Casi una semana después, con todos trabajando por separado para cubrir más terreno, encontraron el lugar en el que la Reina se escondía.

O más bien, por cómo parecía que se iba moviendo por la ciudad, dejando rastros de homicidios y desapariciones en cada calle y urbanización, tenían una idea clara de dónde su gente atacaría después.

El lado Oeste de la ciudad.

Damian y Raven habían estado entrenando juntos, más para distraer sus mentes que otra cosa, compartiendo sus habilidades y perfeccionando sus movimientos. A veces se les unían Tim o Barbara —sobre todo cuando consideraban que Damian no estaba haciendo algo bien al entrenarla —, de vez en cuando aparecía Alfred con una bandeja llena de bocadillos. Nadie podía negar que se habían hecho más cercanos durante los últimos días, y eso era algo sobre lo que Damian empezaba a sentirse conflictuado.

Sabía que debía concentrarse en la misión, en su deber y el de su familia. Puede que Raven no fuera una amenaza, pero había muchos más vampiros sueltos. Vampiros que no pensaban dos veces en asesinar a niños solo porque su sangre era más dulce —según lo que había dicho su madre en algún momento. Vampiros que torturaban humanos por diversión —de acuerdo a lo que había dicho Jason. Sin embargo, mientras peleaban, su mente no podía evitar divagar con pensamientos sobre ella.

El cómo fruncía el ceño cuando no lograba entender una maniobra. El cómo a veces parecía olvidar controlar sus habilidades sobrenaturales y, por ende, terminaba cayendo linda, pero torpemente. Los gustos, como libros y películas, y las experiencias que tenían en común…

Damian incluso se estaba volviendo mucho más consciente de su cuerpo y su cercanía, cada vez que la explicación requería contacto físico. Y, por cómo ella tensaba los hombros y solo se arriesgaba a mirarlo de soslayo, suponía que a ella también le pasaba lo mismo.

Se estaba volviendo una distracción. Una distracción peligrosa.

Pero Damian, aun consciente de eso, no podía evitar encontrarse atraído por ella.

Él tomó aire y desenvainó su espada, mirando alrededor por cualquier señal que indicara que ya los habían encontrado. Su búsqueda incansable los había llevado cerca al río de Gotham, exactamente a una de las zonas más pobres de la ciudad, llena de edificios viejos y descuidados de muchos pisos, algunos parecían que nunca habían sido terminados de construir mientras que otros ni siquiera parecían ocultar el hecho.

Era un lugar cuyas calles estaban llenas de basura y los muros llenos de grafitis vulgares y obscenos. Su padre muchas veces había tratado de hacer algo por esa zona, realmente, pero mientras Wayne Enterprises más se esforzaba por mejorarla, otros —ya sea políticos o mafiosos que se beneficiaban de la ilegalidad de ese lugar —más buscaban interponerse.

Gotham era un lugar peligroso en sí, pero dentro de Gotham había lugares todavía más peligrosos.

"¿Qué hay de Grayson?" la pregunta que le hizo a su padre hizo eco en su mente cuando su mirada se posó en donde debería estar Batman ocultándose y acechando.

"Él está haciendo otro trabajo," fue el único dato que le había dado antes de continuar con los detalles de la misión, no dándole oportunidad de cuestionar sobre la cantidad de aliados que estaban llevando.

A su alrededor, en diferentes puntos estratégicos, no solo estaban sus hermanos, sino otros cazadores con los que habían trabajado en misiones grandes previas. Una de ellos era Lady Shiva, con la que si bien habían tenido ciertas fricciones en el pasado, siempre había sido una compañera leal a su madre. Una peleadora hábil y capaz, tanto como su hija, que iba a sólo unos pasos detrás de ella: Cassandra Cain.

Tim tenía al lado a una antigua novia, Stephanie Brown. Una chica ágil y fuerte, entrenada desde joven como él mismo para cumplir con su deber. A Damian le agradaba ella, la verdad, incluso después de que ella y Drake rompieran, pero no era algo que fuera a admitir en voz alta, sobre todo con lo enérgica que podía llegar a ser.

Cada una de ellas había traído consigo sus propios grupos de cazadores de menor rango, que también se encontraban esparcidos en la zona, además de otros más que Damian realmente no había prestado atención cuando fueron presentados.

Y como era de esperarse, ninguno había notado todavía la identidad de Raven, quien junto a él se encontraba agazapada en uno de los callejones.

Ella había estado y seguía escondiendo su presencia desde que salieron de la cueva. Su piel parecía más pálida de lo normal y sus hombros estaban tensos. Tan tensos que Damian se sentía tentado a preguntarle si se sentía bien, o si es que acaso, como él, también sentía que había algo raro en el ambiente, pero que no podía poner un dedo en la razón.

No fue hasta que Red Hood, desde donde sea que estuviera, habló por el comunicador en su oído que Damian también lo notó.

"¿Soy solo yo, o algo se siente raro aquí?" él preguntó.

El más rápido en contestar, con una ironía que probablemente hizo reír a su compañera, fue Tim.

"No hay manera, Sherlock, ¿cómo lo supiste? ¿Por la ausencia de gente?"

"Oh cállate. Si lo sabías desde el inicio, ¡debiste decirlo!"

"Ustedes dos, silencio," la voz de su padre fue severa, consciente de lo que implicaba que toda la zona estuviera vacía.

Casi como si supieran que estaban ahí, a pesar de que cada uno había llegado en un momento distinto.

Damian frunció los ojos. Su lado racional le decía que era mejor retirarse, que era mejor no arriesgarse, pero al mismo tiempo, ¿siquiera tendrían una oportunidad como esa otra vez? Si su padre no tuviera un plan para esa situación, no los habría llevado hasta ahí después de todo.

Sin embargo, aunque hubiese pensado en decir en voz alta sus consternaciones, no pudo hacerlo ya que por el rabillo del ojo notó a Raven levantando la cabeza de pronto.

Y entonces algo lo golpeó.

Raven se había sentido inquieta desde aquella mañana. No tanto por los nervios de la batalla que se avecinaba, sino por aquello que últimamente la hacía estar más consciente de las personas a su alrededor. Más consciente de su vitalidad. Naturalmente, ella sabía de lo que se trataba, por más de que se negara a creer en la razón.

La sequedad de su garganta, la constante sensación que tenía de relamer sus labios y tragar saliva…

Lo atrayente que se volvía Damian con el paso de los días… Raven estaba consciente de que se trataba de sed. Sed que se suponía no debía haber empeorado y, sin embargo, ahí, con la familia Wayne, simplemente parecía que no iba a disminuir. Como si fuera cosa del destino que en su etapa más peligrosa estuviera rodeada de los más capaces para detenerla.

Era algo para reírse, sinceramente, pero no fue hasta que estuvieron en medio de la misión que se dio cuenta que sus sentidos no solo estaban al máximo de alerta por la sed.

Exactamente cuando ella sintió de pronto un disturbio en el aire, como las gacelas en presencia de un guepardo al acecho.

Era su instinto de supervivencia.

"¡Están aquí!" ella anunció, no consciente del tinte desesperado en su voz.

Y no era para menos, ya que apenas alzó la mirada en busca de Damian, lo que sea que su presentimiento había estado avisándole desde más temprano, empezó.

La espalda de Damian golpeó con fuerza el contenedor de basura detrás del que se estaban escondiendo, dejándolo sin aire por unos segundos mientras con su espada evitaba que los colmillos del vampiro llegarán a su cuello.

Raven no tardó en reaccionar, dejando de esconder su presencia para lanzarse al ataque. El vampiro frente a ellos fue rápido en responder, aunque, dejando libre a Damian para retroceder y esquivar las garras de Raven.

Era un chico joven, ella notó cuando sus miradas se cruzaron. Sus pupilas rojo carmesí y la saliva que dejaba caer sin pena delataban que había sido expuesto muy pronto al sabor de la sangre y ahora mataría por más.

No era mentira decir que Raven sentía lástima al tener que eliminar a alguien que probablemente había tenido un futuro bello y brillante, pero así como sus garras igualaban en velocidad a las suyas propias, repeliéndolas, sabía que no podía dejarlo suelto.

Al mismo tiempo, Damian, ya recuperado del shock inicial, interceptó a otro vampiro que parecía querer unirse en contra de Raven, su espada siendo detenida casi exitosamente por su antebrazo, si no fuera porque los vampiros eran todo lo contrario a invulnerable frente al metal de su espada.

Su espada le cortó la cabeza con facilidad, pero antes de que pudiera hacer algo más, Damian volteó instintivamente para protegerse de otras garras que amenazaron con atravesarlo.

Él frunció el ceño cuando vió acercarse a otro por el rabillo del ojo, y luego a otro y a otro. Unos corriendo hacia él y otros impulsándose para llegar a Raven.

"¡Es una trampa!" alguien exclamó en su oído por el comunicador justo cuando Raven regresaba a su lado para pelear espalda con espalda.

"Tenemos que salir de aquí antes de que nos rodeen por completo," él dijo, sabiendo que en ese momento el punto estratégico para ellos estaba jugando totalmente en su contra y que la mejor opción era reagruparse con los demás.

Él estaba muy ocupado con su ataque y defensa como para poder activar el comunicador sin embargo, aunque era muy probable que sus familiares pensaran lo mismo.

Raven asintió y cuando eliminaron los suficientes vampiros como para respirar, ambos se dirigieron hacia el lugar de reunión inicial.

Por suerte, los vampiros enloquecidos no eran lo mismo que los vampiros de alta clase. Eran fuertes y descontrolados, sí, pero no inteligentes. Su línea de pensamiento era lo suficientemente fácil de predecir como para que ambos pudieran llegar sin mayor problema.

Raven se detuvo abruptamente, sin embargo, cuando a su nariz llegó un aroma no del todo inesperado.

Ba-thump.

Su corazón palpitó en sus oídos cuando vió más de un cadáver en el suelo. Cazadores que habían estado con ellos estaban siendo devorados por grupos de vampiros. El olor de la sangre fresca era totalmente perceptible, los gritos a la distancia, más fuertes para ella que para los cazadores eran ensordecedores.

Mucho dolor. Mucha sangre. Presionó sus labios para evitar que sus colmillos brotaran y trató de ignorar el comando en su cerebro, natural como el de un gato al perseguir una cuerda en movimiento, que le decía que se acercara a cada humano tendido en el suelo.

Ella podía derrotar a todos esos vampiros inferiores ahí. Destrozar cada parte de su cuerpo, destruir cada muro a su alrededor. Conquistar, aplastar, asesinar

Damian la tomó de la mano para seguir el camino, aprovechando la oportunidad, interrumpiendo la peligrosa vía que por las que sus pensamientos la estaban llevando y alejándola de la oscuridad que cada vez amenazaba más y más de engullirla. Raven tragó saliva, la advertencia de que debía ser menos imprudente con ella quedándose en la punta de su lengua.

No podemos salvarlos, fue lo que pareció decirle cuando sus miradas se cruzaron por una fracción de segundo y Raven se preguntó cuántas veces habían pasado por algo así como para que tuviera ese nivel de dolor y resignación.

Raven también se avergonzó de en ningún momento pensar en salvarlos.

"¡Diríjanse al ala este del complejo de departamentos!" su padre había dicho por el comunicador, Damian no podía dejar que Raven se distrajera.

Él tragó saliva y apretó su mano, aunque no fue realmente necesario. Raven no iba a soltarlo.

Sin embargo, si el olor a sangre era perceptible en las calles, una vez llegaron al lugar que Batman les había indicado, se volvió totalmente inevitable. Tanto que Raven se vio obligada a dejar ir la mano de Damian para poder taparse tanto la boca como la nariz.

Cerró los ojos con fuerza y luego los volvió a abrir para encontrarse la espalda de Damian frente a ella, junto a un terrible sentimiento hostil.

Ah, Raven notó, bajando sus manos. No solo podían ver ahora su mirada tornada carmesí, sino que ella también había olvidado esconder su presencia.

Lady Shiva la apuntó con una espada. Su mirada dejando claro que atravesaría a Damian con tal de llegar a ella si fuera necesario.

Y no solo ella. Por el rabillo del ojo, Raven pudo ver a los demás cazadores poniéndose en guardia, incluso los lastimados.

"¿Cuál es el significado de esto, Batman?" ella preguntó sin mirarlo. Su voz era firme y segura. Raven se preguntaba si es que todos los cazadores gozaban de la misma autoestima. "¿Ahora trabajas con vampiros? ¿Es ella la razón por la que estamos aquí?"

Damian frunció el ceño.

"No tenemos tiempo para esto, Lady Shiva."

"No te hablaba a ti, bebé murciélago."

Batman caminó lentamente hacia Lady Shiva entonces. Su expresión severa como siempre, ubicándose a su lado.

"Damian tiene razón. Es difícil de creer, pero ella está de nuestro lado."

Lady Shiva no bajó su espada.

"Sus ansias por la sangre de mis hombres me dicen lo contrario."

Pero Bruce le puso una mano en el hombro.

"Una vampiro tan fuerte que la Reina la mandó a buscar."

Ella frunció el ceño, incrédula, o quizá enojada, realmente era difícil saberlo.

"¿Me estás diciendo que era parte de tu plan?" ella inquirió. "¿La muerte de mis hombres y de los otros cazadores también—?"

Bruce movió los labios. Fue leve, inexistente para los ojos no entrenados, pero para Damian fue suficiente para saber qué había dicho algo.

Algo lo suficientemente importante como para que la mujer se detuviera de porrazo y le mantuviera la mirada, casi expresando estupefacción.

Algo que él no pudo oír, pero Raven sí.

La mestiza.

Ella frunció el ceño. Y entonces ambos miraron en su dirección, de reojo, pero sin dirigirse a ella.

"¿Es ella—?" Lady Shiva empezó a decir, pero Batman la interrumpió.

"No todavía y planeo utilizarlo a nuestro favor."

Hubo unos segundos de silencio tenso. Algunos tratando de descifrar lo que oían, otros preparándose para la batalla.

Y entonces Lady Shiva bajó su espada, logrando que el ambiente hostil disminuyera lo suficiente.

"Estás demente," con un suspiro, ellan un suspiro, dijo para finalizar. "Sin embargo, no creas que nos arriesgaremos más de lo necesario por este plan tuyo."

Batman asintió.

"No espero que lo hagan."

Damian frunció los ojos en dirección a su padre. Hablaban como si de pronto hubieran llegado a un acuerdo en el que nadie más tenía participación… como si fueran conscientes de algo que ellos ignoraban.

"Padre—"

Sin embargo, no tuvo tiempo de preguntar cuando la mano de Raven se posó en su hombro.

"Ya vienen," ella dijo, mirando hacia el camino por el que habían llegado. Los gruñidos de los vampiros acercándose fueron suficiente razón para que los demás volvieran su atención al problema actual.

Batman hizo una seña con el brazo.

"A sus posiciones."

Era una cosa curiosa cómo eso bastó para que su familia cercana supiera qué hacer.

Y no solo ellos, ya que parecía que había estado planeando algo con Lady Shiva incluso desde antes de que Damian y Raven llegaran.

Entonces, cuando la primera oleada de vampiros descontrolados empezaron a rodear la esquina, desde los edificios a los lados, empezó a caer una especie de líquido. O más bien, Damian notó que otros cazadores, los que estaban bajo el mando de Lady Shiva, siendo una de ellos su hija misma, eran los que estaban lanzándolo.

Su mente maquinó rápidamente lo que era, y tomando la mano de Raven la alejó del lugar, justo cuando las llamas de fuego empezaron a consumir a las criaturas sin piedad.

A diferencia de lo que decían los mitos populares, los vampiros no morían al ser expuestos a la luz solar. Sin embargo, el calor definitivamente los debilitaba y el fuego les creaba heridas que no podían regenerar fácilmente. Era un método más salvaje y cruel que el de atravesarles el corazón con plata, pero en ese momento no tenían tiempo de pensar en piedad.

Ni siquiera tenían tiempo de gritar para cuando el fuego acababa con sus órganos vitales y el fuego no duraba lo suficiente como para esparcirse debido a los demás vampiros que, lejos de interesarse en sus peers, solo los atropellaban y pisaban, apagando las llamas.

Entonces, los cazadores se unieron a la batalla.

Por un lado estaban Tim y Jason, peleando lado a lado, sus armas resplandeciendo. Barbara no estaba muy lejos, utilizando sus batarangs y habilidades acrobáticas, probablemente enseñadas por Dick, para mantenerse en la ventaja.

Damian hizo de lo suyo también, atravesando con su espada a cualquier vampiro que se cruzara en su camino.

Raven tragó saliva. Mientras la batalla continuaba, a ella le costaba cada vez más y más controlarse. No solo eran los vampiros a su alrededor, sino también los cazadores. Y simplemente parecía que era interminable.

Ella no se cansaba con facilidad, pero por alguna razón, mientras más corazones atravesaba con sus garras, más aire le faltaba.

"¿Raven?" y no fue hasta que la voz de Damian hizo eco en su mente, cuando evitó que un vampiro la atacara por la espalda, que se dio cuenta que algo andaba mal. ¿En qué momento había llegado junto a ella de nuevo? No estaba segura.

Por la expresión de su rostro, incluso con el antifaz puesto, ella supo que lo que sea que le estaba pasando, era notorio.

Y entonces, otra voz hizo eco en su cabeza.

Oh dulce niña de la oscuridad, ¿hasta cuándo te resistirás?

Raven parpadeó.

Telepatía… una habilidad extraordinaria que sólo ciertos individuos adquirían al convertirse, creando una innecesaria conexión entre el que enviaba y el receptor. Si ella podía sentir su struggle, Raven podía sentir su diversión. Diversión ante el caos y muerte y destrucción que había generado, por más de que la voz que le hablara era tan melodiosa como una sinfonía.

La ira le hirvió la sangre y miró alrededor, tragando saliva en el proceso.

"Ella está aquí," le dejó saber a Damian.

¿Pero dónde? Raven dió media vuelta, sus ojos escaneando cada lugar de la batalla, ignorando solo levemente los salpicones de sangre y los gritos mudos de vampiros siendo convertidos en polvo, pero no la pudo distinguir. No cuando su cabeza parecía querer explotar de solo escuchar su voz y habían diferentes tipos de presencias.

No te preocupes querida, no me estoy escondiendo.

Una fuerza invisible logró que Raven mirara hacia el tejado de uno de los departamentos. Ahí, sentada como si estuviera viendo una película, con una sonrisa engreída en su cara, estaba una joven de apariencia juvenil.

Su rostro parecía el de una muñeca, pero sus ojos clamaban tener demasiados años de vida.

Raven no lo pensó dos veces y antes de que Damian pudiera detenerla, ella ya había utilizado toda su fuerza para impulsarse, destrozando el suelo bajo sus pies y causando un leve temblor alrededor.

Damian intentó seguirla, pero su padre le puso una mano en el hombro. ¿Era este su plan desde el inicio? ¿Atraer a la Reina para que Raven la enfrentara?

Él frunció el ceño.

Pero cuando volvió a mirar, Raven ya tenía su mano alrededor del cuello de la que se hacía llamar la Reina, sus uñas negras contrastaban con la piel pálida, o más bien grisácea de la criatura.

No podía ser tan fácil.

Raven observó a la mujer a los ojos.

"Detén esta locura y no vuelvas a meterte en mi cabeza."

La Reina, en lugar de entrar en pánico, o siquiera mostrar la mínima pizca de miedo, solo sonrió de lado, mostrando uno de sus colmillos.

Su presencia no parecía tener un efecto en Raven, pero quizá era porque ambas se estaban repeliendo, anulándose una a la otra.

La Reina se encogió de hombros.

"Claro," ella dijo. "Una vez terminemos con el plan."

Raven frunció el ceño.

"¿Plan?"

"Oh, dulce niña de la oscuridad, ¡esto es solo el preámbulo!" la Reina soltó una carcajada lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de los demás. "Personas desesperadas son la mejor opción, ¿o no? Gotham tiene muchas de esas."

"¿Qué?"

¿Habían convertido a todos los de la zona? ¿Era eso siquiera posible? ¿Estaba siquiera consciente de la masacre que eso significaba?

Raven amplió los ojos y miró hacia la batalla por una fracción de segundo.

Fracción de segundo que la Reina aprovechó para sujetarla. Fue tan rápido que Raven apenas tuvo tiempo de jadear en asombro cuando sintió sus manos heladas enroscarse sobre sus muñecas.

Intentó soltarse, pero incluso habiendo soltado su cuello, la Reina no dejó ir.

Era fuerte. Muy fuerte.

"Ahora, yo tengo una pregunta," ella dijo, sonriente. "¿No es raro que después de todo lo que te ha pasado, sigas queriendo ayudar a los humanos?"

"¿Raro?" Raven repitió, incrédula, sintiendo la rabia en su estómago. "Tú fuiste la que asesinó a mi madre."

La vampiresa volvió a reír. Casi como el sonido de unas campanas, como si en verdad le diera risa lo que Raven decía.

Sus labios temblaron de inseguridad, sin embargo, cuando sus ojos rojos volvieron a encontrar los suyos con una sonrisa sapiente y arrogante.

"¿Es porque quieres coexistir con ellos, a pesar de que sabes de que al más mínimo error te clavaran una daga plateada en el pecho?" con sus manos jaló de Raven hacia ella, rozando sus mejillas cuando se acercó a su oído. "¿O es tu mente tan frágil, que ya olvidaste que los asesinos de tu madre, aquellos a los que tú asesinaste luego, no se convirtieron en polvo al morir?"

Ba-thump.

Raven sintió su corazón latir en sus oídos.

"Estás mintiendo."

Era una mentira. Tenía que ser una mentira.

"Todos los vampiros con los que me crucé me llamaron traidora," ella dijo, haciendo fuerza para intentar soltarse de su firme agarre. Su mente tratando de evocar inútilmente imágenes más claras de ese día. "Dijeron que habías mandado a buscarme personalmente. ¡Los que entraron a mi hogar lo hicieron para llevarme—!"

Raven sintió mucha ira cuando la Reina solo se encogió de hombros una vez más.

"¿Por qué te asustaría, entonces? No sé de los rumores, pero para cuando mis hombres llegaron, ya era muy tarde."

Raven apretó la mandíbula. Sus manos se volvieron puños y sus garras atravesaron su propia piel.

"La policía estaba investigando el asesinato de dos personas, y el cuerpo de tu madre ¡puff! como el viento."

Ba-thump.

"¡Estás mintiendo!"

Su voz se oyó ajena y ventanas explotaron a la distancia, cayendo sobre sus enemigos y aliados indistinguidamente, deteniendo las peleas como si de un comando se tratara. Fue como si de pronto todos supieran que la amenaza más grande ya no era la interminable horda de vampiros enloquecidos, ni la Reina que ni siquiera se había dignado a pisar el campo de batalla.

Raven se llevó las manos a la cabeza cuando tuvo la oportunidad. La mano borrosa que había atravesado el estómago de su madre en sus recuerdos de pronto tomó la forma de un machete, los ojos rojos de su imaginación perdieron saturación y se volvieron grises.

¡Pero era imposible! Puede que vagamente, pero ella recordaba los cuerpos

Raven jadeó en realización.

Ella recordaba los cuerpos abandonados.

Los vampiros se volvían polvo al morir.

Sus colmillos brotaron irremediablemente, tan rápido e incontrolable que sintió su propia sangre cuando estos partieron sus encías. Ella empezó a hiperventilar. La ira, el resentimiento, la culpa… Había hecho tanto por los humanos. Tanto. Tanto. Tanto.

Damian notó que algo andaba mal al momento en el que Raven dejó de moverse. Los vampiros contra los que luchaban se quedaron paralizados de pronto y todas las miradas se dirigieron hacia ella. Si los cazadores tuvieran la misma habilidad que las criaturas enloquecidas, verían el aura oscura que más rápido de lo pensado engullía a Raven.

El suelo tembló bajo sus pies, y la sonrisa de la Reina no hacía más que crecer.

"Contemplen, todos," ella dijo con alegría, como si la presentación de un programa de televisión fuera. "La verdadera naturaleza de la mestiza."

El grito que rasgó las cuerdas vocales de Raven llegó a todos, las ondas de energía oscura y malvada logrando que los más débiles retrocedieran.

Las palabras de la Reina llenaban su cabeza. La conexión de la telepatía le ofrecía promesas de venganza. Promesas sinceras de destruir a los humanos que nunca la aceptarían, por más que su madre haya sido asesinada intentando de todo para que ella los entendiera.

Una pequeña parte de Raven se resistía, sin embargo, a ceder a la oscuridad. Abrazándose a sí misma, intentando esconderse de la vista de todos, ella buscó a Damian inconscientemente, tratando de no pensar en lo fácil que sería destruirlos a todos en ese momento. Lo fácil que sería asesinarlos a todos.

Ayúdame.

Damian probablemente se lo imaginó.

No había forma en la que pudiera escuchar la voz de Raven desde ahí, especialmente cuando sonaba tan minúscula y dolorida.

Pero el sentimiento aterrado que lo llenó, al igual que la culpa y el odio fue suficiente para que disparara su batclaw. Oyó a su padre llamarlo, pero no le importó. Tampoco le importó que acercarse a ella era todo lo contrario a lo que sus instintos naturales le exigían.

"Oh, ¿ese niño es lo que te mantiene atada a los humanos?" Raven alzó la cabeza, y la Reina mostró sus garras. "Puedo conseguirte su corazón entonces."

Raven no vio el momento en el que ella saltó, apuntando directamente al corazón de Damian. Él fue casi tan rápido, moviendo su espada lo suficiente para interceptar sus garras. Su rostro quedando a unos centímetros del de la vampiro. Su aliento putrefacto le llenó las fosas nasales.

Damian se sintió asqueado al tenerla tan cerca de sí, y se sintió peor cuando ella sonrió, cortando el cable de su batclaw.

Nada mal, ella dijo, viendo cómo Damian había detenido su ataque en el aire. "Una pena que no sea algo bueno."

Como si supieran qué pasaría a continuación, Lady Shiva y Batman saltaron. La reina entonces lanzó a Damian sin piedad. El suelo se rompió con su caída, el polvo se levantó. Lady Shiva amortiguó el golpe, pero no disminuyó la intensidad. Damian perdió la consciencia, pero Batman aprovechó la oportunidad para atacar por el lateral a la reina.

Ataque que la vampiresa esquivó casi con burla.

¡DAMIAN!

Y cuando la presencia de Damian desapareció de pronto, la incertidumbre de Raven casi logró que pierda el control. Ella iba a asesinarlos a todos.

O eso estaba dispuesta a hacer cuando, entonces, algo la golpeó fuertemente en la nuca. Una barra de metal.

Normalmente no le hubiera afectado. Ella era mucho más fuerte que eso y lo sabía. Sin embargo, quizá porque su lado humano quería por mucho dejar de sentirse así, Raven dejó que el mareo entorpeciera sus sentidos.

Alguien cálido, distinto a Damian, la atrapó cuando perdió el conocimiento.


Ella sintió cuando Raven dejó de estar consciente. No solo porque la fuerte presión en el ambiente desapareció, sino porque la conexión con ella se perdió. Y cuando lo hizo, saltó hacia un lugar alto bajo la mirada cansada de los cazadores para observar al cazador que había logrado llegar hasta donde habían estado sin que nadie lo notara.

Sus apuestas iban a que era otro del clan del murciélago y no se equivocó al ver el traje negro con la franja azul brillante en el pecho.

Le dio ganas de reír cuando el tipo lanzó bombas de humo, con distintos olores para evitar que ella viera y oliera a sus aliados. Incluso logró que los vampiros inferiores se detuvieran, confundidos con su entorno.

Felicitaciones al ingenio y su destreza, pero ambos sabían, al cruzar miradas por una fracción de segundo, que solo era una ilusión. Si ella realmente lo intentaba, después de todo, ninguno de los cazadores quedaría ileso, aún con ese intento de distracción.

Percibió cómo la cabeza de la familia ayudaba al más joven, y a los demás corriendo tratando de hacer el menos ruido posible.

Así que ella decidió no intentarlo. Decidió que los dejaría ir solo por esa vez.

"El resultado es inevitable," ella les dejó saber, sin embargo. Independientemente de dónde se escondieran o si salían a luchar otra vez, la mestiza no los perdonaría.

La conexión se había formado. La Reina no permitiría que lo hiciera. No permitiría que Raven lo olvidara.