Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer, la autora de esta hermosa historia es la autora FyreByrd y la traducción es de AlePattz, Sullyfunes01 es nuestra prelectora.
Thank you Fyrebyrd for allowing us to share this beautiful story in Spanish.
Capítulo 28: Descenso empinado
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Continuamos en el día 30
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EPOV
¡Mierda!
¡Carajo!
¡Mierda!
¡Carajo!
¡MIERDA!
Miro fijamente mi plato sin saber qué coño hacer. Acabo de darme cuenta de que la amo y ahora me han puesto en un aprieto delante de toda la familia. Esto es algo que se supone que elijo decir... cuando esté preparado.
¿Qué coño voy a hacer ahora?
La risa de mi hermano me irrita tanto que por fin levanto la vista y lo fulmino con una mirada que pararía en seco a cualquier otra persona. Lo único que hace es reírse más.
Jodido pendejo.
Dejo que mis ojos se posen en Bella. Está mirando su plato con el tenedor en la mano, empujando la comida. Dios, la estoy cagando tanto, pero no sé qué hacer.
¿Estoy preparado para admitir la verdad?
¿Aquí y ahora, en esta habitación?
No lo estoy.
No puedo.
Mis labios no se abren y tengo la lengua pegada al paladar. De alguna manera, todo mi ser rechaza decir las palabras en voz alta, ahora mismo, en esta sala llena de gente. Así que hago lo que puedo para arreglarlo, ponerme una tirita hasta que pueda arreglarlo del todo.
"Colegas, ¿ya terminaron el postre?" Pregunto, mirando a los chicos al otro lado de la mesa.
"Sí, papá, ya he terminado", responde Seth, señalando su plato vacío.
"No quiero más", dice Jake.
Me limpio la cara con la servilleta y finalmente me vuelvo hacia Bella. "¿Y tú?"
Ella empieza a responder, pero antes se detiene para aclararse la garganta. "Claro, estoy llena".
Sonríe, pero no le llega a los ojos. Toda su actitud es deprimente y no puedo evitar preguntarme si esperó por un segundo que fuera verdad. Es verdad, pero no ahora, no aquí. No sé si está preparada.
No sé si yo estoy preparado.
Miro a mi hermano, que sigue sonriendo; el brillo de sus ojos me hace querer borrársela de un golpe. "Gracias por la cena, pero creo que estamos a punto de irnos". Me vuelvo hacia Vic. "Un placer, como siempre". Sonrío y miro a mis padres. "Me alegro de volver a verte, mamá. Papá, espero que pienses largo y tendido qué tipo de futuro quieres con mi familia".
Me hace un gesto seco con la cabeza mientras me levanto de la silla y le tiendo la mano, esperando que Bella acepte. "Chicos, vayan a recoger los juguetes que trajeron y nos vemos en la sala". Su mano se desliza sobre la mía y todo mi cuerpo suspira al contacto.
Jay y Vic se levantan de sus asientos para acompañarnos a la sala mientras los chicos suben a la habitación de Jared por sus cosas.
Vic se acerca directamente a Bella en cuanto dejamos de caminar, me la arrebata y la abraza largamente. Hay cuchicheos y sacudidas de cabeza entre ellas y solo puedo imaginar por qué.
Jay me rodea el cuello con el codo y tira de mí. Me quedo rígido un segundo, todavía cabreado con su estúpido culo, antes de ceder y abrazar a mi hermano. Quiero a ese estúpido hijo de puta por mucho que me cabree con sus bromas, y voy a echarle de menos.
"Díselo", me dice al oído. "Ella también te ama, hermano".
Intento sacudir la cabeza en los confines de su agarre mortal, pero no lo consigo. "La amo. Tranquilízate ya, hermano. Necesitaba tiempo para asimilarlo, ¿sabes?"
Se aparta y me mira. "¿Así que por fin lo admites?"
Me paso la mano por el pelo y asiento con la cabeza. "Sí, anoche mismo".
Sus ojos se abren de par en par. "Maldición, hermano, ¿cuándo se lo dijiste al niño?"
Pongo los putos ojos en blanco porque es una historia de mierda. "Más tarde, hermano. Inclino la cabeza hacia donde las mujeres están terminando su pequeño cuchicheo.
Abro los brazos y, con lágrimas en los ojos, Vic entra directamente en ellos. "Nos vemos por la mañana en el centro de almacenamiento de cordón umbilical, a las nueve".
"Lo sé, Vic, allí estaremos". La abrazo fuerte y tiro de ella hacia atrás para poder ver sus ojos. "Y gracias".
Entonces ella pone los suyos en blanco. "Tonterías, Edward. Nos vemos allá".
Miro a Bella y veo que también ha derramado unas lágrimas. Le hago señas para que se acerque, la arrimo y la meto bajo el brazo, intentando consolarla en silencio.
Seguimos charlando unos minutos antes de que los chicos bajen las escaleras con los juguetes en la mano. "Ya los tenemos, papá. ¿Listo para irnos?" pregunta Seth acercándose a nosotros.
Le revuelvo el pelo porque es demasiado tierno. "Claro que sí, colega. Vámonos".
Nos dirigimos al coche y hacemos el trayecto de vuelta a mi casa, donde Bella los lleva inmediatamente al baño principal para que se den un baño en la "bañera grande", como le gusta llamarla a Seth. Cuando salen, Jake me grita desde lo alto de la escalera que vaya a leerles. Me río entre dientes y voy a ver a mis amiguitos.
Cuando llego a la puerta, me detengo y contemplo cómo Bella los arropa con las mantas y les da a los dos besos y abrazos de buenas noches. Cuando termina, les da el libro y se levanta para dirigirse hacia donde estoy yo.
Me sonríe. "Son todos tuyos".
La agarro de la mano, impidiendo que pase de largo, y acerco mis labios a su oreja. "¿Me esperas despierta?", le pregunto, luego paso mi lengua por su lóbulo.
Se estremece y se aleja, sin mirarme a los ojos. "Claro, nos vemos cuando termines". Se da la vuelta y sale por la puerta de la habitación, dejándome con el corazón latiéndome en el pecho solo de pensar en la conversación que tenemos que tener.
"Papá", se queja Seth. "¿Vas a leernos? ¿'Green Eggs and Ham'(1) de nuevo?"
Me río y me acerco a la cama. "Si eso es lo que quieren que lea, entonces sí. ¿Y tú, Jake? ¿También quieres?".
Él asiente con vehemencia. "Ajá, es el libro favorito de Seth. Y no tenemos Wild Things aquí con nosotros".
"No hay problema". Les alboroto el pelo a los dos. "Los amo, chicos."
"¿Nos has dado una mirada con estrellas?" Seth me pregunta y quiero estrangular a Jay.
Suspiro. "No, solo miro con estrellas a mamá, pero los amo".
"¿Por qué a mamá sí y a nosotros no?". pregunta Jake, levantando las manos.
"Verás", empiezo, "es diferente. Ustedes dos son mis colegas, los amo y siempre los amaré. Pero amo a mamá de otra manera. Ella es..." Mierda, esto es difícil. "Es como mi novia, y algún día incluso querré casarme con ella", digo mientras me paso la mano por el pelo, sabiendo que se lo pediría mañana si no temiera que me rechazara.
Seth jadea, lo que hace que los ojos de Jake se giren para mirarlo. "¿Qué, Seth?", pregunta.
"Papá quiere casarse con mamá", dice, apretando el puño como si llevara toda la vida esperando oír eso.
Levanto las manos y recuerdo con quién estoy hablando. Ese será el próximo gato al agua. "Uao, espera. He dicho que algún día. No estoy seguro de que mamá esté preparada para eso ahora", explico. "Así que escúchenme". Hago contacto visual con ambos. "No pueden ir diciendo que mamá y papá se van a casar, ¿entendido? Porque hasta que no le pida a Bella que se case conmigo, no lo haremos. Y les puedo prometer en este mismo momento, que cuando lo haga, los dos podrán ayudar". A los dos se les dibuja una enorme sonrisa en la cara. "Pero solo si pueden mantenerlo en secreto. ¿De acuerdo?"
Ambos asienten con la cabeza arriba y abajo con grandes y exagerados movimientos. "Lo prometo, papá", dice Seth.
"Yo también, papá", asiente Jake. "No diremos nada".
Respiro profundamente aliviado y espero que los pequeños bribones no me lancen debajo del autobús... otra vez.
"De acuerdo, colegas, pásenmelo". Me meto en la cama, me tumbo a su lado y abro el libro para empezar a leer. Se acomodan, con los ojos cerrados ya dormidos.
~SLT~
Cuando entro en mi dormitorio, la visión que tengo ante mí me dejó frío. Bella está sentada, apoyada contra el cabecero, con el pelo recogido sobre la cabeza, leyendo un libro. Puede que sea la mujer más hermosa que he visto en mi vida... o puede que sea yo pero, en cualquier caso, me quedo en silencio y sin moverme del sitio, admirándola.
Cuando me canso, carraspeo para llamar su atención. Salta y deja caer el libro sobre su regazo, sus ojos se posan en los míos.
Una tímida sonrisa curva sus labios. "¿Cuánto tiempo llevas ahí de pie?", me pregunta en voz baja, revolviendo un mechón de pelo entre los dedos.
Me relajo contra la pared, con las manos en los bolsillos. "Un rato".
Frunce el ceño. "¿Por qué no entraste?
Sonrío. "Ya estoy dentro, Bella. Estaba disfrutando de la vista desde aquí".
Se afana en meter su marcapáginas y colocarlo en la mesilla, evitando mis ojos todo el tiempo. Espero pacientemente. No voy a forzar las cosas ni a cometer un error. Voy a tomármelo con calma, asegurarme de que se siente cómoda conmigo y, con un poco de suerte, calibrar su posible reacción.
Cuando ya no tiene nada más en qué ocuparse y aún no le he quitado los ojos de encima, por fin me mira. Veo la incertidumbre reflejada en mí y se me parte el corazón en dos. He sido yo. Debería haberlo admitido antes.
¿Es eso lo que está esperando?
¿Está esperando a que lo diga?
¿Está esperando a que lo niegue?
Suspiro y me alejo de la pared, acercándome a ella lentamente. Ella sigue sin hablar, solo me mira acercarme, estudiándome en silencio. Es como si buscara algo que le dijera lo que va a pasar.
Tengo miedo.
Estoy jodidamente aterrorizado.
Me petrifica ir demasiado rápido y me asusta no ir lo suficientemente rápido.
Solo puedo compartir mi corazón y esperar que no lo haga pedazos. Espero que lo acune y abrace lo que le ofrezco. Porque lo estoy desnudando todo, dándole todo lo que tengo. Todo lo que soy.
Me siento en la cama junto a sus piernas y acaricio su mejilla. "¿Por qué pareces tan insegura, Bella?" le pregunto suavemente.
Cierra los ojos un segundo y, cuando los vuelve a abrir, están un poco vidriosos, como si estuviera conteniendo las lágrimas. Se tapa la boca con los labios y mueve la cabeza de un lado a otro.
Me acerco y subo la otra mano para cubrirle las dos mejillas. Cuando está cara a cara conmigo, veo que se le escapa una lágrima. "Cariño", le digo, secándosela con el pulgar. "¿Qué te pasa? ¿Por qué estás enfadada?"
Intenta apartar la mirada, pero no se lo permito. Ella está sufriendo y yo hice esto. Sé que esta reacción, en este minuto, es culpa mía. "Por favor, cariño. No llores", la tranquilizo, secándole cada lágrima que cae. "Yo hice esto, ¿verdad? Yo soy la razón por la que lloras".
Intenta sacudir la cabeza con vehemencia, pero aprieto el agarre. "Basta ya. No sigas negándolo, te hice daño antes. Sé que lo hice".
"No es culpa tuya", insiste. "No sé qué me pasa".
Le seco las últimas lágrimas y me inclino para acercar mis labios a los suyos y establecer una rápida conexión. Necesito sentir el zumbido que nos recorre cuando estamos juntos. Empieza en nuestros labios y recorre todo mi cuerpo, zumbando y haciendo zapping por el camino.
Aprieto la frente contra la suya. "Sé lo que hice, nena, y lo lamento. Nunca quise hacerte sentir así". Dejo que una sonrisa se dibuje en mis labios. "Pero el caso es que verte así me hace saber que estás dispuesta a escucharme... a aceptar mis palabras y quizá incluso a devolvérmelas pronto".
Intenta retroceder, pero yo mantengo nuestras frentes juntas. Quiero estar así de cerca y mirarla a los ojos con mi sinceridad brillando para que ella la vea. "No, nena", le digo negando con la cabeza. "Mírame a los ojos y escucha mis palabras".
Espero a que se recomponga y sus ojos se claven en los míos antes de volver a hablar. "Bella", digo, con la voz entrecortada. "Lo eres todo para mí. Te... te amo".
Sus ojos se abren de par en par, pero la mantengo ahí, necesito que vea que es verdad, que ella lo es todo para mí. Parpadea rápidamente y se acerca muy despacio. Sus labios se pegan a los míos.
Este beso es el que he estado esperando toda mi vida. Aunque no ha dicho las palabras, se oyen alto y claro.
Bella también me ama.
Deslizo la mano hasta su nuca y la acerco, hundiendo más la lengua. Ella se arrastra ansiosa hasta mi regazo. Nuestras lenguas siguen deslizándose, lentas y sensuales, una contra la otra. Cuando se ha saciado, se retira y vuelve a apoyar la frente en la mía.
"Yo también te amo, Edward", jadea contra mis labios.
Cuando vuelvo a besarla, niega con la cabeza. "No, déjame terminar. Ni siquiera me lo había planteado, pero cuando Jake dijo lo que dijo y tú actuaste así, me dolió mucho. Entonces supe que la única razón por la que sentía tanto dolor era porque estaba enamorada de ti".
Me río entre dientes porque vaya pareja que somos. "Cariño, no tienes ni idea. Me di cuenta anoche y luego va Jake y me revienta así; me quedé aturdido. Lo siento mucho, mierda".
"Shhh, no pasa nada, Edward", me tranquiliza.
Sacudo la cabeza. "La verdad es que no, Bella. Yo... eh... se lo dije a principios de semana, fue antes de darme cuenta, pero me lo preguntó y yo... no pude decirle que no. Pero ahora, cuanto más lo pienso, sé -le doy un beso en los labios- que era verdad... incluso entonces. Y ahora lo quiero todo. Cada pedazo que estés dispuesta a darme".
Las comisuras de sus labios se curvan ante mi confesión. "Lo entiendo, Edward", dice. "No esperaría menos de ti". Se acerca y me pone la mano en la mandíbula. "Y yo también lo quiero todo. Todo lo que me ofreces". Acerca sus labios a los míos y es el paraíso, pura felicidad.
Cuando nos separamos, busco en mi cerebro el momento exacto en que me enamoré de ella. En cada pensamiento, me doy cuenta de que ya lo estaba.
En la barbacoa familiar, lo estaba.
Aquella primera noche en su cama, lo estaba.
Cuando volvimos a casa del hospital, lo estaba.
Pienso aún más en el pasado y suelto una risita profunda y gutural. "Sabes, creo que te he amado desde que tu palma se conectó a un lado de mi cara, si te soy sincero".
Ella baja la mirada y la aparta de mis ojos por primera vez desde que pronuncié esas tres palabras mágicas. Le levanto la barbilla. "Oye, ¿a qué viene eso? ¿Por qué apartas la mirada de mí?"
"No debería haberte abofeteado. Me equivoqué. Lo siento", susurra.
Le rozo los labios con el pulgar antes de inclinarme y capturarlos con los míos. El beso es lento y sensual, pausado y frenético. Los dos decimos lo que hay que decir sin palabras.
"Nunca tienes que disculparte por proteger a nuestro hijo, aunque sea de mí".
"No volveré a hacerlo, lo prometo".
Con nuestros labios aún fundidos, deslizo la mano bajo su blusa y la deslizo lentamente por sus amplias curvas. Nos separamos, jadeando, mientras se la saco por la cabeza. Debajo no hay más que un minúsculo par de bragas marineras de encaje. Mi ropa se une al montón que crece rápidamente.
Nos levanto juntos y la subo a la cama, sentándome para contemplarla. Es como si esta noche estuviera viendo a otra persona. Bella siempre ha sido muy sexy, pero esta noche es como si la viera a través de unas gafas del color del amor.
Su piel resplandece y sus ojos brillan, su sonrisa ilumina la habitación y mi corazón late a mil por hora. Trago saliva y me paso la lengua por los labios para humedecerlos, me ha dejado inmóvil, soy incapaz de apartar la mirada.
Sus piernas me envuelven con su calor y me atraen hacia ella. Salgo de mi embriaguez de amor y me pongo manos a la obra. Empiezo por los tobillos y voy amasando y acariciando cada centímetro de sus largas y deliciosas extremidades. Cuando llego a la confluencia de sus muslos, solo me permito el más leve roce con sus bragas ya empapadas, una y otra vez.
Está inquieta bajo mis palmas, retorciéndose debajo de mí. Me inclino y cierro la boca sobre su humedad, soplando mi aliento caliente contra ella.
Gime grave y prolongadamente.
Mis dedos enganchan y tiran de ella, desnuda ante mí. Me siento en cuclillas y contemplo la belleza que solo yo puedo ver. Sin poder contenerme, me meto la polla en el puño, bombeando una, dos y otra vez.
Unas manos pequeñas apartan a otras más grandes y me rodean. Gimo en cuanto entran en contacto, las sensaciones que me recorren se intensifican con su tacto. Arriba, abajo, aprieta. Tengo que apretar los dientes para no agarrarla y penetrarla de golpe.
Cubro su mano con la mía y la aparto, aunque eso me hace suspirar de alivio y me mata al mismo tiempo. La tumbo de espaldas y cubro su cuerpo con el mío.
Los dedos se entrelazan junto a su cabeza.
El acero duro se encuentra con la suavidad resbaladiza y húmeda.
Las lenguas bailan y giran, se retuercen y empujan.
Nuestros cuerpos ya se conocen tan bien, pero esto es algo nuevo, algo maravilloso. Es la unión de nuestros corazones y mentes, de nuestras almas y alientos. Nos estamos mezclando uno con el otro, en un todo.
Levanto la cabeza y la miro fijamente a los ojos mientras me deslizo dentro, hasta el fondo, la conexión es completa. Los suspiros se escapan de nuestros labios y los gemidos se agolpan en nuestras gargantas.
Me echo hacia atrás y comienzo un ritmo.
Un ritmo que nos une como amantes.
Un ritmo que señala el final de un anhelo.
Un ritmo que nos quema, nos hace sudar y jadear.
Un ritmo lleno de amor.
Los ojos se clavan el uno en el otro y las manos se agarran y se estrechan.
Me inclino y le acaricio el cuello. "Te amo, mierda, Bella. Amo a nuestros hijos y amo a nuestra familia. Soy de ustedes. Le pertenezco a todos. Por favor, di que te quedarás conmigo".
Ella gime. "Dios, Edward. Somos tuyos, todos somos tuyos". Me mira a los ojos. "Nunca te dejaré ir."
Nuestro ritmo aumenta.
Dentro y fuera,
adelante y atrás.
"Edward", jadea. "Por fa..."
Me trago sus súplicas con la boca mientras ella se agita a mi alrededor.
Suelto sus labios, me alejo y la miro a los ojos mientras me dejo ir.
Agotado y lleno de más de lo que jamás creí posible, la estrecho contra mí.
"Te amo, Bella".
"Y yo a ti."
~SLT~
(1) ¿Lo recuerdan? Green Eggs and Ham, Huevos verdes con jamón, del Dr. Seuss, es el libro favorito de Seth. [Capítulo 15]
Nota de la autora: Bueno, están enamorados :)
¡Agárrense fuerte!
