Extra 03: Alexey y su familia especial.
Agencia Stammi Vicino — Agosto 22, 2022 / 13:32
Pocas veces habían visto a Yuuri tan inquieto, pero así estaba. Mila y Víctor intentaban calmarlo mientras comían en el comedor de la agencia, sin embargo, había algo en su aspecto atribulado que no menguaba. El mismo Yuuri siquiera podía definirlo; se sentía extraño, anómalo.
Después de poder reintegrarse a su trabajo con el inicio de clase de Alexey, había esperado que pudiera recobrar la costumbre de trabajar sin problemas. Estuvo ansioso al respecto, se sentía ya cansado de depender de sus alfas aunque estos le aseguraran que no había nada que lamentar y que, si lo deseaba, podría quedarse en casa para dedicarse a la crianza porque ellos se encargarían de darle todo. Yuuri no quiso, no deseaba depender por completo de ellos aún si sabía que sus alfas no buscaban limitarlo. Lo natural hubiera sido estar feliz con el cambio, por sentirse útil de nuevo y apoyar a Mila y Víctor en la empresa.
No obstante, lo que Mila veía era el rostro angustiado de Yuuri, con preocupación. No había tocado la comida: lucía casi enfermo e inquieto, mirando constantemente hacia las ventanas como si en cualquier momento fuera a lanzarse en ella...
—¿Qué sucede, Yuuri? —preguntó Mila, ya impaciente al verlo tan mal. Víctor empezaba a sentirse inquieto—. Dinos de una vez, nos tienes preocupados.
—No lo sé… creo que algo le pasó a Alexey. —Yuuri movía sus manos sobre la mesa.
—Está bien, Otabek y Yuri lo irán a buscar al colegio y lo llevarán a casa. No tienes que preocuparte por eso, amor. —Mila intentó calmarlo, pero Yuuri solo renegó.
—Creo que Otabek iba hoy a buscarlo. ¿Quieres llamarle para saber que todo está bien? —Concedió Víctor y Mila estuvo de acuerdo, pero Yuuri renegó.
—No… creo que no, creo que… debería calmarme.
—No has estado calmado desde que Alexey empezó a ir a clases, ¿acaso no confías en Beka y Yura? —Mila interpeló
—Sí, sí confió.
—Entonces ya cálmate.
Víctor se levantó a hacer la llamada y Yuuri suspiró intentando hacer caso a lo que Mila le decía. Tenía razón, no podía estar preocupado a cada momento ni estar pensando en situaciones fatalistas. Había esperado el momento para poder volver a sentirse medianamente independiente, mas no pensó que dar ese paso le iba a afectar más a él que a Alexey. De hecho, Alexey ni miró hacia atrás en su primer día de clase y Yuuri, en cambio, pasó cada minuto pensando si estaba bien, si no se había caído o si no lo extrañaba. Debía verse un exagerado.
—Ven aquí. —Pidió Mila, acercándose a su asiento para tenerlo más cerca. Yuuri obedeció y se dejó llevar por la caricia que ella dejó sobre su nuca, para relajarlo.
El aroma a las feromonas alfas que Mila empezó a transmitirle, logró calmarle un poco. El beso hizo el resto. Mila buscó sus labios y Yuuri respondió hasta que aquel contacto húmedo se volvió largo y pasional. Chasqueo entre sus labios al momento de separarse y Mila juntó su frente con la de Yuuri, para sosegarlo. Todo pareció bien hasta que Víctor llegó, más serio de lo que hubiera esperado. Y con solo eso, supieron que habían problemas.
Kindergarten Zurich — Agosto 22, 2022 / 14:14
Para cuando llegaron al edificio del kindergarten donde habían inscrito a Alexey, Yuuri era un manojo de nervios. Otabek estaba afuera con Yuri, quien visiblemente molesto, parecía discutir con el kazajo ya en un tono bastante alto. Y lo más preocupante fue que no había señales de Alexey allí.
Yuuri tembló allí mismo al notar la ausencia de su hijo y miles de escenarios catastróficos llenaron su mente. Además el sentir a su hijo tan inquieto e inconsolable solo había profundizado su estado de histeria. Por ello apenas pudo bajó del auto, apresurándose hacia ambos alfas sin esperar al resto.
—¿Dónde está mi hijo? —imperó Yuuri, apenas logró tenerlos al alcance. Otabek resopló con cansancio, pero fue Yuri quien reaccionó de mala manera, irritado con toda la situación.
—Te recuerdo que también es nuestro hijo, joder. —Otabek le puso la mano en el hombro para instarle a la calma. Yuuri respondió con una mala cara.
—¿Qué ocurrió? ¿Por qué no les dieron a Alexey? —Mila intercedió para evitar una nueva discusión ante los Yuris. Víctor ajustaba el seguro de su auto.
—No quisieron. Dijeron que solo sus verdaderos padres podría buscarlo —la mención de Otabek dejó a todos fríos, a todos menos Yuri que se sentía a punto de explotar.
—¡Le dijimos que somos sus padres! ¡También lo somos, maldita sea! ¡Alexey es tan hijo mío como de Víctor y de cualquiera de nosotros!
Yuuri entendió por fin de donde provenía el malestar de Plisetsky y le supo sumamente injusto. Una de las cosas que habían hablado con la directora del lugar fue de su situación personal y de los cuatro padres que tenía Alexey y a los cuales él reconocía como sus padres. Pensó que esa situación estaba aclarada, así que no tenía sentido alguno que tras empezar las clases eso fuera tema de conflicto.
—¿Pero porqué no quisieron entregártelo? —cuestionó Víctor, sorprendido también con la noticia—. Todo el personal sabe que también son sus padres y de hecho habíamos aclarado que ustedes vendrían a buscarlo.
—Alexey se peleó —explicó Otabek. Yuuri miró hacia la entrada del colegio con deseos de correr ya mismo para revisar el estado de su hijo—. Según dijo la maestra le partió la nariz al niño.
—¿Alexey hizo qué? —Victor y Yuuri preguntaron al unísono.
—Alexey le partió la nariz al pequeño matón que se le ocurrió decirle que su papi era una puta.
Ante las palabras del menor de los alfas, la expresión de Yuuri palideció. Por esa misma razón, Otabek y Yuri habían intentado resolverlo por su cuenta, sabía que a Yuuri no le caería nada bien la situación en cuanto supiera los motivos de la pelea. Mas no encontraron otra forma: la directora había ordenado no entregarles al niño y aún no podían hablar con ella. Tendrían que buscar a su hijo ellos mismos.
Mientras tanto, la directora del kindergarten se sentía entre la espada y la pared. Por un lado, realmente había querido apoyar a la familia del pequeño Alexey, pero por el otro, estaban los padres de familia que se oponían a que sus hijos fueran educados junto a un niño que crecía en un ambiente considerado inmoral. Ella también lo había pensado en un primer momento, no podía negarlo, pero al interactuar con el pequeño niño y darse cuenta de que él crecía saludable y rodeado de amor decidió informarse más al respecto. Tuvo extensas reuniones con Yuuri Katsuki y con cada uno de los alfas que participaban de la crianza del menor, incluso habló con Christophe Giacometti y la idea de realizar una colaboración con la universidad de Zurich fue planteada por el investigador, aunque aún no llegaron a un acuerdo.
La mujer realmente no sabía cuál decisión era la correcta, se perdía entre sus pensamientos y su propia postura ética mientras en la lejanía oía las voces sin forma de los padres del niño que había ofendido a Yuuri Katsuki llamándolo puta, una palabra impropia de un niño tan pequeño, que simplemente se dedicaba a repetir lo que oía de los adultos. Si esa era la manera en que la mayoría de los padres pensaba, ¿podría mantener un ambiente adecuado para la educación de los niños? Sabía que era injusto, pero sacar a Alexey tal vez fuera lo necesario; cortar el hilo por lo más fino en pos del bienestar de la mayoría.
Eso no era ético. Realmente no podía tomar una decisión en ese momento. El dolor de cabeza comenzaba hacerse presente mientras palabras que no comprendía llegaban a sus oídos como ruido; no tenía que prestar atención para saber el tipo de cosas que estaban diciendo los apoderados frente a ella, tan absortos en su monólogo moralista que no se detenían a esperar por lo que ella pudiera opinar al respecto. Mientras eso sucedía en su oficina, la directora sabía que en la calle dos hombres, dos alfas, perdían los estribos por no poder llevarse a Alexey; una orden que dio de manera apresurada con el fin de poder hablar con ellos una vez terminara de informar sobre lo sucedido a los padres del pequeño compañerito del Alexey, reunión que resultó más larga e incómoda de lo esperado.
Pero no quedaría allí.
—Como padres de familia no podemos permitir que nuestro hijo esté en contacto con ese niño —vociferó el omega, quien con su postura rígida y digna desde el otro lado del escritorio la miraba con superioridad, como si tuviera el derecho de darle órdenes y manejar las decisiones del centro educacional—. Golpeó a mi niño, eso muestra la clase de educación que está recibiendo en esa casa llena de inmoralidad y lujuria.
La puerta del despacho fue abierta con violencia, azotándose contra la pared y dejando ver a un alfa rubio de mirada enfurecida. Tras él, tres alfas más y un omega entraban precipitadamente en la pequeña oficina de la directora mientras su secretaria intentaba alzar la voz pidiendo disculpas por no haber podido detenerles.
—¿Me quiere explicar por qué no ha dejado que Alexey sea entregado a sus padres? —preguntó Yuuri intentando mostrar firmeza a través de sus palabras, aunque no podía evitar que la culpa y la rabia también se filtraran en esa pregunta.
—Necesitaba hablar con ustedes, creo que es mejor que estén los cinco presentes —respondió con calma la directora.
—Así que ustedes son los padres de ese niño —dijo la mujer alfa sentada frente a la directora. Yuri gruñó ante el tono de voz despectivo que ella utilizó para referirse a su hijo. No fue el único: Víctor sujetó a Yuuri cuando pensó que el omega podría ir a abofetear a la mujer y Mila escupió un insulto en ruso—. Ya veo porqué es tan agresivo, supongo que en su situación está acostumbrado a ver violencia… cuatro alfas y un omega, es un milagro que aún no se arranquen los ojos.
—Entre nosotros eso sería imposible —contestó Otabek en tono sereno, pero con una entonación más monocorde de lo habitual—. Pero a quienes desprecian a los que amamos, tal vez…
—Señores, por favor —intervino la directora—. Estamos frente a un asunto complejo e importante, es necesario la voluntad de todos para encontrar una solución satisfactoria.
—¡Voluntad! ¿Se negaron a entregarme a mi hijo y ahora me exigen voluntad? —gritó Yuri apretando los puños con fuerza, sus nudillos aún más blancos de lo habitual sobresalían con ímpetu mientras la quijada del rubio se tensaba.
—Pero qué tipo de alfa es ese que le permite a otro reclamar paternidad sobre su sangre —cuestionó con pedantería la alfa en su silla, mirando a Víctor y acusándolo con su mirada de no ser un verdadero alfa.
Un resuello lastimero escapó de los labios de Yuuri, la culpa de que uno de sus alfas fuera mirado con desdén lo lastimaba y la expresión asqueada de esa pareja lo ofendía. Pero Víctor no estaba dispuesto a dejarse provocar, él mejor que nadie sabía lo que valía Yuuri, el mismo, los otros alfas que lo acompañaban y la familia que habían construído; algo demasiado grande para ser comprendido por mentes pequeñas. Abrazó a Yuuri y depositó un beso en su cabello negro, luego miró a la directora.
—Antes de resolver cualquier asunto, exijo ver a Alexey —demandó.
Poco después la secretaria volvió con dos niños. Alexey inmediatamente corrió a los brazos de Yuuri quien se inclinó para recibir a su pequeño hijo. El niño se puso a llorar entre sus brazos mientras pedía perdón, pensando que su padre estaría triste por su comportamiento y que habría sido regañado por su culpa. En voz baja e íntima, Yuuri consoló a su pequeño mientras sus alfas los miraban atentos, resguardándolos con su presencia como si de una pared protectora se trataran.
La directora no pudo esconder la sorpresa que esa visión le causaba, cuatro alfas totalmente atentos a las necesidades del omega y su hijo, colaborando entre ellos y mezclando pacíficamente sus aromas protectores sin pizca de celos o agresividad hacia sus compañeros. La pareja que allí se encontraba no pudo evitar sentirse ligeramente impresionada por lo que veían. No obstante, el omega se puso de pie anunciando que se retiraban y la mujer alfa tomó a su hijo entre sus brazos para ser la primera en salir del despacho. El omega miró a Yuuri y en cuanto él levantó la mirada movió sus labios; la palabra puta se dibujó en ellos aunque su voz no lo dijera.
Yuuri abrazó a su hijo, Alexey era quien importaba en esos momentos y algunos besos en su suave cabello apaciguaron los arremolinados sentimientos que fluían por su torrente sanguíneo como lava a punto de estallar. Yuri, quien había visto el gesto del omega estuvo a punto de responder al insulto, pero Víctor tomó su mano.
—No frente a Alexey —advirtió suavemente. Yuri asintió, Alexey era también su hijo y, por muy enfadado que estuviera, no lo seguiría exponiendo a situaciones desagradables. Ahora debía pensar también por él.
—Bien —dijo Yuuri poniéndose de pie sin soltar a su hijo—. ¿Cómo vamos a resolver esto? —preguntó fijando sus húmedos ojos castaños en la mujer detrás del escritorio.
La directora lo miró y apretó sus labios, ella no tenía esa respuesta.
Apartamento de la familia — Agosto 22, 2022 / 17:45
Habían pasado varias horas desde que regresaron del colegio. Alexey solo tenía un par de moretones que habían tratado, pero no había dejado de llorar aferrado al cuerpo de Yuuri y Yuuri de llorar con él aunque en silencio y de forma resignada. Los cuatro alfas podían imaginarse ya las clases de pensamientos que atravesaba su pareja por culpa de aquella situación que todos catalogaron absurda.
Ahora, estaban en la sala tratando de pensar en sus opciones. Con esos padres que habían decidido oponerse a que Alexey estudiará con sus hijos, al considerar que los influenciarian de una forma inmoral, la dirección les había dicho que no deberían criar a su hijo con la idea de que tenían cinco padres. Que eso era… absurdo. Que los únicos dos padres de Alexey eran sus padres biológicos y que cualquier que fuera la relación de Yuuri con los otros tres alfas no debería estar ante los ojos de Alexey. La directora les expresó también sus inseguridades y los temores que tenía de que la situación se repitiese; pero no hubo más que reservas, juicio e incomprensión.
—Es injusto. —Finalmente dijo Mila, apretando el puente de su nariz—. Es injusto que por unos prejuicios absurdos no nos permitan ser sus padres. ¿Quién dice que una familia es de una única forma? Quién dijo eso no sabe nada.
—A mi me crío mi abuelo y eso no me hizo menos —murmuró Yuri, desanimado. Le había llenado de frustración ver ese rostro de Yuuri que mostraba a todas luces arrepentimiento de sus antiguas decisiones.
—Alexey no sufre de nada. Es un niño sano y vivaz como los otros, inteligente y muy curioso. —Quien habló fue Víctor, intentando calmarse con un par de tragos—. No tiene ninguna deficiencia ni trauma por convivir con todos nosotros. Es ridículo.
—¿Qué deberíamos hacer? —cuestionó Otabek. Quería soluciones, no más quejas—. Quizás deberíamos levantar una demanda.
—No quiero más juicios.
Los cuatros alfas miraron a Yuuri entrar a la sala después de estar en su habitación encerrado, intentando masticar toda esa desazón por su cuenta. Se sentó en el medio del mueble donde Yuri y Mila estaba acomodados y de inmediato los dos le tomaron las manos para acariciarselas. Víctor se acercó y se sentó en el borde de la mesa del centro.
—Esta bien, no más juicios si es lo que quieres, cariño —dijo Víctor, acariciandole la rodilla a su omega—. ¿Te sientes mejor?
—Sí, y acabo de hablar con Chris. Necesito pedirles disculpas… creo que me dejé llevar por todo esto y pensé cosas injustas.
—Cosas como qué. —Quiso saber Otabek. Ya lo imaginaba, lo conocían muy bien y el lazo había servido de puente para toda clase de sensaciones amargas que habían tenido que recibir en silencio—. ¿Cosas como que sería mejor que no estuviéramos aquí?
—Cosas como que era todo mi culpa… —murmuró Yuuri y soltó un suspiró—. Por más que he intentado, no puedo arrepentirme de tenerlos si los amo. Soy lo suficiente egoísta como para no querer que sea diferente.
—Te amamos así de egoísta —Víctor le sonrió al escucharlo. Los otros tres también se mostraron más tranquilos.
—Incluso Alexey preguntó porque no tenía dos papás como los otros, porque tenía a cinco papas. —Yuuri explicó, pero los cuatros alfas se tensaron al escucharlo, temiendo la respuesta de su hijo—. Le pregunté que si solo quería a dos papas, ¿saben qué me dijo? Qué le gustaba tener cuatro papas y una mamá. Le gusta que papá Víctor le abrace y lo llene de besos cuando hace algo bien, y que se duerma a su lado cuando intenta contarle un cuento. Que le gusta que papá Beka lo lleve en la moto y lo dejé tomar café. Que le gusta que papá Yuri se ponga a ver caricaturas con él y lo ayude con las tareas y que mamá Mila lo abrace para quedarse dormido en sus pechos. Le gusta que todos lo llevemos al parque, a comprar y a patinar… No puede ser malo esto, ¿no es así? No si nuestro hijo es feliz…
No, no podía haber nada de malo. Alexey crecía en un hogar donde el amor rebosaba, donde cada alfa tenía un papel importante en su crianza y lo habían criado como suyo, aún si su sangre solo compartiera genes de Víctor y Yuuri. Alexey crecía rodeado de amor y era feliz. ¿Cómo era posible que el mundo intentara hacerles ver lo contrario? Mila sonrió conmovida y con deseos de abrazar a su pequeño príncipe Alexey, llenarlo de besos y prometerle un enorme helado. Otabek se sentía orgulloso de su hijo y Yuri no cabía de la satisfacción. Víctor miró a Yuuri agradecido de haberle dado la oportunidad de tenerlo y consciente de que Alexey heredó la preciosa bondad de Yuuri. Solo por eso, valía la pena luchar.
Todos entonces concordaron que darían todo de sí para proteger no solo la felicidad de Alexey, sino sus derechos. Alexey no solo merecía tener una familia feliz y unida, tan unida como el toque de sus manos tomadas en un círculo para hacerse ver entre ellos que todos eran aliados en un mismo fin. Alexey también tenía derecho a una educación completa, donde pudiera compartir con otros niños y criarse como cualquiera de ellos. No podían rendirse al respecto, tampoco esconderse. Debían seguir demostrando al mundo que ellos no estaban en un error.
—Christophe me dijo que el odio viene del temor, y el temor de la ignorancia. Así que me hizo una sugerencia que creo bastante acertada —continuó Yuuri la conversación, mientras sentía el calor de las palmas de Mila y Yuri en sus manos, con el calor que le generaba ver a sus alfas también con las manos tomadas a su alrededor—. Dijo que le ofrecieramos a la directiva una charla con él y los representantes, para hablar sobre nuestro caso y mostrar una de la dinámicas que él tiene grabada de nuestra convivencia por la investigación. Mostrarles de qué modo crece Alexey, él asegura que no hay nada en las leyes de Suiza que puedan impedirnos tener a nuestro hijo en cualquier colegio ni cuidarlos entre todos. Yo estoy de acuerdo pero… quisiera saber que piensan ustedes.
—Wow Yuuri… —dijo Víctor, genuinamente sorprendido—. ¿Estás dispuesto a esto? Sé lo mucho que te gusta mantener nuestras vidas en reserva.
—Sí, pero tengo que demostrarle a nuestro hijo que no me avergüenzo de estar con ustedes. Aunque el mundo crea que soy un degenerado por esto, yo sé que no.
—No, solo eres degenerado con nosotros y amamos que sea así —bromeó Yuri y el resto rio comprendiendo el doble sentido de sus palabras. Yuuri se sonrojó deliciosamente, pero con un brillo divertido en sus ojos que les hizo sentir a los cinco que esa noche no dormirían temprano.
—Creo que es una buena decisión —Fue Mila la que habló. Había que concluir ese tema antes de pasar a otros menos complicados—. Si entonces no nos comprenden, ya será muy su problema.
Auditorio del Kindergarten Zurich — Agosto 26, 2022 / 08:21
—Esta es la rutina de Alexey Katsuki Nikiforov todas las mañanas —explicaba Christophe con su usual profesionalidad que no le quitaba un ápice de su carisma—. Despierta temprano gracias a su padre Víctor, quien lo levanta de la cama y le quita su pijama. Se lo lleva a la ducha que ambos comparten así alargando un momento de padre e hijo, mientras lo convence de que es buena idea ir al colegio y no quedarse en la cama. De la tina, lo saca su mamá Mila, quien empieza a secarlo con el paño y lo ayuda a lavarse los dientes.
Todo era relatado con las imágenes que aparecían en pantalla de una grabación reciente. El día era de la semana anterior, las cámaras ubicadas en los distintos puntos de la casa, les permitía ver la compleja dinámica de un hogar conformado por cuatro alfas y un omega. Había que admitirse que muchos llegaron a verla solo por el morbo y la curiosidad.
—Mamá Mila lo deja en brazos de papá Yuri, quien ya le ha preparado el desayuno. Para ese momento, ya mamá Mila le ha puesto su uniforme y le ha dicho lo guapo que es. En la mesa de comedor, Alexey comparte el momento con papá Otabek, quien ya le tiene preparado el morral con sus útiles mientras que papá Yuri termina de ordenarle su almuerzo. Para este punto, ¿dónde está su papá omega Yuuri? Bueno, papá Yuuri aún duerme, es el último en despertar y es Alexey el encargado de ir a buscar a su padre en la cama.
La figura del niño bajándose de la silla para correr hacia el cuarto donde su padre descansaba se vio en el auditorio. Aunque nadie había comentado nada al respecto, no era un secreto que la vida de Yuuri como omega de cuatro alfas fuese bastante movida en las noches, y que por eso mismo los cuatro alfas se habían solidarizado para que su omega pueda dormir un poco más en las mañanas, como recompensa por el placer recibido.
Allí, se veía la imagen de Alexey subiéndose en la cama de su padre para despertarlo con besitos en el rostro. Yuuri se mostraba adormilado pero feliz, mientras abrazaba a su hijo. Era una escena cualquiera entre un omega y su hijo, una escena común que ellos seguramente repetían en cada una de sus casas.
—Tras levantar a su padre, Alexey corre para tomar el morral, su lonchera y despedirse de sus cuatros padres. Papa Víctor lo lleva a su colegio para de regreso buscar a su esposo Yuuri, y papa Otabek o papá Yuri se encargan de buscarlos al mediodía, mientras que mamá Mila trabaja al lado de Víctor y Yuuri en su empresa personal.
—¿Y usted considera esto moral? —objetó una omega al levantarse, una mujer ofendida mirando el cuadro y el silencio de los presentes.
—Depende señora, ¿qué es moral para usted? Moral es lo políticamente aceptable por la sociedad —comenta Christophe con soltura—. Pero antes, en la sociedad, era moral enlazar a un omega que no se había desarrollado con un alfa mayor de edad. Era moral que un alfa tuviera varias familias a su vez, varios omegas enlazados. Era moral que un omega diera luz después de su primer celo. Eso era moral, en aquellos tiempo era lo políticamente correcto. Ahora no es así. —La mujer calló, sin argumentos—. La moral es solo una falsa política que busca decidir que es aceptable o no por encima de los derechos de las minorías. Antes era moral tener omegas de esclavos en casa de alfas y betas, era moral que los blancos alfas se sentaran en un sitio distintos a los alfas negros, pero nada de eso era justo, ni correcto.
—¿Pero por qué este caso es así? ¿Quiere decir que mi esposo podría en cualquier momento conseguir otro alfa y yo debo aceptarlo? —preguntó un alfa con franca preocupación. Su esposo omega, a su lado, le tomó la mano como si le confirmara que tal cosa no iba a ocurrir y Christophe les sonrió. Era raro ver una pareja que exudaba tanto amor en esos tiempos.
—No, no deben temer eso. El caso de Yuuri Katsuki es un caso especial, un omega que tiene la capacidad de recibir varios enlaces sin desarrollar aversión a ninguno de ellos, además de provocar un trabajo colaborativo como el que acaban de ver entre los alfas. Son casos bastantes contados, que no todos pueden tener. Nosotros estamos documentado esta y otras relaciones así para poder encontrar la manera que el gobierno les dé visibilidad, mientras tanto, están solos. Sin embargo, Yuuri Katsuki no quiere dejar de pelear ahora por los derechos de su hijo, que merece tener una educación digna como todos los demás hijos de Suiza. Y quiere que todos puedan tratarlo como lo que es, un chico común con una familia especial.
Los padres se miraron con cautela y un poco de escepticismos. Resultaba muy difícil poder comprender esa extraña dinámica, pero los omegas veían lo complicado que debió haber sido que los cuatros alfas se conjugaran de esa manera y hasta querían saber más al respecto por curiosidad, mientras los alfas aunque le parecía descabellado, debían admitirse que algo raro debían haber en esos cuatros alfas como para permitir eso.
Pero la atención de todos ellos se vio atrapada por la persona que llegó, un alfa altísimo de cabello castaño y ojos amables, que al subir al estrado abrazó a Christophe con un suave beso en sus labios. Una relación alfaxbeta, no muy común, pero que habían aprendido a visibilizarse.
—La universidad de Zurich habló con los directivos de este kindergarten para ofrecerles algo muy importante por su colaboración —habló Masumi, al tomar la palabra—. Podremos a favor de la directiva nuestro equipo de guías y psicólogos para atender cualquier problema que pudiera acarrear en sus hijos la presencia de Alexey en su salón de clase, además de ofrecerles charlas a ustedes como padres para poder darles las respuestas que puedan surgir en sus hijos al respecto. Gratuitamente. Me parece que es una forma justa.
—Aunque les comento que no lo van a necesitar —dijo Christophe con seguridad—. Hablé con el chico que se peleó con Alexey ayer y me confesó que esa forma de referirse al padre omega de Alexey la escuchó de su padre omega en la cocina. Los niños no nacen con prejuicios, estos prejuicios son creados en casa, por lo que escuchan de sus padres. Si ustedes no ven la familia de Alexey como extraña, sus hijos tampoco lo verán así.
—Y si no quieren que sus hijos estudien con Alexey, les ofrecemos una solución. Se pueden hacer cambios de cupos con escuelas aledañas, curiosamente estamos abriendo un pequeño sondeo sobre la cantidad de padres que estarían interesados con el programa que la universidad de Zurich le ofrece a esta institución y tenemos a varios dispuesto a cambiar sus cupos para aprovechar la oportunidad —agregó Masumi con una calma infinita que contrastaba con lo que se esperaba de un alfa. Christophe sonrió desde allí a la familia Katsuki Nikiforov que los veía desde la primera fila—. Estamos conscientes que solo ustedes como padres tienen derecho de escoger cómo quieren criar a sus hijos y su educación, no queremos imponerles nada.
Fue algo esperable el que varios padres expresaran su deseo de sacar a sus hijos del colegio para hacer un intercambio, no querían ni podían en ese momento asimilar esa posibilidad de que hubieran familias diferentes a las de ellos. Por fortuna, con el convenio que el kindergarten habían firmado con la universidad de Zurich, los directivos se encontraron complacidos con la idea de ser un pilar importante de la investigación y pioneros en ello; además de que no había forma que se aceptara una demanda por parte de los padres que no estuviesen de acuerdo cuando había un amparo legal, así que la posibilidad de ir a un juicio por ello fue casi nula.
Yuuri y sus alfas pudieron respirar en paz gracias a eso, aunque supieron que solo era otra de las batallas ganadas en un camino donde la guerra no había acabado. No mientras existieran prejuicios, no mientras la sociedad no los aceptara. Conscientes de ello, decidieron preparar a su hijo y a los que vinieran luego para sentirse orgullosos de ser quienes eran. Porque así, estaban seguros de que lograrían vencer.
Nota de autor:
Este fue el último extra para Juicio de Alfa. Gracias a las personas que aún recuerdan esta historia y estuvieron al pendiente hasta el final. He anexado el link para inscribirse a mi lista de correo en el perfil de fanfiction, así puede unirse si quieren saber más de mi trabajo y planes. Espero que quieran seguirme y apoyar mi camino de escritura.
