Capitulo 1
El sol de medio día calentaba mi piel, el pasto se sentía como una suave y mullida cama que me abrazaba cálidamente. Los ecos de lo sucedido la noche anterior resonaban dentro de mí. Mis sentidos me confundían, todo parecía más colorido, más ruidoso, más intenso. El tiempo no tenia sentido, puesto que no necesitaba respirar, la necesidad de hacerlo habia terminado.
El dolor en mi cuerpo que había ardido durante pocas horas solo había dejado un ligero rastro en mi garganta, como un resfriado que nunca llegaría. La caminata hacia los restos de la aldea fueron lentos, cada paso pareció una sentencia, mis pies titubeaban cuando entré a lo que fue mi hogar. Mi madre yacía tendida como si durmiera plácidamente, "sin vida" resonó en mis pensamientos, a pocos metros el cuerpo de mi tía. Los sollozos iban en aumento, sus facciones siempre risueñas ahora estaban en paz, una paz perturbadora.
Mi mente procesaba todo rápidamente, mis pies que hasta ahora parecían estar anclados al piso se movieron de una forma tan rápida como un borrón, corrí alrededor de la aldea, solo para darme cuenta de la destrucción, cadáveres acumulados, pálidos y sin vida, drenados hasta la última gota de sangre.
Mi olfato desarrollado por la mordida de esos seres de la noche captó las esencias dulces en cada cuerpo dejado atrás. La ira se iba acumulando poco a poco, el dolor y la venganza obtuvo a ganar lugar en mi cuerpo.
Corrí sin pensar siguiendo el rastro, los olores de cada uno me motivaban, el dolor en la garganta se iba haciendo más potente, me hacía más salvaje, me volvía más letal, la ponzoña ardía lentamente, corrí algunas horas hasta que sin pensarlo el rumbo de mis pies me hizo saltar sobre algunos animales en el bosque. Bebí su sangre como si fuera agua y muriera de sed. Drene cada uno aliviando la quemazón en mi garganta, el líquido recobró mis sentidos, me sentí imparable.
Fueron días de caza, siguiendo a aquellos que habían destruido mi vida. Hasta que di con ellos una mañana. El rocío cubría el pasto y algunas florecillas, ellos estaban en campo abierto junto con otros que no captaba su olor. Un hechizo empezó a cosquillear en mis labios, y salió de la nada salió a los pies de todos ellos. Los gritos pronto se hicieron en un silencio con el segundo hechizo murmurado, poco a poco un aroma dulzón fue llenando el ambiente hasta que finalmente fue reducido a cenizas que poco a poco el viento iba arrastrando.
Mis pasos regresaron por el camino andado. No tenía ningún objetivo claro. Lo poco que sabía de los seres de la noche es que eran prácticamente indestructibles. Mi tía había dado su último aliento intentando darme otra oportunidad, una oportunidad que hubiera preferido no tener.
Pocos días tarde en volver, moscas empezaban a rondar, el olor a muerte se olía ya, algunos animales carroñeros huyeron con mi llegada.
"Algunas cosas deben ocultars Isabella" Retumbo la voz de mi madre en mi conciencia, desde que tenía memoria me enseñó que era mejor ocultar nuestra brujería del mundo "aquellos que no la tienen, no entienden, otros por el contrario la desean. El mundo es peligroso"
El llanto incontrolable subía por mi pecho y se abría paso poco a poco. La idea de lo que debería hacerme partía el pecho, pero era mejor que otros habitantes de aldeas cercanas creyeran que esto había sido obra de asaltantes.
Un salto hechizo en mis labios y los cuerpos de todos los aldeanos excepto mi madre y tía fueron puestos en una hoguera colectiva. Donde terminaran los restos y evidencias de las mordidas. El sol empezaba a crear tonos naranjas en el cielo por lo que me dispuse a trasportarnos a nuestro lugar, un claro en el bosque oculto en una colina. Ahí fue la última vez que las vi, luego de eso enterré sus cuerpos para impulsar un lugar de descanso para siempre.
2023 [Actualidad]
Los años pasaron, la civilización avanzó y las historias sobre brujas, vampiros, licántropos y otros seres se volvieron leyendas.
Sola, destinado a vagar sin rumbo. Fui por muchos lugares, algunos donde pasé tiempo aprendiendo, conociendo y explorando. Resulta que ser un vampiro puede traer dones, el mío lo fui descubriendo poco a poco, resulta que al usar magia al momento de mi transformación volvieron las cosas diferentes para mí, lo que deberán ser días de agonía solo fueron algunas pocas horas y la magia que tenía al ser bruja se potenció, haciéndome una de las más antiguas y la bruja con mayor poder que existen en la faz de la tierra, cualquier cosa que la magia pueda lograr puede ser utilizada como un don en mí, si quiero que nunca en un día soleado, si quiero controlar a una persona o ser, si quiero ser invisible para los ojos del mundo, cualquier cosa la puedo lograr con solo desearlo.
La realeza del mundo vampírico en algún momento se enteró de un vampiro con mucho poder, y me quiso entre sus filas, sin embargo, al saber la grandeza de lo que podía hacer temieron de mí, por lo cual me volví su reina sin apenas notarlo . Los tres reyes pedían mi opinión, yo era la última palabra, no rendía cuentas a nadie. Aprendí a luchar como ninguno sin hacer uso de mis poderes, me volví en un arma letal, me volví la autoridad que gobernaba, que ocultaba a los ojos de todos los no míticos la existencia de otro mundo. Me volví una leyenda entre los vampiros, un ser temido y respetado.
Mas hacer valer la justicia solo era un pretexto para mantener ocupada mi soledad. Los miembros de la guardia se volvieron a mi familia, pero el hueco que había en mi seguía sin ser llenado por nadie.
-Creo que es momento de que pasé algunos años fuera del castillo- les comuniqué a los tres soberanos vampiros.
-Pero su majestad- consiguieron replicar, intentando convencerme como otras muchas veces de quedarme algunos años más
-Esta vez no Aro, los asuntos de la realeza no terminaran, no necesitan mi ayuda aqui, lo hacian bien antes de mi llegada y lo seguiran haciendo bien despues de que yo me vaya. No será para siempre- me apresuré a decir antes de escuchar alguno de sus absurdos argumentos
-siempre pueden contar conmigo si hay algo demasiado arriesgado para las filas de la guardia- dije sonriendo al ver como Marcus abría la boca como pez pensando rápidamente que decir
-Saben que es necesario, tiene mucho que no salgo. Siempre estamos a una llamada de distancia- Terminé entre risas, ya que veía venir otra ronda de comentarios intentando persuadirme de no irme
No era la primera vez que salía del castillo por algunos años a vagar, nadie comprendía porque lo hacía, sin embargo, para mí era darme un pequeño gesto de felicidad entre la monotonía que la inmortalidad puede llegar a lograr.
Mientras caminaba a mis aposentos en lo más profundo del castillo iba pensando a qué lugar debía de viajar, la indecisión hizo que ideara la forma más fácil. Llegué a mi habitación y saqué uno de mis péndulos poniendo un mapa justo abajo. El péndulo comenzó a girar rápidamente con la orden de encontrar un destino que me llenó de sorpresas hasta que terminó apuntando un punto en el estado de Washington.
Pronto reuní una maleta con lo esencial, tarjetas de débito, crédito y dinero en efectivo, algo que me permitía moverme libremente sin tener ningún país analizando mis finanzas, cuando uno vive por algunos cientos de años logra tener una cuantiosa fortuna, para mí que he vivido más de unos cientos el dinero se ha vuelto en algo de lo cual no tengo que preocuparme por el resto de mi existencia, mi computadora y una muda de ropa.
Empaqué el péndulo y me dispuse a hacer un hechizo para cruzar el océano rápidamente. Oía pasos acercándose por el pasillo y si no salía inmediatamente la guardia no dudaría en rogar, suplicar e implorar para que me quedara y no saldría del castillo sino en una década o más.
Teletransportarse era la forma más rápida de moverme entre continentes, solamente cuando era necesario viajar con la guardia para alguna misión utilizábamos el avión de la corte vampiresa.
Aparecí en medio de un claro qué me hizo recordar el lugar en el que yacían los restos de mi familia, algo que me dio nostalgia por un momento, aun cuando vives por tantos años el dolor de los seres perdidos no se va.
Durante mi existencia he llegado a convivir con humanos de los cuales me encariñado, pero el peso de la inmortalidad no me permite estar más allá de unos años con ellos para que no descubran la verdad del porque no envejezco. Nunca me vi tentada a convertir a ninguno de ellos. Todos fueron felices a su manera.
Empecé a correr hacia la ciudad de Seattle. Ahí podría comprar un auto y finalmente buscar un lugar para alojarme, ambos eran necesarios para poder tener una apariencia de cualquier humano normal.
Cuando llegué a la agencia me decidí a comprar un jeep y una moto. La moto podría llevarla inmediatamente y el coche lo enviarían a mi nueva casa en cuanto enviara la dirección.
Lo segundo en la lista era buscar una casa, estaba tentada a quedarme en Seattle, pero el recuerdo del bonito claro me hizo volver al pueblo. Fui a una inmobiliaria, el pueblo era pequeño. De esos pueblos donde todos conocen a todos. Ante los ojos de las personas aparentaba apenas 18 años por lo cual tendría que usar un poco de mis poderes para convencer a la agente y que no hiciera muchas preguntas.
Al poco rato pude dar con una casa grande a las afueras del pueblo, sin ojos molestos con bosque suficientemente cerca donde podría cazar. Dispuse entonces que seria bueno ir a la escuela para inscribirme para salir de la rutina. Convivir con humanos podía ser un infierno para algunos, para mí era fascinante.
El día estaba por terminar, las clases estaban ya entradas, yo entraría a la mitad de curso, un poco de soborno monetario como donación para la escuela habían arreglado el "problema".
Entraría la siguiente semana y apenas era miércoles, eso me daría tiempo a poder arreglar la casa que me entregaría al día siguiente. Tomé la moto y fui en busca de un hotel para pasar la noche. Ahí tiene un lugar para cargar la laptop y podría hacer unas compras esenciales para la casa.
