Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Asesinato para principiantes" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 13

La mano con la que escribía debía de tener su propia mente, un circuito independiente del de la cabeza.

El señor Greengrass estaba diciendo «... Pero a Lenin no le gustó la política de Stalin con Georgia tras la invasión de la Armada Rusa en 1921», y los dedos de Bella se movían en armonía, copiándolo todo con fechas subrayadas incluidas. Pero no estaba escuchando.

Dentro de ella estaba teniendo lugar una guerra, los dos lados de su cerebro luchaban entre sí. ¿Debería pedirle explicaciones a Elliot sobre los comentarios de Sid, o eso podía constituir un riesgo para la investigación? ¿Era de mala educación hacer preguntas incisivas acerca de estudiantes asesinadas, o era una isabellada totalmente perdonable?

El timbre sonó, era la hora de la comida, y la voz de Elliot se alzó por encima del ruido de arrastrar sillas y abrir y cerrar cremalleras de mochilas: «Lean el capítulo tres antes de la próxima clase. Y si quieren estar realmente preparados, pueden invadir y conquistar el capítulo cuatro también». A continuación, se rio de su propia broma.

—¿Vienes, Bella? —preguntó Harry, ya de pie, colgándose la mochila a la espalda.

—Sí, los alcanzo ahora —dijo—. Tengo que preguntarle una cosa al señor Greengrass.

—Tienes que preguntarle una cosa al señor Greegrass, ¿eh? —Elliot la había oído—. Eso suena peligroso. Espero que no hayas empezado ya a pensar en los deberes.

—No, bueno, sí; de hecho, sí que he empezado —dijo Bella—, pero no es eso de lo que quiero hablarle.

Esperó hasta que solo quedaron ellos dos en la clase.

—Bueno, cuéntame. —Elliot le echó un vistazo a su reloj—. Tienes diez minutos antes de que empiece a ponerme nervioso por la cola de la comida, hoy hay panini.

—Sí, lo siento —dijo Bella intentando echar mano de su última reserva de valor, pero esta se había evaporado—. Pueees...

—¿Va todo bien? —preguntó Elliot sentándose en su silla, cruzando brazos y piernas—. ¿Estás preocupada por las solicitudes de la universidad? Podemos repasar tus cartas de presentación si...

—No, si no es eso. —Bella tomó aliento y lo soltó—. Cuando... Cuando te entrevisté me dijiste que no habías tenido nada que ver con Sid en los últimos dos años de instituto.

—Sí, así es —dijo parpadeando—, ella no eligió Historia.

—Sí, pero... —De pronto el valor acudió a ella en oleadas y las palabras le salieron solas —: Una de las amigas de Sid me dijo que, en las semanas previas a su desaparición, ella se refería a ti como, perdona por el lenguaje, un gilipollas y otras lindezas por el estilo.

Bella sabía que no era necesario hacer la pregunta obvia, «¿por qué?», ya que era evidente en lo que acababa de decir.

—Ah —dijo Elliot apartándose el pelo de la cara. La miró y suspiró—. Bueno, esperaba que todo esto no saliera a la luz. No veo qué bien puede hacer sacarlo ahora a colación. Pero veo que estás siendo muy concienzuda con tu proyecto.

Bella asintió y su silencio demandaba una respuesta.

Elliot se removió incómodo.

—Esto no me resulta nada fácil, hablar mal de una estudiante que ha muerto. —Miró hacia la puerta abierta de la clase y se apresuró a cerrarla—. Bueno, no tuve mucha relación con Sid en el instituto, pero sabía de ella, claro, soy el padre de Daphne. Y... y fue por eso, por ser el padre de Daphne, por lo que supe algunas cosas de Sid Prescott.

—Te escucho.

—No creo que haya una forma más amable de decirlo: era una acosadora. Estaba haciéndole bullying a otra chica de su curso. Ahora mismo no recuerdo su nombre, pero creo que era amiga de Daphne. Hubo un incidente, Sid subió un vídeo a internet.

Bella se sorprendió y a la vez no. Otro camino se abría en el enredo que había sido la vida de Sid Prescott. Como si fuera un palimpsesto, la verdadera identidad de Sid solo llegaba a entreverse entre todas las capas de tachones y reescrituras sucesivas.

—Sabía bien que Sid podría tener problemas tanto con el instituto como con la policía por haber hecho eso —siguió Elliot—, y pensé que sería una pena porque estábamos en la primera semana después de las vacaciones de Semana Santa y los exámenes estaban al caer. Unos exámenes que determinarían su futuro —suspiró—. Lo que debía haber hecho al enterarme del asunto era avisar al jefe de estudios y contarle lo ocurrido. Pero el instituto tiene una política de tolerancia cero en temas de acoso y ciberacoso y sabía que expulsarían a Sid sin pensárselo. Nada de exámenes, nada de universidad y, bueno, no fui capaz de hacerle eso. Aunque fuera una acosadora, yo no podía tener la conciencia tranquila sabiendo que había contribuido a arruinar el futuro de una estudiante.

—Entonces ¿qué fue lo que hiciste? —preguntó Bella.

—Pues busqué el número de teléfono de su padre y lo llamé el primer día de clases después de la vuelta de vacaciones.

—O sea, el lunes de la semana en la que Sid desapareció.

Elliot asintió.

—Sí, supongo que fue ese. Llamé a Neil Prescott y le conté todo lo que sabía y le dije que debía tener una charla muy seria con su hija sobre el acoso y sus consecuencias. Y le sugerí que le restringiera el acceso a internet. Le dije que confiaba en él para resolver esto, porque, si no, mi única opción era informar al instituto y que expulsaran a Sid.

—Y ¿qué dijo él?

—Bueno, estaba muy agradecido de que le estuviera dando a su hija una segunda oportunidad que probablemente no se merecía. Y me prometió que se encargaría del asunto y tendría una conversación con ella. Imagino que cuando el señor Prescott habló con Sid le contó que yo había sido el que lo había informado de todo. Así que, si esa semana Sid se dedicó a decir esas cosas tan amables sobre mi persona, no puedo decir que me sorprenda. Como mucho me decepciona.

Bella exhaló un profundo suspiro de alivio.

—¿Y eso? —preguntó Elliot perplejo.

—Me alegra mucho que tus razones para haberme ocultado información no fueran mucho peores.

—Creo que has leído demasiadas novelas de misterio, Bella. ¿Por qué no te pasas a las biografías históricas? —sonrió él con amabilidad.

—Pueden ser tan truculentas como la ficción —dijo ella, luego hizo una pausa—. No le has contado esto a nadie más, ¿verdad? Lo del acoso de Sid a esa chica.

—Claro que no. Me pareció innecesario después de todo lo que ocurrió. Y desconsiderado. —Se rascó la barbilla—. Intento no pensar en ello porque me pierdo un poco en teorías del efecto mariposa. ¿Qué habría pasado si yo hubiera dado parte a la jefatura de estudios y hubieran expulsado a Sid esa semana? ¿Habría cambiado el curso de las cosas? ¿No habrían tenido lugar las circunstancias que dieron lugar a que Billy la asesinara? ¿Aún estarían vivos los dos?

—Eso es un bucle en el que no debes entrar —dijo Bella—. Y ¿no te acuerdas en absoluto de quién era la chica a la que Sid acosaba?

—No, lo siento —dijo—. Seguro que Daphe sí, puedes preguntarle. Aunque no estoy muy seguro de que esto tenga que ver con el papel de los medios en la investigación criminal. —Elliot la miró con un ligero matiz de regaño.

—Bueno, aún estoy a tiempo de decidir el título final —sonrió ella.

—Sí, vale, pero ten cuidado y no acabes cayendo tú en un bucle —le dijo señalándola con el dedo—. Me voy corriendo porque estoy desesperado por un panini de atún. —Le sonrió y salió a toda prisa por el pasillo.

Bella se sintió ligera ahora que el peso de la duda había desaparecido, igual que acababa de hacer Elliot. Y en vez de unas hipótesis erróneas que la llevarían por el mal camino, ahora tenía una pista real que seguir. Y un nombre menos en su lista. Había sido un buen intercambio.

Pero la pista la llevaba otra vez a Daphne. Y Bella tendría que mirarla a los ojos como si no pensara que podían estar ocultando algo oscuro.