Hola! Perdón por tardar en actualizar. Esta es una historia 100% real: El viernes pasado me senté a escribir este cap. La idea era publicarlo el sábado, porque me gusta que los caps de fiestas sean publicados el fin de semana, así uno los lee un sábado a la noche, por ej, y siente que se fue de fiesta. La cosa es que pensé que necesitaba algo de inspiración, meterme en la piel de los personajes, para sentir yo mismo lo que ellos sentirían aquí. Entonces fue que decidí irme de fiesta, y lo hice. No sé si mis ganas por "meterme en el papel" fueron las causantes, o si no tuvo nada que ver, pero anduve por 3 bares/discos (no sé cómo les digan en sus países) y terminé bien pero bien hecho mierda, y me desperté el sábado a la tarde sintiéndome bien pero bien como la mierda e incapaz de hacer nada, mucho menos escribir.

Así que recién hoy, un día después, puedo empezar a escribir esto xD Para colmo no tengo nada de inspiración de "fiesta", me siento más como para escribir un cap donde Harry se relaje en la playa con otro masaje de Verity para recuperarse de una resaca, que de escribir una fiesta jaja Pero espero que quede bien! Ah, por cierto, el regalo ganador para Harry será publicado no aquí, si no que en el próximo cap, y aun se puede votar. Saludos!


Capítulo 31. La fiesta de Gryffindor

(Perspectiva n°1)

21:30 hs

-Aquí están los últimos barriles de cerveza de manteca -dijo Fred, entrando a la sala común con dos barriles sobre su espalda, cargando uno sobre cada hombro y avanzando lentamente, mientras cargaba su peso. Los depositó allí mismo, en medio de la sala común.

-Sabes que el Ministro de la Magia en persona está aquí esta noche para supervisar que no hagamos fiestas, ¿verdad? -le preguntó Angelina, ayudándolo a acomodarlos junto a las mesas.

-Me chupa un huevo -dijo Fred, limpiándose el sudor de la frente-. George, ¿me ayudas a traer los packs de botellas de vodka de fuego?

-¿Cuántos compraste? -preguntó este.

-Diecisiete packs de seis botellas cada uno. ¿Crees que sea suficiente?

-Mmm, no lo sé -George miró alrededor, a un grupo de Gryffindors que se habían acercado para ayudar con la preparación de la fiesta y se dirigió a todos ellos-: ¿Cuántos de ustedes toman vodka de fuego?

-¿En algún trago, o puro? -preguntó Neville.

Fred le sonrió y le guiñó un ojo.

-Ya he colocado los encantamientos muffliato por toda la torre -anunció Seamus Finnigan, que bajaba las escaleras de los dormitorios de las chicas, convertidas en un tobogán, deslizándose con estilo por este, de pie, como un surfista-. Y además coloqué unos encantamientos que me sé en todas las ventanas para que las luces que pondremos no se vean desde afuera.

-¡Perfecto! -dijo Alicia, sonriente.

-Desde afuera de la torre parecerá que es una apacible noche donde todos duermen -comentó Dean, sonriéndole a sus amigos-. No se oirá nada con todos esos muffliato, ni tampoco se verán las luces de la pista de baile. ¡Aunque aquí dentro tengamos la música a más no dar!

-¿Y cómo evitaremos que los profesores entren? -preguntó Parvati, acercándose junto a Lavender-. ¡Si el Ministro mismo está aquí, quizás quieran revisar las cuatro salas comunes para ver que todo esté bien!

-Ya nos hemos encargado de eso -le dijo Fred, acomodando los barriles de cerveza de manteca-. ¿Recuerdan ese encantamiento que han usado en el estadio del Mundial de Quidditch para qué los muggles, al acercarse, de pronto recordaran que tenían otra cosa que hacer y se marcharan?

-No me digas que sabes cómo hacer uno de esos -dijo Lavender, impresionada.

-No, yo no -explicó Fred-. Pero él sí.

Todos se volvieron a ver a quién era que señalaba con el dedo. En un rincón más apartado de la sala común, Anthony Goldstein estaba comiendo unos bocadillos. Alzó la mirada hacia ellos con la boca llena, al ver que todos lo miraban fijamente.

-Hola, ¿qué tal? -saludó el chico de Ravenclaw. Tragó rápidamente para poder hablar. -Es que mi padre fue el empleado del Ministerio al que mandaron a colocar ese encantamiento -les explicó-. Y me dijo que no era nada del otro mundo, y hasta me enseñó a hacerlo y todo.

-¡Es perfecto! -dijo Parvati-. Pero si ya está puesto, ¿cómo harán los invitados para llegar? Las chicas de Beauxbatons aún no llegan, y faltan muchos otros más.

-Aun no puse el encantamiento -explicó Anthony-. Espero la señal, chicos.

Fred asintió. Entonces abrió la canilla del barril de cerveza que acababa de acomodar y se sirvió un vaso lleno de espuma hasta arriba. Lo alzó hacia la multitud, brindando.

-El primer vaso de la noche -dijo, con su vaso en alto-. ¡Por una noche de mucha fiesta, descontrol y diversión!

Y lo bajó hasta el fondo, provocando que la bebida le chorreara por los costados de la cara.

22:00 hs

Harry caminaba por el vestíbulo de Hogwarts, completamente solo. Se había puesto su capa para hacerse invisible, más que nada para dejar de sentir las miradas de todos encima. La mayor parte del colegio no parecía feliz de verlo allí, como si fuera un violador que Dumbledore había permitido andar suelto por el castillo para abusar de todo el mundo. O quizás era solo su imaginación. No lo sabía. Lo que sí sabía es que tenía una fiesta a la que asistir esa noche, y ningún deseo de hacerlo. No se sentía como para ir a una fiesta, si no más como para relajarse en algún lugar tranquilo y despejar la cabeza de todas las cosas que lo agobiaban…

Había dejado a Verity para regresar a Hogwarts, y aun no sabía cómo se sentía al respecto. Ni siquiera había tenido tiempo de pensar en eso, porque enseguida había tenido que ponerse a la tarea de convencer a Katie de que lo ayudara, y había enfocado sus energías en ello. Y tampoco había tenido tiempo de pensar en Katie, la chica que parecía sentir algo por él y que había renunciado a todo, incluso a esos sentimientos, por ayudarlo a regresar a Hogwarts. El motivo de que no hubiera tenido tiempo de pensar al respecto era, claro, la inminente e inesperada situación de Hermione.

Ahora resultaba que Hermione estaba bajo un peligrosísimo encantamiento de lavado cerebral que hacía que quisiera estar con Malfoy, y la única forma de acabar con esta terrible manipulación hacia ella y de poder ayudarla era provocar que se enamorara de alguien más. Y Harry parecía ser el único candidato para la tarea. Lo cierto era que un rato atrás se había sentido motivado, incluso con ganas de emprender esa difícil misión. Pero ahora, en cambio…

Eran demasiadas cosas, todas juntas. Harry no se sentía como para enfrentar la noche que sabía que se avecinaba, pero, ¿qué opción tenía? Tenía que ayudar a Hermione, fuera como fuera. Además, también estaba lo otro: los sentimientos que él sabía que tenía por ella. Sus propios sentimientos por Hermione que habían sido el motor para regresar a Hogwarts en un primer lugar, para dejar a Verity a pesar de que ella fuera tan buena y tan perfecta…

Tenía que usar eso, esos sentimientos. No había otra cosa que pudiera darle un motivo para estar en la mentalidad correcta que requería la ocasión. Se forzó a sí mismo a dejar atrás a Verity, a Katie, a lo que los demás en Hogwarts pensaran de él, y todas esas cosas que le impedían concentrarse en su misión… Dejó todo eso atrás y pensó en una sola cosa: Hermione.

Hermione necesitaba su ayuda. Estaba en peligro. Hermione, la chica más importante para él en todo el mundo…

Asintió, bajo su capa para hacerse invisible, mientras cerraba los puños y daba leves saltitos en el lugar, como un boxeador preparándose para entrar al ring. Era el momento. No podía demorarse más. ¿Había alguna clase de instinto conquistador en él? No lo sabía. ¿Tendría la capacidad de conquistar a alguien que no tenía el menor interés en él y que posiblemente lo consideraba la peor mierda de Hogwarts? No lo creía. Pero, aún así, tenía que intentarlo, y ese pensamiento tenía que ser el único en su mente.

Tenía que intentarlo, tenía que poner todas sus fuerzas en ello, aunque pareciera imposible, aunque muy probablemente no fuera a conseguirlo… Aún así, tenía que dar su mejor esfuerzo.

Harry entonces dejó de dar saltitos y enfiló directo hacia las escaleras que descendían hacia las mazmorras.

Hermione estaba sentada en la sala común de Slytherin, junto a Malfoy. Tenía su cabeza recostada sobre su hombro y él le acariciaba el cabello, suavemente. El chico le dio un beso sobre la cabeza y ella se recostó más en él, subiendo las piernas al sofá.

-¿Iremos a la fiesta de Gryffindor esta noche? -preguntó Crabbe, chupando el envoltorio vacío de una rana de chocolate.

-¿La fiesta de Gryffindor? ¿Estás bromeando? -le espetó Malfoy-. ¿Ir a la torre Gryffindor, nosotros?

-Oí que estará muy buena -dijo Goyle, que se hurgaba el oído con el dedo meñique-. Muchos Slytherin irán.

-Sí, lo sé, por eso mismo decidimos no sabotear la fiesta diciéndole todo al director -dijo Malfoy, sin dejar de acariciar a Hermione-. Pero una cosa es cerrar la boca para que nuestros compañeros que quieran puedan ir, y otra cosa es ir nosotros mismos. Ni loco iré a la torre Gryffindor.

-Tú lo dices porque tienes novia, pero nosotros también necesitamos tratar de conquistar chicas, ¿sabes? -protestó Crabbe, y entonces dejó caer el envoltorio y se puso de pie. Había una mirada muy extraña en él, una especie de rebelión contra Malfoy, que siempre había sido su líder. Este se lo quedó mirando muy sorprendido. -¡Pues yo iré! ¿Vienes conmigo, Goyle?

Y entonces, para mayor sorpresa, Goyle dejó de rascarse el oído y se puso de pie también.

-¡Claro que sí, amigo! ¡Vamos a prepararnos!

Y entonces los dos amigos se fueron juntos hacia las habitaciones, dejando a Malfoy totalmente perplejo.

-Vaya, no me esperaba eso…

-Déjalos -dijo Hermione, levantando la cabeza para darle un beso en los labios-. Deben estar necesitando coger.

Malfoy sonrió y le dio otro beso a ella.

-Sí, será mejor que se busquen un par de chicas. El otro día encontré a Goyle masturbándose en la habitación. Créeme, no fue bonito.

Hermione rió.

-Me siento fatal -dijo Malfoy entonces, llevándose una mano a la cabeza-. No sé qué me pasa últimamente, estoy con dolor de cabeza todo el día… ¿Te molesta si me voy a dormir? Sé que es temprano, pero…

-No hay problema, ve -le dijo Hermione-. Yo veré si puedo ponerme al día con los deberes de Aritmancia. Me atrasé mucho esta semana.

-Siempre mi pequeña chica estudiosa -dijo él, en un susurro, dándole otro beso. Ella le sonrió, con sus ojos llenos de maquillaje negro, al igual que sus labios.

Entonces Malfoy se marchó hacia su habitación, dejándola sola. Hermione abrió su mochila y empezó a sacar los libros de Aritmancia, cuando se pegó un gran sobresalto. Porque, salida de la nada misma, la voz de Harry le dijo:

-No grites, Hermione. Soy yo. Estoy aquí al lado, invisible.

Hermione se quedó de piedra, con uno de sus libros en la mano. Miró alrededor, donde no había nada ni nadie. En apariencia, estaba sentada sola en ese gran sofá. Pero entonces suspiró, dejó su libro sobre una mesita que había delante y dijo:

-¿Qué quieres, Harry?

-¿No vas a saludarme? Estoy recién llegado de regreso a Hogwarts -dijo la voz de él, proveniente del lado del sofá opuesto al que había ocupado Malfoy instantes atrás.

-Pues, hola -dijo Hermione de forma sombría. Se acomodó el cabello negro tras una oreja. -No deberías estar aquí. No eres un Slytherin.

-Pensaba que tú tampoco.

-Ahora lo soy. He cambiado.

-Ya veo… Y debes sentir asco por mí, ¿verdad?

-No sé de dónde sacas eso. No he dicho nada al respecto. ¿Cómo has entrado aquí?

-Me sé la contraseña porque te oí a ti decirla la noche de la fiesta de Hufflepuff, ¿recuerdas?

-Claro.

-¿Qué piensas de esa contraseña? "Sangre limpia". ¿Ahora también piensas así…? Es decir, tú no eres sangre limpia, ¿verdad?

-Déjame en paz, Harry. No sé qué es lo que quieres, pero…

Y entonces, para su sorpresa, Harry se quitó la capa para hacerse invisible y se reveló a sí mismo allí, sentado del otro lado del sofá, junto a ella.

Hermione lo miró muy sorprendida.

-Estás loco -le dijo entonces-. Cuando te vean los demás Slytherin aquí, acabarán expulsándote de nuevo.

-No me importa -dijo Harry, mirándola fijamente a los ojos-. ¿Crees que regresé porque extrañaba las clases de pociones?

-¿Y por qué regresaste? -preguntó Hermione, cuyos ojos castaños lo miraban fijamente.

-Regresé por ti -dijo Harry, sosteniéndole la mirada sin siquiera pestañear.

Se creó una tensión entre ambos de inmediato.

-¿Por mí? -preguntó Hermione, creando una mueca con sus labios pintados de negro-. ¿Qué se supone que signifique eso?

-Hermione, estás bajo los efectos de un maleficio de magia negra llamado Coactus Labia, que Malfoy puso sobre ti -dijo Harry entonces, y sacó un libro de su propia mochila, que le puso delante-. Toma, aquí está el libro que lo explica todo. Te conozco de toda la vida, sé lo inteligente que eres. El encantamiento que Malfoy puso sobre ti puede cambiar toda tu mente, todos tus pensamientos, pero no puede cambiar una cosa: que eres la bruja más inteligente de Hogwarts.

-¿Qué? -dijo Hermione, con una mueca de desprecio hacia él-. ¿Qué clase de estupidez es esa?

Harry abrió una página del libro que había dejado señalizada y apuntó a la parte que hablaba sobre el encantamiento con un dedo:

-Te lo dejo para que lo leas. Solo te pido eso, Hermione, que lo leas. No te pido que me creas, no te pido que enseguida seas consciente de que esto es lo que hizo Malfoy para que estés a su lado a pesar de que te usó y te manipuló todo el tiempo. Sé que no me creerás, así que no me molestaré en convencerte. Pero te conozco, conozco tu curiosidad, que te gusta leer, que te gusta comprender las cosas por ti misma. Sé que querrás leer esto, aunque no lo creas, solo para poner las cosas en duda. Porque eso haces tú: eres una chica muy inteligente que no cree lo que nadie le diga, si no lo que tú misma saques como conclusión de las cosas. Y aquí tienes la respuesta a todas tus preguntas, en un libro que saqué de la misma biblioteca de este castillo.

Hermione no apartó la mirada de Harry por varios segundos. Parecía estar luchando con una gran cantidad de información que le desordenaba la mente una vez más…

Entonces, la chica finalmente apartó los ojos de Harry y los dirigió hacia el libro que él había abierto ante ella. Sus ojos empezaron a recorrer la descripción del encantamiento a toda velocidad.

-¿Dices que…? -susurró Hermione, que se veía totalmente distinta para él, con el cabello ahora negro con ese peinado desmechado y alto en la parte de atrás- ¿…que Draco me hizo esto, y que por eso he cambiado? ¿…Y que por eso decidí venirme a Slytherin y estar con él?

Harry no dijo nada. Sentía que era todo un logro el haber conseguido que ella leyera aquello. Había pensado que ni siquiera querría hacerlo. ¿Acaso…? ¿Acaso su plan podía funcionar…?

Hermione terminó de leer y entonces volvió a mirarlo con esa intensidad que lo ponía muy nervioso.

-Yo amo a Draco.

-Lo sé -dijo Harry, con tristeza-. Lo amas desde el día en que llegaste a este castillo, ¿verdad?

Ella asintió.

-Pero la Hermione que era mi mejor amiga no habría accedido a estar con alguien que le confesó, él mismo, que solo la había usado para lograr un plan perverso, nada más…

-Ese plan estuvo bien -dijo Hermione, inclinándose hacia él con una mirada distinta, una mirada de maldad que le provocó un fuerte escalofrío-. Ese plan estuvo bien, porque estás mal. Draco es bueno y tú eres malo. No dejaré que me convenzas de lo contrario con un estúpido libro.

-No, claro que no -susurró Harry, buscando la motivación para enfrentar esa difícil situación. Tenía que esforzarse tanto como fuera posible, intentarlo con todo su ser…

Entonces extendió una mano y la apoyó encima de una de las de ella, a pesar de que la actitud general de la chica parecía indicar que ante algo así sacaría su varita y lo lanzaría volando por los aires. Pero ella no hizo eso. Se quedó quieta, permitiendo que le tomara la mano y luciendo petrificada, como alguien que no sabe qué hacer ante una situación inesperada.

-¿Vendrías conmigo a la fiesta de Gryffindor esta noche? -le preguntó Harry, mirándola de lleno a sus ojos castaños-. Solo una noche. Y no volveré a molestarte nunca más. Solo una noche… Por lo que hemos tenido en el pasado, tú y yo.

-No ha habido nada en el pasado entre tú y yo -susurró ella, que empezaba a respirar de forma entrecortada.

-Según recuerdo, yo soy el chico con el que perdiste la virginidad -dijo Harry, acercándose más a ella-. ¿Recuerdas lo que me dijiste esa noche? ¿Recuerdas el momento en que me dijiste que no querías perderla con alguien como Malfoy, que seguramente acabaría rompiéndote el corazón, porque es un chico malo? ¿Puedes recordarlo…?

Hermione entonces asintió lentamente, y sus ojos tenían un destello distinto ahora, un dejo de melancolía que parecía provenir de alguna región profunda de su ser, tan profunda que no había podido ser manipulada por Malfoy.

-Solo una noche… -le susurró Harry, ahora llevando su otra mano hacia ella también y encerrando la de Hermione entre las suyas.

-Estás tratando de conquistarme -dijo ella, abriendo los ojos de forma exagerada-. Lo estás haciendo porque es lo que dice este libro, ¿no es así? Ahí dice que la única forma de romper el maleficio es que la bruja que fue encantada se enamore de alguien más… Pero estás equivocado. Yo no tengo este Coactus Labia. Yo solo he cambiado porque he descubierto que las cosas eran diferentes a como yo creía… No caeré en tu trampa. No lo lograrás. No vas a conquistarme.

Ese momento fue difícil. Por unos segundos, Harry no supo qué decir. Justo cuando pensaba que estaba haciéndolo bien… Se concentró con todas sus fuerzas, buscando una contestación inteligente… Hasta que la encontró.

Claro.

Ahí estaba la respuesta correcta. La tenía justo allí, entre las manos.

-Sin embargo, no te has soltado de mis manos -le dijo Harry entonces, dándole una caricia en los dedos-. La Hermione que conozco no habría creído que algo es real o que no lo es basándose en lo que otros le dicen… Sea Malfoy, o yo… La Hermione que conozco busca las respuestas ella misma. Sea en libros, o en su corazón…

Le acarició más la mano, y casi pudo ver el conflicto dentro de ella a través de sus ojos. Ella permanecía inmóvil, petrificada, respirando de forma cada vez más agitada.

-Solo piénsalo -susurró él, inclinándose todavía más hacia ella-. Piénsalo, y si decides que quieres descubrirlo por ti misma, entonces ya sabes qué hacer… Cualquiera podrá entrar a la fiesta en la torre Gryffindor hasta las once y media de la noche. Sabes la contraseña del retrato, es la misma… No haré nada más para querer convencerte. Que estés muy bien, Hermione.

Y entonces, Harry le soltó la mano y volvió a colocarse la capa para hacerse invisible, desapareciendo de su vista.

23:00 hs.

Ya habían encendido la música. Lee Jordan había montado todo un set de DJ en un costado de la sala común y apretaba varios botones en su consola, mientras se ajustaba unos auriculares al oído y bailaba al ritmo de la música que él mismo reproducía.

-¿Unas cervezas, señoritas? -saludaba George al enorme grupo de las chicas de Beauxbatons, que en ese momento pasaban todas juntas a través del orificio del retrato.

-Muggchas ggracias -dijo la que se llamaba Chloé, tomando un vaso que le ofrecía él.

-¿Han podido subir hasta aquí sin problemas? -preguntó Fred, a su lado.

En ese momento Fleur pasaba ante ellos, así que ella fue la que respondió:

-La pgrofesora McGonagall estaba paggtruyando los pasillos del tercer piso, pero no nos vio.

-¿Funcionaron los encantamientos desilusionadores, entonces?

-Peggfectamente.

-¡Genial!

-Les dije que soy toggda una experta en ellos -dijo Fleur, guiñándole un ojo a Fred y siguiendo de largo para encontrarse con Ron, que la esperaba allí delante-. Hola, mi amogg.

Ron la saludó con un beso en la mano. Se había puesto su mejor ropa muggle y se había peinado el largo cabello pelirrojo aun mojado todo hacia atrás, atado en una colita. Harry estaba tras él, bebiendo un vaso de cerveza de manteca en silencio, mientras los observaba. Se había puesto una camisa blanca, pantalones negros y zapatos. También se había peinado su largo cabello negro, aunque en su caso no había resultado tan bien, ya que como siempre este se revelaba continuamente contra el peine.

Fleur le dirigió una mirada poco amistosa.

-Hola, Haggy.

-Hola, Fleur -saludó él, con una leve inclinación de su cabeza.

La fiesta empezó. No había riesgos de que la música se oyera o de que se vieran las luces parpadeantes que habían conjurado en el techo desde afuera, porque los encantamientos para evitarlo ya estaban funcionando. Por el momento, el único riesgo era que aún faltaban llegar chicos y chicas y por lo tanto no habían realizado el encantamiento repele-profesores, como lo habían bautizado.

Todos los de Durmstrang ya estaban allí. Krum estaba charlando con Cedric en un rincón, riendo mientras bebían tragos hechos con vodka de fuego y jugo de naranja. Dean Thomas había resultado tener conocimientos de bebidas alcohólicas de magos, y se había puesto en el papel de barman, armando toda clase de tragos con las bebidas que habían conseguido los gemelos y sus amigos.

-¡Aquí viene el ponche! -anunció Seamus, apuntando hacia el orificio del retrato. En ese momento, este se abría para permitirle el paso a varios chicos y chicas de Slytherin, entre estas últimas Pansy Parkinson, que en su caso venía junto a un chico de Ravenclaw que Harry creía que se llamaba Michael Corner. Ambos cargaban un pesado y gigantesco barril, sosteniéndolo entre los dos. Habían estado con un encantamiento desilusionador puesto ellos también, que se esfumó cuando entraron a la sala.

Pansy depositó el barril en el suelo y varios Gryffindor se acercaron para ayudar. Entre todos lo levantaron, a pesar de que parecía pesar varias toneladas, y abrieron una canilla que tenía debajo, derramando toda la bebida de un color rosado sobre una fuente de cristal enorme que habían preparado en un rincón cercano a la chimenea, sobre una mesa.

Pansy se detuvo a recobrar el aliento con ambas manos apoyadas en la cintura. Sin quererlo, había quedado a solo unos pocos centímetros de Harry, y se volvió hacia él.

-Harry -dijo, con una mueca, mientras le clavaba sus ojos negros-. ¿Qué tal el retiro?

-Hola, Pansy -dijo él, dándole un sorbo a su vaso-. Bien. Tranquilo. Aprendí a servir helados. ¿Qué tal tú?

-Muy bien. Con nueva pareja -apuntó a Michael con la cabeza-. Aprendí a tener sexo sin tener que ser golpeada para disfrutarlo.

-Me alegro por ti.

Michael regresó allí y extendió una mano hacia Pansy. Ella la tomó y se alejó con él, luego de dirigirle una sonrisita a Harry. A este le gustó esa sonrisa, porque parecía indicar que todo estaba bien entre ellos, a pesar de las cosas que ella le había dicho luego de ver las fotos publicadas por todo Hogwarts el lunes anterior.

El reloj pasaba y el nudo en la garganta de Harry se hacía más grande… Hermione no había llegado con los demás Slytherin. No había rastros de ella, y si se hacían las once y media entonces aplicarían el encantamiento repele-profesores y ya no podría entrar…

Empezaron a llegar los más rezagados, entre ellos varios Ravenclaw y Hufflepuff que se habían entretenido. Todos parecían haber llegado sin problemas, logrando esquivar a los profesores en su camino hacia allí. Fred y George le habían pedido prestado el Mapa del Merodeador a Harry para guiarlos, avisándoles por medio de lechuzas en dónde estaban los profesores antes de que abandonaran sus salas comunes.

La música estaba más fuerte y la gente ya estaba totalmente distendida, bebiendo los tragos de Dean y bailando al ritmo de la música de Lee. Habían colocado luces destellantes que parpadeaban, y el ambiente ya era de baile. Harry estaba solo, porque Ron estaba bailando con Fleur en medio de la zona que habían despejado para bailar, en el centro exacto de la sala circular.

Once y veinte… once y veinticinco…

Hermione no asistiría. Harry se sentía derrotado. Entonces decidió que, si aplicaban el encantamiento sin que ella hubiera ingresado, subiría a su dormitorio y se iría a dormir. No tenía ganas de ser parte de esa fiesta...

Once y veintinueve…

-Oigan, ya es hora -dijo Fred, consultando su reloj-. ¡Anthony, haz lo tuyo!

Solo y cerca del orificio del retrato, Harry contempló con decepción cómo Anthony Goldstein caminaba hacia allí y sacaba su varita mágica del bolsillo…

-Espera, ahí entra alguien más -dijo Fred, deteniéndolo. El retrato acababa de abrirse…

El corazón de Harry dio un salto y terminó en alguna parte cercana a su garganta: Hermione acababa de entrar por el orificio. Llevaba un vestido negro también infartante pero distinto al que había usado esa tarde, cortísimo y con un escotado que dejaba ver la mayor parte de sus pechos. El corte también permitía ver toda su espalda. Su cabello negro estaba atado en un rodete y su maquillaje también era distinto al de esa tarde: seguía siendo negro en su mayoría, pero la forma era distinta en los ojos, y sus labios ahora estaban de un color morado oscuro.

Ni bien entró, Hermione se volvió hacia Harry y le dirigió una mirada extraña, que no era triste ni feliz.

-Hola, Harry -lo saludó.

Y se quedó allí, como esperando a que él dijera algo. Harry estaba tan impactado por su aparición a último momento y por su belleza que se quedó inmóvil, sin saber qué decir.

Entonces se dieron cuenta de que Anthony y Fred los miraban.

-¿Vienes con alguien más? -le preguntó Anthony, dudando, como si no quisiera interrumpir el momento-. Porque estoy a punto de cerrar esto -señaló al retrato.

-No, vine sola -dijo Hermione, en una voz fina. Anthony asintió y apuntó su varita al orificio del retrato de la Dama Gorda, empezando a pronunciar su encantamiento.

Hermione había ido sola. Malfoy no estaría allí esa noche. Había ido con Harry. Y lo miraba como indicando que esto era así, como esperando a que él la sacara a bailar o algo parecido.

-Listo -anunció Anthony, guardando su varita-. El encantamiento repele-profes está activo. Ya nadie, profesor, director ni Ministro podrá entrar aquí esta noche. Cuando se acerquen lo suficiente, recordarán que tenían algo más importante que hacer y se marcharán.

-¡Fantástico! -dijo George, y gritó a todo pulmón, a la sala en pleno, mientras Lee bajaba el volumen para que se lo oyera-. ¡Bueno, chicos y chicas, ya está todo listo! ¡BIENVENIDOS A LA GRAN, GRAN FIESTA DE GRYFFINDOR! ¡PÓNGANSE EBRIOS Y DISFRÚTENLA!

Todos empezaron a aplaudir y a celebrar. Lee Jordan subió el volumen ya a niveles de fiesta y apuntó su varita hacia los reflectores, haciendo que las luces bajaran drásticamente su intensidad. Ahora la sala común estaba casi a oscuras a excepción de las luces de baile encantadas que se encendían y apagaban y destellaban al ritmo de su música electrónica.

Todos bailaron y fueron a servirse vasos de ponche y de las demás bebidas.

La noche había empezado.

-Me alegra que vinieras -dijo Harry, finalmente consiguiendo hablar. Hermione asintió, sin dejar de mirarlo. Parecía insegura de estar allí, y Harry se preguntó si había estado a punto de no ir y se había decidido a último minuto.

Entonces Hermione se le acercó y le susurró al oído, para hacerse oír en medio del estruendo y los gritos de los adolescentes hormonales:

-He decidido investigar por mí misma.

Harry sonrió al oír eso, con su alma paralizándose dentro de su cuerpo. Entonces le hizo un ademán con la cabeza señalando a la mesa de Dean Thomas y fueron juntos a pedirle que les preparara unos buenos tragos.

00:00 hs.

La música tronaba en sus oídos. El descontrol había empezado. Las luces parpadeaban en sus retinas rápidamente y apenas podían ver dónde pisaban. Chicos y chicas de las tres escuelas y de las cuatro casas de Hogwarts bailaban juntos allí, chocando unos con otros y derramando bebidas de todo tipo sobre el suelo de la sala común. La mesa del ponche estaba abarrotada: todos hundían sus vasos de cartón en la fuente de cristal y los levantaban chorreando la bebida rosada, para luego llevársela a los labios.

Harry y Hermione bailaban juntos en medio de la pista, sosteniendo vasos de alcohol en una mano y la mano del otro en la otra. Harry no podía creer que estaba, de hecho, sosteniendo una mano de Hermione mientras bailaban juntos en medio de todo el mundo, lanzándose miradas continuamente y hablando poco; esto último por ser casi imposible entenderse con el potente nivel de la música.

Lee Jordan parecía un mago poseído, pasando sus dedos por la consola de música en un rincón y haciendo que la música electrónica golpeara todas las paredes circulares de la sala, provocando que las ventanas temblaran y el suelo vibrara. Era increíble que, desde afuera de la torre, pareciera que era solo otra noche tranquila y silenciosa en la casa Gryffindor, gracias a los encantamientos; mientras que adentro la música y el alcohol golpeaban las cabezas de los adolescentes como encantamientos Bombarda.

Harry se acercó a Hermione para hablarle al oído.

-Estás muy linda -le dijo, decidido a no perder la motivación que había despertado en él esa noche, como una inyección de motivación en sus venas. Tenía que intentarlo, sin cesar, sin bajar las energías en ningún momento. Tenía que dar todo de sí para lograr su objetivo: conquistar a Hermione.

Ella curvó sus labios morados en una sonrisa, y Harry sintió que sus dedos apretaban los de él un poco más fuerte al oír sus palabras.

-Tú también estás lindo -le dijo ella al oído.

Harry sintió un vuelco en el estómago. No supo si era producto totalmente de las palabras de Hermione, sin embargo: los tragos de Dean eran bastante fuertes, y ya se sentía un poco mareado. Hermione, que parecía sentirse similar, se acercó de nuevo a él sin dejar de bailar y le susurró:

-Voy al baño, ya vengo.

Harry asintió mientras la observaba marcharse hacia los baños de las chicas, los mismos donde la había querido espiar duchándose una vez. Se quedó allí, bailando solo, mientras recorría la sala común con la mirada, observando a todos los presentes…

Cho Chang bailaba con Roger Davies, a poca distancia de él. Junto a ellos, Ginny y Luna bailaban juntas, de la mano. Más allá había un círculo de varios hombres que reían y bailaban juntos, entre ellos Fred, George, Jamie y otros amigos suyos de sexto y séptimo año. Más allá, las chicas de Beauxbatons bailaban casi todas juntas y entremezcladas con muchos chicos de Durmstrang y de Hufflepuff.

Entre los de Hufflepuff, Harry vio a Susan Bones y Hannah Abbott bailando junto a Justin Finch-Fletchley y Ernie Macmillan. Se sorprendió de ver a Ernie allí, luego de que Ron le hubiera dicho que ahora todos lo odiaban por haber provocado el hundimiento del barco de Durmstrang. Pero todos allí bailaban despreocupadamente con él y el chico parecía estar divirtiéndose. Si él no era objeto del odio de los demás habiendo hecho eso, entonces él, Harry, quizás también sería perdonado por el resto del colegio y ya no lo verían como un abusador…

Harry miró hacia la mesa del ponche y vio a un grupo de chicas y chicos de Ravenclaw allí, entre ellos Lisa Turpin, Marcus Belby, Terry Boot y Padma Patil. La hermana de esta última, Parvati, estaba en otro rincón distante junto a Lavender y una chica también de Gryffindor que se llamaba Fay. Más allá de ellas, vio a otro grupito de chicos de Durmstrang en un círculo con varios chicos de Slytherin, entre los que alcanzó a ver a Crabbe y Goyle, que lucían extrañamente felices sin la presencia de Malfoy entre ellos.

Y entonces, mientras Harry bailaba solo, esperando el regreso de Hermione, mirando hacia la gente que había en esa dirección…

No…

No era posible.

Se quedó inmóvil en plena pista de baile, con todo el mundo bailando a su alrededor, empujándolo por accidente y derramándole chorros de bebidas encima. Pero él ignoró todo eso porque su mirada estaba fija allí delante, en un punto cerca de donde estaba el grupito de chicos de Durmstrang, por la zona donde habían colocado los barriles de cerveza de manteca y donde una chica de cabello rubio por los hombros era visible más allá de ellos; sola y un tanto apartada, cerca de las escaleras que conducían a los dormitorios de las chicas…

¿Qué rayos estaba haciendo Verity en una fiesta en la sala común de Gryffindor, en Hogwarts?

Harry permaneció inmóvil, mirándola fijamente, y entonces vio que la chica giraba la cabeza directo hacia él y se lo quedaba mirando…

Ambos se miraron fijamente a la distancia, separados por cientos de adolescentes que bailaban juntos y apretados, atiborrando cada rincón de la sala común de Gryffindor. La línea visual que se formó entre ellos, con los ojos del uno clavados en los del otro, no se rompió a pesar de todas esas personas que pasaron entre medio, riendo, bailando, charlando y sosteniendo bebidas en sus manos…

Harry empezó a caminar hacia ella, confundidísimo. Tenía que saber qué estaba haciendo allí…

-¿Verity? -dijo, al llegar a su lado. Ella se quedó mirándolo con sorpresa.

-Oh… Hola, Harry.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Harry, sin poder creerlo-. Es decir, qué sorpresa… ¿Qué haces aquí, en Hogwarts?

-Oh… bueno, yo… -Verity lanzó una mirada alrededor, muy nerviosa-. Lo siento si mi presencia te incomoda, Harry…

-No, claro que no -dijo él, con el ceño fruncido-. Me sorprende, nada más…

-He venido por ti, Harry -dijo Verity entonces, mirándolo fijamente con una mirada renovada que lo dejó sin aliento-. Lo siento, pero tenía que verte. Tenía que venir a decirte que te amo.

Harry sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba ante esas palabras. Se quedó inmóvil, sin saber qué responder o cómo reaccionar. No se esperaba nada de eso. Quedó en shock.

De pronto, todos sus pensamientos por Verity regresaron a él, todos juntos. El verla nuevamente luego de lo que había parecido una eternidad hizo que todos sus recuerdos con ella treparan a su mente: las noches de sexo, las tardes en la heladería, riendo juntos y sirviendo helados a los magos que entraban al negocio… Las noches durmiendo juntos, besándose y acariciándose en la cama…

-¿Qué estás diciendo? -dijo Harry, que por un segundo olvidó a Hermione y a su gran propósito, su gran objetivo de conquistarla…

Verity se acercó a él y lo tomó de ambas manos, clavando sus ojos castaños en los de él.

-Vine a buscarte para decirte que te amo, Harry, que te necesito -dijo Verity, que parecía triste-. Lo siento, pero no puedo estar sin ti. Quiero que regreses conmigo. Deja todo esto atrás y vuelve conmigo, Harry… Por favor… Te lo suplico… Te extraño muchísimo…

Sus ojos habían empezado a brillar con lágrimas. Era impactante verla llorar, porque Verity era una chica que parecía estar feliz todo el tiempo, siempre optimista y sin preocuparse por nada. Pero ahora lucía derrotada, vulnerable, incluso un poco humillada, habiendo ido hasta allí para confesarle sus verdaderos sentimientos por él, para tratar de evitar que Harry siguiera con su vida lejos de ella…

-Habíamos acordado quedar como amigos… -le dijo él, impactado-. Dijiste que solo había sido algo de unos días, que no tenía que hacer tanto drama…

-¡Mentí, Harry! -dijo ella, desesperada-. ¡Mentí, porque no quería admitir la verdad! ¡Sabía que eras demasiado bueno para mí, Harry…! ¿Quién soy yo? ¡No soy nadie…! Pero tú… Y estar contigo fue tan hermoso… ¡Por favor, Harry, regresa conmigo…!

-Aquí estás, Harry, no te encontraba por ningún…

La voz de Hermione se quebró al ver a Verity. La chica, que acababa de aparecer junto a ellos, se quedó muda al ver a los otros dos allí juntos, uno frente al otro y tomados de las manos. Harry soltó rápidamente a Verity y se volvió hacia Hermione, con su corazón dando un brinco.

-Hermione… Recuerdas a Verity, imagino…

-Sí, claro que la recuerdo -dijo Hermione, entornando sus ojos. ¿Se lo había imaginado, o de pronto los ojos de Hermione se habían vuelto de color negro? No, debía ser un efecto de las luces blancas que centellaban en la oscuridad…

-Hola, Hermione -saludó Verity, limpiándose las lágrimas rápidamente.

-Mejor me voy, los dejaré tranquilos -dijo Hermione, y empezó a alejarse rápidamente.

-¡No!

Harry quiso ir tras ella, pero Verity lo sujetó de un brazo para impedírselo. Harry se quedó observando cómo Hermione desaparecía en medio de la multitud, rumbo al retrato de la Dama Gorda…

Todo pareció ocurrir en un segundo: Harry se quedó allí quieto, con la mano de Verity sobre su brazo, sintiendo el tacto de sus dedos encima… Entonces, supo que tenía que tomar una decisión:

Una parte de él, aquella que se había alejado de Londres esa mañana luego de despedir a la chica que más lo había ayudado en esa horrible semana y que más lo había apoyado en todo, sintió que nada se le hacía más atractivo en el mundo que girarse hacia Verity y decirle que él también seguía pensando en ella; que quería regresar al confort de sus brazos, de sus caricias, de la simpleza que era la vida con ella… Y esa parte de él lo mantuvo con sus pies clavados en el suelo, pensando en las delicadas manos que lo sostenían por detrás…

Pero otra parte de él, aquella que había perdido la virginidad con Hermione en el baño de prefectos, aquella que había leído su diario, aquella que había decidido volver a Hogwarts por ella, aquella que esa noche había decidido hacer todo lo que estuviera en su poder por salvarla y finalizar el terrible maleficio que Malfoy había colocado en ella; esa parte fue la que tomó el control de su cuerpo en ese momento.

Entonces Harry se volvió hacia Verity y le dijo:

-Lo siento, Verity. Pero tú y yo terminamos. Lo lamento en el alma, porque eres una gran persona, pero yo amo a Hermione.

Verity lo miró con tristeza y con las lágrimas apareciendo de nuevo, sin decir absolutamente nada.

-Lamento que hayas viajado hasta aquí… No soy tan bueno como crees. Y tú sí que eres alguien. Eres alguien genial, una de las personas más perfectas que haya conocido, de hecho, y mereces a alguien perfecto también… Yo iré a buscar a Hermione. Lo siento mucho, de verdad… Te deseo lo mejor.

Y entonces Harry le dio la espalda y empezó a avanzar entre toda la gente, a toda velocidad, acortando la distancia que lo separaba de Hermione, que estaba a punto de salir de allí, lejos de él…

La alcanzó justo delante del orificio del retrato.

-Déjame -dijo ella, cuando Harry se le acercó por detrás.

-Hermione, espera...

Ella se dio la vuelta y la lanzó una mirada furiosa, que lanzaba chispas.

-¡Estoy harta de ti, Harry! -gritó entonces, perdiendo el control. Se le acercó con una vehemencia que le provocó auténtico terror, y de pronto la tenía encima suyo, gritándole a la cara de una forma que jamás había visto en ella antes, con una mirada perversa, macabra, malvada y furiosa a la vez. La mirada de la nueva Hermione oscura estando enfadada. -¡ERES UNA PUTA MIERDA, HARRY! ¡JAMÁS DEBISTE REGRESAR AQUÍ!

Harry trató de reaccionar con tranquilidad esta vez. No podía empezar a gritarle como había hecho en la discusión que habían tenido la otra noche en el Callejón Diagon. Hermione no era ella misma en este momento. Tenía que tener eso en mente. Tenía que continuar con el plan. Tenía que darlo todo para arreglar esta situación…

-Hermione, lo siento mucho. Yo no sabía que ella estaba aquí. Me ha sorprendido tanto como a ti…

-¡¿Para qué ha venido esa puta aquí?! -gritó Hermione. Y Harry trató de tomar esas palabras de donde sabía que provenían verdaderamente: de un maleficio provocado por Malfoy. No de la Hermione que él siempre había conocido. -¡¿PARA QUÉ CARAJO ESTABA TOMÁNDOTE DE LAS MANOS?! ¡SOLO HABÍA IDO AL BAÑO UN SEGUNDO, UN PUTO SEGUNDO, Y TODO LO QUE VENÍAS DICIÉNDOME LO TIRASTE A LA MIERDA…!

-No. Ella fue quien me tomó de las manos, Hermione -dijo Harry, acercándose a ella y manteniendo la calma-. Yo no lo hice. Yo terminé con Verity. Habíamos quedado como amigos…

-¡MENUDA AMIGA, QUE VIENE HASTA AQUÍ DESDE LONDRES A BUSCARTE, DE SEGURO QUE PARA DECLARARTE SU AMOR! ¡VE CON ELLA, HARRY! ¡SÉ QUE TE MUERES POR HACERLO!

Varios adolescentes ebrios que bailaban por esa zona habían girado las cabezas para oír la discusión y hablaban rápidamente entre sí, seguramente esparciendo el chisme. Pero a Harry no le importó. Se acercó a Hermione y le dijo:

-Hermione, siempre has sido tú la persona que…

-¡MENTIROSO!

-Acabo de decirle que se vaya, que jamás debió venir… Si quisiera estar con ella, no le habría dicho eso. No habría venido aquí corriendo a buscarte a ti.

Trató de mantener su voz tan serena como fuera posible. Hermione aflojó su mirada. De a poco, dejó de lucir tan severa…

-Dijiste que querías que venga aquí esta noche -dijo Hermione, en un susurro que aun denotaba resentimiento-. Dijiste "solo una noche"… Pues eso te daré, Harry. Solo una noche. Esta noche. Dejaré pasar lo de Verity. Dejaré pasar que yo misma fui hasta Londres a buscarte para "salvarte" y te encontré en la cama con ella, desnudos… Lo dejaré pasar porque dices haber terminado con ella. Y porque yo estoy con Draco en este momento, de todos modos. Solo vine aquí esta noche contigo para complacer tu estúpido pedido, para que veas que no estoy bajo ningún puto maleficio… Y luego continuaré con mi vida, ¿está claro?

Harry asintió. Aquello había complicado las cosas horriblemente. Era espeluznante el hecho de que Hermione recordara todo lo que había pasado la noche en que fue a Londres y lo encontró con Verity. Hermione estaba bajo un maleficio, pero seguía siendo ella misma, seguía teniendo todos sus recuerdos y aun tenía presente la discusión que ambos habían tenido a gritos en el Callejón Diagon, y todo lo que había tenido que sufrir esa noche… acabado siendo violada, todo por haber ido a "salvar" a Harry de un peligro que jamás había existido, mientras él estaba teniendo sexo con otra…

Volvieron a la pista de baile, aunque ya no era lo mismo. Harry fue a buscarles bebidas para tratar de aliviar la tensión. Hermione accedió a seguir bailando, pero hablaba mucho menos que antes y lucía resentida. Acarrear esa noche se le estaba haciendo dificilísimo a Harry. Ya no vio a Verity por allí, y supuso que se habría marchado de la fiesta.

Qué extraño era que hubiera ido hasta allí… Qué terrible curso había tomado todo…

Pero la noche continuó, a pesar de todo. Y Hermione seguía allí con él. Y Harry sabía que tenía que jugar sus cartas de forma perfecta para salvar la situación. Para salvar a Hermione. Tenía que olvidar a Verity. No había espacio para ella, aunque le doliera. No podía haber más errores. Tenía que hacer todo bien si quería tener éxito y salvar a Hermione…

02:00 hs.

Harry había hablado con Ron en un momento de distracción en el que Hermione fue a pedirle más tragos a Dean.

-Tienes que asegurarte de que ni Verity ni nadie vuelva a aparecer cerca de nosotros -le dijo, desesperado-. Si llegas a ver algo extraño cerca de nosotros, a ella o a cualquier chica interfiriéndose entre Hermione y yo, por favor haz algo.

-Entendidísimo -dijo Ron, dándole palmadas en el hombro-. Tú haz lo tuyo, galán, yo no te quitaré la mirada de encima. No dejaremos que vuelva a pasar algo así. A la primera cosa rara que vea que pueda llegar a estropearlo todo, acudiré en tu ayuda. Iré a avisarles a Fred y George para que estén atentos también.

-Gracias, amigo.

-De nada, Harry. Salva a Hermione. ¡Tú puedes!

Cuando Hermione regresó con dos tragos en sus manos, Ron ya había desparecido de la vista.

-Gracias, Hermione -dijo Harry, dirigiéndole una sonrisa mientras tomaba su bebida. Ella lucía más tranquila ahora. Hasta le dirigió una sonrisa también. Volvieron a bailar, y por primera vez en un largo rato ella volvió a tomarlo de la mano.

Hermione estaba bebiendo mucho, y él también. Empezaron a marearse, mientras bailaban…

Ella se le acercó para hablarle al oído luego de mucho tiempo:

-¿Te gusta como me queda el negro? -parecía ebria.

Él le respondió también al oído:

-Me gusta cualquier color que uses, porque eres hermosa y todo te queda hermoso.

Hermione le sonrió y le acarició la mano con la que él sostenía la suya, para dirigir el baile…

Vamos, Harry. Dijo una valiente voz en su cabeza. ¡Tú puedes con esto, Harry! ¡Está sonriendo otra vez! ¡Ha olvidado a Verity! ¡Ve por ella, ve con todo…! ¡Este es el momento, vamos!

Junto fuerzas. Fuerzas y más fuerzas…

Ambos estaban bailando en medio de un tumulto gigantesco de gente, tomados de las manos, ebrios y mareados, con la pista de baile girando a su alrededor, con toda la gente chocando con ellos mientras bailaban, pero sin que les importara en lo más mínimo, con las luces estroboscópicas parpadeando al ritmo de la música fuertísima que Lee Jordan lanzaba hacia sus oídos desde su consola de DJ, con los tragos de Dean ardiendo en sus gargantas, con el alcohol guiándolos mientras se tomaban de las manos y bailaban, compartiendo miradas en todo momento…

-Me gustas mucho, Hermione… -dijo Harry en su oído, y pudo ver claramente, a pesar de la oscuridad del lugar, que ella se sonrojaba.

Hermione era increíblemente hermosa. Aunque luciera muy distinta con todo el maquillaje negro y morado oscuro, y con su cabello negro y desmechado; su mirada era la de siempre en ese momento, con sus ojos castaños siendo tan hermosos como siempre, con esas pequeñas pecas en su nariz que tanto le gustaban, con esa cara hermosa que tenía que provocaba que su corazón latiera más rápido cada vez que la podía ver de cerca…

-Sé lo que haces -dijo ella, apoyando literalmente sus labios en sus oídos-. Quieres conquistarme para romper la supuesta maldición esa de tu libro… ¿verdad?

-Jamás pretendí que eso fuera un secreto -le dijo él, hablando en su oído también-. Pero eso no significa que mis intentos por conquistarte no sean auténticos. Que quiera salvarte de esa maldición no es solo porque me preocupes y porque quiera que seas feliz y libre de ese maleficio… También es por mis sentimientos hacia ti…

Quizás eran los tragos de Dean, porque de otra forma se le habría hecho mucho más difícil decirle algo así.

-¿Sentimientos? -dijo ella, que ahora había apoyado una mano sobre su hombro, mientras bailaban muy de cerca y se hablaban al oído-. ¿Qué tipo de sentimientos?

Harry calculó la situación y decidió que era seguro avanzar un paso: Apoyó una mano en su cintura, por encima de su vestido negro. Apoyó los labios en los oídos de ella y susurró:

-Los mismos sentimientos que tengo desde que leí tu diario, Hermione. Desde que supe que te tocabas en las duchas antes de irte a dormir, y no sabía quién era el chico en el que pensabas al hacerlo…

-Era Draco -dijo ella, ahora clavándole la mirada otra vez, muy de cerca. Muy, muy de cerca… -Era Draco en quien pensaba.

-Pero yo no lo sabía -le susurró Harry-. Y la idea me empezó a volver loco… Y por eso espié a Katie en las duchas. Primero había empezado a tocarme en los baños de hombres, pensando en ti… Y se me hizo muy fuerte. Necesitaba hacer algo más, porque el deseo era demasiado intenso… Y por eso luego quise espiarte a ti, a quien verdaderamente quería, cuando te duchabas esa noche…

Ella le apretaba el hombro con fuerza.

-Sé que te pusiste erecto esa tarde en mi dormitorio -le susurró Hermione al oído-. Cuando hacíamos el ensayo de pociones… Te vi. Estabas duro. ¿Fue porque acababas de leer mi diario?

Harry asintió. Se sentía agitado, como si flotara.

-Me despertó tantas cosas en la cabeza… -le susurró-. No sé desde cuando sentía cosas por ti, pero… Y después de eso, cuando estuvimos juntos en el baño de prefectos, todo escaló inmensamente…

Ella había dejado su trago y ahora bailaba con él con una mano en su hombro y la otra en su cintura.

-¿Te gustó eso? -le susurró Hermione, paseando su mirada entre sus ojos verdes.

-Fue la mejor noche de mi vida -le susurró Harry, honestamente.

Hermione se apoyaba ahora sobre su pecho. Bailaban despacio al ritmo de una canción más lenta. Las luces giraban por toda la pista de baile, alumbrándolos por momentos y dejándolos a oscuras por otros.

-¿Y por qué estuviste con Pansy luego?

-Porque tú estabas con Malfoy -dijo él-. Porque me habías dejado en claro que era él el que te gustaba… Porque te enojaste conmigo… No tenía esperanzas, pero créeme que te deseaba con todo mi corazón…

-¿Y por eso mismo fuiste luego con Verity? ¿Querías olvidarme?

-He querido seguir adelante con mi vida luego de que me echaran, Hermione. Pensé que nunca volvería a Hogwarts. Pero no pude hacerlo. Decidí intentarlo. No puedo creer que haya podido volver. Tenía que intentar regresar aquí. Aunque no tuviera esperanzas contigo... No hay nadie más por quien me sienta así… Tú eres la chica con la que quiero estar. Con la que siempre quise estar.

Le hablaba con honestidad, no era solo parte de un plan. Le decía aquello mirándola a los ojos con la verdad impresa en ellos, y Hermione pareció notarlo. Ella le acarició el pecho con una mano y entonces subió esa misma mano hasta su rostro, para acariciarle una mejilla.

-No sé por qué me siento atraída por ti -le susurró Hermione entonces, con su mirada perdida en él-. Tú eras mi amigo, Harry, nada más… De verdad quería perder mi virginidad contigo solo como amigos, para no tener luego un mal recuerdo si todo salía mal con Draco. Pero luego de eso algo nuevo surgió dentro de mí… Empecé a sentir cosas yo también… por ti…

Hermione le acariciaba el rostro y lo miraba fijamente, y Harry sentía su caricia con un calor que crecía por todo su cuerpo.

-Y ahora mi mente está perdida en medio de un agujero negro… y no sé qué hacer -susurró ella, con un tono de voz diferente: un tono que expresaba miedo. Hermione temblaba mientras lo miraba fijamente a los ojos, sus labios a solo cinco centímetros de los de él. -Mi cerebro me dice que estar contigo estaría mal, Harry… Mi madre dice que estar contigo estaría mal… Todos mis instintos me dicen que estar contigo estaría mal… Pero hay algo dentro de mí que me pide a gritos que te bese, Harry. Hay algo muy fuerte en mi pecho pidiéndome que me entregue completamente en tus brazos y que subamos juntos a tu habitación para hacer el amor toda la noche, Harry… ¿Qué puedo hacer? Dime qué hacer, Harry… Sálvame, Harry…

Harry empezó a inclinarse hacia adelante, sin dejar de mirarla fijamente.

-Te salvaré, Hermione -le susurró, con sus labios rozando los de ella.

Empezó a cerrar los ojos, preparándose para besarla.

Cuando entonces...

¡PAAAFFFF!

Alguien chocó contra ellos y derramó un vaso entero de ponche sobre Harry, manchándolo y empapando toda su camisa con la bebida rosada. La persona en cuestión empujó a Hermione luego, que tropezó con sus zapatos de taco y casi cae al suelo.

-¡Harry! -era Pansy Parkinson, que estaba más borracha que nunca en su vida y trastabillaba mientras tomaba a Harry de las manos y le sonreía con mucho aspecto de ebria-. ¡Necesito hablar contigo, Harry…! ¡Necesito decirte lo que siento por ti! ¡Tú me has enseñado a hacer el amor sin violencia, Harry, sin tener que sentir dolor para sentir placer…! ¡No siento nada por Michael, Harry, lo acabo de mandar a la mierda para venir aquí, a por ti! ¡Quiero que volvamos, Harry…!

Aquello era surrealista. Harry no podía creerlo. Acababa de arruinarle un momento que había sido perfecto, en tan solo un segundo…

-Pansy, estás ebria -le dijo Harry, tratando de quitársela de encima.

La chica no se apartaba de encima de él. Para su horror, vio que ahora parecía estar al borde de las lágrimas.

-¡TE AMO, HARRY! -gritó Pansy, sujetándolo con ambas manos de la camisa que ella misma le había llenado de ponche, mientras trataba de enfocar su ebria mirada en él-. ¡Me has complacido de una forma que nadie más pudo…! ¡Quiero volver contigo, por favor! ¡Quiero que me ames como yo te amo a ti…! ¡Lamento haberte dicho que eras un violento sexual…! ¡Sé que no lo eres, sino todo lo contrario! ¡Has sido tan dulce conmigo…!

Hermione se acercó y trató de quitársela de encima, pero Pansy puso resistencia.

-¡TÚ SUÉLTAME, PERRA! -gritó Pansy como loca, dándole otro empujón a Hermione-. ¿Crees que no sé lo que estás haciendo? ¡Estás tratando de copiarme! ¡Has visto que a Harry yo lo volvía loco y trataste de copiar mi look! ¡Ahora quieres lucir como yo, con ese maquillaje negro y esa ropa negra! ¡No puedo creer que hasta te atreviste a pasarte a mi casa, a Slytherin! ¡Todo para conquistarlo…! ¡NO VA A FUNCIONARTE, ASQUEROSA PUTA INMUNDA! ¡HARRY ES MÍO!

Harry cruzó una mirada desesperada con Ron, que se había acercado a la escena. Este asintió y se metió en medio de las dos chicas, para separarlas.

-¡Pansy, aléjate de Harry! -dijo Ron, sosteniéndola por los hombros-. ¡Te he visto beber ponche toda la noche, estás totalmente ebria! ¡No sabes lo que haces ni lo que dices! -Ron decidió improvisar, agregando-: ¡Ya van como cinco chicos a los que les dices que los amas en lo que va de la noche! ¡Esto está fuera de control, Pansy! ¡Creo que será mejor que te vayas a dormir!

-¡No es cierto! -le gritó Pansy, arrastrando las palabras. La chica luchaba por mantener el equilibro, apuntando a Ron con un dedo que acabó señalando a otra gente y con la mirada desenfocada. -¡Estás inventándolo todo para ayudar a tu amigo a que le meta la verga a la fea esta de Granger! ¡No le dije esas cosas a nadie…! ¡Creo que a Roger Davies nada más, pero es que está buenísimo! ¡No es mi culpa!

-Vamos, Pansy, yo también te vi hacerlo -dijo una nueva voz entonces. Harry se volvió y vio que Fred acudía al rescate también, junto a George.

-Es cierto, yo la vi decirles lo mismo a tres chicos de Durmstrang -dijo George, ayudando a Ron a apartar a Pansy de allí-. ¡Está como loca! ¡Será mejor que te vayas, Pansy! Vamos, te sacaremos de aquí. Perdónenla, chicos. Ha bebido demasiado.

George le dirigió una sonrisita a Hermione mientras Fred, Ron y él se llevaban a Pansy por los hombros.

-Aquí no ha pasado nada, sigan divirtiéndose -dijo Fred.

Estaban por marcharse, cuando entonces…

-¡YO TAMBIÉN TE AMO, HARRY!

-Ay, no… -dijo Fred, boquiabierto-. No es posible…

Katie Bell venía desde la mesa del ponche, tropezando con todo el mundo mientras se abría paso hacia ellos. Estaba destrozada por el alcohol. Lucía tan borracha que sus ojos apuntaban en todas direcciones diferentes.

-¡HARRY, QUISE AYUDARTE! -gritó Katie, lanzándose sobre él y lanzándole el aliento a alcohol a la cara-. ¡QUISE AYUDARTE A QUE ESTÉS CON HERMIONE, PORQUE SÉ QUE TIENES SENTIMIENTOS POR ELLA…! ¡PERO NO PUEDO! ¡TE NECESITO CONMIGO…! ¡POR FAVOR, HARRY, ÁMAME! ¡YO SOY LA VERDADERA POTTERHEAD! ¡ESTAS CHICAS NO TE CONOCEN COMO YO! ¡NO SABEN LA MARCA DE TODA TU ROPA INTERIOR COMO YO…!

Harry quedó pasmado. ¿Katie conocía la marca de toda su ropa interior? ¿Cómo mierda…?

-¡MALDITA PUTA PSICÓPATA! -estalló Pansy, liberándose de Ron y sacando su varita del interior de su falda negra-. ¡ESTÁS ENFERMA, PERRA! ¡VOY A MANDARTE A DORMIR CON LAS SIRENAS PARA QUE TE CUREN LA LOCURA!

Pansy lanzó un maleficio que pasó rozando el oído de Katie y acabó dándole a una chica de Beauxbatons, que tropezó hacia adelante y cayó directo sobre Neville Longbottom. En su desesperación por permanecer de pie, la chica se aferró a lo único que encontró… el pene de Neville. Quedó aferrada a su miembro por encima de su pantalón mientras Neville derramaba su bebida al suelo por la sorpresa.

-¡Lo siento! -dijo la chica, aferrándose ahora en cambio al brazo de Neville, que la ayudó a incorporarse.

-¡¿QUÉ TE PASA?! -gritó Katie, sacando su varita también y apuntándola hacia Pansy-. ¡TE VOY A DEVOLVER A TU CASA, ENFERMA DE MIERDA!

Y quiso atacarla también, pero George se lo impidió: Rápido, el chico se le lanzó encima y le arrebató la varita de entre los dedos. Fred hizo lo mismo con Pansy, que se disponía a atacar nuevamente.

-¡Basta, chicas! -dijo Fred, que le hizo señas a un par de amigos suyos que se habían acercado. Entre varios, lograron separar a Pansy de Katie, sujetando a ambas chicas con fuerza y alejándolas de allí.

-¡Todos sigan disfrutando de la fiesta! -gritó George al enorme grupos de chicos y chicas de las tres escuelas que se habían acercado para ver qué pasaba-. ¡No hay nada que ver aquí! ¡Todo ha terminado…!

Se llevaron a Pansy y a Katie mientras Lee ponía un tema que a todos les encantaba, y entonces todos olvidaron lo sucedido para bailarlo con ganas.

Ron regresó junto a Fleur. Fue como si nada hubiera sucedido. La música continuó, los adolescentes se olvidaron de la situación y siguieron bailando, y las parejitas que habían estado besándose en la pista de baile regresaron a lo suyo.

-Qué increíble… -murmuró Hermione, regresando junto a Harry.

Él no decía nada. Estaba avergonzado y furioso. Le habían arruinado el momento que con tanto esfuerzo había conseguido construir junto a Hermione… ¿Cómo podía tener tanta mala suerte? Primero Verity aparecía allí, viniendo desde Londres, siendo una Squib que no pertenecía a Hogwarts; y luego Katie y Pansy decidían batirse a duelo en medio del baile por él, por Harry, ambas diciéndole que lo amaban…

-Tantas chicas están muertas por ti, ¿eh? -bromeó Hermione, que volvía a estar ante él. Harry no sabía qué decirle, pero se sintió aliviado por su tono de broma. Aun así, ¿cómo haría para remontar la situación? ¿Cómo haría para volver a realizar todo ese esfuerzo otra vez, para tratar de acercarse a Hermione de nuevo luego de todo ese desastre?

Pero Hermione no estaba enojada ahora. De hecho, sacó su varita del bolsillo y la usó para limpiar la camisa de Harry. Con solo un encantamiento, logró que la camisa del chico se secara por completo, y él se lo agradeció.

-¿Seguimos bailando? -susurró ella entonces, increíblemente sonriéndole.

Harry la tomó de las manos y volvieron a bailar.

Con mucho esfuerzo, Harry decidió volver a empezar.

No iba a darse por vencido.

03:00 hs.

La música se había vuelto un zumbido tronando contra sus oídos. La gente a su alrededor estaba cada vez más loca. Harry sospechaba que el ponche tenía algo, porque todos los que lo bebían estaban comportándose de formas cada vez más desquiciadas: Cho Chang le apretaba el bulto a Roger Davies delante de todos, sin que le importara en lo más mínimo; Melanie Sanders se besaba a una chica de Beauxbatons de una forma tan pasional que parecía que empezarían a hacerlo allí mismo en cualquier momento; Krum y Cedric estaban sobre una butaca frente a la chimenea uno sobre el otro, besándose con tanta locura que a Harry no le hubiera sorprendido si se hubiera asomado y hubiera visto un pene allí al aire libre, ante todos…

Harry estaba agradecido de que Hermione y él ni siquiera habían probado el ponche, y de que en cambio estuvieron toda la noche bebiendo los tragos hechos por Dean. Y de que Dumbledore, McGonagall y el Ministro de la Magia, todos presentes en el castillo esa noche, no habían irrumpido allí y arruinado la fiesta. Evidentemente, el encantamiento de Anthony había funcionado a la perfección.

Todo parecía estar saliendo bastante bien, dejando de lado los incidentes con las chicas…

Hermione y él ahora bailaban muy juntos y apretados el uno con el otro, y ella incluso le había hecho un par de bailes sexys contra su cuerpo; uno de ellos consistente en ponerse de espaldas a él y menear su trasero contra él, un momento en el cual su endurecido pene se había apretado contra la cola de ella, sintiéndola a través de la tela de su pantalón y del vestido de ella…

Vamos, Harry, dijo la voz en su cabeza que lo motivaba y lo impulsaba a seguir, a avanzar. Ya casi la tienes… Es hora de finalizar esto. Es hora de dar el paso final.

Juntó fuerzas y más fuerzas, una vez más…

Se le acercó y le habló al oído:

-Hemos bailado toda la noche, sin parar. ¿No estás cansada?

-¡Sí! -dijo ella, apoyando una mano sobre su hombro otra vez.

Harry estaba nerviosísimo. No sabía si sería capaz… Pero tenía que hacerlo. Tenía que decirlo, y que pasara lo que tuviera que pasar…

-¿Quieres subir… a mi habitación? -le susurró entonces, mientras la miraba fijamente a los ojos.

Hermione siguió bailando, pero lo miraba directo a los ojos con la indecisión impresa en su rostro. Parecía estar debatiéndose contra una marea de pensamientos que se arremolinaban en su mente como un torbellino…

Finalmente, le sonrió solo un poco y asintió brevemente, sin decir nada.

Fue suficiente para él.

Sintiendo un rugido de satisfacción en su pecho, Harry la tomó de la mano y la condujo hacia las escaleras que iban a los dormitorios de los chicos. Pasaron entre medio de todos los demás, que bailaban y bebían, todos muy ebrios. Pasaron junto a Ron y Fleur, que se besaban muy apretados; junto a Fred, que se besaba con Leanne locamente; junto a Neville, que se besaba con la chica de Beauxbatons que había caído sobre su pene; junto a Colin Creevey, que se besaba con un chico de Durmstrang mucho más grande que él; junto a Crabbe, que sorprendentemente se besaba con Hannah Abbott…

Harry y Hermione subieron de la mano por las escaleras de caracol hasta llegar al dormitorio de Harry. Cuando entraron, Harry sintió un gran alivio al comprobar que este estaba vacío. Si bien había visto a Dean sirviendo tragos, a Ron con Fleur y a Neville con la chica de Beauxbatons, no había visto a Seamus; y temía que se hubiera ido a dormir.

Entraron al dormitorio y Harry fue rápidamente a su cama a buscar su bufanda con los colores de Gryffindor, que estaba allí. Salió al pasillo exterior con ella y la envolvió en el picaporte, del lado exterior, para indicar claramente que el cuarto estaba ocupado. Luego entró y cerró la puerta.

Se volvió hacia Hermione.

Ella lo miraba con esa expresión de temor otra vez, como si tuviera miedo de lo que fuera a pasar. Se había soltado el cabello negro mientras subían, según Harry notó. Ya no estaba peinado en un rodete como antes, si no que le caía suelto sobre los hombros.

El estruendo de la música aún les llegaba hasta allí, ya que el encantamiento muffliato había sido colocado por Seamus contra las ventanas y paredes de la torre, pero ellos aún estaban dentro de esta. Los graves retumbaban contra las paredes de forma ahogada.

Harry se acercó a Hermione y la tomó de las manos. Ya no tenía sentido sentir vergüenza ni timidez. Tenía que seguir adelante hasta el final, sin miedo.

-He hecho lo que me dijiste -le susurró ella, sosteniéndole las manos y mirándolo a los ojos-. He decidido investigar por mí misma y ver si tu teoría era verdad…

Harry asintió.

-¿Y qué descubriste? -le preguntó entonces.

Hermione entornó ligeramente los ojos.

-Cada neurona de mi cerebro me dice que estar aquí contigo es un error -le susurró-. Cada célula de mi cuerpo me pide a gritos que me vaya de aquí y que me aleje de ti…

Harry esperó, aun sosteniéndola de las manos, sin interrumpirla. Eso parecía ser lo indicado a hacer en ese momento…

-Tengo una voz en mi cabeza que me dice que eres lo peor que haya pisado este colegio jamás -le susurró Hermione, y su voz volvió a sonar de esa forma macabra, como un silbido fantasmal, proveniente de un ser maligno… -Que me dice que eres un abusador, que has atacado sexualmente, que te mereces haber sido expulsado, que jamás debiste volver… Que estás pensando en abusar de mí en este momento, igual de asqueroso que esos magos que me violaron en el callejón Knockturn la otra noche… Igual de detestable, de depravado…

Harry suspiró hondo. No dejó de sostenerle las delicadas manos, cuyas uñas estaban pintadas de negro, dentro de las suyas.

-¿Y por qué estás aquí conmigo? -le preguntó entonces, en un hilo de voz-. ¿Por qué decidiste subir a mi habitación?

Hermione abrió más los ojos mientras lo miraba en esa oscuridad penetrante. Su pecho se veía agitado. Su mente parecía trabajar a toda velocidad… Negó con la cabeza, nerviosa.

Y entonces Harry le soltó una mano. Usó su nueva mano libre para dirigirla al pecho de Hermione, donde la apoyó, por encima de su escotado vestido negro y de la piel de su pecho; con su palma abierta justo encima de su corazón.

Sintió el relieve de sus pechos bajo sus manos, pero no se preocupó de que ella lo rechazara por este atrevimiento. Sintió la respiración acelerada de Hermione bajo su mano, y el palpitar de su corazón. Y mantuvo su mano allí, sobre ella.

-No escuches a tu mente -le dijo entonces, acercándose lo suficiente para que sus narices se rozaran entre sí-. Escucha a tu corazón…

Hermione cerró los ojos y levantó un poco la cara… Él bajó un poco la suya y entonces se encontraron, con la piel de sus rostros uniéndose…

Se besaron en los labios, por primera vez en la vida. Hermione cerró los ojos con fuerza, como si estuviera luchando contra algo muy potente que le pasaba por dentro… Pero Harry la abrazó por la cintura y la afirmó contra su cuerpo, abriendo su boca para meter su lengua dentro de ella…

Ella le respondió abrazándolo también y metiendo su lengua en la boca de él.

Había funcionado. Hermione estaba en sus brazos… Hermione había sido conquistada… Hermione estaba allí con él…

Se besaron con más intensidad. Fue como si Hermione finalmente se liberara de algo terrible que había estado manteniéndola prisionera, contra su voluntad. La vehemencia con la que besaba a Harry fue aumentando cada vez más, creciendo igual que los latidos de su corazón, que el calor que brotaba de sus cuerpos…

Era su primer beso. Cuando lo habían hecho en el baño de prefectos no se habían besado, porque solo era "como amigos". Esta era la primera vez que Harry sentía el sabor de los labios de Hermione en los suyos, el sabor de su lengua dentro de su boca, y fue la experiencia más maravillosa que hubiera sentido nunca.

Se besaron más y más, abrazados muy fuerte. Y luego Hermione empezó a empujarlo hacia atrás, en dirección a la cama de Harry…

Harry tiró de las cortinas que rodeaban su cama con tanta fuerza que el barral enteró cayó al suelo. Sin que eso les importara para nada, se recostaron en la cama, aun besándose…

Hermione estaba acostada sobre él. Harry le besaba los labios con fuerza mientras le acariciaba la espalda. Ella puso una pierna a cada lado de él, de forma que el erecto pene de Harry quedó apretado contra su vestido, en la entrepierna.

Se abrazaron de nuevo, sin dejar de besarse. El pelo negro de Hermione le caía encima. Su pintalabios ahora estaba todo corrido y manchaba la cara de Harry. Ella presionó su pelvis hacia abajo, sintiendo el pene de Harry contra ella a través de la ropa…

Hermione le clavó los dedos en la camisa y se la arrancó con ambas manos, provocando que los botones salieron disparados sobre la cama. El pecho de Harry quedó visible ante ella y la chica le apoyó la cara encima, dándole besos sobre el pecho, en la piel.

Harry empezó a tirar de su vestido negro, subiéndolo… Apoyó una mano sobre su trasero desnudo y se lo acarició por arriba de la piel, sintiendo el calzón de Hermione bajo su mano mientras le recorría la cola con toda la mano…

Ella terminó de quitarle la camisa y la lanzó a un lado. Se quitaron los zapatos rápidamente y volvieron a besarse en los labios. Harry le apretó los pechos a través de la tela del vestido. Ella le masajeó el pene por arriba del pantalón…

Harry le quitó el vestido, subiéndolo hasta pasárselo por encima de la cabeza. Lo arrojó a un lado y vio los pechos desnudos de Hermione sobre él. No llevaba sostén bajo el vestido. Dirigió su boca hacia estos y se los empezó a chupar. Sintió la delicada piel de las tetas de Hermione en su boca. Le chupó los pequeños pezones, que le entraban enteros en la boca…

Ella ahora movía su cuerpo contra su pene, como si lo estuvieran haciendo, frotando su calzón sobre el pantalón de Harry… Este podía ver su trasero semi-desnudo sobre él, moviéndose… Él mismo se bajó el cierre del pantalón y empezó a bajárselo, para sentir a Hermione sobre él más intensamente…

Con el pantalón ahora por las rodillas, sentía a Hermione moverse sobre él, el calzón de ella frotando contra el bóxer de él. Se besaban apasionadamente, abrazando el torso desnudo del otro. Harry sostenía a Hermione en brazos y la abrazaba por su espalda desnuda. Las piernas de Hermione estaban abiertas y caían a cada lado de él, mientras frotaba su vagina contra su pene…

Harry se terminó de quitar los pantalones y se bajó el bóxer también, provocando que su pene saltara afuera, visible para ella. Hermione se bajó el calzón mientras lo observaba, se lo quitó y lo arrojó al suelo, en medio de la habitación.

Ambos desnudos ahora, volvieron a abrazarse y a besarse. Hermione descansó su cuerpo sobre Harry otra vez, sintiendo su pene contra su vagina, ahora con la piel de ella directo sobre la de él. Volvió a moverse sobre su cuerpo, haciendo que la cabeza del pene de Harry la rozara contra sus labios vaginales, moviéndose hacia arriba y hacia abajo, hacia arriba y hacia abajo…

Harry condujo su pene dentro de ella. La penetró. Hermione abrió más las piernas. Harry la sostuvo por el trasero, acariciándoselo con ambas manos. Hermione abrió la boca para permitir que la lengua de Harry se metiera dentro de ella otra vez. Su espalda se arqueó sobre el cuerpo de él. Sus pequeñas tetas desnudas rozaban la piel del pecho de él, que tenía algunos bellos negros. Harry dirigió sus manos hacia estas ahora, acariciándoselas con los dedos.

Hermione disfrutó del tacto de las manos de Harry sobre sus pezones, de la sensación del pene del chico abriéndole la vagina, mientras entraba y salía de ella. Su trasero desnudo subía y bajaba sobre Harry. Ahora Harry le acariciaba la cara mientras la besaba románticamente. Su cabello negro caía sobre el cabello negro de él.

Tenían sexo más rápido a cada minuto, moviendo sus pelvis más rápido y manteniendo un mismo ritmo, juntos. Rodaron en la cama y Harry quedó encima de ella. Hermione abrió más las piernas. Harry bombeó su pene contra ella más rápidamente, penetrándola desde arriba ahora y controlando el ritmo. Hermione alzó ambos brazos sobre la almohada, su precioso rostro de lado con sus labios entreabiertos y sus ojos cerrados.

Harry le besó la nariz y la cara, y luego los labios de nuevo. Estaba sudando. Le acarició un pecho y se los sostuvo con los dedos. Le besó el cuello, sintiendo en sus labios el calor de las venas de Hermione con su sangre fluyendo rápidamente por ellas.

Su pene se metía dentro de ella una y otra vez. La piel de su pelvis golpeaba contra la de ella. Sus testículos golpeaban contra la piel desnuda de Hermione. Ella tenía las piernas tan abiertas como era posible y sus pies estaban curvos hacia abajo, por la tensión. Su espalda se arqueaba sobre las sábanas de la cama de Harry. Esa cama donde había fantaseado y pensado en ella tantas veces… Y donde ahora la tenía bajo él, totalmente suya, desnuda y abierta ante él…

La sostuvo por la cintura mientras la penetraba. Hermione abrió los ojos y lo miró fijamente. ¿Por qué sus ojos se habían vuelto negros? Harry no lo entendió, pero no había tiempo de pensar en eso. Quizás fuera un efecto del maleficio de Malfoy… ¿Estaría desapareciendo? ¿Estaría funcionando? ¿Hermione ahora lo amaría más a él…?

Como si le leyera la mente, Hermione se levantó un poco, lo rodeó en brazos y lo besó en los labios nuevamente. Se besaron con mucha fuerza, aumentando incluso más el ritmo de la penetración. Hermione movía su cintura frenéticamente, moviéndose tanto como Harry para provocar la penetración. El ritmo se había vuelto tan rápido que era una locura… Se movían sobre el otro con una pasión y descontrol que iba más allá de todo el alcohol que habían bebido esa noche… Era una auténtica desesperación por hacerlo, por finalmente tener el cuerpo del otro desnudo en sus manos…

-Te amo, Harry -le susurró Hermione, gimiendo de placer en su oído-. Te amo, te amo…

-Te amo, Hermione…

Ella gimió muy fuerte, con su cara pegada a la de él. Harry hundió su pene bien dentro de ella. Le apretó el trasero con los dedos. Le acarició las piernas. Rodeó su delgada cintura con ambas manos y permitió que todo el placer se adueñara de él, hundiéndose en ella, gozando con locura de ese momento…

-¡Mmmm! ¡Ohhhh! ¡Ooohhhhhhhhhhh!

Los gemidos de Hermione crecían igual que la calentura que sentía, que el éxtasis. Levantó las dos piernas y permitió que Harry se las sostuviera dobladas contra sus pechos, con su trasero y su vagina ahora plenamente visibles ante sus ojos. Harry observó el coño de Hermione, depilado y enrojecido, con sus labios vaginales abiertos y su agujero abierto por él ante sus ojos, húmedo y deseoso de más sexo…

Metió su pene por él otra vez y retomó la penetración, ahora con las piernas de Hermione totalmente dobladas hacia arriba contra sus tetas. La sostuvo así mientras la penetraba tan rápido que el sudor empezó a chorrearle por la frente y a caer sobre ella.

Hermione tenía la cara roja y respiraba con mucha dificultad. Empezó a gemir más y más intensamente, moviendo todo su cuerpo para acompañar la penetración.

Luego ella se dio la vuelta, quedando boca abajo. Harry, como loco, se recostó sobre ella, ahora metiendo su pene entre sus glúteos. Volvió a penetrarla por la vagina, desde atrás, dándole duro contra la cama, con la espalda de Hermione contra su pecho y su cabello negro, ahora todo despeinado, delante de él.

Ella se puso en cuatro. Harry la tomó de la cintura y siguió embistiéndola, más y más rápido… Sus testículos golpeaban contra ella rápidamente. Su cola era pequeña, pero redonda y muy atractiva. Su gigantesco pene la abría por completo, provocando que los gemidos de Hermione se volvieran alaridos de placer.

-¡Aaayyyyyyyy! -chillaba Hermione, apretando las sábanas con las manos y arqueando la espalda, moviendo su trasero como en ondas, por momentos alzándolo contra él de una forma que lo ponía súper caliente…

Volvió a girarse para besarlo en los labios. Cayeron hacia atrás, ahora contra los pies de la cama, y ella volvió a estar encima de él. Se besaron en los labios. Estaban sudorosos. Llenos de calor. Se abrazaban por la espalda otra vez. Estaban tan calientes que no aguantaban más.

Sintieron cómo el placer los dominaba por completo. Crecía desde la punta de sus pies, tensionadas, subiendo por todo su cuerpo. El pene de Harry, durísimo dentro de Hermione, estaba por explotar…

Tuvieron un orgasmo simultáneo. Ambos sintieron al mismo tiempo cómo este crecía y se apoderaba de ellos. Harry eyaculó dentro de ella, y Hermione no dejó de moverse sobre él en ningún momento. El semen chorreó dentro de su vagina y luego por fuera de ella, cayendo sobre el pene de Harry y sobre sus testículos. Chorreando fuera de los labios vaginales de ella y por la cama de Harry…

Siguieron penetrándose, eyaculando otra vez. Se besaban con su saliva chorreando por sus labios. Se abrazaron con mucha fuerza, conteniendo al otro. Estiraron sus piernas y las pusieron tensas mientras el semen volvía a salpicar dentro de Hermione. Siguieron besándose y despeinando al otro con los dedos, acariciando sus rostros, con su piel resbalando entre sí por el sudor, mirándose fijamente en la oscuridad…

-Estuvo estupendo -le susurró Hermione casi sin voz por lo agitada que estaba, luego de que el momento hubiera pasado. Se quedaron mirándose fijamente en la oscuridad. Se sonrieron.

Entonces ella recostó la cabeza sobre su pecho y se abrazó a él. Y se quedó allí, recuperando la normalidad de su respiración mientras se abrazaba contra el cuerpo desnudo de Harry, totalmente suya.