Alumno Katsuki x Maestro Izuku

Ser discretos era su regla número uno.

Katsuki había entendido eso.

Sostener una relación con su profesor de la facultad, siete años mayor, era algo así como tener un amor prohibido, con la diferencia de que él podía tocar a Izuku cuanto quisiera en sus pequeñas citas fortuitas fuera de la ciudad, hacer el amor con él cada fin de semana disponible y tener la certeza de que eran una pareja en toda la extensión de la palabra.

O así de seguro se sentía hasta que llegó el bastardo de Rody Soul.

—Ah... Kacchan, espera...

El gimoteo de Izuku era encantador.

Katsuki estaba despreciando el concepto en su mente de no poder disfrutar de esa melodía como cada vez, porque está noche, además de brindar placer a su pareja, quería castigarlo solo un poco.

—Kacchan~ — el pecoso le volvió a llamar.

Sin embargo Katsuki continuó con su pequeña sesión de tortura.

Su mano se encontraba alrededor de la dura polla de Izuku, su pulgar cubriendo la punta que desde hacia un rato había comenzado a gotear líquido preseminal mientras él, bueno, aún mantenía hundido su rostro en el generoso trasero elevado hacia él.

—Kacchan, por favor... Déjame venirme... — suplicó con la voz entrecortada y los ojos llorosos.

Katsuki deslizó una de sus manos con caricias desde su espalda hasta llegar a su cadera para finalmente alcanzar su trasero donde le dio un azote con la palma abierta una vez que finalmente dejo de estirar, su ya ahora dilatado agujero, con su lengua para reincorporarse y bajar finalmente sus pantalones a la mitad de su muslo y liberar su erección presa de sus bóxers.

—Claro, amor. Lo harás, pero no solo. — dijo, después de relamerse los labios, tomar su polla con su única mano libre y alinearla contra el estrecho agujero de Izuku y hundirse en su interior de una sola estocada.

El pecoso gimió alto.

Sus manos se aferraron con fuerza a la almohada debajo de él y las lágrimas finalmente cayeron de sus ojos.

Katsuki estaba más pasional hoy, y eso le encantaba.

Tal vez por eso había seguido el juego de hacerle creer que Rody estaba interesado en él.

Soul exudaba heterosexualidad pero Katsuki no tenía porqué saberlo.

Después de todo verlo actuar celoso, como cualquier chico de su edad, era algo grato de ver.

Especialmente cuando decidía castigarlo de esta manera, pues si mano seguía presionando su sexo para evitar que se viniera.

Katsuki gruñó ronco al sentir como las paredes aterciopeladas de Izuku le apretaban tan bien, tan magníficamente.

Dios, estar dentro de él era un maldito éxtasis.

Se quedó estático por un momento, antes de asestar otro golpe duro y preciso, rozando la próstata de Izuku en el camino y este arqueo la espalda aún más.

—Ah... — gimió Izuku de nuevo.

Katsuki comenzó a hacer los golpes constantes hasta formar un vaivén brutal que maltrataba el cuerpo de su novio.

Su mano seguía sosteniendo la polla contenida de Izuku que parecía iba a explotar en cualquier momento de deseo.

Se inclinó aún más sobre él, pegando su pecho a su espalda, el sonido obsceno de sus muslos chocando contra su húmedo trasero hacían armonía en la habitación, perfectamente combinada con sus gemidos.

Con su brazo libre le abrazo enredándose en su tórax, y besando su cuello aumento aún más el ritmo de sus embestidas hasta que sintió el agujero de Izuku apretarse a su alrededor, casi al grado de causarle dolor y solo entonces liberó su polla de su agarre cuando percibió que ambos estaban cerca del orgasmo.

La mano llena de presemen la dirigió a la boca de Izuku para que se probase a si mismo, metiendo dos de sus dedos en ella e Izuku los chupó con fervor hasta que ambos alcanzaron el tan ansiado orgasmo.

El cuerpo laxo de Izuku cayó sobre la cama.

Katsuki alcanzo a detenerse con sus manos para no caer encima de él.

El sudor perlando sus cuerpos, sus respiraciones erraticas tratando de ser regularizadas.

Katsuki salió de su interior, no sin antes darle una última nalgada y tumbarse a su lado.

—No dejes que ese bastardo vuelva a acercarse a ti. — dijo.

Recordando lo pegado que había estado a él en el almuerzo.

—¿Eh? — Izuku fingió demencia.

Katsuki chasqueo la lengua con exasperación, antes de acercarse de nuevo a él y besarlo con demanda, metiendo su lengua a su boca y mordiendo sus labios al romper el contacto.

Izuku jadeó, calentándose de nuevo por la brusquedad de su novio.

—La próxima vez que vea al maldito de Rody Soul cerca de ti, voy a ir hacia ustedes y te besaré en su cara. — más que una amenaza, era una promesa.

Izuku sonrió para sus adentros.

Sería bueno ver si era realmente capaz de hacer aquello.

Miya


Soulmate

— Cuántas veces tengo que decirte que soy solamente tuyo Kacchan.

— Las veces que sean necesarias, aún no supero que sigas teniendo muchos amigos… — Izuku miró a Katsuki fijo y luego cerró los ojos.

— Kacchan, cada uno tiene su carrera y sus cosas, tarde o temprano nos separíamos, lo sabías bien. — Izuku se acostó de nuevo en su hombro.

— Ya lo sé, no tienes que recordarlo, sé que estamos en diferentes facultades y estoy ansioso de muchas cosas, pero este sentimiento no puedo quitármelo, ese chico mitad mitad se te acerca mucho.

— ¿Desde cuándo eres tan celoso Bakugo Katsuki?

— ¿Cómo me llamaste?

— Así te llamas, queremos lograr nuestras metas y convertirnos en profesionales, tener nuestras propias empresas y ahí veremos qué nos depara el destino, mientras tanto así nos quedaremos.

Katsuki estaba celoso del acercamiento de sus amigos de Izuku eso estaba claro, de los sentimientos del peli verde jamás, nunca pondría en duda nada de lo que siente por él.

.……………………………………

En la escuela los mandaría a llamar, todos los alumnos de las diferentes facultades estaban en el centro de la universidad, donde se llevaban a cabo las ceremonias, todos estaban conmocionados.

— Chicos presten atención, sé que esto es repentino, pero saben de la nueva noticia que ha azotado el mundo entero, el hilo rojo del destino, muchos han caído en la desesperación por creer que están con la persona que es su destino y sus sentimientos cambian y hacen que se torne negro. Tómenlo con calma y aquellos que quieran ver quién es su destinado, tómenlo con cuidado.

La escuela los había reunido porque había muchos índices de suicidios por estar con la persona incorrecta y no querían buscar a nadie más, esa también era una razón para que Katsuki estuviera así…

Salieron ambos de la universidad, Katsuki no podía evitarlo, esto era algo que lo estaba superando.

Pasaron cerca de donde hay personas que pueden ver el hilo rojo y te dice dónde buscar o si es el compañero que llevas. — Kacchan quiero hacer esto, no me importa el resultado de igual manera, sé que tú eres mi otra mitad, esto no me hará dudarlo.

— Zu y si no lo somos, nuestros planes, nuestra vida, yo no podía atarte a estar conmigo cuando alguien más te espera…

Izuku se acercó a sus labios. — Deja de decir esas tonterías – lo beso, era uno que le demostraba cuánto lo amaba. — Tú eres el único para mí, pero sé que no te quitaré esos nervios que tienes encima hasta que nos hagamos esto…

Señaló el edificio, salían de ahí personas felices u otras destrozadas, veía como entraban con ánimos para después salir en una depresión profunda. Izuku tomó su mano con fuerza y se adentraron al lugar.

— Buenas tardes, jóvenes, vienen cada uno por separado o vienen juntos?

— Venimos juntos… — decía con bastante seguridad él peli verde.

— Ok, puede llenar estos formularios poniendo su nombre y firma, ya que nosotros no nos hacemos responsables por lo que verán allá adentro.

Izuku tomó la pluma y llenó los datos, al terminar le temblaba la mano, pero tenía que ser fuerte por su novio.

— Vengan es por acá.

Los llevaron a donde un chico podía ver el hilo rojo, en cuanto entraron el chico no les quito la mirada de encima y parecía llorar.

— ¿Qué mierda pasa?

— Nunca he visto un hilo estar tan rojo como el de ustedes, es amor verdadero, un amor que está atado al destino, veo también que es muy largo, tenga en cuenta esto, no solo en esta vida han estado juntos, sino en cada una de ellas.

Katsuki lloró de alegría, aquel hilo se hacía presente en sus ojos, tan rojo, tan brillante, tan hermoso.

— Te lo dije tonto, siempre serás tú…

Ambos se fundieron en un beso demostrando todo el amor que sentía, ese afirmaba más que fueron los hechos el uno para el otro.


Mensaje

La entrepierna le dolía, y si fuera por él, se saltaría todos los semáforos en rojo con el fin de llegar rápido a casa. Pero su pequeño novio lo regañaría severamente cuando lleguen las facturas. Por eso siente que los minutos sean tan largos, pues su pequeño e inocente novio le mando un mensaje justo cuando salía del trabajo.

Su jornada había concluido y se aflojó la corbata mientras escribía con una mano el mensaje de "Ya salí de trabajar". Cuando mando el mensaje, este fue leído inmediatamente, para después sentir un calor apoderarse de su cuerpo especialmente en su parte baja.

Izuku, su querido Izuku había respondido un "Te estaré esperando con ansias" junto a una foto muy provocadora.

Amaba cuando Izuku organizaba sus noches de fin de semana pues siempre tiene un rol nuevo que enseñarle. Cómo ahora.

La foto se grabó en su mente y solo apresuró el paso para llegar al estacionamiento, entró al auto y retiró la corbata junto a un par de botones en su camisa. Puso su celular con la foto recién enviada de su chico y arrancó el auto.

Solo pudo acelerar lo permitido mientras de reojo seguía viendo como aquel traje negro contorneaba perfectamente las curvas de Izuku revelando su espalda estrellada, los ligueros abrazaban sus piernas y el redondo y jugoso trasero lleno de pecas se mostraba en todo su esplendor frente al espejo. El traje de conejito con temática de uno de sus héroes favoritos pedía a gritos ser rasgado, destrozado y aventado por ahí mientras gozaba de su pequeño.

Cómo ansiaba llegar a casa, tomar las finas caderas de Izuku y empotrarlo en medio de la sala sin que les importe ser escuchados por todo el edificio. Tomarlo del cabello con esas lindas orejitas mientras ve como su pecoso trasero rebota contra su pelvis soltando esos jugosos sonidos que le excitan de más.

Estaba claro que, nuevamente, como cada fin de semana, rompería ese estrecho agujero. Lo haría delirar y haría que pida por más.

Oh, cómo amaba los fines de semana.


Almas gemelas unidas

[Capítulo Único]

«Las almas bellamente unidas las unas a las otras conformando un mismo ser, destinado a encontrarse las veces que sean necesarias y vivir con plenitud su unión sagrada»

La familia Midoriya fue bendecida con el don de poder observar el hilo rojo del destino y ayudar a unir a las personas con su complemento. Sin embargo se deben acatar ciertas reglas la más importante de ellas es que al leer el hilo y ver aquellos vistazos sobre el futuro no debe ahondar en demasiados detalles o podría arruinar esa relación.

Al mencionar características físicas debe divagar y dar una respuesta algo difícil de interpretar, sin embargo algunas personas con tan noble oficio son corrompidas por la envidia, el deseo o la maldad dentro de su corazón.

Y como todo don las limitaciones que vienen para ellos es no poder ver su propio hilo, ni el de sus familiares. Incluso si encuentran a su alma gemela no pueden leer su hilo rojo, ni tampoco verlo.

Pero también las personas que pierden a su alma gemela no poseen hilo rojo, haciendo más difícil encontrar su propia alma gemela.

Izuku repasaba las reglas principales con calma, una vez más antes de la llegada de sus sirvientas que lo prepararan con las prendas elaboradas con las más finas telas para la ceremonia donde por primera vez él tendrá que continuar con aquella importante labor.

Al terminar tomó aquella máscara que mantendrá oculto su rostro para evitar futuros altercados. Caminó desde su habitación hasta el ala del salón principal donde daría inicio a aquel evento. Su madre lo esperaba en el centro de la habitación.

Una pequeña mesa estaba delante de ella, con dos copas, lazos rojos, velas y el incienso que ahuyenta a los malos espíritus.

Con pasos lentos se acerca hasta llegar al cojín rojo designado para él. Su madre dio una leve reverencia dandole la bienvenida, él respondió de la misma manera y los cristales colgantes sobre su diadema chocaron unos con otros dando paso al sonido con la sala en completo silencio por respeto a la ceremonia.

La túnica de la mujer peliverde se extendió vertiendo un brebaje a base de arroz fermentado, él sostuvo su copa recitando su juramento como "unificador de almas". Prometiendo aceptar su rol para ayudar a las personas sin dañar el destino.

Un par de jóvenes tomaron los lazos atandolos a sus instrumentos de múltiples cascabeles danzando alrededor de ellos, encendieron las velas para comenzar con el intercambio de máscaras, agachó su cabeza y retiró la pieza de su rostro colocándola con cuidado sobre la mesa de madera y en cuanto tomó la nueva se ayudó de sus mangas del traje para cubrirse mientras coloco con cuidado su máscara.

Después del término de la danza, las velas eran consumidas casi en su totalidad para proceder a ponerse de pie y ambos peliverdes caminaron al altar con su copa en mano ofreciendolo ante el antiguo Dios lunar y bebieron el contenido dando por finalizada la sucesión del unificador.

Donde ahora tomará su lugar en el centro del gran salón para comenzar su labor.

Su futuro regente Todoroki Shoto, a quien conoce desde su infancia fue el primero en solicitar su servicio. Extendió sus palmas sobre la mesa brindándole una sonrisa a su compañero para darle confianza facilitando su tarea.

一Izuku-sama, me gustaría saber si mi alma gemela podrá gobernar a mi lado para otorgar prosperidad al imperio.

El heredero ya había aceptado su compromiso, pero él es un buen estratega y realizó una pregunta dónde solo confirmaría que la persona de la que se enamoró una vez la presentaron para formalizar su compromiso sería su alma gemela como él tanto sospechó.

一Todoroki-sama con la bendición de los Dioses leeré su hilo para otorgarle la respuesta que busca.

Con delicadeza acercó sus dedos al hilo que se extendía a uno de los extremos del lugar. Acomodó la hebra sobre la palma de su mano y lo deslizó hasta que una parte brillo donde el Dios le indico donde podría obtener la respuesta del joven bicolor.

Al parecer la joven es bastante inteligente y fuerte, ya que en los pequeños vistazos observó cuidar fervientemente a su amigo sin descuidar al imperio hasta que la salud de su amado se vio recuperada. Una pareja bastante amorosa y entregada que procuraba el bienestar del contrario.

一Hará un trabajo excelente y juntos se ayudarán a crecer. Serán bastante afortunados de tenerse Todoroki-sama.

一Gracias por la buena fortuna Midoriya-sama.

El joven inclinó su cuerpo para realizar un reverencia total y depositó su ofrenda en el altar.

Como inicio dando una buena fortuna las personas comenzaron a formarse para saber más sobre su otra mitad. Ya que si bien existe otro templo que trabaja de manera similar por la familia Utsushimi prefieren ser atendidos por el prestigio que posee la familia Midoriya además de ser los más confiables.

Inko junto a su esposo Hisashi observaron con orgullo a su pequeño retoño ayudar con alegría a esas personas, que dejaron buenas y grandes ofrendas para remodelar el santuario.

Todo transcurrió de manera rápida para el joven Izuku quien ya solo tenía que atender a un noble espadachín de nombre Katsuki Bakugo.

El rubio cenizo extendió sus manos y la mirada esmeralda detrás de la máscara quedó bastante sorprendida ya que ese joven no tenía su hilo rojo.

一Midoriya-sama一 saludó con una reverencia一 me gustaría saber más de mi alma gemela.

一¿Deseas saber algo en particular Katsuki-san?, ¿tal vez sobre su personalidad o su aspecto?

一Cualquier cosa me viene bien.

一Que los Dioses me permitan conocer a su alma gemela a través de su hilo.

Lo que el pecoso no esperaba es que al tomar sus manos era que pudiera sentir el hilo pero no verlo ni tampoco tocarlo para descifrar la respuesta que el cenizo buscaba, permaneciendo en silencio mientras ideaba como salir de ese aprieto.

Sus maestros nunca le mencionaron nada igual, por lo que se vio tentado a mentir sobre la personalidad del complemento de ese chico, pero no pudo hacerlo.

Solo soltó sus manos negando con su rostro y murmurando un leve "lo siento".

Lo cual todos en la sala interpretaron como la partida de esa persona en el mundo terrenal o en palabras más simples, que aquel chico no posee un alma gemela porque ésta había muerto.

Bakugo no mencionó palabra alguna después de eso, él no quería su lástima así que solo se retiró del lugar.

Mientras nuestro joven unificador se cuestiona una vez más porque si notó la presencia del hilo no logró ver nada más.

Los susurros se extienden sobre la sala con rapidez y las campanas suenan indicando el final de la ceremonia.

Izuku se retiró acompañado de sus padres y las doncellas limpiaron su camino con incienso. Por más que el pecoso quisiera mencionar lo ocurrido con su madre tuvo que guardar ese incidente ya que su voto de silencio no le permite revelar sobre el destino de otras personas.

Por ejemplo si él revelara que vio enfermo en su visión al regente sucesor del imperio y que la futura emperatriz Yaoyorozu quedó a cargo le daría oportunidad a los enemigos de una invasión y traería desgracia a las personas a su alrededor.

Así que no podía hacer nada más, guardando aquel sentimiento de culpa por el guerrero a quien no podrá ayudar.

[...]

一Mis visiones son igual de acertadas Bakugo-san— aseguró la chica fuera del templo de los Midoriya con su rostro cubierto por aquella túnica con capucha.

一Cállate Camie— pidió conteniendo su ira el cenizo por la irritante personalidad de la castaña clara.

一Él tuvo que negarlo porque ya está comprometido con su alteza el joven Todoroki, ¿o es que acaso no notó aquellas sonrisas llenas de complicidad? — intentó persuadir al joven teniendo sobre sus manos las tijeras sagradas del destino.

—No importa, él será mío.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, si eso significa terminar con la vida de ese infeliz en cuanto anuncien su compromiso estoy dispuesto a hacerlo.

La oji miel solo escuchaba sus disparates realmente molesta, sin embargo ella tenía el arma con la cual puede obtener lo que necesita del rubio.

—Eso no es lo que acordamos.

—Piérdete Camie.

—Aún puedo romper tu unión y nunca más volverán a estar juntos.

Ante la amenaza de la joven, Katsuki no tuvo más opción que anunciar ante las personas su compromiso días después con la noble Camie del templo amor en flor de loto.

La hermosa joven Utsushimi solo quería a Katsuki para elevar su estatus con aquel matrimonio, su destinado Sero Hanta era alguien bastante humilde que no le daria la vida que ella desea siendo él chico un simple mercader.

Totalmente opuesto al cenizo quien no hacía más que crecer con tan noble labor logrando convertirse en un guerrero fuerte y ser el pupilo del gran maestro Yagi Toshinori, sirviendo de cerca al templo trébol de la fortuna perteneciente a la familia Midoriya.

El rubio en sus guardias podía encontrar a lo lejos a ese bello joven que un día tomó sus manos para leer su futuro, era un joven al que le encantaba leer a la hora del té. Alguien con una sonrisa tan resplandeciente como el mismo sol, es una persona bastante afortunada porque solo pocos conocen el rostro del joven Izuku.

Su compromiso con Camie estaba seguro que no llegaría a formalizar sabiendo que a quien su alma le pertenece es al joven guardián del destino. Así que en contra de la voluntad de su palabra con su prometida finge ir a una misión importante en busca de riquezas.

Lo que nadie sabía era que ese valiente guerrero fue en busca de otra persona quien también estuviera bendecida con ese don para revelarle la verdad.

Aquella mirada bajo la máscara el día de la ceremonia no logró engañarlo, estaba seguro de que el peliverde no encontró su hilo.

Esa era la única explicación al por qué se mostró tan inseguro, contrario a su actitud con las demás personas que solicitaron sus servicios. Además que en ningún momento cerró sus ojos para visualizar su futuro como Camie.

En la cima de las frías y desoladas montañas ese joven guerrero continuó escalando para lograr encontrar el hogar de la antigua vidente y pasada guardiana del hilo rojo.

Los vientos querían verlo desistir de su camino, la nieve caía del cielo en un blanco puro dificultando sus pasos hasta caer rendido por él cansancio. Los lobos guardianes de la mujer mayor lo desenterraron de la nieve y lo arrastraron hasta la cabaña donde Chiyo lo atendió.

El calor abrasador del fuego junto a los cuidados de la dueña del lugar, comenzó a despertarlo para encontrarse con la persona que buscaba.

—…Te encontré.

—Yo diría que quien te encontró fui yo, estabas bastante débil y cubierto de nieve.

Katsuki no perdió el tiempo saltando su presentación, explicando como su prometida puede leer el hilo rojo y terminó por alejarlo de su alma gemela.

—Solo anula tu compromiso. No diré más al respecto, chico.

—No lo entiende anciana Chiyo, ella amenazó en cortar mi hilo si no cedo a sus caprichos.

—Haberlo dicho antes— Suspiró pensando en que tendría que acompañar de regreso al joven para pedir la destitución de aquella dama sucesora quien también estaba por convertirse en guardiana, un corazón cegado por deseos ajenos nunca trae buenos resultados —. Ella no podrá hacerlo, así no es como funcionan las tijeras del destino solo quien desea cortar su propio hilo puede hacerlo, ¿pero no es lo que quieres verdad?

El guerrero negó con su rostro afligido, la mujer mayor tomó sus manos sonriendo de manera cálida y cerró sus ojos para leer el hilo rojo que lo conectaba con Izuku Midoriya.

—Él encontrara la manera para que puedan estar juntos, te explicará todo en su momento.

[...]

Las papeletas en todo el imperio anunciaron que la noble Camie Utsushimi fue destituida de su labor y que su hermana Itsuka Kendo sería la nueva sucesora de la familia en compañía de su esposo Monoma Neito.

Tras cuatro años de compromiso con el joven cenizo especulan que ella cayó en la locura cuando se anunció la anulación del acuerdo pre-matrimonial con el supremo sacerdote.

Llevándola a romper sus votos sagrados como futura guardiana del destino, estafando a las personas para revelar más detalles de su futuro, esperando a juntar el dinero necesario y así poder huir lejos del imperio.

Izuku solo negó con desaprobación por las actitudes de Camie y apartó aquel papel de su vista que fue entregado por una de sus sirvientas. Admiró su reflejo sobre el humeante té verde antes de brindarle un leve sorbo.

Se encontraba esperando a la llegada de la antigua guardiana de una ciudad vecina, su nombre era Chiyo ella fue llamada para revelarle su destino y continuar con el legado de su familia para dar comienzo a los planes de un sucesor.

Agradece al cielo que la destitución de Camie llegará antes de requerir alguien más para que leyera su hilo, no quiere imaginar que cosas ruines pudo haberle dicho para afectar su futuro y el de su legado.

La señora Midoriya llegó poco después de que el té se enfriará.

—Hijo, ya es hora. Tenemos que recibir a Chiyo-sama.

—Si, estaba por ir a buscarte —respondió posicionándose a su lado para comenzar su camino a la sala principal—. Madre,¿puedo preguntarte algo?

—Si no rompe los votos que realizamos, entonces lo haré con gusto.

—Cuando conociste a mi padre, ¿cómo estabas segura de que era él? ¿no tenías miedo de equivocarte al no poder ver tu hilo?

—Mi vidente fue bastante amable, ella me dio varios indicios para encontrarlo y su sucesora me confirmó que era él antes de anunciar nuestro compromiso. —Sonrió recordando a su esposo nervioso después de su llegada de la lectura de su hilo—. Además no es lo mismo para las personas que ayudamos, ellos confían en nosotros y de pronto solo lo saben cuando están junto a su complemento.

—Madre…

—Si cariño.

—¿Qué pasará conmigo si no tengo un hilo?

La mujer regordeta paró en seco, ella tampoco podía brindarle una respuesta a su único hijo, solo podría hacerlo el supremo sacerdote con ayuda de una revelación divina por parte de los dioses.

—Todo saldrá bien cariño, no tienes que adelantarte a los hechos— soltó para después besar su frente con cariño dándole espacio para que él ingresara primero a la sala.

—Saludos joven Midoriya-sama.

—Saludos gran Chiyo-sama, le agradezco por venir a atender nuestro llamado.

Cada guardián del destino se regía bajo sus propias reglas impuestas por su familia pasadas de generación en generación. Y Chiyo era la única capaz de romperlas sin afectar el futuro de los demás, por lo que ella estaba decidida a ayudar al afligido joven que nunca olvidó al espadachín que se convirtió en guerrero.

Además de que entre más buenas acciones realices y unifiques almas que se encuentren en problemas los dioses bendicen a sus ayudantes haciendo fuerte su poder dándoles más variedad a su don. En cambio si haces lo contrario tu poder se debilita hasta desaparecer.

Ella lo recuerda bastante bien a ese chico, y mientras tomó sus manos haciendo uso de su don le compartió los vistazos de su futuro.

Dónde encontró a una mirada carmesí que reconocía con claridad, se encontraba bajo un bello árbol de cerezo en pleno apogeo de su florecimiento. El guerrero extendía su mano hacia él aguardando por su encuentro con una sonrisa sincera.

Las lágrimas se acumularon sobre sus orbes, pero contuvo sus emociones ya que nadie más debía notar que algo ocurría en la lectura del chico.

Hecho que la mayor entendió y comenzó a darle las pistas que le ayudarían a encontrarlo.

—Bueno Izuku, tu fortuna es la siguiente— le dijo tomando solo su mano derecha enredando su hilo por la yema de sus dedos—, él buscará protegerte de cualquier mal sin importarle cuán herido termine por ello, así que asegúrate de mantenerlo con vida chico.

—Gracias Chiyo-sama.

No había ningún aparente defecto en su relación más debía confesarle que debajo de la belleza de ese hombre se encontraba alguien con un temperamento difícil de sobrellevar.

—Espera hay algo que debo advertirte sobre-

Ambos se vieron separados por el ataque de una de las sirvientas del lugar, las tijeras fueron clavadas sobre la mano del pecoso quien soltó un grito lleno de dolor antes de que su misma atacante retirara el arma sobre su piel para volver a atacarlo.

La anciana corrió a llamar a los guardias, ya que al Izuku no portar su máscara nadie más podía ingresar al recinto.

—¿Creés que mereces ser feliz después de que me fuera arrebatado todo?

—...Camie?

Pronunció su nombre al reconocer su cabello bajo la peluca color ámbar, no esperaba que se hubiera infiltrado en su templo. Él hubiese esperado que huyera lejos para rehacer su vida.

—Yo debería ser la única que pueda ver los hilos, voy a cortar tu maldito destino para que en ninguna vida después de esta puedan estar juntos.

Izuku corrió hacia los jardines pero su calzado le complicaba huir, a ese paso terminaría por tropezarse con el suelo irregular.

—Rompiste tu promesa, los dioses están enojados contigo hacerme daño no te devolverá nada.

—¡Cállate!...¡Después de este día nadie volverá a ver los hilos!

La primogénita de los Utsushimi acabaría con la vida de ese joven y la propia para evitar su castigo.

Las raíces en el camino hicieron caer al pecoso, Camie no desaprovechó su oportunidad quedando encima de él apuñalando de nueva cuenta su mano mientras trataba de inmovilizarlo.

Ella rompería el destino de ese chico cortando con las tijeras del destino su meñique, solo de esa manera podía lograr su cometido.

Con una de sus manos abrió la palma del pecoso quien forcejeó intentando liberarse pero era inútil sus prendas yacían adheridas entre esas raíces. Las tijeras separaron sus hojas afiladas y fueron alzadas para tomar impulso.

Pronto el cenizo llegó para quitar de encima a la problemática chica pero fue tarde.

El sonido de las cuchillas regresando a su forma original, la sangre desbordante y la sinfonía desgarradora fue todo lo que recordaron los presentes.

Hecho que quedó marcado en la historia de los futuros unificadores de almas.

[...]

Mientras el amanecer se esparcía por el lugar anunciando el inicio de un nuevo día, los suaves y dulces cantos de las aves llegaron a las ventanas de la habitación del peliverde.

El chico ya se encontraba despierto, haciendo una trenza y peinando su cabello para verse presentable con su rebelde cabellera rizada. Cuando creyó estar listo colocó su peineta terminando su tocado.

Sus sirvientas le esperaban para acompañarlo a realizar su paseo matutino, él les pidió que se adelantarán al comedor para que preparasen todo para él y su prometido.

Y a una de ellas le pidió que le llevará una pieza de pan para alimentar a sus peces, quien rápidamente fue en busca de su pedido.

Las flores de loto se hallaban en la orilla del estanque, él con cuidado se puso de cuclillas para admirarlas. Contempló su reflejo en el agua cristalina y posó su mano intentando alcanzar su imagen.

Suspira profundamente observando sus cicatrices ya sanadas que se extendían por toda su mano.

Aún le dolía conservar esas imperfecciones, las personas solían mirarlas demasiado cuando leía los hilos.

Sus peces Koi en el estanque esperaban con ansias las migas de pan nadando alrededor de su mano.

—Creí que tomaríamos el desayuno juntos.

Llega a su lado el rubio preocupado por no verlo en el comedor.

—No esperaba que madrugaras hoy Kacchan, por eso vine aquí a alimentar a mis peces.

El cenizo sólo aventó la barra de pan al agua para que el menor terminará con sus deberes.

Soltando un "listo" para retirarse.

—Vamos Izuku, aún tenemos trabajo que hacer planeando nuestro matrimonio.

Le fue propinado un leve golpe por su acción haciendo que el peliverde fuera a buscar la red para tomar de vuelta el pan para repartirlo adecuadamente a sus mascotas, regañando a su prometido en medio de su labor.

—Ya te lo he dicho Kacchan, no necesito nada extravagante. Una ceremonia sencilla estará bien siempre y cuando podamos comenzar a vivir juntos.

—Mereces una gran boda, quiero que ese día sea memorable para ambos pequeño tonto.

—Chiyo-sama tenía razón, eres bastante obstinado si no se cumplen tus caprichos, pobre de mí.

—Igual no puedes cambiarme.

—Nunca lo haría,— suelta acercándose a él acunando su palma sobre su mejilla —solo Kacchan es el indicado para tenerme a su lado.

La familia Midoriya sonríe a los lejos observando a la joven pareja disfrutar su mañana, mientras continúan conversando con los padres de Bakugo para definir la fecha en que se llevará a cabo su boda.

Izuku y Katsuki entrelazaron sus meñiques y caminaron juntos conversando sobre su unión para ir a tomar su desayuno.

Su hilo es de un rojo brillante, la hebra rodea desde el antebrazo siendo delgada pero sobre todo fuerte. Y aún si no pueden verlo, solo basta con tenerse el uno al otro para sentirse encajar.

Cerca o lejos, el hilo puede estirarse, enredarse, tensarse pero jamás llegará a romperse.

Ambos amantes estaban sumamente agradecidos con la antigua guardiana por permitirles conocer la verdad y facilitarles su encuentro.

Lo último que supieron de Camie, fue que al cortar su meñique por error condenó su destino y su caso fue a dar a la corte del emperador quien ordenó su exilió inmediato por atentar con la vida de su amigo.

Su destinado Sero Hanta vive felizmente casado con una mujer de nombre Uraraka Ochako quien está en espera de su segundo hijo.

Y¿Cómo es que ellos lo saben?

Pues Hanta se interesó por forjar joyas y su trabajo es bastante reconocido. Ellos no dudaron en solicitar sus anillos de matrimonio con el pelinegro.

—Kacchan sabes, desde que nos conocimos no pude olvidarte.

—Conquiste tu corazón desde nuestro primer encuentro, era obvio.

—Me pareciste lindo lo admito, pero me sentía culpable por no poder decirte nada.

—No lo sabíamos, el destino sí que es caprichoso algunas veces. Si va a otorgar un don de que sirve ayudar a los demás a conseguir su felicidad si ni siquiera te dan la oportunidad de buscar la propia.

—Tendrán sus razones, tal vez querían ver si era merecedor de recibir tu amor.

—No iba a dejarte ir Izu, estaba dispuesto a luchar con todo aquel que se interpusiera en mi camino. Incluso con Todoroki.

—Es el emperador Kacchan, además no creo que me hubiese gustado esa vida.

Bajo la sombra del árbol de cerezo disfrutan su compañía, Izuku recargó su cabeza sobre el pecho del cenizo quien rodeó su cintura.

—Por cierto Kacchan, he tenido curiosidad últimamente por saber cómo fue que conociste a Cambie.

—Fue por una apuesta que hice con un imbécil, él apostó a que mi destinado no podría estar conmigo por mi malhumor.

»Camie escuchó nuestra conversación y nos llevó a su templó. El resto lo sabes, me mintió diciendo que negarías que yo era tu destinado.

—Al menos ahora el templo de su familia tiene a alguien más honesta en el puesto.

—Monoma nunca se cansa de alardear sobre su esposa, aunque bueno puedo entender que tratan de recuperarse con lo que sucedió después del escándalo.

—Yo creo que es adorable su apoyo.

Recargó su cabeza en el hombro del más bajó para murmurar al oído.

—Izuku.

—Si, Kacchan.

—Otra vez desviaste el tema de la boda.

Le dice un poco molesto mientras muerde su mejilla pecosa.

—¿Eh? ¿realmente lo hice?

—No finjas, pequeño mentiroso está vez no caeré.

—¡Oh, enserio! —Exclamó mofándose de su amenaza—, ¿y qué harás para lograrlo?

—No invitaré a Yagi.

—¡¡¿Qué?!!— Grita entrando en pánico—, P-pero Kacchan el es tu mentor de ninguna manera podemos dejarlo fuera.

—Entonces más vale que esa linda mente tuya deje de divagar y me diga que flores usaremos para decorar tu cabello.

Izuku realizó un puchero, él también quería casarse con su amado Kacchan. Pero no iba a negar que le gustaba enfadarlo para que él siguiera siendo amable mientras lo corteja.

Antes del ocaso llegó una carta para el guerrero, quien a pedido del emperador solicitan su ayuda en una misión para proteger el bienestar de las personas de aquella zona.

Katsuki plantó un beso en los dulces labios de su amado y le hizo prometer que todo estaría listo para su llegada.

El regresaría tan pronto como le fuera posible, le repitió a su prometido cuánto lo ama y murmuró un "aún hay mucho que debemos cumplir, volveré por ti Izuku".

[...]

Trenzó el cabello rebelde de su esposo y besó su mejilla indicándole que estaba listo.

Izuku no conforme con ese tímido contacto lo trajó de vuelta uniendo sus labios en un pícaro beso.

Katsuki se aferró a su cintura abultada donde se encuentra su tercer pequeño en camino, ambos estaban contentos al ser bendecidos nuevamente con ese milagro.

Una pequeña peliverde de mirada carmín llamó a la puerta interrumpiendo a sus padres.

—Mami, papá, los abuelos acaban de llegar dense prisa.

Su nombre es Kasumi y aprendía bastante rápido imitando la elegancia y gracia de su progenitor.

Ella se convertiría en la sucesora del templo trébol de la fortuna, la familia Midoriya creían que desempeñaría un excelente trabajo cuando se convierta en futura guardiana del destino.

A ella le acompaña su hermana menor Izumi quien posee una cabellera similar a la de su padre, y el rostro pecoso junto a su mirada jade eran clavados a Izuku.

Le encanta la pintura al igual que a su abuelo Masaru, pero su verdadera pasión es la espada que suele robarle a su padre.

—Los abuelos trajeron obsequios para nuestro futuro hermanito.

—Ya vamos— respondió el oji esmeralda incorporándose una vez se separa de Katsuki.

Tomados de las manos van a dónde se encontraba la familia del cenizo.

Katsuki tomó en brazos a la pequeña Izumi que estaba por huir para ir a jugar.

Durante esa ocasión querían tener un recuerdo de su bella familia así que salieron fuera, bajo el árbol de cerezo que creció desde que llegaron a ese lugar que se convirtió en su hogar.

Inmortalizado ese momento en una pintura que perdurará siempre con la leyenda del joven guardián que fue recompensado por sus buenas acciones.

-Fin-


Tatuajes •~ Miya

#TrueSoulmateWeek

#MyPastryAcademy

Katsuki finalmente había ascendido al trono como el nuevo Rey.

El pueblo esperaba mucho de él, desde un gobierno soberano, libre como su padre lo había estado manejando hasta la creación de la siguiente línea.

No pudo evitar reírse cuando un sin fin de jóvenes campesinas se presentaron en su palacio para que las contemplase como opciones para esto último.

No juzgaba su ingenuidad, pues nadie sabía que él ya tenía a alguien digno de su amor que no era mujer, y desafortunadamente no podría darle descendencia pero ese detalle ni siquiera le importaba.

—Hola, chico medicinal. — saludo, una vez que llegó al claro donde Izuku solía pasar la mayor parte del tiempo investigando y creando remedios medicinales con las extrañas plantas que solía encontrar.

—Mi señor... — el chico de rizos verdes y pecas en las mejillas se levantó inmediatamente del suelo, dejando un par de trazos de pergaminos con anotaciones amontonadas a un lado para hacer una pulcra reverencia.

—¿Cuándo vas a llamarme "cariño"? — preguntó, haciendo un mohín que parecía más un puchero.

Izuku rió bajito.

Si le contara a alguien las divertidas y encantadoras expresiones que el estoico Rey de dragones podía hacer, seguramente le jugarían loco.

—Cuando estemos en mi cabaña. Deberíamos ir a tomar el almuerzo ahí por cierto. — dijo.

Katsuki entorno los ojos.

Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera sus padres sabían de su relación.

Ellos aún creían que no había encontrado a su Soulmate. No era tan raro, después de todo las personas que aún nacían con la inicial de su alma gemela tatuada en alguna parte de su cuerpo eran ya realmente escasas en estos tiempos.

Sin embargo, Katsuki era uno de los pocos afortunados que había logrado encontrarla, aunque no de la forma en que sus padres esperaba que fuera.

—No, el día es precioso para tomarlo fuera. — dijo, extendiendo las manos en las que cayó una cesta directamente desde el cielo.

Izuku aún se sorprendía por la dupla que era Katsuki con su dragón, pues por actos como este, a veces creía que eran una misma persona dividida en dos cuerpos por la sincronía con la que hacen las cosas.

—Pero alguien podría vernos.

—¿Y?

—¿Cómo que "¿Y?", Kacchan? Alguien podría decirle a tus padres que te reúnes con un Elfo, se supone que soy tu peor enemigo, ¿recuerdas?

Katsuki resoplo, dejando la cesta sobre el tronco cortado que a veces utilizaban como mesa.

—Eres el amor de mi vida, mi alma gemela. Ya es tiempo de que ellos lo sepan. — dijo.

Izuku se mordió los labios.

Mentiría si dijera que escuchar a Katsuki aquello no le aceleraba el corazón.

Incluso la parte donde tenía la inicial del rubio tatuada se sentía cálida en cada una de esas ocasiones.

Si, eran almas gemelas pero debido a una mala pasada del destino habían nacido en reinos diferentes que son enemigos, y además eran hombres.

¿Cómo se suponía que iban a imponer su lazo cuando la enemistad entre sus reinos y ser del mismo género ya era un contra entre ellos?

—Pero Kacchan...

—Ahora soy el Rey, 'Zuzu. Pueden aceptar el hecho de que voy a tomarte como mi pareja o desterrarme, sinceramente no me importa.

—Debería. Tú pueblo te necesita, Kacchan.

—Y yo te necesito a ti.

—¿Aún cuando no pueda darte descendencia?

—Izuku...

—Tú línea de sangre terminará por mi culpa, Kacchan.

—¿Quién mierda necesita seguir una línea de sangre cuando puedo pasar el resto de mi vida contigo? Te lo explicaré las veces necesarias, no necesito nada ni a nadie que no seas tú. — dijo.

Un pequeño silencio se formó.

Katsuki tenía claros sus objetivos, pero pese al lazo, Izuku no podía evitar sentirse culpable, indigno de tener al Rey de una nación completamente a sus pies.

Un simple Elfo como él no merecía tanto.

—Yo tampoco... — musitó.

Y es que era así.

Al ser Soulmates la necesidad de estar juntos era tan primordial como el aire que respiran.

Katsuki se acercó, y quitándose la capa roja que llevaba sobre los hombros, cubrió a Izuku al ponérsela sobre la cabeza.

—Entonces solo elígeme, ámame y yo me encargaré del resto. — dijo, antes de envolver sus brazos alrededor del cuerpo que cada vez que abrazaba lo hacía sentir completo y lo besó.

Izuku se sintió derretir entre aquellos cálidos brazos y el embriagante aroma natural de su Soulmate.

Cerró los ojos, dejándose ir en la voragine de sensaciones que su simple contacto le hacía sentir.

Completamente ajeno a qué Katsuki no había cerrado los ojos en ese momento, pues estos estaban fijos en una silueta que les observaba de entre los árboles.

Y justo como si fueran una mentalidad dividida en dos cuerpos, Zero descendió en dirección de aquel mirón para tomarlo entre sus fauces y llevarlo lejos de ahí.

Izuku ni siquiera se inmutó pues el dragón siempre iba de aquí para allá, jugueteando.

Y así estaba bien.

Después de todo, lo último que quería Katsuki era que se preocupara no solo por lo que sus padres dirían al enterarse de su predestinación, pues aún cuando él estuviera muy alejado de la corona de Elfia por ser un simple campesino más de aquel reino, los sucios Elfos en el mandato no iban a perder la oportunidad de hacer algo ahora que sabían del lazo que los une para intentar hacerlo caer como llevan años intentando.


Katsudeku / Kirimina /Kiribaku*

Omegaverse

Coincidencias del destino

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Día dos: Tatuaje

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"𝑳𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂́ 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒂𝒅𝒐 𝒂 𝒔𝒖𝒄𝒆𝒅𝒆𝒓 𝒆𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂, 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒓𝒂́ 𝒖𝒏𝒂 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒎𝒂́𝒈𝒊𝒄𝒂 𝒚 𝒎𝒂𝒓𝒂𝒗𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒏𝒊𝒇𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓𝒔𝒆"

爆豪勝朗 霧島瑛太

—Mgh...

Los suspiros y jadeos queditos se dejaban escuchar en ese cuarto de baño, donde sumergidos en la bañera, dos esposos enamorados acariciaban sus cuerpos con amor y deseo.

—Kacchan ¿qué estás haciendo?.— gimió como pregunta el Omega, apartándose un tanto de su alfa y mirándolo con nerviosismo a los ojos.

El mencionado lo miró también. —¿Qué crees que hago conejito?— respondió sonriendo ladino.

Izuku sonrió también, le encantaban esos encuentros fugaces y llenos de pasión. Últimamente los tenían más a menudo, parecían unos adolescentes tratando de tocarse a la más mínima oportunidad.

—No sé si sea buena idea, amor.— sugirió el Omega. Podrían haber moros en la costa en cualquier momento.

El alfa hace una mueca lo más parecida a un puchero. —Vamos bebé, será rápido ¿está bien?

El Omega parece no creerle, por lo que el alfa se prepara para seguir intentando, lo que no es necesario cuando siente cómo su Omega se acomoda de mejor manera sobre su regazo.

—Más te vale que no gruñas tan fuerte.—Le advierte.

El alfa sonríe mostrando los colmillos. —No prometo nada.— se había salido con la suya.

Es el propio Omega, quien acomoda en

su entrada, la intimidad endurecida de su esposo.

Los ojos de ambos brillan anhelantes.

El alfa acaricia a su Omega, deslizando suavemente sus dedos por todo su cuerpo, deteniéndose en el tatuaje del lado izquierdo de su cadera. Donde su nombre, permanece grabado con tinta indeleble sobre su piel.

Suspira, como cada vez que contempla el grabado en la dermis de su amor.

—¿Qué esperas para montarme bebé?.— pide de una vez, con la voz colmada de excitación.

El Omega suelta una adorable risita, mientras se acomoda para deslizarse y consumir en su interior el falo de su alfa.

… —¡Mami, papi ¿están ahí?!

Alfa y omega se quedan quietos ante esa vocecita sollozante que se escucha fuera del baño.

—¡Mierda!— Katsuki e Izuku se levantan rápidamente de ahí. —Aquí estoy bebé, no entres, ya voy, espérame ahí.— le ordena el alfa a su cachorro, mientras mira a Izuku quien ya está fuera de la bañera secándose rápidamente. —Te salvó la campaña esta vez, nerd.— le susurra, e Izuku rueda los ojos ante el comentario.

Ambos cubren sus cuerpos desnudos con una bata y salen a toda prisa para ver a su cachorro.

—¿Qué pasó bebé?— preguntan ambos padres a la vez.

El pequeño niño de siete años, está llorando con temor, aferrando sus pequeñas manitas en el costado de su cadera.

—Duele.— solloza, con su carita roja y empapada.

Katsuki mira de forma seria a Izuku, pues cree entender la razón del por qué. Izuku sólo ignora la perspicacia en la mirada de su esposo para tomar a su pequeño entre sus brazos.

—Esta bien amor, mamá y papá están aquí ¿si? no te asustes.

El pequeño sólo asiente, aferrado a los brazos de su madre. El aroma a jazmín de Izuku actúa como un sedante que le tranquiliza casi instantáneamente.

Ambos padres llevan a su hijo hasta su propio dormitorio y lo recuestan en su cama. El pequeño niño suspira. Se siente relajado en el nido de sus progenitores.

—Izuku.

—Lo sé Kacchan.— suspira el Omega.

Al parecer, el momento para su pequeño cachorro había llegado.

El día, en el que se manifestaría su marca de soulmate.

—Muéstrame bebé ¿dónde te duele?.— Katsuki pide a su cachorro, con una voz suave y gentil.

El pequeño niño, dirige sus manitas al costado izquierdo de su cadera, palpando la superficie por encima de su pijama.

El alfa exhala, esta nervioso.

Katsuki nunca olvidaría el día de la manifestación de su propia marca, cuando a los siete años de edad, el nombre de Izuku figuró tatuado en su piel.

Su pecho dolía como el infierno y la sensación de temor era agobiante.

Recuerda que ese día, odió con todas sus fuerzas a su alma gemela, pues no entendía que el maldito le causara tal dolor.

Cómo iba a saber, que años después, se arrepentiría de toda la sarta de maldiciones que le echó, cuando por fin lo conoció y juró que no habría ser vivo en la tierra que lo adorara más que él.

Que ironía.

—¿Puedo ver?.— preguntó a su cachorro. Éste sólo tarareo en respuesta, y apartó sus manos para que sus padres pudieran inspeccionarlo.

Katsuki, levantó con cuidado la tela de la parte superior de la pijama de su hijo y luego, bajo con aún más cuidado la parte inferior.

Ahí estaba el tatuaje.

Se veía fresco, pues estaba recién hecho.

El trazo no era muy grande y al parecer estaba terminado, pero en su preocupación, Katsuki no leyó bien el nombre de la persona a quien pertenecía.

Izuku se asomó para contemplar la marca también y en el instante en que lo hizo, una sonrisa genuina se instaló por todo su rostro.

—¡Que alegría, Kacchan!— Izuku estaba emocionado. Pensaba que su bebé era realmente afortunado.

—¿Por qué estás tan emocionado?. Sea quien sea lo mataré.— bufó Katsuki con resentimiento.

Desde que supo que su bebé era omega, sabía que quien fuera su soulmate, debía sudar sangre antes de ganar la mano de su cachorro.

Izuku abre su boca impresionado.

—¿Acaso no leíste el nombre, Kacchan?

—No me importa.— suelta enojado.

—Oh si, yo creo que si te va a importar.— Izuku insiste y hace un gesto para indicarle a su esposo que vuelva a observar la marca.

Katsuki resopla con fastidio, pero obedece a la petición de su Omega.

Se fija en la marca cuyo contenido no podría importarle menos en ese momento, pero al leer el nombre escrito allí…

—¡DEBE SER UNA PUTA BROMA!— exclama en automático e Izuku, quien ya se esperaba ese tipo de reacción, debe cubrir su boca con las manos para no reír como un desquiciado.

No quería despertar a su bebé quien se había quedado profundamente dormido, puesto que una vez que la marca de soulmate se manifiesta íntegramente, el dolor que se siente se extingue por completo.

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霧島瑛太

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—Hola bebé.— Saluda Eita Kirishima a su adorado Omega.

—Que no me digas así Ei.— reprende el otro.

—¿Por qué no?.— pregunta con un visible puchero.

—Aaagh, mi papá le dice así a mi mamá todo el tiempo, es muy raro y empalagoso.— explica con los mofletes colorados.

Eita le mira divertido, le encanta cuando su Katsu se pone así de vergonzoso.

Alfa y omega caminan juntos a la preparatoria Aldera, lugar donde ambos estudian. Eita en segundo año y Katsuro en tercero.

—Espera Katsu.

El mencionado se detiene un momento y Eita se acerca para dejar un tierno beso en la comisura de sus labios.

El chico omega se sonroja al instante y

es consciente de ello, porque logra percibir el calor sobre sus mejillas.

Katsuro cree, que esa es una de las pocas cualidades que heredó de su madre.

El chico omega, es idéntico a su padre excepto por eso y por su ojo derecho claro, el cual difiere del izquierdo al ser de color verde.

Eita en cambio, es más parecido a su madre, cabello y piel rosa y ojos rojos como los de su padre.

Ambos chicos se adoran y se conocen de toda la vida, al ser sus padres coincidentemente, mejores amigos.

Cuando supieron que eran soulmates, ambas familias estaban felices, excepto por cierto alfa rubio, quien terco como ninguno, alegó que jamás entregaría a su cachorro a nadie

Katsuki era muy sobre protector con sus tres hijos, independiente que fueran alfa beta u omega. Pero con Katsuro parecía serlo aún más, pues era su bebé mayor, su primer amor. ( si no contaba a Izuku) Y el que ya anduviera de novio con su soulmate, le producía úlcera al estómago.

Muchas veces, Mina tuvo que recurrir a la ayuda de Izuku, pues Katsuki tenía más que amenazado y asustado a Eijiro.

Pobre de que me entere de que tú maldito mocoso ha puesto sus sucias garras sobre mi hijo, porque se la corto y de paso a ti también pelos de mierda.

Eso, había sido lo más sutil que Katsuki le ha dicho a Eijiro.

Y aunque este último confiaba plenamente en su hijo, aveces, las hormonas juveniles podían revolucionarlo todo. Tampoco es como que pudiera culparlo, después de todo, el también fue adolescente.

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Dos meses atrás

—¿Papá por qué estás tan nervioso?.— pregunta Eita a su padre.

—Sabes perfectamente bien por qué, hijo.

—No creo que sea tan terrible.— exclama el joven alfa de 17 años.

Eijiro le mira con los ojos desorbitados.

Sabe que es terrible, mucho a decir verdad.

Conoce a su bro hace muchísimos años, sabe perfectamente del carácter que se carga.

Ambos alfas, padre e hijo, se dirigen a la casa de los Bakugou a petición del menor, pues éste, quiere proponerle formalmente noviazgo a su Omega.

Eijiro suspira, sabía que ese día llegaría, pero aún así, está nervioso por su hijo.

—Lo único que te diré, es que si llegas a portarte mal con Katsuro, tu y yo, ambos, vamos a perder los testículos.— advierte serio.

El chico bufa divertido. —Eso no va a pasar papá.— toca con discreción, el lado izquierdo de su pecho, donde yace su marca de soulmate. —Lo amo, así ha sido desde que tengo memoria, jamás podría portarme mal con él.— dirige sus rojos ojos a su padre.— confía en mi.

Eijiro lo escucha atento, se siente enternecido y orgulloso de sus palabras.

Por supuesto que confía en su cachorro, después de todo, él lo crió.

Junto a su esposa Mina, le educaron para convertirse en un alfa de bien, que supiera valorar y respetar a las personas, sobre todo a la otra mitad de su alma.

Al llegar a la residencia Bakugou, ya los estaban esperando.

—Pasen por favor.— les recibió alegre el Omega dueño de casa.

Dentro, pudieron notar rápidamente a Katsuki, quien mecía insistentemente a un cachorro bebé en sus brazos. —Tiene hambre, amor.— le dice a Izuku, acercándose hasta a él.

El peliverde estaba terminando de acomodar a sus visitas en la sala.

—Discúlpenme un momento chicos, vuelvo enseguida.— se excusó.

Tomó al bebé de los brazos de Katsuki

y se dirigió a su cuarto, seguramente a amamantar a su cachorro.

Katsuki lo observó irse hasta que se perdió, y se sentó en la sala junto a ambos Kirishima.

—Muy bien, vayan al grano ustedes dos.

Eijiro tragó un poco de saliva, de pronto, sintió que tenía la garganta demasiado seca. —Bue-no, creo que es prudente que esperemos a que vuelva Izuku ¿no?.— titubeó.

—En absoluto.— respondió Katsuki.— El que mi Omega se encuentre aquí o no, no cambiará para nada el desenlace de la conversación.

Eijiro estaba sudando frío.

Por qué, de todas las personas existentes en el mundo, el alma gemela de su cachorro tenía que ser un Bakugou.

—¿Papá?— Katsuro y Midori habían bajado desde su cuarto a ver si es que Eita ya había llegado, descubriendo a su papá en el mismo juego de siempre. —Que fue lo que te dijo mamá acerca de asustar al tío Eiji.— Katsuro reprendió acusador a su padre.

Midori solo cruzó la sala y fue a saludar a su tío Eiji y a Eita, para luego sentarse cómodamente a contemplar la escena.

—No te metas Katsu.

El rubio chico, afiló aún más sus bicolores ojos para mirar a su padre.

—Ya basta papá, le voy a decir a mamá.— amenazó.

—No me importa.

—Ah ¿si?.— pronunció el chico Omega con altanería.

—Así es.—devolvió Katsuki.

Eijiro no entendía nada. Observaba cómo su bro y su futuro yerno discutían, era casi como estar mirando a un Katsuki joven batallando contra la tía Mitsuki.

—¿Qué sucede?.— volvió Izuku junto con Kaito en brazos.

Eijiro apuntó a Katsuki que discutía sin parar con Katsuro en la sala. Pero Izuku ni siquiera se inmutó ante la escena.

—Dámelo mamá.— pidió Midori a Izuku estirando sus brazos para cargar al niño.

Izuku le entregó el cachorro, pues quería hacer el té para su visita.

Eijiro estaba anonadado ante lo que veía, pensaba seriamente en sacar a su cachorro de ahí y salvarlo.

Y cómo si alguien se hubiese metido en su cabeza, la pequeña Midori preguntó lo que él mismo estaba pensando.

—Eita ¿Estas realmente seguro que quieres pertenecer aquí? Aún lo puedes pensar.— pronunció la hija de en medio del matrimonio Bakugou.

—¡Te escuche enana!— gritó a lo lejos su hermano.

Pero Eita no tenía nada que pensar, pues estaba verdaderamente enamorado de su alma gemela. Aquella que llevaba su nombre escrito en la cadera, así como él portaba el suyo con orgullo sobre su pecho.

爆豪勝朗 霧島瑛太

Eita Kirishima x Katsuro Bakugou.


— Almas destinadas

— Os/Tribus/Celebración/Amor/Tradiciones

— BakuDeku

— Imagen tomada de Pinterest

Existe una tribu en las montañas que tiene una leyenda, los primogénitos de cada tribu al cumplir la mayoría de edad en su brazo izquierdo aparece la inicial de su destinado y esa unión sería bendecida por los dioses. Varias tribus convivían juntas sin tener problemas, era un pueblo próspero y lleno de alegría por doquier.

Inko Midoriya la líder de la tribu del bosque junto con su hijo Izuku eran los más respetados del lugar al tener comunicación directa con los espíritus del bosque, luego venía la tribu del fuego donde Mitsuki y Bakugo Katsuki eran los líderes. Su temperamento explosivo y sus ojos color sangre eran característicos de su descendencia del dios del fuego, eran temidos por todos y era la única tribu capaz de domar dragones.

Luego veía la tribu de los dragones liderados por Eijiro Kirishima quien era el dragón de Bakugo, fieles el uno al otro desde que la familia del fuego acogió a los sobrevivientes del pueblo de Kirishima quienes eran atacados y cazados por los enemigos para hacer ropas con sus pieles. Bajo de ellos venían las demás tribus que convivían en aquella montaña, el pueblo del viento, del agua, de la luna y la primavera.

Cada uno de ellos estaba enlazado a los tres pilares, la tribu del bosque, del fuego y los dragones. Eran la base de la civilización en aquella tierra inhóspita, cada una con sus tradiciones y costumbres que fueron amoldando poco a poco al resto para formar alianzas entre tribus.

Desde el nacimiento de los primogénitos entre la tribu del bosque y del fuego se había declarado que ambos serían unidos en matrimonio para unir al pueblo, sin embargo debían esperar el mandato de la Madre tierra para ellos. Ambos hijos fueron criados como prospectos a reyes, entrenados en las armas de combates, estudiados en las escrituras de alianza e historias, preparados para dirigir a un pueblo entero y aquello llevó a la madurez temprano de sus mentes.

Ambos niños se criaron juntos fomentando la cercanía y el amor entre ellos, sus familias los mantuvieron juntos para que la Madre Tierra los declarara destinados y así llevar a cabo su plan de unirlos en matrimonio. Los años fueron pasando y ahora eran adolescentes, a plena flor de la juventud que comenzaban a descubrir lo que era el amor y el cariño.

Izuku creció como un joven bendecido en belleza, bondad y generosidad. Mientras que Bakugo creció como todo un guerrero, gran tamaño y musculatura definida a pesar de su joven edad, ambos sabían lo que sus padres tenían para ellos pero disfrutaban de su cercanía como amigos hasta el día en que la Madre Tierra los declarara destinados.

— ¡Deku! — Las risas del peliverde se escuchaban en el silencio del bosque que solo los observaba con dulzura, dos jóvenes que estaban descubriendo la belleza del corazón el uno del otro.

— ¡Alcánzame si puedes, Kacchan! — El crujido de las ramas bajo sus pies junto con el sonido del rico corriendo junto a ellos acompañaban aquel juego donde Bakugo perseguía a Izuku para atraparlo.

La luz cálida del sol pasaba a través de las hojas, el sonido de los pájaros revoloteando y animando a Izuku a correr más rápido para no ser alcanzado por Bakugo, mientras que el río iba veloz junto al cenizo que estaba decidido a atrapar al peliverde. En un punto del bosque había una planicie y un espacio donde solo ellos sabían cómo llegar, un escondite que armaron a traves de sus años juntos.

Armado con ramas entrelazadas entre sí y hojas de palma cubriendo el lugar, era como un nido donde pasaban la mayor parte del tiempo hablando y contando anécdotas de sus antepasados. Entre risas Bakugo se arrojó hacia Izuku provocando que tropezara y ambos rodaron por la colina hasta llegar a la entrada de su nido.

Riendo y con las mejillas sonrojadas Bakugo se alzó apoyando sus manos en el suelo a cada lado del rostro de Izuku, el peliverde no dejaba de reír hasta que no escuchó la risa de Bakugo y se extrañó. Abriendo los ojos se encontró con la visual de las mejillas sonrojadas del pelicenizo que no apartaba la mirada de su rostro, sus reparaciones agitadas por correr y las risas ahora estaban sincronizadas, respirando profundamente calmando los frenéticos latidos de sus corazones.

— B-Bakugo, ¿Que sucede? — El nerviosismo invadía su cuerpo al no ver que Bakugo se moviera de su lugar, el gran cuerpo del pelicenizo lo mantenía contra el suelo y hacía imposible la tarea de levantarse o siquiera moverse.

— Izuku, ¿Puedo besarte? — Las palabras salieron más rápido de lo que pudo procesarlo pero ya lo había dicho, sus ojos granates detallaban los labios de Izuku con un color a melocotón tan hermoso que podría asegurar que eran dulces como la fruta misma.

— S-Si, puedes — Estaba tan perdido en detallar las pecas y los hermosos detalles del rostro de Izuku que al escuchar la respuesta sus ojos conectaron con los orbes esmeraldas que eran resaltados por el intenso sonrojo en las mejillas del pecoso.

Acercó su rostro hasta quedar a solo centímetros esperando alguna muestra de rechazo o de alejamiento pero al no notar nada terminó con la separación entre ellos, los cálidos labios de Izuku lo llevaron al cielo mientras que su corazón bombeaba a toda marcha. Izuku envolvió sus brazos en el cuello del pelicenizo que esta adornado con los collares tradicionales de su pueblo al ser el prospecto al rey y lo acercaron más, los labios de Bakugo eran suaves y dulces como lo había imaginado tantas veces.

El beso solo fue un contacto de labios que terminó por la falta de aire pero ambos descubrieron la conexión más allá de solo ser amigos y volvieron a fundirse en un dulce beso, torpemente intentaron profundizarlo pero al falta de experiencia y el nerviosismo hacía de aquella escena más tierna que cualquier otra cosa. Las manos de Bakugo sostenían su peso para no aplastar a Izuku quien se aferra al cuello de Bakugo para no romper con el beso.

A medida que van ganando seguridad transforman el beso en uno más profundo, sus lenguas se entrelazan entre sí despertando sensaciones y sentimientos que nunca antes habían experimentado, Izuku sentía que el corazón se le podría salir del pecho en cualquier momento mientras Bakugo estaba agitado, con la respiración pesada y sintiendo un hormigueo en su cuerpo que nunca antes había sentido.

Se separaron por la falta de aire y se miraron fijamente, ambos con la respiración agitada y las mejillas sonrojadas. Bakugo estaba perdido en los orbes esmeraldas y Izuku podía sentir el calor de la mirada de aquellos ojos fuegos quemar su cuerpo. Aquel momento fue el que marcó su destino, era el acto de amor puro que necesitaba la Madre Tierra para declararlos destinados y Izuku fue el primero en darse cuenta al mirar el brazo de Bakugo.

— ¡Kacchan! Tu brazo está, tiene algo allí — Debido a la ropa que traía puesta solo podía ver una líneas sin sentido, Bakugo se apartó de encima del peliverde para descubrir su brazo y ver una " I " marcada en su hombro.

— Tu también lo tienes, Deku — Sujetando la muñeca de Izuku vio claramente una "K" marcada en el mismo lugar donde le había aparecido a él, ambos se miraron en ese momento y supieron lo que eso significaba; eran destinados.

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Apenas tenian dieciséis años cada uno en ese momento, aún eran muy jóvenes para unirse en matrimonio así que durante los próximos dos años sus padres los comenzaron a preparar para lo que venía, la ceremonia de compromiso se iba a realizar esa noche y ambos estaban en sus respectivas cabañas terminando los últimos detalles de sus atuendos.

En esos dos años que pasaron el cuerpo de Izuku había cambiado mucho, ahora era más grande y fornido pero sin perder la belleza de sus finas curvas. Al contrario de Bakugo que se hizo más duro e imponente, su gran estatura mostraba su naturaleza dominante y el poder que poseía.

— Mi hijo... — Una mujer de ojos igual a los suyos se acercó a dónde estaba, Izuku la recibió con un abrazo y beso su mejilla con dulzura.

— Madre, el momento ha llegado y estoy muy feliz de tenerte conmigo — Inko acuna la mejilla pecosa de aquel niño que crío con tanto amor y adoración, ahora porta la corona de compromiso con los respectivos colores de ambas tribus juntas. El rojo y el verde en una combinación perfecta, al igual que los símbolos de la prosperidad y la buena voluntad pintados en su cuerpo.

— Serás un gran rey, estoy muy orgullosa de ti y deseo para ustedes que la Madre Tierra los bendiga — Izuku hundió el rostro en el cuello de su madre cuando los cornos dieron inicio a la ceremonia, era momento de salir a celebrar su compromiso.

Inko le regala una sonrisa a su hijo quien tras darle un beso en la mejilla sale de su cabaña, allí se encuentra a todas las tribus reunidas con sus colores y gritan emocionados al verlo con la marca de su destinado en el hombro. El color rojo, amarillo, azul, verde, morado y negro revolotean por los aires en millones de pétalos que el pueblo lanza para ellos.

A lo lejos ve a Bakugo salir de su cabaña, al igual que él porta una corona con los colores verde y rojo combinados, las marcas en su cuerpo de su tribu y las plumas rojas de la prosperidad que su pueblo siempre trae consigo. Ambos se miran y pueden sentir esa conexión entre ellos, algo que los atrae como la gravedad y hace imposible apartarles el uno del otro.

— ¡Pueblo! Estamos aquí celebrando el compromiso de nuestros nuevos líderes... — La fuerte voz del lider de la tribu del viento que también era el chaman del lugar, un hombro grande y musculoso con tatuajes en todo su cuerpo que simbolizan su entrega a los dioses.

— La Madre Tierra y los dioses han unido a estás tribus a traves de las vidas de sus hijos primogénitos, Izuku Midoriya y Bakugo Katsuki — Un estridente grito fue exaltado por el pueblo victoriano a la pareja.

— Ambos deben realizar el baile de unión de sus almas en la hora específica dónde la diosa Tifi entregó su vida para sanar nuestra tierra, para el anochecer estás dos almas estarán unidas eternamente. ¡Comiencen! — Apenas sus palabras terminaron el sonido de los tambores, maracas, panderetas y cornos llenaron el lugar junto con los gritos de alegría del pueblo.

Ambos prometidos se acercaron para dar inicio al rito de unión, se habían preparado memorizando este baile y cuando los tambores anunciaron el inicio de la que conocían como "Hora mágica", el rito empezó. Movimientos gráciles y al ritmo de los tambores comenzaron a danzar en unisonos, cruzando sus brazos, chocando sus palmas y sin apartar la mirada del otro.

El contacto visual no podía ser interrumpido por nada ni nadie o no tendría éxito el ritual, entre vueltas y palmas, pasaron los minutos. Izuku comenzó a sentir como su cuerpo se sentía ligero y a Bakugo le hormigueaba el cuerpo desde los pies a la cabeza, sus almas conectandose la una a la otra.

Aquel momento era de gozo y celebración para todos quienes aplaudían elevando gritos hacia el cielo, la hora ya estaba a punto de terminar y debían dar los últimos movimientos para dar final al baile de unión. Acercándose el uno al otro, entrelazando sus brazos sin apartar la mirada del otro debían sellar aquel ritual con un beso.

Sus pieles quemaban, sus cuerpos sudorosos pero llenos de vida sentían el calor de la tierra invadir sus cuerpos desde sus pies y ambos sonreían por lo que aquello significaba. Estaban siendo bendecidos, entrelazaron sus brazos y dando final al baile, unieron sus labios sellando aquel pacto entre sus almas. Una corriente eléctrica pasó a traves de sus cuerpos y volvieron a la realidad cuando escucharon los fuertes gritos de la multitud aplaudirles, gritando y deseando buenos deseos para ellos.

— Ahora estamos unidos, Izuku — Aún sin alejarse la intensa mirada de Bakugo estaba fija en los ojos esmeralda del que ahora era su prometido y destinado para siempre.

— Así es, Bakugo. Unidos eternamente — La felicidad que siente en su pecho era inigualable y solo podía mantener su sonrisa mientras que Bakugo lo sujetó de la cintura atrayendo lo más a su cuerpo para poder susurrarle algo al oído.

— Ya no puedo esperar para proclamarte como mío — Un escalofrío recorrió el cuerpo del peliverde al saber lo que eso significaba, y aunque quisiera negarlo, él tampoco podía esperar para entregarse en cuerpo a Katsuki ya que su alma siempre fue suya desde el inicio.