Ingo decidió tomarse un descanso de su puesto como retador en el Dojo para volver a vivir en la Ladera Corona junto a Emmet. La noticia de la aparición de su hermano se había extendido rápido y todos los miembros del Clan Perla habían venido a conocerlo en persona.

Estaba preocupado de que tanta gente pudiera poner nervioso a Emmet quien aun estaba en un estado muy delicado, pero contrario a lo que creía él los recibió con una gran sonrisa y se tomó su tiempo para conocer a cada uno. Verlo con tanto ánimo, totalmente opuesto al mar de lágrimas que había sido en su primer día, hacía que su corazón estuviera lleno de una calidez que no había sentido en mucho tiempo.

Pero aún había cosas que dolían en su relación, aún recuerda la manera en la que Emmet se quebró al oírlo decir que no recordaba casi nada de él o su relación en el pasado. Verlo tan desconsolado fue como si le hubieran atravesado el corazón con una lanza.

Esa distancia que ahora existía entre ellos era dolorosa para ambos pero no podían simplemente hacerla desaparecer como si nada, a veces, incluso la hacían más tangible; ahora que compartían una misma tienda habían acordado dormir en futones separado por recomendación de Ingo, él ya no era el hombre que su hermano había conocido y no creyó que correcto hacer dormir a Emmet con alguien que, en teoría, ahora era un desconocido.

Teniendo tantas cosas en la cabeza salió de su tienda una noche mientras su hermano dormía para intentar despejar su mente, sentándose a los pies de un árbol a unos metros de distancia de su hogar.

Aún no estaba seguro de cómo sentirse con respecto a todo lo que Emmet le había contado acerca de su vida en el futuro, sus amigos, su relación. Cuando él le hablaba de su vida en aquel entonces sus ojos se veían suplicantes, como esperando a que Ingo también recordará esos días juntos.

Pero por más que Ingo quisiera, su pasado seguía escapando de él. Solo breves fragmentos de la sonrisa de Emmet llegaban a llenar ese vacío y aún así no era suficiente, pues no podía siquiera empezar a recordar los sentimientos que alguna vez tuvo por su gemelo quien ahora sufría a causa de esa sensación unilateral.

Odiaba ser la causa del sufrimiento de alguien que lo amaba tan sinceramente como Emmet.

—¿Ingo? ¿Qué haces afuera? —aun con el frío de la noche Emmet había salido únicamente con su yukata y ni siquiera tenía puestas sus zapatillas.

—¡Emmet! No puedes salir así en medio de la noche, podrías enfermarte por eso.

Tomó a su hermano de la muñeca y lo llevó de regreso al interior de la cabaña, no podía dejar que Emmet se expusiera a las bajas temperatura de la Ladera Corona cuando apenas había empezado a recuperarse.

—¿En qué estabas pensando? ¡Te he dicho que no salgas durante la noche! Aún no te adaptas al entorno, las bajas temperaturas y los pokémon salvajes podrían derribarte si sales tan indefenso.

El tono de voz de Ingo sonó más molesto de lo que pretendía pues Emmet agachó la cabeza como si fuera un niño regañado por su padre. —Lo siento, es solo que desperté y ya no estabas en la cabaña, me asusté, temía que algo te hubiera pasado...

El semblante de Ingo se suavizó al oírlo, Emmet todavía se negaba a perderlo de su vista y aunque no lo admitiera, sabía que era por temor a que desapareciera una vez más. El silencio flotó en el aire hasta que escuchó un susurro proveniente de Emmet.

—Eres un mentiroso...

—¿Cómo dices...?

—¡Eres un mentiroso! —replicó ahora alzando la voz. —¡Me prometiste que no te volverías a apartar de mi lado y aún así...! —Emmet empezó a enmudecer y sus gritos de enojo fueron sustituidos por nada más que lágrimas de frustración. —... Aún así no haces más que alejarte una y otra vez, insistiendo en dormir separados, yéndote en medio de la noche... Pasé tantos años buscándote y ahora que te encontré aún sigo sintiendo tu ausencia, ya no quiero sentirme así...

El corazón de Ingo se contrajo dolorosamente en su pecho, no podía más que golpearse mentalmente, él creía que estas medidas eran por el bien de Emmet pero solamente lo había lastimado aún más.

¿Podía siquiera enmendar un error como este?

Ingo acercó su mano para acariciar la mejilla de su hermanito sintiendo un gran alivio cuando éste no lo rechazó . —Emmet, lo siento, no quise herirte, creí que darte tu espacio sería lo mejor para que pudieras adaptarte.

—Yo no quiero espacio, yo quiero estar contigo, aun si ya no me amas como antes, al menos quiero volver a ser tu hermanito, aceptaría cualquier cosa mientras me dejes estar a tu lado...

El mayor de los hermanos acercó al menor contra su cuerpo, dejando que escondiera su rostro en su hombro, podía sentir la tela humedecerse pero no le importaba, si eso era lo que Emmet necesitaba lo dejaría sollozar tanto como fuera necesario.

—Podemos... ¿Podemos juntar nuestro futones...? —preguntó todavía entre llanto. —Solo por hoy... Por favor...

—Claro que si Emmet, vamos a dormir juntos de ahora en adelante... —Ingo acarició su cabello y besó su frente con cariño a lo que Emmet respondió aferrándose más a él.

Se había equivocado terriblemente esta vez y se juró a sí mismo que no volvería a lastimar a Emmet de tal manera. Aun si no era un amor como el que compartían antes todavía adoraba a su hermano, Emmet era su persona más preciada y él se aseguraría de que nunca más se sintiera en soledad.