Cuando acabó de escuchar a Antonio, el tenedor de Francis se quedó a medio vuelo, como un pájaro que no encuentra la rama donde posarse. La inmovilidad del rubio ponía nervioso a Antonio. Su labio inferior se movía como si estuviera intentando arrancarse a hablar y no se decidiera.
—A lo mejor le podría decir a Arthur que me acompañara a la boda —rectificó Antonio.
Su momento de casi triunfo se estampó contra una pared con cejas. El sabor amargo de la derrota enfureció a Francis. Antonio era denso. MUCHÍSIMO. Lo sacaba de quicio, aunque aquella ocasión se llevaba la palma.
—¿Lo dices en serio?
—Ah, no sé, ¿se te ocurre alguien?
Francis casi se ahoga con su propia saliva del coraje. Dejó el tenedor en el plato y provocó un estruendo que hizo que Antonio saltara.
— A ver, Toñito. ¿Por qué crees que cada sábado salimos de nuestra rutina y quedamos para el aperitivo, o comer, o cenar?
—¿Para pasar el rato? —Tanteó Antonio, prudente.
—No; ese no es el motivo por el que hacemos esto cada semana. Creo que tú, al igual que yo, encuentras en la presencia del otro el alivio de una vida que pasa demasiado rápido, que exige mucho de nosotros. Ni siquiera es por la estúpida comida. Todo se resume a que si no veo tu cara aunque sea unas horas, esa semana será una mierda. Así que, después de todo esto que te he dicho, a ver si tienes los huevos de decirme que te vas a llevar de acompañante a Arthur a la b…
Podría haber acabado esa frase, lo prometía, pero que los labios de Antonio estuvieran sobre los suyos era una dificultad que no quería superar.
Prompt fictober 2022, día 27: Aperitivo / Ese no es el motivo
