Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de Inadaze22

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Capítulo veintisiete: Una chispa en la oscuridad

Primera parte: Cuestión de ciencia

5 de abril

Esto se estaba convirtiendo en un hábito realmente desagradable.

Draco solo quería señalar que después de hoy ya no aceptaría este tipo de comportamiento. Estaba por debajo de él y no iba con su carácter. También quería señalar que, no, no quería estar ahí, pero aquí estaba; parado fuera de la oficina de Granger, esperándola.

La secretaria, que seguía mirándolo por encima de su revista Witch Weekly, le había dicho que ella estaba en una reunión y que podía esperarla en un salón, pero Draco se había negado. Bueno, eso no era cierto. Simplemente, no se había movido. Su cerebro le había ordenado a sus piernas que caminaran, no hacia la sala de espera, sino afuera del edificio antes de que fuera demasiado tarde. Y sus piernas, bueno, no estaban cooperando mucho.

La secretaria hizo el mismo ruido gutural por décima vez y Draco se encontró rechinando los dientes para reprimir su enfado. En cuatro ocasiones distintas, la bruja, que le recordaba demasiado a la Chica Comadreja, había intentado hablar con él. Cada vez, su tema de elección se desviaba de "entablar una conversación" a la tierra del "coqueteo disimulado". Se obligó a no poner los ojos en blanco. Todos sus comentarios sobre el clima, la calidad de su túnica, sus planes para esa noche y la flagrante solicitud para una cena habían sido ignorados o rechazados. Entonces, ella había comenzado a hacer ruidos para llamar su atención.

Draco frunció el ceño y levantó la mirada. Sus ojos se enfocaron en Granger por tercera vez desde que Cecilia, o Cynthia, le había señalado donde estaba ella. Todas las oficinas del edificio eran extrañas. En lugar de paredes sólidas, tenían paredes de vidrio impenetrables que actuaban como ventanas unidireccionales. Él podía verla, pero ella no podía verlo a él.

Gracias a Merlín.

No la había visto desde aquella extraña noche, esa que se había convertido en una pesadilla hecha realidad para ella. Y aunque no verla no lo habría molestado antes, esta vez sí lo había hecho; un poco más de lo que esperaba y de lo que había planeado.

Había comenzado como una pequeña punzada durante el día tres, cuando se había despertado en una casa silenciosa, hizo preguntas en el día seis, cuando ceno con Pansy y Blaise y todo había terminado hoy, el día doce, con él apareciendo en su oficina. Si Draco fuera honesto, diría que no haber visto a Granger durante tantos días, lo había hecho darse cuenta, para su horror, de que le gustaba verla a diario. Se había acostumbrado a sus intrusiones, desayunos, a su sencillez y compañía. Se ha acostumbrado a ella.

Draco detuvo ese pensamiento.

Había pensado, ya que había tenido tiempo para hacerlo, se había tomado días libres del trabajo desde la muerte de su padre. Pasó sus días calculando, reflexionando y sopesando sus opciones antes de finalmente aceptar que había algo entre Granger y él. Sin embargo, no sabía exactamente qué cosa. Esa había sido una pastilla bastante difícil de tragar y Draco definitivamente no quería viajar en ese tren hasta que no supiera a dónde ir.

Todo fue muy repentino. O tal vez no. Draco no lo sabía, pero lo que sí sabía era que todo había ido sin problemas, y luego... ¡Bam! Bueno, eso no era cierto. Las cosas se habían ido construyendo lentamente. Ahora podía verlo con claridad. Como las aguas detrás de una presa. Era solo cuestión de tiempo.

Él gimió por dentro.

Últimamente, todos los pensamientos sobre Hermione Granger le provocaban dolores de cabeza de proporciones épicas y no estar cerca de ella, maldita sea. En más o menos un mes, había pasado de una bendita ignorancia a una furiosa realización. Había pasado de vivir cómodamente, a aferrarse a algo. Y quisiera admitirlo o no, Draco estaba frustrado. También estaba un poco nervioso. No había estado en una situación como esta antes.

Pero tenía que mantener su ingenio. Lo necesitaba para salir de esta situación. Sería fácil entrar en pánico, y parte de él quería hacerlo. Draco podría haber perdido el control con sus tíos, pero no lo perdería con la "situación Granger". Solo era una fase. Pasaría. Él estaba seguro de eso.

Entonces, ¿por qué estaba aquí?

No podía responder esa pregunta y eso lo hizo fruncir el ceño. Otra cosa que le había hecho fruncir el ceño era la vista de Granger.

Cuando Draco entró en Rompe-Maldiciones hace treinta minutos, había esperado encontrarla demacrada, pero que había obtenido algo completamente diferente. Se veía perfectamente normal, como si nada hubiera pasado y que estaba teniendo un día normal. Pero nada de eso era cierto.

Granger estaba de pie, a la cabecera de la larga mesa, moviendo sus manos mientras hablaba con los otros trece integrantes en la habitación; todos garabateaban notas en sus pergaminos. Su postura era autoritaria y segura, eso fue lo más sorprendente para él. De vez en cuando, alguien decía algo o hacía una pregunta y ella se permitía sonreír levemente y referirse a uno de los diagramas que flotaban a cada lado de ella.

Draco descubrió que admiraba la forma en que ella se mantenía firme, incluso cuando las cosas se desmoronaban a su alrededor.

Granger, estaba vestida con sencilla ropa muggle, pero eso era de esperar. Verla con túnica era una rareza. No porque su jefe los había animado a usar ropa muggle, que era menos restrictiva cuando estaban en el campo; sino porque normalmente se reunían en restaurantes muggles para almorzar. Él siempre tenía que transfigurar su túnica para mezclarse. Draco había llegado tan lejos como para notar la longitud de su falda negra y la forma en que su blusa azul real abrazaba cómodamente su cuerpo. La gente en la habitación comenzaba a guardar sus cosas y a levantarse de sus asientos.

Si iba a irse, tendría que ser ahora.

La primera persona salió de la habitación.

Ahora mismo. La segunda persona salió, seguida rápidamente por la tercera. El cuarto y el quinto salieron hablando. Ambos lo miraron con asombro antes de que la sexta persona, otra mujer, se fuera con ellos. ¿Por qué sus pies no se movían? Draco suspiró interiormente. Quizás sus pies no se movían porque no tenía intenciones reales de dejar el lugar.

Bueno, maldita sea.

Draco se obligó a darse la vuelta y estaba a punto de dar el primer bendito paso para salir de esta infernal situación cuando la escuchó.

—¿Draco?

Hijo de puta.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Una serie de maldiciones estuvieron a punto de salir de su boca y todo su cuerpo se puso rígido, pero detuvo las palabras y lentamente se volvió hacia Granger. Ella parecía complacida, pero confundida de verlo. Por el rabillo del ojo, pudo ver que la secretaria los observaba con curiosidad. Algunos de sus "alumnos" también los miraban, luciendo muy interesados de lo que iba a salir de su boca.

A Draco no le importaba el público y rápidamente se dio cuenta de que venir a su oficina fue una mala idea; probablemente la peor que había tenido. Demonios, para empezar ni siquiera sabía por qué estaba allí.

Esto no estaba yendo bien.

—Bueno, Granger, yo…

—Señorita Granger, tengo una última pregunta sobre el protocolo para emergencias —interrumpió un mago rubio con lentes. Tenía sus notas cerca del rostro y un libro de protocolo de seguridad bajo el brazo. Miró hacia arriba—. Oh, ¿estoy interrumpiendo? —antes de que ninguno pudiera responder, continuó—. Solo me tomará unos minutos, pero tengo curiosidad por este nuevo sistema que has creado. Aunque es brillante —dejó escapar un ruido extraño que sonó como una mezcla de una risa nerviosa y un bufido—. No puedo evitar preguntarme qué pasa si una persona tiene una emergencia mientras está en el Ministerio.

Una de las brujas allí presente se dio una palmada en la frente, exasperada, pero Draco honestamente quería agradecerle al nerd por su intrusión. No escuchó la respuesta de Hermione porque estaba demasiado ocupado ideando una mentira, pero se dio cuenta cuando el mago se alejó.

—Me disculpo por eso. Acabamos de contratar a un grupo de nuevos Rompe-Maldiciones y les estaba dando su orientación de seguridad. ¿Qué me decías?

—Yo estaba…

Ella consultó su reloj.

—Tengo una última reunión de orientación en unas dos horas y luego… —sus ojos se nublaron por un momento antes de que se despejara—. Estoy a punto de ir a almorzar, y bueno, si quieres unirte a mí, me vendría bien la compañía... —Granger se calló, mirando al suelo y luego hacia él.

Su mente le gritó que dijera que no, pero, en cambio, Draco respondió con un evasivo encogimiento de hombros.

—Claro.

Granger se quedó allí un momento más.

—Bueno... Bien entonces.

—Perfecto.

En su interior, estaba tratando de averiguar si estaba imaginando la incomodidad o si realmente estaba allí. ¿Cuándo las cosas se habían vuelto incómodas entre ellos? Bueno, esa fue una pregunta estúpida. Siempre había estado, pero nunca tan abiertamente. Tenía sus hipótesis de por qué, pero realmente no le importaba comprobarlas ahora.

Granger sonrió un poco y, por primera vez, pudo ver el estrés que ella había tratado de ocultar. Se volvió hacia la secretaria.

—Regresaré en menos de dos horas, Calista. Toma mis mensajes, por favor.

Así que ese era su nombre...

—Sí, señorita Granger.

Ella le devolvió la mirada.

—Tengo que conseguir algunas cosas de mi oficina, ¿está bien?

Una vez más, su mente le exigió que se marchara, pero no lo hizo. En cambio, asintió y la siguió hasta su oficina. Draco miró a su alrededor. Su oficina era simple y aburrida, igual que su casa. Desde la entrada, miró las paredes desnudas, la chimenea, el escritorio frente a él, había tres estantes con libros ubicados detrás del escritorio, un archivador en la esquina izquierda y la silla que estaba a su derecha.

Y luego, Draco notó un marco con una fotografía en el escritorio.

No había nada particularmente sorprendente en el marco, pero estaba girado hacia él. Raro. Caminó hacia el escritorio y miró a Granger. Ella murmuraba en voz baja mientras buscaba algo en el archivador.

Bueno. Ella no vería lo que estaba haciendo.

Su atención volvió a la fotografía y no dudó en tomarla. No le sorprendió el hecho de que fuera una foto de un Matthew sonriendo y riendo mientras hacía burbujas, pero Draco estaba extrañado de que Granger la hubiera ubicado de tal forma que no podría verla mientras estaba sentada en su escritorio.

Ahora, ¿por qué haría eso?

Quizás estaba teniendo otro día difícil; honestamente, no la culparía por eso. A lo mejor estaba estresada; Granger tenía todas las razones para estarlo. Tal vez... Parpadeó. Su preocupación por ella últimamente había sido alarmante, pero justificable.

El pensamiento lo hizo devolver el marco a su lugar, pero el chico de la imagen llamó su atención. Había visto fotos de Matthew antes, pero el mago se encontró mirando al chico. Se parecía mucho a su madre.

Fue casi asombroso. Era...

—Esa es probablemente una de mis favoritas de él.

Sorprendido por las palabras de Granger, Draco dejó con bastante fuerza el marco en el escritorio y rápidamente dio la vuelta. Y ella estaba... Maldito infierno. Ella estaba ahí. No demasiado, pero sí más cerca de lo que habían estado en días y con toda honestidad, más cerca de lo que él quería.

Porque no se sentía tan cómodo estando tan cerca de ella.

La última vez que habían estado así, no sabía qué diablos había pasado. Al principio, habían estado intercambiando palabras sarcásticas. La tensión entre ellos había sido tangible. Draco no sabía por qué, pero había estado enojado consigo mismo y su reacción frente a sus tíos, a pesar de que no fue culpa de ella. Había querido herirla con sus palabras, pero ella no se lo permitió.

Y Granger, bueno, se había estado acercando demasiado como para sentirse cómodo; demasiado cerca de la raíz de su ira.

Los tal vez volaba por todo el lugar, su ira iba en aumento, el reloj en su cabeza hacía tic-tac, ella se había quejado de su actitud y luego... Algo había sucedido.

Ni siquiera había planeado ir a su casa esa noche. Se había ido a hogar y disfrutó del bendito silencio durante quince minutos. Y luego se dio cuenta de que solo estaba allí mirando las paredes. E impulsivamente agarró su varita y se apareció donde ella, de entre todas las personas. Fue una decisión que le encantaría cambiar.

Era la verdadera razón por la que estaba hoy aquí en su oficina.

Draco la había atacado esa noche. Quería sentirse mal por eso, pero la miseria siempre lo había amado. Y se había sentido francamente miserable. Las palabras de Arcturus, las realizaciones, las amenazas de Emil, su punto de ruptura, su pérdida de control, enterrar a su padre con esa maldita pala y verla a color. Se había visto obligado a vivir una situación muy injusta que era ver el mundo de otra manera; de verla diferente.

Y al final de su fallido intento de lastimarla, algo había sucedido. Más tarde, Draco le había echado la culpa a los demás, incluso a cosas que no tenían la culpa.

Estuvo a punto de ceder. Sin embargo, Draco no estaba muy seguro de qué era. Todo lo que sabía era que la tensión se había disipado y dejó algo que no podía explicar; una cosa que lo había enmudecido. Draco recordó respirar, pero nada más que eso, miro la expresión de Hermione, que pasó de irritada a alarmada y a… Algo. Recordó haber visto el cambio en sus ojos y haber tenido todo tipo de pensamientos absurdos.

Pero hubo un segundo cuando Draco pensó que ella lo iba a hacer; acortaría los últimos centímetros y lo... Besaría.

Sin embargo, ese no había sido exactamente el problema. Oh, no lo malinterpreten, eso fue un predicamento; uno importante, pero no el más grande. No, el casi beso no había sido el inconveniente que inundo su cerebro durante los últimos días. Era algo completamente diferente...

—¿Estás listo? —preguntó, mirándolo con curiosidad mientras se alejaba unos pasos de él—. Hay un buen restaurante al final de la calle. ¿Te gustaría caminar hasta allí?

Lo que realmente había preocupado a Draco fue que, en ese segundo, había tenido la idea de permitírselo.

Y desde que se dio cuenta de eso, no había podido actuar de la misma forma con ella.

—Eso está bien —tragó saliva con dificultad.

El camino hasta el restaurante fue silencioso. Draco estaba perdido en sus propios pensamientos y Granger de alguna manera se las había arreglado para seguir el ritmo de sus pasos sin tomarlo de la mano. Estaba agradecido por eso. Las calles estaban semivacías porque llovía, una vez más; aunque con ligereza. Se acercaba la lluvia real; él estaba seguro de eso. Parecía que las nubes se oscurecían más y más con cada minuto que pasaba y también habían comenzado a zonas los truenos.

Otro día en Londres.

El paraguas muggle de Granger colgaba a su lado y cuando la cosa azul marino captó su atención, Draco abandonó el desconcertante pensamiento de poner los ojos en blanco. Nunca entendería ese aspecto de Hermione. Ella era la bruja más brillante de su generación, pero a veces se preguntaba si había vivido entre muggles demasiado tiempo. Las brujas no necesitaban cosas insignificantes como paraguas, pero él no le diría eso.

El exterior del restaurante italiano no era gran cosa, solo una pared de ladrillos y un letrero; no se veía muy atractivo. Sin embargo, no se preguntaba en qué se había metido al aceptar su oferta de un almuerzo. Eso fue extraño. Siempre era cauteloso con las opciones de restaurantes de Pansy, pero confiaba en las de Hermione.

Y por una buena razón.

El interior era diferente y se recordó mental que no debía juzgar un libro por su portada. Frunció el ceño molesto. No lo había juzgado, simplemente señaló que el exterior no era atractivo. Draco se tomó un momento para mirar a su alrededor. Era pintoresco y agradable. Eso era de esperarse.

Tan pronto como Hermione dio su nombre, la anfitriona sonrió con alegría, la saludó cálidamente y le preguntó si podían esperar un momento mientras preparaban su mesa favorita. Draco la miró. El cabello de Granger estaba húmedo y estaba seguro de que cuando se secara, se parecería a la melena de un león.

—¿Recibes un trato preferencial en todos los restaurantes de Londres Muggle?

Ella simplemente se encogió de hombros.

—Comí muchas veces aquí cuando volví a Londres. Pensé que este sería un buen lugar para comer hoy. No tienen idea de quiénes somos o por qué ni siquiera deberíamos estar aquí. Bueno, juntos.

A regañadientes admitió que ella tenía razón.

Si hubieran ido al Callejón Diagon, la prensa hubiera tenido un día de campo. No le agradaba, pero era verdad. Las especulaciones y rumores se habrían esparcido salvajemente durante días, pero luego habrían vuelto a un nivel normal; a niveles a los que se habían acostumbrado en los meses transcurridos desde el viaje a París y desde que se hicieron amigos.

Cuando la anfitriona los sentó en la esquina del restaurante y tomó sus pedidos de bebidas, los dejó en silencio. Cuando regresó con sus bebidas, las respuestas a las preguntas de la mujer salieron de su boca casi automáticamente mientras observaba a Granger. No, no estaban listos para ordenar. Sí, entendían todo lo del menú. No, no les interesaba el plato del día.

Cuando se fue, Granger se movió nerviosamente, tamborileó los dedos sobre la mesa y miró a su alrededor. Ella estaba mirando la mesa con tanta atención que él tomó su bebida por temor a que la mesa se redujera a cenizas bajo la intensa mirada. Era obvio que algo la molestaba más y más con cada segundo que pasaba. Ella lo estaba volviendo loco.

Más de lo usual.

—Mira, Granger…

—¿Podemos hablar?

Eso lo tomo por sorpresa, parpadeó un par de veces antes de responder educadamente.

—¿Disculpa?

Fue el turno de Hermione para fruncir el ceño y lucir frustrada.

—Quiero decir, ¿realmente podemos hablar?

—Estamos hablando ahora mismo —dijo arrastrando las palabras. Cuando su ceño se profundizó, Draco se sentó derecho en su silla—. Bien. Si eso quieres.

—Estoy nerviosa —espetó.

De repente, Draco se sintió incómodo. Bueno, más de lo habitual.

—Quizás deberías hablar con Pansy…

Granger nuevamente frunció el ceño.

—Ella ya está preocupada por mí, y honestamente, no quiero confirmar sus miedos.

—Dudo que yo pueda ser de ayuda.

—Has sido más útil de lo que crees —murmuró.

Era curioso, una minúscula parte de él quería decirle lo mismo.

—¿Por qué estás nerviosa?

—Esta noche.

Su respuesta lo hizo pensar en una noche que quería olvidar.

La locura había estallado. No podía recordar todos los detalles; solo que estuvo furioso como el infierno durante la mayor parte. Weasley, por costumbre, lo había culpado, Blaise había estado ocupado manteniendo a Pansy fuera de la discusión y había estado tratando de no hechizar al idiota hasta dejarlo inconsciente. Granger se había quedado allí, mirando el papel. Eso lo recordaba a la perfección.

Draco se consideraba un experto en predecir las reacciones de ella. Si sus reacciones pasadas significaban algo, esa noche había esperado que ella hiciera dos cosas después de que la conmoción inicial hubiera pasado: volverse inestable y romper a llorar. Las lágrimas eran casi una garantía. No, todavía no le gustaban, pero esperaba que Hermione exteriorizara su sufrimiento.

Pero se había equivocado en ambas cosas.

Granger no perdió el temple y no se puso a llorar. No, ella ni siquiera se derrumbó. Sin embargo, se enojó con ferocidad.

¡No lo culpes de esto, Weasley! —Pansy gritó acaloradamente, mientras Blaise la retenía.

Apolo estaba en el sofá maullando con fuerza, como si estuviera tratando de llamar su atención. Draco comenzó a seguir la línea de visión del gatito.

No es…

¡Esto tiene "Malfoy" escrito por todas partes!

¿Oh de verdad? —Draco arrastró las palabras, cruzando los brazos.

Sí lo tiene…

Pansy gruñó.

Esto no es...

Bastardo, manipulador y conspirador, todo eso está escrito...

¡Cállate! —Granger gritó tan fuerte que instantáneamente todos se cubrieron los oídos. Así que eso era lo que Apolo estaba tratando de advertirles. Maldito infierno. Lo impactante fue que ella no había usado un hechizo Sonorus—. Suficiente, con los gritos; eso no cambia ni resuelve nada. Solo hace que sea más difícil pensar.

Pero…

¡Ron! Somos adultos, por el amor de Merlín. ¡Actúa como uno!

Él…

Mira, no me importa lo que opines de Draco. Puedes hasta odiarlo, no me importa, pero hazlo en tu tiempo libre. Ahora mismo, esto es como una amenaza y tengo la intención de enfocar toda mi atención en esto y no en la guerra de culpa que has iniciado.

Yo…

Ella levantó el certificado de nacimiento.

En este momento, este papel es más importante para mí que tu infantil rencor. Esto es más relevante que tú. Y si no puedes aceptar eso, entonces no creo que podamos volveremos a ser amigos —ante la mirada de dolor en el rostro de La Comadreja, Granger se suavizó un poco—. Sé que no te agrada Draco, estoy segura de que el sentimiento es mutuo —le lanzó a Draco una mirada severa cuando él gruñó—. Pero si pudieras ver más allá de tu odio por él el tiempo suficiente como para ayudarme, te lo agradecería mucho.

Todo lo que escucharon después fue el sonido de los ronroneos de Apolo, pero luego sucedió algo. Los ojos de Weasley se suavizaron. Sus siguientes palabras parecieron ser las más difíciles que había tenido que decir.

Lo siento.

Granger sonrió levemente, miró el certificado de nacimiento y frunció el ceño profundamente.

Estás perdonado... Solo comienza a ser civilizado y explícanos qué hacías antes de recibir la carta.

Weasley aceptó lentamente sus términos y la tensión en la habitación se disipó, pero no la rigidez en Draco. Se encontró pensando, en una palabra, que se repetía una y otra vez en su mente. Explícanos. Draco la miró. Explícanos. Él frunció el ceño. Explícanos. ¿Qué diablos le pasaba?

Ella miró el papel en sus manos antes de dárselo a Pansy.

¿Puedes ir y asegurarte de que mi copia esté ahí? No me gusta la idea de que alguien pueda haber entrado en mi casa.

No lo hicieron, al menos no lo creo. Traté de enviarte el paquete por Búho, pero no pude. Mi búho no pudo encontrarte y yo no pude tampoco por Flú porque no estamos conectados, así que le escribí a alguien que conocieras. A Parkinson. Blaise me vio en el Ministerio hace unas horas.

Granger hizo una pausa pensativa antes de asentir.

Todavía quiero comprobar y ver si está allí. Está en la caja con…

Pansy la interrumpió gentilmente.

Ya lo sé.

¿Estás segura de que deberíamos hablar mientras...?

Draco no hizo esto —dijo, después de dar una mirada significativa en su dirección, Hermione agregó con voz tan baja que solo él pudo escuchar—. Él no lo haría.

Pansy había sido la que notó la nota en el reverso del certificado de nacimiento.

"5 de abril. Siete en punto. En el Caldero Chorreante".

Esta noche.

Volvió a la conversación actual cuando Granger le habló.

—Honestamente, no sé cómo voy a reaccionar.

Bueno, afortunadamente, eso era algo con lo que no tendría que lidiar. Blaise había sido elegido para asistir a la reunión con ella. Fue la decisión que tomaron esa noche después de que La Comadreja se fuera y Pansy se retirara a la habitación de invitados de Granger para dormir.

Blaise era el más sensato del grupo. Pansy estaba demasiado emocionada, Draco necesitaba un respiro del drama y Weasley ni siquiera era una opción. Le pudieron haber enviado ese sobre por varias razones y pasaron horas especulando sobre todas ellas hasta que Hermione le dijo gentilmente a un exhausto Blaise que se fuera a la cama. Él subió las escaleras y se unió a Pansy en la habitación de invitados. Draco no estaba seguro de cuánto tiempo estuvieron sentados en su patio esa noche, pero hablaron de todo lo que no involucro los eventos de ese día.

Finalmente, la conversación se convirtió en escasos comentarios mientras Apolo ronroneaba contento en el regazo de su dueña. Hacía frío, Draco estaba molesto y no le gustó el chocolate caliente que ella le dio, pero no se quejó. Draco no estaba seguro de por qué no se fue o por qué ella no le dijo que se fuera. Así que se quedó. No era como si tuviera algo más que hacer.

El sol se asomaba por el horizonte cuando finalmente se fue a su casa.

—Odio sentarme aquí y hablar sobre… —Granger se calló.

Oh, ¿ella seguía hablando? Bueno, él no estaba escuchando, pero ella no necesitaba saber eso. Y tampoco necesitaba saber qué lo había distraído.

—Está bien —tomo su menú y empezó a reducir sus opciones.

—¿Cómo has estado? —preguntó un poco incómoda.

—Bien —Draco respondió con honestidad.

—¿Y la redada? Sé que encontraron muchos artefactos Oscuros, pero ¿ellos…?

—No, no encontraron a ninguna de sus esposas desaparecidas ni nada sobre la esposa de Arcturus. Aun así, con todas las cosas que encontraron; él estará en Azkaban por mucho tiempo. Arcturus está contento... Bueno, tan contento como alguien puede estar en esta situación. El caso es que todo está bien.

—Eso es un alivio. ¿Cuándo comienza su juicio? —podía sentir sus ojos sobre él.

Draco no la miró.

—Realmente no lo sé. No me dieron el caso, por obvias razones.

Él estaba feliz por eso.

—¿Y Emil?

—Arcturus modificó sus recuerdos, le asignó un trabajo en el que pudiera vigilarlo y lo envió de regreso a casa.

—Y…

—Se fue esta mañana —respondió automáticamente y luego preguntó—. ¿Terminaste con el interrogatorio?

Hermione se disculpó con aprensión.

—No quise que pensaras que esto era una investigación. Solo estaba conversando... Tenía, bueno, curiosidad. No te he visto en diez días.

Un poco aturdido, Draco la miró por encima del menú.

—¿Estabas contando los días? —se sintió extraño.

Granger bajó la cabeza, se encogió de hombros ante la pregunta y pasó el dedo por el borde de su vaso.

—Me acostumbré a verte, eso es todo. Dime, ¿eso es algo malo?

Draco no respondió.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Segunda parte: Un paso

Los ataques de pánico todavía eran una mierda.

Hermione humedeció deliberadamente su labio inferior con su lengua mientras trataba de controlar su respiración. En la última hora, Blaise le había preguntado dos veces si necesitaba una poción calmante, pero ella se había negado. La hacían sentir cansada y quería estar alerta para lo que vendría. Se pararon en la entrada del Caldero Chorreante. La desventaja de los ataques de pánico eran la inquietud, el nerviosismo, las palpitaciones, la horrible ansiedad y la histeria.

Se había despertado esa mañana, lista para combatir a cualquiera que se atreviera a intentar explotar la historia de su hijo muerto, pero ese valor se desvaneció rápidamente. Se convirtió en inquietud durante el desayuno, en nerviosismo a la hora del almuerzo y luego hace unos veinte minutos en terror. Ella y Blaise se sentaron en silencio en un café muggle.

El temor se había intensificado durante la caminata y cuando llegaron, sus piernas se sentían como si fueran de plomo. Como un verdadero caballero, Blaise le abrió la puerta del Caldero Chorreante, pero Hermione no se atrevió a cruzar la puerta.

—¿Estás bien? —la profunda voz de Blaise hizo que Hermione levantara la cabeza para encontrarse con su mirada preocupada.

—No puedo entrar.

—¿Qué pasó con tu coraje Gryffindor?

—Bueno, todavía está en reparación, como todo lo demás.

Blaise permitió que la puerta se cerrara y apoyó las manos en sus hombros. Se inclinó más cerca, pero no demasiado. Curiosamente, estar cerca de Blaise era diferente a estar cerca de Malfoy.

Había una feroz determinación en sus ojos oscuros.

Nadie se enterará de lo de Matthew, no a menos que tú quieras. Haré todo lo que esté en mi poder para que eso no suceda. ¿Me crees? —y en ese momento, realmente lo hizo—. Y no soy único, tienes a un fiscal, un Auror, la editora de una revista y aparentemente a un famoso jugador de Quidditch de tu lado. No importa lo que diga o haga esa persona, recuerda que no hay nada que no se pueda arreglar.

Hermione sonrió a pesar de que se le revolvía el estómago.

—Hablando como un verdadero Slytherin.

Él sonrió y se movió para abrirle la puerta. Ella se quedó mirando la puerta abierta y respiró hondo. Es curioso cómo caminar seis pasos era más difícil que correr un cuarto de milla bajo la lluvia. No entró en El Caldero Chorreante.

—Un paso a la vez —Blaise le recordó.

Claro. Un paso. Y fue vacilante. El segundo fue más confiado. El tercero y el cuarto lo dio seguidos. Y el quinto y el sexto fueron más fáciles de lo que esperaba. Muy pronto, Blaise estuvo hablando con Tom mientras Hermione miraba a su alrededor. Parecía que todos los ojos estaban puestos en ella, pero eso era común. Por suerte, era una noche entre semana y, por lo tanto, no había mucha gente. No es que eso importara; había más que suficientes ojos observando cada uno de sus movimientos.

—Hermione —Blaise le indicó que se acercara y ella comenzó a caminar hacia él, tratando de mantener la compostura bajo la presión en la que estaba. Él le puso la mano en el hombro y le informó—. Nos están esperando en el área privada. Tom no puede decirnos quién es, pero se asegurará de que nadie nos moleste mientras estemos allí. ¿Lista?

¿Estaba lista? Probablemente no, pero eso no importaba. Su estómago aún estaba revuelto cuando cuadró los hombros.

—Estoy lista.

Blaise esbozó una sonrisa y los alejó de las persistentes miradas.

Sin llamar, abrió la pesada puerta de madera para ella y Hermione entró en la habitación. Sus ojos se clavaron en la única persona allí y su boca se abrió en estado de shock e incredulidad. No.

Lavender.

Ella miró hacia arriba, sorprendida por la intrusión, y los pies de Hermione se clavaron en el suelo. Lavender le había enviado ese sobre a Ron. Lavender sabía sobre Matthew. Lavender había organizado esta reunión. Lavender.

No tenía sentido.

—¡Oh! Estás aquí.

—¿Tú? —preguntó Hermione con incredulidad.

¿Dónde estaban las señales? Hermione se dedicó a pensar, pero no encontró nada significativo. No se molestó en mantenerse en contacto con ella después de haberla encontrado meses atrás, aunque nunca fueron amigas y la gente hacía promesas vagas todo el tiempo. No tenía sentido. Blaise cerró la puerta y pareció sacarlos a todos de sus trances.

Lavender abrió la boca para hablar, pero una risita juguetona la interrumpió. La risa de un niño. Hermione había estado tan concentrada en su antigua compañera de escuela que ni siquiera había notado al niño sentado en la sillita alta. Dio unos pasos más cerca de la mesa. Era Chase el Regordete.

Había crecido mucho desde la última vez que Hermione lo vio, pero todavía era regordete y tenía el cabello rubio. Al menos esta vez estaba sonriendo. Llevaba lo que parecían unas orejeras negras en sus oídos. Hermione supo instantáneamente lo que eran. Había comprado un par para Matthew. Estaban encantadas para bloquear cualquier sonido y también tocaban música.

—Hermione, yo… —lo miró, entrecerró los ojos y preguntó con curiosidad—. ¿Zabini?

Cuando su madre se puso de pie, Chase miró a su alrededor con curiosidad antes de esbozar una sonrisa. Abriendo y cerrando los puños, diciendo alegremente un "Hola". Lavender se llevó un dedo a los labios, indicándole que permaneciera en silencio. Él imitó sus acciones, agregando un pequeño "Shh".

—No puede oírnos, lo cual es bueno —dijo finalmente Lavender y juntó las manos—. Creo que deberíamos hablar.

—¿Hablar? —Hermione se resistió, cruzando los brazos a la defensiva—. ¿En serio quieres que hablemos? ¿Tú eres quien me envió ese sobre con el certificado de nacimiento de mi hijo?

Lavender se alisó la falda.

—Sí, bueno…

Hermione negó con la cabeza, riendo tristemente.

—Sabes, cuando te vi en agosto, pensé que tal vez habías cambiado y ya no eras esa entrometida y chismosa chica que eras en la escuela. Supuse que casarte y tener un hijo te había cambiado para mejor, pero veo que no has cambiado ni un poco.

Lavender parecía herida por sus palabras.

—Eso no es justo.

Blaise trató de mantener la calma.

—Mira, Hermione, vamos a…

Su voz fue baja y feroz.

—No.

No, escucha a Blaise —murmuró en voz baja, pero Hermione estaba demasiado enojada.

Chase comenzó a hacer ruidos rítmicos. Instintivamente, las dos mujeres apartaron los ojos la una de la otra por un momento para mirar al bebé, solo para descubrir que Blaise se había sentado en la mesa y sostenía un bloque de juguete que Chase le había dado. La tensión en la habitación se dispersó. Lavender sonrió levemente ante la vista antes de volverse hacia Hermione, cuyos ojos tardaron un poco más en apartarse del niño.

—Hermione, tenemos que hablar.

—¿Solo di qué quieres?

—¡Nada! —Lavender exclamó con vehemencia—. ¡No quiero nada de ti, Hermione! Solo soy una ama de casa y mi vida era mucho mejor, hace doce días, créeme. No estoy en el negocio de los chismes. Ni siquiera quiero estar aquí y tu actitud me hace querer irme.

Ella miró a Lavender dubitativa.

—¿Cómo pudiste obtenerlo?

—En realidad, fue por accidente.

—¿De qué estás hablando?

El rostro de Lavender se suavizó ligeramente.

—Entiendo por qué eres tan desconfiada. Si alguien estuviera amenazando a Chase, Seamus y yo, haríamos todo lo que estuviera en nuestro poder para protegerlo —hizo una pausa—. Tiene sentido que tú hagas lo mismo.

—Que estas…

—No estoy aquí para lastimarte. Ni para explotarte. No me importa tu pasado, pero estoy aquí para ayudarte —cuando los brazos de Hermione cayeron a sus costados, los de Lavender también lo hicieron—. Desee haber visto las señales cuando te vi en agosto. Debería haber sabido que esa era la razón por la que sabías que a Chase le estaban saliendo los dientes. Todo tiene sentido ahora —puso su mano sobre el hombro de Hermione—. No tenía idea de que tuvieras un hijo.

El corazón de Hermione comenzó a latir dolorosamente. Miró alrededor de la habitación antes de centrarse en los ojos de su antigua compañera de clase. Si esto hubiera pasado hace seis meses, Hermione estaba segura de que se hubiera derrumbado. No hubo lágrimas, pero el dolor estaba ahí. Siempre lo estaría; ella lo había aceptado. Su voz fue apenas un murmullo cuando respondió.

—Ya no más.

La reacción de Lavender fue instantánea, tal como esperaba.

—No puedo imaginar por lo que debes estar pasando y ni siquiera lo intentaré.

—Mejor que no lo hagas.

El rostro de Lavender se puso muy serio.

—Tenemos que hablar, pero solo si estás dispuesta a escucharme —cuando Hermione asintió, ella continuó—. No te envié ese certificado de nacimiento para asustarte, aunque creo que sí sucedió. Lo siento. Lo envié para advertirte que alguien sabe sobre tu hijo y quiere exponerlo, pero no soy yo. Es Parvati.

Era como había temido, pero también lo había anticipado.

Eso tenía sentido. Ella tenía todas las razones para querer explotar la historia de Matthew. El artículo solo la convertiría en una periodista muy famosa y adinerada. Pero Lavender...

—Eres su mejor amiga. ¿Por qué estás aquí diciéndome algo que potencialmente pueda terminar con su carrera?

Lavender suspiró con tristeza.

—Amo a Parvati, como a una hermana, pero ella ha cambiado; incluso Padma dice eso. Eran inseparables en Hogwarts, pero ya ni siquiera hablan; ¿lo sabías?

Hermione negó con la cabeza.

—Padma se casó con Anthony Goldstein hace dos años y Parvati ni siquiera fue a su boda. ¿Por qué? Porque estaba demasiado ocupada trabajando en un artículo y no quería que la molestaran. No han hablado desde entonces —Lavender parecía angustiada—. El trabajo la ha consumido y he tratado de apoyarla porque eso es lo que hacen los amigos, pero ya no puedo hacerlo —se secó una lágrima del ojo y se tomó un momento para respirar—. Ella era mi mejor amiga, pero ya no sé quién es y eso me aterra. Ella me asusta y ya no sé de qué es capaz. ¿Qué clase de persona intenta exponer a un niño inocente sin siquiera parpadear? No sé la respuesta a eso, pero sí sé que no quiero a esa persona cerca de mi hijo.

—Pero Rita Skeeter hace lo mismo.

—Lo sé, pero ella es diferente. Con Rita Skeeter, sabes lo que vas a obtener, que será un trabajo desagradable en el momento en que la ves. Es lo que es y la gente puede aceptarlo o déjalo. Con Parvati, no se sabe, ya no la conozco. No estoy aquí porque la odie. Todavía me preocupo por ella, pero no me quedaré sentada y la veré lastimar a alguien que no se lo merece. Y puede odiarme por eso y no me importa, pero no dejaré que apunte a gente inocente. Simplemente no lo haré.

—Quizás deberían sentarse —dijo Blaise desde la mesa. Chase estaba ocupado tirando de su corbata de color azul eléctrico con curiosidad. Lavender se apresuró y le soltó las manos, mientras se disculpaba—. No hay necesidad de eso. Esta habitación es privada, ¿verdad?

—Sí, yo misma puse los hechizos de privacidad —respondió Lavender mientras se sentaba. Chase bostezó. Miró al otro lado de la mesa, hacia Hermione, que acababa de tomar asiento junto a Blaise—. Sin embargo, si quieres poner uno tú mismo, entonces, por favor, hazlo.

Y lo hizo mientras Hermione hablaba.

—Me disculpo por hablarte de la forma en que lo hice.

Lavender asintió.

—Ahora, ¿cómo sabemos que estás diciendo la verdad? —preguntó Blaise.

—Aparte del hecho de que no mentiría sobre algo como esto. Tendrás que confiar en mí a menos que tengas otras alternativas.

—Sí. Veritaserum.

—Tenía el presentimiento de que dirías eso —respondió mientras tomaba a Chase de la silla alta, la transfiguraba en un cochecito y lo ponía dentro. Bostezó y rápidamente pasó de estar alerta a tener los ojos llorosos. Buscó a tientas los auriculares, pero no pudo quitárselos—. No me gusta esa poción desde quinto año, pero si eso es lo que sientes que necesitas hacer, que así sea.

Hermione observó mientras Blaise sacaba el pequeño frasco del interior de su chaqueta. Ella puso su mano sobre la de él.

—Nada de pociones.

—Eso no es inteligente, Hermione.

—Sé que no lo es, pero —Hermione miró a Lavender desde el otro lado de la mesa—. No gana nada estando aquí. En todo caso, pierde mucho —Blaise le dio un asentimiento y volvió a guardar el frasco en su bolsillo mientras Hermione le pedía a Lavender que comenzara desde el principio.

Y ella lo hizo.

—Estaba en el apartamento de Parvati para cenar. Seamus fue al pub con Dean, Terry y otros para su Noche Libre o algo así. Parvati no había visto a Chase en un tiempo porque había estado fuera de la ciudad. En Italia, creo.

El corazón de Hermione dio un vuelco.

—¿Ella dijo en qué parte?

—Venecia, pero ella no fue particularmente comunicativa sobre su viaje.

—¿Cuánto tiempo estuvo allí?

—Tres meses. Skeeter la suspendió después del asunto de las fotos falsas.

Blaise y Hermione intercambiaron miradas. Su mente estaba confusa.

—¿Cómo fue la cena?

—Bien, al principio. Parecía que Italia había hecho maravillas con su estado de ánimo porque parecía mucho más feliz que cuando se fue. Me preguntó si te había visto o si había hablado contigo desde agosto, pero no pensé nada malo porque fue muy casual. Le dije que no lo había hecho. Y luego, recibió una llamada por flú de alguien, no me dijo quién era, pero dijo que se trataba de negocios y que solo se tardaría quince minutos.

Hermione absorbió todas las palabras. Casi había olvidado cuánto divagaba Lavender y aunque antes eso la ponía nerviosa, las divagaciones hasta ahora habían sido muy informativas.

—¿Qué pasó después? —preguntó Blaise.

—Chase desapareció. Silencio no es una palabra que yo use para describir a un niño de quince meses —Hermione asintió y Lavender parecía como si no supiera si sonreír o verse empática—. Así que comencé a buscarlo y lo encontré en la oficina de Parvati.

Lavender miró afectuosamente a su hijo que ahora dormía.

—No me malinterpretes. Todavía soy una entrometida, pero creo que fue más por querer investigar que cualquier otra cosa. Tenía curiosidad por ella. Nos habíamos estado distanciando desde su suspensión. Su credibilidad era nula, nadie quería publicar sus escritos y El Profeta la había llamado un lastre. Nada había cambiado, así que quería saber por qué ella estaba tan feliz. Entonces, comencé a fisgonear. No encontré nada de interés hasta que eché un vistazo en su escritorio. Había una foto tuya y de Malfoy sentados juntos en un restaurante. Tú estabas mirando por la ventana y él te estaba mirando con bastante intensidad; eso es todo lo que recuerdo al respecto.

—¿Qué...? —y fue entonces cuando se dio cuenta de que la fotografía no tenía absolutamente nada que ver con el problema que tenía entre manos, sino que tenía que ver con Malfoy—. No hay nada.

Blaise y Lavender la miraron extrañamente antes de que el primero diera instrucciones de continuar.

—Sí, bueno, tomé la foto para mirarla más de cerca y el certificado de nacimiento estaba debajo, junto con otros documentos, papeles sobre ti, artículos sobre Malfoy de hace unos años y notas de lo que parecía un artículo en el que estaba trabajando. Y otra cosa, había copias del acta de nacimiento por toda la habitación. El que te envié es una copia.

Hermione se sentó más recta.

—¿Qué?

—Algunos no tenían el nombre del padre, pero otro sí. Solo tomé uno que no tenía el nombre —Lavender de repente se sintió incómoda. Ella miró a su hijo para asegurarse de que estuviera dormido antes de preguntar—. ¿Escribiste el nombre del padre?

—No, no lo hice.

Lavender miró hacia abajo por un momento.

—Entonces no entiendo.

—¿Entender qué? —preguntó Blaise.

Lavender miro en la mesa por un tiempo.

—¿Draco Malfoy es el padre de tu hijo?

Hermione se burló.

—Por supuesto que no. Eso no solo es absurdo, sino también imposible.

La rubia parecía como si estuviera tratando de procesar lo que había escuchado.

—Realmente lo es, pero tenía que preguntar. Verás, su nombre fue escrito en algunos de los certificados de nacimiento, —la boca de Hermione se abrió en estado de shock, pero lentamente las piezas encajaron en su cabeza—. Me metí uno en el bolsillo, levanté a Chase del suelo y fui a decirle que me iba. Tenía que salir de allí porque, sinceramente, no reconocía más a mi mejor amiga y no me gustó esta nueva persona en la que se había convertido. Pero cuando fui a decirle que me iba, ella todavía estaba atendiendo su llamada.

—¿Escuchaste alguna parte de la conversación? —Blaise cuestionó.

—Solo un poco. Parvati le estaba diciendo a alguien que no se sentía cómoda al incluir a Malfoy en la situación.

—¿Qué tiene que ver Draco con esto? —Blaise se preguntó en voz alta.

No lo dijo en voz alta, pero tenía el nombre de Ginny escrito por todas partes. Hermione se odió a sí misma por inmediatamente señalar a Ginny, pero hasta que tuviera pruebas de lo contrario, parecía ser la sospechosa más probable. Nadie quería cambiar la verdad más que Ginny.

Y se preparó para tener una conversación muy dura con Harry.

—Ahora, sabemos que ella aún no ha escrito el artículo…

—Pero tampoco sabemos cuándo lo hará —señaló Lavender.

—Con suerte, tendremos todo lo necesario para detenerla antes de que suceda.

—¿Qué necesitamos?

—Necesitamos saber con quién está trabajando y tenemos que averiguar cómo obtuvo su certificado de nacimiento. Ya que tengo el mío y no hay forma de que ella pudiera haber entrado en mi casa sin mi conocimiento, debe haberlo tomado del hospital donde nació Matthew —concluyó Hermione—. Y para haber hecho eso, tuvo que hacer algo ilegal, porque los muggles no permiten que la gente entre y robe registros.

Blaise le preguntó a Lavender si eso era todo y ella asintió con vehemencia.

Hermione le dio las gracias.

—Se supone que vamos a almorzar pasado mañana. Podría hacer un poco de espionaje y obtener más información para ti. Podría ayudar más. Eso es si quieres.

Una pequeña sonrisa se deslizó por el rostro de Hermione.

—Eso sería genial, Lavender. Gracias.

Todos se sentaron en silencio durante los siguientes minutos, tratando de asimilar lo que había sucedido durante la hora que habían estado sentados en esa habitación. Blaise fue el primero en hablar.

—Entonces, ¿Weasley no está involucrado en todo esto? Bueno, Pansy me debe un masaje. Estaba segura de que este era su plan diabólico.

Lavender se rio entre dientes.

—Me encontré con él el día después de estar donde Parvati. Estaba en la botica, recogiendo algunas pociones para mi madre cuando lo vi entrar. Seguimos siendo amigos, pero no había hablado con él desde hace un tiempo. Casualmente, te mencioné y su tono cambio desde la última vez que le hablé de ti. Ron me dijo que ustedes dos lo habían resuelto. Me dijo que con el tiempo esperaba que volvieran a ser amigos.

Hermione se quedó sin habla.

—Fuimos a Florean Fortescue para hablar y comer un helado y me contó muchas cosas, pero estoy seguro de que quiere mantenerlo en privado. El caso es que no sabía cómo advertirte; tu flú es privada, mis lechuzas no podían encontrarte, tu casa no se puede rastrear y tu oficina estaba revisando todas las cartas que recibías. Entonces, se la envié a Ron de forma anónima, con la esperanza de que fuera a verte. Y él hizo.

Hermione estaba asombrada por el esfuerzo que había hecho.

—Lavender, realmente no sé qué decir.

—Entonces no digas nada. Sé que no fuimos buenas amigas, pero tal vez podamos intentarlo ahora.

Intentar. Bueno, esa era una palabra nueva. Intentar.

—Está bien, podemos intentarlo.

Lavender le mostró una sonrisa brillante que se desvaneció cuando miró su reloj.

—¡Oh Merlín, son casi las nueve! Realmente debería irme —se puso de pie y empezó a ordenar sus cosas—. ¿Me escribirás?

—Haré una cosa mejor; ¿a ti y a Seamus les gustaría ir a cenar a mi casa el viernes? —Hermione también se puso de pie y continuó su invitación—. Pansy y Draco también estarán allí y tal vez Ron, pero no estoy muy segura de eso…

—Eso suena maravilloso. Lo hablaré con Seamus, pero estoy segura de que estará de acuerdo —Lavender hizo una pausa y luego se rio entre dientes—. ¿Sabes lo que es realmente divertido? Esperaba que Malfoy apareciera contigo, en lugar de Blaise Zabini.

Hermione sabía exactamente por qué Lavender había tenido ese pensamiento.

—Crees que estamos saliendo, ¿verdad?

—Bueno, sí —ella respondió con total naturalidad.

—En realidad no lo hacemos.

Ella pareció sorprendida.

—Pero hay tantas fotos de ustedes dos juntos. Y la forma en que se miran... ¿Estás segura?

Hermione no respondió.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Tercera parte: El equipo A

Pansy Parkinson estaba exactamente a doce palabras de ser hechizada. No diez. No quince. Doce.

La molestia de Draco había comenzado poco después de que él llegara a su casa, que había sido designada como el lugar de encuentro. Ella había comentado lo temprano que llego y sus palabras habían actuado como un disparo al comienzo de una carrera. Estaba bastante seguro de que a ella le gustaba irritarlo porque cada vez que lo ponía de los nervios, la pequeña sonrisa en su rostro crecía.

—Escuché que almorzaste con Hermione hoy —Pansy estaba sonriendo positivamente.

Él frunció el ceño. Ya había perdido nueve palabras.

—¿Y eso qué importa?

—No hay necesidad de estar a la defensiva, Draco, solo estaba haciendo una declaración.

Y ahora, había sobrepasado su cuota.

—Más bien parece que te estás entrometiendo —refunfuñó.

—Bueno, alguien necesita entrometerse. Ustedes dos son tan gruesos de cráneo y eso es por decirlo educadamente.

—No te metas —le dijo Draco con vehemencia, permitiendo finalmente mostrar su enfado—. No es asunto tuyo.

Pansy se encogió de hombros casualmente.

—Quizás no lo sea, pero es difícil ignorar algo que es evidente para mí —abrió la boca para discutir, pero ella levantó la mano y se negó a permitirle una palabra—. Estás en negación, Draco. Yo lo sé, tú lo sabes, Blaise, tu madre, e incluso Granger lo sabe, bueno, solo lo hace después de que se lo dije.

Palideció.

—¿Disculpa?

Pansy lo miró por un momento antes de ponerse de pie y decir algo descaradamente.

—Le dije a Hermione que sentías algo por ella.

Draco quería estrangularla.

—¿Hiciste qué? —por eso todo había sido tan incómodo entre ellos. Con los dientes apretados, le dijo—. Será mejor que se lo desdigas, Pansy, y será mejor que lo hagas hoy.

Ella parecía indiferente a su enfado.

—Puedes negarlo, pero es bastante obvio lo que sientes por ella. Hermione te ha afectado, Draco. Todo ha cambiado entre ustedes, y ya era hora. También uno de ustedes debería admitirlo. Hermione casi tuvo un ataque de pánico cuando le sugerí que agregara la palabra relación a su vocabulario. Así eso te deja a ti.

Draco se puso de pie y cruzó los brazos. Estaba molesto con todas estas fuerzas externas que parecían disfrutar causando estragos en su vida.

—No me vas a obligar a hacer nada, así que déjalo —comenzó a alejarse, pero se dio la vuelta—. Y tal vez Granger casi tuvo un ataque de pánico porque la estabas empujando hacia algo para lo que no está lista.

—Bueno, si ese fuera el caso, ¿por qué me dijo ayer que no tomaría mi consejo a la ligera?

—No sé qué pasa por su mente. Y no me importa.

—Entonces, ¿no te importa?

—No, no lo hace.

—Siempre preguntas por ella cuando no está cerca. Si no te importa, entonces ¿por qué fuiste a su trabajo hoy? Por qué, diablos, sé todas las respuestas a esas preguntas y no es porque no te importe; es porque lo hace y mucho.

Draco frunció el ceño.

—Nada de eso importa. El hecho es que no tienes derecho a...

—Miénteme, si eso te hace sentir mejor, pero por el amor de Dios, deja de engañarte a ti mismo.

Él no dijo nada.

Si es que (y era un gran si es que) esta cosa entre ellos eran sentimientos, Draco quería que quien quiera que se los había dado, se los llevara de regreso. Quería deshacerse de ellos lo antes posible porque no le estaban haciendo la vida más fácil. No estaba listo para ellos y no estaba listo para ella. Ella hacía que su piel se erizara de forma desagradable porque nunca lo miraba, sino que trataba de ver a través de él. Granger lo ponía tan malditamente incómodo; lo hacía sentir como un extraño en su propia piel.

Blaise y Hermione aparecieron en la habitación y eso dio por terminada la conversación.

El chico notó sus posiciones defensivas.

—¿Todo bien? —Hermione inmediatamente caminó hacia la red flú y llamó al idiota, a Ronald Weasley.

—¿Por qué lo llamaste? —Pansy preguntó con el ceño fruncido.

—Porque lo necesitaremos. Igual a ti —se giró y le dio a Draco una de esas miradas que lo convencieron de que estaba tratando de ver a través de él—. Y a ti también.

Weasley salió de la chimenea unos momentos después y miró alrededor, confundido. Sus ojos se encontraron primero con los de Hermione y Draco frunció aún más el ceño cuando puso su mano en el hombro de ella y le dio un pequeño apretón. El saludo de Weasley hacia Blaise fue casual, hacia Pansy fue rígido y a Draco fue inexistente; se miraron el uno al otro antes de unirse a los demás en la mesa.

Tomó el último asiento junto a Granger, mientras Draco, aún perturbado, tuvo que acercar una silla extra a la mesa.

Draco escuchó a Granger y Blaise contarles todo lo que había sucedido esa noche, pero Draco se sentía muy distraído. De forma inusual, solo captó partes de la conversación mientras La Comadreja parecía absorber cada una de las palabras de Granger. Draco frunció el ceño.

Que Patil fuese la culpable no le sorprendió. Después de todo, Pansy le había advertido que algún día alguien iría a Italia y husmearía en el pasado de ella. Ni siquiera tuvo tiempo de procesar la perspectiva de que Parvati tuviera un aliado, porque todo se volvió muy silencioso. Draco levantó la cabeza y encontró que todos lo estaban mirando.

Weasley lo fulminó con la mirada.

—¿Por qué Malfoy?

Draco se dio cuenta de que probablemente debería haber prestado más atención.

Se reclinó en su silla.

—Por qué Malfoy, ¿qué?

—¿No estabas escuchando? —Pansy preguntó con tono ligeramente histérico—. Parvati planea poner tu nombre en el certificado de nacimiento de Matthew para decir que tú eres el padre y no Harry.

Se frotó las sienes en el sentido de las agujas del reloj cuatro veces antes de frotarlas dos veces en sentido contrario.

—Granger, necesitas hacer una lista de todas las personas a las que has molestado.

Weasley estaba listo para discutir.

—Si ella necesita hacer esa lista, entonces tú…

—Esto no se trata de mí, idiota, se trata de ella —Draco gruñó mientras señalaba a Hermione, quien bajó un poco la cabeza—. Ha hecho enojar a alguien recientemente. Y a juzgar por la expresión de su rostro, creo que sabe quién es.

Weasley dirigió su atención a Granger.

—¿Quién?

—Tu hermana —respondió Draco antes de que ella pudiera hacerlo.

Weasley le dio una mirada dura.

—Pero Ginny no...

—Considero que hemos aprendido que tu hermana no es la princesa de las hadas. Aunque estoy seguro de que Patil probablemente fue a Italia y encontró el certificado de nacimiento, tu hermana, y no estoy seguro de cómo, está involucrada. Es mucho más capaz de lo que tú o Potter parecen pensar —replicó.

—Eso es —intervino Blaise—. Potter. Necesitamos reclutarlo.

Hermione se sentó.

—Ya había planeado tener una conversación con él. Viven juntos —respondió ella—. Él es la única persona que puede averiguar si ella está tramando algo.

La Comadreja parecía incómoda.

—Ella es mi hermana. No sé cómo sentirme con...

—Sabes dónde está el flú —Draco se burló y el pelirrojo lo fulminó con la mirada—. No vayas a quemarte en…

—¡Draco! —exclamó Hermione. Parecía completamente cansada y Weasel se veía furioso. Ella negó con la cabeza antes de continuar—. No sabemos si Ginny, exactamente, está involucrada. Solo sabemos que es una sospechosa. Si logramos que Harry se nos una, podremos descartarla, es decir, si ella no hace nada suspicaz.

Definitivamente, ella estaba más rápida para pensar en estos días.

Weasley pareció reflexionar por un momento antes de asentir con la cabeza.

—Debería hablar con él.

Draco se reclinó en su silla, tocándose la barbilla pensativamente. Había demasiado entre Potter y Granger y también había algo entre ellos y Weasley. Draco nunca había tenido problemas para tratar con él. Por supuesto, la última vez que hablaron, las cosas casi se habían tornado violentas, pero con Weasley allí, serviría como un distractor. Después de todo, esos dos idiotas se estaban haciendo la ley del hielo y las posibilidades de que se unieran contra él serían nulas.

Él frunció el ceño. Maldita sea.

—Por mucho que me duela admitirlo, podría intentar convencer a Potter para que espíe a su novia.

—¿Tú? —Ron resopló.

—Sí, yo... Y también —miró a Weasley, cuyos ojos casi se le salieron del cráneo.

Pansy resopló.

—Me encantaría ser una mosca en la pared durante esa conversación.

Draco se burló de su amiga.

—¿Estás seguro? —Granger preguntó con incertidumbre.

—Estoy trabajando en un caso en el que Potter fue el Auror principal y tenemos una reunión previa al juicio el próximo viernes. Será la ocasión perfecta para arrinconarlo. Si Weasley hace planes con Potter…

—Hemos vuelto a hablar.

—Entonces, ¿cuál es el problema?

—Ni siquiera he aceptado.

Draco chasqueó los dedos con impaciencia.

—Entonces acepta. No tengo todo el día. Mira, Weasley, no me gustas. Nunca me agradaste y nunca lo harás. Eres molesto y tan crítico como Potter, pero esto no se trata de mí y tampoco de ti —miró a Hermione, quien lucía absolutamente atónita. Había dicho demasiado. Maldita sea, tenía que decir algo más y rápido—. Y, bueno, no quiero que este artículo se publique, así que, si Potter es la clave, entonces estoy a bordo.

Weasley refunfuñó por un minuto más antes de aceptar con los dientes apretados.

Granger le sonrió a Weasley y él lentamente le devolvió la sonrisa.

Draco frunció el ceño.

—Entonces, mientras estamos reclutando a Potter, ¿qué van a hacer ustedes?

—Iré a Italia —anunció Blaise.

Pansy jadeó y golpeó a su novio en el brazo.

—¡Y no ibas a decírmelo!

Él le sonrió.

—En realidad, lo acabo de hacer —cuando ella lo miró, le ofreció más información—. Iré por una semana, como mucho. Voy a investigar un poco para ver si Parvati usó magia en los muggles para obtener el certificado de nacimiento de Matthew.

—¿Y cómo lo vas a probarlo exactamente?

—Es ilegal utilizar magia en los muggles, o incluso cerca de ellos, como todos sabemos. El Ministerio se toma muy en serio cualquier investigación sobre si se hace magia a su alrededor, pero es más difícil hacerlo sin El Rastreo. Pero es realmente fácil de decir si a un muggle le han borrado o alterado la memoria —Blaise explicó con calma.

—¿Y qué pasa si no puedes encontrar pruebas? —preguntó Pansy.

—Encontraremos una manera de cruzar ese puente cuando lleguemos allí.

Ella suspiró y se volvió hacia Hermione.

—¿Qué necesitas que haga?

—Necesito que hables con Rita. Convéncela de que vigile a Parvati y asegúrate de que esté demasiado ocupada como para trabajar en ese proyecto —Pansy estuvo de acuerdo sin dudarlo y el silencio cayó sobre todos ellos. Había mucho que hacer y poco tiempo. Era abrumador.

Cuando Draco le preguntó a Hermione qué estaría haciendo, ella se levantó de su silla.

—Preparándome.

Eso era justo.

—Si me disculpan, necesito un poco de aire —salió de la sala de estar de Pansy y se fue a la terraza; la puerta se cerró con un audible clic. Weasley rápidamente se puso de pie y la siguió. No se quedó mucho tiempo y se despidió de todos cuando regresó. Draco y él estarían en contacto, para su mutua consternación.

Pasaron otros catorce minutos antes de que dejara a Blaise y Pansy en una suave conversación sobre el viaje a Italia. Se puso de pie, se alisó la túnica y se excusó. Necesitaba dormir. Precisaba de tiempo y un descanso para reflexionar sobre todas las cosas. Pansy se ofreció a acompañarlo, pero creyó que ella estaba tratando de obtener una respuesta a su pregunta anterior.

Él no estaba listo para responder.

Draco se paró frente a la chimenea con un puñado de polvos flú en la mano. Se sintió como si estuviera en una bifurcación. Ante él había dos caminos. Podría correr e ignorar todo o podía quedarse. Huir sería más fácil. ¿Cuántas veces tuvo esa pelea consigo mismo?

Siempre que pudiera deshacerse del problema, ¿verdad?

Bueno, su mente decía una cosa y su cuerpo hacía otra.

Se giró bruscamente y caminó hacia la terraza de Pansy. Fue estúpido. Él era estúpido. No estaba seguro de si iría allí para ver cómo estaba ella o si lo hacía por él. Pero ahí estaba, de pie, frente a la puerta de vidrio, con un puñado de polvo flú en su puño, todavía inseguro sobre el camino que iba a tomar.

Granger parecía estar buscando las respuestas a sus preguntas en el cielo y todo en lo que él podía pensar era si las respuestas a sus preguntas también estaban ahí. Ella tenía los brazos cruzados y los hombros le temblaban un poco por el frío. Con la otra mano, Draco alcanzó el pomo de la puerta. Ahora estaba realmente en un callejón sin salida.

Polvos flú o el pomo de la puerta.

Granger de repente volvió la cabeza y le hizo un gesto para que se uniera a ella. Se movió de su lugar para ir hacia él y Draco se sintió extraño cuando abrió la puerta de vidrio entre ellos con facilidad.

—No puedo creer que te ofrecieras como voluntario para formar equipo con Ron.

—Quizás con una profunda meditación de antemano, no nos matemos.

Solo hablaba medianamente en serio.

Granger pareció enojada.

—Quizás, pero gracias de todos modos. Sé que ustedes dos han tenido sus problemas...

Draco estaba mirando su problema, pero no le dijo eso.

Ella se hizo a un lado.

—¿Vas a salir?

Era difícil recordar un momento en el que no se hubiera sentido incómodo con ella.

—Estaba por ir a la chimenea. Ya me iba —abrió la mano para probarlo, sí; realmente se estaba yendo.

Los ojos de Granger se entrecerraron con curiosidad.

—Entonces, ¿por qué no te has ido?

Draco abrió la boca para responder, pero se atragantó con las palabras.

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Notas: ¡Hola! ¿Cómo han estado? Por mi parte, estoy disfrutando de mis últimas semanitas de mis bien merecidas vacaciones de invierno. Les traigo actualización doble, simplemente porque estuve de buen ánimo (porque aprobé todas mis clases). Espero disfruten los capítulos, están intensos y de cierta forma, el cerco alrededor de las mentiras de Hermione se está cerrando.

Link historia original: www . fanfiction s/4172243/1/Broken

Naoko Ichigo