Escape

El coronel Caleb Fletcher entró agitado a la sala de mando ubicada en la alcaldía de Pueblo Rubello. La cual se encontraba llena de personal organizando información y operando equipos de comunicaciones.

—¡¿Alguien sabe lo que está ocurriendo?! ¡Justo iba en camino a la prisión a interrogar a ese oficial extranjero cuando el Auditorio estalló por los aires!

—Estamos investigando eso, Comandante. Todavía no sabemos si fue un accidente a un posible acto de sabotaje—contestó un teniente junto a una mesa con un mapa del pueblo desplegado.

—¡Me imagino que habrá sido algún grupo de ingratos de este miserable pueblo! ¡¿Quién más podría ser?!

Una vez que el coronel se sentó en su silla junto a la mesa, un oficial utilizando un equipo de radio procedió a hablar.

—Comandante, he recibido noticias del cuartel de policía. Atacantes desconocidos utilizaron explosivos para volar un muro de la prisión y los tres prisioneros escaparon. El personal no tiene idea de donde pueden estar

—¡¿Qué?!

—¡Comandante, noticias urgentes! —exclamó otro oficial agitado— ¡Nos informan de que un grupo desconocido acaba de penetrar el perímetro defensivo de Rubello por el Centro Pokémon utilizando un vehículo de transporte blindado de gran tamaño! ¡Una fuerza militar combinada con pokémon se desplegó de este junto a dos camiones de transporte!

El coronel se dio cuenta de que los atacantes de ese vehículo debían ser de la expedición a la cual pertenece ese tal Hagen y los camiones posiblemente el medio de transporte para sacarlos de donde sea que se estuviesen escondiendo. Pero… ¿Para qué utilizar dos camiones para transportar sólo a tres soldados? A pesar de que le extrañaba esta interrogante, aquello era una pregunta para más adelante una vez que resolviera esta crisis.

—¡Envíen a todas las fuerzas disponibles a acabar con los invasores! ¡También busquen a esos dos camiones y destrúyanlos! ¡No podemos permitir que los prisioneros escapen! —ordenó el coronel.


A la distancia Hagen era capaz de oír ruidos de pisadas y gritos aproximándose.

—¡El enemigo se acerca! ¡Abran fuego a discreción! —ordenó por su radio.

Cuando los primeros soldados de las Fuerzas de Defensa aparecieron detrás de las esquinas de las calles de Rubello, las tropas del Reino Espejismo abrieron fuego. Una cacofonía de disparos de fusilería llenó el aire del pueblo, el cual se había convertido ahora en una zona de guerra. Tomados por sorpresa, algunos soldados de las Fuerzas de Defensa cayeron víctimas de las balas. Pero otros pudieron avanzar lo suficiente como para poder cubrirse y comenzar a regresar los disparos.

Las primeras balas comenzaron a impactar las posiciones de las tropas del Reino, muchas de ellas chocando sin efecto contra las barreras de Reflejo. Mientras el intercambio de fuego continuaba, algunas ventanas de los edificios cercanos se abrieron y revelaron soldados que comenzaron a dispararle desde lo alto.

—¡Cuidado con los edificios! ¡Groudon, necesito fuego de apoyo! ¡Disparen contra las ventanas de los edificios ocupados!

A su orden, las dos torretas traseras del vehículo se movieron y empezaron a disparar con sus cañones hacia las ventanas de las cuales emanaban fogonazos enemigos. Demoliendo aquellas posiciones completamente y haciendo tambalear sorprendidos a los soldados de las Fuerzas de Defensa cercanos. Otra ventana se abrió y de esta emergió la estela de un cohete avanzando hacia una de las torretas del transporte blindado.

—¡RPG! —exclamó Hagen.

El cohete impactó contra la torreta la cual por fortuna no causó una detonación mayor. Pero se quedó inmóvil con un agujero en su blindaje.

¡La torreta número 3 se atascó y quedó inutilizada! —informó Reika por el canal de comunicaciones— ¡Destruyan las posiciones con lanzacohetes de manera prioritaria!

El fuego de las ametralladoras pesadas y lanzagranadas del Groudon comenzaron a barrer contra el interior de las ventanas de los edificios. Uniéndose a la ofensiva, los Metagross de Steven y Claudia retrajeron sus piernas y volaron con telekinesis. Surcando el cielo como dos platillos voladores cada uno pasó cerca de un edificio ocupado y abriendo sus bocas, barrieron a lo largo de estos con Hiperrayo. Causando una gran destrucción a su paso.

Lástima que no tengamos muchos pokémon capaces de volar a mano…—pensaba Hagen impresionado por la destrucción causada por ambos Metagross.

Ahora desde el nivel del suelo, una estela de lanzacohetes emergió desde una posición enemiga. Este voló por el aire intentando impactar al Metagross de Steven, pero el pokémon lo evadió con un giro brusco en el aire.

En respuesta, el Metagross de Steven voló sobre el escuadrón de soldados, desplegó sus piernas y se estrelló sobre ellos utilizando Terremoto. El ataque liberó una onda de choque tan potente que no solo acabó con los soldados enemigos, sino que también tumbo parte de un edificio cercano y bloqueó el acceso por esa calle.

¡Ten cuidado con tu Metagross, Steven! —Exclamó Reika—¡Que necesitamos una vía de retorno para los camiones!

Mis disculpas, teniente. Pero para mí Metagross ya es difícil tener que controlar su fuerza de la manera que lo está haciendo ahora—se excusó el Campeón regional.

Momentos más tarde, un soldado cubierto tras una pantalla de Reflejo cerca de Hagen recibió un disparo en la cabeza. El cual perforó su casco y cayó muerto al instante. El oficial miró hacia el soldado y rápidamente hacia un edificio que tenía una silueta asomándose desde lo más alto de este.

—¡Hay francotiradores en los tejados! ¡Necesito fuego de supresión! —solicitó el mayor.

Una de las ametralladoras pesadas del Groudon giró y apuntó en dirección a la silueta. La cual inmediatamente retrocedió mientras su posición era acribillada por fuego intenso.


Arthur volaba a lomos de Bahamut siguiendo a los dos camiones de transporte del Reino Espejismo cuando sintió por el aura que alguien más se le acercaba a través del aire.

—Es bueno verte aquí, Nick—le saludó una vez que se acercó lo suficiente.

—Tampoco puedo permitir que te lleves toda la gloria—respondió su amigo a lomos de Flammie— ¡Ayudemos a Alex y a Katrina a rescatar a esos civiles!

Mientras tanto abajo, los dos camiones avanzaban uno detrás del otro en dirección a la casa en donde supuestamente estarían los civiles que debían recoger.

Katrina acompañada de un soldado en la parte de atrás del primer camión asomaron la cabeza detrás de la lona que lo recubría en un intento de distinguir la casa.

—¡Parece que esa es! —indicó ella apuntando a una casa de tejado negro y paredes color crema.

Los dos camiones se detuvieron delante de esta.

—¡Es el número 304! ¡Llegamos a nuestro destino! —informó el chofer del camión de Katrina sacando la cabeza por la ventanilla.

Katrina, su compañero y el copiloto del camión procedieron a bajar del camión empuñando sus fusiles de asalto. Del compartimiento de atrás emergieron también los cuatro Mightyena de la antigua guardabosques. Mientras que provenientes del segundo camión bajaron dos soldados además de Alex y seis de sus Breloom.

—¡Somos del Reino Espejismo! ¡Hemos venido a recogerlos! —exclamó Alex en dirección a la casa.

La puerta principal de la casa se abrió y de ella emergieron Jake acompañada de Savannah y Sandra. Los tres llevaban cada uno una mochila y un bolso deportivo o equivalente.

—¡Gracias a Arceus que llegaron! ¡Podemos oír los ruidos de los disparos y las explosiones desde aquí! —exclamó Jake.

Detrás de ellos emergieron las cinco amigas de Savannah y sus familias llevando sus pertenencias. Mientras salían, Alex y Katrina hacían gestos para dirigirlos hacia los camiones.

—¡La mitad de ustedes irán en un camión y la mitad en el otro! ¡Dejen sus cosas apiladas al fondo del camión y tomen asiento! ¡Si tienes niños pequeños intenten que vayan sentados sobre sus padres para hacer espacio! —indicaba Alex.

—¡Puede que vayamos un tanto apretados! ¡Pero deberían poder entrar todos! —aclaró Katrina.

Mientras los civiles se subían a los camiones asistidos por los soldados y los dos guardabosques, sus pokémon vieron como dos vehículos todo terreno se acercaban a ellos desde el frente y se detenían.

—¡Tenemos problemas, Katrina! —informó uno de sus Mightyena.

—¡Apresúrense todos que aquí vienen! —añadió uno de los Breloom de Álex.

—¡Pulso Umbrío! —ordenó Katrina a sus pokémon.

—¡Semilladora! —indicó Álex a los Breloom.

Mientras los soldados enemigos trataban de bajarse de sus vehículos estos fueron atacados por los disparos de los soldados y por los proyectiles y rayos oscuros de los pokémon. Lo que obligó a los soldados a ponerse a cubierto rápidamente antes de comenzar a devolver el fuego e hizo que los civiles gritaran asustados.

Momentos tras haber comenzado el tiroteo, se escucharon rugidos provenientes desde el cielo y dos rayos de energía multicolor con apariencia dracónica cayeron desde el cielo. Los rayos de Pulso Dragón impactaron la posición enemiga y fueron aniquilados por la explosión resultante. Haciendo que uno de los vehículos utilizados por ellos fuese arrojado por los aires.

—¿Qué fue eso? —preguntó Sandra mientras sacaba la cabeza hacia afuera del camión y veía a dos pokémon tipo dragón volando en círculo sobre ellos.

—¡Ven aquí, Sandra! ¡Es demasiado peligroso! —le increpó su padre mientras la tomaba para que volviese a sentarse sobre las piernas de su madre.

—Mamá, vi a un Salamence y a un Dragonite. Parece que el Salamence es Bahamut. Creo que puedo reconocerlo de tus DVDs de las batallas de Arthur en la conferencia.

—¿Bahamut, dices? —preguntó ella— ¡Entonces Arthur debe estar arriba protegiéndonos!

—¡Oh, por Arceus! —exclamó una amiga suya de la M.P.P en el camión— ¡Es increíble que nos está protegiendo una celebridad!

—¡Mas seriedad por favor! —exclamó Jake un tanto frustrado.

—¡Gracias por el apoyo! —dijo Alex por su radio— ¡Que bueno es tenerlos encima ayudándonos!

No hay de qué—contestó Arthur—. Ahora tan solo preocúpense de regresar al Groudon.

Una vez que todos los civiles estaban a bordo de los dos camiones, Alex y Katrina guardaron sus pokémon en sus Pokéglovs, procedieron a subirse a la parte de atrás de estos con los demás soldados y se pusieron en marcha. Primero pasaron junto a los dos todoterrenos destruidos y procedieron a doblar la primera esquina que se encontraron a la izquierda para tomar la calle en sentido contrario que les permitiría regresar al Centro Pokémon y al Groudon.

Mientras observaban la escena desde arriba, Nick apuntó a algo detrás de los camiones.

—¡Arthur, hay vehículos persiguiéndolos!

—¡Es verdad! ¡Tenemos que ayudarlos!

Entonces los dos entrenadores ordenaron a sus pokémon tipo dragón que se acercaran hasta que pudieron ver como soldados montados en otro par de todoterrenos disparaban contra los camiones y los tripulantes de este disparaban de regreso.

Una vez en posición los entrenadores comenzaron otra zambullida.

—¡Pulso Dragón! —ordenaron los dos juntos.

Los dos dragones abrieron sus bocas y de ellas dispararon un nuevo par de proyectiles de apariencia dracónica. Los cuales se lanzaron y detonaron contra los vehículos enemigos haciendo que estallaran.

—¡Bien hecho, Flammie!

—¡Buena puntería, Bahamut!

Pero mientras ambos celebraban a la vez que los pokémon volvían a elevarse, Arthur notó que algo andaba mal.

—¡Ten cuidado, Nick! ¡Nos disparan!

—¿Eh? ¿De donde? ¡Whoa!

Ambos pokémon volvieron a zambullirse, pero esta vez para evitar las estelas de los disparos provenientes de una batería antiaérea que los había localizado. Las estelas de los proyectiles se movían peligrosamente cerca de ellos, por lo que los dos dragones se vieron obligados a bajar considerablemente de altitud para evitar el riesgo de ser impactados.

—¡Ya no podemos subir más, pero los camiones deberían estar cerca del Centro Pokémon!—mencionó Nick.

Instantes más tarde, los dos pokémon llegaron de regreso al sitio del Groudon y los cuatro pudieron contemplar de cerca la batalla que ocurría debajo.

—¡Mantengamos a los enemigos ocupados hasta que los camiones hayan regresado al Groudon!—propuso Arthur.

Entonces entre los dos procedieron a dar vueltas en círculos alrededor de la zona de combate para brindar fuego de apoyo sobre las posiciones de las Fuerzas de Defensa.


Un francotirador de las Fuerzas de Defensa se escondía detrás de la baranda del tejado de un edificio próximo al Centro Pokémon con su fusil de precisión en mano. Los invasores habían claramente planeado bien su incursión y su poder de fuego era considerable. Especialmente con esos pokémon fuertes que le hacían difícil su trabajo. Más aun ahora que esos dos pokémon tipo dragón habían aparecido desde arriba y estaban diezmando a sus compañeros junto con los dos Metagross.

Fue entonces que pudo oír el ruido de vehículos motorizados aproximándose. El francotirador se asomó brevemente y vio dos camiones de transporte de tropas moviéndose en dirección al misterioso transporte blindado.

Según la información que se le había proporcionado, aquellos camiones posiblemente transportaban prisioneros de alta prioridad que no podían escapar vivos de Pueblo Rubello. Por lo que decidió que debía intentar hacer algo para detenerlos.

El francotirador tomó aire y de manera decisiva alzó su vista sobre la baranda apuntando con su fusil de precisión de alto calibre a uno de los dos camiones mirando a través de su mira telescópica. Su mejor opción era probablemente tratar de inmovilizarlos, por lo que intentó lo mejor posible apuntar a la cabina del camión del frente y tratar de acertarle al conductor.

Cuando estaba en el proceso de jalar el gatillo, sintió impactos de bala sobre su posición proveniente de las ametralladoras pesadas del vehículo de transporte enemigo. Lo que hizo que se tambaleara y que el disparo saliera desviado. El francotirador soltó una maldición de su boca y poniéndose a cubierto, procedió a cambiar de posición a una menos peligrosa.


Tras otra ronda de ataques, Arthur vio como los dos camiones se aproximaban a la rampa del Groudon y estos comenzaban a ascender por ella al interior de la cubierta de carga.

—¡Lo hicimos! ¡Los civiles están a salvo! —exclamó Arthur alegre.

—¡Fantástico, misión cumplida! ¡Dame esos cinco, Arthur! —respondió Nick igual de animado.

Los dos dragones se acercaron y ambos entrenadores chocaron sus palmas en el aire. Debajo de ellos, los soldados del Reino Espejismo y los demás pokémon presentes comenzaron a replegarse y a subir por la rampa al interior del Groudon mientras seguían disparando hacia el enemigo.

—Será mejor que regresemos—indicó Arthur.

Entonces los dos entrenadores procedieron a descender y sus dos pokémon se posaron sobre el techo del Groudon. Una vez que ambos se desmontaron, ellos guardaron a los dos dragones en sus Pokéglov.

—Aquí Arthur a Groudon, Nick y yo hemos descendido sobre el Groudon, por lo que no se preocupen por nosotros. Si no falta nadie más entonces partamos—informó por la radio de sus auriculares.

Recibido, Arthur. Parece que estamos todos—contestó Reika—. Voy a dar la orden de partir ahora. Corto y fuera.

Breves instantes después ambos entrenadores pudieron sentir como el Groudon comenzaba a moverse, lo que hizo que se tambalearen un poco. Pero una vez recuperados, los dos procedieron a utilizar las escaleras de servicio ubicadas a los costados del techo y descendieron a las pasarelas laterales externas. Todo esto mientras el vehículo procedía a abandonar Pueblo Rubello por la misma brecha por la cual habían entrado.


—Malas noticias, comandante…—informó el teniente a un lado de la mesa con el mapa en la sala de mando con pesar— Nos informan que los dos camiones que salieron de ese vehículo misterioso consiguieron regresar con lo que sea que estaban buscando y el enemigo acaba de abandonar Pueblo Rubello. Asumimos que los tres prisioneros han escapado con ellos. Además, hemos sufrido una gran cantidad de bajas intentando detenerlos.

Caleb Fletcher colapsó devastado sobre su asiento. La situación no podía ser peor. Ahora de seguro que esas tropas del Reino Espejismo en ese maldito vehículo gigante continuarían su viaje a Ciudad LaRousse. En donde ellos informarían a sus superiores de la situación que habían visto acá y el hecho de que su regimiento había desobedecido órdenes importantes.

Fletcher no tenía idea de la capacidad que tenían las Fuerzas de Defensa agrupadas en LaRousse para actuar ahora mismo. Pero sin importar si les fuese a tomar meses o años, el coronel sabía que el Alto Mando militar no dejaría pasar de lado esta situación y que algún día vendrán aquí a buscarlo para que diese explicaciones. Incluso si es que esos idiotas no eran capaces de ver que por fuerza mayor había tenido que quedarse atrás para proteger a los ciudadanos de este pueblo al comienzo del desastre.

En el mejor de los casos, sería juzgado por un tribunal militar por cargos de insubordinación. En el peor de ellos, hasta podrían declararlo traidor. Ninguno de los dos le deparaba un buen destino en caso de que lo capturaran.

—¡MALDITA SEA! —gritó frustrado el coronel golpeando con un puño la mesa— ¡La situación no puede ser peor!

—¡Comandante, información de último minuto! —exclamó un operador de radio— ¡Se ha avistado una gran masa de pokémon salvajes acercándose desde el sur!

—¡Esto tiene que ser una broma!


Arthur y Nick entraron al segundo nivel de la cubierte de carga del Groudon desde las pasarelas externas. Una vez adentro, pudieron ver desde arriba que una muchedumbre se había congregado junto a los dos camiones y que una clase de escándalo estaba ocurriendo.

¿Qué estará pasando? —se preguntó Arthur.

Una vez que los dos bajaron por las escaleras al primer nivel, ellos procedieron a moverse entre los soldados hasta llegar al frente de la muchedumbre y ver lo que estaba ocurriendo.

Entonces finalmente lo vieron. Primero que todo había una mujer. Una que Arthur reconocía como una de las amigas de Savannah gritando histérica con su ropa y parte de su cara manchadas de sangre.

Aparte de esto, Alex se encontraba en el suelo zarandeando a Katrina. La cual estaba cubierta de sangre especialmente alrededor de su cuello que presentaba una gran herida de bala.

—¡Katrina! ¡Por favor mírame y háblame! ¡Háblame por favor! —exclamaba el hombre angustiado.

Sin importar cuanto hablase, los ojos azules de Katrina estaban inertes y vacíos.

No puede ser… esto no puede estar pasando…—pensó Arthur conmocionado.

—¡Katrina! ¡No! ¡Katrina! —exclamaba también Max. El cual estaba siendo retenido por su padre para que no se acercara.

—¡No, Max! ¡Ya es demasiado tarde! —le decía Norman— Por favor no sigas mirando…

—¡No, eso no puede ser posible! ¡Gardevoir, Chansey! ¡Que alguien venga a ayudarla, por favor! —rogaba el chico desesperado.

Gardevoir, al lado de su entrenador, miraba hacia un costado avergonzada de no poder ser de ayuda para Max.

A través de sus sentidos en el aura, Arthur ya no era capaz de sentir el aura de Katrina. A su lado, Nick miraba horrorizado aquella escena también. Este último pudo ver que entre la muchedumbre estaba también Ángela llorando junto a un Andrés igual de impactado por la escena. También estaban Jennifer desconsolada junto a su Chansey y Brendan que trataba de aguantar las lágrimas.

Finalmente, Nick vio a Claudia sollozando mientras contemplaba horrorizada lo que sucedía. Por lo que Nick de inmediato salió a su encuentro dejando a Arthur solo.

Todo había marchado a la perfección… Lo hice todo bien… La infiltración… encontrar a Savannah… la bomba… sacar a Hagen y a los dos soldados… escoltar los camiones… ¿Qué fue lo que salió mal entonces?

Mientras seguía mirando estupefacto a Alex sosteniendo el cuerpo Katrina, Arthur sintió algo extraño. A pesar de que el cuerpo de la mujer se encontraba inerte y sin aura, al joven le parecía sentir un resplandor minúsculo proveniente de su interior.

¿Qué es eso?...

Arthur trató de enfocar sus sentidos en el aura intentando reconocer qué era lo que estaba percibiendo. Porque sin duda aquello era aura proveniente de un ser vivo en el interior de su vientre.

¿Por qué hay algo vivo dentro de Katrina?...

Entonces a su mente vino un recuerdo de hace unas horas atrás. De la última conversación que había tenido con Alex y Katrina junto a Max antes de partir a su misión. Recordó que durante un momento, Katrina se había acariciado brevemente el vientre.

No… no es posible…

Arthur cayó de rodillas al suelo.

—Ella estaba… Katrina estaba…—comenzó a musitar.

De manera súbita, alguien se agachó detrás de él y lo sostuvo con fuerza cubriéndole la boca con una mano.

¡No lo digas, Arthur! —ordenó la voz de Batuo en el interior de su mente por medio del aura.

Arthur trataba de hablar sin éxito.

¡Estaba embarazada, sifu! ¡Katrina estaba embarazada! Pero si ella está muerta… ¡¿Entonces qué va a pasar con el niño?! —exclamó Arthur en su mente.

En respuesta pudo sentir que sutilmente, el resplandor en el interior de Katrina comenzaba a desvanecerse también.

¡No! ¡No puede estar pasando! ¡Debe de haber alguna forma de salvarlo! ¡Alguna manera de salvar al niño!

Arthur… no hay nada que puede hacerse… Es triste y trágico, lo sé… pero debes aceptarlo…—le decía comprensivamente Batuo.

Arthur continuó viendo en tiempo real como el aura del hijo de Katrina se desvanecía hasta desaparecer por completo. Una vez que lo hizo, Arthur rompió en lágrimas y sollozos.

Mira cómo están todos… Mira cómo está Alex… Si con todo esto Alex se entera ahora de que Katrina estaba embarazada, le causarás un dolor aún mayor… Sé que parece cruel, pero a veces la ignorancia puede ser una bendición…—continuó el maestro monje.

El joven continuó llorando desconsoladamente hasta que finalmente Batuo lo dejo ir y se irguió.

—¡Arthur! —exclamó preocupada Alyssa que se arrodilló a su lado y lo abrazó por un costado con ojos llorosos también— ¡Señor Batuo! ¿Le sucede algo a Arthur?

Batuo negó con la cabeza.

—La muerte de Katrina lo ha afectado profundamente. No por nada era una amiga que nos acompañaba casi desde el principio.

Entonces ella procedió a abrazarlo con más fuerza.

—Oh… Arthur, lo sé… Es tan terrible… Katrina era una mujer tan fuerte y buena…—ella le decía en medio de sus propios sollozos.

Finalmente, unos médicos procedieron a acercarse con una camilla y arrancaron el cuerpo de Katrina de los brazos de Alex mientras otro lo tomaba por detrás para inmovilizarlo. Alex gritaba el nombre de Katrina desesperado, el cual intentaba soltarse mientras ella era llevada de urgencia a la enfermería junto con las demás bajas. De manera simultánea, otro médico se acercó para examinar a la mujer manchada de sangre y asegurarse de que estuviese bien.

Arthur seguía colapsado en el suelo con Alyssa sobre él. Ya no lloraba, pero su mente estaba en blanco. Sintiéndose completamente vacío por dentro.


—Lo sé, comandante…—dijo Reika desanimada y sentada a solas cerca de Hagen en la sala de operaciones— Pero en esta ocasión se siente diferente... Nosotros sabemos a lo que nos arriesgamos cuando elegimos este trabajo, pero Katrina era una civil incluso si era una guardabosques. Una con la cual luché a mi lado durante la crisis de los Swalot en Pueblo Verdegal más encima…

La teniente hizo una pausa.

—Pero además está eso de que el médico nos informase que ella estaba embarazada… Si tan solo hubiese sabido, de seguro habría reconsiderado aceptar su oferta de ofrecerse como voluntaria para acompañar a Alex…

—No podías saber que ella estaba embarazada, no con lo temprano que estaba en el proceso. El médico dijo que recién le había diagnosticado su condición el día de ayer porque presentaba mareos matutinos—contestó el comandante intentando ser la voz de la razón— Por lo que fue enteramente su responsabilidad si es que ella quiso arriesgarse de esa manera sin informarte previamente.

Aun así, una parte de Hagen igual se sentía afectada por todo esto. Ya que Katrina había muerto participando en una operación que tenía en gran medida el objetivo de rescatarlo a él de manos enemigas. Pero como comandante, no podía permitir que las emociones le nublaran el juicio.

Además de su embarazo, los médicos reportaron que Katrina había perdido el conocimiento y se había desangrado rápidamente debido a un disparo de fusil que le había dañado gran parte del cuello. Por lo que ella ya había muerto al momento de regresar al Groudon.

—La muerte de Katrina es una tragedia sin duda, especialmente para los civiles originarios de Ciudad Petalia. Pero no nos queda otra opción que seguir adelante. Ten en cuenta que a pesar de esta tragedia, esto no cambia el hecho de que conseguimos rescatar a seis familias intactas de la prisión en la cual se había convertido ese pueblo. Además, diría que se podría considerar como un milagro el hecho de que esa bala no haya herido a nadie más con lo apretados que estaban todos juntos en el camión.

Reika asintió. Pero a pesar de que Hagen tenía razón en lo que decía, tampoco es que le ayudara mucho a sentirse mejor.

—Además teniente… Sé que le había insinuado que la misión era más importante que rescatarme en caso de que me capturaran. Pero de todas maneras… se lo agradezco. Gracias por haberme sacado de ahí…

Aquellas palabras tomaron a Reika de sorpresa e hicieron que finalmente pudiese esbozar una sonrisa. Aunque fuese muy pequeña.

—Después de que me rescatara primero… me era impensable el tener que dejarlo atrás a usted…—contestó ella.

Hagen sonrió de regreso y asintió. A él le agradaba la teniente y estaba seguro de que ella probablemente pensaba lo mismo. Pero por protocolos militares, su relación tenía que ser estrictamente profesional y ambos eran perfectamente conscientes de ello.

—¿Qué hay de Alex? —dijo ella para cambiar de tema.

—Como podrá suponer, el pobre se encuentra devastado. Katrina era su novia después de todo. Por lo que me pareció pertinente debido a las bajas que hemos tenido hasta ahora el dejarle un camarote entero para sí mismo y se ha ido a encerrarse. Como a fin de cuentas es un civil, creo que lo mejor será a partir de ahora dejarlo tranquilo hasta que lleguemos a Ciudad LaRousse.

El comandante suspiró.

—Hasta donde yo sé, solo los médicos y nosotros dos sabemos que Katrina estaba embarazada y que por lo tanto él era el padre. Como el pobre ya está lo suficiente afectado, creo que lo mejor será que no se entere por ahora…

—Estoy de acuerdo—respondió Reika—. Es mejor que no lo sepa hasta que al menos haya tenido un tiempo de procesar todo.

—¿Sabes que es de Arthur? —preguntó Hagen—. Con lo joven que es, se mandó toda una operación de rescate con sabotaje incluido casi por su cuenta. En donde fue gracias a él es que se pudo localizar a esas seis familias para su extracción también. En lo personal, creo que una vez que regresemos al Reino pienso escribirle una carta de recomendación a su Majestad por sus acciones en la última misión.

—Ni idea donde estará—contestó la teniente—. La gente lo vio en la cubierta de carga después de informar su regreso junto con Nick. Pero parece que nadie lo ha visto después de aquello.

—El conocía a Katrina desde los tiempos que formaban parte de esa caravana de supervivientes. Por lo que no me extraña que su muerte lo haya afectado también.


Max se encontraba sentado por una mesa del comedor del Groudon con la mirada hacia abajo todavía procesando la muerte de Katrina. Su padre, Norman, lo acompañaba sentado junto a él.

—Ya es tarde, Max… Deberías irte al camarote a dormir aunque sea un rato…—le decía preocupado.

El chico negó con la cabeza.

—No tengo sueño, papá…

En una esquina del comedor, se encontraban acurrucados entre sí los cuatro Mightyena de Katrina gimoteando tristes. Los cuales habían sido liberados del Pokéglov de ella y les habían dejado platos con comida y agua alrededor en un intento infructuoso de animarlos.

Norman pudo notar entonces que una mujer y una niña se les acercaban.

—No puedo creerlo, así que estás aquí, Max…—dijo la mujer.

A Max se le hizo familiar su voz de algún sitio. Por lo que se dio la vuelta para ver quiénes eran.

—¿Savannah? ¿Sandra? —se preguntó él sorprendido mientras se levantaba de su asiento.

Sandra se acercó a Max y gentilmente le dio un abrazo.

—Nos enteramos de que la persona que murió era amiga tuya. Mis condolencias, Max…—le dijo.

—Yo… gracias, Sandra…—respondió el chico.

Una vez separados, Norman tomó la palabra.

—¿Las conoces, Max?

Max encaró a su padre y asintió.

—Si, papá. Las conocí en Pueblo Rubello cuando pasamos por ahí junto con May y los demás. Fue en esa estadía que May participó en un Concurso Pokémon que ella perdió.

Savannah se acercó una mano a la boca mientras abría los ojos impresionada. Aquel hombre era Norman, el mismísimo Líder de Gimnasio de Ciudad Petalia. Una de las celebridades que ella y sus amigas de la M.P.P. admiraban. Una parte de ella por un breve instante deseó hacer un escándalo por encontrarse con una celebridad como él. Pero era consciente de que aquello sería algo completamente inapropiado en una situación como esta, por lo que decidió contenerse.

—¿No están May, Brock y Ash por aquí? —preguntó Savannah.

Max negó con la cabeza.

—Todos estaban fuera de la región cuando comenzó todo esto. No tenemos idea de lo que es de ellos…

—Ya veo, es una lástima… Aun así, Max. Es un gusto volver a verte a ti al menos—respondió la coordinadora pokémon.


Claudia caminaba junto con Nick para acompañarlo camino de regreso al camarote que compartía junto a Andrés, Brendan y Arthur. A la vez que se dirigía al suyo para irse a dormir debido a lo tarde que era. Pero una vez en la entrada, vieron que los primeros dos además de Alyssa estaban junto a la puerta de entrada al camarote pensativos.

—Hola ¿Qué es lo que pasa? —preguntó Nick.

—Oh, Claudia, Nick. Qué bueno que están aquí—respondió Andrés—. Quizás puedan ayudarnos.

—¿Ayudarlos? ¿Acaso pasó algo? —preguntó Claudia.

—Eso es lo que queremos saber—dijo Brendan—. Íbamos de regreso al camarote cuando nos encontramos con Alyssa. Ella está preocupada porque no sabe dónde está Arthur desde la última vez que lo vio en la cubierta de carga cuando regresó de la misión.

—¿Acaso nadie lo ha visto? —preguntó Nick—Yo también lo perdí de vista en la cubierta de carga cuando ocurrió… todo eso…

—Hemos preguntado a varias personas que han pasado cerca, pero nadie tiene idea. Además, Alyssa está preocupada también porque no sabe a donde se fue una vez que lo perdió de vista—añadió Andrés.

Ella asintió.

—Cuando lo vi en la cubierta de carga, parecía particularmente afectado por la muerte de Katrina—comenzó a explicar—. Pero tras un momento, se quedó completamente callado sin responder a nada de lo que le decía. Entonces de manera súbita se irguió y procedió a irse sin hacerme caso para que me dijera a donde iba. Por lo que lo perdí de vista entre la muchedumbre. Pero lo que más me preocupó fue que parecía completamente ido, casi como si fuese un sonámbulo…

—La muerte de Katrina nos ha impactado a todos. Especialmente a gente como Andrés y yo que la conocimos desde que se unió prácticamente al principio en la época de la Caravana de Petalia—añadió Brendan—. Pero por lo que describe Alyssa, pareciera como si su muerte lo hubiera afectado casi tanto como a Alex.

—Arthur siempre ha sido una persona emocional desde pequeño, especialmente con cosas fuertes como la muerte—dijo Andrés—. Todavía recuerdo que recientemente la muerte de Caroline en Ciudad Portual lo afectó bastante.

—O cuando murió Shadow y creyó que a Leonard le había ocurrido algo…—añadió Nick recordando— En esa ocasión perdió completamente la cabeza.

—Andrés tiene razón—respondió Claudia—. Todavía recuerdo cuando los dos lo apoyábamos cuando estaba triste o frustrado en Ciudad Petalia.

—Pero incluso teniendo en cuenta los eventos recientes, me parece extraño que a él le haya afectado tanto lo de Katrina. Por lo que sospecho que aquí debe de haber algo más y eso es lo que me preocupa. Me preguntaba entonces si es que nos querían ayudar a buscarlo—les preguntó Andrés—. No creo que se haya ido en Bahamut, por lo que debe de estar en alguna parte del Groudon y sabemos que no está aquí en el camarote.

—¡Por supuesto! —respondió Claudia decidida.

—Tampoco es bueno que esté desaparecido de esa forma—respondió Nick—. Será mejor encontrarlo antes de que haga alguna locura…

Entonces los cinco comenzaron a recorrer el Groudon en su búsqueda. Claudia intentaba recordar su infancia para encontrar alguna pista que le ayudara a localizar su paradero. Recordaba que cuando Arthur estaba especialmente afectado por algo, el tendía irse a esconder a algún sitio tranquilo lejos de los demás.

Eso descartaba sitios como el comedor, el área de los camarotes, la cubierta de carga o la sala de máquinas.

Un momento… el Groudon se ha detenido para pasar la noche. Por lo que debe de estar bastante tranquilo en la sala de máquinas con los motores apagados. Además de que a esta hora nadie o casi nadie debería de estar por ahí. Creo que si fuese Arthur consideraría ir a ese lugar…—pensó ella.

Claudia fue hacia la cubierta de carga y descendió al primer nivel. Donde pudo ver que las familias rescatadas de Pueblo Rubello habían sido instaladas en la cubierta de carga. Estaban en un área en la cual se habían puesto colchonetas y tiendas de campaña cortesía del Reino Espejismo para que pudiesen tener algo de privacidad durante el viaje debido a que no había espacio suficiente para todos en los camarotes.

Una vez en el primer nivel, Claudia miró hacia la parte de atrás que llevaba al área de la sala de máquinas y a otras áreas de mantenimiento y procedió a acercarse. El área se encontraba silenciosa, solitaria y a oscuras a esa hora. Por lo que se sentía un tanto temerosa y temía que cualquier cosa súbita o inesperada podía darle un susto.

—¿Arthur? ¿Estás por aquí?... —ella comenzó a preguntar, con su voz sonando un tanto atemorizada por el ambiente local que se le hacía algo tétrico.

Ella continuó avanzando por los pasillos del área de mantenimiento.

—Arthur, los otros están preocupados por ti… Háblame si es que puedes oírme…

Claudia pudo ver entonces una puerta entreabierta no muy lejos a mano derecha. Claudia se acercó a la puerta y tomó de la manilla. Ella podía sentir el cómo su corazón se le aceleraba y su respiración aumentaba debido a la atmósfera de aquel sitio.

Armándose de valor, la chica abrió la puerta lentamente y vio que el interior se encontraba oscuro por completo.

—¿Estás aquí?

Enfocando la vista y permitiendo que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, a ella le pareció ver una silueta sentada en medio de la oscuridad. Lo que hizo que ella soltara un grito de sorpresa entrecortado.

—¿Arthur? ¿Eres tú?...

Tímidamente, Claudia comenzó a tantear las paredes cercanas a la puerta hasta que finalmente encontró el interruptor de luz y lo encendió.

La habitación se iluminando completamente. Lo que reveló que era un camarín para que los trabajadores de mantención de la zona de máquinas puedan cambiarse de ropa o tomar una ducha. Sentado sobre una banca de madera estaba Arthur con la cabeza baja mirando al suelo. El cual todavía llevaba puesto su traje de infiltración de la última misión. Saber que era él y ahora con la luz encendida hizo que Claudia pudiera finalmente tranquilizarse y suspirar aliviada.

—Qué bueno que te encuentro Arthur ¿Pasa algo? ¿No te sientes bien? —le preguntó con amabilidad.

No hubo respuesta. Por lo que concluyó que efectivamente algo importante le había afectado. Ella cerró los ojos, tomó aire y canalizó los recuerdos de aquellos días de la niñez en los que Claudia había tenido que lidiar con situaciones similares con Arthur.

—Voy a sentarme al lado. Poe lo que dime si es que tienes algún problema con ello.

Ella procedió a sentarse tal como dijo sin que Arthur reaccionara. Claudia dejó pasar unos instantes antes de hablar otra vez.

—Lo de Katrina te dolió ¿Verdad? Lamentablemente no pude conocerla mucho ya que recién comencé a interactuar más con ella cuando empezamos a compartir camarote junto con Ángela y Jennifer. Pero por el poco tiempo que pude hacerlo, creo que puedo entender por qué los de la antigua caravana se entristecieron tanto con su partida. Ella era una mujer dulce y fuerte que amaba a los pokémon y ayudar a los demás…

Claudia hizo una pausa.

—Pero para ti… lo que le pasó significa algo más ¿Verdad? ¿Pero qué cosa exactamente? ¿Acaso ella era una amiga importante para ti también? ¿O tiene que ver con algo que pasó durante la misión de rescate?

Arthur siguió sin decir nada, pero pudo notar que levemente desvió la cabeza lejos de ella al oír lo último.

—Supongo que tiene algo que ver con la última misión, entonces—continuó ella sintiendo donde estaba el curso que debía seguir—. Por lo que me han dicho, lo que hiciste durante la misión fue espectacular. Digno de una película o similar.

»Te infiltraste solo a través de la línea defensive enemiga, avanzaste por el pueblo sin ser detectado, encontraste el punto de inserción perfecto para el Groudon… ¡Pusiste una bomba en el antiguo Auditorio! Y liberaste a Hagen de su prisión por tus propios medios. Todo esto al mismo tiempo que pudiste entrar en contacto y preparar el rescate de seis familias de Rubello. Quien sabe… ¡A lo mejor por esto el Reino Espejismo te termina dando una medalla o algo así!

—No…—contestó Arthur en voz baja.

—¿Qué dijiste? No escuché bien eso último—contestó ella para motivarlo a hablar más fuerte.

—No me merezco nada… la misión fue un fracaso…—dijo ahora más audible.

—¿Por qué fracasó la misión?

—Porque Katrina no regresó viva…

Claudia hizo una pausa. Creyendo ver dónde estaba el problema.

—Su muerte no es tu culpa, Arthur. Tu no podías saber que le habían disparado mientras estaba en el camión…

—¡No! —exclamó Arthur comenzando a sollozar— ¡A lo mejor podría haber hecho algo mejor para que regresaran todos vivos! A lo mejor debí haberme quedado más cerca vigilando el camión mientras regresaban… Quizás podría haberme percatado de la ubicación del tirador y haber actuado antes de que abriera fuego contra Katrina. Pero porque no lo hice mejor, no pude salvarla…

La chica tornó su cabeza hacia él.

—Estás siendo demasiado duro contigo mismo. A veces no es posible salvarlos a todos…

Arthur finalmente levantó la vista hacia adelante.

—¡Pero podría haberlo logrado! Quizás podría haber salvado a Katrina y también a…

Pero antes de terminar la frase, Arthur se detuvo en seco como si se hubiese dado cuanta de algo y guardó silencio bajando la vista otra vez.

—¿Salvar a Katrina y a quién más? —preguntó Claudia.

El joven se negó a responder.

—¿Acaso sabes algo que no conozco?

Arthur se encogió sobre sí mismo con un estremecimiento.

—No puedo decirlo…

—¿Por qué no puedes decirlo? ¿Acaso no confías en mí?

—No es que no confíe en ti, Claudia… Es que no puedo decirlo porque es demasiado importante como para que todo el mundo lo sepa…

Sea lo que sea que Arthur le estaba ocultando, era un secreto que le estaba causando mucho dolor tener que hacerlo. Por lo que tenía que encontrar una forma de que Arthur confesara.

—Si no quieres decírmelo, entonces no me dejas otra opción que hacerlo como en los viejos tiempos y adivinarlo…—informó ella levantando su mano derecha con el dedo índice hacia arriba y apartando su vista de Arthur.

Aquella afirmación hizo que Arthur por fin la mirara directamente nervioso por unos instantes antes de recomponerse y volver a mirar hacia abajo. Claudia comenzó a pensar.

—Claramente sabes algo de Katrina que el resto no… ¿Pero que puede ser? Todo el mundo sabe que Katrina y Alex comenzaron a salir juntos desde hace dos meses cuando regresaron de detener a los Swalot. Por lo que no puede ser eso…

Entonces recordó algo que las chicas habían notado los últimos días.

—Pero también recuerdo que Katrina recientemente se estaba sintiendo mal y que tenía muchas náuseas. Por lo que ayer fue a la enfermería a hablar con el doctor ya que pensaba que el movimiento del Groudon le estaba dando mareaos. Más tarde cuando regresó al camarote, dijo que le habían dado medicamentos contra el mareo y que efectivamente todo era por culpa del Groudon.

Claudia hizo una pausa mientras analizaba este último punto.

—Pero claramente ella se sentía diferente después de su visita. Como si no hubiese contado toda la historia. Entonces cuando estábamos a solas las tres, Ángela y Jennifer comenzaron a chismosear que como Katrina y Alex estaba saliendo juntos. Que quizás a lo mejor aquello era más que un simple mareo…

Decir esto último hizo que ella se detuviera y un escalofrío recorriera su espalda. Dándose cuenta horrorizada de las implicancias de lo que estaba sugiriendo. Ella giró la cabeza hacia Arthur de nuevo y pudo ver que estaba temblando.

—No puede ser… Pero si lo fuese, aquello explicaría el por qué Katrina parecía tan diferente tras visitar la enfermería… Arthur… ¿No me digas que Katrina estaba embarazada?

Tras decir aquella palabra, Arthur finalmente rompió en llantos y sollozos.

—Lo vi en la cubierta de carga, Claudia…—comenzó a decir— Vi el cuerpo muerto de Katrina en brazos de Alex. Su cuerpo se sentía frío y sin aura… Pero entonces, noté que había algo más… Había otro aura en su interior, uno muy diminuto pero distinto al de ella… Pero al final, lo sentí desaparecer también…. Por lo que no solo no pude salvar a Katrina… Sino que, por mi fracaso, un niño o una niña ni siquiera tuvo la oportunidad de poder nacer…

Oír aquella historia hizo que se le partiera el corazón a Claudia también. Conociendo lo sensible que lo recordaba, ahora entendía perfectamente el por qué Arthur estaba tan afectado.

Arthur irguió la espalda finalmente con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Por qué nos ha pasada todo esto, Claudia? —exclamó angustiado— ¿Qué hemos hecho para merecernos tanto dolor y sufrimiento? ¡La madre de Max está muerta por culpa de esta Remoción de los Limitadores! ¡Pero también lo están el jefe de la policía que se sacrificó en Ciudad Portual junto con los otros integrantes de la Caravana que perecieron a manos de los Crawdaunt! ¡También Shadow está muerto y ahora lo están Katrina con su bebé! ¡Tus padres tampoco están vivos, Claudia! ¡Y estoy resignado a que los míos tampoco lo están!

»¡Tengo tanto miedo de que más personas inocentes y que me importan sigan muriendo! ¡Siento que si esto sigue ocurriendo, no lo voy a poder soportar más! ¡Se supone que ahora soy un Guardián de Aura, un defensor de los débiles y de los inocentes! ¡Pero ahora mismo tan solo quiero huir de todo esto, Claudia! ¡¿Entonces en qué clase de Monje Guardián me convierte?! ¡No sirvo para nada!

Claudia había oído suficiente. Reconociendo el arrebato que estaba teniendo Arthur, decidió utilizar su as bajo la manga para este tipo de situaciones. Uno el cual había usado en más de una ocasión en el pasado. Ella se acercó y procedió a envolverlo en sus brazos. El chico se resistió por algunos instantes, pero finalmente cedió, se dejó abrazar y apoyó su cabeza sobre el pecho de la chica.

—Tranquilo… todo va a estar bien…—le decía ella con dulzura mientras le acariciaba su pelo castaño con una mano— No te preocupes y suéltalo todo…

Ella dejó que Arthur se desahogara sobre ella por algunos minutos hasta que finalmente se tranquilizó.

—Es demasiado irónico…—dijo eventualmente— Comencé a entrenarme con mi sifu porque quería volverme más fuerte después de que te fuiste. Pero al final estoy haciendo lo mismo que antes... Se supone que casi soy un adulto, Claudia. Pero parece que me sigo comportando como un niño…

—No es actuar como un niño el que te importen los demás, Arthur…—respondió ella— Lo importante es mantenerse firme y no flaquear cuando es momento de actuar. Y siendo honesta, aunque quizás suene un tanto egoísta, parte de mí se siente aliviada de ver que en eso no has cambiado…

Ella hizo una pausa mientras rememoraba.

—Cuando te volví a ver tan fuerte y distinto después de tanto tiempo, me preocupé de que a lo mejor quedaba poco o nada del antiguo Arthur que yo conocía. Pero con el paso del tiempo, comencé a darme cuenta de que en realidad la cosa no era tan así y esto ahora lo confirma. Mientras que yo… siento que lo que pasó hace siete años atrás cuando nos separamos me cambió. Siento que durante el tiempo que he estado sin ti y Andrés, me volví más débil… más frágil… más insegura de mí misma…

»Pero ahora que estoy aquí contigo de regreso, siento que de a poco puedo volver a ser la Claudia fuerte de antes que ayudaba y consolaba a sus amigos cuando se sentían mal... Por lo que te agradezco que me hayas vuelto a abrir tu corazón de esta forma como en los viejos tiempos… Ahora… ¿Cómo era que solía terminar esto? Ah, cierto…

Con ambas manos, ella levantó la cabeza de Arthur para que la mirara directamente, acercó su boca y le besó en la frente.

—Todo va a estar bien… ¿Entendido?

Él demoró algunos instantes en procesar lo que había ocurrido mientras observaban lo que para él eran aquellos hermosos ojos violetas que lo miraban con la misma dulzura que recordaba de antaño. Pero cuando lo hizo, Arthur se ruborizó y escondió sus ojos tímidamente mirando hacia un costado.

—Por favor no le digas a nadie sobre lo de Katrina, especialmente a Alex… Él ya lo está pasando lo suficientemente mal como para enterarse de esto ahora mismo…—suplicó.

—Lo prometo…—respondió ella mientras sonreía y volvía a acariciarle el cabello— Juro qué si se llega a enterar en algún momento, no va a ser por culpa mía.

—Otra cosa, Claudia… Lo he estado pensando últimamente… Yo… quería pedirte perdón…

Ella lo miró extrañada.

—¿Perdón por qué cosa?

—Cuando recién me reencontré contigo y Nick… Ustedes estaban preocupados por mí las veces que entramos en combate contra los pokémon de esos Alakazam. Pero a cambio fui tremendamente grosero e injusto con ustedes dos. Fui un tonto… por lo que espero que puedas perdonarme…

Claudia sonrió.

—Descuida, Arthur… Te perdono, pero recuerda que tus amigos y yo nos preocupamos de esa manera porque nos importas. Ten esto presente en caso de que algo así vuelva a ocurrir. Ahora bien, será mejor que volvamos arriba que los otros te están buscando preocupados…

Ella iba a soltarse de él cuando Arthur la interrumpió.

—¿Claudia?...

—¿Sí?

—¿Podemos estar así un rato más? Yo… extrañaba esta sensación…—admitió un tanto avergonzado.

Ella soltó una pequeña risotada, lo apretó con un poco más de fuerza de nuevo y continuó acariciándole el pelo.

—Está bien… Pero no te malacostumbres ¿Vale?


Dos días después el Groudon llegó a Pueblo Crossgate. El cual para la atención de muchos se encontraba completamente vacío a pesar de presentar pocos indicios de daños o de destrucción. Pero esto calzaba con la información que Steven Stone había entregado con anterioridad. Ya que, según sus palabras, esto se debía a que no muy lejos debía de haber una base militar que seguramente acató las órdenes del Plan de Contingencia Nacional al pie de la letra y había evacuado a la población de Crossgate en su retirada a Ciudad LaRousse. Tal como se suponía que debía de haber ocurrido en Pueblo Rubello.

Max miraba los alrededores del pueblo perdido entre las montañas con nostalgia. Recordaba que en aquel sitio había sido donde el Taillow de Ash había evolucionado en Swellow cuando había participado junto con su hermana y ganado la competencia local conocida como Poké Aro. Si las cosas eran tales como Steven había sugerido, Max deseaba que Shane y su Swablu estuviesen a salvo en Ciudad LaRousse.

Para esta ocasión el Groudon se había detenido por un motivo en particular. Todos salvo un grupo de guardia había descendido y se habían dirigido al cementerio local. En el cual algunas tumbas nuevas habían sido cavadas para enterrar los cuerpos envueltos en bolsas para cadáveres de las bajas de los últimos combates. Para que así de esta forma pudiesen tener un entierro digno.

Max contemplaba la ceremonia de entierro sin prestar demasiada atención el capellán de la Iglesia de Arceus que acompañaba a las fuerzas del Reino Espejismo ya que su mente aún estaba ocupada procesando la muerte de Katrina, y en Alex ubicado junto a una de las tumbas abiertas. Este último se encontraba en silencio, pero sus ojos tristes y vacíos claramente delataban sus sentimientos de desolación.

Una vez que el capellán terminó su prédica, Alex se agachó y dejó caer un ramo de flores locales sobre la bolsa con el cuerpo de Katrina. Detrás de él, los integrantes de la antigua caravana de Ciudad Petalia y las familias rescatadas de Pueblo Rubello procedieron a acercarse y a dejar sus propios ramos. Eventualmente llegó el turno de Max y también procedió a depositar el suyo en nombre de él y de su padre que lo acompañaba a su lado.

Mientras varios soldados llevando palas comenzaban a cubrir las fosas, Max vio a Alex abandonar el cementerio por su cuenta de regreso al Groudon. Acompañado solamente de sus Breloom y los cuatro Mightyena de Katrina. Max deseaba acercarse y decirle algo, cualquier cosa que pudiese a lo mejor animarlo. Pero lamentablemente no sabía si es que algo así podía existir en este momento, por lo que desistió.

Antes de desparecer de su vista, Max se dio cuenta de que uno de los Mightyena de Katrina se detuvo y se había dado la vuelta. Los ojos tristes del pokémon miraron primero con añoranza hacia la tumba de Katrina. Pero luego, sus ojos se posaron sobre él. Max lo miró compresivamente a los ojos por unos instantes, reconociendo al Mightyena que había ayudado a evolucionar en su momento.

Finalmente, el Mightyena se dio la vuelta y procedió a seguir a sus hermanos antes de que se alejaran demasiado.


Más tarde Max se encontraba caminando en los pasillos del Groudon cuando se encontró con Alex que al parecer los estaba esperando.

—¿Alex? ¿Pasa algo? —preguntó el chico.

—Te estaba buscando, Max. Hay algo importante que quiero preguntarte.

Alex hizo una pausa, en donde por unos instantes apartó la vista y miró hacia la nada como si estuviese perdido en sus recuerdos.

—He decidido cuidar de los pokémon de Katrina a partir de este momento. Pero alguna vez ella me contó la historia de cómo uno de sus Mightyena fue alguna vez un cachorro que estaba atrasado en su desarrollo en comparación con sus hermanos. Uno al cual tú ayudaste a evolucionar. También me he dado cuenta durante los meses que hemos estado juntos de cómo de vez en cuando te acercas a él para acompañarlo, hablarle y jugar con él. Por lo que me pregunto… ¿Lo consideras un amigo, Max?

Max asintió.

—Por supuesto.

—Entonces me preguntaba si es que te interesaba una propuesta…

Tras decir esto, Max contempló a su amigo Mightyena aparecer detrás de Alex y se sentó al lado del antiguo guardabosques.

—Hola, Max…—dijo él mientras lo miraba esbozando el equivalente a una sonrisa.

—Mightyena…

—Max… ¿Te parece que a partir de hoy cuides de Mightyena? —preguntó Alex— Él está de acuerdo con la idea, y siento que es lo que a Katrina le hubiese gustado…

Mightyena dio unos pasos al frente.

—¿Me aceptarías como tu pokémon, Max? —preguntó.

Los ojos de Max se emocionaron. Entonces procedió a acercarse al pokémon, se arrodilló delante de él y finalmente lo abrazó del cuello.

—Por supuesto, Mightyena… Bienvenido al equipo…


Esa noche, Ninetales se acercó a Maverick una vez que se instaló el nuevo campamento.

—Hola Mav…—le dijo tímidamente.

El Arcanine se tornó hacia ella y la miró con aprensión.

—¿Qué quieres? —le preguntó directamente.

—Yo… tan solo quería saber si estabas bien. Me enteré de que durante el combate de hoy resultaste herido…

Maverick miró su pata frontal derecha, la cual tenía una leve cicatriz. Ese día el grupo de Alfa y Beta había sido atacado por pokémon salvajes que al parecer se habían molestado de traspasar su territorio en persecución de los humanos del vehículo gigante. Al cual lamentablemente no habían conseguido alcanzarlo a tiempo cerca de Pueblo Rubello y ya se habían ido enfureciendo a los dos comandantes Alakazam. Por lo que al final habían decidido rodear y alejarse de aquel sitio para así evitar una posible escaramuza sin sentido con aquellas fuerzas humanas bien fortificadas.

Si Uxie quería encargarse de la destrucción de ese pueblo humano, otra expedición tendría que hacerlo ya que la prioridad de ellos era Jirachi.

—Fue tan sólo una herida superficial, no es nada de qué preocuparse y que los sanadores no hayan podido manejar—respondió el Arcanine inmutado—. Recuerda que el otro día te dije que tan solo soy un soldado clon del ejército de Uxie y de Ho-Oh. Por lo que no deberías estar preocupándote por mí.

Ninetales bajó la cabeza esbozando el equivalente a una mueca triste por oírlo a referirse a sí mismo de esa manera.

—Hablando de eso… También quería disculparme por cómo me comporté el otro día cuando te invité a ver la luna. Perdón si es que te molesté…

El Arcanine negó con la cabeza.

—Eso ya no importa. Lo importante es que ahora seas consciente de cuál es tu posición y cuál es la mía. Los soldados como nosotros no tenemos tiempo que perder en rencillas o rencores inútiles. Por lo que mientras me dejes realizar mi trabajo como corresponde a partir de ahora, no tengo ningún problema.

El hizo una breve pausa antes de seguir.

—Quizás esos humanos se nos escaparon, pero según los superiores, están en proceso de caer en la trampa que han preparado. Por lo que es posible que entremos en combate mañana. No se nos van a volver a escapar—declaró el pokémon clon.

—¿Quieres comer algo? Te traje algo que encontré en el camino…—preguntó Ninetales dándose la vuelta para recoger algo y mostrárselo.

En su hocico, ella llevaba un Taillow muerto que no perteneciente al grupo de los Alakazam. Uno al cual había cazado personalmente.

El Arcanine negó con la cabeza.

—Todavía no es hora de comer y no tengo hambre. Quédatelo tú si quieres. Probablemente lo necesitas tú más que yo ya que nosotros requerimos menos comida que un pokémon natural—respondió—. Ahora si me disculpas, me toca hacer guardia en los alrededores del campamento…

Con aquellas últimas palabras el pokémon se dio la vuelta y procedió a retirarse. Ninetales se quedó contemplándolo irse aún con su presa en el hocico.

Descuida Mav… Mientras esté aquí, me aseguraré de que estés a salvo. Es lo menos que puedo hacer en memoria del Maverick original…—pensó ella determinada.


La historia continuará el próximo mes en el capítulo 13: Persecución.