Bandidos o algo así.

Capítulo uno: ¡Por mi sombrero!

"¡Son solo la mitad!".

"¡Son suficientes!".

Gritan dos jóvenes rubios sobre una moto que circula por una larga pradera, detrás de ellos varias criaturas oscuras como la tinta de las cartas que reciben los correos de Vale. Eran más rápidos y los estaban alcanzando.

"¡es hora!", grito el piloto.

Por fin, no más palabrería elegante. Con un rápido movimiento uno de los ocupantes salto a un costado, su larga cabellera rubia se agitó con el viento.

"¡Espera en la marca!", el piloto grito mientras avanzaba unos metros más. Buscando en uno de los bolsillos de larga gabardina de estilo steampunk, agarro un control remoto que parecía estar hecho con piezas de otros dispositivos encajados con cintas y tornillos, desplegó la antena y al presionar un botón a las guías que estaban repletas de dust de fuego, como mechas de aun viejo encendedor todas chispearon hasta llegar a la gema roja y otra amarilla que al hacer contacto explotaron derribando grandes árboles. El objetivo era aplastar a tantos de sus perseguidores como sea posible y luego eliminar a los rezagados.

Las explosiones asustaron a unos cuantos, pero la mayoría estaba más interesado en atrapar a los intrépidos perpetradores que habían interrumpido su tranquilo día en las llanuras del pueblo alejado de las murallas. Las bestias que quedaron debajo de alguno de los árboles gigantes fueron eliminadas en el acto, los que no fueron aplastados, ahora sean presas y no más cazadores.

La adolescente de larga y rubia cabellera recogida en una cola de caballo, ataco como si los oponentes fueran simples trozos de carbón, los guanteletes mecánicos que cubren sus antebrazos y manos los destrozan sin darles tiempo a responder. Las creaturas de Grimm que con valentía trataban interponerse en su camino, encontraban su destrucción de una forma muy rápida. Sus golpes impulsados por el pequeño mecanismo alimentado por dust de fuego concentrado destrozaban las cabezas de los Grimm, cada víctima de sus puños se deshacía en humo negro y rojo.

"La limpieza fue más eficiente de lo que pensé que sería", dijo la mujer cuando el último de los Ursa se desintegraba. "Bueno, aún tenemos que ir por los que quedan en la pradera", agrego la rubia mientras hacía tronar su cuello. "Supongo que eso estaba entre tus planes".

"sip", el joven rubio acentuó la p "las cargas están colocadas cerca del borde, pero alguien debe ser carnada", mientras soltaba esa frase miraba a la chica.

"¿Por qué tengo que ser yo? Siempre soy la carnada", las palabras que salían de Yang no tenían un mínimo de amabilidad.

"Bueno ya sabes, tu cosa", dijo Jaune mientras se apoyaba en el manubrio de la moto de Yang.

"¿Mi cosa?",

"Tu semblance se basa en las emociones ¿no?, le gustas a esas cosas, además si usas tu moto podrás escapar fácilmente."

"¡Bien! ¡Bien!, pero las recargas salen de tu cuenta, y también la posada, y los postres, y te deshaces de ese horrible atuendo."

"Es un disfraz".

"Llevas más de 3 meses en la tribu, si no te buscaron todo este tiempo, no van a empezar ahora."

Jaune le lanza un remplazo de cargador y ajusta su sombreo que parece sacado de una vieja película western. Una gran gabardina y la altura del adolescente, había hecho que Yang lo apodara, lámpara de pie entre los miembros de la tribu algo que fue gracioso las primeras semanas.

"Bien ignórame, pero me aseguraré de hacer una fogata ¡con esos trapos!", Yang puso énfasis en la última parte de la oración.

El resto del día Jaune y Yang ya habían eliminado a todos los Grimm, de regreso a la villa que los había contratado, buscaron al alcalde por el pago. "Ya solo queda una cosa", Jaune dice mientras camina a la forja junto con el alcalde y Yang.

"Está listo", vino de un hombre que parecía haber pasado toda la noche en una mina recibió al trio, "no fue fácil, pero está listo, el acero que trajiste fue más difícil de moldear que uno normal tienes suerte que sea el mejor en esto".

"Lo sé, por eso vinimos", dijo Janune mientras sostenía en sus manos el encargo que fue parte del acuerdo con el alcalde.

Un escudo del tamaño de su pecho, correas sostenidas con remaches por el medio, destinadas a ser el agarre, se lo coloco en el brazo y su peso estaba más allá de lo que había previsto, incómodo pero se acostumbraría. Yang solo se dedicó a observar a su compañero que parecía contento, aunque podía ver una mirada de seriedad, una mirada que no había visto en mucho tiempo. Ella lo sabía, no fue coincidencia que los últimos encargos estuvieran centrados en villas con características específicas. El último mes fue en unas minas del material más duro que se extraía del suelo de Remnant, no se usaba en muchas aplicaciones, es superresistente pero poco moldeable y pesado. Y esta semana fue en esta villa, que se decía que tenía el mejor herrero, capaz de convertir cualquier metal en las obras más bellas creadas.

Ella sabía que él tenía un cerebro brillante, y si planeaba usar estos 'incidentes' para su propio bien, solo miraría a otro lado. Después de todo, su tribu estaba formada por dudosas personas que valoraban la fuerza sobre todo, pero su madre y ella valoran más su capacidad de idear planes y predecir a los enemigos. Es otro tipo de fuerza, pero es la suya y las había llevado a exitosas caserías.

Luego de colocar la pesada pieza de metal en uno de los bolsos que colgaban de su transporte, Jaune indico con la cabeza a Yang, era hora de regresar a casa.

Los dos adolescentes en una moto tarareaban una canción inaudible, cubierta por el ruido del motor invadía un espeso bosque de pequeños y estrechos caminos que los llevaba a su destino, de vuelta a su tribu, de vuelta a su familia.

Yang es la única que conoce el camino, así que ella conducía y ocasionalmente cuando el cansancio la invadía él tomaba el control siguiendo las indicaciones de su copiloto. "¿vas a dejarnos?", Yang decía con tristeza en su voz mientras enterraba su cara en la amplia espalda del piloto, no había estado mucho tiempo con él, pero le había llegado a agradar. "aún no", fue la respuesta que la hizo temblar, ese 'aun' indicaba que estaba seguro de que pasaría.

Cuando el vehículo y ellos necesitaba un descanso. Noto que Yang evitaba verlo a la cara, o como mínimo mirarlo de frente. "Vamos quita esa mirada de tu rostro, oscureces mis días soleados", la sonrisa que sostenía su compañero era auténtica y eso empujo la pena resultante de la segura partida de su nuevo amigo. "Sabes, hay personas a las que debo ver y deudas que debo saldar".

"Lo sé, es solo que antes de conocerte creía que todo lo que necesitaba era lo que conocía", la rubia mujer decía mientas le lanzaba los instrumentos para acampar, "mama siempre dice que si permanecemos juntos, los males del mundo no nos alcanzaran".

"Eso es solo sobrevivir", las palabras de Jaune llevaban esfuerzo mientras abría unas latas de conservas, prepararía la cena esta noche como todas las noches. "Y eso está bien, la entiendo, de donde vengo solo conocíamos eso y me sirvió durante mucho tiempo". Esas palabras le recordaron a Yang que él también era un bandido, no como ella o su madre, era blando y fácil de avergonzar, pero lo suficientemente capaz de seguirle el ritmo.

El día que ellos coincidieron en el avión de carga, él no era un chico de la calle, no llevaba nada de valor, pero tampoco se parecía las pequeñas ratas que hurtan carteras en las calles de Vale. Fue una coincidencia que justo el 'encargo' que él debía cumplir se complicó cuando los bandidos de Branwen atacaron el mismo objetivo. Para ellos sin duda era solo mercancía caída del cielo, pero para Jaune tenía más valor, valiosos planos que se podrían extraer del nuevo prototipo de arma que había fabricado Atlas. Se suponía que sería fácil, colarse entre los encargados de custodiar las cargas luego paralizar a los soldados y finalmente obligar al piloto a navegar lejos de la ruta planeada por el ejército, aterrizaría en una base lista para el traspalado y para dejar atrás a todos sus posibles perseguidores.

En principio todo fue bien hasta más o menos la mitad. La cantidad de soldados estaba en los cálculos, pero debido a que tenía que desviar su mirada al mapa cada cierto tiempo para establecer la ruta, el piloto aprovechando la distracción quiso ser un héroe y Jaune se vio obligado a sacarlo de combate.

Incluso si lograba aterrizar por sus propios conocimientos, la alerta se había disparado y ahora todas las fuerzas militares de Atlas sabían en dónde está. Intento contactar a los refuerzos que le habían prometido, pero no hubo respuesta, probablemente la persona que les ayudo a conseguir la información para el robo, y a encubrir la falta del prototipo también estaba informado del fallo. Poniendo en práctica lo que sabía sobre bullheads, torpemente maniobro hasta que el aterrizaje fue tan suave como pudo, aunque prácticamente cocho contra el suelo el carguero dejándolo inconsciente.

El sonido de voces y pisadas lo hizo reaccionar, no sabía cuánto tiempo paso inconsciente. En el choque su cuerpo entero atravesó el parabrisas arrojándolo a los árboles que también ayudaron a frenar el gran avión. Necesitaba unos minutos más para estar listo, pero no le dieron la oportunidad, varias personas estaban inspeccionando el fuselaje. No llevaban uniformes así que debían ser de algún pueblo cerca, o bandidos y por las armas que portaban eran lo segundo.

Juane es joven, pero listo, si uno de ellos era civilizado intentaría llegar a un acuerdo, el pago que recibiría iba a ser grande, así que negociaría sobre eso, si lo ayudaban a obtener el prototipo, él se aseguraría que su empleador les compensara. "No parece que puedas usar nada de eso", le comento a una joven mujer rubia que usaba unos guanteletes mecánicos y trataba de abrir la cápsula que estaba intacta al forzoso aterrizaje.

"¡Eyh chicos!", llamo la rubia. "Parece que hay un sobreviviente", mientras preparaba sus brazos Jaune levantaba sus suyos. Cuando se vio rodeado de otros pintorescos personajes, antes los había llamado bandidos y esa mujer era su líder.

"Escucha, lo que hay en esos contenedores es más valioso de lo que piensas, si me ayudas me aseguraré que tú y los tuyos sean compensados", Juane dijo con tanta seguridad que parecía estar a cargo del transporte. "Nada de lo que puedas saquear del bullhead se será útil…", antes de terminar la oración una bala paso silbando en su oreja, el tirador fue la misma rubia que estaba al mando.

"Crees que soy idiota o ese lindo uniforme te corta el oxígeno", mientras decía la líder bandida levantaba uno de los soldados caídos en el accidente. "Si eres de Atlas y estás tan lejos de casa, sea lo que sea también es valioso para mí", se acercó unos pasos para arrebatarle el casco. "Además es extraño que eres el único que está intacto, como mínimo no eres un soldado normal".

Ella tenía razón, Jaune no tenía ni una sola herida ni raspón, sus ropas tenían aberturas y cortes, pero él estaba tan sano como un caballo. "Ok, puedo explicarlo", dijo Jaune alzando un poco la voz mientras sostenía sus manos en alto. "Pero lo de la recompensa es real, lo prometo", estaba apurando las palabras cuando la mujer apretó su puño izquierdo y perforo la cápsula que se suponía que debía recuperar Jaune.

Esas cápsulas estaban hechas para resistir el impacto del accidente, pero al parecer no para resistir uno de sus poderosos golpes. El seguro cedió y las bisagras consigo revelando un cuerpo, sea lo que sea que había robado tenía forma de humano con cabeza, brazos y pies. Fue una sorpresa tanto para Jaune como para los bandidos. Una chica de pelo naranja, piel blanca y unas cuantas pecas estaba sumergida en lo que seguro era gel resistente. Si estaba viva cuando abordo, ya no lo estaba, no había soporte vital por ningún lado, pero pudo haberse perdido en el aterrizaje.

"¡Qué carajos!", gritaron al unísono los 2 rubios.