¡Hola! ¿Qué tal está su domingo?

¡Espero que todo esté marchando bien! Yo, por mi parte, estoy muy emocionada de poder compartir con ustedes este nuevo proyecto. Volvemos a los fanfics más largos, así que seguramente me tendrán por acá unos cuantos domingos más jajaja. Esta vez, nos toca un AU un poco más... fantasmal.

Por cierto, una de las razones por las cuales no había empezado a subir esto era porque quería tener un arte que lo representara. Me contacté con karely_arts ( ArtsKarely en twitter) quién hizo un arte preciosísimo que será la portada del fanfic, así que está de más decir que me encanta y en verdad estoy fangirleando mucho con eso jajaja. Ah, también, a esta historia también le hice una playlist en Spotify (como los anteriores fics NanoFate), que tiene como... 6 o 7 canciones porque tengo que confesar que mientras estaba escribiendo esto escuché muchísimo zenzenzense de Radwimps... Y cuando hablo de muchísimo fue que tengo que haber dejado puesto en youtube el video de 1 hora de esa canción más veces de las que debería admitir :p

Y noooo Nadaoriginal, esta vez "serio" no implica "trágico" ... ¿O sí? Nah, no lo creo!

¡Un abrazo!

Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Tomó una gran bocanada de aire antes de inclinarse nuevamente y alzar la pesada caja entre sus brazos. Al sentir el peso del contenido de la caja, sus brazos se tensaron de manera dolorosa, casi como si le reclamaran el esfuerzo físico al que los estaba sometiendo desde ese día en la mañana. Con determinación, miró las escaleras que tenía frente a ella. Solo faltaba ese último esfuerzo, esa última caja, unos últimos segundos de fortaleza y podría descansar.

- ¡Nanoha apresúrate! - le pidió una voz desde el otro extremo de la escalera - Todavía tienes que desempacar.

- ¡Hayate dame un respiro! - suplicó Nanoha, empezando a subir la escalera - Creo que se me está bajando la presión.

- ¡Menos charla y más trabajo!

Sintiendo que sus piernas empezaban casi a temblar se enfocó en llegar al último par de escalones, y dejó escapar un gran suspiro cuando, después de lo que pareció una eternidad, logró llegar al final de la escalera.

Al final del pasillo y sentada sobre algunas cajas similares a las que Nanoha cargaba, se encontraba una joven mujer de edad muy similar a la suya, dándole algunos sorbos a una botella de agua. Su cabello castaño estaba atado momentáneamente en una coleta, que apenas se veía como un pequeño bultito considerando que su amiga tenía algunos años llevando el cabello más corto en comparación a ella misma.

Nanoha también se había atado el cabello en una coleta cuando iniciaron la tarea de subir las cajas de la mudanza desde la planta baja hasta el tercer piso pero, a diferencia de Hayate, su cabello cobrizo si caía mucho más largo por su espalda, e incluso, algunos mechones se le habían escapado rebeldes al agarre, cayendo de manera descuidada sobre su frente humedecida por el sudor.

Con un último esfuerzo, avanzó la corta distancia que le faltaba hasta posicionarse al lado de Hayate, dejando caer sonoramente la caja al llegar frente a la puerta, y cerrando los ojos al escuchar el sospechoso sonido de la cerámica al chocar luego del golpe.

- ¡Uy! Espero que hayas embalado bien eso - comentó Hayate, observando la caja con preocupación reflejada en sus ojos celestes.

- Con que haya quedado al menos un plato en pie estaré bien - dijo Nanoha, adolorida.

- ¿Y bien? - preguntó Hayate - ¿Tienes la llave?.

Intentando recordar, Nanoha palpó sus bolsillos hasta encontrar una plateada llave en el bolsillo trasero de su jean. Con las manos aún temblorosas producto del esfuerzo, introdujo la llave en la cerradura de la puerta que estaba frente a ella y la giró, abriendo la puerta y revelando el interior de la estancia.

Al ver hacia el interior no pudo evitar sonreír.

Había ahorrado muchísimo y trabajado más horas extras de las humanamente correctas para lograr mudarse a un espacio propio. No la había tenido fácil al inicio de la universidad, sobre todo al venir de una pequeña ciudad del interior y haber tenido que mudarse a una ciudad tan grande como Uminari. Sus padres ya se esforzaban lo suficiente para poder costear los gastos de la universidad, así que no quedaba mucho presupuesto disponible para sus gastos domiciliarios, lo que hizo que, al inicio, hubiese optado por vivir en una residencia estudiantil con más roommates de los que debía ser legalmente permitido, y con todos los retos que eso implicaba.

Retos como el hecho de que su comida desapareciera misteriosamente del refrigerador aunque estuviese etiquetada, y el abandono lento pero continuo de su paz mental cada vez que tenía que estudiar para un examen importante y a alguno de sus compañeros se le ocurría la brillante idea de realizar una fiesta en la casa con música alta hasta las tres de la mañana. Aún no sabía cuál había sido la deidad que había intercedido por su alma para que aprobara el primer año con unas notas decentes a pesar de haber estudiado en esas dudosas condiciones.

En su segundo año, cuando la carrera empezó a ponerse un poco más difícil, entendió que ya no podía seguir arriesgando su suerte de esa manera o si no la mataría el estrés, así que tomó la decisión de mudarse en cuanto tuviese la oportunidad. Sin embargo, no había dimensionado bien el costo que implicaba mudarse.

Sobre todo cuando, a manera de depósito por garantía, las administradoras de propiedades solían cobrar algunos meses de renta adicionales. Sobre todo a universitarios. Por si había destrozos.

Sin reembolso cuando decidiera mudarse. Aunque no existiesen finalmente esos destrozos.

Quizá tenía que cambiarse de Publicidad a Derecho. Seguramente podría hacer un buen dinero si empezaba a llevar esas demandas.

Para poder financiar su mudanza, había logrado conseguir un trabajo de horario nocturno en un pub cerca del barrio universitario de la ciudad, lo que le había permitido poder compatibilizar mejor su horario de clases, así que usualmente apenas salía de sus clases se iba corriendo para llegar a tiempo a ese trabajo. Sobraba decir que se había olvidado de salir con amigos por unos cuantos meses, para poder trabajar durante algunos turnos extra sin sacrificar mucho tiempo de estudio y alcanzar su meta más rápido.

Y luego, cuando parecía que el cansancio ya la iba a matar, vió el anuncio de ese departamento en una página web, y supo que la suerte estaba de su lado.

Era un departamento de una sola habitación, con baño. La sala de estar era bastante pequeña, con apenas espacio para un pequeño sofá, una mesa de centro y un mueble para colocar un televisor que no tuviese un tamaño tan exagerado. Considerando que sus amistades usualmente consistían de… Hayate, no creía que tuviese muchos problemas de espacio. La sala también tenía una puerta corrediza que daba a un balcón no tan amplio, pero sumamente conveniente. La cocina también era pequeña, pero ya estaba equipada con un refrigerador y una cocina eléctrica, así que si llevaba sus utensilios de cocina y sus propios platos estaba prácticamente lista para llegar y usar.

Además, la habitación tenía un tamaño decente, y ya estaba amoblada con una mesa de noche bastante modesta, y una cama doble.

Para completar, el precio de la renta era una ganga. Una real ganga. Incluso pensó en la posibilidad de que el departamento estuviese infestado de alguna alimaña cuando coordinó la visita con el corredor, pero a pesar de que fue a ver el departamento junto a Hayate, más que todo para aprovechar el carácter quisquilloso de su amiga que estaba segura revisaría hasta el más mínimo detalle, todo estaba perfectamente en orden.

Con disponibilidad inmediata. En sus ahorros tenía el monto exacto para el depósito de garantía y el primer mes de renta sin tener que sacrificar su presupuesto para la comida del mes. Era demasiado tentador para decirle que no al corredor.

Fue así como, apenas tuvo la llave del departamento en su poder, aprovechó uno de los días libres de la universidad para pedirle a Hayate que la ayudara desde bien temprano a mover todas las cosas que tenía en la antigua habitación compartida de su residencia hasta el que sería su nuevo hogar.

Y allí estaban ahora. No podía evitar sentirse orgullosa de sí misma.

Con ayuda de Hayate, fueron llevando una a una las cajas hasta el interior del departamento, y una vez todas estuvieron dentro se dedicaron a la tediosa tarea de abrir cada una de ellas para desempacar.

- Bueno, creo que saliste suertuda Nanoha - comentó Hayate, revisando una de las cajas y colocando su contenido a un lado - Salvo un plato y una taza, todo el resto está intacto.

- Uff, menos mal - agradeció Nanoha, soltando una sonora exhalación - Si se rompía todo iba a tener que hacer malabares hasta poder comprar más cosas el próximo mes. Por cierto ¿Tienes hambre? Creo que vi un lugar de comida china cerca.

- ¡Sí! Por favor - respondió Hayate con alegría - Necesito reponer energías pronto.

- Vale, iré por algo para que almorcemos entonces - indicó Nanoha, mientras se dirigía hacia la puerta - ¿Te traigo una cerveza?

Sonriendo, Nanoha solo alcanzó a escuchar un sonoro ¡SIIIU! antes de cerrar la puerta tras ella y encaminarse hacia el lugar de comida asiática que había visto apenas a un par de cuadras del lugar en donde se emplazaba el edificio.

Era una zona residencial bastante tranquila. En esa calle directamente no percibía tanto tráfico, pero estaba solo a unos cinco minutos de una calle principal que si tenía muchísima mejor conectividad, así que el moverse hacia el centro de la ciudad no se le haría tan difícil, y tampoco le resultaría tan difícil regresar a casa luego de salir del trabajo. En su caminar se topó con algunos escolares que estaban de regreso a sus hogares, y también habían algunos señores mayores que conversaban animadamente sentados en una banqueta, pero salvo esos encuentros fue una caminata bastante silenciosa.

Al llegar al local de comida tampoco tuvo que esperar tanto tiempo para ser atendida. Aprovechó para comprar unas pocas cervezas como recompensa para Hayate y, al recibir su orden, se despidió amablemente y retomó el camino de regreso hacia su nuevo hogar.

Cuando iba entrando al edificio, se topó con una anciana que la saludó amablemente, mirándola con curiosidad.

- ¿Eres nueva por aquí? - preguntó la anciana, tomándose una pausa en sus quehaceres para poder apreciarla mejor.

- Sí, recién acabo de mudarme - contestó Nanoha cortésmente - Al piso tres.

- ¿Al piso tres? - inquirió la mujer mayor, sorprendida.

- Sí, al piso tres - repitió Nanoha, mirándola con atención.

- ¿Al departamento D? - preguntó una vez más la anciana, disparando las alarmas de Nanoha.

- Sí - murmuró Nanoha, confundida - ¿Por qué?

- ¡Oh! Nada, nada - contestó la señora, con una sonrisa misteriosa en su rostro mientras retomaba sus labores - Mucha suerte jovencita.

- Eh, gracias. Nos vemos luego - se despidió Nanoha, aún más confundida que antes.

¿Suerte? ¿Será que el departamento sí estaba infestado de cucarachas como había pensado al ver la publicación?

Intentó desechar esa idea mientras subía nuevamente por las escaleras hasta llegar al departamento. Al entrar, se percató de que ya Hayate había logrado ordenar varias cosas correspondientes a la cocina, y había dejado algunas cajas aparte que pertenecían a objetos más personales de la cobriza. Desde luego, la visión de la llegada del almuerzo hizo que los ojos celestes de su amiga castaña se iluminaran de la felicidad.

- ¡No te imaginas cuando necesitaba esto! - exclamó Hayate, dándole un sorbo a su cerveza - Esto es lo que me gusta de ayudar a los amigos. Comida gratis.

- Hayate, hablas como si nunca te hubiese invitado nada en la vida - dijo apenada Nanoha, mientras apuraba el contenido de su vianda.

- Para nada Nanoha, sabes que siempre te voy a ayudar, aún sin comida o bebida de por medio - se apresuró a aclarar Hayate - El hecho de que el ayudarte venga con otros beneficios es solo un agregado.

- Gracias Hayate - agradeció sinceramente Nanoha - No creo haber podido mover todas esas cajas yo sola.

- Ya, ya - dijo Hayate, palmeándole la espalda - Pero cuando me toque mudarme me tienes que ayudar ¿Estamos?

- ¡Seguro! - afirmó Nanoha con una sonrisa, dándole un par de tragos a su cerveza.

- Este lugar está increíble Nanoha - comentó Hayate, mientras continuaba con su almuerzo - Y esto también sabe muy bien. Me sorprende que hayas logrado conseguir un precio tan bajo por esa zona.

- A mi también me sorprende. Aún no me lo creo. Igual creo que estaré pendiente durante estos días - agregó Nanoha, recordando el incidente de minutos atrás - Sabes que abajo, en la entrada del edificio, me encontré con una ancianita. Cuando le mencioné que me mudé al tercer piso inmediatamente mencionó este departamento, y cuando le dije que sí me había mudado a ese solo se giró y me deseo suerte. ¿Será que en verdad tiene algún problema? Pensaba que podían ser cucarachas pero cuando vinimos no vi nada raro.

- Nanoha, por favor, estoy intentando comer - espetó Hayate - Lo que menos necesito es la imagen mental de una cucaracha.

- Ups, lo siento - se apresuró a disculparse.

- Pero no te preocupes - continuó Hayate - A simple vista no parece haber nada raro. Igual nunca está demás que estés atenta. ¡Ah! Y también revisa los recibos de las cuentas de la casa cuando te lleguen por correo. He leído que cuando hay fugas de agua sin detectar la cuenta del agua sale carísima. Ahora come, que se te va a enfriar.

- Cómo usted ordene jefa.

Luego de terminar con la comida y descansar por unos sólidos veinte minutos, se apresuraron a continuar desempacando antes de que el cansancio las venciera. Gracias a que Nanoha había decidido ir separando sus cosas según donde tendrían que ir ubicadas al momento de empacar, el ordenar se les hizo más rápido, y no pasó mucho tiempo antes de que tuviesen todo puesto en su respectivo lugar.

Con una sonrisa de satisfacción, y un par de cervezas en su bolso para el camino, Hayate se despidió de Nanoha alegando tener que ir a estudiar para un examen importante, dejando a la cobriza sola en la estancia.

No podía negarlo. Nanoha realmente estaba disfrutando de su recién obtenida soledad.

Dándole un rápido vistazo a su reloj, se dió cuenta de que aún alcanzaba a echarse una rápida siesta antes de tener que alistarse para ir a trabajar. Preocupada aún por las cucarachas, guardó las viandas vacías en una bolsa plástica y las colocó junto a la puerta para poder echarla en la basura al salir, dejando sin querer las latas de cerveza en la mesa de centro.

Ya el cansancio le estaba pasando factura. Sentía que los ojos se le estaban cerrando solos, por eso se apresuró a caminar hacia su nueva habitación, lanzándose en la cama mientras suspiraba.

Ni se preocupó en quitarse los zapatos. Apenas sus ojos se cerraron, cayó en un sueño profundo.

Estaba aún dormida profundamente cuando el sonido de la alarma de su celular la hizo levantarse de un sobresalto. Luego de ubicar el teléfono celular a regañadientes, para quitar la endemoniada alarma que le estaba taladrando los oídos, se apresuró a darse una rápida ducha y a ponerse presentable para ir a trabajar.

Una media hora después ya empezaba a verse como una muchacha responsable.

Dándose un último vistazo en el espejo se dio ánimos mentalmente para afrontar un nuevo día de trabajo, y se apresuró a tomar su teléfono celular, su bolso y sus nuevas llaves.

Antes de salir, se inclinó junto a la puerta para recoger la bolsa que tenía que echar a la basura, cuando su mano golpeó una de las latas que estaba puesta junto a la bolsa, casi haciendo que la tirara al suelo.

El sonido de la lata la hizo quedarse pensativa durante unos minutos.

Recordaba haber puesto la bolsa al lado de la puerta. Pero no recordaba haber recogido las latas.

Sin embargo, allí, junto a donde hace minutos se encontraba la bolsa que sostenía ahora en su mano, estaban las dos latas de cerveza que se habían tomado en el almuerzo.

Sin duda alguna estaba más adormecida de lo que pensaba cuando recogió las cosas antes de irse a dormir.

Sacudiendo la cabeza, tomó también ambas latas y se apresuró a abrir la puerta para dirigirse a su trabajo.


N/A: Nos leemos el próximo domingo!