El sonido de las palomitas, explotando de su cáscara, llegó más tarde que el seductor aroma del maíz caliente. Francis había vencido a la pereza de levantarse y había proclamado amenazas. En ellas, aseguraba que no iba a compartir el contenido del bol con él. Lo que Francis no sabía era que el oído de Antonio estaba fino y que, a pesar del murmullo del microondas, lo escuchó ir al baño mientras esperaba al fin del programa.
Cuando pitó el microondas, anunciando que había terminado, Antonio se levantó raudo como ave de rapiña, sobrevoló el comedor y asaltó la cocina. Abrió la bolsa, se echó en un cuenco pequeño y corrió de nuevo al sofá. Cuando Francis se asomó, con el paquete abierto en la mano y los ojos entrecerrados, Antonio miraba su teléfono inocente. La manta sobre el regazo no escondía el pecado.
— Menudo ladrón estás hecho… Para eso bien que te levantas.
— No sé de qué me estás hablando.
— No, por supuesto que no. Hazme sitio a tu lado en el sofá y pensaré en ofrecerte algunas más, directas de la bolsa.
El castaño apartó la manta y dejó hueco suficiente para Francis. Éste se sentó risueño. Su novio a veces era peor que un niño.
Prompt fictober 2022, día 16: Ave
