Katsudeku/ Kiribaku / Tododeku

"El augurio floral del amor"

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Día uno: Flores.

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"𝑵𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒕𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒖𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 𝒑𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆𝒔 𝒆𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒊𝒕𝒖𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒆𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒐𝒓𝒂𝒍".

La primera vez qué pasó, tenía cuatro años.

La primera vez, que soñó con ese inusual chico del estanque, rodeado de decenas de lirios de agua.

Su sonrisa era radiante, sus vibrantes ojos eran del color de las hojas y además de eso, poseía un montón de pecas que cubrían artísticamente su delicada tez...

Su destino.

Pero en ese tiempo sólo contaba con cuatro años de edad ¿cómo podría haberlo sabido?

—...uki, Katsuki mocoso despierta.

—¿Qué mierda?— contestó adormilado.

—Llegarás tarde a clase.— Mitsuki, su madre, había ido a interrumpir el profundo sueño del que aún no quería despertar.

Se talló los ojos con brusquedad. Para bien o para mal, debía seguir con su realidad.

—Eijiro te está esperando en la sala. Apresúrate, o no alcanzarás a desayunar.

—Ya voy.

Katsuki estaba cursando su segundo año de preparatoria, su vida era buena, aún y cuando a muy temprana edad, había perdido a su padre.

Masaru Bakugou, era su más grande admiración, pero lamentablemente había fallecido de una súbita enfermedad mortal cuando él solo tenía 9 años de edad.

Para ese entonces, no sólo tuvo que lidiar con su dolor, si no también, con la fuerte depresión que consumió a su madre, razón por la cual, la llegada de su abuela materna a vivir con ellos a su casa, se había sentido como un respiro acogedor, al saberse nuevamente en compañía de su familia.

De su vieja mayor, como le apodaba él, aprendió muchas cosas, entre ellas; las cursis leyendas de amor y destinados que no paraba de parlotear en sus momentos de enajenación.

Pero entre el mar de bellas y absurdas narraciones que soltaba la senil anciana, una de ellas se había grabado como un mantra en sus memorias.

La leyenda de "El augurio floral del amor".

Katsuki casi vomita al escuchar el nombre de esa leyenda por primera vez, porque estaba seguro que sería de lo más cursi y empalagoso que pudiera existir en el mundo. Sin embargo, al poner atención en el inusual relato de la anciana, su quijada casi se desencaja de la impresión.

Estaba consciente que jamás le había contado a nadie acerca de sus raros sueños con aquel chico del estanque, pero ahí estuvo su abuela, narrando exactamente lo que él veía por lo menos una vez a la semana, desde que tenía cuatro malditos años.

—¿Te dormiste Kats?.— le preguntó Eijiro mientras se dirigían a la preparatoria.

—Ajá.— contestó restándole importancia.

No podía explicarle a su novio, que se durmió por estar soñando con el chico que según su abuela, era su otra mitad.

—Hey Kats.— llamó Eijiro, para acercarse sutilmente, tomarle del mentón y depositar un suave beso en sus labios.

Katsuki se sonrojó.

Aún era tímido a afrontar esas muestras de cariño tan típicas de Eijiro.

—Me gusta cuando te sonrojas.— le dijo el otro chico y Katsuki como salvavidas, empezó a correr a toda prisa.

—Llegaremos tarde bobo, empieza a correr.— le gritó.

Katsuki quería a Eijiro, claro que si, como a nadie más en el universo.

Eijiro era todo lo que Katsuki quería para su vida. Era cariñoso, tierno, atento y había sido junto a su abuela, el principal pilar emocional después de la muerte de su padre.

Se conocían desde muy niños y de ahí en adelante, habían sido inseparables.

Eijiro fue su primer amigo y su inconfundible paño de lágrimas.

Katsuki le debía mucho a Eijiro y no encontró mejor forma de retribución, que corresponder a sus más sinceros sentimientos.

Hace dos años se habían vuelto novios y Katsuki era feliz, muy feliz, aunque si era sincero consigo mismo, lo sería aún más, si tan sólo no anhelara tan devotamente al chico que se inmiscuía en sus sueños.

Lo años pasaron y con ello siguieron su curso.

Katsuki seguía en su relación con Eijiro que con el tiempo, no había hecho más que fortalecerse. Todo iba bien, pero el destino era rastrero y una vez graduado y encontrando su primer trabajo, Katsuki conoció a Izuku.

Lo supieron al instante, eran almas destinadas.

Con el tiempo los dos chicos se volvieron amigos y Katsuki le contó a Izuku el cómo lo contemplaba en sus sueños.

Le contaba que siempre lo veía a los lejos, metido en un estanque de agua clara rodeado de preciosos lirios.

Izuku se impactó, pues los lirios acuáticos eran sus favoritos.

El sueño de él era diferente, pues en éste, soñaba a Katsuki en un campo lleno de girasoles, sonriendo y extendiendo sus manos con alegría.

El rubio también se conmovió, pues las flores favoritas de su padre, era los girasoles, razón por la cual, él también los adoraba.

Para finales de ese año, Eijiro le propuso a Katsuki que se casaran.

El rubio chico estaba indeciso, pues en el fondo de su corazón, sabía que estaba enamorado de Izuku.

Para ese punto, Katsuki verdaderamente aborrecía a la vida.

La aborrecía, por no haber podido conocer a tiempo a su otra mitad.

La aborrecía, por poner a un ser tan puro como Eijiro en su camino.

La aborrecía, por ser un cobarde que no poseía los huevos para enfrentar a su propio destino.

Amaba a Izuku, si. Con cada fibra de su ser y con cada partícula de su alma, pero no podía hacerle eso a Eijiro, no después de haberle prometido que siempre estarían juntos.

Él, era un hombre de palabra.

Pues Katsuki debía reconocer que hacía muchísimos años había tomado su decisión, cuando Eijiro se convirtió en un pilar fundamental para su acongojada alma.

A mediados del año siguiente, Bakugou Katsuki dejó de existir, para convertirse en Kirishima.

Izuku ante eso estuvo bien, pues por ningún motivo quería ser la causa de confusión y desdicha de su alma gemela.

Aceptó el que ésta le haya rechazado de la mejor manera, y con ello, decidió seguir con su propio camino.

Tres años después, Izuku también se casó, y supo que estaba verdaderamente enamorado de su esposo, cuando los sueños con Katsuki cesaron.

Izuku era feliz con su amado Shoto, quien a pesar de no encantarle los girasoles, amaba de sobremanera los tulipanes.

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Katsuki jamás dejó de soñar con un Izuku rodeado de lirios, aún y cuando ya había envejecido.

Aún y cuando su esposo recién fallecido, había sido Eijiro.


Joven Amo

—E... espera... Kaachan~ — expresó el joven esclavo peliverde.

Pero Bakugo, al estar tan acostumbrado a obtener lo que él quiere, ignoró completamente sus palabras y lo echó al hombro, al mirar la resistencia de su esclavo.

Bueno, en realidad Izuku es el esclavo de todos en esta mansión. El joven Bakugo era hijo de los dueños que desde su adolescencia lo han utilizado también de manera sexual. Eso es algo normal dentro de sus costumbres. Así que Izuku ya sabía lo que le iba a pasar, ya conocía muy bien al joven amo, su expresión y el aroma que emanaba significaban solo una cosa: sexo.

Así que el rubio Alfa lo dirigió directamente a su recámara y le ordenó que hiciera un nido. Obedientemente, Izuku empezó a tomar prendas para acomodarlas uno a uno. No sabia por qué, pero para Katsuki le daba cierto placer ver esas acciones, cómo acomodaba cada pieza tan delicadamente para después terminar todo desordenado porque lo destruía mientras lo poseía con fuerza.

Era un misterio cómo el pecoso soportaba los celos de su joven amo, cuando en realidad es un beta, además de que podía percibir el aroma de todos y eso no era normal dentro de su casta. Incluso no tenía problemas con recibir los nudos del Alfa, al contrario, lo excitaban de una manera increíble y le gustaba sentirse anudado a él. Tal vez porque sentía un poco de control o le fascinaba pensar cómo él podía controlar a un Alfa siendo solo un simple beta, y peor aún, un beta esclavo. Esto despertaba los instintos del Alfa dominante, entonces estaba satisfecho y sabía que iba a disfrutar lo que durara este proceso.

Después de la acomodada de matriz que le dio Katsuki, Izuku se apresuró a ducharse y regresar a sus deberes, ya que no se los perdonaban a menos que el rubio interviniera, pero eso no lo ayudaba mucho, al contrario, le generaba muchos enemigos porque al final, no era más que la puta abre piernas del joven amo.

—Estás de vuelta. — Le dice Ochako, su camarada omega. — Sí que apestas. — Le dice burlándose del chico.

—No seas grosera, me bañé antes de venir.

—Izuku, apestas a alfa, por eso nadie se te acerca. Realmente eres el juguete favorito del joven amo.

—¿Crees que pronto me deje? Ya vamos para once meses de esta manera.

—No lo sé, Deku. Se ve muy a gusto a tu lado. No voltea a mirar a nadie.

El peliverde hace un puchero. Debe admitir que entre el trabajo y complacer al joven amo, lo está volviendo loco. Esa misma tarde estaban sirviendo la comida para todos los superiores del lugar. El pecoso era el único autorizado para poder recibir al caprichoso de Katsuki, lo cual al llegar a su lado, el joven no dudó en tomarlo de la cintura y jalarlo para sentarlo de golpe sobre sus piernas. Izuku no se sentía halagado como otros estarían; era más bien vergüenza, no sabía cómo reaccionar. Realmente no le gustaba que le sucedieran esas cosas.

Katsuki pega su rostro con el del beta para frotar y dejar más su aroma, mientras suelta un leve ronroneo.

—Katsuki, déjalo trabajar. — Le ordena su madre.

El rubio gruñe sutilmente, pero igual, lo deja ir. No sin antes besar una de sus mejillas, que tanto le gustaba morder desde niño.

—Debes controlar más tus impulsos, si hubiera invitados y miraran esas acciones, pensarían que estás enamorado de un esclavo.

—Y si lo estuviera, ¿Qué? No les incumbe.

—Katsuki...

—Lo sé, lo sé — lo interrumpe al escuchar la voz molesta — no será mi pareja oficialmente, pero puede ser mi concubina.

—No sería justo ni correcto para tu esposa.

—Lástima, ya tomé mi decisión. — concluye con su sonrisa arrogante.

Desafortunadamente, no supo que tales palabras iban a poner en alerta a sus padres, sobre todo a su madre, y esa fue la última noche que vio a Izuku, porque ella se encargó de desaparecerlo del palacio.

No importa cuántas veces les exigió traerlo de vuelta, no le hacían caso.

Fue hasta que una vez le dijeron que lo mandaron a eliminar y que habían escogido la decisión correcta porque ya vieron cómo se puso.

El rubio entró en una fuerte depresión por bastante tiempo. No podía creer que realmente su madre le hubiera hecho eso.

Amaba a Izuku con todo su corazón y hubiera hecho lo que fuera, incluso renunciar a su puesto, con tal de estar con él.

Y ese era el peligro que sus padres miraban.

Pero el destino o los dioses lobos castigaron a los padres de Katsuki. Izuku fue abandonado en un bosque, pero él supo sobrevivir y pudo adaptarse a su nueva vida.

Ahora era un buen herbolario, daba consultas y ayudaba a las demás personas. Además, era un medio para subsistir porque ahora no estaba solo.

No es que tuviera pareja; para él, el amor no existía, al menos hasta que lo miró a él, cuando lo tuvo entre sus brazos a ese pequeño y bonito bebé que tuvo con su joven amo, rubio de cabello rizados y sus pequeñitas pecas. Se enamoró por completo de su bebé, un cachorro hermoso.

Debe admitir que no lo esperaba, lo tomó por sprpresa, no sabía que estaba en cinta, nada había cambiado en su vida, era un beta y se enteró en el mismo momento en que comenzó en la labor de parto, porque debo añadir que ni siquiera su vientre se abultó.

No iba a regresar al reino ni mucho menos iba a decirles que tenía un cachorro del joven amo, porque se lo podrían quitar, Izuku quería mucho a Katsuki cuando eran niños, pero no lo amaba, adoraba cuando fueron cómplices de travesuras pero no lo amaba, le encantaban las escenas candentes que tuvieron no lo iba a negar pero llegaba al mismo punto: No lo amaba.

Su madre lo crío a él solo y estuvo bien así que sabía que él también podría solo con su cachorro.

•~•~•~•~•~•

Acomodaba los últimos frascos en los estantes y ahí, un rayo de sol le informó que estaba descendiendo y su cachorro se encontraba en el bosque, así que se acercó a la puerta para soltar un silbido llamando a su bebé.

El pequeño e inocente niño salió de unos arbustos que estaban a unos cuantos metros, corriendo con su papá beta. Abrió los brazos de par en par y se aferró a las piernas del mayor.

—¿Papá ya terminó? — le preguntó con un brillo de esperanza en sus ojos.

—Sí, pequeño cachorro. ¿Qué quieres hacer, eh?

—¡Quiero cocinar pibil con macarrones! — expresó el menor, su comida favorita es carne de puerco con chile morrón envuelta en hoja de plátano.

—Es chile morrón, en plural son morrones.

—Eso, como sea. — Frunció su ceño y agitó sus manos en forma de puño por su frustración.

—¡Nada de 'como sea'! Habla bien y no arrugues tu frente, te harás viejo antes que yo.

—¡Papi!

Lo cargó y lo apretó sobre su pecho, una extraña manera de darle cariño.

El menor trató de zafarse de sus brazos y de los ataques de besos, pero la diferencia de fuerza era muy notoria. A pesar de que supuestamente el pequeño se negara, al final terminaba riendo y abrazándolo.

—Sabes que te amo mucho, mucho, mucho, mi bebé — le preguntó con amor.

El cachorro asintió con su cabeza tratando de recuperar la respiración después de las carcajadas.

—Yo también te amo, papi, así de mucho — expresó abriendo sus brazos ampliamente.

Izuku fingió sorpresa.

—¿Tanto me amas? Wow, soy muy afortunado.

De la nada se escuchó un gran impacto a unos metros de ese lugar. Izuku alcanzó a visualizar que algo estaba mal. Entró de inmediato a su casa y escondió a su hijo en un compartimiento en el piso.

Le ordenó que no saliera mientras lo cubría con una especie de alfombra. Decidió tomar algunas cosas y salir a averiguar qué fue lo que pasó exactamente.

Notó que un carruaje había caído de costado y aparentemente había sido abandonado, o al menos no se veía a nadie. Incluso los caballos se soltaron y se retiraron del lugar.

Vio que el carruaje estaba cerrado, así que se aproximó con cautela, manteniendo una navaja en su mano.

Lo abrió de golpe y apuntó, solo para encontrarse con la persona que menos pensó: dentro del carruaje se encontraba inconsciente nada más y nada menos que su joven amo, a quien había pasado cinco años sin ver ni saber nada de él.

La verdad, no quería encontrárselo, pero ya lo tenía ahí. Se miraban en mal estado, en realidad, parecía como si el joven amo hubiera tratado de escapar. Izuku entró al carruaje y empezó a revisarlo; estaba pálido, delgado y con heridas en su piel.

Como pudo, lo sacó del carruaje y lo llevó a su casa. La parte más complicada fue llevarlo hasta su hogar. Al entrar, lo puso en su nido y después fue a buscar a su cachorro, diciéndole que todo estaba bien, pero que no entrara al cuarto.

Katsuki estaba deshidratado y desnutrido, y al parecer también había sido sometido a tortura; no había parte de su cuerpo que no tuviera algún golpe o herida. Esto le dio tristeza a Izuku, ya que al fin de cuentas, había crecido con él, aquel pequeño niño que le llevaba ocho años al joven amo.

Lavó su piel con delicadeza y estuvo revisando que todo estuviera bien. Con suavidad, preparó un suero y le dio pequeñas cucharadas al inconsciente para que pudiera bajar por su garganta.

—Papi... — Lo nombró su pequeño desde la puerta del cuarto.

—Te dije que no entraras.

—¿Por qué? ¿El señor tiene una enfermedad contagiosa?

—No exactamente, pero no debe verte.

—Papi, no me está viendo, está dormido.

—Está bien, está bien, tú ganas, pero si empieza a despertarse tendrás que salirte.

—De acuerdo.

Corrió y subió a la cama para mirar a detalle al señor y sintió algo extraño en su barriguita. No sabía qué era, pero su instinto empezó a olfatearlo. Agarró su mano oliendo una de sus glándulas menores ubicada en su muñeca, y le gustó mucho el olor. Empezó a ronronear.

El corazón de Izuku estaba acelerado.

Qué terrible es el instinto de otras castas.

—Eso es muy grosero, no puedes estar olfateando a las personas.

—Pero, papi...

—Pero nada, deja su mano. — Resignado, la dejó en su lugar, pero ahora Hikaru se dejó caer a la mitad de su cuerpo en el pecho ajeno en forma de protesta. Se escuchó un quejido del rubio mayor.

—¡Hikaru! — Vuelve a corregir.

—¿Qué? — Respondió de mala manera.

—Te cuento tres para salir.

—No. — Respondió enojado.

—Uno.

—¡No!

—Dos. — Continuó contando con calma.

—¡Deja de contar! — Exigió frustrado.

—Sabes lo que pasa cuando llego al tres. — Hikaru bajó rápidamente de la cama y corrió hacia la salida, azotando la puerta. Izuku apretó los ojos y trató de calmarse. — ¿No pudiste heredar otra cosa que no sea tu personalidad? Dios mío, estoy reviviendo todos tus berrinches de la infancia con él. — Se despejó la frente. — Y yo solo he sido bueno contigo para que me dieras esa penitencia. — Acarició sus cabellos. — ¿Qué te hicieron, Kaachan? ¿En qué estás metido?

Esa noche lo dejó descansar en su simulación de nido. Él se fue con su peleonero cachorro, que al inicio no quería dormir con él. Continuaba molesto y le exigía respetar su espacio.

Tuvieron una plática respecto a ello, donde Izuku le explicó que entendía cómo se sentía, pero también le explicó sus sentimientos y así llegó la paz.

Al día siguiente, se levantaron felices.

El beta revisó rápido a Katsuki para después cocinar junto a su bebé y desayunar juntos. Estaban en medio de eso cuando escucharon la puerta del cuarto y después los pasos torpes del rubio mayor.

Cuando pasó a un lado de ellos, su mirada se enfocó únicamente en Izuku, y se quedó congelado. Su gran amor que desapareció de un día al otro estaba frente a él, tan bello o más bello que antes, ya ni utiliza esa ropa fea que le ponía su madre, y su estado de salud se mira mucho mejor.

—¿Kaachan? — Lo nombra de la nada saliendo de su estado de shock.

Solo así Bakugo confirmó que era su pecoso, corrió y lo abrazó con fuerza, olió su piel con desesperación.

Izuku le correspondió el contacto y trató de calmarlo. Cuando de la nada un dolor aparece en el pie derecho del alfa, el pequeño Hikaru brincó y dejó caer todo su peso en esa caída sobre la extremidad del adulto.

—¡Basta! Estás apestando a papi, déjalo en paz. — Ordena refiriéndose a que lo está marcando.

El rubio abre en grande los ojos, ese niño con su expresión tan familiar, el color de su cabello y su estilo de ojos con ese bello verde simulando una esmeralda, quedó pasmado por un segundo.

En ese momento, Izuku toma a su niño, lo pone en su espalda con miedo.

—Necesito que te calmes y me dejes explicar, yo no sabía sobre esto ¿sabes? También fue una sorpresa para mí, pero es mío.

—¿De qué hablas? ¿Él...? — Izuku asiente con la cabeza. —Eres un beta. — Menciona incrédulo.

—Yo sé eso mejor que nadie, pero sabes cómo sucedieron las cosas, eres el único con el que he estado, eras muy posesivo, así que nadie se me acercaba.

—¿Papi? — Se asoma desde la espalda para mirar al mayor.

Katsuki observa mejor sus facciones y su corazón se derrite, aproxima una mano para acariciar su cabello y el menor lo acepta, incluso cierra los ojos y comienza a ronronear.

Con eso decide cargarlo, Izuku se pániquea un poco, pero al notar que están sumidos en su mundo, con una pequeña interacción de reconocimiento entre padre e hijo, se mantiene observando. Katsuki toma una mano para oler las pequeñas feromonas que genera el infante, lo pega a su nariz y sonríe, el aroma es exactamente como lo imaginó, el olor de su hogar. Hikaru recarga su cabecita en el pecho de Bakugo, mostrando que se siente cómodo.

El mayor lo reacomoda para que su naricita termine en su cuello y pueda oler su feromona desde la fuente principal. Al pequeño le gustó y se abraza rodeando con sus bracitos el cuello del mayor.

—Amor... — Trata de cargar a su bebé.

Katsuki retrocede con el infante, inconscientemente se aferra a él.

—Déjalo, está suspirando, no tarda en dormirse.

—No te miras tan bien, debes seguir cansado.

Al notar que no conseguiría resultado, le dijo que se sentara en una silla, le sirvió alimento y bebida para que recuperara fuerzas, aún así no soltó al niño que ronroneaba entre sueños.

—¿Qué te pasó? — Cuestiona el pecoso.

—Iba a otro reino, a conocer... — guarda silencio al recordar cierta chica pelinegra —a alguien.

—¿A una mujer omega? — el rubio asiente, Izuku se alivia y sonríe — Felicidades, ya es necesario que tengas a tu propia familia.

El corazón del rubio se sobresalta y después duele, ese dolor interno naciente de lo no correspondido.

—¿Por qué eres tan cruel? — Le pregunta arqueando su ceja.

—¿Qué? — Ladea su cabeza confundido.

De nuevo, las palabras se detienen, buscando las correctas.

—¿Por qué me dices eso cuando sabes mis sentimientos por ti?

Una sonrisa triste se dibuja en el rostro del beta.

—Esos sentimientos eran de un adolescente caprichoso, la última vez que nos vimos tenías diecinueve, ahora eres un hombre y debes madurar, Katsuki. Ya no soy parte de tu reino, aquí tu palabra no es poder, ya no tengo que obedecer.

—En nuestros encuentros por años ¿nunca sentiste nada?

—¿Aparte de placer? —Bakugo baja la cabeza, una acción rara en él— Eres uno de mis más apreciados amigos, me diste un hijo precioso, y eso siempre te lo agradeceré, pero no hay nada más.

—Yo sí te amo, dime ¿qué quieres? ¿Qué puedo hacer para ganarme tu corazón?

—Te quiero, Katsuki, no seas avaricioso, quédate con lo que te puedo ofrecer, por favor.

—Kaachan —Izuku ladea su cabeza— para ti siempre seré Kaachan. — Concluye estirando su mano para sujetar la mejilla ajena.

—Perdón, Kaachan.

Le explicó que hace un par de semanas iba a encontrarse con una joven doncella, que es la candidata perfecta para ser su esposa, pero fue emboscado por unos bandidos y lo tenían secuestrado donde lo debilitaron, con sus últimas energías apenas logró escapar, tomó un carruaje y huyó del lugar sin pensar que se encontraría con su amado.

Todo lo contó bajo el manto estrellado, el sol estaba oculto, por lo cual se encontraban acostados en la cama grande. El cachorro quería dormir con los dos, y ahora se encuentra en el mundo de los sueños en medio de sus progenitores.

—Lamento mucho lo que pasaste, debió ser un momento muy difícil.

—Valió la pena. — Dice con media sonrisa acariciando el rostro de Hikaru — Si todo eso lo tuve que vivir para encontrarlos, lo viviría de nuevo. — Izuku sonríe, entierra su rostro en la cabecita de su hijo — ¿Fue difícil? Estar solo con él todo este tiempo.

—Ser padre no es fácil, no importan las circunstancias, nunca será como lo cuentan. Para empezar, tienes tu fea personalidad retante y egocéntrica.

—¿Ah? No es mi culpa que todos sean unos perdedores.

—¡Kaachan! En serio que no has cambiado.

El alfa ríe divertido.

—Es broma. — Alcanza la mano de Izuku y besa sus nudillos. — Te amo, mucho.

—Ya es tarde Kaachan, debemos dormir para madrugar mañana y así investigar quién puede llevarte de regreso a tu hogar.

Con ello, ambos se acurrucan para dormir, inconscientemente sintiéndose protegidos y completos. Así inicia un nuevo día donde los pequeños integrantes de una falsa familia comparten en la cocina para realizar los sagrados alimentos. Después salen al bosque a recolectar más madera y algunas hierbas que se están acabando en el inventario del beta.

En un momento, deben tomar caminos separados, e Hikaru decide irse con el rubio mayor, no sin antes advertirle entre susurros que no vaya a decirle nada raro; después de todo, el pequeño tiene la idea pero no sabe que es su padre.

Hikaru va por delante, brincando en cada paso y buscando con la vista un par de plantas que le encargó su papi. Cuando las encuentra, avisa a Katsuki, y ambos se agachan un rato para arrancarlas desde la raíz.

—Entonces... ¿cómo debo llamarte? — Le pregunta el menor rompiendo el silencio.

—¿A qué te refieres, enano?

—¿Somos algo? — Vuelve a cuestionar con curiosidad.

Katsuki sabe que está entrando en terreno peligroso.

—Bueno, eso es algo que debes hablar con tu papá Izuku.

—No quiere, dice que son cosas de adultos. — Concluye con un puchero.

—No puedo decir mucho, pero diré que eres una persona muy importante para mí.

—¿Por qué?

—Porque eres tan perfecto como te imaginé desde hace años.

—No entiendo.

—No tienes que hacerlo.

—Los adultos son raros, cuando me haga uno ¿Seré así?

Bakugo ríe suavemente.

—Con la sangre de tu papi Izuku en las venas, serás más raro. — Concluye burlón.

—¡Hey! — Le tira un poco de tierra sobre el pecho del mayor — con mi papi no.

—¿O si no qué, enano? ¿Vas a morder mis tobillos?

En ese momento, el niño se lanza sobre el cuerpo del mayor y, como Katsuki no estaba preparado para esa acción, terminan sobre el pasto divirtiéndose haciendo una pelea de cosquillas.

En eso, el rubio mayor se da cuenta de un pequeño acantilado y agarra al chiquito, empezando a rodar colina abajo. Terminan riéndose; les gusta la adrenalina.

Frente a ellos aparecen unos pasos y voltean a ver hacia arriba encontrándose con la cara molesta del beta.

—Bakugo Katsuki, te encargué a un niño y te comportas a su nivel, esperaba mucho de ti.

—Solo estábamos jugando. — responde sentándose y empieza a sacudirse la hierba y tierra de su cuerpo.

—Hikaru, tu ropa... — avisa con lástima, lo sacude pero no salen todas las manchas — me dan más trabajo, ahora deben ir a bañarse. ¿Dónde están las plantas?

—¡UPS! Iré por ellas, esperen aquí. — responde el menor iniciando su marcha.

Una vez quedando solos, Izuku lanza una mirada juzgadora hacia Bakugo.

—¿Por qué eres así?

—¿Divertido? Por favor Izuku, el niño necesita jugar. — Responde poniéndose de pie.

—Pero juegos donde esté a salvo, no los salvajes que tú acostumbras.

Un grito del infante hace que la discusión termine y ambos salen corriendo en su dirección. Cuando llegan, se encuentran con el niño asustado arriba de una gran roca con un enorme conejo estirándose tratando de alcanzarlo; brinca, pero no puede subir.

Izuku se alivia al ver que solo era un conejo tratando de quitarle la hierbabuena; tenía hambre el pobre roedor.

—Hikaru... — Lo nombra el pecoso soltando un suspiro, pensó lo peor.

—¡Haz que se vaya! — Le grita entre lágrimas.

Katsuki de inmediato toma al conejo y lo espanta para que se vaya. Pero no lo hace, Izuku toma un poco de la planta y solo así el conejo la sujeta con su hocico y se retira.

Cuando regresa con Hikaru, ya estaba sobre el pecho del alfa llorando a todo pulmón.

—Ya mi amor, ven con papi. — El pequeño lo ignora.

—¿Por qué se puso así? — Pregunta preocupado.

El beta hace una mueca, no está seguro si debería decirle, pero al final accede.

—Cuando estaba chiquito, ofreció comida con su mano a varios conejos y lo mordieron; desde entonces, les tiene mucho miedo.

—¿Y tú dónde mierdas estabas? — Cuestiona con notable molestia.

El pecoso se pone de inmediato a la defensiva.

—No me cuestiones, nadie nace sabiendo ser padre, nunca pensé que eso iba a suceder. Aprendí mi lección, ¿de acuerdo? Ya dámelo. — Toma a su bebé del torso.

Hikaru, al sentir el contacto, se aferra al cuello de Katsuki.

—¡No! ¡No, no, no! ¡Me hará tocar al conejo! ¡No quiero!

—¡¿Lo obligas a tocarlo!? — Ahora sí, se enoja el alfa.

—Tiene que superar sus miedos.

—No se fuerza a superarlo, debe ser cuando él esté listo. — Se va sobando la espalda de su bebé, incluso le besa su cabecita mientras le decía que no iba a tocar ningún conejo, que se irían a casa.

Ambos rubios se ducharon juntos. Izuku se sintió desplazado, pero entiende que debe darles su espacio. Así que se concentró en moler y hervir algunas plantas que necesita.

Escucha cómo la puerta de ese cuartito se abre, los diminutos pasos los identifica a la perfección, era su cachorro, que se aproxima con cautela hasta que llega a su lado, inicia sujetando la ropa de su papi, tanteando el terreno. Izuku no rechaza el contacto, así que se acerca un poquito más. Al final, lo que lo hizo voltear fue escuchar un sonido triste que salió de la garganta de su bebé. Tenía sus ojitos llenos de lágrimas y siendo débil ante él, lo carga para besar sus cachetes y pegarlo a su cuerpo.

—Mi cachorrito, no te acostumbres a Kaachan, él no es de aquí, tiene que irse a su hogar. Tengo miedo de que te encariñes mucho.

—No quiero que se vaya, por fin estamos como la familia de Tora, que tiene a sus dos papás.

—Pero Kaachan no es tu papá.

—No mientas, nosotros olemos como nuestros papás, Tora huele como arroz condimentado porque el tío Shinso huele a orégano y el tío Denki huele a arroz. He visto cómo es Tora con su papá Shinso, se siente diferente. Con Kaachan, mi aroma es parecido y me siento bien.

—Sé que quieres un padre, por eso te aferras a Kaachan, pero eso no será posible. Siempre seremos solo tú y yo. Te prometo que conmigo no necesitarás a nadie más, me esforzaré para que sea así.

—Fui un mal cachorro, por eso solo tengo papi.

—No digas eso, no fue así. Eres la mayor sorpresa que he tenido. Cuando estés más grande, te contaré muchas cosas sobre ti.

Katsuki toca levemente la puerta abierta para llamar la atención de ambos.

—La comida está servida. Se supone que venías a decir eso, enano. — El menor estira sus manos hacia el rubio, lo carga de inmediato, frota su mejilla con la ajena. —Estás bien mimoso.

—Si prometo ser un buen cachorro, ¿serías mi otro papá?

Los corazones de los mayores sienten dolor al mirar la expresión suplicante.

—Tú ya eres un buen cachorro, eres perfecto. — Beso su frente.

Otra noche que duerme con sus amores, su hijo se aferra a su ropa, le da un par de mimos mientras ronronea sobre su oído. Hikaru afloja el agarre, soltando suspiros al sentirse completo.

Entre el silencio y la oscuridad, Katsuki mira a Izuku, quien está entretenido acariciando el cabello de su bebé. Hikaru no era el único que se sentía completo, ellos también.

—No quiero regresar, quiero quedarme aquí con ustedes. — Confiesa el rubio.

Pero Izuku es muy terco para aceptar ese sentimiento.

—Te van a buscar.

—Haré hasta lo imposible para que no me encuentren. Quiero a mi familia. — Lo jala hacia ellos — Te amo, mi beta. Te amo porque eres tú, Izuku.

Después de años, Katsuki lo besa. No con desesperación, fue suave. Es casi como un sueño volver a sentir esos labios y, mejor aún, que el pecoso le correspondió.

Al separarse, el peliverde se encuentra sonrojado y nervioso.

—No podré satisfacer tus necesidades, Kaachan. Necesitas a tu omega.

—Te necesito a ti, a nadie más, solo a ti.

Volvió a besarlo, se la pasaron toda la noche dándose piquitos y lentas caricias hasta quedar dormidos junto a su pequeño angelito. Tales palabras ayudaron para que el siguiente día fuera mucho mejor, más cómodos y con miradas coquetas entre los adultos.

Una rutina nació dentro de los tres. Sin darse cuenta, hicieron una mini familia donde Katsuki pospuso mucho la idea del peliverde de pedir ayuda para que regresaran al alfa a su hogar, hasta que simplemente lo olvidó.

Convivía muy bien con él. Debe admitir que es un excelente compañero y un buen padre. A pesar de que aún no le decían a Hikaru, supone que la personalidad del rubio mayor no cambiaría. Le decía "enano", "duente" y más apodos que se le ocurrían en el transcurso de los días.

Pasaron dos meses, ya habían ido varias veces al pueblo, entonces identificaron a Katsuki. Llegó la información a su hogar, a su comprometida, a su pareja destinada. No tardaron en ir por su heredero y, con indicaciones, llegaron a la pequeña cabaña.

Nunca pensaron que la reacción de Bakugo fuera salvaje. Ellos lo llamarían irracional porque los corría. Entonces culpaban a Izuku, que algo le había hecho, que el joven amo no es así.

El beta estaba aterrado, solo quería tener a su cachorro seguro. El pobre se aferraba a su papi. No entendía lo que pasaba, solo había mucha gente gritando.

Cuando el sonido de otra carrera hizo que se calmara el ambiente, ya saben quién era. El logo estaba pintado a mano. Había llegado ella incluso toda la gente se apartó para que se acercara más la carreta; al abrirse la puerta, sale una joven blanca de pelo negro tan largo que le llega hasta la cintura. Miró al rubio mayor con anhelo, y él retrocedió.

—Katsuki-kun — la nombra Momo estirando su mano hacia él.

Izuku soltó al rubio, y él lo miró extraño. No entendía por qué hacía eso, pero al mirar su rostro, vio que estaba a punto de llorar. Retrocedió con su bebé en brazos.

—Lo siento, pero ella es tu destinada y yo soy un beta. Hay que dejar de soñar y despertar de esta fantasía en la cual ninguno de los dos será feliz, y al final vendrás a ella, y yo no podré soportar eso.

—Deku, yo nunca te he engañado. Siempre he sido honesto. Te amo a ti, no necesito a nadie más.

—Pero yo no te necesito, y puedo estar con alguien más sin problema. Así que es mejor que pare estos sentimientos antes de que me vuelva loco por ti. Ten buena vida, joven Bakugo.

Se dio media vuelta y, apenas dio un par de pasos, escuchó cómo algo cayó detrás de él. No podía creer lo que veía: el padre de su hijo estaba inconsciente en el piso, un gran Alfa dominante estaba pálido y frío al tacto.

—Kaachan — Lo sacude, pero no reacciona — Kaachan, esto no es gracioso. Despierta, por favor, ¡Kaachan!

Momo llegó empujando a Izuku, se destapó la muñeca y empezó a soltar feromonas para que él pudiera olerla. Lo nombraba constantemente para que despertara.

Hikaru mira molesto a la pelinegra.

—No debes hacer eso. No sabes que es de mala educación forzar a oler tus feromonas a alguien más.

La chica lo mira con horror, era más que obvio que es hijo de Bakugo, aparte del físico, tiene su olor.

—¿Puedes callarte? ¡Niño bastardo!

Izuku se enfurece, una mirada decía todo, cuando iba a insultar, su hijo le gana.

—Soy bastardo, pero más educado.

La peli negra queda callada, ganando la pequeña discusión entre el menor y ella, o al menos esa era la idea. Cuando iba a decir otra cosa y, probablemente, más hiriente, aparece una chica peli blanca, una de las figuras líderes del bosque, también ayudó a Izuku a adaptarse y a dar luz, ya que el pequeño Hikaru quiso salir bajo la presencia de ella.

—¿En serio vas a pelear con un niño? — Escupe irritada. Ama a ese cachorro, lo ha visto crecer, y es intocable — por favor, madura Momo y suelta a Katsuki de una vez. No va a funcionar. No te ama, no va a despertar contigo.

Se arrodilla a un lado del pecoso, que está por llorar.

—Yua — La nombra en un susurro a la mayor — ¿Qué le pasó? ¿Por qué está así?

—Su gran amor acaba de rechazarlo — el beta se hace chiquito el corazón, no sabía que podría suceder eso porque él no es de casta compatible— así que se sintió inútil. La misión de un Alfa es proteger al amor de su vida, y cuando no eres necesario para él, algunos sufren tanto dolor que colapsan.

—No pensé que sucedería conmigo. — Responde con voz entrecortada.

—Tranquilo, te ama de verdad. Eres su verdadero amor, así que solo despertará contigo. No tienes que ser un Omega para despertarlo; abrázalo, acurrúcalo en tu pecho y dile palabras honestas para que él pueda despertar.

Lo duda por un segundo, pero al final toma al rubio y lo pega a su cuerpo. Empieza a mecerlo un poco con resentimiento en su persona.

—Lo siento, lo siento tanto, Kaachan. Perdón por no confiar en ti, no creer en tus palabras. Tenía tanto miedo de que ese amor no fuera verdad porque yo no soportaría perder de nuevo a un ser importante. Alguien como tú, que me da tanto. Iba a depender mucho de ti, y cuando me dejaras, iba a tener un vacío. No sé qué hubiera sido de mí. — Lo abraza con fuerza — Me gustas, en serio me gustas, Kaachan. Tal vez no te amo por el momento, pero sé que no sería difícil amarte. Eres increíble y lo mejor que me ha pasado. — Concluye en un susurro.

Se detiene al escuchar que rasgan su ropa por la parte de su cuello. Yua descubre un poco de piel.

—Lo siento, pero él no deja de ser Alfa y necesita oler todo lo natural, ya sabes, instintos de alfas. — Olfatea la piel — pero por más natural, es muy débil. Necesito que sudes. Confía en mí, ¿sí? — voltea con alguien más — Touya.

El chico se coloca para atrás; con sus manos, toca la espalda de Izuku y empieza a sentir las palmas sumamente calientes, provocando calor y sudor.

El rubio, al sentir el aroma más fuerte, empieza a parpadear para abrir los ojos y encontrarlos nuevamente en esos hermosos esmeraldas frente a él, con unas cuantas lágrimas corridas. El pecoso duda por un momento, pero al final toma la iniciativa y lo besa. Le había sacado el susto de su vida; por un momento, creyó que ya no iba a despertar. Estaba tan frío, y él hubiera sido el culpable de todo.

—Lo siento.

—Hey, está bien, ya pasó. — Lo jala hacia él para darle otro beso lento y suave, transmitiendo todos sus sentimientos y disfrutando del contacto que tanto le encanta.

El pequeño cachorro parece jalar el brazo de su papi Izuku, cosa que los obliga a separarse. Hikaru abraza a Izuku y, con ojitos inocentes, voltea a ver ahora a Bakugo, esperando alguna señal para poder acercarse.

El Alfa acaricia la cabeza del pequeño, después despeja su frente y le planta un beso, acción suficiente para que el menor se lance a sus brazos; lo sujeta del cuello para abrazarlo fuerte mientras olía su glándula mayor.

—No seas brusco.

—Déjalo, el enano solo quiere amor. — responde Katsuki sobando la espalda de su hijo.

—¿Por qué? — Pregunta una voz que todos conocen. Katsuki se pone de pie de inmediato y cubre con su cuerpo a su familia — ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? — Pregunta con dolor Mitsuki.

—Porque todo tiene una consecuencia y te lo advertí. — Todos se quedaron sorprendidos por cómo la peli blanca le habló a la gran matriarca del hogar — Te dije que podrías tener a tu hijo, pero que iba a haber un costo. En consecuencia, tu cachorro solo busca a alguien igual que su madre y no fue físico, busca a alguien de su misma casta o un falso beta.

Ella se mira cómoda con Momo. Si tan solo ese beta se mantuviera a su distancia. Ya había aceptado comprometerse con ella. — Gira con su hijo — Katsuki, por favor, por mí, regresa a casa y cásate con Momo.

—Madre, sabes de mis sentimientos y cuánto sufrí por Izuku. Lo peor es que tú sabías, tú lo dejaste aquí y, para tu mala suerte, sobrevivió — miró a su bebé, le sonríe para que se sienta seguro y lo carga para besar su coronilla — Ya miraste a este pequeño. Es lo que yo siempre quise: un hijo con Izuku. Es hermoso, amo a este beta, y amo a este pequeñín que también es mío, es mi cachorro. No me lo vas a quitar, ellos son míos, me pertenecen, y si no me aceptas con ellos, yo aquí puedo hacerlo perfectamente.

—¿Un cachorro? — Pregunta Hikaru, perdido en la situación.

—Después hablamos, pequeño mío. — Le responde su padre alfa con ternura.

Mitsuki voltea a mirar a su esposo Masuru, esperando algún apoyo, pero él solamente niega con la cabeza.

—Solo detente, querida. Katsuki ya no es un cachorro. Sabe tomar sus decisiones y sabe lo que quiere, ama a este chico. Tú le prometiste a tu mejor amiga que lo cuidarías y lo abandonaste. Ustedes llegaron juntos al castillo, ¿recuerdas? Te lo trajiste desde tu reino para tenerla aquí contigo.

De manera penosa, Izuku se pone de pie para aproximarse a la rubia. Sujeta su ropa como un niño pequeño y no puede mantenerla en la mirada; agacha su cabeza en símbolo de respeto.

—Sé que te debo mucho después del fallecimiento de mis padres. Tú te hiciste responsable de mí, y hoy soy lo que soy gracias a ti. Me enseñó tanto, y nunca me abandonaste. Por eso, después, yo empecé a ayudarte con tu cachorro, ya que veía que era muy pesado para ti. Nunca fue mi objetivo que Katsuki se fijara en mí como pareja; para mí, él era un hermano pequeño, y no sé en qué momento empezaron a cambiar mis sentimientos. Tal vez fue por su cortejo que inició en la adolescencia o quizás después de tantos encuentros cuando le ayudaba con su calor, lo que tú misma me autorizaste porque Kaachan atacaba a todos, excepto a mí. Pero aún así, me disculpo por no haber cumplido tus órdenes. Créeme que intenté mantener mi distancia, no quise corresponderle, pero me gusta, realmente me gusta Katsuki. Y si lo hace sentir mejor, ese pequeño no es un beta ni un falso beta. Le juro que va a ser un Alfa, tendrá un buen heredero si se me acepta de regreso.

Mitsuki toma ambas mejillas del chico que derramaba lágrimas y ella se dedica a limpiar algunas, mirando esa cara del chiquito que ella cargó cuando nació, el hijo de su mejor amiga.

Estaba enamorada de ese niño, deseó tanto tener el suyo, y después de verlo, batalló bastante para quedar ella en cinta. Por eso lo malcriaba demasiado cuando era un niño, y ahora ese niño le dio un nieto, uno que lo miraba alerta protegiendo a su madre. El rostro de Katsuki también era de la misma manera; no dejaba de verla esperando que no la lastimara.

Ella no pudo hacer más, volvió a mirar a Izuku y le sonrió. Ahora, ella estaba a punto de llorar, pero se contuvo. No tenía derecho de hacerlo después de tanto daño que le hizo o, al menos, ella sí se sintió lloraría más tarde en silencio y sola.

—Volvamos a casa — fue lo único que alcanzó a susurrar al pecoso.


Flores día uno

Desde la primera vez que te vi me enamoré de ti…

En la escuela nos enseñaron que la persona que está destinada a estar contigo llevará un brote de una flor, esta crecerá y florecerá en cuanto se encuentre a tu otra mitad, yo admiraba su belleza y aquel botón de alguna flor crecer detrás de tu oreja.

Fue tanta mi curiosidad que mi familia que está en la botánica me prestaron unos libros para averiguar qué brote sería tu flor, mientras el mío será una rosa, eso me lo dijo mi madre.

Estuve durante muchos años investigando y mi respuesta fue que sería una hermosa camelia símbolo del amor y la esperanza. Estaba tan entusiasmado por ti, mi madre me dijo que quizás tú serías mi otra mitad por lo parecido que eran nuestros brotes, así que me anime a confesar mis sentimientos en aquella tarde.

— Katsuki, ¿podemos hablar?

— Claro Kiri, dime… — Me mirabas con dudas y mi corazón temblaba.

— Yo estoy enamorado de ti… si me permites – toque tu oreja y después el brote – Esta es una camelia, sabías que es una flor muy bonita, su significado es la admiración, la belleza perfecta, el amor y la esperanza. Solamente la persona que está hecha para ti sabría esto, acepta mis sentimientos para que pueda florecer.

Pov narradora.

Katsuki no sabía cómo sentirse, el saber eso de tu brote antes de florecer era algo parecido con encontrar a tu mitad, la cruel realidad es que si lo quería, pero no de la misma forma que Kirishima lo quería él. — Kiri yo…

— No digas nada, solo déjame intentar enamorarte, estar a tu lado y quizás cuando abras tu corazón, florecerá…

— No lo sé…

— Déjame intentarlo, sé que tú eres mi mitad, aun el mio no tiene brote, pero el tallo de la flor está ahí, quizás es porque aún no me ves como tu otra mitad.

El peli cenizo lo aceptó, esa tarde fue la mejor para Kirishima.

Conforme iban pasando los días, los meses incluso ahora llevan más de un año de relación, las cosas y corazón de Katsuki no cambiaba, por más que buscara algo que lo llevara a la respuesta que él fuera su otra mitad, pero no lo había.

— Kiri por favor debes de aceptar que no somos el uno para el otro, yo te quiero, pero no de la misma forma que tú por favor entiéndelo.

— No Katsuki, no me has dejado, no has abierto tu corazón.

— Basta – Salió corriendo de la casa del pelirrojo, esta vez no fue tras él y eso lo agradece, pasó por un parque y vio un pequeño sembrado de tulipanes. — Si tú fueras mi mitad, te aseguro que tuvieras una de estas, un hermoso y lindo tulipán – sonrió y al darse la vuelta choco con alguien – Perdón yo…

Su mirada se perdió en esos ojos hermosos color jade, su sonrisa le hizo llenar ese huequito en el corazón.

— No te preocupes – su rostro del peli verde se volvió rojo y su impulso fue agarrarle la mano. — Una camelia roja.

— Un tulipán naranja… — dijeron al mismo tiempo.

— Te encontré – le dio un abrazo y Katsuki lo recibió gustoso – Perdona mi impulso, es que desde siempre me preguntaba cómo serían – tocó el tallo de su flor – Eres mucho más hermoso de lo que pude imaginar.

Katsuki se sonrojó, ahora entendía todo, si estaba mal por el hecho de aceptar a Kirishima, sabiendo que su corazón solo lo veía como su amigo y nada más. Ver al peli verde parado enfrente de él, era lo que necesitaba.

— Mi nombre es Midoriya Izuku, es un placer conocerte – le beso la mano.

— Sabes eso no es necesario – su sonrojo hablaba por él – Me llamo Bakugo Katsuki…

— Bakugo puedo invitarte a tomar algo, un café, yo muero de hambre, así que si me podrías dar una salida, mi corazón se exaltará de felicidad.

— Sería un placer, vamos a comer.

Izuku lo llevó a un restaurante que estaba cerca de ahí, la plática surgió muy natural, era como si se conocieran desde siempre. — Disculpa que sea tan directo, pero no encuentro la manera de hacerlo, para mí sería un placer que me dejaras poder conquistarte, no quiero que este vínculo lo sientas forzado, sino que realmente me ames, quiero vivir este sueño hacerlo realidad. No lo puedo creer, encontrarte fue mi suerte… — Él peli verde no podía contenerse más.

— Lo entiendo, yo también me siento igual, quiero ser muy franco contigo, hoy exactamente tuve una confrontación con la persona que salgo, pensé por algún momento que él era mi… Bueno, trate de que esto funcionara, pero no pude y ahora veo porque. No quiero empezar algo contigo sin antes ponerle fin a mi actual relación, puedo tener tu número para estar en contacto, solo dame un poco de tiempo. — Katsuki estaba nervioso, era un total desconocido y se lo tomaba a mal, si no podían estar juntos un extraño frío recorrió su cuerpo.

— Te entiendo, te doy mi tarjeta, este es mi número personal, aquí viene la dirección de mi oficina, por favor mantente en contacto conmigo, yo esperare por ti.

Katsuki sonrió, terminaron su comida e Izuku le dijo que él lo llevaría a su casa, sin pensarlo mucho, el rubio accedió.

Bajó primero del carro para abrirle la puerta, al bajarse la sonrisa del peli verde animaba su corazón contagiándose también, era la primera vez que sonreía todo el día. — Te mando un mensaje más tarde, tengo que resolver esto ok.

— Yo esperaría todo una vida por ti – le beso la mano y esperó a que entrara a su casa.

Katsuki se quedó parado en la puerta, quería abrirla de nuevo e ir a los brazos de Izuku, cerró sus ojos y una hermosa sonrisa se posicionó en sus labios.

— Nunca te había visto sonreír de esa manera, no conmigo, pero veo que con él sí…

— Kiri – volteo a verlo y el pelirrojo cayó de rodillas – Y-yo lo siento.

— No tienes porqué disculparte, veo que el destino no quiere que estemos juntos, lo entiendo, él es tu destino y ahora veo que tu camelia es color rojo, supongo que él tiene tu flor favorita…

— Es algo, no necesitas saber, no te hagas más daño, sé que los dos tratamos de estar juntos, sin embargo, no pudimos, en verdad di todo de mí, ahora entiendo el porqué de muchas cosas.

— Y lo agradezco mucho, pudimos estar un tiempo juntos – tocó el tallo detrás de su oreja – Quizás nadie fue hecho para mí.

— Eijiro no digas eso, debes buscarlo, no te detengas.

Kirishima no dijo nada y solo le dio un último abrazo a Katsuki, salió sin decir nada más, su decisión había sido tomada desde el momento que vio bajar al rubio de aquel auto, la forma que miro aquel peli verde, una con la que jamás lo había visto.

Se alejaría y lo dejaría ser feliz…

Pasaron los años y se fue al campo para tratar de olvidarse de todo, el campo de sus padres era tan extenso que pidió un pedazo para plantar algunas cosas.

En octubre hizo la plantación y una semana más tarde fue detectado con una enfermedad por las raíces de esa flor, jamás permitió que floreciera y así buscar a su par, eso le trajo serias consecuencias, su vida se iba apagando…

Diciembre entró y en pleno invierno florecieron las camelias, se levantó de mañana y algunos brotes los vio florecer. — Me hubiera gustado verlos florecer en ti – había cultivado la flor de la persona que amó y murió deseando ver florecer ese brote, por él y no por alguien más.

Se encontraron con el cuerpo de Kirishima en medio de aquel sembradíos, su madre al igual que los doctores que fueron a recogerlo sabían que eso tarde o temprano iba a pasar.

Kirishima sufría por las raíces que él mismo dejó crecer, por más que el doctor le dijo que dejará esos sentimientos, él se rehusaba a hacerlo, si tan sólo hubiera dejado a Katsuki y a aventurarse a buscar a su otra mitad las cosas fueran diferentes, el tallo hubiese tenido su brote y con ello el encontrar a su complemento.

Al contrario de lo que pasó, dejó que crecieran las raíces provocando una muerte segura…


—Red Carper

—BakuDeku gendervers

—Au sin quirk / actriz-modelo

Chicaxchica/cambio de género/amor

Lenguaje vulgar ocasional/tensión sexual/

Os?

—Parece que una vez más coincidimos en el vestuario— Katsuki se acercó a Izuku pasando su brazo alrededor de la fina cintura de ella— te queda exquisito ese vestido.

—Comienzo a creer que me espías, durante los últimos cuatro eventos nuestros atuendos han sido los mismos— comento ella con suavidad girandose para ver a la mujer de cabellos cenizos— creo que me gusta más como te queda

Katsuki sonrió sabiendo que justamente la peliverde había dado en el clavo, no era buena idea que ella supiera que la mira constantemente.

—Sabes Katsuki— la peliverde se freno pues ahí estaba la siguiente marca, sonrió coqueta sabiendo que las cámaras estaban puestas en ellas, claro, Katsuki era la modelo más codiciada de la temporada siempre habría una cámara con la mira en ella— búscame después de la fiesta, me gustaría saber si también tu lencería es como la mía— susurro muy cerca de la chica antes de girarse de golpe a las cámaras.

Katsuki se quedó en silencio, no podía creer lo atrevida que fue la dulce Izuku,una de las estrellas de Hollywood más destacadas, sus papeles generalmente eran dulces como el remake de la bella durmiente o algunas adaptaciones de libros de fantasía a la pantalla grande, que le hiciera ese comentario le dejo en la duda si sería igual de dulce a puerta cerrada.

—Sea igual o no ten por seguro que tú lenceria no tardará mucho tiempo puesta está noche—anuncio la modelo caminando a dónde la habían llamado.

Ambas tenían esa sensación en su cuerpo que anunciaba que la noche sería larga, y muy interesante

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Izuku paseaba entre las mesas de la zona del banquete, saludaba a algunas personas aquí y allá, no se quedaba mucho tiempo platicando, le gustaba la atención que recibía sobre todo en aquel evento.

Estaba en la cima de su carrera como actriz, había luchado tanto por llegar a dónde estaba, en el proceso, pues había comenzado desde muy joven, exploró su sexualidad, había encontrado que le gustaban los chicos y las chicas por igual, pero su mánager le había prohibido hacer público su gusto por las mujeres.

Al inicio acepto de buena manera, pero el tiempo hace dura a las personas, y ella ya no era una novata, ya sabía cómo moverse en aquel podrido mundo y disfrutaba jugando con la adrenalina de verse descubierta.

Katsuki por su lado miraba desde su mesa a Izuku, la forma en que se movía con seguridad, sabiendo que tenía a todos en sus manos con ese rostro de antes y cuerpo de pecado al que se le suman su sonrisa y esa manera tan única de jugar que hacía que todos la amaran.

—Mueres por ella— su amigo Shoto y también su manager llamo la atención de la chica de cabellos cenizos— por qué no vas— señalo cuando Izuku se perdió en el pasillo que daba a los baños.

Katsuki sonrió levantándose y andando con aquella seguridad que la había llevado a la fama.

Entro al baño justo cuando Izuku salía de un cubículo, miro a todos lados y sonrió al ver que eran las únicas ahí, se acercó a la peliverde que la miro desde el espejo.

—Hola— saludo con voz juguetona—No me quitas la mirada de encima en la recepción y ahora me quieres encerrar en el baño?

—Es tu culpa que seas tan sexy — comento a la ligera Katsuki quedando a un paso de Izuku y viéndola a través del espejo.

Izuku se giro, miraba con ojos dulces a Katsuki que se perdió en esa mirada de cervatillo sin saber que era solo una fachada. Izuku alzó su mano siguiendo la línea del vestido hasta la clavícula de Katsuki, se acercó un paso más quedando muy cerca.

—Si me declaro culpable de lo que me acusas, que castigo me darás?— pregunto con tono meloso mientras acercaba su rostro al contrario, Katsuki era un poco más alta que ella, algo que le gustó, Izuku era coqueta y le gustaba jugar, pero en el momento de la intimidad le gustaba ser la sumisa, así que por ello estaba tanteando el terreno con Katsuki, saber que rol asumiría la de ojos carmín

Katsuki sonrió tomando de la cadera a Izuku y pegándola a ella, sus labios cercanos a los contrarios apenas los rozaron para dejar a la peliverde con ganas de ese beso antes de acercarlos a su oído.

—Te haré gemir mi nombre mientras de corres para mí una y otra vez hasta que ya no puedas más— susurro deslizando una mano al sur hasta encontrar la abertura lateral de la falta del vestido—Te comeré Izuku— ronroneo cuando sus largos dedos tocaron la lisa tela de las bragas que llevaba la contraria, su dedo índice se engancho en la tela para poder colarse debajo, su dedo se deslizó hasta la intimidad de Izuku—Estas mojada— susurro Katsuki triunfal al sentir como la respiración de ella se aceleraba, frotó su dedo sobre el clítoris de Izuku en un suave masaje antes de buscar la entrada de ella donde la humedad era mayor, sin detenerse mucho introdujo el dedo en Izuku.

—Kacchan— gimoteo Izuku disfrutando de las caricias de la modelo, pego su frente al hombro de Katsuki y jadeo tratando de que ningún sonido fuerte saliera de su boca.

—Tan linda mi pequeña gatita— le dijo Katsuki mientras sacaba su dedo, alzó su mano mostrando el lubricante que cubría su dedo, lo llevo a su boca y probo— tan dulce— le dijo antes de alejarse, lavo su mano mientras Izuku la veía con extrañeza— te veré más noche Zuzu.

Salió del baño dejando a la peliverde siendo un desastre con aquella sensación de frustración y su entrepierna húmeda deseando más atención.

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La noche siguió avanzando, las miradas que se lanzaban la una a la otra eran de anticipación a lo que más noche tendrían.

Durante un momento en la noche, mientras se movían de la zona del banquete a la zona de la premiación, Izuku tomo la mano de Katsuki y la llevo a una pequeña zona desierta.

No dejo que Katsuki dijera nada, la beso con deseo mientras era ella quien está vez deslizaba su mano, masajeó uno de los pechos de la de cabello cenizo

—Kacchan es mala—susurro Izuku con voz suave y dulce—Me dejaste con ganas en baño—sus labios bajaron al cuello de Katsuki dejando besos húmedos— nos vemos más noche entonces— sonrió sacando de su cartera algo y poniéndolo en la mano de Katsuki

Se fue dejando a la ceniza ahí que miro curiosa lo que Izuku le entrego.

—Mierda— jadeo Katsuki al ver que eran las bragas de Izuku. Ahora no sabía cómo sacaría de su cabeza el que la peliverde no tenía bragas y ella unas ganas de pasar su lengua por aquella zona.

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—Esta ocupado?— Izuku señalo el asiento al lado de Katsuki, había pasado más de una hora y estaban en ese momento donde los cantantes daban sus presentaciones, el lugar estaba en penumbras y el asiento contiguo al de la ceniza estaba vacío, Shoto le había dicho que debía hacer algo y se largo hacía bastante tiempo atrás.

—No preciosa— respondió Katsuki viendo como Izuku se sentaba a su lado cruzando la pierna del lado en que estaba la abertura del vestido.

Su pierna desde el muslo estaba expuesta como una invitación descarada de parte de Izuku, ella miro a la ojicarmin y sonrió con inocencia

—pasa algo Kacchan?— pregunto

—Lo que me diste hace rato eso pasa— recriminó Katsuki que suspiro— parecías tan inocente

—No me digas— sonrió Izuku aprovechando la penumbra llevo su mano a la de Katsuki, la tomo con suavidad y la dirigió a su pierna—es por qué eso quiero que todos crean, pero la verdad es que posiblemente lo más dulce en mi es mi sabor.

Katsuki jadeo mirando a la peliverde, miro su mano propia sobre la pierna de la peliverde y apretó un poco la carne del muslo.

— parece que te gusta este juego— comento Katsuki

—Me gustas tu, este juego es solo por qué tú lo iniciaste— le aclaro Izuku mientras se giraba un poco a ella— vaya suerte que la noche está por terminar.

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Tal como había dicho Izuku la noche llegó a su fin, Katsuki salió directa al estacionamiento donde encontró a Izuku hablando con Shoto y un chico de cabellos negros y tatuajes en su rostro, mientras se acercaba descubrió que era dabi, el hermano de su amigo.

—Parece que tú víctima de está noche ya llegado, cuídate zuzu— hablo Touya e Izuku comenzó a reírse

No entendió mucho al inicio, como se conocían?

—Mi auto está por aquí— comento Izuku señalando un Corvette negro al final de la línea de autos

Katsuki la siguió en silencio por un momento.

—De donde conoces a los Todoroki?— pregunto para romper el silencio

—Estudie en el mismo colegio que shoto— comento a la ligera— le pedí a Touya que sea mi nuevo manager, despedida a Giran, estoy cansada de que quiera venderme como una damisela hueca y banal.

—Me gusta, aunque realmente jamás habría pensando en Touya, siento que es demasiado controversial

Izuku comenzó a reírse y asintio— me gusta más el estilo de Touya, somos buenos amigos así que se en qué me metí.

Señalo el auto y abrió la puerta del copiloto— conduce Kacchan— pidió con dulzura y ella dijo que si al momento.

Una vez el auto en marcha, Izuku se removió en el asiento del copiloto y pego sus labios al cuello de la rubia, su mano fue directa a la entrepierna de Katsuki y comenzó a frotar aún sobre las bragas sintiendo como se humedecen cada vez más.

Katsuki jadeo, Izuku la estaba tocando de aquella manera tan descarada que ella solo deseaba poner a la peliverde el una cama y devorarla sin piedad

—Zuzu— jadeo cuando la peliverde colo su dedo debajo de la tela.

—Kacchan es muy linda— susurro mientras seguía besando el cuello contrario.

La llegada al departamento fue tortuosa y poco le importaba a Katsuki que Izuku supiera que sabía su dirección aunque esa no era información pública

Apenas pusieron un pie dentro del departamento Katsuki no pudo más y fue directa a la boca de Izuku, el beso era tan posesivo que la peliverde sintió que se derretía, con manos expertas desató las tiras del vestido.

Se alejo un paso para ver cómo la tela escurría por el cuerpo de la actriz, fue un espectáculo sumamente excitante ver cómo sus pechos generosos y firmes quedaron expuestos bajo más su vista comprobando que no habían bragas.

Izuku le miro de forma intensa y salió del círculo del vestido que quedó a sus pies, sus estiletos altos resonaron en el mármol del suelo cuando ella camino hasta su sofá y se sentó en el.

Era tan erótica la escena que Katsuki estaba tan húmeda de solo ver aquella pies blanca salpicada de pecas con las curvas perfectas en los lugares correctos.

—Ven aquí Kacchan, o es que lo que prometiste en el baño de la fiesta fue mentira?—provoco mientras abría sus piernas dejando a la vista la piel suave y ligeramente rosa— estoy deseando que me hagas gemir tu nombre.