Descargo de responsabilidad: Digimon Adventure pertenece a Hongo Akiyoshi y Toei Animations yo solo escribo esta historia con fines recreativos y sin ánimo de lucro

N/A: Esta es una historia de tres capítulos para el pre-desafío sangriento que se lleva a cabo en el GE; dicho pre-desafío es dirigido por la casta| Vampires

3. Protector

Salgo de las tinieblas para tatar de llevar una "vida normal". Por las mañanas suelo estar con Yamato, Sora, Takeru y Hikari en el departamento que los cinco llamamos hogar y por las noches camino por las calles de Tokio, a veces simplemente lo hago para dejar a las parejas por su lado, ya que ellos suelen hacer casi todo juntos. Aun me sorprendía el tiempo que había pasado, y a la vez no había mucho de que sorprenderse en realidad, después de todo, ¿qué es el tiempo para alguien que posee la inmortalidad como yo?

Hacía un siglo que la dinámica de mi clan cambio de manera drástica, hace cien años solo éramos tres hombres que nos llevábamos bien desde que fuimos humanos buscando sobrevivir a una vida llena de tedio, cada uno con actividades y pasatiempos diferentes pero que siempre estábamos juntos, cazábamos, estudiábamos y buscábamos la forma en de pasar desapercibidos de los humanos juntos, siempre juntos.

No me malentiendan, después de todo estoy muy feliz de que los hermanos Ishida sean felices al lado de las bellas damas que los acompañan al día de hoy, cada una aportó algo a nuestro hogar y aquelarre que ahora nos resultaba incomprensible que hubiéramos vivido de otra manera; si estabas alrededor de Sora podías sentir una paz y alegría que para un no muerto es algo que no conoce en realidad y al lado de Hikari sentías un aura que únicamente te hacía querer protegerla, y no es que no nos protegiéramos entre nosotros, pero era una necesidad y aun así ella lo odiaba.

-Somos una familia, sí ustedes me van a proteger hasta de mi comida entonces yo haré lo mismo- dijo un día enojada al regresar a casa de una expedición donde la niña había decidido proteger a una familia y el hombre esta armado haciendo que todos, sobre todo Takeru nos preocupamos por la integridad de la más pequeña del clan.

Sonrío por ese recuerdo, antes nosotros solíamos llamarnos "Clan" o "Aquelarre", lo cierto es que para mí los únicos que eran una familia eran Takeru y Yamato, yo era simplemente un amigo que en cualquier momento se podía ir, aunque con dos siglos juntos todavía seguía bajo el mismo techo. Creo que si la pequeña no hubiera dicho que éramos una familia ninguno de los tres lo hubiéramos admitido jamás.

-Y hablando de la reina de roma, - dije al escuchar mi celular a sabiendas de quien era la persona tras la llamada. -Buenas noches damita- le dije en tono burlón ya que odiaba ese apelativo, - ¿qué se le ofrece? Todavía falta mucho para el amanecer. – Bromee con ella ya que a un siglo de su transformación seguía creyendo en el mito sobre el sol.

-Ya déjenme en paz con eso- rezongo con esa voz suya tan musical, -te llamaba porque Takeru quiere saber si quieres salir a otra Prefectura a cazar, aquí no hay nada bueno en estos tiempos- dijo como quien no le importa donde cazar, aunque era igual de quisquillosa que su pareja, la cual por cierto se escuchaba en el fondo reclamándole por echarlo de cabeza.

Reí de buena gana al escucharlos pelear, en definitiva, estaba feliz por mis amigos.

- ¿Cuál es la propuesta?

-Kioto- grito T.k desde el otro lado

Hacía años que no íbamos a Kioto, a decir verdad, desde que Sora se integró con nosotros cambiábamos de localidad cada cierto tiempo, aunque fuera únicamente para cazar ya que sería peligroso si alguien la encontraba y aunque de esa integración ya haya pasado mucho tiempo lo cierto es que se quedó la costumbre de salir cada tanto.

Justo pensaba en negarme, a mi me era indiferente en donde cazar, pero en ese momento escuché uno auto ronronear y de inmediato super que no era una invitación, era un aviso para ir todos a cazar, seguramente Yamato y su pareja ya estabas con los tortolitos; así que como quien no quiere la cosa me dirigí a un callejo apartado de la gente y subí a los tejados para avanzar más rápido hacía la carretera para que no tuvieran que desviarse.

No pasó mucho para llegar a nuestro destino, con el tiempo la población de Japón había mermado drásticamente afectando nuestro estilo de vida, pero nos ayudaba a poder llegar muchísimo más rápido a otros lugares ya que podíamos ir por las carreteras a grandes velocidades sin llamar la atención o tener algún accidente.

Por las calles de Kioto había bastante gente aún, y eso a pesar de estar alejados de los "Karyūkai"1 que adoraban visitar las mujeres durante las festividades de las flores; esto prometía que la cacería iba a ser lo suficientemente buena para ayudarnos a pasar varios días, tal vez incluso unas semanas sin cazar

Una vez escondido el coche, cada dupla fue por su lado y yo solo, así que sin muchos ánimos me dispuse ir a un templo Shinto ya que realmente yo no tenía mucha sed, el estar solo me daba tiempo a realizar lo que yo quisiera y eso significaba tiempo para estudiar, trabajar o cazar.

Estuve un buen rato andando hasta que llegué al templo a admirar la belleza de la arquitectura que databa del periodo Edo, me gustaba simplemente observar las cosas que me rodeaban, era mi modo de "dormir".

― ¿Es un increíble lugar no cree señor?, ― escuche a una voz estridente dirigirme la palabra, ― únicamente le pido que tenga cuidado al salir ya que los alrededores no son del todo seguros.

"Si supiera" pensé para mis adentros ya que lo más peligroso en ese momento era yo. ―Claro que si señorita, no se debe preocupar― le respondí, pues sabía que sus deseos eran nobles

Volví la vista hacía donde había escuchado esa voz para agradecerle como es debido y de pie a escaso un metro de mi encontré a una "miko"2 con su traje de oficio, ojos grandes y expresivos de un color café y extraña cabellera morada

― ¡Qué tenga una bonita noche señor!

―No le gustaría que la acompañara mejor ― ofrecí sin pensar en una sola palabra ― después de todo ya es muy noche para que una bella dama como usted regrese a casa sola.

―Es muy amable de su parte, pero vivo cerca de aquí ― dijo con una sonrisa que parecería nunca borrarse de su rostro ― todos me conocen así que me encontrare bien.

Una vez ella dijo eso ambos hicimos una leve inclinación a modo de despedida y partimos, ella hacia el templo y yo hacía la calle, pero una vez fuera me escondí en los edificios que bordeaban la zona.

― ¿Qué haces? ― Pregunto una acusadora voz que reconocería en cualquier lugar

―Nada madre, ― dije en tono sarcástico ― ¿no puedo visitar un templo como la gente normal?

―Claro que puedes, pero ya va siendo hora de regresar a Tokio.

―No se preocupen por mi Sora, váyanse y yo los alcanzo luego

―Pero que sea en esta semana Ken, ― me reprocho la pelirroja, ―tu y Takeru suelen desaparecer por meses y me preocupan mucho.

Si bien era cierto que Takeru ya no lo hacía desde que encontró a su Luz, como el solía llamarla, yo no podía decir lo mismo.

Nos despedimos y ella salto para regresar con los demás y yo me quede donde estaba esperando a aquella chica de belleza singular.

Al cabo de un rato salió del recinto y tal y como dijo, todos la conocían, saludaban y respetaban, después de todo era una sacerdotisa.

Y así pase un par de días viendo la rutina de aquella mujer, siempre escondido para que ella no me viera más no para que yo la perdiera de vista.

Al cabo de unos días algo cambio, en el ambiente podía sentir que había un peligro más grande que yo, por lo que me dejé llevar por el instinto de un verdadero cazador y fue así como fui consciente de algo: no era el único de mi especie en la zona.

Claro que esto podía pasar, no es como que mi clan fuera el único, pero algo en sus aromas me llevo a un frenesí que no conocía hasta ese momento y corrí como alma que lleva el diablo para ubicar al nómada que amenazaba Kioto.

Tarde un poco en llegar ya que, aunque el sol no nos mate, si llamaríamos mucho la atención si vamos caminando a plena luz del día, así que cuando alcance su efluvio ya era muy tarde, la casa ya había sido asaltada y empezaba a arder, ya podría imaginar que los cadáveres estaban dentro para así eliminar su crimen.

Me detuve a rezar por las personas que habían sido atacadas por el vampiro y acto seguido volví a rastrear su esencia, esta vez iban en dirección al centro de la ciudad por lo que se armaría un alboroto si no alcanzaba a frenarlos a tiempo.

Por primera vez en siglos agradecía mi naturaleza pues hoy podía ayudar a los menos afortunados a sobrevivir al ataque de un asesino como yo, y mientras agradecía note en donde se dirigían.

― No el templo ― rugí y empecé a correr aún más rápido de lo que jamás lo había hecho.

Cuando llegué al templo temí por lo peor, yo nunca dejaba la zona y justo el día que decido hacerlo se encuentran en peligro todas las personas que habitan y visitaban el lugar.

No sé si algún Dios estaba sonriéndome en ese momento, pero cuando llegué al lugar donde siempre solía esconderme no vi nada fuera de lo normal, de echo Miyako, como había escuchado que llamaban a la sacerdotisa se encontraba barriendo la entrada del templo.

― Disculpe, sacerdotisa, ― escuche una voz grave hablarle a pesar de la distancia que nos separaba, ―necesito que saber si por aquí hay un monje que me pueda ayudar con un exorcismo.

―Claro que sí, ― dijo amablemente ― enseguida iré por mi abuelo por favor espéreme unos minutos.

―Aquí me quedare.

Al poco rato llegó Miyako con su abuelo y se dispusieron a seguir al hombre, en ese momento el viento soplo hacía donde yo me encontraba me di cuenta de que tenía que haber estado más alerta, esa noble voz no era de un humano cualquiera, era uno de nosotros y al parecer le había tendido una trampa a Miyako y al anciano por lo que me dispuse a seguirlos para poder protegerlos como había estado haciendo.

Al final llegaron a un edificio abandonado y supuse que ese era el lugar que había dispuesto para eliminar la evidencia una vez terminara su comida.

―He comprado esta casa y pienso remodelarla― les dijo el vampiro con su dulce voz, ― por lo que pensé que sería bueno que se realizará un exorcismo del lugar.

―Me da gusto saber que este solar ya no se vera tan desolado ― dijo el abuelo de Miyako, ― ¿nos permitiría entra por favor?

Así el vampiro señalo con una mano para que empezaran a andar y él los siguió después, no sin antes voltear a ver que nadie los estuviera viendo.

En ese momento llegue a un punto muerto, por un lado, estaba hacer lo correcto y salvarlos, sería hipócrita de mi parte ya que yo mismo cazaba humanos para alimentarme o hacerme de la vista gorda y seguir con mi vida, después de todo quien era yo para proteger a una sacerdotisa, era un vampiro, un ser que sin dudad ella y su abuelo pueden exorcizar, claro si es posible o cuando menos tener a raya no podía orar y obtener su amor… Aguarden, ¿he dicho "amor" ?, ¿desde cuándo yo me he enamorado? Vale que toda esta semana he estado cerca de Miyako y cada noche vengo a rezar, pero siempre termino hablando con ella así que es inútil.

Así que enfurruñado conmigo mismo me doy la media vuelta y me preparo para saltar al tiempo que escucho un grito de horror proveniente de Miyako y en contra de las ordenes que le daba a mi cuerpo voy directo a ayudarles.

Paralizada es una esquina de las ruinas esta la chica que no deja de ver como el vampiro succionaba la vida de su abuelo, sus ojos reflejaban el terror mismo y su mano estaba fuertemente sujeta a su pecho

Gracias al ruido que hice al entrar el vampiro se volteó hacia mi y en un microsegundo tomo la cabeza del anciano y rompió su cuello para acto seguido se lanzo a mi y trato de atacarme para evitar que yo me llevara a sus presas, pero yo lo esquive antes de que él me pudiera alcanzarme y arrancarme algún miembro

―No permitiré que me quites mi comida ― dijo enseñando sus dientes

―Yo no permitiré que caces indiscriminadamente en mi zona ― al menos era mi zona por esta semana.

―Eso ya lo veremos ― y nuevamente se lanzó a atacarme

Pelear en esa casa fue un reto, si golpeaba un poste o una pared podía derribar la casa y enterrar viva a Miyako así que busque la forma de paralizar al vampiro y poder descuartizarlo para poder quemar los pedazos junto a la casa. De una manera muy brusca lanzo cada trozo del vampiro que voy arrancando sin ver donde cae realmente para evitar que estas traten de unirse al cuerpo principal; una vez termino con esta tarea busque con que prender la madera, cogí a la mujer, que yacía desmayada en donde la había visto al entrar y salí para evitar que el fuego nos atrapara.

Regresé al templo y entre a una de las pagodas que había para atender a Miyako con tanta privacidad como me fuera posible, la deje en el suelo y me dirigí a cerrar la puerta

― ¡Quema!

―Tranquila, ya estas a salvo, ― corrí a donde estaba ella, ―ahora por favor no grites o atraerás a la gente y necesito ver que no te hayan lastimado.

―No mientas, ―gruño ella bastante molesta, ― mi cuerpo esta en el fuego ardiendo.

Acto seguido me aseguré de revisar donde podía ver para localizar la mordida que seguramente la tenía en este estado, pero no podía ver nada. Me empecé a desesperar por la situación, pero en ese momento Miyako volvió a tomar la mano que al principio vi en su pecho y de inmediato dirigí mi atención así el lugar, en efecto, había sido mordida por aquel infeliz.

De inmediato busque mi celular y marque el primer nombre que vi Ti

―Milagro Ken, ― me saludo la voz de Hikari

―Rápido por favor pequeña, pásame a tu novio o a Yamato, ― le pedí y la escuché gritar el nombre del mayor

― ¿Ahora tu eres el que tiene problemas?

― ¡Luego me sermoneas! ― Le grite un poco exasperado pues cada segundo que pasaba hacía que fuera más difícil revertir la conversión, ―un nómada estaba causando problemas en la zona y mordió a una amiga

― ¿Y eso fue hace…? ―Me quedé en blanco, no había visto la hora en ningún momento del día ―Tierra a Ken, si te importa debes actuar rápido, presta atención a su corazón, ― así hice lo que Yamato me pidió y lo pude notar bastante acelerado. ― Si tu silencio significa algo supondré que todo está bajo control.

―Late muy rápido, ― susurre dolido

― No es tu culpa, Ken ― trato de animarme, ― lo único que querías era salvarla de alguien sin escrúpulos.

―Pero no sirvió de nada

― ¡Escúchame! Si de verdad la quieres salvar la única opción que te queda es dejar que suceda la transformación y sacarla de donde están ― comentó Yamato, después de todo el ya había pasado por algo similar, aunque nunca nos contó como fue que Sora se convirtió en uno de nosotros, ― tráela a casa, estoy segura de que al ver a más como ella se sentirá mejor.

Así hice, tomé a la chica en brazos e importándome bien poco que fuera plena luz del día salí como bólido de la zona, agradecí los bosques que todavía quedaban en pie y me escabullí por ellos hasta llegar a casa.

―Creo que va siendo hora de buscar una casa más grande. ― Dijo muy feliz Hikari quien en su vida humana estuvo rodeada de ciertos lujos por lo poco que ella nos contó. ―Yo me encargaré de eso, tu ve y acuesta a la pobre chica en mi cama, ― me calmo con su sonrisa y acto seguido salió dejando en privacidad, de echo había dejado la puerta de su cuarto abierta para que únicamente entrara y recostara a mi acompañante

―Ve y relájate con lo hermanos, yo me quedaré con ella para cambiarla. ― dijo Sora al ver que la ropa de la sacerdotisa se encontraba tiznada y en algunas zonas incluso quemada.

Así pues, salí del cuarto para darle privacidad a las mujeres y regocijarme en mi propia miseria.

―Tranquilo hermano, no fue tu intención ― dijo Takeru, sentándose a mi lado

―Así es, hiciste algo noble dudo que alguien más lo hubiera hecho― lo secundó su hermano mayor dándome unas palmadas en la espalda ―más si tenemos en cuenta nuestro estilo de vida.

―Oh vamos, estoy seguro de que ustedes hicieron lo mismo

― ¡Te equivocas! ―dijeron los hermanos a la vez y procedieron a contarme lo que sucedió para que Sora y Hikari terminaran como vampiresas.

― Así que ya lo vez ― dijo el rubio mejor rascándose la cabeza, ― tu eres el mas noble y bondadose de los cinco, no cabe duda.

Al cabo de un día Hikari regreso con las llaves de una nueva casa, nos mudamos ese mismo día a insistencia de ella llevándonos a Miyako con nosotros. Ella despertó dos días después, al principio lloro mucho y pensé que me odiaba, pero una vez calmada me dijo que extrañaría mucho a su abuelo pues fue el quien la crío tras la trágica partida de toda su familia y, al igual que los demás me dijo que no fue mi culpa que ella terminara atada a la eternidad, sino que gracias a mi ella estaba viva y con una familia casi tan grande como en la que creció lo que la hizo sonreír de buen grado y fue a saludar a las que seguramente tarde o temprano llamará hermanas.

1 Un Karyūkai es el lugar donde las geikos y maikos de Kioto ejercen su labor, su significa es «el mundo de la flor y el sauce»

2 Una miko es la representante de los templos shinto japoneses