— No la mires

—Os/UA sin Quirk/Cliché Literario/Jefe Mafia – Sirvienta/Lenguaje malsonante

— Diferencia de edad/Comportamientos cuestionables

— BakuDeku

Cualquiera podría decirle que aquello estaba mal, que era moralmente inapropiado y estaría en lo correcto. Ofrecerle trabajo a un joven peliverde en una situación difícil dónde necesitaba pagar deudas de su padre, con la condición de cuidar de él y hacerlo vestir de sirvienta para su disfrute, era muy inmoral de su parte pero le importaba poco.

Bakugo Katsuki y gran mafioso de Japón a cargo de varios negocios en el mercado negro donde se veían cosas inimaginables, era el jefe del lugar donde el padre de Izuku Midoriya era adicta a aportar llegando a tener una deuda de más de cinco dígitos. El hombre fue hallado sin vida en el tras haberse arrojado desde el onceavo piso de un edificio.

Poco tiempo de la noticia de su suicidio, matones de la mafia llegaron a la casa de los Midoriyas buscando y reclamando el dinero que su padre les debía a ellos, sin embargo no encontraron nada de utilidad en esa casa, a excepción de él. Bakugo detalló su rostro lleno de pecas, su cuerpo esbelto y de grandes caderas, un trasero delicioso y una boca que al pronunciar algunas amenazas le hacía delirar.

— Lleven al muchacho a mi casa, tengo un trabajo para él — Esa había sido la orden para sus muchachos, sin embargo el peliverde se resistía.

— ¿Que harás conmigo, imbécil? — Su expresión destilaba odio y furia, su madre estaba hecha un mar de lágrimas tras de sí al escuchar todo lo que había hecho su padre.

— Trabajarás para mí, así podrás pagar la deuda de tu malnacido padre — Bakugo se acerca al rostro salpicado de pecas y sonríe con suficiencia, al ver el rostro sorprendido del peliverde.

⟨— ¿Tu nombre? — Pregunta encendiendo su cigarrillo y volteando para comenzar a caminar a la salida.

— Izuku Midoriya — Responde entre dientes resignado a acertar cuál sea el trabajo que le otorguen, necesitaba algo para pagar lo que su padre debía y si él mismo le estaba ofreciendo esa salida, la tomaría sin dudar.

— Muy bien Deku, a partir de hoy serás mi sirviente personal — El rostro de Izuku era un poema, mientras que Bakugo contaba esto más tranquilo y dando las órdenes se fueron del lugar dejandolo hecho un desastre junto a la madre del peliverde llorando desconsolada.

— ¡Espera! ¿Seré tu qué...? — No podía creer lo que sus oídos habían escuchado, las únicas dos neuronas que les funcionaban en ese momento no estaban conectando bien.

— Serás mi sirviente hasta que puedas pagar la deuda de tu padre y todos los intereses, es eso. O prefieres que te mate a ti y a tu madre justo en este lugar, lenta y dolorosamente — Insinúa expulsando el humo del cigarrillo en su rostro con una sonrisa arrogante.

— ¡Carajo! Está bien, acepto el trabajo — Lo ubicaron dentro del carro justo en medio de los dos guardaespaldas del pelicenizo, dos hombres enormes uno de cabello rojo y puntiagudos, y el otro de cabello plateado y dientes afilados.

— Ahora eres de mi propiedad — La sonrisa en el rostro de Bakugo no le inspiró confianza y le hizo estremecer la piel. Sentía que había hecho un trato con el mismísimo diablo o que había vendido su alma, cualquiera de las dos opciones solo le decían una cosa: Estaba jodido.

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Así fue el comienzo de su historia como el sirviente del jefe de la Mafia japonesa, Bakugo Katsuki. Un hombre arrogante, petulante, de un carácter de mil demonios y un horrible temperamento. A él era mejor no hacerlo enfadar o no respirar como él desea porque podría sencillamente sacarte el corazón con un tenedor si así lo desea.

Sin embargo, luego de un año trabajando para él como sirviente Izuku se dió cuenta que en el fondo no era tan malo. En ocasiones, un lado de Bakugo sale a relucir de una manera fugaz pero tan radiante que no olvidas ese momento jamás en tu vida y aquello le sorprendió al peliverde de gran manera.

En ocasiones el pelicenizo era amable y atento, notaba las miradas que le lanzaba, a veces que lo llamaba para hacer cosas innecesarias solo para verlo. Así empezó aquella dinámica entre ellos de coqueteos sutiles, a veces Izuku acortaba su falda en ocasiones para cuando tuviera que agacharse a recoger algo del suelo pudiera darle una vista a sus muslos llenos de pecas.

Debía admitir que Bakugo era totalmente su tipo de chico, no iba a negar que en ocasiones fantaseaba con ser tomado ferozmente por esas manos enormes y fuertes. Fantaseaba con que Bakugo llegara del trabajo y lo encontrara limpiando, subiera su falda sin miramientos y se adueñara de su entrada con agresividad. La apariencia del pecoso transmitía que no podía romper ni un plato, pero en el fondo le encantaba lo rudo, lo agresivo y un poco lo sado.

Estaba en la cocina limpiando los platos sucios, Bakugo se encontraba en su oficina y desde la mañana le había dicho que no se atreviera a molestarlo o lo mataría, así que tenía toda esta mansión lujosa solo para el. Los guardias vigulaban las entradas a partir de 10 metros, así que teniendo todo esto en cuenta una fantasía se le hizo presente en y estaba dispuesto a llevarla a cabo.

Luego de acomodar todo y tener todo en orden su mente de dejo llevar por la fantasía, imaginaba a Bakugo entrando a la cocina y posicionándose detrás de él. Lo tomaba de las caderas y lo atraía a su cuerpo con el bulto entre sus piernas restregandolo por sus glúteos. Aquello le provocó un sonrojo en sus mejillas y se apoyó de espaldas contra la isla de la cocina, dónde imaginaba a Bakugo besando su cuello dejando un camino de besos.

— Ahh~ Amo Bakugo — Gemía en voz baja deslizando sus manos por aquellos lugares que imaginaba tocaban las fuertes manos de Bakugo.

Hasta llegar al bulto que se marcaba por debajo de la pequeña falda de sirvienta, el cual acaricio por encima de la tela con esmero mientras que su otra mano pellizcaba el pezón encima de la ropa. Mordía sus labios ahogando sus gemidos, su respiración comenzaba a acelerarse y la fantasía de hacía cada vez más real en su imaginación.

— ¿Interrumpo algo? — La gruesa voz de Bakugo le hizo dar un brinco de susto deteniendo todo lo que hacia al instante, cubrió con sus manos la erección y su respiración era pesada con su mirada pegada al piso.

— A-Amo Bakugo... C-creí que estaría en su oficina ¿Le sirvo algo para beber? — Su voz temblaba y sus manos estaban igual, no sé atrevía a dirigirle la mirada y deseaba con todas sus fuerzas que la tierra lo trague en otro país, en otro universo.

— Si, mi hambre despertó ferozmente y necesito que te inclines sobre la mesa — Izuku detuvo su acción para por fin levantar la mirada al escuchar la orden, el semblante serio y una sonrisa lobuna en el rostro de Bakugo le hizo erizar la piel.

— ¿D-Disculpe Amo Bakugo? — Parpadeaba con rapidez y todo fue muy rápido que su cerebro no pudo procesarlo. Bakugo se acercó tomándolo del cuello y haciendo que su mejilla toque el frío mármol de la isla de la cocina con su trasero elevado a disposición del pelicenizo.

— ¿Acaso te cuesta obedecer cuando se te ordena mostrar el culo? — La carrascosa voz de Bakugo chocando con su oído era un deleite, el tono autoritario, la fuerza con la que lo apretaba y su presencia le hacía erizar la piel.

⟨— Así que fantaseas con que te tome en esta cocina ¿Eh? Quieres que te folle tan duro sobre esta mesa hasta que tú agujero este rojo ¿No es así? — Mientras más hablaba más presión hacia en su cuello y sentía el enorme miembro de Bakugo rozarse contra sus nalgas sobre la fina tela de la falda.

— Si Amo Bakugo~ lo deseo — No le importaba sonar desesperado, pues así se encontraba. Desesperado por ser abusado por aquel miembro enorme y grueso.

— Te mostraré como se folla correctamente a una Put como tú — Subió la falda del pecoso hasta la cintura dejando al descubierto la ropa interior de hilo negro que resaltaba en su blanca y pecosa piel. Propinó una nalgada que dejó rojiza la sona y el cuerpo de Izuku se estremezcio por el golpe.


Día 1: Clichés literarios (Miya)

Izuku últimamente se encuentra bajo demasiado estrés.

Desde que su padre enfermo y tuvo que subir al cargo de CEO hace aproximadamente un mes, las visitas a su casa eran esporádicas, el tener una comida decente solo un anhelo y más de tres horas de sueño diarias era simplemente imposible.

Ser un Omega a cargo de un consorcio tan grande como la empresa del gran Yagi Toshinori era todo un reto que amaba haber tomado pero estaba superandolo en ciertos aspectos por ser aún un novato en ciertas cuestiones.

Sin embargo, el Alfa que tenía como asistente, tres años menor que él, le facilitaba lo más que el pecoso le permitía porque, depender de un Alfa era su naturaleza pero el la rechazaba completamente.

Después de todo debía demostrar que un Omega podía con las tareas de un Alfa.

Pero agradecía esos pequeños respiros que el rubio le daba cuando se ofrecía a cerrar algún reporte, dar indicaciones a algunos subordinados o simplemente obligarlo a tomarse un descanso de diez minutos en el que incluso se ofrecía a masajearle los hombros, como ahora.

—¿Se siente bien? — preguntó el Alfa mientras sus pulgares le maseajaban suavemente en círculos.

Izuku echo la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, relajándose completamente.

Katsuki era realmente bueno dando masajes.

—Umh... — fue el único sonido que pudo reproducir como respuesta.

Su mente divagando en las cantidades de papeleo que aún le quedaban por hacer hasta que un varonil aroma llegó a su nariz, y su mente se despejo del trabajo al concentrarse únicamente en la fragancia que le hacía cosquillear el cuerpo.

—Tus feromonas huelen tan bien. — admitió.

—¿Lo relajan? — Izuku asintió y las manos de Katsuki que continuaba con su labor descendieron, de los hombros al pecho, lentamente y con las palmas abiertas.

—Esos no son mis hombros. — dijo.

—Lo sé, pero además del masaje sé de algo que lo puede relajar aún más.

—¿Ah, sí? ¿De qué se trata? — la inocencia bailo en esa pregunta.

Al no obtener una respuesta de inmediato, Izuku abrió sus ojos, enfocando la vista hacia arriba se encontró con el rostro de Katsuki cerca, extremadamente cerca.

—Coger... — respondió, un segundo antes de que sus dedos pellizcaran los pezones del Omega por encima de la costosa tela de su camiseta y sus labios se posaran sobre los ajenos para tomarlos en un beso que Izuku ciertamente esperaba.

Llevaban un tiempo cogiendo.

No es como que Izuku fuera aficionado de los romances de oficina, pero tener a un atractivo Alfa como asistente era una tentación a la que su Omega no se quiso resistir, especialmente cuando sabía que el Alfa también se sentía atraído por él.

Katsuki se apartó lentamente, dándole una mordida en el labio inferior que después lamió sin pudor.

—Quiero cogerte contra el escritorio. — musitó, e Izuku supo lo que tenía que hacer.

Levantándose de la silla, comenzó a desabrocharse el pantalón gris hecho a medida. Hoy estaba usando un sujetador de camisa, se sintió un poco avergonzado por ello.

Sin embargo, en cuánto Katsuki lo notó mientras tomaba asiento en la silla no pudo dejar de mirarlo. Su polla sintiéndose aún más apretada dentro de sus pantalones.

La forma en que los tirantes del sujetador torneaban los muslos de Izuku era una poesía.

Un pensamiento atrevido se coló en su mente gracias a la visual frente a él; tenía que hacer que Izuku usará lencería de mujer alguna vez. Si lucía perfectamente un sujetador de camisa, ¿Qué tan lascivo se vería usando medias de encaje?

Gruñó por lo bajo, acariciando su dura erección por encima de la ropa.

—Dejatelo. — indicó, cuando le vio la intención de soltar los tirantes del sujetador.

—Será incómodo.

—Entonces solo sueltalos pero mantenlo en tus muslos. — dijo.

El rostro de Izuku poniéndose rojo.

¿Desde cuándo un subordinado le daba órdenes a su jefe?

Oh, ahora que lo pensaba, talvez deberían tener un juego de roles alguna vez...

Izuku obedeció, soltando los tirantes, debido al groso de sus muslos, el sujetador se mantuvo alrededor de ellos, sosteniéndose perfectamente.

Katsuki sonrió, y se mordió el labio con lasciva.

—Ya estás lubricando. — comentó, al notar cierto líquido comenzar a escurrir por la parte interna de los muslos del Omega.

Al parecer también le estaba gustando la sencilla idea de mantener el sujetador de camisa a medias.

Elevando su mano, levantó un poco el borde de la camisa. La palma de cerro alrededor de la nalga derecha del pecoso y la amaso.

Izuku dio un repongo y soltó un jadeo.

Con el pulgar, estiró la carne de su generosa nalga, haciéndola a un lado para poder observar el estrecho agujero donde hundiría su polla a voluntad o tras desesperar suficiente al Omega pues podía percibir cierta pizca de desesperación en su aroma.

—Iba a cogerte bruscamente contra el escritorio pero he cambiado de parecer. — dijo, Izuku frunció el ceño y soltó algo parecido a un pequeño gruñido.

—¿Pero qué...?

—A cambio montarme. — ordenó.

Izuku se giro a verlo, curioso.

Era la primera vez que le pedía hacer algo así.

Creyó que era una broma, pero al verlo bajar el zipper de sus pantalones y sacar su polla dura por la abertura en su ropa interior, supo que hablaba enserio.

—Será un placer, Alfa. — Izuku se giro inmediatamente, era una oportunidad de oro que no iba a desaprovechar.

Los Alfas rara vez cedían el control en el sexo, debido a lo territoriales y machos que eran, talvez por eso su pequeña polla había comenzado a gotear presemen, y su agujero a lubricarse aún más.

Ese pequeño acto lo había excitado en sobremanera.

Acomodándose con las piernas abiertas sobre el regazo del Alfa que le estaba ayudando un poquito al mantener su polla recta al sostenerla con su mano, Izuku llevo el borde de su costosa camiseta a su boca, mientras lentamente, alineaba su agujero contra la punta de esa gruesa y palpitante polla, y comenzar a bajar sus caderas con un sutil vaivén que hizo jadear al Alfa.

Le mostraría lo bien que sabía comerse una polla por su cuenta.

En el instante que su trasero tocaron los muslo de Katsuki aún vestidos por la suave tela del pantalón de vestir, comenzó a subir y bajar.

En esta posición la polla de Katsuki llegaba aún más profundo en su interior.

Así que siguiendo el instinto natural de auto complacerse, movió sus caderas un poco más rápido, variando los movimientos entre solo subir y bajar para luego hacerlo en círculos conforme baja o subía.

Katsuki solo se limitó aferrando sus manos a la cadera del Omega, por su necesidad de contacto físico durante el sexo y para sumarle soporte, y así pudiera tener más libertad de movimiento.

Bajos gruñidos ahogándose en su garganta.

No era para menos, ver a Izuku con los ojos cerrados, sus preciosas facciones deformandose en una mueca diferente provocada netamente por el placer que sentía, el hipnótico movimiento de sus caderas y el poder deleitarse como con ellos su estrecho y sensual agujero se tragaba su polla sin problemas lo estaba haciendo sentir cada vez más y más excitado.

Las puntas de sus dedos se enterraron en la pecosa piel de las caderas.

Izuku gimió al sentir eso, apoyándose mejor sobre sus pies, recargando sus manos en el borde del escritorio, aceleró el movimiento.

Katsuki se mordió los labios al sentir como el agujero de Izuku se volvía más caliente y más estrecho con cada movimiento.

Siendo víctima del Omega que comía su polla correctamente se dejó llevar.

Inclinandose hacia adelante, su boca mordió con poca fuerza uno de sus pezones, antes de succionarlo con fervor.

Izuku se sintió derretir con esa acción.

Ralentizando el movimiento de sus caderas con intención para también sentir mejor la polla de Katsuki, se perdió en la caricia.

Su zona más erógena después de sus oblicuos eran sus pezones.

Katsuki gimió, llevando su boca al pezón intacto hizo lo mismo.

Enredando un brazo alrededor de la espalda media del Omega, se levantó.

Amaba sentir con calma el como el agujero de Izuku se contraía alrededor de su polla, pero el toque brusco no podía faltar.

Así que moviendo ahora él sus caderas, Izuku solo pudo aferrar sus manos a los anchos hombros del rubio y enredar sus piernas alrededor de la cintura para soportar las brutales embestidas casi inhumanas en esa posición.

A ese ritmo, entre gemidos, insultos bajos, el sonido húmedo de las pieles chocando, un par de nalgadas y arañazos casi sangrantes, Katsuki e Izuku tuvieron un orgasmo simultáneo.

Las piernas del rubio temblaron.

Trastabillando, y sin romper la union donde hilillos de blanquecino semen escurría de forma vulgar, apoyo el cuerpo del Omega sobre el escritorio.

Izuku apenas tenía fuerza para sostenerse, así que agradeció cuando Katsuki decidió que era mejor sentarse en la silla, aún sin salirse de su interior y dejarlo recostarse sobre su pecho para recuperarse estando más cómodo.

—Eso fue genial. — halago Izuku una vez que la bruma post-orgasmica pasó.

Delineado con uno de sus dedos el fornido pecho del Alfa que ahora fumaba un cigarrillo.

Gracias a Dios Lobo había desactivado el sensor de humo en su oficina esa tarde.

—Eres un Omega muy sensual, Jefe. — dijo. — Es un placer por si mismo el poder cogerte. Lo haces fantástico. — añadió.

—Lo sé, pero halagarme no te va a salvar de ayudarme con el papeleo atrasado por este momento.

—Tsk, mierda. — Katsuki dio la última calada a su cigarrillo, antes de apagarlo en un cenicero que Izuk7 compró exclusivamente para él, para luego levantarse de su asiento, limpiar el desastre que había hecho de su Jefe para seguir con el trabajo.

Miya


Hermanastro (TomuDeku)

Sonrisa descarada y engreída era lo que le daba Izuku a todos.

Sonreía al ver como su hermanastro golpeaba a ese idiota que se había osado a tan siquiera hablarle y pedirle una cita.

Amaba a su hermano con locura, tanto que no le importaba matar a ese pobre desgraciado, era así como pensaba Tomura.

Veía a su hermoso hermanastro el cual le daba una sonrisa ladina.

Su puño dolía, pero aun así no podía evitar verlo de igual manera con una sonrisa.

—Shigaraki-chan de nuevo te manchaste de sangre — sacó un pañuelo para limpiar las gotas de sangre que tenía su hermano por haber golpeado a ese sujeto, para luego besar sus labios — creo que lo mataste, el pobre ya no se mueve. —dijo con fingido pesar.

—Era lo que merecía — habló sin importancia mientras abrazaba a Izuku.

—Pero si solo quería una cita conmigo — comentó haciendo un mohín — y se veía muy lindo, es una lastima que arruinaras su rostro.

Tomura al escuchar eso sujetó del cuello a Izuku arremetiendo contra la pared.

— No vuelvas a decir eso – gruño como perro salvaje, sus ojos tenían un peculiar brillo oscuro, acercando su nariz hasta el cuello del peli verde para oler su colonia suspirando — Entiende Izuku – le habló con dulzura. — tú eres mío y solo mío.

— Oh Shigaraki, tú sabes bien que eres el único para mí — hablo con voz ronca, ya que su cuello aún era sujetado con fuerza. — No hay nadie más que me ame más que tú — acarició los suaves cabellos peli blancos.

— Sí, solo yo te amo – aseguró, acercó su rostro al pecoso para luego besar sus labios.

Izuku lo mordió con fuerza hasta hacerlo sangrar, al separarse observó un hilo de sangre que escurría de los labios de Tomura para luego pasar su lengua.

—No me provoques Izuku —gruño al sentir esa húmeda lengua.

—Pero Shigaraki chan, no puedo evitarlo si tu sangre es tan deliciosa. —sonreía con picardía.

Él peli plata soltó su cuello para acercar su rostro y morder con fuerza hasta hacerlo sangrar.

—AH Shigi… —jadeo al sentir como después de ser mordido ahora su cuello era chupado y besado.

Tomura le dio la vuelta a su hermano bajándole los pantalones y dejando al descubierto su trasero.

—Mereces un castigo Izuku. — decía mientras se desabrochaba su cinturón y bombeaba su pene para intentarlo lubricar con su pre semen.

—Jajaja y a esto le llamas castigo —se rió burlón de su hermanastro, pero toda risa se evaporó al sentir una punzada, ya que Tomura lo había penetrado sin prepararlo. —ah mnh Qué malo… Ah eres Shiga–cha. — habla con dificultad al sentir las penetraciones.

—Te quejas como si no te gustara cuando ambos sabes que eres una zorra a la que le gusta que la follen duro contra el muro, solo te estoy cumpliendo un deseo.

—Jajaja ah, tú siempre… a mnh cumples mis expectativas… ha querido hermano.

—No me digas así mientras te follo. —Sus movimientos eran más fuertes y rápidos, sin contemplaciones, el sonido que provocaba el coche de carne era tan sonoro y obsceno que solo los hacía calentar más. —tan apretado.

Sus frentes perlados por el sudor y el cansancio, las piernas del peli verde empezaban a perder fuerza y sentía que ya pronto se vendría.

Tomo lo tomó de su cabello ladeando su cabeza para empezarlo a besar, comiéndose esa pequeña y mal hablada boquita, provocando que Izuku fuera el primero en venirse.

El peli plata al sentir como su pene era aprisionado solo pudo dar otras penetraciones más para luego entrar en los más profundos de él y venirse con fuerza.

Al terminar beso el cuello de su hermanastro para luego limpiarlo y subirle el pantalón.