••Diecinueve besos••
#Dekubowld
Estaba en medio de la sala común, sabía por el calor en el rostro que estaba rojo hasta las orejas, ¿pero cómo no estarlo? Estaba sentado entre las piernas de Shoji, Tsuyu estaba entre las suyas, descansando su cabeza en su abdomen. Momo se aferraba a su brazo izquierdo; Kirishima sostenía su mano derecha. Kaminari se había dormido abrazado a su pierna izquierda, Tokoyami estaba haciéndole unos tatuajes de henna en la pierna derecha. Estaba rodeado, lo peor es que todos actuaban como si aquello fuera lo más normal del mundo.
Sato lo había besado en la mejilla antes de ir a cocinarle Katsudon, Shoto envió a su chófer a conseguir las cosas que Izuku necesitaba para su proyecto. Todos estaban actuando muy extraños, y sabía que todo era su culpa.
[Ese mismo día en la mañana]
El reloj acababa de marcar las siete en punto, e inevitablemente todas las miradas fueron al sitio detrás de Bakugo. Aquel curioso chico de pecas no había llegado aún, era extraño, pues siempre era muy puntual. Incluso Aizawa se resignó a que Izuku no aparecería en su clase ese día, sin más tomó sus notas y comenzó a dar una monótona explicación sobre el trabajo en equipo en situaciones de riesgo.
Estaba a punto de despertar a Kaminari con una pregunta cuando la puerta del aula se abrió de golpe, y ahí estaba él, el famoso chico de las pecas adorables.
—Perdón por la tardanza… —dijo jadeando—, ¿puedo pasar?
Aizawa lo miró de arriba a abajo, tenía el uniforme desacomodado, iba sudando e hiperventilaba, con eso una sola cosa se instaló en su mente.
—¿Ahora en qué problema te metiste, Midoriya?
—¡No fue mi culpa!, había rehenes, tenía que hacer algo, no podía dejarlos ahí…
—¿Dónde?
—En el centro… —masculló.
—¿Fuiste tú el que se envolvió en una pelea contra cinco ladrones y derribó medio edificio? —preguntó Mina.
Izuku intentó callarla con un gesto de pánico, pero era tarde, la mirada asesina de Aizawa ya estaba sobre él.
—No tienes permitido usar tu licencia provisional hasta nuevo aviso —proclamó su profesor.
—Pe-
—Siéntate —interrumpió Aizawa.
Sabía que quejarse solo iba a arruinar más las cosas, no tuvo más opción que resignarse y continuar su camino. Lo intentó hasta que Aizawa lo tomó por el cuello de su uniforme y lo hizo retroceder. Lo miró de arriba a abajo con el ceño fruncido.
—Ve a la enfermería —ordenó.
—Estoy bien.
—¿Te golpearon con algún quirk?
—Era un polvo extraño que olía raro, pero de verdad estoy bien —dijo siguiendo con sus intentos de irse. Pero Aizawa no lo soltó.
—A la enfermería, ahora.
—Sí, sensei —dijo resignándose de nuevo.
Aunque él no pudiera verlo para toda su clase y su profesor fueron evidentes las marcas que comenzaban a surgir en su cuello, manchas de color negro sin una forma aparente, pero eran lo suficientemente extrañas como para preocuparse.
[...]
Después del almuerzo quedó libre de su "castigo" en la enfermería. Fue a los vestidores, se unió a la clase y todo siguió su curso normal. Al menos eso le pareció, hasta que fue momento de volver a los dormitorios.
Kacchan se acercó con cautela, y él temió llevarse una explosión como castigo por ser irresponsable, para su sorpresa, Katsuki sujetó sus mejillas y dejó en sus labios un beso suave.
—Tengo que ir con la vieja bruja, te veré mañana en clases —dijo Katsuki, para luego seguir su camino.
Izuku quedó en shock, se giró hacia Ochako para decirle lo raro que había sido eso, sin embargo, su mejor amiga se unió al comportamiento extraño. Ella también sujetó sus mejillas y besó sus labios.
—Vamos, Deku, tienes muchas notas que hacer —dijo ella para continuar su camino.
Estaba por intentar quejarse de nuevo cuando Shoto hizo lo mismo, luego Momo, Sero, Kaminari, incluso el alumno nuevo que reemplazaba a Mineta, Shinso. Izuku solo pudo quedarse congelado en su sitio, recibiendo los besos de todos sus compañeros de clase, sin tener la más mínima idea de qué estaba sucediendo.
Al volver a los dormitorios compartidos fue a darse una ducha, quizás estaba sucediendo algo que no estaba viendo. Fue entonces que las notó. Manchas de color negro que emulaban rosas surgieron en su espalda hasta su cuello, quizás eran las causantes del comportamiento extraño de sus compañeros.
Corrió de vuelta a la oficina de Aizawa, solo para ser recibido por una mirada de reproche. Recovery Girl lo examinó, pero no había en él nada extraño, actuaba normal, nada le dolía, eso dejaba el comportamiento de sus compañeros como un misterio, solo quedaba que lo vigilarán de cerca por si algún efecto extraño surgía.
Decidió que mientras no llegará a lastimar a nadie, intentaría mantener las cosas en orden. Por supuesto, cuando de Izuku se trata no puede haber orden.
Estaba en la sala común, escuchando atentamente las explicaciones de Momo y Ochako sobre las clases de ese día, mientras hacía sus propias anotaciones. Cada vez que él bajaba la mirada a sus cuadernos las chicas que lo rodeaban lanzaban miradas amenazantes al resto de los chicos. Era muy claro, no querían a nadie cerca de Izuku.
Fue extraño que cuando él terminó su anotaciones sus amigas suspiraron y se alejaron, Izuku estaba por detenerlas, se sentía mal por verlas así de afectadas por un error suyo. Pero antes de que pudiera levantarse de su sitio, Sero, Kaminari, Shoto, Kirishima, Ojiro, Koda y Tokoyami lo rodearon, sentándose tan cerca de él como pudieron.
—Midoriya —llamó Sato, antes que Izuku pudiera quejarse por algo—. Hoy nos toca cocinar… ¿y me preguntaba si te gustaría comer algo en especial?
Al mirar sobre su hombro encontró a Iida, Aoyama, Sato y Shoji esperando pacientemente su respuesta.
—Me gustaría… Katsudon… —respondió bajando la mirada, sintiéndose culpable por aprovecharse de la situación, pero no podía perder la oportunidad de escoger la cena.
—Bien, cenaremos Katsudon entonces —repitió Sato, justo antes de dejar un beso cálido en su mejilla que le puso los nervios de punta y mandó un escalofrío por todo su cuerpo.
El grupo que se encargaría de la cena se marchó, dejando que el caos se desatara en la sala. De alguna forma cada vez que alguien sentado cerca de Izuku se iba alguien más llegaba a reemplazar ese lugar.
Intentó ignorarlo al principio, luego fue demasiado para solo fingir que nada sucedía. Todos actuaban muy extraños, demasiado melosos y tiernos como para ser normal. Entre ellos se miraban con reproche, pero a él lo miraban con tanto cariño que estaba temiendo hacerse ideas equivocadas.
La cena fue el único momento del día que se sintió normal. Todos charlaban amablemente, reían, bromeaban, eso calmó un poco su corazón culpable. Pues sí, temía que ese comportamiento de sus compañeros se debiera al extraño quirk con el que fue golpeado en la mañana, solo esperaba que sus efectos desaparecieran rápido.
Cuando intentó recoger los platos y lavarlos él mismo fue casi arrastrado de vuelta a la sala mientras algunos de sus amigos recogían el desastre en la cocina.
No podía dejar que las cosas siguieran así, iba a levantarse para enfrentar a sus amigos y explicarles lo que sucedía, pero cuando Ochako dió play a una película de All Might decidió que podía aprovechar la situación solo un poquito más.
Apagaron las luces, cada uno buscó un lugar en la sala común, refugiados con mantas y cojines.
Estaba tan concentrado que no alcanzó a notar el momento en el que terminó sentado en las piernas de Shoto, recostado cómodamente en su pecho y con una manta envolviéndolos. Fue así hasta que su amigo dejó besos suaves en su cuello que lo pusieron a temblar.
—No, Sho… —se quejó conteniendo su voz extraña.
Alguien sujetó sus mejillas y besó sus labios para silenciarlo. Era Momo, su representante de grupo, la misma chica que metió su lengua cálida en la boca inexperta de Izuku.
Ella se separó por un instante para dejarlo respirar, la voz entrecortada de Izuku y sus jadeos fueron lo que quebró la racionalidad de sus amigos. De pronto hubo muchas manos sobre él.
Algunos metieron sus manos debajo de su playera y lo llenaron de caricias, arrancando jadeos incontrolables, era demasiado para su cuerpo virgen. Otros acariciaron sus piernas, algunos besaron su piel, Shoto y Momo se adueñaron de su cuello y cada tanto alguien se acercaba para probar sus labios.
Estaba mal, lo sabía, tenía que detenerlos pues estaban bajo el efecto de un quirk. Pero no podía hacerlo, porque los amaba tanto que estar de esa forma, sentirse deseado y querido lo hizo sentirse profundamente feliz. Solo quería quedarse de esa forma para siempre.
—Eres hermoso, Izuku —murmuró una voz masculina entre las sombras.
—Tan lindo —dijo Kaminari.
—Tan perfecto —remató Ochako.
Un par de manos sujetaron el elástico de sus shorts, entonces el miedo y la culpa se apoderaron de él. Inevitablemente comenzó a llorar, se había aprovechado de sus compañeros de una manera muy cruel.
Al escuchar sus sollozos todos se separaron y encendieron las luces, solo para encontrarlo hecho un ovillo, aun sentado en las piernas de Shoto.
—Perdón… —masculló entre lágrimas desconsoladas— Yo no quería… no era mi intención… lo siento…
—Izuku no tienes que disculparte, nosotros… —interrumpió Momo.
—¡Yo dejé que me golpeara ese quirk!, ¡y eso los afectó a ustedes, de verdad lo siento! —gritó Izuku.
Se levantó de golpe y salió corriendo, disculpándose a gritos.
Lo vieron desaparecer en las escaleras, pero nadie tuvo valor para seguirlo.
—Les dije que esto era una mala idea —se lamentó Shinso dejándose caer contra el sofá.
—Ya fue suficiente, tenemos que decírselo… —dijo Ochako.
—No estoy listo para que lo sepa… —se unió Kaminari.
—No nos queda de otra —habló Momo—, no podemos seguir haciendo esto… Mañana, cuando Bakugo vuelva le vamos a explicar todo y aceptaremos lo que Izuku decida…
Hubo un asentimiento general, no había nada que decir, la decisión estaba tomada.
[...]
Aquella noche Izuku lloró amargamente hasta quedarse dormido. Por su irresponsabilidad había afectado a sus compañeros con un quirk extraño y se había aprovechado de ellos, eso no es lo que hacían los héroes, él no merecía ser uno.
A media noche unos toques suaves en su frente lo despertaron; un beso suave lo obligó a abrir los ojos.
—Buenos días, nerd.
Aún con la penumbra Izuku pudo distinguir la voz de Katsuki.
—Buenos días… ¿Qué haces aquí, Kacchan? —murmuró Izuku soñoliento.
—Los idiotas me contaron lo que pasó y quería venir a verte.
—¿Ellos te dijeron lo cruel que soy por aprovecharme de este quirk? —murmuró intentando reprimir sus lágrimas.
—No, me hablaron sobre lo culpables que se siente por hacerte creer que estaban bajo el efecto de un quirk…
Izuku se levantó de golpe para encender su lámpara de noche y enfrentar la mirada de Kacchan buscando un rastro de mentiras.
—¿De qué hablas? —refunfuñó con un puchero.
Katsuki suspiró, por la forma en que jugaba con sus manos se notaba que estaba nervioso.
—Hace un tiempo todos nos enteramos de una forma rara que… sentimos algo por ti…, nadie quería quedarse atrás cuando tú eligieras a uno por sobre todos… Y cuando te afectó ese quirk decidimos usarlo como excusa para acercarnos más, por eso el comportamiento extraño… No te aprovechaste de nadie, ellos solo querían mostrarte todo lo que podrían hacer por ti.
—¿Cómo que sienten algo por mi?, ¿hablas de amor? —preguntó incrédulo.
—Exactamente, nerd —respondió Katsuki, mirándolo de una forma enigmática que aceleró su corazón.
—¿Tú también lo sientes, Kacchan?
—Lo hago… no tienes idea de cuanto te amo… —respondió acercándose hasta unir sus frentes—. Pero llegué a la conclusión de que eres demasiado para solo pertenecer a una persona… Así que… aunque no me escojas solo déjame quedarme en tu vida.
Katsuki se dejó caer, aferrándose a la cintura de Izuku en un abrazo y descansando su cabeza en sus piernas, de esa forma podía tener un poco de calma.
—¿Y qué si decido qué los quiero a todos? —murmuró Izuku, consiguiendo que Katsuki volviera a mirarlo.
—Eres muy codicioso —bromeó con una discreta sonrisa—. Pero creo que estarían de acuerdo con eso…, si con eso puedo estar contigo, por mí está bien.
Sus palabras enternecieron a Izuku, inevitablemente el chico de las pecas tomó el rostro de Katsuki entre sus manos y lo besó con cariño, transmitiendo su amor correspondido.
Kacchan fue el último en unirse a las caricias, y por ello fue el que pudo disfrutar más. Se recostó en la cama junto a Izuku, lo llenó de elogios, de suaves besos y delicadas caricias, hasta que ambos se quedaron dormidos en medio de un abrazo.
Por la mañana, antes que Izuku despertara, Katsuki arregló un plan con el resto. A las seis treinta, cuando Izuku bajó, la clase entera lo esperaba en la sala común.
—Midoriya… nosotros… —comenzó Iida con la voz temblorosa.
—Ka-kacchan ya me lo contó todo… —interrumpió Izuku, no quería escuchar algo tan vergonzoso dos veces.
—¡Lo sentimos mucho! —gritaron todos ofreciendo una reverencia.
—No debimos engañarte con eso, pero no queríamos obligarte a escoger —gritó Kirishima.
—¡Porque todos queremos estar contigo, y me va a romper el corazón si no me escoges a mí! —gritó Kaminari a punto de llorar.
—¡No es justo que solo le des la oportunidad a uno!, ¡déjanos demostrarte que podemos ser los mejores para ti! —gritó Momo.
—¡Ya entendí! —interrumpió Izuku rojo de vergüenza—. Yo… también los quiero de esa forma… pero ahora no sé qué hacer.
—Podemos mantener las cosas así, al menos mientras vivamos juntos —dijo Katsuki.
—¿Hablas de compartir a Izuku? —preguntó Mina.
—Solo si él quiere…
Todos vieron en su dirección, mientras él huía a sus miradas.
—A mí no me molestaría… —respondió finalmente— Ustedes… todos… me gustan…
Primero hubo gritos de emoción, luego Izuku se encontró envuelto por cálidos abrazos de los más cariñosos de sus ¿novios y novias? Mientras los más serios miraban la escena con una sonrisa.
Él había aceptado felizmente su amor y el amor de su clase hacía él. Así que, a pesar de recibir miradas extrañas cuando se paseaba por la escuela tomado de la mano de varios chicos y chicas, no hubo nada que lo hiciera dudar de su amor.
Ellos lo querían, él los quería a ellos, qué más daba lo que la gente pudiera opinar.
Amor de universidad
Desde que llegó a la preparatoria se enamoró de ese peli verde, pero quizás él sería para alguien más, él sentía que no valía la pena para ese hermoso chico.
Así pasaron unos tres años de tormento, jamás se le había acercado tanto, solo para hacer tareas en equipos, algo que era inevitable.
Se había negado a dar su primer beso, quizás eso lo reservaba para un peli verde, cosa que tal vez no pasaría.
Hicieron sus exámenes de la Universidad y lo que jamás pensó es que habían quedado en la misma Universidad con la misma carrera, jamás superaría entonces a ese pecoso.
Ya a unos meses de estar ahí, cada uno ya tenía a sus amigos y los amigos de Katsuki ya se habían dado cuenta de los sentimientos del cenizo, aunque los negara, veían como torpemente hablaba o se comportaba solo con el pecoso.
— Kats vamos a salir al rato, es viernes después de todo. — dijo Mina para alentarlo a convivir con su amigo, aparte que era una trampa para venderlo.
— Si Katsubro, me debes una por salvarte de quedar en ridículo con Midobro hace unos días — Kirishima tiro su carta más importante contra de él, sabía que se rehusaba a salir con ellos como de costumbre.
— Son una verdadera molestia, váyanse a la mierda ¿A qué hora tengo que estar y donde será?
— ¡Yei! — grito Mina — te vemos en la calle XX a las 9 está bien, al lugar donde vamos a ir no está lejos de ahí.
— Tks — solo se fue a su siguiente clase, estaba molesto, pues sería una noche no tan agradable para él.
Salieron de la Universidad y solo camino a la entrada para ver a su chico marcharse, el carro del padre del peli verde siempre estaba parado enfrente para llevarse a su bonito chico.
Se dirigió a su casa para preparar su atuendo de la noche, salió muy a tiempo, se dirigió al lugar para encontrarse solo con Mina.
— Y él pelos de Mierda ¿Dónde está?
— Con su chico, sabes que no me gusta hacer mal tercio, conduce es por ahí — Señalo el camino donde debería de ir.
Estacionó su auto y bajaron para entrar a la discoteca, aunque no era su ambiente, trataría de divertirse…
Al centro estaban algunas personas bailando y al otro lado estaba la barra, iría por unos tragos y ver desde ahí que podía hacer.
Mina, Kirishima y su novio Denki estaban ahí esperando la próxima reacción de su amigo.
Kirishima codeó a Mina para hacerle la señal.
La peli rosa se acercó a su oído — Mira quién está ahí — Katsuki volteo lentamente y al verlo escupió su trago, su expresión era de terror, sus amigos se burlaron por la tremenda escena.
Izuku se acercó — Kacchan estás bien — el sistema de Katsuki se reinició.
— ¿Cómo me llamaste? — Estaba en blanco el cenizo, el peli verde bebió del vaso de Katsuki y pidió otra ronda de esa bebida, era un cóctel sin alcohol.
— Pues Kacchan, espero que no te moleste que te llame así.
— Claro que no solo, que yo…
— Nosotros nos vamos, creo que sobramos aquí — dijo Mina, pero fue ignorado por su amigo e Izuku solo les sonrió.
— Pensé que estos lugares no eran de tu agrado… — tomó un sorbo de su trago.
— No le veía sentido al venir, pero creo que ya encontré un buen motivo, ¿Tú si vienés aquí siempre? — lo miro directo a sus hermosos ojos.
— La verdad es que no, fui arrastrado por mis amigos y al igual que tú, me dio gusto venir hoy. — le sonrió y una risa traviesa se escuchó provenir del pelo cenizo.
— ¿Bailas? — Katsuki le extendió su mano.
— Pensé que jamás me lo pediría.
Sonrió y le dio la mano para dirigirse a la pista de baile, sus cuerpos se movían al ritmo de la música, se reían, cada roce los ponía cada vez más rojos, aquella canción lenta y suave fue perfecta para qué se acercarán aún más.
Katsuki se puso cerca al oído de Izuku — Teniéndote tan cerca ya no me importa nada — le dio una vuelta — tus movimientos son Ah Dios mío, tienes un verdadero talento.
— Kacchan yo…
— No tienes que decir nada — agarró su mano para llevarla a su pecho — tú puedes acelerar y detener mi corazón, eres lo único que siempre me importa, ven conmigo dejemos todo atrás. Te quedas conmigo…
Izuku asintió y acercó su frente a la de Katsuki, para ellos la pista se detuvo y solo existían ellos dos, sus labios por fin se tocaron en un beso dulce, cálido, con las emociones que se hacían sentir, por falta de respiración se separaron.
—Este fue mi primer beso, esperarte fue la mejor opción y espero que esa sea tu respuesta para quedarte conmigo — la sonrisa de Izuku fue diferente, una muy grande, sus ojos se iluminaron — ok, ok fue tu sonrisa…
— También fue mi primer beso... — se puso rojo Katsuki, mucho más que Izuku.
— Pues serán muchos a partir de hoy...
Después de esa noche empezaron a salir, las miradas cada vez que se encontraban en la Universidad eran tan lindas, sus sonrojos y dedicándole una sonrisa a su pareja.
Los amigos de ambos les hacían burlas.
— El romance más bonito de toda la Universidad… — dijo Denki cuando llegó y besó a Kirishima.
— Se ven tan lindos — ochako quería hacer sonrojar a su amigo.
— ¡Basta! — ambos chicos gritaron
— ¡Izuku!
— ¡Kacchan!
Y al mismo tiempo — ¡Te amo!
Los gritos de las chicas se escuchaban mientras caminaban a su clase.
Sus amigos estaban orgullosos de que por fin estaban juntos y ellos experimentando ese amor que quizás desde hace tiempo se sentían el uno por el otro.
• Bebé Deku •
Advertencia, el contenido de este one shot puede no ser de tu agrado, se presentan fetiches y juegos de roles cuestionables, si decides continuar hazlo con la mayor madures posible.
•Intersex, daddyking, juego de rol
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Abrí las piernas de par en par y las sostuve sobre mi pecho, dejándome totalmente expuesto y a merced de mi papi.
La pequeña tanga morada que tenía puesta no serían un gran problema gracias a la abertura central que dejaban vía a mi coño y mi culo. Supe desde que la vi que comprarla era buena idea, y lo rectifico ahora, viendo la forma en que mi papi me observa.
El tiene tanta hambre que mi coño es un dulce delicioso para él, y me come.
Gimoteo al sentir su lengua pasar de arriba a abajo y hacia los lados, sus ojos rojos me observan con lujuria desmedida, yo me siento más y más caliente solo de tener su mirada en mi.
Sostengo con fuerza mis piernas para él, su lengua esta ocupada en mi coño y sus dedos en mi culo, se lo que quiere, va a devorarme por completo y no planeo poner alguna resistencia a él.
A mi papi Kacchan.
— Kaaacchaaan, por favor — ruego con desesperación, mi climax va y viene y necesito tenerlo dentro.
Mi papi se ríe, se que le da gracia, estoy desesperado por mi alimento.
— ¿Mi bebé tiene mucha hambre? — me pregunta mientras se quita el pantalón.
— Siiiii, papi ¡Por favor, papi!
Aprieto las manos sobre mis muslos al sentir que se empuja contra mí culo, suave, porque a mi papi no le gusta que su bebé llore.
— ¿Te gusta, bebé?
Asiento con desesperación, él está quieto dentro de mí y me quita las manos de sus piernas y las reemplaza por las suyas.
"Papi va a dejar mis muslos marcados" pienso al sentir la fuerza con la que me aprieta.
Empieza a moverse dentro de mí y me sostengo del cabezal de la cama.
Él empieza a empujar duro en mi culo, con más fuerza, con más velocidad y entonces, la primera nalgada cae.
— Fuiste un niño malo hoy con papi — otra nalgada más y la velocidad aumenta, no puedo pensar bien ni registrar lo que me dice mi papi, pero se que sido un niño malo.
Aunque esto me gusta, me gusta ser un niño desobediente y que mi papi me castigue al llegar a casa.
— Perdón, papi, seré un niño bueno ñ- Ah!
— ¿Ah si? ¿Serás un niño bueno para papi? ¿Hmm?
Vítore los ojos, estaba cerca de correrme y si no convencía a mi papi no me daría lo que quería.
— Si, papi, seré bueno, muy buenoooo
— Eso es, vamos cariño, correte para papi...
Me corrí con fuerza al sentir sus dedos en mi coño estirandolo, y mientras me corría él se salió de mi culo para continuar en mi coño.
Mi papi Gruñó sobre mi unas malas palabras y empezó a moverse.
— Oh, mi bebé es tan bueno, siempre tan lindo y perfecto, voy a correrme bebé ¿lo quieres?
— S-si, por favor, papi, dámelo .
— ¿Dónde la quieres, bebé?
— Dentro, ponlo dentro, dame tus hijos, papiiii.
Y justo en ese momento lo sentí, papi me lleno de su leche y me beso.
— Mierda, que intenso — me reí al ver el rostro de Kacchan, se veía como si hubiera corrido una maratón — Te ves tan fresco como una lechuga, que injusto.
— ¿Te gustó, Kacchan? — le pregunte, necesitando saber si lo había disfrutado tanto como yo.
Kacchan se recosto a mi lado y me empezó a dar mimos, aprovechando la cercanía para quitarme el babero lila.
— Fue extraño y me siento aterrado, pero me gusto, aunque me preocupa tu salud mental.
Me reí complacido, sabia que era un poco extraño pero me gustaba el sexo así, con juegos.
— Estoy bien, y mañana puedes hablarle con tu terapeuta, veras que no hay nada malo contigo.
Kacchan suspiro y atrapó entre sus brazos.
— Creo que le voy a agarrar gusto a este paso a tus juegos de rol, nerd.
Fin.
••Omega••
ADVERTENCIA: Contenido 18, descripciones gráficas, se recomienda discreción.
Feminización/humillación/leve Noncon, etc...
Día 3: Parafilias
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Nunca se vió a sí mismo como un alfa idiota, ni dominante, ni siquiera agresivo como era la "naturaleza". Pero cuando se trataba de "él", algo en su interior simplemente perdía toda razón.
Pero no era culpa suya, por supuesto que no. A pesar de buscarse problemas, de tener amigos que parecían pandilleros, nunca lastimó a nadie, hasta que "él" llegó a su vida.
Tampoco era solo responsabilidad suya, ese omega malcriado se lo buscó. Tenía un temperamento de mierda, y una personalidad aún peor. Miraba a todos por encima del hombro, como si fuera superior, todo porque tenía los millones de papi para justificar su mierda. Katsuki pudo dejar pasar los insultos, las veces que esa maldita molestia de aroma fascinante y culo exquisito lo llamó "vago inútil", incluso pudo dejar pasar esa vez en que los metió a él y a el resto a prisión por una noche solo por "parecer sospechosos" mientras charlaban en la acera.
Tal vez lo hubiera dejado pasar si solo hubieran sido situaciones aisladas, pero parecía que ese maldito Deku se había ensañado con él y buscaba formas de hacerle la maldita vida imposible.
Como esa noche en medio de una fiesta. Ese omega quizás fue el causante de la pelea que estalló, el maldito se creía muy hombrecito y provocaba a los matones, como si pudiera defenderse si alguien le arrancaba los pantalones y se la metía hasta que se convirtiera en una puta obediente. Porque Izuku ni siquiera podía aceptar su condición como omega, a pesar de que su aroma lo delataba, a donde quiera que iba él intentaba hacerse pasar por beta.
Aunque se resistió a la idea, al final no tuvo más opción que sacar a ese omega fastidioso de la fiesta y ponerlo a salvo, lejos de Dabi y su grupo de matones.
Pero Izuku no se salvaría, tenía que aprender su maldito lugar en el mundo y Katsuki se encargaría de mostrárselo.
Lo llevó a su departamento y ahí comenzó todo.
Cuando la puerta de la habitación principal se cerró Katsuki arrojó a su carga contra la cama, sin inmutarse por los insultos del omega ingrato.
—¡Vas a pagar por esto idiota, cuando mi papá se entere te metera a prisión por el resto de tu miserable vida!
De un momento a otro Izuku fue acorralado contra el colchón, sintiendo el peso del alfa sobre él, su aliento con olor a tabaco estrellándose contra su cara, y los colmillos tan cerca de él que temía que la saliva le escurriera encima.
—Cierra la maldita boca, perra —demandó Katsuki—. Ya estoy harto de tu jodida actitud. Solo sirves para que te cojan y te llenen de cachorros, no tienes ningún puto derecho a comportarte como si valieras para algo más.
La expresión del omega se llenó de una furia amenazante.
—¡No soy un asqueroso omega!
—¡Cierra la boca!, ¡no te he dado permiso para decir una puta palabra! —renegó Katsuki, poniendo más fuerza contra las manos delgadas de su presa— Cada vez que paseas tu culo frente a mí puedo sentir tu aroma, como si estuvieras invitando a todos los alfas a tratarte como la zorra omega que eres.
—¿Tú percibes mi aroma? —musitó Izuku con la voz rota, porque las feromonas en su familia eran tan tenues que nadie podía percibirlas, excepto por su destinado.
—¿Destinado? —repitió Katsuki, pues aquellas palabras fueron murmuradas con la voz tan apagada que apenas pudo entenderlas.
Por primera vez en lo que llevaban de conocerse, esos retadores ojos esmeraldas se llenaron de algo más que asco, ese brillo tan hermoso fue miedo.
—Mi destinado… un omega tan hermoso y sexi, hecho para complacerme en todo sentido, para obedecerme y ser mi buena puta —habló Katsuki, con un tono oscuro que le heló la sangre al más pequeño, quien podía sentir el aliento del alfa estamparse contra su cuello.
—No soy un omega y te ordeno que me sueltes o te irá muy mal, imbécil —protestó una vez más, intentando huir.
—El que da las órdenes soy yo, y tengo una vida para enseñarte como ser un buen omega para mi.
—¡No te atrevas…!
Con cada prenda que su alfa le arrancó sus órdenes perdieron fuerza, hasta que finalmente se convirtieron en súplicas. Primero dolorosas y amargas, luego patéticos lloriqueos de placer. Se encontró vistiendo unas bonitas bragas de alguna ex novia de Katsuki, sintiendo toda la extensión del alfa llenarlo por completo, arruinándolo por dentro, dejándolo marcado para siempre con el olor de un extraño. Un extraño que convirtió su cuerpo en un perfecto desastre lleno de mordidas, besos bruscos y azotes.
Izuku estaba de cara al colchón, con las manos enterradas en las sábanas y el culo en el aire, manteniéndose quieto de una forma tortuosa por la fuerza con la que el alfa sostenía sus caderas.
—Hey Deku —murmuró Katsuki mirándolo desde arriba, extasiado por la forma en que su pene desaparecía entre ese bonito y regordete trasero omega—. ¿Sabías que si un omega varón deja de tomar sus supresores todo su cuerpo se prepara para mantener a sus futuros cachorros?
No hubo respuesta, ni siquiera los insultos que Izuku había estado gritando por horas.
—Imagínate —insistió con un tono macabro—. Una bonita y estrecha vagina y dos enormes tetas para amamantar, eso es lo que te espera cuando tengas a mis hijos.
—¡Púdrete!, ¡no te dejaré!, ¡tú imbécil…! ¡AH!
Izuku se quedó sin voz para protestar y su mente se volvió un desastre cuando Katsuki aumentó la fuerza de las embestidas. Era cruel, lo sabía, pero su omega estaba tan ebrio de sus propias feromonas que solo pudo gemir como una buena puta cuando él tiró de su cabello, tan cerca que tuvo acceso a su cuello.
No podía mostrar piedad, así que sin preguntar, sin temer las consecuencias, aquella noche marcó a Izuku como suyo.
Con la marca de unión adornando su cuello no hubo nada que su padre pudiera hacer para oponerse a su matrimonio. Ahora Izuku le pertenecía a su alfa y así sería hasta que la muerte los separara.
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Algún tiempo después terminaron sus estudios y se asentaron en una bonita casa en un buen vecindario, y vivieron una vida tranquila de pareja.
Una tarde Katsuki salió temprano del trabajo y fue directo a su hogar para tener un rato a solas con su omega.
Entró con una sonrisa radiante, se tomó el tiempo de darse un baño, comer algo del estofado que había en la cocina, y revisar un par de noticias en la televisión, hasta que su emoción fue más fuerte que sus ganas de castigar a su omega.
A media tarde bajó al sótano y cerró la puerta detrás de él, encerrándose en la habitación insonorizada que había construido para esas situaciones especiales.
Al pie de la escalera se detuvo para admirar su obra.
Cada muro de la habitación, incluído el techo, era ocupado por enormes espejos; solo el suelo estaba tapizado con suaves cojines que le daban la libertad a su omega para hacer su nido más cómodo. Y hablando del protagonista del show, su bonita esposa ya lo recibía con las piernas abiertas.
Por la mañana lo dejó atado al techo, con las manos en la espalda y las piernas abiertas en el aire. Estuvo jugando con él toda la noche, dejó el último consolador, el más grande de color negro metido en su bonito culo, y otro más pequeño en su vagina que ya había hecho un desastre goteando los cojines, su mancha escurría como si Izuku estuviera a punto de dar a luz.
Katsuki se acercó despacio, relamiéndose los labios por la escena y el dulce aroma de su omega inundando la sala.
Llegó a pararse frente a él, siendo recibido por una mirada pérdida. Ni siquiera un saludo, pues la boca de Izuku estaba ocupada con otro vibrador.
—Estoy en casa, amor —saludó el alfa.
Dejó un beso suave en la frente de su omega, luego bajó hasta su pecho, a las dos bonitas tetas que habían crecido con la terapia hormonal hasta llenar su mano por completo, eran grandes, pesadas y suaves, como dos enormes malvaviscos. En cuanto atrapó un pezón erguido entre sus colmillos Izuku gimió sobre el consolador, liberando más de su mancha, junto a sus lágrimas.
Katsuki no le dió una pizca de piedad, sin aviso sacó el consolador negro de un tirón.
Izuku se retorció, llorando y gimiendo de placer y dolor. Pero Katsuki siguió con su sádica necesidad de más, sacó despacio el vibrador pequeño que ocupaba su vagina, convirtiendo su omega en una bonita fuente.
Por último sacó el de su boca, sintiendo su cuerpo arder con la emoción del melodioso coro de gemidos.
—Alfa, por favor… —sollozó Izuku.
—¿Acabo de sacarlos y ya te sientes vacío? —renegó el alfa—. Que cosita tan ambiciosa eres…
Se unió a su esposo en un beso demandante y agresivo, mordió sus labios hinchados hasta hacerlos sangrar, mientras se deshacía apresuradamente de las ataduras.
En un instante tuvo a su omega entre sus brazos, con uno sujetó su espalda, con el otro levantó una de sus piernas y sin más lo penetró, arrancando un grito agudo de su esposo.
—¡Kacchan…!
Izuku enredó sus piernas en las caderas de su alfa, sus manos en su cuello y gritó sin contenerse, dejó que su voz rota y aguda saliera descontrolada mientras recibía el tamaño descomunal de su marido. Su golosina favorita no tenía comparación con ningún consolador, el de su esposo era más grande, caliente, tan delicioso; llegaba más profundo, iba más rápido y lo hacía ver estrellas.
—¡Kacchan!, ¡Kacchan! ¡Ah, ah así, más por favor!
Katsuki se detuvo un momento; solo para tumbarse en el suelo acolchado, quedando encima de su omega sin salir de su interior. Sujetó sus caderas con fuerza y siguió un ritmo brutal.
Izuku siguió gritando, intentando mantener su mirada en su alfa, era a lo único que podía aferrarse para evitar desmayarse. Katsuki sujetó sus muslos y los pegó al colchón dejándolo expuesto, pero Izuku no tenía mente racional para sentir vergüenza.
El alfa se dejó guiar por sus instintos carnales, todo por la maravillosa vista que tenía. Su omega se aferraba con las uñas a los cojines, gemía tan dulcemente, mientras sus tetas rebotaban al ritmo que él marcaba. No pudo evitar inclinarse a tomar una entre sus labios. Y su omega no pudo contener más de sus gritos desesperados.
Izuku llegó al clímax con un squirt que lo dejó temblando frenéticamente. Su alfa llegó al orgasmo cuando su nudo se expandió en el interior de su amante, dejándolos unidos, disfrutando del mar de sensaciones que los envolvían.
Aún con la respiración agitada, el cuerpo temblando y cubierto de sudor, Izuku le dió a su alfa una sonrisa desde el lugar donde estaba, pues ya no tenía fuerza para levantarse.
—Bienvenido a casa, Kacchan.
El alfa tiró de él, hasta dejarlo sentado en su regazo.
—Pasé todo el día extrañándote —murmuró Katsuki. Quien estaba muy ocupado llenando a su omega de besos suaves en su tierna carita.
—Yo también… Pero eres muy cruel, me dejaste atado —regañó Izuku con un puchero.
—Tenía que castigarte por salir casi desnudo por el estúpido periódico. Esos malditos bastardos no dejaban de mirarte. Todo porque te vistes como una puta.
—¿Y de quien es la culpa que lo sea, Kacchan? —retó Izuku—. Además, quería llamar tu atención… y funcionó…
—Funcionó tan bien que seguiré castigándote por lo que resta de tu celo —declaró el alfa, quien no se contuvo en torturar a su omega llenando de besos y caricias su cuerpo sensible.
—Castígame… —renegó Izuku conteniendo sus jadeos—. Pero tienes que cumplir tu promesa…
Katsuki lo miró expectante, no recordaba ninguna promesa.
—Dijiste que tendríamos muchos cachorros… —murmuró Izuku, evadiendo esa intensa mirada escarlata.
—Joder… Claro que los tendremos, me aseguraré de eso.
—Entonces ponte a trabajar, estúpido alfa —retó Izuku contra sus labios, recuperando por un momento esa actitud arrogante que tenía fuera de su celo.
Escogió mal sus palabras, pues al segundo siguiente ya estaba hincado, con el pecho pegado a uno de los espejos en la pared. Gritó cuando sintió el enorme consolador entrar por su culo de nuevo, de una forma dolorosa al igual que placentera. Katsuki sujetó sus caderas y lo embistió de nuevo.
.
.
.
Resultó curioso que aquellos dos destinados encontrarán en el otro el escape a sus perversiones y a sus más oscuros anhelos. Pues cada cosa que pudiera darles placer, aunque fuera dolorosa o vergonzosa, seguro encontrarían la manera de hacerlo funcionar para ambos…
Futuro
Bakugo Katsuki, héroe profesional de 26 años ha sido teletransportado al pasado gracias al Quirk de un villano.
Cualquiera pensaría que lo primero que haría sería buscar la forma de regresar, sin embargo...
—En el futuro vas a casarte conmigo. — fue lo primero que le dijo a la versión de secundaria de Izuku tras explicarle lo sucedido.
—P-pero tú me odias.
—No, te amo, y mucho. El el futuro vas a casarte conmigo y darme muchos hijos.
El angelical rostro de Izuku se sonrojo de forma escandalosa, resaltando las preciosas pecas que desde siempre le han gustado.
—No sé qué decir...
Izuku de secundaria dirigió su mirada al suelo, mientras sus manos se aferraban fuertemente a las correas de su mochila.
—Solo di "sí" cuando te pregunte si quieres ser mi novio, luego cuando te proponga matrimonio y hasta que te pida cachorros pero eso sí, después de cuarto hijo por favor detenme.
—¿C-cuarto hijo? ¿P-pues cuántos tendremos?
—Estamos esperando el sexto. No te he dejado descansar en los últimos siente años, perdón por eso.
La pequeña neurona funcional de Izuku hizo implosión tras tremenda revelación.
Katsuki iba a disculparse también por eso, pero algo extraño sucedió.
Pues de la misma forma que regreso al pasado, volvió al futuro, sin haber alterado una sola cosa porque el pequeño Izuku del pasado, hizo exactamente lo que le pidió hasta la parte de los hijos.
Miya
Obsesión / Horror/Terror
#BakuDeku #KiriDeku
No lo entendía. Simplemente su cabeza no procesaba el hecho de que aquel tipo y quien en su tiempo fue su novio ahora estén a punto de casarse.
Él no era el mejor para estar con el lindo pecoso. ¿Por qué se estaba por casar con alguien que en cualquier momento puede tener un ataque de ira?
Él era mejor. Es amable, atento, detallista, y ni hablar físicamente, por qué sabe muy bien que es deseado tanto por hombres como por mujeres. Pero Izuku no lo ve. Ya no.
Según las palabras de Izuku, él era un acosador. Un celoso obsesivo con ataques de histeria.
Pero eso no fue para tanto. El solo cuidaba lo que era suyo.
Después de todo, si no hubiera aventado por las escaleras a Sero, éste le hubiera hecho algo a su Izuku.
Pero nadie le creyó. El dijo que el pelinegro estaba tras de Izuku desde hace tiempo y que vio sus intenciones con el peliverde esa tarde.
Pero la declaración de Izuku y el herido Sero, hicieron que a él lo tomarán de loco.
Ahora resulta que Sero estaba en una relación con un chico llamado Denki y que él solo le pedía consejos a Izuku.
Él no se lo creía. Incluso cuando tuvo a Sero y a aquel tipo llamado Denki amarrados en aquellas sillas. Incluso cuando con gritos de desesperación y lloriqueos, no creyó ni una palabra.
Y es que vamos. Izuku era un ángel. Nadie era inmune a su belleza y negaba el simple hecho de la existencia se algún tipo de atracción.
Su mente le repetía una y otra vez que Sero estaba tras de Izuku, y se lo siguió repitiendo aún cuando ambos chicos no respiraban.
— Bueno… Menos piedras en el camino.
La desaparición de los chicos lo llevó a él como sospechoso. No encontraron nada en su contra, pero Izuku se alejó de él después de su continuo cambio de comportamiento.
~
Él no era así, cuando lo conoció realmente era alguien lindo. Kirishima Eijiro era todo lo que uno podía pedir en un novio. Atento, cariñoso, varonil, valiente, inteligente y extremadamente sexy. Pero conforme el tiempo pasó, sus escenas de celos fueron aumentando, su posesión hacia él incrementó al punto de querer prohibirle seguir hablando con sus amigos.
Y cuando pasó el incidente de Sero, ya no reconoció a su novio. Habló con la verdad y después recibió quejas de Kirishima diciendo que le creyera, que él tenía razones para que no se acercara a él.
Y luego desaparecieron. Ahí entendió que aquel al que una vez llamó novio, no era más que un psicópata.
Lo dejó, terminó con él y le dijo las razones. Claro, en compañía por qué le tenía miedo a alguna reacción que tuviera el pelirrojo.
Después, ni supo de él. Fue como si hubiera desaparecido. Deseaba que estuviera bien. Que se haya dado cuenta de quién era y en quien se había convertido. Y que ahora sea una mejor persona.
Él siguió con su vida. Conoció a Katsuki y le demostró que a pesar de su carácter explosivo, era un chico que le daba su lugar y lo respetaba.Le quitó sus inseguridades y le demostró cómo superarlas. Lo apoyó y lo alentó a ir por más. Se dio la oportunidad y ahora estaba por casarse.
Era el mejor día de su vida, la ceremonia fue perfecta, todo parecía ir bien en esa noche tan especial para ambos.
Pronto los recién casados se fugaron de la fiesta pues las ganas de ser uno con su esposo se estaban desbordando.
Katsuki llevaba a Izuku de la mano, lo jalaba para ir más rápido y guiarlo a la salida, ambos intentando ocultar la risa para no ser descubiertos.
Pronto todo se volvió oscuro para las dos.
~
Abrió los ojos con pesadez, la cabeza le dolía, escuchó una respiración pesada y volteó de golpe haciendo que el dolor de cabeza se intensificara.
La luz era muy poca pero reconoció de inmediato la silueta a su lado.
— K-kacchan?
— Izu, ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
— Tranquilo… Estoy bien, solo me duele la cabeza…
— Vaya, ya despertaron.
Aquella voz le erizó la piel. El tono grave y sútil del otro alertó a los dos intentando forzar la vista.
Los ojos de Izuku se agrandaron al reconocerlo.
Aún con el cabello más largo y sin pintar, pudo reconocer a quien alguna vez le tuvo cariño.
— K-kirishima… ¿Qué… qué es esto? — preguntó con asombro.
— Así que tú eres el bastardo loco. — soltó el cenizo con irá y burla.
El ahora pelinegro soltó un suspiro cansado y miró a Izuku directo a los ojos. — En serio intenté ver qué es lo que tiene este que no tenga yo. Es claro que no te merece… Incluso yo puedo darte más que él. Y aún así, te cásate con un error como el. — dijo mientras su mano pasaba hacia atrás y sacaba un bisturí. — Juro que intenté ver, pero no hay nada que valga en él.
— ¿Qué haces? Kirishima ¿QUÉ MIERDA VAS A HACER? — gritó desesperado cuando lo vio moverse a un lado del cenizo.
— Incluso empiezas a hablar como él. No es justo Zuzu… Yo te amo mas, merezco que me veas solo a mí. — tomó a Katsuki del cabello alzando su cabeza y dejando al descubierto su cuello.
— Déjalo…. No le hagas nada, por favor… POR FAVOR NO LE HAGAS DAÑO!! — Estaba desesperado. Veía claramente como el bisturí estaba listo para cortar. El pánico en él era visible en cada poro de su cuerpo.
Katsuki vió que nada estaba bien. Que no había algo que hacer… miró a su atacante directamente y pareciera que supo lo que tenía en mente.
Se acercó a su oído y muy bajo le susurró — Nunca le haría daño a mi Zuzu…
Y fue un gran alivio para Katsuki saber que su esposo estaría bien físicamente. Miró nuevamente a Izuku cubierto de lágrimas. Le sonrió con calma y en voz firme y fuerte habló.
— Te amo Izuku. Sé fuerte. Y si en otra vida nos encontramos no te soltaré nunca. Es una promesa.
Izuku vió como el bisturí se abría paso de un costado al otro en el cuello de su esposo. Vió correr la sangre muy lentamente y como manchaba el traje negro con verde. Vió la luz apagarse en sus ojos que en ningún momento se apartaron de él.
El gritó que soltó al ver el cuerpo inerte de Katsuki le dio algo de esperanza para ser encontrado.
Pero tal esperanza se esfumó conforme pasaban los días.
Kirishima lo mantenía esposado y a un lado de él. Nunca lo dejaba ni para dormir. Cuando tocaba bañarse, lo hacían juntos, Izuku lloraba más cuando le tocaba ser bañado por el pelinegro.
Los días pasaron a ser semanas, luego a ser meses. E Izuku dejaba de ser el chico lindo, brillante y feliz que un día fue.
Mentalmente, el peliverde ya no razonaba bien, todo lo que hacía era lo que decía el otro. Lloraba en las noches, lloraba al comer, lloraba cuando no hacía nada. Izuku se había ido. O eso creyó él mismo.
Ese día, Kirishima le quiso dar un voto de confianza, le quitó las esposas y le prometió una noche increíble. Lo dejó en la habitación mientras Kirishima estaba en la ducha.
Rápidamente, buscó alguna arma pero lo único que encontró fue un marco con una foto.
Al observar bien de quién era la foto, la ira dentro de él emergió. Cómo si se hubiera estado acumulando por esos meses hasta ese momento.
A esa foto le quitó el vidrio que lo cubría y guardó la foto para él.
Después de todo… Era la única foto en la que estaba con Katsuki el día de su boda.
Entendió que Kirishima nunca se alejó, que siempre lo estuvo siguiendo y que su felicidad sólo fue momentánea gracias a él.
Puso el vidrio en la cama y la cubrió con las cobijas, puso su peso sobre él y escuchó el leve crujido de este. Cuando retiró las cobijas, tomó uno de los pedazos rotos y lo guardó debajo de una almohada. El resto los puso debajo de la cama en ambos costados. Una vez terminó, se sentó en una orilla de la cama hasta que el otro salió de la ducha.
— Aún recuerdo cuando te tomaba y gemías mi nombre… No sabes cuánto ansío oírte otra vez.
Lo vio quitarse la toalla, y de manera rápida lo tomó de los pies poniéndolos en sus hombros.
Con agilidad lo desvisto y sin prepararlo entró en él. Izuku gritó de dolor intentando patalear, pero Kirishima lo tenía bien agarrado de sus pies. Lo sintió moverse, le ardía, lloraba de impotencia y asco.
El pelinegro lo volteó tomándolo de la cintura embistiendo nuevamente. Lo dejó más en el centro mientras estaba de rodillas sobre la cama.
Izuku metió con cuidado la mano sobre la almohada frente a él y cuando sintió el filo del vidrio, lo tomó con fuerza. Esperó paciente a que el otro estuviera concentrado en su placer y cuando lo vió tensarse, clavó el vidrio en el cuello.
Kirishima abrió los ojos saliendo del peliverde. Bajó de la cama con dificultad y cayó de rodillas, tomó su cuello sintiendo el vidrio que estaba ahí y lo jaló.
El suelo se llenó de charcos de sangre. La piel del pelinegro era cada vez más pálida y su mirada de terror se clavó en Izuku que lo veía con una sonrisa.
Dejó de presionar la herida y la sangre salió disparada en más cantidades, se acercó con dificultad a la cama y trató de alcanzar al peliverde.
— "Nunca me iré de tu lado, aún si muero, siempre estaré ahí"... — fue el último pensamiento antes de caer pesadamente en la cama con una sonrisa que para Izuku fue un asco.
Con dolor en la cadera, se levantó y caminó fuera de la habitación. Nunca había salido, siempre estaba en la habitación y por primera vez, en ese cuarto que parecía ser de Kirishima.
Logró bajar y ver el salón principal. Todo estaba en silencio, el aire azotaba las ventanas y la lluvia se oía fuertemente. Todo el salón fue iluminado por el enorme trueno, saltó en su lugar cuando lo oyó por toda la casa. Con miedo de encontrar a alguien más como Kirishima, encontró un teléfono fijo, vió que tenía señal y llamó a emergencias.
~
Cuatro años después de la tragedia, Izuku no estaba mejor, era más delgado, pálido y sin brillo. Aquella vez que lo encontraron, lo acusaron de homicidio, pero los cargos fueron retirados al conocer que Kirishima había asesinado al hijo de la familia Bakugo, junto a los cargos de secuestro y violación. Dejando al peliverde en libertad condicional.
Hoy en día, Izuku es vigilado e investigado por desapariciones.
Descubrieron que las víctimas eran cercanas a Izuku. Y que después de cierto tiempo, estás desaparecían sin rastro alguno. Y en muchos de los casos, la última persona que habían visto, era al mismo Izuku.
Lo que no sabían, es que Izuku no era el culpable, sinó "alguien" que se mantenía a su lado, que siempre lo veía y "cuidaba"
Después de todo, Kirishima siempre alejaba a cualquiera que se acercara a Izuku, no importaba que, alejaba a todos. Y ni la muerte lo detendría de seguir protegiéndolo.
••Tregua••
#Dekubowld
La noche era oscura y calurosa, el ambiente sofocante le dificultaba aún más poder dormir. Llevaba dando vueltas en la cama un par de horas, estaba apenas vestido con unos shorts y una blusa delgada, sin siquiera una manta que lo cubriera, pero el calor infernal seguía ahí, fastidiándolo.
De pronto pareció quedarse dormido. Entre sueños escuchó una voz que nubló sus sentidos, un hombre de voz ronca y profunda le habló, llamándolo con tanto cariño por ese apodo que era solo suyo.
Despertó de golpe, se sentó en la cama. Al tratar de tranquilizar su respiración se dió cuenta de las lágrimas silentes que se deslizaban por sus mejillas. Estaba llorando solo por escuchar de nuevo esa voz que tanto extrañaba.
Se inclinó sobre su mesita de noche y sostuvo aquel marco de madera entre sus manos.
Entonces dejó sus lágrimas brotar, y sus sollozos llenaron su solitaria habitación. Se dejó caer de nuevo sobre el colchón, aferrándose en un abrazo a la fotografía de él y su Kacchan en su última cita en un parque de atracciones.
—Te extraño… ¿Por qué tenías que dejarme? —se preguntó entre lágrimas.
El reloj avanzó lento mientras su corazón se agrietaba, hasta que unos golpecitos en su ventana llamaron su atención.
Se secó las lágrimas y fue a investigar que sucedía. Al abrir sus cortinas los encontró, ahí estaban sus amigos y los amigos de Kacchan: Shoto, Sero, Denki y Eijiro. Se habían colado a su instituto y lo miraban desde el jardín que daba a su habitación.
—Oye Zuzu, ¿quieres ir a dar un paseo? —habló quedito Eijiro—. Vamos a colarnos a la feria.
—¿No estaba prohibido? —preguntó él en el mismo tono.
—Eso lo hace más divertido —susurró el pelirrojo de vuelta.
Izuku rió por eso, sus amigos eran unos chicos muy problemáticos.
—Denme cinco minutos.
Desapareció tras su ventana, se puso a buscar en su armario los shorts negros que eran sus favoritos y una blusa de manga larga de color gris, sus tenis rojos completaron su conjunto. Pero se aseguró de lavarse la cara antes de salir, pues aunque estaba oscuro no quería arriesgarse a que alguien se enterará que había llorado.
Tomó su teléfono, algo de dinero y se deslizó por la ventana. Al haberlo hecho tantas veces ya ni siquiera tenía miedo.
Pero los recuerdos amargos llegaron de nuevo, y tuvo un chispazo de la forma en que Kacchan apretaba su trasero cuando lo veía bajar de ese modo escalando por la pared.
Su descuido lo hizo resbalar y cayó al vacío. Pero sobre su jardín había cuatro alfas que estaban esperándolo con los brazos abiertos, pues cayó sobre los brazos de todos, cómo si fuera la princesa de su cuento.
Entre los brazos de los alfas se sentía seguro y querido. Ninguno de ellos era como sus profesores decían. Ni Shoto, ni Sero, ni Eijiro, ni siquiera Denki estaban tras él solo para "cogérselo" cómo aseguraba Ochako. No, esos alfas eran sus amigos, y lo protegerían siempre.
Lograron sacarlo exitosamente de su instituto. Lo ayudaron a saltar la reja de la vieja feria, y lo guiaron a cada atracción que quería visitar.
Aquella noche los estudiantes del instituto para alfas más grande de Musutafu se unieron en un acuerdo para colarse en la vieja feria y liberar ahí sus ganas de divertirse.
Había muchos alfas, unos cuantos betas, y aún menos omegas que como él habían sido llevados por sus testarudos amigos.
Aunque Izuku llamó la atención de más de un estudiante, nadie se acercó a él, nadie se atrevió a molestarlo, pues llevaba a su propio ejército de cuatro para cuidarlo si alguien intentaba sobrepasarse con su tierno omega.
Una vez subió con Shoto a la rueda de la fortuna, mientras el resto le daba una amable advertencia a un alfa idiota que llamó a Izuku "zorra" por estar con cuatro alfas. Otra subió al carrusel con Denki, mientras el resto se deshacía de los molestos idiotas que intentaban acercarse. Cuando jugó contra Eijiro en el tiro al blanco los demás se pusieron detrás de él como sus guardias personales. Y cuando obligó a Sero a subirse con él a los carros chocones, los demás lanzaron miradas de advertencia a cada idiota que ponía demasiada atención en Izuku.
Al final, cuando los obligó a entrar a la casa del terror, a pesar del miedo de todos, las manos que lo sujetaban a cada lado, el abrazo en su cintura y la presencia en su espalda no lo dejaron ni un solo minuto. Sus alfas siempre lo protegerían.
Caminaron de regreso entre las oscuras calles, tan solo conversando sobre lo que harían por las vacaciones de verano. Aún faltaba una semana, pero ellos ya tenían las primeras dos semanas de vacaciones planeadas.
Izuku iba sobre la espalda de Sero, tan solo viendo el cielo mientras escuchaba la animada conversación. Fue un viaje tan hermoso, pero acabó cuando volvieron a los dormitorios de su instituto.
—Gracias por esta noche, de verdad necesitaba esto… —dijo Izuku cuando se sintió de nuevo en el suelo.
—Para eso son los amigos, Zuzu —dijo Denki con una sonrisa.
Izuku devolvió la sonrisa. Pero lo que los chicos no esperaban, era el abrazo en que envolvió a cada uno, y el beso que dejó en sus mejillas.
Mientras el omega de tiernas pecas escalaba el muro, los alfas quedaron hipnotizados admirándolo, era como un ángel que bajó solo para tentarlos, y ahora volvía al cielo donde pertenecía.
—Buenas noches chicos —se despidió Izuku desde la ventana.
—Buenas noches Zuzu —respondieron a la vez.
La ventana se cerró, las persianas también, el silencio se hizo, pero ellos permanecieron ahí, tan solo suspirando por el chico que había desaparecido en la oscuridad.
La ventana junto a la de Izuku se abrió de golpe, una chica de cabello castaño asomó por ahí.
—¿Qué creen que hacen? —preguntó.
—Solo queríamos que se divirtiera un rato, Ochako —respondió Shoto con su habitual tono monótono—. Lo necesitaba, lleva días encerrado.
—Su amigo ni siquiera tiene un año de muerto y ustedes ya están detrás de su novio —acusó.
—No estamos detrás de Zuzu… — defendió Denki.
—Por favor, todos aquí nos damos cuenta de sus estúpidas miradas de alfas enamorados, no engañan a nadie.
—No queremos hacerle daño, Ochako —dijo Sero. Suspiró pesadamente y luego continúo—. Lo admito, siento algo por él, algo que intenté ocultar por Katsuki, y no quiero lastimar a Zuzu, pero… también quiero intentarlo, quisiera poder ser yo quien cumpla lo que Kats no pudo…
—No haremos nada estúpido, ni actuaremos impulsivamente —se unió Shoto—, solo queremos estar con él, cuidarlo y hacerlo feliz. Al menos yo quiero hacerlo, aunque al final no se quede a mi lado.
—Opino igual —suspiró Eijiro. A él se unió Denki.
—Si hacen algo estúpido los asesinaré. Ha sufrido mucho, ya no quiero verlo llorar.
—Es una promesa, vamos a protegerlo, y a quién sea que elija, aunque no sea uno de nosotros, tendrá que esforzarse por ser mejor que Kats, por más difícil que parezca… —murmuró Sero.
Los alfas se unieron en un asentimiento. Quizás era algo cruel, quizás estaban actuando mal, pero el corazón exigía algo, les pedía a Izuku cada noche.
Y allá donde estuviera Katsuki, seguramente deseaba que su Zuzu tuviera la vida que él no pudo darle, la vida que le prometió antes del accidente que apagó su vida.
-Dahaka
