Amanece y el sol se cuela por mi ventana.
Me da de pleno en la cara, haciendo que despertara, miro el reloj y marcan las 6:30 de la mañana. Decido quedarme un poco más en la cama, pero no puedo permitírmelo o se me hará tarde y perderé el autobús.

Me desperezo, ducho y arreglo para ir a la universidad.
Al bajar las escaleras veo como mi padre se marcha.

- Hasta luego Otou-san – le digo haciendo una pequeña reverencia.

Éste me echa una mirada por encima de su hombro y cierra la puerta sin decir palabra.
Caminé hacia al comedor donde ya se encontraba mi hermana, desayunando mientras chateaba con unas amigas alegremente, pero no tardó mucho en terminar y levantarse para irse corriendo ya que ella entraba más temprano por el entrenamiento de taekwondo e iba tarde.

Desayuno en silencio tranquilamente.

- Gracias por la comida – me levanto de mi asiento, luego de agradecer, y me preparo para salir.

El día transcurre con normalidad. Algunas clases son aburridas… otras no tanto…

El mejor momento del día era al terminar.

Mi casa se había vuelto tan fría desde que mi madre murió que se me hacía casi insoportable estar tanto tiempo en ésta. Antiguamente me pasaba las tardes en la biblioteca pero cerraba temprano, lo que me ponía bastante triste ya que no tenía ninguna excusa y debía volver a mi hogar…
Un día, al salir de la universidad, perdí el autobús y preferí volver caminando los casi 40 min que había de trayecto a esperar de nuevo a que pasase.

Al no conocer los alrededores me perdí y sin quererlo me encontré con, lo que hoy en día es, mi zona de paz.

Una cafetería situada en medio de un parque natural.
Allí se respiraba tanta tranquilidad que me enamoré de inmediato y lo mejor de todo es que el café estaba buenísimo. Al principio tenía miedo que me dijeran algo por pasar tanto tiempo ocupando una mesa, pero me di cuenta que mucha gente iba allí con regularidad buscando lo mismo que yo.
La decoración era rústica moderna, la música ambiental era un jazz suave y el personal amable.
Una combinación perfecta a mi parecer.

Luego, al atardecer, regresaba a casa donde cenaba en silencio nuevamente.

Me retiraba a mi alcoba a dormir y en la mañana vuelta a empezar.

Nada perturbaba mi rutina a no ser que algún día tuviese que hacer algún trabajo conjunto o de vez en cuando salir con mis amigas. Aunque esto último casi nunca sucedía ya que mi padre era muy estricto y tenía bajo vigilancia lo que hacía o dejaba de hacer ya que temía que mancillase el apellido de nuestra familia. Para él yo era un fracaso y al menos debía ser la mejor de mi curso para que me aceptase como miembro oficial del bufete de abogados Hyuga.

Una tarde como cualquier otra ordené mi café, un caramel macchiato, y me senté en una de las mesas que se encontraban apartadas. Ni cerca de los ventanales porque había mucha luz y me molestaba el reflejo en mi portátil ni cerca de los baristas porque hacían ruido y me distraía.

La verdad es que siempre me sentaba en la misma mesa. Parecía especialmente reservada para mí.

Me reí levemente ante el pensamiento.

- Caramel macchiato – una voz ronca sonó a mi lado asustándome.

- S-sí, p-perdona no t-te había v-visto…- mi rostro se sonrojo con rapidez.

Que la tierra me tragara allí mismo. Acababa de verme reír sola… ¡Seguro pensará que estoy loca!
No me atreví a mirarle a la cara así que me aparté para que sirviera el café.

El chico lo dejó en la mesa y noté como permaneció de pie a mi lado unos instantes observándome.

Cerré los ojos fuertemente. Si él decía cualquier cosa en ese momento seguro me desmayaría.
Afortunadamente para mí al abrirlos ya se había marchado.

Cogí dos azucarillos de una pequeña cajita que se encontraba en la mesa.

Acerqué la taza y la observé extrañada.
En la parte superior del café había dibujada una "A" con caramelo y junto a la cuchara había lo que parecía un pequeño trozo de papel.

Dejé los azucarillos y lo tomé con delicadeza, abriéndolo.

Ojos de luna
Piel de porcelana
Toda una bella dama
Hablarte quiero
Más no me atrevo
Si la incógnita quieres resolver
Las letras deberás ordenar
En caso de aceptar
La taza boca abajo deberás dejar al terminar

Firmado: Tu admirador secreto

Si mi cara de por sí ya se había quedado roja a causa de mi despiste riéndome sola ahora se podría decir que era un tomate.

Cerré el papel intentado tranquilizarme, el corazón me latía tan rápido que creía que se me saldría en cualquier momento. Levanté la cabeza rápidamente y miré en la dirección en la que había venido el camarero. Dado que estaba tan avergonzada no había logrado ver la persona que me había servido el café.

En la barra se encontraban cinco muchachos los cuales parecían de mi edad.

Observé al que atendía tomando comanda de los pedidos. Éste tenía el pelo en pinchos, estaba medio recostado en la barra de una forma muy desganada cuando de golpe se le escapó un bostezo.

- ¡Deja de vaguear perezoso y toma bien los pedidos! – le gritó desde el otro lado de la barra uno de sus compañeros.

El chico que acababa de hablar tenía ambas mejillas con una marca roja, pelo castaño un poco largo y unos colmillos bien afilados. Se veía desbordante de energía.

- ¡Eso! ¡Eso! – decía un chico rubio que se me hizo familiar. – ¡No haces nada!

- Tu eres el menos indicado para decir nada Naruto – le reprochó uno de pelo azabache.

"¿N-naruto-kun?" ¿Cómo no había notado en todo este tiempo que él trabajaba allí? El rubio escandaloso había sido mi amor de infancia/ adolescencia hasta que llegó un día que me rendí sin más. Él nunca notó mi presencia ni yo nunca tuve el valor de acercarme.

- ¡¿Qué dices Sasuke, maldito?! – gritó - ¡¿Acaso quieres pelea?!

- Basta – una voz serena hizo que todos silenciaran – Volved al trabajo.

Una cabellera roja apareció entre ambos. Se giró dejando ver unas grandes ojeras que rodeaban sus ojos. Donde se suponía debían estar sus cejas no había rastro de ellas, pero en la parte superior izquierda de su frente se hacía presente un tatuaje con el kanji de amor en japonés.

Su presencia era imponente, pero a la vez transmitía una extraña tranquilidad.

Durante un instante sentí que nos miramos a los ojos, por si acaso desvié rápidamente la mirada.

Luego de que diera la orden todos volvieron a sus quehaceres sin decir palabra y yo observé la nota nuevamente.

¿Y si todo esto era una broma de mal gusto para burlarse de mí?

El tan solo pensar esto hizo que mi estómago se revolviese… o tal vez…. ¿Naruto-kun se había fijado por fin en mí?

Estaba en shock. Me había acostumbrado tanto a que mi vida fuera tan monótona y sin nada nuevo que contar, que todo esto parecía la escena de una película romántica.
Dubitativa saqué la agenda y en el apartado de notas apunté la letra "A". Coloqué el papelito que me habían dejado y la cerré.
Dejando el tema de lado tenía que ponerme a avanzar mis deberes o sino me retrasaría.
Así pasaron un par de horas.

Apagué el ordenador portátil y me estiré en la silla para desperezarme un poco. Tomé el último sorbo del café, ya frio, y entonces vino a mi memoria.

En caso de aceptar
La taza boca abajo deberás dejar al terminar

Con manos temblorosas arranqué un papel de la libreta y escribí en ella.

Decido aceptar
Más no me termino de fiar
En caso de una broma ser
Que pare le pediré
La incógnita logro captar mi atención
Pero espero que nos podamos comunicar mejor

¿Podría preguntar por qué simplemente no se me acercó a hablar?

Doblé la nota y la deje en la mesa. Todo esto era emocionante a la vez que escalofriante y no hablar del hecho que yo nunca había hecho una cosa semejante. ¿Responder la nota de un extraño? Ni loca… pero esta vez algo se sintió diferente. Ahora solo quedaba esperar a ver que sucedería tras mi respuesta.
Guardé todas las cosas en mi bolso y antes de marcharme de allí cogí la taza y la giré.

Al salir por la puerta me arrepentí de inmediato.

"Ya no hay vuelta atrás Hinata" me regañé mentalmente con la esperanza de que lo hoy no se repitiera mañana. ¿Con que cara entraría por la puerta si todo esto salía mal? Simplemente dejaría de ir allí, aunque eso era lo que menos quería en el mundo.

Contnuará….