Misaki vio los planos con completa perplejidad.

—¿Qué es esto?

Akihiko asintió—. Casas; esta me gusta porque tiene jardín interior.

—¡¿Para qué mierda necesitamos jardín interior, veinte habitaciones y tres cocinas?!

Dejó los planos en la mesa de centro, al ver como todos y cada uno se trataban de mansiones. Con un suspiro exasperado llamó a Hiko, que llegó corriendo a Misaki.

—Solo necesitamos una casa con un patio para que esta cosita preciosa pueda jugar —dijo Misaki, que tomó al perro entre los brazos y lo comenzó a mimar—. ¡Pensé que te lo había dejado claro!

—Por eso: esta se encuentra ubicada en un terreno de doce hectáreas.

Misaki abrió mucho los ojos y recordó, por un momento, la residencia Usami, con un terreno tan gigantesco que llegó a perderse. Sin duda, lo que más le perturbaba, era la calma con la que Usami hablaba.

Negó con la cabeza y soltó a Hiko que fue a jugar a perseguirse con Aki, mientras Misaki no dejaba de darle vueltas al asunto.

—No necesitamos algo tan grande. Mira, ¿qué tal si me dejas a mí el tema de escoger una casa?

Akihiko pareció poco convencido, porque desvió la mirada con frialdad y no contestó. Misaki, ahora más frustrado por el desaire, se levantó y cambió de asiento, al lado de Akihiko.

—Usagi-san, no necesitamos algo tan grande.

—Ah…

—Porque solo seremos nosotros dos…

—Ya…

—¿Por qué siento que no me estás escuchando?

—¿Y si nos mudamos de Japón? Viví un tiempo en Inglaterra y me gustaría mostrarte como es…

Misaki soltó un bufido y se cruzó de brazos. A veces sentía que hablar con Usami era equivalente a hablarle a una pared.

—Voy a buscar una casa lo suficientemente grande para nosotros —determinó Misaki, que se levantó dispuesto a preparar la cena—. Fin de la discusión.

Usami hizo un mohín con los labios, pero no refutó nada, aunque se guardó los planos.


Sabía muy bien que Usami no aceptaría mudarse a un sitio más pequeño que el que ya tenía. A pesar de que la mitad de las habitaciones del apartamento, se hallaban vacías.

Quizás podría intentar convencerlo, de que no necesitaban más que cinco habitaciones, pero sabía que eso costaría mucho. Incluso sí, de por sí, cinco habitaciones equivalían a una casa grande.

En la inmobiliaria habían dispuesto muchísimos modelos de casas, todas carísimas, y trató de explicarle a la asesora lo mínimo que deseaba. Aun así, desechó un par por la ubicación y otras por el tamaño.

La tarea de buscar casa no era para nada agradable, en especial para Misaki, que no dejaba de rememorar cuando tuvo que hacer lo mismo con la presión de su hermano encima. Claro, en ese entonces Takahiro no sabía nada de la relación que Misaki mantenía con Usami y era un estudiante quebrado de universidad.

Ahora no contaba con la presión de nadie encima. Podían demorarse cuanto quisieran, pero, aun así, Misaki un poco impaciente, ya quería que Hiko se regodeara de la experiencia de tener una casa con un frondoso jardín.

Era tan complicado.

Aparte, Usami siempre anteponía los planos que él escogía. Los cuales continuaban en la línea de mansiones.

Por un momento, Misaki pensó que se iba a terminar por resignar, hasta que Usami le enseñó un modelo más cuerdo.

—Ese me gusta.

—Pero es el más pequeño.

—Por eso.

Dos plantas grandes, una casa de aspecto tradicional japonés, seis habitaciones, ocho baños, estacionamiento y patio.

—¡Lo mejor es que está en Chiyoda! ¡Podré ir caminando a Marukawa!

Usami, que no se había percatado de ese detalle, tomó el plano y rápidamente lo hizo trizas, a pesar de las recriminaciones de Misaki.

—¿¡Por qué hiciste eso?!

—No quiero darle facilidades al diablo para que me obligue a trabajar.

Con un puchero, Misaki terminó por encogerse de hombros, quizás tampoco era tan buena idea eso de no poder desconectar nunca del trabajo.

—Vale, pero busca modelos similares a ese.

Parecían haber llegado a un punto en común.


—¿Te vas a mudar, Misaki-kun?

Aikawa lo atrapó en el ascensor. Como era el primer día del ciclo, lucía hermosa, son el pelo brillante, maquillada e, incluso, traía puesto un delicioso perfume a rosas.

Usami se refería a ella (e Isaka) como el diablo, pero sin duda, si lo veía desde la perspectiva de Misaki, ella solo era una mujer muy trabajadora.

—Eh… ¿Usagi-san se lo comentó?

—¡Ah! ¡Entonces se van a mudar! ¡Qué bueno! —contestó Aikawa sonriente, aunque tenía cierto deje de entusiasmo con intenciones ocultas—. Dentro de Tokio, ¿verdad?

Parecía desesperada por saber ese detalle, Misaki asintió.

—¡Pues mucha suerte! —exclamó la mujer, más tranquilizada—. Espero que encuentren un buen lugar.

Misaki esperaba lo mismo.


Después de casi un mes de visitas, planos rechazados y disgustos, concretaron con una casa. Misaki, que a pesar de haber ahorrado casi todo su sueldo durante los últimos cinco años se encontró con que, inclusive a la mitad, la casa le quedaba demasiado cara.

—Yo la pago —aseguró Usami, dispuesto a sacar al momento la tarjeta. Misaki lo detuvo—. No me molesta.

—Pero es injusto… yo también quiero pagar por ella.

A lo mejor fue por el tono o los ojos vidriosos, lo que logró que Akihiko no pudiera resistirse a la sinceridad de Misaki. Le dio un largo abrazo y luego le desordenó el pelo contento.

—Paga lo que puedas, yo el resto —accedió Usami.

Misaki lo discutió un largo rato, al darse cuenta de que lograba cubrir solo un tercio del valor total. Aun así, Akihiko no dio brazo a torcer y Misaki terminó por aceptar la oferta.

En el momento de escriturar la casa, aun así, el comprador debía ser uno, así que Usami fue quien destapó con cuidado la pluma y, antes de trazar su firma, miró a Misaki con una sonrisa.

Misaki le contestó de la misma manera, y le tomó la mano al mismo tiempo en que firmaba la propiedad.

La verdad es que nunca se imaginó que ese momento llegaría.

Ver las cajas apiladas y el cómo se despedía del apartamento que fue su hogar durante doce años; era una situación onírica. Akihiko continuaba empacando la décima caja de libros, mientras Misaki, no dejaba repasar los suelos con cera.

Era darle paso a una nueva etapa, una era desconocida, pero al mismo tiempo emocionante.

Entraba gente de la agencia mobiliaria a llevarse cajas y, aun así, sentía que cada vez, ese lugar estaba más solo. Pasaron horas, hasta que Usami se le acercó con un bostezo atrapado en la boca, vestido con una tenida inédita de pantalón de buzo y polera.

—Esa es la última.

Misaki observó la caja irse y devolvió la vista a Usami, que parecía estar examinando todo con el mismo sentimiento que él.

Nostalgia, quizás melancolía, o felicidad. No tenía ni idea. No tenía definición, era tan embriagador y aplastante, que tampoco lograba definir si era bueno o malo, o ninguna de las dos.

—Me mudé aquí una vez me gradué de la universidad —le dijo tranquilo y Misaki comenzó a contabilizar en la cabeza—. Aquí he pasado la mayor parte de mi vida.

Misaki siguió a Usami, que recorrió el primer piso en silencio. Rozó con las yemas de los dedos las paredes y al terminar el recorrido, volvió a mirar a Misaki, ahora con una expresión alegre.

—Pero eso no importa, porque mi hogar es cualquier lugar donde estás tú.

Misaki se sonrojó, bajó la mirada y extendió la mano para tomar la de Akihiko, solo para hacerle saber que concebían el mismo sentir.


"Respiraba en un sitio inhóspito. Frío, triste, obtuso. Era una casa que compró con dinero propio y, aun así, se sentía tan lejano. Tan impropio.

Las mañanas eran iguales. El rocío le despertaba con ese olor dulzón, los colibríes cantaban hasta las doce y fumaba dos—nunca más de cuatro— cigarros. Se ponía a trabajar en las pinturas, quizás después del almuerzo, a veces después de días.

Las pinturas eran húmedas, frías, tristes, gélidas. Salía únicamente de casa cuando los tarros de pintura azul se le agotaban.

No recordaba la última vez que compró un tarro de pintura amarilla, o roja, o naranja.

Pronto recordó el motivo de esto.

Que en el momento en que esa casa se comenzó a sentir como un lugar, y no como un hogar, fue el día en que ella se fue.

Se preguntó si algún día volvería a pintar con los pinceles rosados que ella ensució."

De: Donde habitamos, capítulo primero. Copyright Usami Akihiko, primera edición publicada por Marukawa Shōten, 20XX. Ganadora del premio Naoki.


Domingo 18 de junio de 2023.

21:38 p.m.