Tras un largo periodo de tiempo sin escribir, en donde tuve un dificil semestre en la universidad, incluido un paro de estudiantes, he regresado para publicar el primer capítulo de la siguiente parte de esta historia. Para la gente que esté comenzando a leer esto sin haber leído las partes anteriores, les recomiendo que empiezen a leer a partir de Poké Wars: La Supervivencia para poder entender mejor el contexto y sus personajes. Todos los derechos de Pokémon y sus personajes le pertenecen a sus respectivos dueños y autores. Mientras que los derechos sobre Poké Wars les corresponde a su autor original Cornova.


Parecía que no se podía hacer nada al respecto.
Pero tan sólo quedaba una cosa por hacer:
Persistir.

De Regreso en Casa

23 de Septiembre

Arthur entró a la cancha principal del gimnasio deportivo que había sido facilitado por las autoridades del Reino Espejismo para que Batuo, su maestro, y él pudiesen entrenar. El cual era entre otras funciones, hacía de cancha de baloncesto principalmente, pero no de gimnasio pokemón como el término podría insinuar. Al otro extremo de la cancha se encontraban sentados sobre una colchoneta Batuo y Medicham, los cuales se encontraban esperándolo. Arthur se detuvo ante ellos y saludó con una reverencia respetuosa a su maestro y a su compañero.

—Sifu, es un placer verlo recuperado.

—Y para mí lo es poder reunirnos como maestro y aprendiz otra vez después de mucho tiempo. Toma asiento Arthur, tenemos mucho de qué hablar —respondió el maestro monje invitándolo a sentarse delante de los dos.

Arthur se sentó delante de ellos. En verdad habían sucedido muchas cosas desde la última vez que habían conversado. En donde ellos habían tenido que enfrentarse a hordas de pokemón salvajes mientras ayudaban a las expediciones del Reino Espejismo a buscar supervivientes de la remoción de los limitadores. Incidente el cual le había otorgado a los pokemón poderes increíbles y devastadores, además de un instinto asesino que los instaba a acabar con todos los seres humanos que encontrasen. Los tres en realidad procedían de Ciudad Petalia, pero con la remoción de los limitadores, habían logrado huír junto con un puñado de supervivientes a la seguridad del Reino Espejismo.

Sirviendo en una de las expediciones militares junto con sus pokemón, Arthur se había reencontrado con viejos amigos: Nick y Claudia. A la cual la última no había visto desde hace más de siete años. También había resultado que Max, el hijo de Norman, ex-Líder de Gimnasio de Ciudad Petalia, se había colado en la expedición y junto con él se habían encontrado con un viejo amigo suyo: Jirachi, el pokemón de los deseos. Finalmente, habían tenido que enfrentarse a un misterioso ejército de pokemón salvajes liderados por Alakazams que a las órdenes de sus amos deseaban capturar a Jirachi. Y tras una serie de batallas cruentas, habían conseguido huir de regreso al Reino Espejismo. En el caso de Batuo, se había unido a una expedición en dirección a Pueblo Verdegal, el cual había sido invadido por una horda de Swalots alterados por la remoción de los limitadores. Donde tras un intenso combate, la horda había sido detenida pero la ciudad había sido borrada completamente del mapa en el proceso.

—Sifu, le pido disculpas por mi atrevimiento, pero necesito saber algo. Desde que regresó, he oído muchos rumores sobre lo que sucedió en Pueblo Verdegal y me gustaría que me pudiese confirmarlo usted mismo… ¿En verdad lo destruyó completamente para poder repeler a la horda de Swalots? ¿Es eso cierto?

Arthur se encontraba igual de sorprendido que los demás. Ya que a pesar de que él era aprendiz de Batuo, sabía muy poco al respecto de aura y las capacidades de su maestro en ella. Eran cosas que según él había dicho, le serían instruidas más a fondo cuando terminase su entrenamiento básico.

Batuo sencillamente asintió.

—Lo es aprendiz. Medicham y yo tuvimos que destruirla y eso hicimos.

—Pero… ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo es posible que exista algo tan poderoso capaz de destruir una ciudad entera?! —preguntó Arthur aún incrédulo.

Esta vez Medicham tomó la palabra.

—Lo que utilizamos fue una de las técnicas más poderosas que disponemos los Monjes Guardianes. Tan así que esta y las demás son normalmente conocida como las Técnicas Prohibidas o las Técnicas de Chi Definitivas.

Medicham no había utilizado telepatía o alguna forma de comunicación no sonora: Había hablado tal cual como lo hace su especie y las demás especies de pokemón, y Arthur lo había entendido completamente. Era una de las tantas cosas extrañas que le habían ocurrido a todos los que tenían a un pokemón durante las expediciones militares del Reino Espejismo.

—Aprendiz… ¿Recuerdas algo de lo que hablamos hace mucho tiempo sobre las características del chi? —preguntó Batuo. En donde chi es la de la palabra utilizada en la tierra de donde procede para referirse al aura—. ¿Acerca de las frecuencias de aura que poseen todos los seres vivos?

—Sí, aun recuerdo… —contestó Arthur—. Todos los seres vivos que poseen aura tienen una frecuencia determinada correspondiente a cada uno de los tipos elementales que presentan los pokemón. Incluidos los humanos.

—Así es, Arthur. Todos los pokemón tienen chi o aura, el cual resuena a, o a las frecuencias correspondientes al tipo elemental que son. Así pues, un pokemón tipo fuego presenta un aura que resuena en la frecuencia de fuego. Y si es fuego y volador a la vez, resuena en las dos frecuencias. — prosiguió Batuo su explicación.

—Es justamente este motivo por el cual los pokemón pueden ocupar sus ataques elementales. Porque ellos pueden manipular hasta cierto punto el aura que emana de sus cuerpos y canalizarlo en ataques que corresponden al tipo que tienen. Aunque también muchos pokemón, dependiendo de la especie, pueden manipular el aura que tienen y modificarlo al de otras frecuencias para poder realizar ataques que no les corresponde a su tipo. Es así como pokemón tales como un Gyarados puede ocupar ataques como Lanzallamas a pesar de no ser tipo fuego. —añadió Medicham.

—Y en el caso de los humanos —continuó Batuo—. Cada uno tiene su propia frecuencia de aura que resuena entre las frecuencias de los tipos elementales de los pokemón. En donde la técnica que utilicé para destruir pueblo Verdegal corresponde a la Técnica Definitiva de los monjes de tipo planta, mi frecuencia elemental, llamada Resplandor Solar. Y es una técnica que sólo se le enseña a los monjes que han llegado al rango de maestros, porque sólo ellos tienen el poder y posiblemente la sabiduría de saber cuándo o no utilizarla. Ya que como acabas de aprender, su poder destructivo no tiene comparación.

Arthur guardó silencio durante un rato para poder asimilar lo que había oído.

—Sifu, también quiero hablarle de otra cosa… No sé si usted lo ha notado, pero aparte de que de repente muchos empezaron a entender y a hablar con sus pokemón, muchos incluido yo hemos empezado a sentirnos mucho más fuertes y resistentes de lo que éramos antes… ¿Ha notado eso también?

—Sí aprendiz, lo he notado. Es más, Medicham y yo hemos sido conscientes de estos cambios mucho antes de que se manifestaran y que los demás se diesen cuenta.

—¿En verdad? —preguntó Arthur sorprendido.

—Es cierto lo que digo. Pocos días después de que ocurriese la remoción de los limitadores, cuando estábamos viajando en la caravana. Pude notar en medio de mi meditación diaria una sutil, pero masiva perturbación en el aura de todos nosotros que resonó a nivel global. Medicham también lo sintió, aunque fue necesario que estuviésemos meditando para que pudiésemos hacerlo. Si no hubiese sido así, es probable que esta haya pasado completamente desapercibida. Al principio nos sentimos confundidos por lo que le había sucedido, pero decidimos no darle mayor importancia porque éramos incapaces de saber las consecuencias de lo que había ocurrido en ese momento.

—¿Dice que fue algo a escala global? Suena sospechosamente similar a la remoción de los limitadores de los pokemón… —reflexionó Arthur.

—Ambos incidentes han sido muy semejantes entre ellos. —prosiguió Medicham—. Pero con las principales diferencias que la remoción de los limitadores de los pokemón fue algo enorme y violento que se sintió como una enorme explosión que los azotó a todos ellos incluido a mí. El segundo incidente fue diferente, ya que en esta ocasión solamente afectó a humanos. Y a pesar que fue a la misma escala que el primero, fue ejecutado de tal forma para que casi nadie pudiese darse cuenta de lo que había ocurrido.

—Además —regresó Batuo—. Fue con el paso del tiempo que pude empezar a notar los cambios que el segundo incidente había empezado a obrar en mi cuerpo. De a poco, sentía que con cada día que pasaba, mi aura y mi cuerpo se volvía cada vez más poderosos. En donde aquella perturbación estaba obrando en nosotros, modificándonos, cambiándonos para hacernos más fuertes y capaces. Pero de tal forma y con la lentitud suficiente como para que no sufriéramos el mismo dolor que le había ocurrido a los pokemón, y no nos diésemos cuenta hasta que el proceso hubiese terminado. Finalmente, cuando tuve que enfrentarme al Swalot gigante, sentía como si mi cuerpo hubiese rejuvenecido treinta o cuarenta años cuando estaba a mi máxima capacidad. Lo que me permitió poder enfrentarme a él y aguantar de una forma que hubiese sido imposible de otra manera.

A Arthur se le pasó algo intrigante por su mente.

—Un momento… hemos aprendido recientemente que había sido un pokemón legendario, Ho-Oh, el responsable de la remoción de los limitadores de los pokemón. Y que este trabaja con otros tales como Uxie, el líder de los Alakazam que nos atacaron y que quieren exterminarnos. Si Ho-Oh fue responsable del primer incidente, entonces… es muy probable que el segundo haya sido realizado por alguien que esté en contra de él. Que en realidad no estemos luchando solos, sino que a lo mejor tengamos aliados que quieran ayudarnos…

—Si eso fuera cierto aprendiz, sería en verdad algo muy esperanzador. Pero mientras no tengamos evidencia de que aquello sea cierto, no es más que una simple suposición por muy bien que suene. Ahora bien, cambiando de tema, quiero hablar un poco sobre tu entrenamiento...

Arthur tragó saliva algo nervioso y puso atención.

—Si Sifu... ¿Qué sucederá con mi entrenamiento a partir de este momento?

—De partida, quiero decir que estoy muy aliviado de que hayas podido regresar sano y a salvo. Me han hablado de los múltiples desafíos y penurias que tuvieron que pasar durante la expedición. Además, he podido comprobar cómo has cambiado desde que partimos de Ciudad Petalia. Puedo ahora ver que en tu mirada tiene los ojos de un guerrero...

Arthur sonrió alagado por esto último, por lo que procedía a honrar a su maestro con una leve reverencia.

—Muchas gracias Sifu, me honra mucho con sus palabras...

Pero Batuo frunció el ceño, a la vez que Medicham comenzaba a mirarlo con una expresión de reproche.

—No era mi intención que tomaras aquello un cumplido, aprendiz... Es más, debo decir que estoy muy decepcionado contigo, Arthur... —contestó el monje a la vez que se erguían los dos delante de él y lo miraban seriamente

Entonces Arthur irguió la cabeza aturdido, sin entender lo que acababa de ocurrir.

—¿Eh? ¿Pero qué está diciendo? ¿A qué se refiere con que lo he decepcionado?

—¡¿Acaso no te has dado cuenta?! —le dijo Batuo alzándole la voz—¡He oído de los demás acerca de tu comportamiento mientras los acompañabas en la expedición! Y no me ha gustada para nada lo que he oído...

Arthur agachó la cabeza asustado. Dándose cuenta que Hagen y quien sabe quien más había hablado con su maestro sobre lo acontecido en la última batalla.

—Perdóneme Sifu... —musitó Arthur temeroso y avergonzado— Soy muy consciente de lo mal que actué en la última batalla y estoy sumamente arrepentido...

—¡Esto va mucho más allá que eso, Arthur! ¡No sólo estuviste apunto de arrojar tu vida en vano! ¡Si no que también por lo que los demás me han dicho, me he enterado que has sido repetidamente soberbio, impulsivo y arrogante con ellos! ¡Pensaba que después de todos estos años bajo mi tutela, había logrado conseguir cambiar algo en ti! ¡Pero por lo visto en el fondo no has cambiado nada y sigues siendo igual de inmaduro que el Arthur que se presentó por primera vez delante de mí!

Arthur sentía en su interior cómo cada una de las palabras de su maestro era como un puñetazo en el vientre. Dejándolo sin aire e incapaz de actuar.

—¡No puedes esconderme nada de mí, Arthur! ¡A través de tu aura puedo captar todas tus emociones y pensamientos a mi voluntad! Estoy muy decepcionado de tu compartimiento, aprendiz... También seré honesto contigo: En una situación diferente, ahora mismo habría dado por terminado tu entrenamiento básico, y hubiéramos comenzado con los preparativos iníciales del ritual para liberar tu aura interior. Pero en esta situación... diría yo más bien que debemos comenzar desde cero...

Arthur simplemente no pudo aguantar más.

—¡¿Y qué quería hiciese entonces, Sifu?! —exclamó Arthur desesperado— ¡No solamente perdí a mi Gengar y creí que había perdido a Alakazam también! Sino que también... está... está...

—Claudia... ¿Verdad? —preguntó Batuo terminando la frase por él.

Arthur dejó de lloriquear y enmudeció completamente.

—Si... —contestó asintiendo.

Batuo suspiró profundamente, calmándose de su enojo para proceder a volver a sentarse en la colchoneta junto con Medicham.

—Parece ser que incluso después de todos estos años, aún no has podido dejar atrás aquél día...

—Creí que lo había superado Sifu... que después de todo este tiempo, había conseguido dejarlo... —contestó Arthur triste.

—Pero no fue así. El hecho de volver a ver a Claudia ha hecho resurgir las emociones que habías enterrado en tu corazón. Emociones las cuales pensabas que te habías desecho, pero que en el fondo siempre continuaron estando allí latentes ¿No es cierto? Es porque no has podido dejar el pasado atrás que aquellas emociones de rencor, impulsividad y arrogancia te siguen dominando. Son estas emociones negativas las que impiden y detienen tu progreso, Arthur. Mientras no consigas superarlas, nunca podrás conseguir liberar tu aura interior, terminar tu entrenamiento y convertirte en un monje.

—¿Entonces qué puedo hacer, sifu? ¿Acaso no tengo esperanza de poder convertirme en uno?

—La hay Arthur... y esta se encuentra justamente aquí: Claudia misma. Después de más de siete años, ella vuelve aparecer para hacerte reencontrarte con tu pasado. Entiendo que lo qué ocurrió aquel día y lo que ella te hizo fue muy doloroso para ti. Pero mientras sigas atrapado en él, y le sigas guardando rencor a ella, nunca podrás seguir adelante y mirar hacia el futuro. Solamente enfrentándola directamente, cara a cara, serás capaz de superarlo.

—Pero... ¿Cómo? ¿Cómo puedo hacer eso?... Han pasado tantos años, Sifu... ¡Ni siquiera sé cómo empezar o qué hacer!

—Entiendo que esas heridas aún son muy profundas y que todavía no han cicatrizado. Pero lamentablemente Arthur, esto es algo que solamente tú y ella deben hacer por cuenta propia. Se valiente Arthur... sé que tu puedes hacerlo. Tómate tu tiempo si es necesario, pero recuerda: Mientras no consigas dejar tu pasado atrás, nunca podrás convertirte en un monje.

Arthur asintió.

—Entiendo...

Batuo y Medicham volvieron a erguirse.

—Esto es todo lo que puedo hacer por el momento, aprendiz. Nada más. En el momento que lo hayas conseguido y estés en paz contigo mismo, te estaremos esperando para seguir con el siguiente paso de tu entrenamiento. Ojalá que Paoxi te dé la sabiduría necesaria para que puedas tomar la mejor decisión.

Arthur se levantó de la colchoneta, y tras despedirse de su maestro con una reverencia. Procedió a retirarse del gimnasio.


Steven Stone se encontraba sentado en el sillón de su habitación del Palacio Real del Reino Espejismo, leyendo intrigado los últimos reportes del profesor Cozmo acerca del meteorito que los dos habían encontrado antes de ser rescatados por expedición militar que había organizado el reino, y acompañado de una taza de té proveniente de una mesita cercana. Día tras día, Cozmo trabajaba en el Instituto Real de Geología del Reino Espejismo, asegurándose de enviarle los informes de los últimos hallazgos encontrados. Los cuales de a poco iban revelando sus secretos.

Jirachi, el meteorito y el Cometa del Milenio... Claramente existe una conexión entre los tres y posiblemente compartan un origen común. A este paso, es muy probable que Jirachi no sea de este planeta, si no que provenga del mismo sitio que los dos primeros: de las estrellas más allá de este mundo... —pensaba.

Pera había algo que le intrigaba de todo esto y que no podía evitar darle vueltas en la cabeza. No era la primera vez que oía de rocas de gran poder provenientes del espacio exterior. Entre ellas, estaban las piedras lunares que permitían que ciertos pokemón pudiesen evolucionar. Pero existían otras piedras parecidas, aparte de las piedras evolutivas, que poseían unos efectos mucho más interesantes.

Steven terminó su taza de té, procedió a sentarse esta vez en un escritorio junto a su cama y a encender una computadora portátil que había traído entre sus cosas a la expedición del profesor Cozmo en búsqueda de meteoritos.

—Menos mal que aquí en el reino todavía hay electricidad... —se dijo a sí mismo.

Entonces comenzó a buscar algo entre sus archivos hasta que dio con él: era una carpeta con fotos y documentos de un lugar en la región el cual había ido a ver antes que ocurriese la remoción de los limitadores, de uno llamado el Pilar Celeste. Las fotos mostraban imágenes de una seria de grabados tallados en las paredes de la estructura ancestral. Los cuales habían sido realizados por una antigua tribu de personas llamadas el Clan Meteoro, conocidos también algunas veces como el Pueblo Dracónido. En donde los grabados de los murales contaban la historia de su pueblo y la de su adoración a Rayquaza, el pokemón legendario.

Por lo que se sabía de las interpretaciones realizadas a estos murales, contaban cómo en tiempos ancestrales el mundo había sido amenazado constantemente por lluvias de meteoros y el conflicto eterno entre Groudon y Kyogre. Estos meteoritos poseían y emanaban un extraño poder, el cual había atraído a Rayquaza y detenido el combate entre los dos pokemón primigenios. Salvando al mundo de la destrucción y ganándose el aprecio y la alabanza del Clan Meteoro. Posteriormente, Groudon y Kyogre habían resurgido de nuevo y vuelto a comenzar a luchar, amenazando al mundo otra vez. El Clan Meteoro rogó que Rayquaza regresara y los salvase como la vez anterior. Rayquaza oyó sus plegarias, y atraído por la luz de uno de los meteoros que había caído en tiempos ancestrales, esta hizo que cambiase de forma. A una apariencia completamente distinta, y obtuviese un enorme y aterrador poder con el cual logró repeler a los dos pokemón ancestrales por segunda vez.

Steven se fijó en la imagen del mural que mostraba al Rayquaza con su nueva apariencia.

—Megaevolución... —fue la palabra que salió de sus labios. —Megaevolución... el poder que hace cambiar de apariencia y darle nuevos poderes a los pokemon del cual se habla tanto en la región de Kalos. Y que según nuestras leyendas, provino del espacio exterior a partir de meteoritos que contenían las piedras especiales necesarias para realizar aquella transformación: las megapiedras y las piedras activadoras. ¿Podrían estar relacionados Jirachi, el metorito y el cometa del milenio con ellas?

Pero entonces recordó otra cosa. Hace tiempo, interesado por las megapiedras y la megaevolución, se había comunicado con el mayor experto en el mundo que conocía de esta materia: el profesor Sycamore de la región de Kalos. Este le había contado la historia de su región del origen de las megapiedras y la megaevolución que se contradecía con la de las leyendas del Clan Meteoro en Hoenn. Según el profesor, las megapiedras habían nacido de piedras evolutivas que fueron trasformadas por la energía liberada por un arma de destrucción masiva utilizada por un antiguo rey kalosiano hace tres mil años atrás: el Arma Definitiva. La cual había sido activada absorbiendo la energía vital y matando a incontables pokemón inocentes en el proceso. Las dos historias relataban dos orígenes distintos para una misma cosa. ¿Acaso una de las dos historias era incorrecta, o existía algo en común que las uniese y diese sentido?

Entonces de súbito, una idea tanto aterradora como sorprendente se apareció y recorrió su mente con la intensidad de un rayo. Dejándolo aturdido por breves instantes y haciendo que un escalofrío bajase por su espalda.

—Y si acaso... ¿Las dos historias tuviesen razón?

Entonces desesperadamente, Steven se levantó del escritorio y comenzó a rebuscar entre sus cosas. Hasta que finalmente halló lo que buscaba. Era una cajita, la cual tras abrirla, reveló que contenía un piedra redonda y traslúcida con una apariencia que recordaba a la de una canica: una megapiedra. La cual había encontrado poco después de la batalla de la laguna, en la cual Jirachi los había salvado a todos con su intervención, y que hasta el momento no se la había mostrado ni contado nada de ella a nadie salvo a Cozmo. Al cual le había pedido que analizase y le informase sobre su composición en secreto. Esto se debe a que Steven había encontrado la megapiedra sobresaliendo de un trozo de roca fundida y aún caliente creada por el ataque de Deseo Oculto de Jirachi, la cual él estaba seguro que no había estado allí antes de la batalla.

Steven rebuscó entre los papeles de los que Cozmo le había enviado hasta que halló el que describía los resultados del análisis de la megapiedra. Los cuales habían arrojado que la composición de esta correspondían con la de una piedra evolutiva. Y que geológicamente hablando, esta era completamente nueva.

—No puedo creerlo... Puede ser que... ¿Jirachi haya creado la megapiedra con su ataque al igual que como el profesor Sycamore me explicó?

Finalmente, el documento terminaba diciendo que la megapiedra era específicamente una Metagrossita. Las conclusiones de su idea comenzaron a caer a raudales sobre su cabeza.

Las megapiedras provienen del espacio exterior, al igual que el meteorito, el Cometa del Milenio y posiblemente Jirachi... La energía del ataque de Jirachi, la cual proviene del Cometa del Milenio y que comparte con el meteorito hallado por mi y Cozmo, creó esta megapiedra... Según las historias de Jirachi y el Cometa del Milenio, este utiliza su energía para estabilizar y mantener el ecosistema de Forina en Hoenn... Y la energía del Arma Definitiva del rey kalosiano creó las megapiedras de esa región a partir de la energía vital de muchos pokemón... ¡Entonces las dos teorías tienes razón! ¡Todo está conectado entre sí!¡Al final todo se resume en energía vital!

—Todo... Incluido el proyecto que mi padre y la Compañía Devon han estado investigando y desarrollando por años... La misma energía que utilizó el rey kalosiano hace tres mil años para activar su arma... La Energía Infinita...

Steven guardó en su lugar la megapiedra, lamentándose de no poseer actualmente la piedra activadora necesaria para poder utilizarla en caso que la llegase a necesitar. Entonces procedió a salir de su habitación para dirigirse al Instituto Real de Geología para discutir sus teorías con Cozmo. Pero tras abrir la puerta, se encontró a Julie, la cual parecía haber estado a punto de tocar la puerta.

—Ah, Julie ¿Me estabas buscando?

Julie era la mujer que los había recibido él y a Cozmo en su rancho poco después que ocurriese la remoción de los limitadores.

—Este... sí... —contestó ella con algo de timidez— Quería ver si a lo mejor tenías algo de tiempo libre para hacer algo juntos o algo por el estilo...

Steven suspiró, era evidente que Julie había comenzado a fijarse en él desde el día que se habían conocido, y al parecer tampoco había hecho mucho al respecto para ocultarlo.

—La verdad es que ando algo ocupado ya que iba en dirección al Instituto de Real de Geología para ver a Cozmo y discutir algo sobre el meteorito. Pero ahora que estás aquí... la verdad es que podría aprovechar de hablar algo importante contigo en el camino...

Aquello tomó a Julie por sorpresa.

—¿En serio? ¿Sobre qué?

—Sobre los dos, acompáñame.

Ella, algo nerviosa, comenzó a seguir a Steven hasta que finalmente salieron del palacio y llegaron a los jardines de este. Finalmente, Steven se detuvo en un sitio donde pudiesen hablar a solas los dos tranquilos.

—Muy bien Julie, a lo mejor esto suena algo un tanto brusco, pero considero que es necesario hacerlo. Julie, no creas que no me he dado cuenta que últimamente has estado interesada en mí...

Tras oír esto, Julie no pudo evitar sentirse avergonzada y sonrojarse.

—¡¿Eh?! ¿Pero qué dices? No sé de qué me estás hablando...

—Tranquila Julie, soy consciente de que estas cosas a veces pasan y no he podido evitar notarlo.

Un momento... ¿Tan evidente he sido? Y por Arceus... ¿Por qué me está diciendo esto ahora de esa manera? —pensó ella.

—Julie, en verdad aprecio la amistad que hemos tenido hasta ahora y agradezco que nos hallas recibido en tu rancho a Cozmo y a mí cuando más lo necesitábamos. Pero justamente por la amistad que tenemos, me veo obligarte a decirte algo importante que debes tener en cuenta sobre mí.

—¿Acerca de qué?

—Que lamentablemente, una relación entre los dos es imposible. Qué irremediablemente solo puedo considerarte como a una amiga.

Julie sintió esto último como si le hubiesen arrojado un balde de agua fría.

—¡¿Qué?! Acaso... ¿No te gusto?... —preguntó adolorida por dentro.

—Julie... no dudo que en verdad eres una mujer hermosa y encantadora... Pero debes saber que lo nuestro es imposible, porque lamentablemente para ti, ya estoy en una relación con alguien que me es importante de antes que nos conociéramos. Por lo que me es imposible aceptar tus avances. Lo siento Julie, sé que esto debe de ser doloroso para ti, pero debía decirte esto para evitar que siguieses haciéndote ilusiones conmigo.

Julie, con el corazón roto, se encontraba intentando contener las ganas de llorar.

—¿Quien es ella?... ¿Sabes si es que se encuentra bien?... —preguntó entre sollozos.

—Digamos que ella ha sido una compañera de trabajo de la cual he sido amigo por mucho tiempo. Y que desde hace un par de años hemos estado saliendo, aunque muy pocas personas conocen de nuestra relación, por lo que es de entender que como Campeón de la Liga Pokemón de Hoenn no te hayas enterado. Y sobre si ella está bien... la verdad es que no lo sé... Pero si lo está, estoy seguro que se encuentra en Ciudad LaRousse junto con mi padre y el resto de la Compañía Devon... Por lo que no pienso quedarme para siempre en el Reino Espejismo... Algún día debo salir de aquí para ir a buscarlos, aunque sea lo último que haga...

Por el tono de voz de Steven, Julie podía notar que la persona a la cual se refería era en verdad importante para él, para dolor suyo.

—Perdón Julie por haber sido tan brusco contigo con todo esto, pero era necesario hacerlo...

—Lo sé Steven... entiendo que era necesario que supiera esto... Pero aún así... — pero los sollozos impidieron que ella terminase la frase.

—Escúchame Julie que volveré a repetirlo: Eres una mujer hermosa y estoy seguro que a muchos hombres les gustaría estar contigo. Lo nuestro no puede ser a lo mejor, pero eso no impide que puedas conocer a alguien más que pueda hacerte feliz. Ahora, si me disculpas, debo irme que debo ir a ver a Cozmo. Me imagino que ahora necesitas un poco de tiempo a solas. Así que nos vemos... Lo siento Julie...

Entonces, tras haberse ido Steven, ella rompió a llorar desconsolada.


—¿Que pasa Arthur? ¿Por qué esa cara tan larga? —preguntó Andrés.

—No me fue tan bien con mi sifu como me hubiese gustado... Me dijo que en teoría mi entrenamiento está listo, pero que por lo visto todavía no estoy preparado para convertirme en monje... —le respondió a su amigo.

Los dos se encontraban sentados sobre una banca en medio de una de las calles atestadas de gente del Reino Espejismo. Una visión que los dos antes de llegar reino, pensaban que no volverían a ver después de la remoción de los limitadores.

—¿Y eso? ¡No puedo creer que haya dicho tal cosa! ¡En verdad no creo que hay otra persona más apta que tú para convertirse en Guardián de Aura, Arthur! ¿Por qué piensa eso?

—Porque dice que estoy demasiado contaminado de emociones negativas como para poder realizar el ritual que me permite liberar mi aura...

—¿Emociones negativas? ¿Como cuáles?... Oh... No me digas que...

—Si... ella...

—Claudia... —musitó Andrés, enfureciéndose en el proceso—¡No me digas que por culpa de ella no puedes terminar tu entrenamiento! ¡No es justo, no te mereces que ella te siga perjudicando!

—Andrés... ¿No recuerdas que alguna vez los tres fuimos amigos?

—Sí, lo sé... —contestó tranquilizándose un poco—. Pero después de lo que ella te hizo... ya no se merece tu amistad o la mía, y mejor que siga siendo así. Eso no se la hace a tus amigos...

A diferencia de Arthur, después que las dos expediciones militares del Reino Espejismo hubiesen regresado, Andrés no se había dignado ni siquiera a dirigirle una la palabra a su antigua amiga por lo furioso que aún se encontraba con ella por el incidente de hace siete años atrás.

—No dudo que tienes razón Andrés. Pero aún así... siento que esto ha durado demasiado tiempo sin hacerse nada al respecto, y necesito saber por qué ella lo hizo. Necesito saber Andrés... por lo que debo hablar con ella en algún momento...

Andrés suspiró rendido ante la insistencia de su amigo.

—No lo sé Arthur... puede ser que esto nos afecte a los tres, pero al final el problema es entre tú y ella. Al final haz lo que pienses que sea lo más correcto ¡Pero no creas que la iré a perdonar tan fácilmente!

Arthur decidió que era mejor cambiar de tema.

—Y bueno... ¿Cómo ha estado Ángela? Que no le he visto mucho últimamente

—La pobre aún sigue deprimida por lo de su Swanna, por lo qué apenas sale y se queda la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación en el palacio con suerte para ir a comer. He estado tratado de hacer que salgo un poco, pero lamentablemente no he tenido éxito hasta ahora.

—Me pregunto si hay algo que se pueda hacer...

—No lo sé Arthur. Pero estoy seguro que debe haber algo para que salga y socialice un poco más. A decir verdad... igual hay que reconocer que las cosas han estado un tanto aburridas desde que volvimos a una rutina normal...

—¡No me digas que prefieres volver a estar allá fuera con los pokemón salvajes!

—¡No, no estoy diciendo eso Arthur! ¡No me malinterpretes! ¡Sólo estoy diciendo que podríamos hacer algo divertido para romper la rutina como una fiesta o algo así!

—¿Una fiesta? ¿Cómo qué clase de fiesta? —preguntó Arthur extrañado.

—¡No lo sé! ¡Cómo una fiesta de cumpleaños por ejemplo! ¿No sabes si alguno de los que conocemos está de cumpleaños pronto?

—¿Cumpleaños? No lo se... Aunque espera un momento... parece que dentro de dos semanas Brendan está de cumpleaños.

—¿Acaso Brendan dices? ¡Perfecto! ¡Entonces organicémosle una fiesta de cumpleaños sorpresa a Brendan, e invitemos a todo el mundo para que venga a divertirse! ¡A lo mejor incluso con eso podemos hacer que Ángela salga un poco!

—Pero Andrés... ¿No es eso acaso un tanto precipitado?

—¡¿Precipitado?! ¡Por supuesto que no! ¡Según lo que dices todavía tenemos dos semana para prepararnos! ¡No te preocupes Arthur, que yo me encargo de organizar todo! ¡Tú tan solo espera y verás que podemos organizar una fiesta inolvidable! ¿Cuántos años cumple Brendan?

—Si no estoy mal, creo que quince...

—¡Oh, así que es una fiesta quinceañera más encima! Esto va a estar muy bueno... ¡Tendré que esforzarme aún más todavía! Es más... creo que ya tengo un par de ideas en la cabeza... ¡Nos vemos más tarde Arthur, que debo empezar a organizar todo! —dijo mientras se levantaba de la banca y se iba corriendo a alguna parte.

Arthur no pudo evitar largarse a reír del entusiasmo que mostraba Andrés.


—Ojalá no se le ocurra algo demasiado alocado... —pensó con una leve sonrisa.

—Por Arceus, aún no puedo creer que estamos aquí... ¡Es en verdad alucinante! —exclamó Claudia mirando a las personas, edificios y tiendas repletas de gente a sus alrededores.

—Si... después de haber estado más de un mes allá fuera luchando por nuestras vidas tras la remoción de los limitadores, es increíble que todavía exista un lugar como este en donde las personas y los pokemón puedan vivir vidas normales —respondió Nick.

Nick y Claudia se encontraban juntos sentados en una mesa tomándose un refresco delante de una fuente de soda.

—Haber estado allá afuera y ahora aquí... es como haber despertado de una pesadilla... Menos mal que tuvimos suerte de poder encontrarnos con la expedición del Reino Espejismo, o quien sabe lo que nos hubiese ocurrido... —reflexionó Claudia.

Los dos se habían conocido en Pueblo Lavacalda cuando había ocurrido la remoción de los limitadores. En donde se habían quedado ahí y ayudado a proteger a los supervivientes del pueblo con sus pokemón hasta que se habían encontrado con la expedición militar proveniente del Reino Espejismo que los rescató y llevó hasta donde se encontraban actualmente.

Delante de ellos, se encontraba un pequeño parque en donde varias personas aprovechaban de pasar un tiempo de calidad junto a sus seres queridos tales como Stephanie, sus padre y los pokemón de ella. Los cuales provenían de Ciudad Portual y habían venido con la caravana de Ciudad Petalia. En donde a la vez se veían a varios grupos de niños jugar entre ellos, en donde en medio uno de ellos se encontraba Max, el hijo de Norman, jugando con los demás niños de su edad que había conocido con el paso del tiempo tales como Natalie, una de las hermanas que la caravana de Petalia había rescatada de unos Slakings, los tres chicos de la Escuela de Entrenadores de Ciudad Férrica Kenny, Tommy, Anita y Thatcher. El cual este último había venido al Reino Espejismo junto a su hermana Alyssa con ellos desde Villa Brumosa. Cerca de los niños, se encontraban sus pokemon jugando, entre ellos Jirachi. Los cuales eran vigilados de manera responsable por la Gardevoir de Max y su hermano salvaje Gallade.

—Al menos los niños tienen un lugar donde pueden ser felices y olvidarse un momento de los problemas del mundo exterior. Ningún niño se merece tener que crecer en un lugar como el de allá afuera... —comentó Claudia observándolos a la distancia.

—Te encuentro toda la razón —le respondió Nick tomándose un sorbo de su bebida. —Nadie, especialmente los niños.

Mientras los dos miraban a los niños jugar en el parque, Claudia pudo notar como Jirachi se había fijado en ella y este la había saludado con la mano a la distancia. Ella con una sonrisa le regresó el saludo. Desde que los dos se habían conocido se habían vuelto bastante cercanos. Especialmente después de que ella le cantase la canción que había conocido de Max y su hermana May la primera vez que se habían visto.

—Qué raro se me hace ver que eres amiga de un pokemón legendario... —Opinó Nick.

—Si... puede ser que a lo mejor al principio lo haya sido... Pero la verdad es que al final pienso que no importa ¿No son acaso todos ellos pokemón sean legendarios o no? Lo importante es que Jirachi haya podido reencontrarse con Max. Debió de haber sido duro para él haber tenido que estar despierto solo una semana cada mil años... Imagínate tener que despertar y que cada vez que lo hicieras, todo lo conocías previamente ha desaparecido o cambiado radicalmente. Yo no creo que hubiese podido soportar aquello en su lugar —sentenció ella terminándose su bebida —. Es más, el pobrecito no parece más que un niño pequeño...

Puede que a lo mejor parezca pequeño, tierno e inocente —pensó Nick—. Pero no hay que olvidarse lo que hizo allá en el centro pokemón y que se vaporizó a varios Metagross en el proceso...

Durante algunos instantes, se formó un silencio incómodo entre ellos, hasta que finalmente Nick decidió tomar la iniciativa.

—Ya han pasado unos días desde que llegamos aquí... ¿No habrás olvidado lo último que hablamos antes de llegar al Reino Espejismo? —preguntó Nick seriamente.

Claudia suspiró.

—Aún debo hacerlo Nick, ya no puedo seguir huyendo...

Ella miró en dirección al Palacio Real.

—Debo hablar con él... —se dijo así misma decidida.


—¡Muchas gracias por la invitación a comer junto a ustedes! ¡Quien habría pensado que usted cocinara tan bien! —le agradeció Jennifer al profesor Birch.

—¡Oh, no es nada Jennifer! Cuando eres la única persona mayor de la casa, uno se ve obligado a adaptarse como sea. —respondió Birch con falsa modestia.

Jennifer se encontraba en la habitación del palacio que compartían el Profesor Birch y su hijo Brendan, uno de los amigos de Arthur. La cual incluía a diferencia de muchas, incluía una pequeña cocina y una mesa que habían adaptado como comedor. Ella originalmente era de Kanto y pertenecía a la familia Joy, pero había venido a ver a una pariente en Hoenn cuando había ocurrido la remoción de los limitadores y había sido rescatada por la Caravana de Petalia.

—Por cierto papá ¿Cómo están los pokemón que trajiste del laboratorio? ¿Has podido encontrar a alguno de sus dueños en el reino? —preguntó Brendan.

—Los pokemón aún siguen guardados en hibernación en sus pokeballs, pero lamentablemente no he podido encontrar a sus entrenadores aquí. Muy pocos de ellos son de aquí, y el reino se encuentra demasiado aislado de las rutas que normalmente toman los entrenadores de la región. Por lo que lamentablemente no ha habido suerte hasta el momento.

—Oh, es una pena... —comentó Jennifer—. ¿Qué es lo que sucederá con ellos?

—Creo que mientras no encontremos a alguno de sus entrenadores, no conviene sacarlos del estado de hibernación en el que se encuentran. Como son demasiados, sería muy difícil poder mantenerlos a todos. Además, imagínate la sorpresa que se llevarían cuando salgan de sus pokeballs y vieran la situación en la que se encuentran después de la remoción de los limitadores y con el destino de sus entrenadores incierto. Y teniendo en cuenta la situación afuera del reino, es muy probable que muchos de ellos no vuelvan a verlos...

—Pobres... me imagino lo difícil que debe ser para para ellos... —comentó la joven Joy.

—Pero aún así papá ¡No pueden estar para siempre allí encerrados en sus pokeballs! —opinó Brendan—Algún día tienen que salir y enfrentar al mundo como se encuentra como lo hemos tenido que hacer todos.

—Lo sé hijo... pero no estoy seguro si este es el mejor momento, aunque admito que tienes razón: Algún día van a tener que salir.

—Bueno, ya se está haciendo tarde. Creo que será mejor que regrese con mi parentela.

—Como quieras Jennifer. Recuerda que donde sea que estemos, puedes siempre sentirte como en casa.

—¡Adiós profesor, adiós Brendan! ¡Nos vemos mañana!

Entonces tras salir y cerrar la puerta, padre e hijo quedaron a solas.

—Me pregunto cómo deben de ser las reuniones familiares de las Joy... —se preguntó Birch.

—Una pesadilla me imagino... —contestó Brendan—. Pero al final me imagino que después de verlas tanto todo el tiempo uno termina por aprender a cómo diferenciarlas. Me imagino que a estas alturas ya podría identificarla a Jennifer de otras Joy de su edad. Un momento... ¡¿Acaso estás insinuando algo?! —le preguntó incómodo.

—¡No, no es nada, en serio! —negó Birch, aunque en el fondo sabía que desde que los dos se habían conocido se habían vuelto bastante cercanos—. Aunque quien sabe, como están las cosas a lo mejor termino asistiendo a una en algún en algún momento...

Tras salir, Jennifer comenzó a caminar por los oscuros pasillos del palacio debido a la hora, de regreso a su habitación que compartía con las demás Joy con las cuales se había reunido con el paso del tiempo. Pero mientras más avanzaba, sentía cada vez más que algo se encontraba siguiéndola y observándola. Hasta el punto que no resistió más y se dio la vuelta para encarar al que la acechaba.

—¡¿Quién está ahí?! ¡Salga en este mismo instante!

Una voz le respondió.

—Tranquila Jennifer, soy yo —dijo una voz conocida.

Entonces de en medio de las sombras salió un chico que vestía ropa anticuada incluyendo sombrero de copa y una máscara de Dusclops. En donde atrás suyo, un pokemón de la misma especie que su máscara lo acompañaba. Jennifer suspiró aliviada.

—Ah, eres tú Fantasma ¡Pero por favor no me vuelvas a seguir de esa manera que casi me infarto! Además... ¡¿Desde cuándo que me estás siguiendo?!

—Perdóneme Jennifer, solamente estaba caminando por ahí metido en mis asuntos cuando te vi entrar donde Brendan y su padre. Así que me quedé esperando hasta que salieras para escoltarte de regreso. Que no podía permitirme que alguna clase de maleante quisiese aprovecharse de ti en medio de la oscuridad de la noche.

El Fantasma, aunque su verdadero nombre era Timmy Grimm, era un ex-coordinador pokemón que habían rescatado de Pueblo Verdegal la expedición del Reino Espejismo a la cual Jennifer había acompañado. Y que desde entonces, parecía haber desarrollado alguna clase de capricho por ella.

—Fantasma, agradezco tu preocupación... ¡Pero no era necesario que estuvieses acechándome de esa forma! ¡La próxima vez tan sólo acércate y dímelo en vez de andarte escondiendo que casi creí que tú eras un desconocido que me seguía!

—Está bien, perdóneme, me asegurare que así sea para la próxima ocasión.

Entonces los dos comenzaron a caminar juntos mientras el Dusclops de el Fantasma se aseguraba que no hubiese gente sospechosa cerca.

—Bueno, ya estamos aquí Jennifer ¡Nos vemos mañana y que tengas dulces sueños! ¡Y no te preocupes por nada que El Fantasma siempre estará aquí para protegerte! —mencionó mientras se despedía para luego fundirse en medio de la oscuridad junto con su pokemón como auténticos fantasmas.

Jennifer recordó cuando en medio de los combates en Pueblo Verdegal a él se le había caído la máscara de Dusclops y había revelado su verdadero yo: Un chico aterrado y asustado que no podía mostrarse ante los demás sin su máscara. Por lo que había oído de los supervivientes de Pueblo Verdegal, había perdido a toda su familia y quizás por eso es que escondía su cara.

No sé cómo es que lo voy a hacer. Pero de alguna forma Timmy, me aseguraré de que puedas mostrar tu verdadero rostro en lugar de seguir escondiéndote detrás de El Fantasma. —pensó ella.


Claudia se acercó nerviosa a la habitación de Arthur, y armándose de valor por unos instantes, tocó la puerta. No hubo respuesta. Volvió a intentarlo, pero tampoco nadie contestó.

Parece que todavía no llega...

—¿Claudia, que haces? ¿Me estabas buscando? —preguntó una voz atrás suyo.

Ella se dio vuelta a un costado y vio que efectivamente era Arthur.

—Este... si ¿Qué hacías afuera tan tarde?

—Fui a cenar con Alyssa, su abuelo y su hermano. Nos quedamos conversando un buen rato, pasó el tiempo y eso básicamente ¿Qué es lo que quieres?

Claudia reconoció el nombre. La había visto un par de veces a lo lejos y muchas se la podía ver con Arthur. Lo que los había vuelto comidilla de cotilleos últimamente.

—Quería qué... habláramos...

—¿De qué?

—Adivina...

Arthur creyó adivinar a lo que se estaba refiriendo, sintió que le bajaba un escalofrío por la espalda y finalmente frunció el ceño.

—¿Es de lo que yo me imagino?

Ella no respondió y tan solo apartó la mirada

—Está bien... espera que ya abro la puerta...

Arthur sacó las llaves de su habitación, la abrió, encendió las luces y la invitó a pasar.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó apático.

Ella negó con la cabeza. Por lo que simplemente se sentó en un sillón y ella lo hizo en un asiento delante de él.

—Bien ¿Qué es lo que quieres decirme?

—Arthur... ya no aguanto más esto... Quiero que hablemos de lo que sucedió hace siete años atrás...

Él la miró seriamente.

—Te escucho...

—Primero, quiero pedirte perdón por no haber hablado del tema en todo este tiempo...

—¿Hablado? ¡Claudia! ¡Desapareciste por siete años de Petalia en los que no volví a verte! ¡¿Cómo es que podríamos haber hablado si nunca estuviste?!

—Lo sé... segundo, perdóname por no haberte ayudado cuando debí haberlo hecho...

—¡Me dejaste abandonado cuando más lo necesitaba! —le gritó furioso.

—¡Lo sé también! ¡Cuando te enfureciste con esos matones que te estaban molestando porque siempre debía estarte protegiendo y golpeaste a su líder, todos empezaron a pegarte y me aterroricé completamente! ¡Hice lo que pude para intentar detenerlos, pero simplemente no pude! Entre en pánico Arthur... en verdad pensaba que ellos te iban a matar de tantos golpes y no pude soportar la sensación de perder el control en ese momento cuando siempre lo había podido hacer...

—¿A qué te refieres? —se preguntó Arthur extrañado.

—¿Recuerdas cuando Andrés y yo habíamos prometido siempre protegerte de los matones cuando te molestaran? Hasta ese momento, siempre habíamos podido disuadirlos y me sentía capaz de manejar cualquier situación. Pero cuando no pude en ese momento, por algún motivo me desesperé y perdí el control de mi misma. Fue igual que en la batalla contra los Metagross. Cuando te vi cargar de esa forma contra ellos totalmente expuesto, fue como volver a estar allí de nuevo pensando que te iban a matar, Arthur... De nuevo perdí el control de mi misma y me tuvieron que sacar de de ahí histérica...

Ahora Arthur entendía lo que le había dicho Hagen tras la batalla que a ella le había dado un ataque de nervios. No tenía idea que le había sucedido lo mismo hace siete años atrás. Y por lo visto, lo que le había tenido había sido mucho más que mero miedo y la había afectado profundamente.

—Lo que te ocurrió en la batalla y hace siete años atrás... ¿Fue un ataque de pánico?

—Sí, Arthur... Fue el haberlo tenido, impidiéndome poder ayudarte y cumplir mi promesa lo que me avergonzó e hizo no poder encararte por todo este tiempo... Y la culpa de ese día me ha estado atormentando por dentro durante todos estos años...

—Claudia... no tenía idea de lo que te había ocurrido en ese momento, pero tengo algo que decirte. Cuando dije que me habías abandonado cuando más lo necesitaba, no me estaba refiriendo a que dejaste que esos matones me golpearan ¡No fue por eso! ¡Estoy enojado contigo porque nunca fuiste a verme cuando estaba hospitalizado! ¡Eras la única amiga que tenía aparte de Andrés, Claudia! ¡Los dos eran muy importantes para mí! ¡Y justo cuando más los necesitaba, desapareciste y si no hubiese sido por Andrés y mis padres, habría quedado completamente solo! ¡¿No lo ves?! ¡Aunque me hubiesen golpeado y hospitalizado, si me hubieses ido a visitar aunque sea una sola vez, no estaría enojado contigo!

—Pero... ¿No estás enojado conmigo porque te fallé en mi promesa como amiga?

—¡Claudia! ¡¿Cómo voy a estar enojado contigo por eso?! ¡Eras tú sola contra ellos y eran muchos! ¡Si hubieses intentado hacer más, lo más probable era que no te hubiesen hecho caso porque eras una chica, o te podrían haber incluso pegado a ti también por interferir! ¡Sería demasiado insensible e irracional de mi parte culparte por eso! No Claudia... te he odiado todo este tiempo porque te consideraba una amiga y me dejaste en esa cama de hospital para irte de viaje como entrenadora pokemón... ¡Pensé que ya no te importaba y que me habías abandonado! ¡¿Cómo acaso querías que no pensara otra cosa?!

Ella entonces comenzó a llorar.

—Perdóname Arthur... Perdóname por haber sido tan estúpida y no haberme dado cuenta antes de aquello... Estaba tan obsesionada por lo que me pasó en ese momento que no pensé que lo más dolorosa para ti había sido otra cosa. Si tan solo pudiese viajar en el tiempo para evitar que hubiese ocurrido, por Arceus... Aunque sea tan sólo para tragarme el orgullo y haberte ido a visitar... Ahora ya no sé qué hacer Arthur... lo que hice fue terrible y entendería que me odiases y no quisieras perdonarme —ella sollozó—. No valgo nada, soy una basura de persona y no merezco nada...

Arthur no pudo evitar verla con pena. Ya que todas maneras, ella había sido su única amiga aparte de Andrés y no podía evitar recordar los buenos momentos que los tres habían pasado juntos. Además, podía ver que claramente que ella había estado sufrido por la culpa y el remordimiento todos estos años tanto o incluso más que el.

Ella era tan sólo una niña pequeña en ese entonces al igual que yo... En donde éramos todos pequeños, inmaduros y cometíamos errores estúpidos todo el tiempo... Además, han paso tantos años y estoy cansado... cansado de vivir así con este odio en mi interior... Mírala... ¿En verdad vale la pena seguir así? ¿No será mejor hacer borrón y cuenta nueva? —pensó.

Arthur se levantó del sillón y se hincó delante de ella.

—No digas eso Claudia: tú no eres una basura. Es más, eres y siempre has sido una persona muy importante para mí. Durante todos estos años he estado enojado contigo, es cierto. Pero también una parte de mía siempre a añorado este reencuentro para descubrir las respuestas de lo que sucedió aquel día y poder regresar a la normalidad. De poder regresar a ser amigos como en los viejos tiempos junto con Andrés...

—¡Pero te herí Arthur, te hice daño! —sollozó ella. — ¡¿Cómo puedes perdonarme después de lo que te hice?! No lo merezco Arthur... he sido una mala persona y no merezco perdón...

Arthur tomó una de sus mejillas con una mano y elevó su rostro para que ella lo mirase cara a cara. Permitiéndole ver sus ojos violeta hinchados y llenos de lágrimas.

—Escúchame y préstame atención Claudia. Estás equivocada y pienso demostrarlo diciéndotelo: Te perdono. Te perdono porque quiero olvidar el pasado y quiero que volvamos a ser amigos.

Entonces ella no pudo contener más la emoción y lo abrazó apoyando su cabeza sobre su pecho.

—No... no puede simplemente hacerlo así de fácil... No es posible... No lo merezco... —musitaba Claudia entre sollozos que muchas veces se perdían en medio de su llanto.

—Tranquila Claudia, todo está bien... No me importa si no eres capaz de aceptarlo, por lo que seguiré entendiéndolo hasta que lo hagas: Te perdono, te perdono...

Porque muchas veces, es más difícil perdonarse a sí mismo que perdonar al prójimo. En donde Arthur consideraba que este momento marcaría el comienzo de muchas cosas buenas de aquí en adelante.


Espero que le hayan gustado las referencias a la VI Generación de Pokemon, especialmente de los remakes de Rubí y Zafiro. Que con el paso del tiempo, lo más probable es que vaya agregando los contenidos de nuevos juegos y generaciones de la serie ya que buena parte de esta historia se escribe sobre la marcha. También, como muchos de mis lectores más veteranos se podrán haber dado cuenta, me hice el esfuerzo de resumir y explicar muchos detallas de los sucesos acontecidos en partes anteriores y sus personajes para que los nuevos lectores o personas que se hayan olvidado de estos no se sientan tan perdidos.