotisa de este pueblo... - jadeo para incorporarse notando como todos la miraban con preocupación sobre todo el semi demonio de cabello plata quien buscaba acercarse a ella.

-Kagome... -llamó preocupado, esos ojos la confundían, eran tan profundos y cálidos como el sol.

-Detente... -casi necesitó suplicar - por favor, no me toques... -pidió por segunda vez cerrando los ojos para concentrar lo poco que quedaba de su energía espiritual - necesito levantar la barrera de nuevo.

-Harumi-Sama! -llamó una misteriosa voz masculina que se acercaba con evidente preocupación hasta llegar a la miko y sostenerla de una manera muy natural, casi íntima, sujetando los brazos de la mujer con notable delicadeza, enervando la paciencia del hanyou que veía herido tal escena.

-Yui... -susurro ligeramente nerviosa agradeciendo el gesto del hombre para ser envuelta en un halo de luz azul que se expandió por la aldea, limpiando y purificando todo a su paso, recibiendo los aplausos y la gratificación de los aldeanos que estaban a su alrededor presenciando su poder pero cayendo de rodillas ante tal demando de energía espiritual aterrando a Inuyasha.

-Kago...

-Harumi-sama! ¿Está bien? - el chico junto a Kagome no se apartaba de su lado y la aferraba a su cuerpo con un deje de posesividad que tenía al borde de la locura al hanyou.

-Engendro -susurro enojado Inuyasha - quítale tus sucias manos a...

-Basta Inuyasha -aconsejó Miroku tratando de apaciguar la ira del Hanyou.

Inuyasha lo miro por un instante abatido pero analizando por un instante la situación. Kagome no podía recordarlos y ella ahora estaba casi inconsciente debido al excesivo uso de su energía utilizado en combate para crear una maldita barrera en una aldea que ni si quiera sabía de su verdadera existencia, que no la llamaba por su verdadero nombre.

-Ustedes, por favor... pasen la noche a descansar en la mansión de la aldea -dijo con seguridad el joven de nombre Yui quien sujetaba a Kagome de forma nupcial con la clara intención de marcharse- no recibimos con alegría a híbridos o a escorias como ustedes que se unen a gente de tal especie - soltó con frialdad alimentando la ira del hanyou - pero han ayudado a Harumi-sama y estamos en deuda...aunque me cueste admitirlo - esto último salió casi en un susurro que no pasó desapercibido por el hanyou

-Tú... imbecil ...

-Espera Inuyasha... - se adelantó Miroku - escuchaste lo que dijo ... - fue entonces cuando el hanyou lo miro y movió una de sus orejas haciéndole saber al monje que su atención estaba en el por segunda vez - si nos quedamos, podremos encontrarnos con Kagome-sama pronto ¿ya puedes rastrearla por su aroma de nuevo verdad?

Ante la idea el peliplata sonrió asintiendo con la cabeza, sabiendo que podría localizar a la miko en un abrir y cerrar de ojos y esta vez si no iba a escapar.

Gracias por el apoyo a esta historia, aprecio mucho sus valoraciones y lindos comentarios