Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Asesinato para principiantes" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.
Capítulo 12
Bella notaba cómo las extremidades se le agitaban bajo la mesa y esperaba que Tori estuviera demasiado ocupada parloteando como para notarlo. Era la primera vez que Bella tenía que ocultarle algo a su amiga y los nervios le hacían temblar las manos de forma incontrolable y le provocaban un nudo en el estómago. Había ido a estudiar a casa de Tori el tercer día de clase, cuando los profesores dejaron de explicar cómo iban a afrontar el curso y se pusieron, por fin, a impartir sus materias. Las dos chicas estaban sentadas en la cocina de la casa de los Greengrass fingiendo hacer los deberes, pero la verdad es que Tori estaba entrando en una crisis existencial. —Y le dije que aún no sabía lo que quería estudiar en la uni, por no hablar de adónde quiero ir. Y lo único que hace él es decirme: «El tiempo apremia, Astoria» y estresarme a tope. ¿Tú ya has hablado con tus padres?
—Sí, hace unos días —dijo Bella—. Me he decidido por King's College, en Cambridge.
—¿Filología?
Bella asintió.
—Eres la peor persona con la que desahogarse sobre planes de futuro —se quejó Tori—, seguro que ya sabes lo que quieres ser de mayor.
—Pues claro que sí —dijo—, quiero ser Luis Theroux y Heather Brooke y Michelle Obama, todos mezclados en una sola persona.
—Tu eficiencia me ofende.
Un ligero silbido de tren salió del móvil de Bella.
—¿Quién es? —preguntó Tori.
—Nada, es Edward Cullen —contestó Bella mirando el mensaje—, que quiere saber si hay alguna novedad.
—Vaya, así que ahora nos mensajeamos, ¿eh? —dijo Tori juguetona—. ¿Debería reservar algún día de la semana que viene para su boda?
Bella le tiró un bolígrafo a la cara. Ella lo esquivó como una experta.
—Bueno, y ¿hay datos nuevos sobre Sid Prescott? —preguntó.
—No —respondió Bella—. Nada nuevo bajo el sol.
La mentira hizo que el nudo de su estómago se apretara más.
Aunque les volvió a preguntar cuando los vio en el instituto, Sam y Harry seguían negando su autoría de la nota que había encontrado en el saco. Habían sugerido que a lo mejor era cosa de Theo o de una de las chicas. Por supuesto, la negativa no era una prueba concluyente de que no hubieran sido ellos. Pero Bella tenía que considerar la otra posibilidad: ¿y si había alguien involucrado en el caso de Sid Prescott que estaba intentando asustarla para que abandonase el proyecto? Alguien que tuviera mucho que perder si ella seguía investigando.
No le habló de la nota a nadie: ni a las chicas, ni a los chicos cuando le preguntaron qué ponía, ni a sus padres, ni siquiera a Edward.
Su preocupación podía afectar al proyecto y dejarlo en una vía muerta. Y tenía que tener cuidado con cualquier posible filtración. Debía guardarse los secretos para ella sola y tenía de quién aprender a hacerlo, la maestra de la mentira: Sid Prescott.
—¿Dónde está tu padre? —preguntó Bella.
—Pues vino hace unos quince minutos y dijo que hoy le tocaban clases particulares, así que se volvió a marchar.
—Ah, es cierto —dijo Bella.
Las mentiras y los secretos la tenían distraída. Elliot siempre había dado clases particulares tres veces por semana; era parte de la rutina de los Greengrass y Bella la conocía muy bien. Los nervios la estaban desconcentrando demasiado. Tori acabaría dándose cuenta; la conocía demasiado bien.
Bella tenía que calmarse, estaba aquí por una razón. Y si no controlaba sus nervios, acabarían atrapandola.
Podía oír el ruido de la tele en la otra habitación; Daphne estaba viendo uno de esos dramas americanos que incluía un montón de disparos de armas con silenciador y gritos de «¡maldición!».
Este era el momento perfecto.
—Oye, ¿me prestas tu lap un momento? —le preguntó a Tori mientras relajaba las facciones para que no la traicionasen—. Quería buscar el libro este de Lengua.
—Claro, toma —dijo Tori pasándoselo sobre la mesa—. No cierres las pestañas que tengo abiertas.
—Tranquila —dijo Bella girando el portátil de forma que Tori no pudiera ver la pantalla.
El corazón le latía en los oídos. Tenía tanta sangre concentrada en la cara que estaba segura de que se estaba poniendo roja. Se inclinó para esconderse un poco tras la pantalla y accedió al panel de control.
No había conseguido dormir hasta las tres de la mañana por culpa del «¿y si?» que la obsesionó hasta el punto de impedirle conciliar el sueño. Así que había rastreado internet, entrado en foros con faltas de ortografía y descargado manuales de instrucciones de impresión.
Cualquiera podía haberla seguido hasta el bosque. Eso era cierto. Cualquiera podía haberla vigilado y asustarla a ella y a sus amigos para que salieran de la carpa y así poder dejarle la nota.
Cierto. Pero había un nombre en su lista de sospechosos, una persona que podía saber exactamente dónde estaban acampadas Bella y Tori. Daphne. Había sido una boba por haberla desestimado solo porque pensaba que la conocía perfectamente, que sabía bien quién era Daphne Greegrass. Pero podía haber otra Daphne Greengrass. Una que, a lo mejor, había mentido sobre el hecho de haber salido de casa de Mike durante un tiempo la noche en la que Sid murió. O una que, a lo mejor, estaba enamorada de Billy. Una que, quizá, odiaba a Sid lo suficiente como para matarla.
Después de pasar horas en una investigación concienzuda, Bella había llegado a la conclusión de que no había forma de ver los documentos previos que una impresora sin cables había impreso.
Y nadie en su sano juicio guardaría una nota como esa en su ordenador, así que intentar examinar el de Daphne no tenía sentido. Pero sí había una cosa que Bella podía hacer.
Entró en el apartado «Dispositivos e impresoras» del portátil de Tori y puso el cursor sobre el nombre de la impresora de la familia Greengrass, que alguien había cambiado por el de Freddie Prints Jr. Entró en «Propiedades de la impresora» y de ahí fue a la pestaña de opciones avanzadas.
Bella había memorizado los pasos que tenía que seguir de una de esas páginas web de instrucciones con dibujos ilustrativos. Comprobó la cajetilla al lado de «Guardar documentos impresos», hizo doble clic y dio por finalizada su tarea. Cerró el panel y volvió a la pantalla donde estaban los deberes de Tori.
—Gracias —le dijo devolviéndole la laptop, segura de que el latido de su corazón se oía por toda la habitación como si llevara un altavoz cosido al pecho.
—De nada, monada.
Ahora el portátil de Tori guardaría copia de todo lo que saliera a través de la impresora a la que estaba conectado. Si Bella recibía otro mensaje, podría saber seguro si Daphne había tenido algo que ver o no.
La puerta de la cocina se abrió con el estruendo de una explosión en la Casa Blanca y los gritos de los agentes federales: «¡Fuera de aquí!», «¡Pónganse a salvo!». Daphne había entrado.
—Dios mío, Daph —dijo Tori—, estamos haciendo los deberes, pon eso más bajo.
—Perdonen —susurró, como si así compensara el volumen de la tele—. Venía por algo para beber. ¿Todo bien, Bella?
Daphne la miró con expresión sorprendida y solo entonces Bella se dio cuenta de que se había quedado mirando fijamente a la hermana de su amiga.
—Ah... Sí. Es que me has asustado —dijo con una sonrisa que igual se pasaba un poquito de amplia, ya que empezaban a dolerle las mejillas.
NOTA:
Hola, les hice una playlist de las canciones que yo creo que le quedan bien a la trilogía, algunas por letra, el ritmo e incluso unas que Ravi (Edward) pondria como broma para molestar a Pip (Bella). Les dejo el link por si quieren pasar a escucharla.
playlist/3PlbWQNxc2ExXwpWu3Iin5?si=wnGnGNFHS9aerOYqL83DKQ
