"¡Baja el florero lentamente o el gato dispara!"

Más conocida como…

¡Devuelve al perro!

Es una mera bitácora de los acontecimientos ocurridos después de que un arqueólogo decidiera echarle un ojo a la caja de Pandora en 2019, y soltar así otra de las tantas pestes que guardé allí con el obvio propósito de mantener a la humanidad a salvo… ah, estos asaltatumbas… bueno, ¿en qué iba? Ah, sí.

Los eventos narrados en esta ocasión fueron compilados por un escritor insomne al que "persuadí" para ello a través de unas cuantas pesadillas.

DRAMATIS PERSONAE

Seres sobrenaturales:

-Dios (Dios)

-Satan (EL Ángel Caído, el Adversario)

-Aziraphale (Nuestro ángel favorito y pésimo vendedor de libros)

-Crowley (Nuestro demonio favorito y temo que la serpiente más friendzoneada de la historia)

-Gabriel (ángel burócrata pasivo-agresivo)

-Beelzebub (ángel caído que necesita con urgencia unas vacaciones)

-Hastur (ángel caído, Duque del Infierno, todavía tiene un mal día)

-Asmoedus (ángel caído, Hedonista implantador de dudas)

-Zafkiel (ángel burócrata al que obviamente le vales verga)

-Tiberious (ángel caído, quiere desesperadamente un ascenso)

-Sophil (ángel, un pan de Dios)

-Dagon (ángel caído que ya no quiere saber nada de Crowley)

-Dorian (un vampiro maravillosamente soft)

Humanos:

-Newton Pulsifer (ex-soldado caza-brujas, dueño de casa ejemplar)

-Anathema Device (Ocultista y única top-vibes de toda la primera temporada)

-El Señor Young (un padre)

-La Señora Young (una madre)

-Mujer de la Verdulería (una mujer de una verdulería, pues claro)

Los ELLOS:

-Adam Young (El Anticristo, Destructor de Reyes, Ángel del Pozo sin Fondo, Gran Bestia, Príncipe de este Mundo, Padre de las Mentiras, Vástago de Satán y Señor de las Tinieblas, el líder busquilla del grupo)

-Pepper (los cojones del grupo)

-Wensleydale (la enciclopedia del grupo)

-Brian (Brian)

Y

Una compañía de teatro decadente, un par de no-binaries demasiado belles para describirles, un imitador de David Bowie, una bandada de oficinistas, un rebaño de demonios con sobrecargo de trabajo, un doppelgänger fuera de control y otras funestas criaturas

Y

-Perro (un satánico sabueso infernal, Terror de los gatos y razón por la cual se desencadenan todos estos acontecimientos)

-Gato (un gato)

.

(ok, ok, un muy buen gato)

.

.

CAPÍTULO 1: UNA RARA VISITA

[SÁBADO POR LA MAÑANA]

[TADFIELD]

Los ELLOS venían caminando tranquilamente cruzando la pradera con las suaves brisas del verano comenzando a notarse. Todo parecía indicar que sería un buen fin de semana. A pesar de que el grupo ya estaba bastante más crecido que en nuestra primera aventura (porque el paso del tiempo es inevitable excepto para mí) aún se reunían a jugar, lejos del alcance de otros chicos y chicas, no querían que les confundieran con niñatos infantiles que no quieren madurar, pero después de una funesta semana en la que Adam, El Anticristo, los hizo crecer con su magia satánica para saber qué se sentía ser adultos (eventos de los cuales prometieron jamás volver a hablar una vez que se ahogaron en alcohol y visitaron un cine XXX del cual salieron despavoridamente corriendo a vomitar) los ELLOS llegaron a la conclusión de que preferían alargar su infancia lo más posible. Perro corría libremente a lo lejos persiguiendo hojas sin saber lo que acechaba entre los árboles al inicio del bosque. Un desesperado demonio miraba al pequeño can sudando en frío, temía por su existencia, sabía el peligro que era hacer lo que iba a hacer, pero el pobre necesitaba con locura un ascenso.

Verán, el infierno es un lugar lúgubre y apestado de olor a café, lleno de almas en pena y gente sin dormir, ya saben, como cualquier Starbucks, pero sin nombres ingeniosos que escribir en un vaso o sucias políticas de empresa que te obligan a sostener falsas sonrisas. Y como cualquier empresa maligna es casi imposible lograr un ascenso, la mayor parte del tiempo ni siquiera con la muerte de un "colega" se puede tomar su puesto. Sin olvidar mencionar que está todo el nuevo problema con los humanos condenados que logran simpatizar lo suficiente al jefe para que los ubiquen como organizadores interinos y uno que otro ángel descarriado que baja hasta allí por apostar demasiadas veces al día. Tiberious era un demonio que no había logrado destacar en todos los miles de años de años que llevaba trabajando para El Adversario, su único gran logro a favor del mal había durado muy poco y la verdad, había pasado sin pena ni gloria a ojos del resto del comité maligno. Su única relevancia fue a manos de un puñado de sacerdotes en plena Edad Media. El pobre y flacucho demonio estaba tan harto de ser casi invisible (y llevar tanto tiempo siendo el chico de las copias) que había decidido que iba a ascender (aunque en el infierno el termino correcto es "descender") por mano propia. Así es que abandonó su nombre y lo cambió por Tiberious, no era algo muy común eso de cambiar de nombre, pero ya que aquella serpiente vanidosa de Crowley lo había hecho, ¿por qué no él? Armado con su nuevo nombre decidió cambiar su destino el mismo. Preparó un discurso maravilloso y caminó a paso rápido hasta la oficina del comité infernal, pero vaya sorpresa notó al ver el lío que tenían gracias a que cierto demonio en colaboración con cierto ángel habían anulado el apocalipsis. Nadie tenía tiempo de escuchar al bajo y flacucho Tiberious y su ensayado discurso.

Derrotado, el pobre demonio volvió a su cubículo, no sin antes dispararle corchetes a los nuevos llegados que lamían las paredes perdiendo el juicio. Un par de años pasaron y entonces, como iluminado por un rayo esperanzador, una idea creció en él. Investigó lo suficiente para desarrollar su infalible plan y subió a la tierra. Si nadie pensaba escucharlo suplicar por un aumento, él mismo se haría relevante.

En su oscura imaginación todo era perfecto, y ahora pondría en marcha su plan.

Cogió a un gato, lo metió en su saco y buscó a los ELLOS, a lo lejos notó como Perro se alejaba del grupo, "perfecto" pensó nervioso. Soltó al gato por las orillas del bosque y el Sabueso Infernal corrió hacia él a penas pudo olfatearlo. Tiberious espero entonces su oportunidad y a penas el can pasó a todo galope por su lado, lo metió en el saco y huyó a toda prisa.

[LONDRES]

Nuestra serpiente favorita recorría angustiado una y otra vez su departamento. Ya no era el mismo, hasta sus plantas lo comentaban, ya no las torturaba como antes, temían incluso que las cambiara por algo menos dañable… como un gatito. El pobre llevaba días planeando sus palabras.

"— Emmhhh, hola ángel, tenemos que hablar. No, no, no es nada urgente, es solo que ya llevamos siendo amigos por seis milenios y me preguntaba si querrías… ya sabes, ¡dejar de huir de mis indirectas como un cobarde!"

Se llevaba la mano a la cabeza nuevamente descartando ese dialogo.

"— Hola, ángel, con esto de la pandemia no hemos podido vernos y la verdad ya estoy hasta la madre de esperar, ¡me encantas!"

Negaba con su cabeza reprochándose que había podido tentar a tantos reyes y reinas en el pasado con sus bellas palabras y ahora que quería confesarle su amor a su eterno mejor amigo, pues, nada bueno salía. Cansado chasqueó sus dedos e hizo aparecer una botella de vino espumoso "Heidsieck" aún frío por el agua de mar. Lo destapó con odio y comenzó a bebérselo de golpe.

Una vez más tranquilo (o mejor dicho, alcoholizado) llamó valientemente a su querido amigo. La ansiedad lo golpeó como un bate al segundo pitido de espera. Estaba dispuesto a colgar cuando:

— Buenos días, Librería de A.Z. Fell a su servicio — nuestra serpiente se quedó muda —. ¿Aló? Vamos, diga algo, le escucho respirar — Crowley decidió huir hasta… —. ¿Crowley eres tú?

— Oh, lo siento, ángel. Mala recepción — balbuceó intentando recobrar la compostura.

— ¿Mala recepción? ¿No habrá sido otra de tus travesuras?

— ¿De qué carajos hablas? — contestó a la defensiva —. Ya no trabajo para esos sin vida, ángel.

— Lo siento, es que es difícil sacarse las malas costumbres, creo.

— Ángel, no tienes idea de lo mal que suena eso. Además, discriminador, también podría decir lo mismo — cada palabra le salía cargada de resentimiento —. ¿Ya sientes la urgencia de sacrificar algún primogénito en nombre de Ella?

— ¡Uhh! — bufó molesto nuestro ángel hedonista al otro lado del teléfono, con las cejas fruncidas y los labios torcidos de la molestia —. ¿Solo para esto llamabas?

— Oh, no… yo… — todo enojo desapareció de golpe. Ahora se reprochaba por haber sido tan hostil. Su voz se suavizó —. Te llamaba porque… porque… — Aziraphale esperaba atento y curioso al otro lado de la línea —. ¿Querrías salir a cenar conmigo?

— Oh. Tú sabes que me encantaría…

— Oh, vamos, ángel.

— … Pero la pandemia.

"¡Y otra vez con la jodida pandemia!" gritaba para su interior el pobre demonio.

— ¿La pandemia? Ángel… ni siquiera podemos enfermarnos.

— Pero no por eso vamos a ser unos irresponsables. Debemos dar el ejemplo, Crowley. ¿Ya olvidaste la última vez que estuvimos en una peste en que no hicimos caso?

El rápido recuerdo de la fiebre española volvió a la mente del de ojos de reptil. Por un simple antojo de buen vino y buena comida, ambos seres supraterrenales decidieron salir a visitar su taberna favorita, un par de negacionistas lo tomaron como una señal de que el virus no era real y así fue como para el día de misa, ni el cura del pueblo había sobrevivido. Crowley anexó el accidente como invención suya y logró ser felicitado por tres demonios y recibió un casi aplauso de Hastur en aquella ocasión, por poco y gana un ascenso.

— Ángel… — "te extraño" —. Está bien — "solo quería verte" —. Supongo que lo postergaremos para cuando se pueda — "¿por qué siento que para mí es más difícil que para ti?".

— Claro, mi amigo — de pronto una extraña molestia creció en el pecho del ángel, un reproche hacia su propia persona nació de golpe —. Aah, ¿Crowley?

— Dime — habló derrotado antes de colgar.

— ¿Y qué harás ahora? — "podríamos hablarnos por teléfono el resto del día… podría escucharte por días" pensó, mas nada dijo.

— Supongo que volver a dormir.

— ¿Dormir? Podríam…

— Nos vemos, ángel.

El ángel se quedó un momento más con el teléfono en el oído. ¿Qué estaba pasando con él? Por alguna razón ahora estaba furioso consigo mismo. Sin entender la razón fue a la cocina y se preparó un chocolate caliente con malvaviscos. Pero sin glitter comestible, no estaba de humor para tantos colores.

[LUNES AL MEDIODÍA]

[SOHO]

Aziraphale limpiaba algo aburrido algunas de sus estanterías cuando el sonido de la campana en la puerta principal llegó hasta él seguido del sonido de un par de pasos. "¡Un cliente!" pensó preocupado. Recordaba haber tapizado con carteles de "CERRADO por pandemia" por todas las ventanas y vitrinas de la librería. También recordaba haber cerrado la puerta TRES veces. Lo que nuestro querido ángel no sabía era que su nuevo cliente no era un simple cliente.

— Disculpe buen hombre, pero está cerra-do — Aziraphale perdió la voz en las últimas palabras al ver al sujeto de frente.

Era una persona totalmente andrógena, por su apariencia no se podía adivinar si era hombre o mujer o ambos o ninguno. Que fuera además tan ridículamente bello no ayudaba a concentrarse. De altura mayor al ángel, cuerpo atlético y piel trigueña, ligeramente bronceada, rasgos posiblemente latinoamericanos, gafas oscuras y un cabello plateado hermosamente cuidado en un corte mohawk con trenzas vikingas entremedio del ondulante pelo. Manos largas terminadas en uñas filosas y pintadas de negro. La persona frente a nuestro vendedor de libros se ajustó los lentes soltando una sonrisa traviesa y alegre. Una sonrisa atrayente y demasiado segura de sí misma.

— Oh. Me acomodan más los términos neutros, librero. Pero entiendo la situación — sonrió nuevamente.

— Mil disculpas, ¿con "elle" estaría bien?

— Tranquilo, los pronombres masculinos tampoco son de mi desagrado — comentó echando un ojo sin disimular a los libros.

— Temo, joven, que la librería está cerrada. Deberá irse.

La extraña persona en la entrada olisqueó el viciado aire de la tienda y su sonrisa pasó a ser notoriamente más traviesa.

— No te quitaré mucho tiempo, la verdad. Es solo que busco a un muy viejo amigo, y… — sin el menor de los pudores, avanzó hasta invadir el espacio personal de Aziraphale para olerlo rápidamente —. Y tú hueles ligeramente a él.

El pobre rubio se llevó instintivamente la mano al cuello y se alejó un par de pasos, rojo de vergüenza.

— ¿De-de qué estás hablando?

— Hablo de cierta serpiente que tú y yo parecemos conocer — la melosa voz neutra del extrañe sonó demasiado sediciosa para el gusto del ángel.

[CONTINUARÁ]