27- NUEVAS COMIDAS

Madara suspiró abatido y esperó removiendo la comida que estaba cocinando, un puré de guisantes, y otras verduras, para sus pequeños sobrinitos, Hajime y Kano. Los dos bebés ya hacía días que comían esos purés que les preparaban, pero hoy Mito no estaba y Hashirama tenía mucho trabajo en el Hospital, tanto que hacía días que no tenía tiempo para aparecer por casa, así que le habían dejado sólo ante el peligro. Sus hijos ya se habían marchado hacía la academia ninja, estaba muy orgulloso de esos niños que tenían en común con el Senju y la Uzumaki.

Olfateó y parecía que la crema espesa de color verde ya estaba lista para que Hajime y Kano la comieran. La sirvió en dos boles de plástico que eran los platos de los bebés.

–Muy bien chicos, hora de comer. Y más vale que os lo terminéis todo… Con lo que me ha costado de preparar.– Miró la comida y el aspecto era horrible, pero es lo que debían comer los bebés cuando iniciaban con los nuevos alimentos.– Aunque yo no me comería esta cosa, pero bueno.

Las primeras cucharadas no fueron malas, Hajime algo más glotón se terminaba todo lo que le acercaba con la cuchara, en cambio Kano dejaba un poco, pero también iba comiendo. Kano le recordaba a Izuna cuando bebé, sonrió nostálgico recordando esos buenos tiempos...

Lo malo llegó cuando quedaba más o menos la mitad de puré en los platos… Una sublevación en toda regla, una insubordinación, una falta de respeto absoluta a su persona… Esos bebés se convirtieron en sus peores rivales y encima le vencieron.

¿Pero que sucedió?

Pues que le empezaron a tirar esa mierda verde encima, y para más inri en su cara y su desmelenado y salvaje pelo negro, su seña de identidad manchada con esa plasta verdosa. ¡Menuda puntería tenían los dos mocosos! Y por muy firme que se intenta poner los bebés se reían… ¡Se ríen de su molestia y de cómo le están dejando! Y siguen lanzándole el puto puré. ¡No le respetan! Y eso que él es Uchiha Madara.

–Soy vuestro líder, retacos…– Intenta obtener el orden en ese cuarto y ante esos dos críos irrespetuosos.

Nueva cucharada de puré en su pelo y nuevas risotadas de esos dos diablillos.

–Como se nota que sois hijos de la maldita rata albina… Habéis heredado esa capacidad de tocarme los cojones… – Masculla.

Y todo se detiene, pero no porque los bebés hayan entrado en razón, sino porque la comida se ha terminado… Y esta toda en su cabeza, o la mayor parte. Suspira y niega, pero recoge lo usado y lo lava. Luego lava también a sus sobrinitos y los deja en la cuna mientras se va a dar una ducha.

Ha tenido que lavarse el pelo como tres veces para eliminar todo el jodido puré. Esa cosa era más pegajosa de lo que parecía, se resistía a abandonar su cabello.

Luego va a por sus sobrinos y los pone en dos portabebés que se ata al cuerpo.

Camina por la aldea con calma y se para ante la floristería Yamanaka, compra un ramo de flores.

–¿Vas a verles?

Asiente a la vieja dependienta, paga el bonito ramo y sigue su camino. Suspira decaído… Pero así es la vida, son shinobis con responsabilidades y así ha sucedido las cosas. Esa es la vida que escogieron y tiene sus consecuencias, podría ser él el que hubiera terminado ausente.

Llega al hospital y entra, sonríe sombrío al entrar en esa habitación.

–Vamos Madara, no me pongas esa cara larga. Estoy bien.– Pues si, Mito estaba ingresada. La Uzumaki había sufrido una herida cuando entrenaba con sus hijos producto de un desmayo, el problema es que al caer se había golpeado la cabeza y se había hecho, además, un buen corte. La habían dejado ingresada por el trauma craneal, para controlar su evolución y de paso habían descubierto la causa de su repentino desmayo… Estaba en estado, de nuevo, y eso había causado una pequeña desestabilización del sello en su cuerpo. Otro motivo por el que mejor quedarse ingresada y hacerle un buen control. Aunque la pelirroja ya había descansado y tenía al zorro bajo control de nueva cuenta.

–Ya lo se princesita, pero estoy sólo en casa, con todos los niños, porque ese idiota de Hashi tampoco aparece por ahí.– Seguro que lo hacía para no tener que hacer las tareas del hogar… Si es que era un caradura cuando quería.

–Sabes que ha estado muy centrado enn la nueva investigación usando sus células, dice que así se salvaran más vidas de shinobis. Pero te aseguro que está bien… Hoy a pasado a verme.

–Claro, a ti si y a mi me ignora.– Se queja caprichoso, y algo celoso.

–Tampoco te pierdes la gran cosa… Le he tenido que pedir que se lavara con urgencia porque olía muy mal.

–¡Ucs! Todo para ti entonces.

Mito rió divertida por la mueca de asco del Uchiha.

–¿Cómo se han portado los bebés?– Mirando a los pequeños dormir cómodamente contra el cuerpo del azabache.

–No me respetan… Me han tirado la comida por encima.– Si, le dijo la verdad a su pareja… Mito tenía como un sexto sentido y siempre terminaba descubriendo todo, así que ya ni se molestaba en ocultarle nada.

–¡Jajajajajajaja! ¿A ti también?–Esa nueva voz hizo girar a Madara y hacerle una mueca a su hermano que se estaba burlando de él.– ¡Ves como no eres el único, Tobirama!

Izuna se acercó a sus bebés y cargó a Kano, mientras Madara le pasaba a Hajime al Senju albino.

–¡Izuna!– Gruñó a su pareja. Genial, ahora sus cuñados sabrían que sus propios hijos no le respetaban.–Hajime y Kano no...

–No intentes negarlo… Lo he visto. Nuestros hijos te llenan de puré y acabas pareciendo una masa verde furiosa*.– Se giró a su hermano y su cuñada.– Es muy divertido de ver… Va gruñendo y echando maldiciones mientras pisotea el suelo con fuerza. Chorreando del puré que tendrían que haberse comido nuestros hijos.

Y Mito y Madara empezaron a reírse; una de forma disimulada no queriendo ofender al varón albino y el otro de forma descarada.

–Tus hijos no te respetan rata, JAJAJAJAJAJAJA.

–Tampoco a ti, oh, gran líder Uchiha.– Soltó lleno de sarcasmo mientras mecía a Hajime que se había sobresaltado un poco con las desquiciadas risas del puercoespín.

–Son unos críos malcriados.– Masculló Madara esta vez. Ya bajando la voz para que los pequeños siguieran durmiendo sin interrupciones.– Puto puré pegajoso.

–Madara.– Izuna miró mal a su hermano por haberles dedicado esas palabras a sus bebés.– Mis hijos están muy bien educados y respetan a quien deben respetar. Se terminan todo lo que les doy sin ensuciar nada.

–Espera… ¿A ti no te echan comida encima?– Madara estaba que no se lo creía.

–Por supuesto que no, eso sólo os lo hacen a vosotros… Payasos.– Observando a su esposo y a su hermano con aire burlón.– Mis hijos saben quien manda en casa.

Madara observó a Tobirama con una sonrisa arrogante plasmada en los labios, orgullo porque su hermano era el que mandaba era lo que sentía… Aunque claro, Izuna era Uchiha, estaba claro que se haría con el control. Un pobre Senju no tenía nada que hacer contra un Uchiha.

Tobirama también miró con burla al puercoespín… Ese iba de gran líder y que ningún Uchiha le desobedecía… Pero Hajime y Kano sabían que ese hombre no se merecía ningún respeto.

–Mejor cédele el puesto de líder del clan a Izuna, está claro que sabe ganarse el respeto de los que le rodean mejor que tú.

–Cállate rata, que hasta tus hijos reconocen quien manda en casa.

–Silencio los dos. – Ordenó Izuna con el sharingan brillando en sus ojos, cansado de esas tontas pataletas de niños entre su marido y su hermano. Sus hijos eran más maduros que esos dos idiotas.

Ambos varones le obedecieron... Sabían lo que era mejor para ellos.