Francis observaba a Antonio silente. La soberbia y picardía de hacía minutos habían desaparecido, diluyéndose junto a la alegría de aquel ser humano. La bondad y tener la oportunidad de obtener cualquier deseo lo habían condenado. A diferencia de otros, que se lanzaban a pedir algo en cuanto Francis les ofrecía el trato, Antonio había desdeñado la oferta y había aseverado que no le interesaba. Cambiaría de opinión, le había dicho. Estaría cerca. ¿Cómo no estarlo? Un halo rodeaba a Antonio y él se sentía atraído como una polilla.

Dos años después ocurrió. Un novio, una enfermedad muy grave y un Antonio que sacrificaba toda su vida y eternidad por alguien a quien conocía de veinticuatro míseros meses. Se había metido mucho con él por eso durante los últimos tres años, sonriendo de lado y proclamando lo bien que le iba a tratar cuando fuera todo suyo. Por desgracia, las bromas de Francis se fueron haciendo realidad. Los sentimientos humanos eran volubles y el novio de Antonio un ser egoísta y sin escrúpulos.

Aquella llamada había sido la prueba de ello. Los dedos del castaño se apretaban contra el teléfono móvil como si eso pudiera salvarle de romperse. Sus ojos verdes brillaban con las luces de la calle, de una ciudad que no dormía. El labio inferior le tembló y lo apretó con el superior, contrito. Francis abandonó su sofá y se acercó a él. Su mano encontró el hombro de Antonio. El contacto hizo que éste se estremeciera y tensara.

— ¿Estás bien?

El peso de las palabras lastraba a Antonio. Huyó de Francis, de su mano, se levantó y se puso frente al ventanal, de espaldas a él. Una risa ronca casi tapó el sonido húmedo de su nariz al sorber.

— ¿Por qué no debería estar bien? De esto me has estado avisando todo este tiempo, ¿no? Tenías razón. Al menos aún tengo dos años para disfrutar de la vida.

— No he preguntado eso y tampoco has contestado.

Antonio se dio la vuelta y sonrió.

— Estoy bien.

Francis apretó los dientes y se erizó. Sus puños, tensos, temblaban en un intento de contener la furia desbocada. Se acercó a él dando amplias y pesadas zancadas. Antonio retrocedió asustado y chocó contra el cristal. La mano de Francis palmeó al lado de su cabeza y se quedó allí. El aliento mentolado chocó contra su boca.

— ¿Por qué te marcas ese farol? ¿Crees que soy estúpido? ¿Que no me voy a dar cuenta de que esa sonrisa arrastra un dolor tremendo? Solo estamos nosotros en esta habitación. Tú y yo. ¿A quién estás intentando engañar? ¿Por qué no te permites mostrar lo que de verdad sientes?

A pesar de la tensión en su rostro y cuello, una lágrima recorrió la mejilla de Antonio y Francis, un demonio que debería amar el sufrimiento y desesperación ajena, odió lo mucho que mancillaba su perfecto rostro.


Prompt fictober 2022, día 20: Farol / Solo estamos nosotros

Feliz nochebuena :)