Disclaimer: Dr. Stone pertenece a Riichiro Inagaki y Boichi, así como Shūeisha, esta historia solo tiene como objetivo entretener y se hace sin ánimos de lucro.
Mando de consola.
Kohaku tiene un problema, Senku parece no entiende...
—Ciertamente puede existir problemas con el robot.
El científico peliverde chasqueo la lengua ante la afirmación de su colega, la programación del robot REI estaba resultando un desastre, no ayudaba que apenas se estaban construyendo los transistores para llevar a cabo el trabajo de la programación del robot, definitivamente era un problema.
—Bueno lo importante es mejorar primero el hard-
—¡Senku! —el científico fue interrumpido de pronto por una mujer con cabello rubio peinado en una coleta, su esposa, Kohaku Ishigami.
—¿Mhm? ¿Qué ocurre Leona? —preguntó con cansancio el peliverde mirando su calendario, habían pasado cuatro días desde la última vez que la había visto. Debía regresar a casa eso era seguro.
—¡No me digas Leona, bastardo! —ataco la policía con furia, todos los científicos se resguardaron detrás de sus estaciones esperando no sentir la furia de la mujer policía/cazadora/astronauta/guerrera, todos excepto claro, su marido, quien solo se llevó el meñique al oído mirando de lado. —¡Tenemos un problema!
—¿Mhm? —Senku hizo un repaso a todo lo que había dejado hacia cuatro días, ¿su casa? En óptimas condiciones, ¿la aldea Ishigami? Chrome y Suika se encontraban ahí en estos momentos, ¿su esposa? Le había hecho el amor hace cuatro días y lo había dejado casi al borde del colapso… descartando todas las variables que se le ocurrían, se centró en su esposa que tenía una ansiedad palpable. —¿Cuál es el problema Kohaku?
La rubia lo miro extrañamente con miedo, mientras con la voz más baja le comento:
—Necesitaremos otro mando para la consola.
Toda la sala se quedó en silencio mientras miraban extrañados a la rubia, Sai solo reacciono anonadado, Xeno levantaba la ceja y Stanley –que estaba de visita— se burlaba en silencio, Senku se dirigió a su mujer que se sentía con una enorme vergüenza y le contesto:
—¿Se rompió? No importa, tráelo y aquí lo reparamos –Sai asintió a lo dicho por el peliverde con vigor, un mando roto era tiempo perdido frente a la pantalla y menos tiempo disfrutando las nuevas maravillas del mundo.
Pero Kohaku negó tal pregunta.
—No, el mando está perfecto, los dos, lo que pasa es que necesitaremos uno nuevo —dijo frotándose el vientre, Senku abrió los ojos, los científicos se quedaron sin habla y con las mandíbulas desencajadas, Sai exclamo sorpresa, Xeno suspiro en alivio y Stanley sonrió con sorna.
Senku seria padre.
