LA CAÍDA DE LA ARMONÍA: LEGADO ROTO

"Todos soñamos con ser un caballero y tener a alguien por quien luchar, y un amor que defender"

Una noche muy tranquila la Princesa Celestia llevó a su biblioteca personal dentro del castillo de Canterlot un juego de té con dos tazas y bocadillos como si recibiera algún invitado inesperado. La luna tenía poco de ser alzada por la princesa de la noche y el cielo no estaba del todo despejado, había montones de nubes que cruzaban el cielo con ayuda del fuerte viento que soplaba en las montañas de Canterlot. Los guardias que permanecían firmes miraban pasar a la Princesa del sol con el juego de té y los bocadillos. No había ordenado a sus sirvientes que prepararan el lugar donde ella iba a estar como era de costumbre y eso se le hacía raro al sargento a cargo de la guardia nocturna que vigilaba el lado este del castillo donde justamente se encontraba la biblioteca personal de la Princesa. Aún así no hizo preguntas, pero se mantuvo atento y más cerca de la Princesa.

Celestia estando dentro de la biblioteca colocó dentro de la mesa central los cubiertos y los bocadillos que trajo y mientras miraba el enorme reloj de arena que adornaba el centro de aquella habitación llena de sabiduría, sintió un frío que recorrió su espalda al mismo tiempo que una nube cubría el brillo de la luna.

-Lamento llegar tarde, no es muy difícil evadir a tus guardias, pero si es difícil evadir la mirada vigilante de tu hermana, Celestia. - Dijo una voz que venía de una extraña silueta postrada en la ventana. La nube que cubría la luna pasó de largo dejándola que sus rayos iluminaran un poco la biblioteca y reveló que era un pegaso de pelaje color café claro que llevaba puesta una armadura de los Legionarios de las Dos Hermanas.

-Breaker, llegas justo a tiempo. Me alegrego mucho que aceptaras mi inv…

Fuertes golpes interrumpieron la conversación entre la Princesa y su invitado. - ¡Princesa! ¿Todo bien? ¡He escuchado una extraña voz que no provenía de usted! ¿Hay alguien más con usted y no me lo informó? ¡Abra, es mi deber salvaguardar su vida! - Ordenaba el sargento que estaba del otro lado de la puerta.

Celestia, un poco asustada y molesta volteó a ver a su invitado que aún seguía postrado en la ventana y este le hizo señas que abriera la puerta mientras que otra nube estaba a punto de pasar frente a la luna para cubrirla nuevamente. La Princesa, un poco preocupada, obedeció a los deseos de su invitado de que abriera la puerta; y así lo hizo, fue a la puerta y la abrió.

-Sargento, ¿Qué es todo ese escándalo? - replicó la Princesa, pero no terminó de expresar su descontento cuando el sargento empujó con fuerza la puerta y entró a la biblioteca con su lanza preparada para atacar.

-Lo lamento, Princesa, es solo que escuché una voz que no era la suya mientras que estaba en la biblioteca. -El Sargento dirigió su mirada hacia la ventana abierta que estaba al fondo de la biblioteca. La nube ya había cubierto por completo la luna y la zona donde se encontraba aquella ventana estaba cubierta por la oscuridad. El invitado de Celestia ya no estaba, se había esfumado rápidamente; esto tranquilizo un poco a la Princesa. -Mis disculpas, su majestad, pero como la semana pasada hubo un atentado en Cloudsdale su vida corre peligro.

Celestia al ver que su invitado estaba a salvo fingió estar molesta con su Sargento.

-Sargento, cree que no lo sé. Sé que hay un asesino que anda suelto y que las vidas de los ponys más importantes de Equestria corren peligro. Sabe, no me preocupa, estaré toda la noche estudiando en la biblioteca. Es mejor que vaya y proteja mi habitación.

El Sargento se inclinó apenado por la respuesta de la Princesa, pero no era tonto y vio que las órdenes de ella no tenían sentido.

-Con todo respeto, majestad, no entiendo ¿Por qué me manda a vigilar su habitación vacía si usted está aquí y puede correr peligro?

-Es muy sencillo. El asesino no esperará que yo me encuentre en la biblioteca a esta hora de la noche, si quiere atacarme me buscará en mi habitación para atacarme de sorpresa. Si ustedes están aquí, él podría intuir que yo estoy en este lugar y correría peligro. En otras palabras, crearemos un señuelo. Así que vaya y dígales a sus soldados que vigilen bien mi habitación y sus alrededores.

-Vaya es usted muy astuta, princesa, jamás se me hubiera ocurrido eso. Mis disculpas y enseguida moveré a los guardias a proteger su habitación y sus alrededores. Con su permiso.

El Sargento salió de la biblioteca mientras ordenaba a sus guardias a acatar las nuevas órdenes.

Celestia suspiró de nuevo al saber que ya no habrá más interrupciones con la seguridad de su castillo y buscó con la mirada a su invitado para decirle que saliera de su escondite. La nube que cubría la luna poco a poco la iba descubriendo haciendo que los rayos del imponente satélite natural alumbraran las sombras que cubrían la biblioteca y al mismo tiempo el invitado de Celestia iba apareciendo como un fantasma justo detrás de ella conforme los rayos lunares quitaban el resto de las sombras.

-Todo despejado, Princesa- Dijo tranquilamente el invitado, asustando a la princesa en el proceso.

- ¡Breaker! ¿Cómo hiciste eso? - Preguntaba impresionada.

-Un pequeño truco que aprendí al espiar a los batponys cuando era un potro. Es muy útil para pasar desapercibido o para un "asesino" como ahora me llaman.

- ¡Oh! Ya lo sabes. Lamento que lo supieras de esta forma. Sé que tú no los asesinaste, que ellos eran muy importantes para ti y…

-Celestia, basta- Interrumpió Breaker a la princesa. -Es muy doloroso para mí recordar aquella noche. Todos los que considero mis amigos terminan muertos es por eso que te traje a su único legado. Estará más seguro contigo que conmigo. -Apartó su mirada hacia el reloj de arena para no mostrar su melancolía. -Por cierto ¿Cómo está él? ¿Sufrió algún trauma?

-No, es un potro fuerte y parece que se adapta su nueva vida en el orfanato. Tiene un espíritu fuerte.

Breaker sonrió al escuchar eso. -Sé que tiene un espíritu fuerte, heredó esa determinación de su madre y sé que heredará el espíritu bondadoso de su padre. En fin, vayamos al grano, he aceptado tu invitación para seguir con nuestro plan, al fin y al cabo, me acabo de convertir en tu asesino personal, Princesa. - Se inclinó de forma burlona frente a Celestia.

Celestia no le reprochó nada, entendía el dolor por el que pasaba en ese momento Breaker, así que decidió pasar por alto su comportamiento.

-El plan será a largo plazo, no podemos actuar en estas alturas o los Legionarios sospecharían. Tomará años para que podamos hacer justicia por el cobarde acto que perpetraron o al menos que tú perpetraste, aunque sea mentira. Esta noche te mandé a llamar para que conversáramos.

- ¿sólo quiere charlas mientras tomamos té y pastelillos? - Decía burlonamente Breaker.

-Así es. Quiero platicar contigo. Saber más de ti. Los dos ponys que asesinaron te apreciaban mucho y quiero saber ¿Por qué? Eras muy importante para ellos y tú correspondiste esa amistad brindándoles fidelidad absoluta. No sé nada de ti. ¿De dónde saliste?, ¿Quién era tu familia? ¿Dónde naciste? ¿Cuál es tu nombre real?

Breaker solo sonrió mientras se paseaba mirando los estantes de libros que lo rodeaban.

- ¿Quiere saber mi pasado? Muy bien, se lo diré. Solo que la decepcionaré con una cosa. No sé de dónde provengo. Princesa, usted cree que en estos tiempos de paz los ponys viven felices y contentos por toda Equestria. Lamento informarle que no es así, hay lugares donde algunos son infelices, sus leyes son opacadas por la corrupción y la criminalidad. De ahí vengo yo. Y esta es mi historia…

Un pequeño pegaso adolescente, de color café claro, con melena café oscuro galopaba y volaba a toda prisa esquivando los objetos y a otros ponys que se encontraban a mitad de la calle. El pequeño potro llevaba en su espalda una gran bolsa abultada y a su costado una espada corta guardada en su funda.

- ¡Muévanse, llevo prisa! - Gritaba mientras seguía moviéndose muy rápido ente las calles.

Mientras cruzaba las calles del pequeño pueblo compuestos con casas de un solo nivel, blancas y adornadas con curiosa arquitectura hechas de ramificaciones esculpidas en las orillas de las blancas construcciones hasta que llegó a una zona más allá del centro donde las casas perdían el color blanco gracias a la suciedad y el hollín acumulado. Las calles perdían el pavimento y la basura abundaba tirada. Charcos de agua estancada hacía agujeros en la superficie de lo que alguna vez fue un camino bastante plano. Al fondo de la calle una casa vieja y sucia a la vista cerraba aquel camino y sin importarle aquel adolescente pegaso que galopaba a toda velocidad desenvainó su espada al mismo tiempo que pegó un gran salto extendiendo sus alas, al caer cerca de la puerta y con ayuda del impulso de su salto clavó la punta de su oxidada espada en el pomo de la puerta de aquella casa, cuya madera con la cual estaba construida la puerta estaba podrida que fue fácil de atravesar y romper el pomo. Dejó su espada clavada en la puerta y girando rápidamente su cuerpo en su propio eje dio una fuerte patada con ambas patas traseras, rompiendo y derribando aquella podrida puerta.

Tres ponys adultos que se encontraban adentro, un unicornio y dos terrestres, escucharon aquel estruendo de la puerta derribarse y se levantaron de su asiento muy atentos y preparándose por si se trataba de un intruso.

- ¡Vayan a revisar! No queremos que nuestro negocio sea frustrado- Ordenaba el unicornio mientras utilizaba su magia para meter en una bolsa diferentes tipos de joyas que tenía sobre la mesa.

Los dos ponys terrestres obedecieron y se dirigieron a la entrada.

El pegaso adolescente tomó y envainó su oxidada espada corta y empezó a galopar a toda velocidad y en el camino con ayuda de su ala izquierda tomó un pedazo y pesado trozo de madera. Iba a toda velocidad que lo primero que se encontró a su paso fue a uno de los ponys terrestres que giraban para dar con el largo pasillo que llevaba a la puerta principal que ahora yacía destruida.

El pegaso, con rápidos reflejos, lanzó el pesado trozo de madera en la cara del primer pony que vio, haciendo que este retrocediera por el golpe directo a su nariz. El pegaso café saltó hacia el pegaso que había aturdido y con una fuerte patada al pecho de este se impulsó para girar y entrar a la habitación donde había salido, pero ahora encontrándose con el segundo pony terrestre que impresionado por la habilidad del pegaso no le dio tiempo de reaccionar y el potro alado le dio un golpe directo en la cara con su pezuña y el impulso que este llevaba. Ambos ponys adultos cayeron derribados mientras que el unicornio que estaba impresionado y molesto por lo que aquel pegaso intruso les había hecho a sus secuaces. Impotente y furioso pensó que hacer rápidamente antes que aquel pegaso lo atacara, pero el adolescente alado ya había emprendido el vuelo hacia él, posicionando su espada enfrente, apuntando la cabeza del unicornio mientras sus alas se extendían para tomar más impulso. El unicornio cerró sus ojos concentrando toda su magia en su cuerno y disparó un poderoso rayo mágico hacia el pegaso. Sky fue golpeado por el rayo, pero tuvo suerte de que su oxidada espada fuera golpeado por este, salvándole la vida en ese instante. El choque mágico hizo que Sky fuera empujado violentamente al otro lado de la enorme sala mientras que la onda de choque empujaba todos los muebles y accesorios por todo el lugar. El joven pegaso, después de chocar contra la pared, se levantaba lentamente adolorido y sobándose la nuca para atenuar el dolor mientras su espada oxidada caía a su lado.

-Dime dónde lo tienes- Decía Sky adolorido mientras se reincorporaba.

El unicornio sonreía aliviado al ver al intruso herido por su rayo mágico, pero a la vez estaba sudando de lo exhausto que estaba por usar ese hechizo.

-No te lo diré y no permitiré que frustres mi negocio. Es bueno saber que sigues con vida- Decía mientras jadeaba de cansancio y con sus patas delanteras hacía a un lado aquellos muebles rotos tirados que impedían acercarse a Sky. -Los perros diamante me pagaran muy bien por dos esclavos jóvenes, pero por ti pediré el doble eres fuerte y tienes mucha condición. Serás muy valioso para ellos en las minas.

Sky seguía un poco mareado con un fuerte dolor en su cabeza, miraba al unicornio acercarse a él. No podía hacer nada ya que todo le daba vueltas, pero al menos sabía que su enemigo ya no tenía magia.

El unicornio llegó a Sky y con su pata delantera lo empujó contra la pared nuevamente presionando su pecho fuertemente para imposibilitarlo e inmovilizarlo.

-Eres un tonto, ya no puedes hacer nada. Ríndete y te prometo que no te romperé las alas, serás vendido completo, pero si te reúsas despídete de ellas.

Su cuerno brilló nuevamente, parpadeando poco a poco en señal que estaba recuperando su magia y un aura de color rojo rodeaba el torso del pegaso y elevándolo poco a poco.

Sky no podía moverse, sentía que la magia lo rodeaba y lo comprimía, no podía alcanzar su vieja espada. Al sentir que levitaba extendió su ala izquierda lo más que pudo hacia el suelo donde estaba aquella fea espada. Logró empuñarla con la punta del ala y con un movimiento rápido y desesperado lanzó un tajo hacia el cuerno de su captor. La espada había rebanado la punta del cuerno del unicornio, la magia automáticamente desapareció ya que el unicornio retrocedió del dolor al sentir que su cuerno fue cortado.

- ¡Maldito! ¡No voy a perdonar lo que me has hecho! - Gritaba furioso mientras con ambas pezuñas se agarraba el cuerno.

Sky que por fin estaba libre dio un impulso para volar un poco y golpearlo en la nuca con el lado plano de su vieja espada para no herirlo de gravedad.

El unicornio cayó noqueado mientras que Sky tomaba un respiro rápido, ya que estaba a punto de terminar capturado o algo peor.

-No debo perder el tiempo- Se decía así mismo que empezó a recorrer toda la casa en busca de su objetivo.

Después de abrir un par de puertas llegó a una enorme puerta de madera de gran grosor la cual detrás de ella se oían sollozos. Sin perder el tiempo la derribó y vio que adentro se encontraba un pequeño unicornio. Estaba llorando y atado a un collar como si un perro abandonado se tratase.

-Hola, pequeño ¿Estás bien? He venido a rescatarte.

El pequeño unicornio lo abrazó al escuchar esas palabras.

-Me lo agradecerás luego. ¿Puedes galopar? Debemos irnos de aquí lo más rápido posible

El pequeño potro asintió con la cabeza mientras Sky utilizaba su oxidada espada para cortar el lazo que lo ataba al collarín de perro que llevaba en el cuello.

-Listo ¡Vamos! - Ordenó severamente al potrillo para que galopara lo más rápido a la salida.

Sky lo guiaba para salir de la casa -Salgamos por detrás! – Decía mientras galopaba a la misma velocidad que el pequeño, pero antes de llegar a la salida de la puerta trasera el unicornio que había noqueado estaba justo detrás de ellos, galopando con tanta furia y echando chispas mágicas de su cuerno cercenado.

- ¡No los dejaré irse! ¡Vas a pagar por lo que me has hecho, rata con alas! - Gritaba furioso mientras que su magia incontrolable movía los objetos arrojándolos violentamente a todas direcciones. Una silla que flotaba sin control se dirigía hacia el pequeño unicornio y Sky al darse cuenta de eso lo tomó con sus alas, abrazándolo y cubriéndolo con su cuerpo mientras aquella silla se estrellaba con fuerza en su cuerpo. Aquel impacto hizo que la silla se hiciera pedazos y empujó a Sky por la puerta de salida, cayendo y revotando por toda la sucia calle, pero sin dejar de proteger al pequeño unicornio que cubría con sus alas.

Se reincorporó como pudo, con mucho dolor corporal. - ¿Estás bien? - Le preguntó al potrillo que estaba un poco asustado.

El pequeñín asintió preocupado y más por el estado en el que se encontraba su salvador.

Sky estaba muy lastimado, apenas podía moverse. Sentía como el potrillo que había salvado le jalaba del ala con su hocico para ayudarlo a continuar, pero estaba muy cansado.

-Ya no pueden correr- Decía el malvado unicornio mientras se acercaba poco a poco echando chispas de su roto cuerno. -Ya no voy a venderlos, esta vez voy a matarlos. Te cortaré esas molestas alas y las exhibiré como trofeo y arrancaré el cuerno del pequeño para reemplazar el mío que tú arruinaste.

El pequeño unicornio estaba muy asustado y se escondía detrás de sky mientras temblaba y le salían lágrimas de los ojos.

-Vete, yo estaré bien- Le decía muy calmado Sky al asustado potrillo.

El pequeño unicornio no quería obedecer a esa orden y lo jalaba para que se fuera con él.

- ¡Vamos, vete de aquí! ¡Obedece, él me quiere a mí! ¡Galopa todo derecho sin mirar atrás! – Le gritó muy enojado para que obedeciera. El pequeño obedeció y con lágrimas en los ojos galopó a toda velocidad por toda la solitaria calle.

- ¡No permitiré que escapes! - Gritaba el malvado unicornio.

- ¡Oye, yo soy tu objetivo! ¿acaso no quieres cortarme las alas? - le decía mientras se quedaba inmóvil a mitad de la solitaria calle. -Ya no tengo fuerzas para moverme. Te ofrezco mi vida por la del pequeño. Así que aquí me tienes.

El unicornio lo miraba con rabia fijamente. -Acepto tu trato, pero antes desaste de esa vieja espada que llevas.

Sky sin repelar a esa orden desenvainó si espada y la clavó en el suelo para luego darle la espalda y echarse al suelo demostrándole que se rendía.

El unicornio al ver que el pegaso estaba vulnerable se acercó a él. Tomó su espada con su pezuña derecha desclavándola del suelo.

-Es un gesto muy noble, pero en cuanto acabe contigo iré tras el pequeño- Dijo mientras alzaba la espada para dar el tajo mortal.

Sky extendió sus alas y al hacerlo varios potros de las tres razas de ponys salieron de los tejados lanzando rocas y enormes cajas de maderas hacia el malvado unicornio. Eran veinte de ellos, diez en cada tejado de las casas de cada lado de la calle. Sky al extender sus alas les había dado la señal para atacar. Las rocas y las demás cosas golpeaban al malvado unicornio que no sabía que hacer por aquella emboscada. Una de las rocas lo golpeó obligándolo a soltar la espada de Sky. El pegaso al ver que soltó su espada, rápidamente la tomó y dio la orden de retirarse mientras emprendía el vuelo.

Todos los potrillos obedecieron y galoparon por los tejados con mucha rapidez y agilidad. Sky volaba bajo y a la misma velocidad de uno de ellos - ¡Balls! ¿No sabes si el pequeñín que rescatamos está a salvo? - Preguntó Sky a uno de ellos mientras volaba a su ritmo

-No lo sé, pero si te obedeció tal vez Babieca lo haya encontrado para ayudarlo y llevarlo al escondite- Respondió uno de los potros que galopaba a toda velocidad.

-Bien, sepárense para no dejar rastro. Sean discretos y nos vemos en el escondite.

-Como ordenes, Sky

Todos se separaron perdiéndose en las calles de aquel poblado. Sky siguió volando hacia un denso bosque rodeado por montañas, dirigiéndose al escondite. Después de un rato de vuelo llegó al escondite que estaba oculto por la densa vegetación del bosque. Era una cueva enorme y por dentro tenía varios túneles que usaban como un gran hogar bajo la montaña. Muchos potros pequeños jugaban en la entrada, otros trepaban los árboles y otros simplemente se hacían travesuras entre sí. Al verlo todos le daban la bienvenida muy felices, pero en la entrada lo esperaba una unicornio de color azul cielo con las puntas de sus cuatro patas de color blanco; con un corte de melena no tan largo pero bien peinado y usaba un brazalete de conchitas marinas de oro en su pata izquierda. Solo era dos años menor que Sky y muy preocupada esperaba su regreso.

-Pretty Sky hasta que por fin regresas. Me tenías muy preocupada

-Babieca, ya te dije que no me gusta que me llames por ese nombre. Solo dime Sky- Reprimió algo molesto.

-Puede que a los demás les hayas ordenado que no te llamen así, pero como tu casco derecho y tu mejor amiga soy una excepción- Le decía mientras lo rodeaba para revisar su cuerpo golpeado. - ¡Pero mira cómo te han dejado! - Decía sorprendida. -Ven debo tratar tus heridas.

-Tranquila, no es nada. He pasado por cosas peores. Pero dime ¿El pequeño que salvé llegó a salvo?

Babieca le sonrió y luego de su alforja sacó un pañuelo para limpiarlo del polvo que llevaba encima.

-Claro, pude encontrarlo galopando a toda prisa en el pueblo. Estaba asustado, lo tranquilicé y lo traje al escondite. Pobre no sé cuánto tiempo pasó encerrado. Un poco más y hubiera sido vendido como esclavo en otro reino.

-Si, lo sé. Por fortuna llegué a tiempo. Dime una cosa, ¿Tiene familia o es?

- ¿Otro huérfano? Por supuesto que lo es. Es otro más como nosotros.

Sky suspiró al escuchar eso y agachó la cabeza un poco decepcionado.

- ¿Cuántos somo ahora, Babieca?

-Con él seremos cincuenta y cinco. Otra boca que alimentar ¿No es así?

Sky se quedó pensativo un momento.

-No puedo seguir dándoles una vida así. No es correcto enseñarles a robar para que diario puedan comer. No es correcto- Volteó a ver a su pequeña amiga -No hay opción, debo entregarlos a un orfanato.

Babieca se enfureció al escuchar eso, se acercó a él empujándolo con todas sus fuerzas mientras le reclamaba.

- ¡¿Por qué estás diciendo eso, Sky?! ¿Acaso quieres traicionarlos? ¡Eres su héroe, te respetan mucho! Ellos… ¡No! Nosotros somos como tú.

No, ustedes no son como yo. Babieca, por favor, entiende. Ustedes tienen la oportunidad de ser mejores que yo y estar sanos y salvos. Yo solo soy un superviviente que lo único que tiene de su pasado es su ridículo nombre. Tienen la segunda oportunidad que yo nunca tendré.

- ¡Eso no es excusa! ¡No permitiré que los traiciones así! – Enojada le dio un golpe con su pezuña el cual impactó en el ojo izquierdo de Sky.

El joven pegaso al sentir el fuerte y doloroso golpe directo en su ojo, muy enojado extendió su ala izquierda para golpear y empujar a su amiga unicornio la cual cayó de espaldas violentamente en el suelo.

- ¡Eres terca como una mula! No les conviene que sigan viviendo esta vida.

Babieca seguía enojada y aunque seguía en el suelo mientras lo miraba con ojos de odio, aquellos ojos se inundaban de sus lágrimas, lágrimas de decepción a su mejor amigo.

-Si es lo que piensas de nosotros ¡¿Por qué nos salvaste? ¿Por qué me salvaste esa vez cuando me atraparon robando y estaban a punto de darme una paliza?! - Le reclamaba mientras se reincorporaba.

Sky bajaba sus orejas un poco arrepentido de lo que le había hecho a su amiga.

-Yo… Ese día, recuerdo que vi todo desde los tejados. Te vi como robaste esos dulces mangos del mercado principal y vi como el comerciante se dio cuenta y pudo atraparte. Pensé que eras una tonta novata por tal error y no me preocupé al escuchar que te iba a entregar a las autoridades locales, pero cambié de parecer cuando dijeron que te iban a dar una paliza antes de que te entregaran, eso me molestó y decidí ayudarte. Te salvé porque no me gusta ver a otros ponys sufrir.

Se acercó a ella y puso su pezuña derecha sobre su cabeza, aplastando su rosada melena con mucho cariño.

-Te saqué de ahí a mucha prisa y cuando estuvimos a salvo te di un brazalete con conchas marinas bañadas en oro la cual lo robé de un marinero cuando pasé por las costas de Equestria- Le señalaba su pata izquierda la cual llevaba el brazalete que él había descrito. -Ese mismo que estás usando ahora. Te lo di para que lo vendieras o intercambiaras por comida, pero eres tan tonta que decidiste conservarlo y seguirme desde ese día.

Le sonreía mientras le acariciaba su melena, tratándola como una yegua ingenua. Ese gesto calmó un poco a su pequeña amiga.

-Decidí conservarlo porque es un lindo regalo y un lindo regalo jamás se vende o se intercambia- Inmediatamente lo abrazó de su pata izquierda para luego voltear a mirarlo con una mirada triste. -Prométeme que vas a pensar muy bien tu decisión y si en verdad esa es la única forma, prométeme que no me entregaras a un orfanato y que me llevarás siempre contigo.

A pesar de que Sky no estaba a costumbrado al afecto físico solo se limitó a sonreírle, dejándose abrazar su pata izquierda.

-Prometo pensarlo bien y la verdad creo que extrañaría tus regaños y reclamos como toda yegua tonta que eres.

Babieca solo se limitó a inflar un poco sus cachetes un poco molesta por que él la había llamado tonta, pero aun así ella se sentía feliz porque él jamás la abandonaría.

-Vamos, es hora de comer. Traje algunas riquezas que creo que nuestro mafioso unicornio jamás necesitará.

Babieca estaba a punto de recibir la pesada bolsa con monedas sin sospechar que alguien estaba observándolos desde el cielo. La sombra de su acechador pasó de corrido por el suelo y de una rápida mirada bastó para que Sky se diera cuenta de la amenaza y del peligro que se acercaba. Sin pensarlo dos veces soltó la bolsa de monedas y se abalanzó hacia su amiga para derribarla y cubrirla con sus alas.

- ¡Agáchate!

Gritó con fuerza al mismo tiempo que la criatura voladora que los acechaba cayó en picada dispuesto a atacarlos. Sus filosas garras apenas rasgaron el lomo de Sky mientras este cubría a su amiga Babieca. Ambos cayeron al suelo mientras que su amiga estaba confundida por el actuar de Sky.

- ¿Qué sucede? ¿Estamos en peligro? - Preguntó confundida mientras hacía aun lado las alas de Sky para poder observar bien a su alrededor.

-Tus reflejos son admirables para ser un pegaso. Pudiste ser muy habilidoso al esquivarme, pero no tanto por lo que veo- Dijo la criatura de modo burlón al aterrizar a unos metros enfrente de él. Era un Grifo de color café con motes de color blanco alrededor de su cuerpo de león.

Sky había sufrido una herida leve en su lomo a causa del rasguño por parte de las afiladas garras del grifo atacante. Se levantó despacio mientras miraba a su amiga que estaba sana y salva.

-Ve y escóndete con los demás- Le susurraba a su amiga unicornio mientras se reincorporaba.

Babieca asintió y antes de irse galopando de ahí miró aquel grifo que rápidamente lo reconoció. Sabía que un gran problema se acercaba a ellos.

-No tengo problemas contigo ni con su jefe- Dijo tranquilamente Sky mientras plantaba firme frente del grifo amenazante -No hemos robado en las zonas que ustedes controlan, no los hemos molestado ni estafado, pero si vienes a mi territorio de manera hostil y de forma amenazante no tendré problemas en lastimarte.

-Tienes agallas por lo que veo. Parece que no es mentira que un rudo potro de pegaso que anda solo por las calles se acobarda de una pelea. Te conocemos muy bien, mi jefe te ha echado el ojo encima desde que llegaste a la ciudad fronteriza de Sleeping Shadows. Aun así, quiero saber si realmente eres tú el de los rumores por qué acabas de meterte en un serio problema con nosotros.

Al terminar de hablar emprendió el vuelo hacia Sky, atacándolo y sujetándolo de frente lo arrastró por el suelo mientras el pegaso intentaba zafarse de sus garras.

- ¿Qué te pasa? ¿Acaso quieres que te quite la garra de encima? - Le decía burlonamente mientras seguía arrastrándolo por el suelo - ¡Entonces permíteme soltarte! - Lo arrojó contra el tronco del próximo árbol que tenía enfrente.

El pobre pegaso se impactó con mucha fuerza que hizo temblar el árbol y espantar una bandada de pájaros que descansaban en este. Cayó al suelo y sin decir palabra o mostrar alguna señal de dolor se reincorporó mientras le daba una mirada de odio a aquel grifo.

-Vamos, muéstrame lo que tienes- Retaba el grifo con esas palabras.

Sky extendió sus alas y emprendiendo el vuelo con una rápida agitada se impulsó velozmente hacia aquel grifo que le hizo daño. Su velocidad era tan impresionante que en poco segundos estaba a punto de llegar y darle un golpe con su pezuña a la cara de aquel grifo.

Sky sintió un fuerte golpe en su costado, empujándolo de golpe fuera de su trayectoria hacia su objetivo. Sintió que había perdido un poco de aire y perdió el equilibrio y cayó rodando por el suelo. Otro grifo había llegado justo a tiempo para ayudar a su compañero. Era de color azul y plumaje verde.

-Así que este es el pegaso que le está causando problemas a nuestro jefe- Decía aquel grifo que acababa de llegar y aterrizaba a lado del otro grifo.

El joven pegaso lentamente se reincorporaba y sacudía sus alas que estaban llenas de polvo y hojas.

-Vaya, sí que es resistente, el pequeño bastardo- Volvió a burlarse el grifo de plumaje verde.

- ¿Por qué nos atacan? No hemos hecho nada malo. He respetado los acuerdos de su jefe Iron Claw- Decía Sky con voz entrecortada y aguantando su enojo contra sus dos atacantes.

-Mira nada más, George, el pony con alas parece que aún le queda energía para hablar después de tremenda paliza. Mira, no sabemos las causas por la que nuestro jefe nos mandó a fastidiarte, pero lo que sí sabemos es que lo has fastidiado y mucho. Nos ha mandado a darte un escarmiento, a ti y a tus pequeñas ratas equinas que proteges. Discúlpanos solo hacemos nuestro trabajo.

-Y nos agrada mucho- Contestó de forma burlona el otro grifo.

Sky al escuchar eso se enfadó más, mirándolos fijamente con odio mientras bufaba por la nariz. Pensaba que era una mentira, una excusa para que esos dos grifos matones se aprovecharían y los atacaran a su antojo. No podía aceptar que fue una orden directa de Iron Claw ya que lo respetaba, pero era más que eso, le temía.

-No me importan sus razones, ustedes no son bienvenidos a nuestro territorio, nuestro hogar. Intenté se amable y paciente con ustedes dos, pero si siguen con esa misma intención de molestarnos no tendré otra opción que sacarlos sin vida- Desenvainaba su espada corta oxidada - ¡Ultima advertencia! ¡Se van por su cuenta o prefieren resolver esto hablando el idioma de la espada!

-Que tierno, el pony con alas está enojado- Decía uno de ellos mientras ambos sacaban bajo sus alas un cuchillo.

-Recuerda no matarlo, el jefe quiere que viva. Te lo repito porque a veces te dejas llevar por la situación.

-Descuida, solo le haré unas vergonzosas cicatrices para que aprenda a respetar a sus mayores.

Al ver que ellos sacaron sus armas, Sky, lo interpretó a que querían hacer esto por las malas y sin decir ni una palabra extendió sus alas y voló contra ellos con gran velocidad mientras sujetaba su espada corta; arrastrándola en el vuelo; con ambos cascos. Los grifos se preparaban para su ofensiva y calculaban el momento para interceptarlo, pero en eso, Sky, cambió su estrategia y voló en zigzag hacia ellos para confundirlos. Funcionó y al estar cerca atacó al grifo de motes blancos en su pelaje. El grifo fue muy rápido que bloqueó el primer golpe de la espada del pegaso con su cuchillo. El Grifo verde aprovechó el bloqueo de su compañero para sujetarlo de una de sus patas traseras, pero el pequeño pegaso reaccionó más rápido que él y le dio una patada en su pico aprovechando el impulso con sus alas, haciendo car de espaldas aquel grifo verde y mientras él cayó al suelo, rodando para amortiguar la caída. El grifo de Motes blancos ayudó a su compañero a levantarse para seguir en la pelea. Sky, enfadado, no podía creer que no pudo acertar un golpe de gravedad a alguno de sus oponentes. Eran demasiado buenos y habilidosos, pero no se iba a dar por vencido. Él o ellos estarían de pie al finalizar el combate.

La pequeña unicornio, Babieca, galopaba a toda prisa hacia el lugar donde su amigo Sky estaba combatiendo. Estaba preocupada por él y no quería dejarlo solo. Llegó al lugar y se escondió entre los arbustos más cercanos para apreciar la pelea. Quería ayudarlo, pero ella no podía hacer nada.

El pequeño pegaso esquivaba y bloqueaba los ataques de ambos grifos. Ya estaba demasiado cansado, jamás se había esforzado tanto en una pelea así que poco a poco sus movimientos empezaban a alentarse y eso sus enemigos se dieron cuenta.

-Si que es hábil. Pero su resistencia está empezando a ceder. Mejor ríndete y guarda tus energías para que puedas resistir la gran paliza que espera. Te prometemos que no usaremos los cuchillos en ti- Decía uno de ellos al ver que el pobre joven pegaso

Sky no dijo nada y a pesar de estar superado en número solo mostró una mirada retadora a sus oponentes indicándoles que él jamás se daría por vencido. Se puso en una posición firme mientras con su hocico mordía con fuerza el pomo de su espada corta. Los grifos al ver esta actitud entendieron que él no tomaría la salida fácil así que muy confiados fueron contra él. Sky hizo lo mismo, reunió sus últimas fuerzas para ir galopando a toda velocidad hacia sus dos enemigos que lo superaban en tamaño y fuerza. Ambos grifos atacaron al mismo tiempo con sus cuchillos mientras el joven pegaso los bloqueó con su oxidada espada para que en acto seguido y sintiendo como si su cuerpo fuera más liviano que el aire mismo, se movió con un salto dando un giro delantero al mismo tiempo que soltaba su espada para tomarla con su casco derecho y hacer dos cortes rápidos en ambos picos de sus atacantes. Su movimiento fue demasiado rápido que ellos ni su amiga Babieca puedo ver lo que hizo. Ambos grifos cayeron hacia adelante cubriéndose la punta de sus picos con su garra pues solo las puntas de estos fueron cercenadas.

Sky no lo podía creer, no sabía lo que le había pasado. Se quedó sorprendido por un momento, mirando sus pezuñas y su oxidada espada aun sin poder creer lo que hizo. Su cuerpo, ya cansado, reaccionó como si hubiera recobrado sus fuerzas en ese momento, como si una carga de adrenalina hubiese corrido por todo su cuerpo. Miró hacia los dos grifos que había herido y aun seguían quejándose del dolor que les causó, las puntas cercenadas de sus picos yacían en el suelo y ambos le daban las espaldas al pegaso que les causó eso. Era la oportunidad de Sky para rematarlos y librarse de ellos. - ¿Sería lo correcto? - Pensaba en su interior ya que nunca había asesinado a alguien y otros pensamientos sobre las consecuencias de asesinar a los esbirros de la principal mente criminal de Sleeping Shadows; pero él debía proteger a todos los ponys que tenía a su cargo, debía hacer cualquier cosa para evitar que alguien les haga daño. Con decisión empuñó su espada y galopó hacia ellos para rematarlos y terminar con esto para siempre. Se acercó al primero a punto de clavar su espada en el cuello emplumado del grifo cuando una fuerte ráfaga de aire lo empujó hacia atrás obligándolo a fallar en su remate. Miró de reojo otra sombra que se proyectaba y se movía en el suelo a una gran velocidad, al mismo tiempo aquella ráfaga levantó una enorme nube de polvo que dejaron a Sky ciego por un momento. Este se cubrió el rostro con sus alas, evitando la entrada del asfixiante polvo a sus ojos y a su nariz. Por inercia y al presentir que estaba en peligro saltó hacia atrás que al mismo tiempo escuchó un fuerte impacto en el suelo muy cerca de él. Desesperado por no poder ver que sucedía, extendió sus alas de golpe, abanicando de dentro hacia afuera para esparcir toda la nube de polvo y tierra que lo cubría mientras se paró con sus dos patas traseras y las dos de enfrente empuñaban su espada mientras miraba quién había aterrizado frente a él.

-No- Dijo al ver a la criatura que había aterrizado frente a él. Un grifo con alas negras y con el plumaje de su cabeza de color blanco, era mas grande que los otros dos grifos y tenía dos prótesis de metal en donde debería tener sus garras. Eran garras de metal cuyo rechinido atemorizaba cuando este los movía. Era Iron Claw, líder criminal de toda Sleeping Shadow.

Sky no pudo moverse al estar frente a su imponente presencia. Ninguno de sus músculos reaccionó y su mirada estaba fija a aquellos ojos amarillentos de ave.

El sombrío grifo se abalanzó contra el pegaso, tumbándolo al suelo de espaldas y el enorme grifo arriba de él sujetándolo con sus pesadas garras metálicas en cada extremo de sus patas delanteras, sometiéndolo en el acto.

Babieca que miraba preocupada escondida detrás de los arbustos no podía creer que su valiente amigo no hizo nada para defenderse. Quería ir a ayudarlo, pero no sabía cómo y su cabeza se llenaba de preguntas sobre "¿Por qué su amigo no reacciona o se defiende?

-Tú, pequeña rata alada, me has jodido como no tienes idea- Le decía a Sky que lo tenía sometido en el suelo mientras apretaba sus patas delanteras con sus garras de metal causándole mucho dolor al prensarles las patas.

Sky gritaba de dolor al sentir como sus patas delanteras estaban siendo prensadas poco a poco, sintiendo que sus huesos estaban a punto de estallar mientras que la punta de sus pezuñas iba perdiendo sensibilidad a causa de la perdida de circulación sanguínea.

- ¡No te he hecho nada! - Decía entre gritos de dolor, miedo y sufrimiento.

Iron Claw dejaba de hacer presión en las patas del pegaso para que pudiera darle un respiro antes de continuar con la tortura.

-Eso es mentira- Le decía con un tono amable y calmado -Has roto el pacto. Un pacto muy sencillo de seguir el cual te lo dije la primera vez cuando le robaste a uno de mis secuaces. ¿Lo recuerdas?

El joven pegaso no sabía de lo que él estaba hablando y poco le importaba ya que en realidad estaba muy aterrado. Ese sentimiento no lo dejaba pensar o entender las palabras de su captor; su mirada se perdía en los oscuros ojos de ave rapaz mientras su cuerpo se paralizaba y su boca titubeaba.

-N-no- Dijo en voz baja y quejumbrosa.

El enorme grifo sonrió maliciosamente mientras dejaba mientras retiraba una de sus garras metálicas que sujetaban una de las patas frontales del pegaso.

- ¿No lo recuerdas? Permíteme refrescarte la memoria "Héroe".

Todavía tomándolo de la pata con la garra que aún lo sujetaba, lo levantó lentamente del suelo. El pegaso seguía paralizado del miedo y no opuso resistencia alguna. Al tenerlo a la altura de su cara, su garra metálica izquierda se preparó formando un puño y sin perder el tiempo golpeó a Sky fuertemente en el estómago al mismo tiempo que lo soltaba para que saliera disparado por el fuerte golpe. El pobre pegaso salió disparado hacia atrás hasta que chocó de espaldas con el árbol más próximo detrás de él. Babeaba y tosía intentando recuperar el aire que el golpe le había sacado del estómago.

-Espero que recuerdes el pony que salvaste esta tarde- Continúo hablando el grifo mientras lentamente se acercaba a él -Arruinaste el negocio de mi socio. ¡Si, mi socio! Yo le di el dinero para que raptara a ese potro y ganar el doble, pero tu llegaste y lo arruinaste. ¡Perdí mucho dinero y ahora serás tú el que pagué por esto!

Babieca, impotente, lloraba en silencio mientras miraba como aquel enorme y negro grifo torturaba a su mejor amigo -Por favor, detente. Por favor, Sky, defiéndete- Susurraba mientras sus lágrimas bajaban por sus mejillas y con una sensación de coraje que recorría su cuerpo, su cuerno saltaba pequeñas chispas.

Claw colocó su garra en la cara de Sky, sus garras; índice y pulgar; abrían el párpado izquierdo del pobre pegaso, clavando la punta de cada garra en la cuenca del ojo. -Un ojo. Un ojo bastará para que aprendas a respetar tu lugar en este mundo bajo donde yo soy el rey y ustedes las basuras que están bajo mis garras.

Una onda expansiva de magia entre Sky y el grifo los separó antes de que Iron Claw pudiera arrancarle el ojo al pobre pagaso. Un fuerte estruendo acompañaba aquella poderosa onda expansiva y entre toda esa magia apareció Babieca, se había teletransportado entre los dos obligándolos a separarse y así salvar a su amigo de ser mutilado por su agresor.

- ¡Noooooo! - Gritó Babieca, mientras enfadada sacaba chispas de su pequeño cuerno, pero también sus pequeñas patas temblaban pues usar una magia tan poderosa en ella la había debilitado, pero ella seguía firme frente a Iron Claw.

Sky se quedó sorprendido al ver a su pequeña y obstinada amiga había llegado para ayudarlo y más que le estaba haciendo frente a un peligroso criminal.

-No seas tonta…- Le decía débilmente mientras intentaba persuadirla que no hiciera una tontería que pudiera lastimarla.

El enorme grifo de plumas negras se reincorporó después de ser empujado por tal sorpresiva magia de la potra. Solo la miró con una sonrisa desafiante mientas observaba aquellos ojos decididos de dar su vida por salvar a su compañero mal herido, pero pronto dirigió su vista hacia algo que más le llamó la atención, algo mucho más importante para él. Su vista se posó a una gran bolsa que llevaba cargando en el costado aquella pequeña unicornio. La había reconocido, era la bolsa de monedas de oro que su socio tenía antes de que Sky y su grupo de potros arruinaran el negocio y por su ambición quería recuperarla.

-Pero mira qué tenemos aquí- Decía Iron Claw mientras se acercaba lentamente a ella -Una pequeña unicornio que me hace frente para salvar a… ¿Acaso es tu novio? ¿No es muy grande para ti? - Decía burlándose de ella.

- ¡No des un paso más! No te tengo miedo- Amenazó Babieca plantándose firmemente, aunque era muy evidente que sus patas temblaban aguantando la voluntad de la potra.

Los otros dos grifos se empezaron a reír al ver el estado en el que se encontraba la pequeña unicornio, sugiriendo ambos que ellos se encargaban de ella, pero su líder les ordenó que no se metieran, que él podía manejarlo.

-Eres muy valiente y eso lo respeto. Nunca antes ninguno de mis subordinados se ha atrevido a hacerme frente y los que lo han hecho no han vivido para contarlo. Respeto tu valentía y has demostrado ser mejor pony que el patético pegaso que intentas defender. Te daré una oportunidad, por ser valiente puedes irte, corre y no mires atrás; a cambio mataré a esa basura con alas que está mal herido detrás de ti. ¿Qué dices? A nadie le doy esa gran oportunidad.

Babieca se mantuvo firme, aunque su cuerpo quería ceder al agotamiento. Volteó a ver a Sky que estaba mal herido, pero ella sabía que esas heridas no eran nada para su amigo solo estaba muy asustado. Giró su cabeza para regresar a ver al imponente grifo y enterrando su débil pezuña en el suelo de forma decidida y molesta - ¡No hay trato! - Respondió de golpe y sin mostrar ninguna debilidad.

-Vaya, por fin una pequeña pony con muchas agallas- Decía de forma burlona aquel atemorizante grifo. -Estoy verdaderamente impresionado por tu valentía, pequeña; pero no tengo tiempo de admirar esa valentía tuya. Te daré otra oportunidad solo porque me agradas. Dame todo el botín que obtuvieron en su glorioso rescate y te juro que les perdonaré la vida. A esa rata con alas que tratas de proteger, a ti y a su pequeña banda de potros inútiles que no debieron de haber nacido.

Babieca fijó su mirada a la bolsa de monedas de oro que llevaba cargando en su costado. "¿Enserio merecía la pena entregar el botín por su amigo? ¿Cumplirá su palabra?" Se preguntaba en su cabeza mientras la duda le invadía su mente.

-Pero…- Continuaba Iron Claw -No significa que estaremos en paz. Deben de darme tributo semanalmente. El noventa por ciento de lo que roben o recauden para sobrevivir- Agregó.

-¡Qué! ¡Prefiero morir antes de aceptar tal abuso! - Exclamó furiosa Babieca mientras daba un débil galope hacia atrás sin darle la espalda al grifo.

-¡No seas una tonta!- Dejó escapar un grito Sky aun sintiendo su cuerpo adolorido -Tonta potra ¡Tonta!- Aquellas palabras de Sky dejaron a la unicornio con un sentimiento de lástima hacia su amigo. Ella no quería hacerlo, quería demostrarle a Sky que no había nada que temer, pero esas palabras le hicieron comprender que él estaba realmente perdido en sus peores temores. -¡Acepta el trato! ¡dale lo que pide y vive un día más! Eso es lo importante… No seas tonta- Agregó quedando muy cansado como para agregar alguna palabra más.

-Es el consejo más inteligente que he escuchado de esa rata con alas. Vamos hazle caso, por lo que escucho, por sus palabras veo que no te tiene gran estima- Ser burlaba el imponente grifo al mismo tiempo que estiraba su garra abierta para recibir aquella bolsa llena de monedas de oro.

La pequeña unicornio no dejó de mirar con ojos desafiantes al imponente enemigo que tenía frente a ella a pesar de sus débiles fuerzas o al escuchar las cobardes palabras de su amigo. Se mantuvo firme en todo momento. Tomó la bolsa con su pezuña y lo lanzó a la garra del grifo. -Toma, cumple tu promesa y vete de aquí- Dijo con seriedad, pero con un tono de decepción.

-Fue un placer hacer negocios y cerrar un trato con una pony que en verdad tiene agallas y es inteligente- Dijo al cerrar su garra al tener la bolsa de monedas de oro. -En una semana, mis socios vendrán por lo acordado. Si no cumplen empezaré mutilando alas y cuernos de sus protegidos. ¡Es hora de irnos! - Les ordenó a sus secuaces al mismo tiempo que emprendía el vuelo.

Ellos se perdieron entre las nubes del atardecer mientras que del cielo caían las plumas que se soltaron por volar muy deprisa. Babieca volteó lentamente para ver a Sky que seguía recostado en el tronco del árbol donde fue empujado con violencia por Iron Claw.

-Ya se fueron. Ya no hay nada por qué temer Sky…

Dijo sonriente antes de caer al suelo desmayada. Ella ya no pudo más, utilizó toda su fuerza física y mental en defender a su amigo. Aquel hechizo de teletransportación la debilitó al extremo, pero su valentía y orgullo pudieron mantenerla de pie antes de ceder.

Sky, adolorido y preocupado al ver a su pequeña amiga tirada en el suelo intentó inútilmente reincorporarse, pese a tal fracaso de lograrlo no tuvo más opción que arrastrarse hacia ella - ¡Aguanta, Babieca! - Decía mientras se arrastraba hacia ella con mucha preocupación. Al llegar con ella le cubrió su cuerpo con sus debilitadas alas mientras él mismo se culpaba por ser tan cobarde y no hacer nada por ella.

-Tú no eres la tonta, yo soy el tonto y cobarde. Perdóname- Se decía así mismo mientras cubría el cuerpo inconsciente de su fiel amiga.

- ¡Sky! - Gritó Babieca desesperada, despertando de golpe y respirando muy deprisa mientras el sudor bajaba de su melena por toda su cara y cabeza. Ella no se había dado cuenta que estaba a salvo dentro de una de las tantas cuevas naturales de las montañas que rodeaban el pueblo y donde vivían todos los potros que Sky rescataba de las calles. Sintió bajo sus cascos que estaba acostada en un montón de heno y, aunque adolorida, también se dio cuenta que ya era de muy noche y todos los que estaban a su alrededor estaban dormidos.

-Oye, todo está bien- Habló bajo un potro terrestre que estaba muy cerca de ella y la estaba cuidando.

- ¿Eh? ¿Bubbless? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Fue todo esto una pesadilla?

-Nada de eso. Te desmayaste mientras te enfrentabas a ese feo grifo.

El potro se acercó a ella para poder hablar bajo con ella y así no despertar a los demás.

- ¿El grifo? ¡No! - alzó la voz un poco la unicornio y de inmediato se cubrió su boca apenada al pensar que pudo despertar a alguien más -Bubbless ¿Qué sucedió con Sky? - Preguntó en voz baja.

-Sky, muy lastimado te trajo en su lomo hasta aquí. Nos pidió que te cuidáramos y curáramos tus heridas, si es que tenías alguna. Después de eso curamos las heridas de Sky y aunque la verdad eran muy serias se repuso muy rápido. Nos ordenó que repartiéramos la comida regalándonos su ración para que alcanzara y salió de la cueva. Debe estar ahí afuera en la fría noche.

Babieca se levantaba de su lecho hecho de heno seco. Galopó en silencio hacia la salida.

- ¿Qué estás haciendo Babieca? - Susurró el potro que la cuidaba. -No estás en condiciones para salir.

-Estoy bien, Bubbless, no te preocupes. Además, tengo que vigilar a Sky, soy su conciencia de ese idiota que se siente el tipo rudo- Le contestó sonriendo. Después se dirigió a la salida para buscar a su amigo.

La noche era fría y ventosa, las ramas de los árboles se movían violentamente gracias al fuerte viento y la luna; brillante e imponente; alumbraba con su tenue luz aquella fría y oscura noche. Ahí estaba Sky, sentado en el mirador de la montaña, contemplando el pueblo de Sleeping Shadow cuyas calles estaban iluminada junto algunas casas que hacían lo mismo. El aspecto de Sky era terrible, su pelaje estaba despeinado debido a los golpes y las vendas curativas estaban pegadas en sus patas y una en su oreja. Babieca al verlo a lo lejos notó que unas lágrimas bajaban de sus mejillas. Lloraba en silencio su amigo y necesitaba saber cómo acercarse a él y subirle el ánimo. Ayudarlo a superar su fracaso. Pensó un momento mientras mantenía su distancia - ¡Ya sé! - Exclamó al ocurrírsele una idea y puso cascos a la obra para llevarla a cabo.

"Cae la noche, niebla eterna

Ocultase ya la luz

Frío yermo, rompe, hiela

Lágrimas del corazón"

Recitaba el poema mientras galopaba acercándose a él y posteriormente sentarse a su lado a contemplar no solo al pequeño pueblo iluminado, si no a la imponente luna nueva que brillaba resaltando la inmensa oscuridad que los rodeaba.

-No es curioso como los batponys ven a la noche como algo hermoso, pero al mismo tiempo como algo lúgubre- Le hablaba intentando no tocar el tema sobre lo que acababa de pasar. -Es increíble que admirando la horrible y temible oscuridad hayan creado este poema hermoso. Así como la Luna misma que está brillando en este momento. Es algo hermoso rodeado por una niebla oscura y eterna. ¿Tú qué opinas?

Sky la escuchaba con atención y se dibujó en su rostro una sonrisa. -Así que ahora conoces la literatura de los Batponys. Dime ¿Has entrado a su territorio para espiarlos?

- ¡Oye, no me cambies de tema! ¡Te estoy preguntando por tu opinión y siempre sales con esas cosas! - Le reclamaba molesta golpeando la pata derecha de su amigo con sus pequeños cascos -Además tú no eres quién para juzgarme. Te he visto cruzar la frontera de Equestria para adentrarte a las montañas de La Noche Eterna y espiarlos también. ¡Sé que tu forma de pelear es igual a la de ellos!

- ¡Al menos soy más sigiloso que tú! - Contestándole sin dejarse quedar atrás en la discusión.

- ¿Ah sí? Pues… Pues... ¡Soy muy pequeña y más tierna que tú!

Al terminar de decir eso ambos se quedaron callados y luego como si nada la importuna risa de ambos rompió aquel tranquilo silencio. Ambos estaban felices riendo entre sí hasta que pararon cuando ya no podían más.

-No puedo reírme más, mi cuerpo está muy lastimado- Se quejaba Sky mientras se tocaba las costillas.

- ¿Enserio te encuentras bien? - Preguntaba un poco más tranquila mientras miraba con atención aquellos moretones que Sky tenía en su cuerpo.

-Si, lo estoy o lo estaré- Se quejaba un poco -No tienes que preocuparte, sabes que me recupero muy rápido. Soy un pegaso guerrero ¿Lo recuerdas?

Babieca lo miraba seriamente, un poco molesta al saber que él no estaba del todo bien y solo lo decía para que ella no se preocupaba. Pero él lo sabía, sabía que no podía engañar tan fácilmente a su pequeña amiga, no esta vez.

-No, no estás bien, Sky. Iron Claw casi te mata y estás aquí fuera en esta fría noche en lugar de descansar adentro, comer algo y recuperarte de tus heridas. ¡No sé por qué eres tan antipático en esta situación!

Sky, al escuchar los reclamos de su amiga no pudo responderle, pues tenía razón que solo bajo la mirada y agachó un poco la cabeza al mismo tiempo que sus alas decayeron un poco.

-Tienes toda la razón, Babieca. Los he fallado es por eso que no merezco de sus cuidados. Ahora los he condenado a una vida de servidumbre con ese malvado Grifo. ¡Debí defenderlos, pero no pude! - Decía enfadado golpeando su casco violentamente en el suelo. - ¡Por qué fui tan cobarde!

Babieca lo miraba con compasión al ver a su amigo culparse de más por su fracaso, así que solo lo abrazó para calmarlo un poco.

-No fue tu culpa, todos tenemos miedo a algo y al verte retroceder eso no significa que no vamos a respetarte o dejar de admirarte. Para todos los ponys que has salvado eres y seguirás siendo nuestro héroe.

Sky, sentía la ternura y el amor de la pequeña potra a través de ese cálido abrazo. Eso le ayudó ya no se sentía tan solo y tan culpable.

-Gracias, pequeña. Aun así, los he metido en un gran lio que ya no podré solucionar en la vida.

-No digas eso. Estoy segura que puedes solucionarlo. Estoy segura que puedes vencer a ese enorme y feo grifo, eres el pony más habilidoso que conozco. Solo tenemos que quitarte el miedo a esos feos pajarracos.

-La verdad es que yo no les temo

-Entonces ¿A qué le tienes miedo? ¿Por qué te acobardaste cuando Iron Claw apareció?

Sky tomó un respiro antes de contestarle -Sus garras. Esas garras metálicas me hicieron paralizarme de miedo. No puedo explicarlos, solo con verlas me paralizo de miedo.

-Pero eso es muy extraño, jamás te has acobardado y más cuando enfrentabas aquellos contrabandistas que usaban afilados cuchillos. Jamás te vi temerle a un arma blanca.

- ¡Lo sé, es estúpido! - Exclamó desesperado. -Es justo por eso que no quería problemas con él. Cuando llegué a este pueblo lo conocí cuando andaba por las calles y al mirar esas filosas prótesis de metal que sustituyen sus garras fue como si un feo recuerdo llegara a mi memoria. El miedo se apodero de mi en ese instante y sabía que debía alejarme de él a cualquier costo y ahora lo he arruinado.

-Oye, todos tenemos miedos y aunque sean extraños deberemos superarlos. Sabes, Yo tenía mucho miedo cuando andaba sola por las calles, pero cuando me ayudaste ese día ya no tuve más miedo. Tú me inspiraste y olvidé todo lo que me atemorizaba; es por eso que me planté en cara a Iron Claw para defenderte y sé que tú vas a hacer lo mismo por todos. Yo tengo fe en que va ser así.

Sky estaba agradecido por las palabras motivadoras de su pequeña amiga, pero aun así suspiró derrotado y decaído.

-Me gustaría tener tu valentía, pequeña amiga, pero esto es un temor que ni yo mismo me puedo deshacer de él. Yo estoy acabado y no quiero que esta desgracia la lleven ustedes.

-No hay nada que temer- Le replicó dulcemente interrumpiéndolo -Además ese feo grifo también le teme a algo y es a su futuro. Más bien en como terminaran sus días- Le decía sonriendo remarcando una sonrisa que la delataba que había hecho algo malo a espaldas de su amigo.

- ¿Enserio? ¿y cómo lo sabes? - Preguntaba mientras miraba aquella sonrisa pícara de la pequeña unicornio. -Babieca, ¿Qué has hecho? Conozco esa sonrisa más que a nadie y eso significa que te has metido en donde no debes.

La pequeña frunció el ceño y se cruzó de cascos dejándose ver muy orgullosa. -Como yo no le tengo miedo a ese tal Iron Claw me puse a espiarlo y seguirlo desde hace semanas.

- ¡¿Qué?! - ¡Estás loca! Sabes bien que eres pésima ocultándote de las miradas de todos.

- ¡Tú no eres mi jefe, Pretty Sky! Soy tu casco derecho te guste o no- Le interrumpió la pequeña potra muy molesta. -Puedo ir a donde sea y hacer lo que se me dé la gana. -Como sea, lo he estado siguiendo y puedo decirte que visita muy seguido a la extraña unicornio hechicera del barrio bajo del pueblo.

- ¿Te refieres a esa loca que se cree adivina?

-Esa misma. El feo grifo va a que le adivine su destino. Pide consejos para sus futuros "negocios" y atracos con base a la adivinación de su futuro

-Entonces el tipo le tiene miedo a su futuro. Creo que eso no es un miedo muy especial por si querías hacerme sentir bien.

-Estás equivocado, Sky. Cada vez que va con ella le repite la misma pregunta "¿Cómo será el evento que terminará con mi vida?" ¡¿qué no lo vez, Sky, a ese grifo le asusta morir?!

- ¿Y a quien no, tonta? - Respondía algo burlón Sky

-Pero te daría miedo saber quién te quitaría la vida.

- ¿Y esa loca se lo dijo?

-Si, le dijo "Un feroz fénix resurgido de las cenizas y envuelto en llamas perforará tu pecho con su poderoso pico perforándote el corazón" Al escuchar eso cada vez que va a visitarla su cara refleja un miedo atroz.

-Si lo que me dices es cierto es por eso que los fénix que abundaban en los alrededores ya son cada vez menos. Se ha encargado de ahuyentarlos. Le tiene miedo a los fénix porque una loca unicornio se lo dijo.

-jajajaja si lo sé, suena tan tonto cuando lo dices en voz alta.

Ambos se rieron por un momento, olvidando aquel amargo rato. También era de las pocas veces que se le podía ver reír a Sky y aunque ese momento les ayudó para olvidarse de sus problemas todo fue momentáneo y aquel sentimiento de penuria volvió a Sky el cual solo dejó de reír y volvió a presentar esa mirada de preocupación en su rostro.

-Todo estará bien, Sky. Sé que encontraremos solución a este problema. Ya no hay nada que temer y te prometo que pronto tu sueño de ser uno de los mejores guerreros de Equestria se hará realidad.

Aquellas palabras de Babieca llenaron de esperanza el frío y asustado corazón de Sky. Él siempre la miraba como una tonta potrilla que se metía en problemas, pero ahora la respetaba como una amiga confidente y un gran apoyo espiritual como si de una pequeña hermana menor se tratase.

-Gracias, Babieca. Te prometo que algún día te llevaré a conocer a las princesas en la Capital cuando sea un destacable soldado.

Al escuchar eso, la pequeña potra, lo abrazó con fuerza nuevamente, aunque ese abrazo fue más fuerte que los usuales, el pobre pegaso, solo se limitó a corresponderle ya que si eso la hacía feliz entonces no era un gran problema para él.

-Sabes, tengo una idea sobre como completar aquel poema que te dije.

- ¿Enserio?

- ¡Si! Ya que la idea es superar nuestros miedos, se me ocurrió esto:

Sueña la vida que ha de morir

En trozos de miedo es duro vivir

Sueños de muerte, desvélate

Hermosa condena, auto de fe

A pesar de la hermosa interpretación de la joven yegua que dejó impresionado y en algo en que pensar a Sky. Ambos decidieron quedarse un tiempo más afuera, observando la hermosa luna nueva que iluminaba toda la cordillera montañosa mientras que el frío viento de la noche movía sus melenas y las hojas de los árboles.

Pasaron varios días, Sky tuvo enseñarles a los otros potros a cómo robar alimentos y cosas de valor de los pueblos y mercados cercanos. No quería enseñarles eso ya que pensaba que esos potros podrían ser mejores ponys en un futuro, pero la situación en la que estaban; bajo las amenazas de aquel grifo, lo obligó hacer lo que nunca juró que haría. Los tributos que Iron Claw iban subiendo poco a poco y mientras él se presentaba a entregárselo, el miedo rodeaba su cuerpo y no podía superarlo. Aquellas metálicas y afiladas garras lo paralizaban y bloqueaban su mente de pensar en cualquier cosa para librarse de él. No podía vencer su miedo y eso le preocupaba.

Las carencias vinieron, la comida ya no alcanzaba y varios se enfermaban. Poco a poco ya no les quedaba algo para ellos y Sky lo sabía. En su mente tenía pensado en romper la promesa con Babieca y entregarlos a todos al gobierno de Equestria para que, al menos, tuvieran una vida más digna. Pero todo eso solo fue un pensamiento, uno que no llegó a concretarse ya que el fatídico día llegó sin avisar.

Sky, galopaba en los alrededores de las cuevas que habitaban, las preocupaciones le llenaban la cabeza de grandes problemas que tenía que solucionar. La comida escaseaba y a veces algunos se turnaban días enteros para dejarles algo de comida a los más débiles.

- ¡Sky! ¡Sky! ¡Sky! - Se oían gritos a lo lejos, gritos que provenían de Babieca que galopaba a toda velociada hacia el refugio. Estaba asustada y su mirada la delataba, nerviosa y preocupada como si hubiese presenciado algo horrible.

Sky al escucharla, galopó a su encuentro y notó lo asustada y desesperada que estaba. Ella chocó con él abrazándolo, aferrándose a él sin dejar de hablar.

-Perdóname, Sky, he hecho una tontería.

- ¡¿Qué hiciste?!- Preguntó impresionado

-Intenté asesinar a Iron Claw, pero fracasé y ahora viene a vengarse de mí- Decía desesperada - ¡Tenemos que sacar a todos de aquí!

AL escuchar eso, Sky, se le heló el cuerpo, sus peores temores se hicieron realidad y sintió que el mundo que conocía se derrumbó ante él.

-¡¿Pero qué estupidez acabas de hacer, Babieca?!- Estaba molesto y empujó a su mejor amiga al suelo -¡Te dije que no molestaras más a ese grifo!

Babieca, estaba asustada, pero por el comportamiento de su amigo.

-Sky, lo hice porque no tenía opción. Él planeaba exterminarnos de todos modos. Lo escuché cuando lo estaba espiando. Tenía pensado en atacarnos en la próxima visita. Creí que podía hacerlo y yo…

Sky enfrío un poco su mente, intentó calmarse como pudo al escuchar a su amiga, así que ayudó a levantarla mientras silbaba fuertemente a los potros que estaban afuera para indicarles que se escondieran dentro de las cuevas.

-Tenía el presentimiento que esto iba a pasar tarde o temprano. ¡Ve rápido y escóndete! - Le ordenaba mientras la empujaba para que apresurara sus galopes y ayudara a esconder a los otros potros.

Babieca galopó lo más rápido posible hacia las cuevas guiando a los potrillos que igual trotaban preocupados ya que no sabían por que necesitaban esconderse. Algunos trotaban asustados hasta que de pronto uno de los potrillos gritó desesperadamente pidiendo ayuda.

- ¡ya están aquí! - Exclamó Sky mientras se dirigía al lugar donde escuchó aquel grito de ayuda.

Un Grifo tomó de las patas aquel potrillo mientras lo zarandeaba de un lado a otro como si se divirtiera con el sufrimiento y miedo del pequeño. Se burlaba y reía sin culpa alguna -Pronto dejarás de gritar, mocoso- Le decía y estaba a punto de estrellarlo en el suelo mientras se paraba con sus dos patas traseras para agarrar impulso en su acto. De sorpresa fue interrumpido por un gran golpe aéreo en su nuca por Sky. El golpe hizo que soltara al pequeño potro en el aire y se balanceara hacia adelante intentando no caer al suelo.

Sky que seguía en el aire logró atrapar al pequeño potro antes de que tocara el suelo, evitando que se lastimara con la caída.

-¡Ve, escóndete con los demás y no salgan!- Le ordenaba mientras lo dejaba en el suelo y se preparaba para combatir con aquel peligroso grifo café con motes blancos que ya lo había hecho enojar.

-¡Tú! Mi jefe me dijo que te mantuviera vivo para él. Pero puedo decirle que te resististe que tuve que matarte en el acto- Le decía mientras sacaba un cuchillo que guardaba bajo una de sus alas y le apuntaba de forma amenazante al valiente pegaso.

- ¡No dejaré que le hagan daño a esos pequeños! - Exclamó el joven pegaso mientras desenvainaba su oxidada espada corta y se preparaba para atacar.

El grifo café se abalanzó con todo el coraje que guardaba hacia aquel pegaso. Sus ataques con su cuchillo; cortos pero rápidos; eran constantes y apuntaban siempre al cuello de Sky en todo momento - ¡No te perdonaré por lo que le hiciste a mi pico! - Bufaba mientras atacaba.

Sky esquivaba sin problemas los ataques de aquel agresivo grifo y utilizaba sus alas para bloquear la vista de su enemigo y hacerle creer que sus puñaladas surtían efecto y solo atravesaban sus plumas al ponerlas frente a él saliendo ileso y moviéndose a los lados.

-¡Tienen cerebro de pollo!- Se burlaba Sky y para ponerle final al ataque de grifo moteado se impulsó con sus alas y le dio un cabezazo de frente y directo derribándolo al suelo para que acto seguido se subiera a su pecho y preparaba su espada para apuñalarlo en su corazón.

Pero antes de hacerlo escuchó que un objeto pesado cayó del suelo y al voltear vio al otro grifo de color azul y verde que había aterrizado a la distancia y se dirigía a las cuevas donde se escondían los pequeños potros que él protegía. La punta de su espada se desvió del objetivo mortal para la suerte del grifo derribado y Sky emprendió el vuelo con toda velocidad para interceptar al otro grifo y evitar que llegara al escondite. En el aire apuntaba con su espada su objetivo como si fuera una flecha viviente directo a su objetivo, pero el grifo de color verde ya esperaba su ataque y justo antes de que Sky lo apuñalara por sorpresa, volteó y rápidamente lo tomó del cuello con su garra. Estrangulándolo un poco evitando matarlo. -Eres muy predecible, pequeña rata con alas- Después lo impactó contra el suelo haciendo que soltara su espada corta y lastimándolo en el proceso.

-Este será su fin en este mundo, pero tú vivirás un poco más para que mi jefe se encargue personalmente de ti.

Se acercó para tomarlo nuevamente del cuello y levantarlo del suelo, después al ver como se quejaba Sky, decidió tomarlo de ambos extremos de sus alas y jalarlas tratando de arrancárselas. El pobre pegaso sentía como sus alas se estaban casi desprendiendo interiormente de su cuerpo así que puso resistencia lo más que podía; mientras el salvaje grifo seguía tirando con fuerza esperado arrancarle por lo menos una pequeña ala de su cuerpo.

Sky al no poder aguantar más y de manera desesperada se impulsó hacia enfrente, aun sintiendo tanto dolor, aprovechando estiró ambas patas traseras hacia enfrente golpeando con una fuerte patada el pico poco cercenado de su enemigo el cual por el golpe lo soltó llevándose sus garraras a su cara mientras retrocedía quejándose y maldiciendo. El joven pegaso dio un giro hacia atrás antes de caer sobre sus cuatro patas y cuando llegó al suelo sacudió levemente sus alas que estaban adoloridas, pero afortunadamente no tenía ningún hueso roto. Vio como aquel grifo aún se tambaleada con sus garras posándose en su cara mientras se quejaba; no perdió el tiempo y galopando hacia su enemigo que estaba indefenso, tomó su espada corta con su hocico en el camino y dio un gran salto impulsándose hacia adelante mientras agachaba su cabeza y esta misma se estrellaba en la boca del estómago de aquel grifo. Un fuerte cabezazo derribó al grifo pues este cayó de espaldas en el suelo. El fuerte golpe en el estómago lo dejó sin aliento, el pobre grifo se estaba retorciendo mientras sus ojos casi se salían de su propia cuenca al estar abiertos de par en par y abría su pico desesperadamente intentando inhalar algo de aire. Sky, miraba como el otro grifo se acercaba a auxiliar a su amigo que se estaba asfixiando por falta de aire que el pegaso le había sacado del estómago mientras él recuperaba el aliento.

-¡Váyanse de este lugar o la próxima no será un golpe que impactará sus vientres!- Los amenazaba sabiendo lo inútil que sería ya que sentía que lo peor iba a comenzar.

No se equivocaba, mientras los dos grifos lo maldecían con su mirada; una enorme sombra proyectada en el suelo atravesaba el área a toda velocidad. -Está aquí- Susurraba, Sky, intentando controlar el angustioso escalofrío que hacía temblar su cuerpo. El enorme grifo oscuro con garras metálicas había llegado, aterrizó de forma violenta frente al pegaso, haciendo retumbar el suelo y y provocando un gran vendaval al sacudir sus enormes alas que casi empujan a Sky.

El pegaso se mantenía firme frente al imponente grifo que también cargaba en su espalda un enorme saco que dejó caer al aterrizar. Sky, intentaba no temblar y desenvainó su espada corta sujetándola con su hocico mientras mantenía la postura.

- ¡Tú; rata con alas; me has traicionado! - Hablaba con ira mientras se acercaba más a Sky - ¿Pensaron que podían deshacerse de mi cobardemente?

- ¡No sé de qué estás hablando! - Contestó Sky, mientras su corazón latía muy fuerte y su cuerpo se entumía luchando por no sucumbir al miedo. -¡Tus matones vinieron a atacarnos sin ningún motivo! ¡eres tú el que ataca cobardemente!

- ¡No te hagas el tonto! - Exclamó el enorme grifo al mismo tiempo que clavó una de sus garras de metal en el suelo a unos centímetros frente a Sky que permanecía firme en su lugar. - ¡Mandaste a esa pequeña rata con cuerno para asesinarme!

- ¡No sé de qué hablas! - Interrumpió intentando no sucumbir al miedo al ver que las garras estaban clavadas a pocos centímetros de él. -Hemos cumplido el trato de darte parte de nuestro botín con tal de dejarnos en paz. ¡Jamás hicimos algo en contra tuya!

Sky intentaba persuadirlo y calmar la ira de aquel enorme grifo que tanto temía. Era imposible de hacerlo pues sabía que ese grifo no era ningún tonto, pero tenía que intentarlo, tenía que proteger a los suyos.

-No soy ningún tonto, yo mismo vi a esa rata con cuerno cuando intentó iniciar un incendio en mi guarida. La vi huyendo hacía aquí y tú sabes que es verdad- Iron Claw sacó su garra del suelo. Estaba muy molesto y estaba decidido llegar hasta las últimas consecuencias para aplacar su ira y eso Sky lo sabía muy bien. -Veo que te has mantenido firme por ellos y eso lo reconozco ¿Qué tal un trato? Dame a tu amada protegida y perdonaré sus vidas; la tuya y la de los demás. Es un buen trato ¿no lo crees?

Al escuchar eso, Sky, abrió más los ojos de par en par. Tenía una oportunidad de proteger a aquellos potros, de salvar su vida y solo tenía que sacrificar a su amiga. Babieca al escuchar la oferta de Iron Claw asomó su cabeza en la entrada de la cueva donde se escondía. Estaba nerviosa que su mejor amigo la entregara. Ella sabía que era una mala idea pues sabía que Iron Claw quería a todos muertos, que no importaba si aceptara el trato, él los iba a traicionar una vez consumada su cruel venganza contra ella.

-Vamos, ¿Qué dices? Un sacrificio por demasiadas vidas- Volvía insistir el grifo tratando de corromper la mente asustada de Sky. -Es un sacrificio que salvarán muchas vidas ¿Acaso vale la pena protegerla? Es un peligro para su grupo.

- ¡Nunca! ¡No hay trato! - Protestó, Sky, muy seguro mientras lo veía directamente a los ojos con una seguridad que proyectaba valentía -Yo no entrego a los míos, no soy como tú y daría mi vida por ellos.

Iron Claw al escuchar eso se molestó tanto que apretó su garra metálica con tanta fuerza que se podía escuchar como el metal hacía fricción entre sí, creando un ruido aterrador como si una trituradora oxidada estaba triturando los huesos de su víctima.

-Entonces que así sea- Dijo molesto mientras alzaba su garra izquierda a punto de soltar un letal zarpazo hacia el pegaso.

Sky anticipaba ese ataque así que quiso reaccionar paa esquivarlo, pero algo le sucedía, su cuerpo se quedó inmóvil en el lugar. Su cuatro patas estaban paralizadas y todo su cuerpo le recorrió un frío congelante dese las patas hasta su cabeza, el miedo había regresado y se había apoderado de su cuerpo. Miraba en cámara lenta como aquella garra se detenía lista para regresar hacía él para cortarlo con un simple zarpazo, pero aún así no podía hacer nada, se encontraba prisionero en su propio cuerpo paralizado mientras su ritmo cardiaco aumentaba con más velocidad. Solo soltó la espada que llevaba en su hocico quedando indefenso esperando su hora. Babieca que observaba desde la entrada del escondite vio como su amigo se quedó petrificado frente al enemigo. -¡Sky, muévete!- Gritó ella desesperada mientras emprendió el trote hacia su amigo. El pegaso despertó del trance que lo tenía paralizado al escuchar el grito de su mejor amiga, pero ya era tarde pues la garra estaba ya muy cerca de él y sin importar que movimiento hiciera saldría mortalmente herido. Se limitó a cerrar los ojos mientras esperaba el letal golpe. Sintió un empujón fuerte pero suave que lo hizo caer al suelo de espaldas y después sintió como un líquido tibio le salpicó en la cara. -Sangre, mi sangre- Pensó al estar en el suelo aun sin abrir los ojos -Estoy herido, pero ¿Por qué no me duele? ¿Acaso así se siente cuando te hacen un corte limpio? - Abrió poco a poco los ojos y corroboró que era sangre lo que lo había salpicado, pero se sorprendió que no era suya; ahí estaba Babieca gritándole desesperadamente, pero él no la escuchaba pues él estaba sufriendo un shock de adrenalina. Eran gritos mudos los que el escuchaba, veía a su amiga abrir y cerrar la boca con desesperación mientras intentaba a base de embestidas con su cabeza poner de pie a su amigo para que siguieran corriendo. Ella lo había salvado de ese letal golpe, pero a cambio su pata trasera derecha había sufrido de una profunda cortada por culpa del feroz zarpazo del enorme grifo; no le dolía, pero brotaba mucha sangre de la herida.

-Me ha salvado de nuevo- Pensaba mientras lograba reincorporarse gracias a su ayuda y ambos emprendieron la retirada hacia la cueva más cercana de la montaña donde vivían. Al correr, ella dejaba un camino de sangre detrás suyo. -Esto es malo- Decía entre pensamientos, Sky, y preocupado por ella.

Iron Claw solo sonreía al ver como ambos se huían de él y luego llamó a sus dos secuaces. -¡inútiles! Ayúdenme a exterminar a esta plaga- Del saco que traía cuando aterrizó; sacó pequeños barriles que estaban etiquetados con un símbolo de inflamable y precaución. Sus compañeros le obedecieron y al tenerlos en sus garras se dieron cuenta del contenido que tenían los barriles.

-Roca aliento de dragón- Dijo uno de ellos.

-Esto es muy inflamable e incluso imita la poderosa llamarada de un dragón- Decía el otro mientras sacaba del barril unas pequeñas piedras finas de color anaranjado y las frotaba en su garra.

-Lo sé, con esto acabaremos con ellos. Ella quiso quemarme vivo entonces le regresaré el favor. ¡Vamos, carguen y preparen las cargas! Ya saben cómo- Ordenó mientras supervisaba a sus secuaces.

En el interior de las cuevas, los pequeños potros galopaban desesperados entrando a lo más profundo de la montaña. Todos estaban separados en varios grupos y se ayudaban en su recorrido de las oscuras cuevas iluminando con viejas lámparas de aceite.

Sky, galopaba rápidamente junto con su amiga en el interior de las cuevas alcanzando un grupo de potros que estaban asustados y no sabían por dónde ir en todo ese laberinto subterráneo -¡Encuentren una salida, no se queden parados!- Les ordenaba al mismo tiempo que volteó a ver a su amiga que estaba recostada en el suelo. Estaba herida, débil por la pérdida de sangre y el dolor empezaba a inmovilizarla. Rápidamente, Sky la cargó en su lomo. -Descuida, no te dejaré sola. Tenemos que seguir- Le decía con optimismo a su amiga.

-Je, tranquilo, Sky, solo fue un rasguño, pero gracias por preocuparte mucho por mí. - Se abrazaba de él mientras este la llevaba en su lomo.

Avanzaron más adentro de la montaña hasta que se toparon con un camino sin salida. Al frente suyo había un derrumbe y al no saber que podría hacer bajó a su amiga para que descansaran un poco. Todos los potros se acercaron a él para estar seguros pues estaban temblando de miedo, él los entendía y los acobijó bajo sus pequeñas alas mientras revisaba la herida de su amiga. -No debiste hacer eso, eres una tonta al arriesgarte así- Le reprochaba mientras intentaba detener el sangrado de su herida.

-Hice lo que tenía que hacer. Además, es lo que hacemos, nos cuidamos unos a otros- Le decía con una sonrisa tierna.

Sky, estaba preocupado, su amiga había perdido mucha sangre y necesitaba ayuda urgente. Estaban encerrados sin ninguna posibilidad de escapar.

-Tranquilo- Ella interrumpió sus pensamientos de frustración pues ella sabía cómo se sentía -Te necesito valiente. Yo estoy bien, mientras tu estés bien yo lo estaré- Intentaba levantarse lentamente.

- ¡no lo hagas o perderás más sangre si te mueves!

-Descuida, no puedo dejarte solo, si tú estás de pie yo también- Decía alegremente al levantarse, transmitiéndole fortaleza y tranquilidad a su amigo que estaba preocupado.

Los grifos ya habían terminado de colocar los barriles en cada una de las entradas de las cavernas de la montaña y habían dejado un camino de esa roca fina de color naranja hasta las afueras donde se encontraba su líder.

-Listo, señor. Si puede hacer los honores.

-Excelente trabajo, cuando todo esto termine beberemos de la botella de vino más fina que tengo para celebrar- Ambos grifos exclamaron de felicidad por la promesa de beber un buen vino que les dará su jefe. Iron Claw se acercó a donde comenzaba el camino de roca naranja, se inclinó un poco acercando su garra derecha hacia las pequeñas rocas y con un chasquido, el cual sacó chispas y estas a su vez hicieron contacto con la inflamable roca, se propagó una flama que recorría el camino como si una mecha fuese. Aquella flama recorrió su camino hasta entrar a la primera caverna. Al poco tiempo de entrar se escuchó un fuerte estruendo interior que seguido por unos segundos una enorme llamarada salía por las bocas de las cuevas como si un enorme dragón hubiese estornudado. Los grifos festejaban con burlas al observar las enormes flamas alían de cada cueva.

Sky, escuchó la primera explosión y sintió como todo el túnel se sacudía violentamente. Todos presenciaron como el túnel se iluminaba poco a poco de un naranja aterrador. Sky, escuchaba los gritos de agonía de los otros potros que estaban dispersos en los demás túneles y la temperatura iba subiendo poco a poco.

- ¡No puede ser, se atrevió a hacerlo! - Empujó a los potros que tenía abrazados bajo sus pequeñas alas y empezó a rascar con sus cascos la pared de escombros que bloqueaban su camino frente a él -¡Todos ayúdenme!

Los potros obedecieron y él lamentaba haber dejado su espada corta pues le hubiese servido para cavar un poco más rápido. Cavaba desesperadamente mientras sentía como la temperatura iba subiendo cada vez más.

Estruendo tras estruendo se escuchaba cada vez más cerca y los túneles se iluminaban cada vez más al igual que los gritos de los pequeños que pedían ayuda desesperadamente. Babieca miraba fijamente hacia el túnel, miraba como el brillo anaranjado que iluminaba cada vez más se volvía rojizo como si la roca se fundiera a su alrededor. Tenía un mal presentimiento, ya nada se podría hacer. Volteó a ver a Sky que estaba cavando desesperadamente para encontrar una salida junto a los demás potros que estaban con él. Lo abrazó sorpresivamente que Sky al sentirla volteó a verla. Intentó reclamar para que lo dejara continuar, pero se detuvo de hacerlo al verla a los ojos. Vio en ella una mirada de tranquilidad y tristeza. Sabía lo que ella quería decirle, sabía lo que les iba a suceder, ya no había nada que hacer.

-Ya no hay necesidad de tener miedo, Sky- Le decía de manera dulce mientras se aferraba a él.

Sky, pronto lo entendió, él también se había rendido, este era el final. Todos los potros se abrazaron con ellos aferrándose aun sabiendo de su destino. La llamarada que recorría todos los túneles incinerando todo a su paso ya se veía llegar. Sky, miró los ojos de Babieca que lo miraban con esos ojos de ilusión mientras al mismo tiempo derramaba lágrimas de tristeza y miedo a la muerte.

-Sky… Yo… Te quiero…- Le dijo mientras se acercaba más a él cerrando sus ojos y un fuerte, pero cegador brillo, emanaba de su cuerno.

La llamarada los envolvió y Sky jamás cerró los ojos a pesar de que esa cegadora luz le obligaría hacerlo. Lo último que vio fue a Babieca acercarse a su rostro antes de que la oscuridad llegara.

La montaña estaba completamente ardiendo en llamas desde adentro, las llamas y el humo salían de las cavernas que la rodeaban. Los tres grifos solo miraban con orgullo todo el infierno que causaron, sin que el remordimiento de matar a sangre fría a muchos potros les tocara el corazón.

-Ya está hecho, vámonos- Ordenó el líder al mismo tiempo de que emprendía el vuelo. Sus compinches lo siguieron justo detrás de él mientras ya se saboreaban el fino vino que su líder les compartiría.

-¿d-dónde estoy? ¿Por qué está tan oscuro? ¿acaso esto es la muerte? - Se preguntaba Sky, mientras galopaba en la infinita oscuridad. No podía ver más allá de su pequeña nariz, ni mirar sus propios cascos. De pronto, mientras seguía avanzando sin rumbo, se iban creando de la nada varios montículos de roca y escombro, algunas llegaban ser tan grandes como una montaña y otras igual de pequeñas como él y dentro esos montículos se empezaban a escuchar lamentos y susurros.

- ¡Ayúdame!

- ¡Sky, ayúdame!

- ¡No nos dejes!

- ¿Por qué nos abandonaste?

Los lamentos se escuchaban cada vez más alto y en eco. Sky no tenía miedo y miraba alrededor aquellos montículos; que por extraña razón podía ver y sobresalían de esa infinita oscuridad; seguía avanzando escuchando aquellos lamentos que le recordaba a todos esos pequeños que había salvado y ahora murieron por su culpa. -Lo lamento, chicos. No podía hacer nada. Les he fallado- Se decía así mismo mientras no aflojaba su paso. Aquellos lamentos al escucharlo escusarse se empezaron a enfadar más y un extraño viento empezó a soplar muy fuerte impidiendo que Sky avanzara.

- ¡Tú nos mataste!

- ¡Tú cobardía nos condenó a todos!

- ¡No mereces nuestro respeto!

- ¡mereces ser condenado junto a nosotros por toda la eternidad!

Aquellas voces que se escuchaban más cerca y acosaban al pequeño pegaso; éste no les dio importancia, su mente estaba en otro lugar y recordaba los momentos en que la explosión sucedió y la columna de fuego se dirigía hacia él, su amiga y a los otros que protegía. Visualizaba los momentos en que Babieca se despidió de él y en el momento en que esa brillante luz blanca lo cegó antes de sentir el horrible calor de aquella mortal columna de fuego. Se lamentaba en silencio mientras lágrimas bajaban por su rostro al pensar en ella y a los otros que no pudo proteger. Seguía galopando sin rumbo en aquella oscuridad con la mirada perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta que sobras pequeñas lo rodeaban y se acercaban cada vez más a él. Una de esas sombras logró tocarlo y le hizo sentir un incómodo escalofrío que logró despertarlo de su trance. Sky, al reaccionar vio a la criatura oscura frente a él; una criatura que tomaba forma de uno de los potros que protegía pero de apariencia grotesca, con la piel derretida por las quemaduras que solo era reconocible la mitad de su rostro; Sky, no demostró ninguna emoción de sorpresa o terror al verlo, al contrario solo lo miró de arriba abajo y se sintió culpable.

-Si quieren tomar venganza contra mí por no protegerlos, háganlo- Dijo aceptando su destino. Encorvó su cuerpo agachándose al suelo dejando que aquellas criaturas se abalanzaran hacia él hasta cubrir su cuerpo por completo. Al ser tocado por esas aberraciones sentía el dolor, el miedo, la desesperación, la angustia, todos esos males que aquellos potrillos sintieron en sus últimos momentos antes de una columna de fuego los borrara de la existencia. Esos malos sentimientos consumían con agonía la psique de Sky, era como una verdadera pesadilla te devorara desde el interior, pero como si fuera una luz de esperanza también visualizó sentimientos de amistad, cariño, amor, compasión. Aquellos buenos sentimientos se le presentaban con visiones de él y Babieca viviendo agradables momentos y no solo con ella, sino con también con sus demás compañeros. Esos bellos recuerdos lo hacían fortalecer más y sentía como aquellas criaturas se apartaban de él, pero estaba equivocado ya que era el casco de su amiga que lo tomaba de su casco y lo jalaba hacia la salida donde estaría a salvo de esa pesadilla.

Allí estaba ella parada frente a él, ella le sonreía con esa sonrisa traviesa con la que siempre se caracterizaba y con la que todos la conocían. Estaba ahí y aunque todo era oscuro ella se veía con toda la claridad como si vieras cualquier cosa bajo los rayos del sol.

-Sky, no te rindas. Tienes una segunda oportunidad- Le decía mientras se acercaba a él que estaba perplejo de verla. -Es mi regalo, mi vida por la tuya. Eres el que más ha sufrido que todos nosotros.

- ¡No! ¡Qué estás diciendo! - Exclamaba con lágrimas en los ojos, Sky. -Prometí protegerlos y he fallado. ¡Era yo el que debió morir por salvarlos! ¡Yo no tengo futuro!

Sky lloraba dejándose llevar por la pena y la culpa. Siempre había ocultado esos sentimientos, pero ahora que volvía a ver de nuevo a su amiga no le importó sacar a la luz aquellos sentimientos que le hacían llorar de dolor.

Babieca se acercó a abrazarlo para consolarlo mientras se acercaba al oído de su amigo para decirle unas palabras.

-No tienes idea de lo que vales. Eres un pony muy valioso con un gran futuro y aunque lo niegues todos los ponys que conozcas pensaran igual que yo.

Sky, al escuchar esas palabras se apartó un poco para mirarla a los ojos, pero al poco tiempo apartó si vista a un lado, apenado por lo que había sucedido pues no se sentía digno de mirarla.

-Solo prométeme una cosa- Le decía ella mientras con su casco apoyado en su mejilla le hacía que volviera a mirarla a los ojos. -Cumple tus sueños, esos sueños que siempre me contabas cuando te sentabas tranquilo mirando hacia el horizonte. Te mereces esa vida que nunca pudiste tener.

Al escuchar eso, Sky, sus sentimientos se hacían mil pedazos en su interior. No podía aceptar el sacrificio que su amiga había hecho por él, se sentía tan destrozado, pero al verla con esa tranquilidad que siempre emanaba de ella la cual siempre le daba ánimos para seguir adelante; supo que ella tenía razón y de mala gana aceptaba esa promesa. Ahora sentía paz en su interior, pero esa paz pronto se esfumaría ya que las criaturas oscuras tomaron a Babieca y se la llevaron con ellos. Sky, al ver esto gritó de furia y empezando a trotar para ir por ella golpeando y empujando a las criaturas oscuras que se interponía en su paso.

-¡No se la lleven!- Gritaba con más furia, pero más de ellos aparecían frente a él para impedirle que continue. -¡No volveré a perderla!- Se abalanzó contra la primera criatura oscura que tenía enfrente dándole un golpe frontal con su casco derecho, atravesando a la horrible criatura en lo que se suponía que era su rostro, pero aquella aterradora criatura se volvió viscosa y cubrió el casco de Sky muy rápidamente que lo inmovilizó al instante. El pegaso no podía creer lo que estaba pasando, pero sin darse por vencido al ver que las criaturas se llevaban a su amiga.

Decidido y sacando fuerzas de su interior opuso fuerte resistencia, moviéndose de un lado a otro su casco que al poco tiempo pudo liberarse y con ayuda de su espada, sus alas y sus patas derrotaba a cada engendro que se le acercara. Luchaba como ninguna otra vez, su corazón palpitaba de rabia y cegado por esta cortaba por la mitad a todos los que se interpusieran en la persecución para salvar a su mejor amiga.

Las criaturas se detuvieron a los pocos metros al darse cuenta que Sky los venía siguiendo y como si no tuvieran otra opción empezaron a fundirse una con otra convirtiéndose en una enorme masa o mancha negra que se tragaba a la pobre babieca en el acto mientras ella seguía pidiendo ayuda con desesperación a su mejor amigo.

Sky al ver y escuchar los gritos de ayuda de Babieca empezó a volar con mayor velocidad para rescatarla, pero poco podía hacer ya que ella estaba completamente consumida por aquella mancha negra que popo a poco creía ahora en estatura. Se elevó tan alto que iba tomando una forma casi familiar para el valiente pegaso que se detuvo en seco mientras aleteaba en el aire. Contemplaba como aquella enorme masa se transformaba mientras su vista buscaba desesperadamente una forma en cómo poder rescatar a su amiga que estaba dentro de la extraña criatura.

La extraña masa seguía transformándose y rápidamente optó una enorme forma negra muy familiar para el valiente pegaso que seguía aleteando en el aire.

Sky, al verlo y contemplar la forma que este había tomado, aterrizó bruscamente como si de la nada hubiese dejado de aletear, su cuerpo se paralizó por completo y sus alas se encogieron hacia su cuerpo rápidamente. Aquella criatura había tomado la forma de aquel enorme grifo que tanto temía, era el mismo Iron Claw frente a él.

-No volverás a ver a tu amiguita, nunca más- graznó amenazante el enorme grifo formado por aquella mancha negra. Se reía mientras sus ojos amarillos como el fuego miraban a Sky con malicia.

Sky no podía moverse, aquel miedo se apoderó de él y solo miraba aquellas filosas garras que lo atemorizaban mientras que por dentro mantenía una lucha interna para poder moverse. - ¡Vamos, Sky, muévete! - Se decía así mismo, pero todo era inútil.

Una silueta de alicornio, negra como la sombra misma, observaba toda la escena desde lo lejos y viendo como aquel pegaso se enfrentaba a tan temible criatura su cuerno brilló de un brillo blanco y plateado para ir a su rescate el cual fue inútil, ya que al intentar acercarse una invisible barrera mágica impedía ir a salvarlo. Desesperada aquella silueta lanzaba hechizos contra esta barrear para poder romperla y aunque lanzaba los más poderosos hechizos esta no cedía.

-Tú provocaste esas muertes- Decía aquella criatura mientras destacaba sus afiladas garras al avanzar hacia Sky. -La muerte de tu amiga seguirá siendo tu culpa- Y al terminar de decir eso le dio un fuerte zarpazo al pobre pegaso inmóvil; el fuerte golpe con la garra lo hizo voloar para caer violentamente al suelo unos metros de donde estaba. Sky sentía un fuerte dolor corporal como si se quemara por dentro, pero era más su conciencia la que estaba herida por las palabras de aquel grifo.

Era cierto, todo esto era su culpa, si no fuera por su miedo a Iron Claw podía salvar a todos aquellos potros que tanto confiaban en él. La culpa lo carcomía por dentro que sentía que su corazón se rompía en mil pedazos. No podía levantarse y ahora la culpa y el temor lo dominaban.

La enorme criatura en forma de grifo se acercaba a él poco a poco, orgulloso y feliz al saber que tenía contra las cuerdas a Sky que yacía en el suelo agobiado por la culpa y el miedo.

-Tú no eres un héroe para ella, ni siquiera un simple guardián- Se mofaba y al mismo tiempo al alzar su garra izquierda hizo aparecer a Babieca que esta salía de aquella negra viscosidad que formaba la garra del grifo.

Babieca, vio a Sky en el suelo, derrotado y temblando por todas las culpas que el grifo le había sembrado en la cabeza.

- ¡Sky, ayúdame! - Gritó con desesperación.

El pobre pegaso que estaba perdido en sus pensamientos salió de aquel trance al escuchar la voz de su amiga, como si eso fuera el rayo de luz para encontrar la salida de su preocupada mente. Sky al reaccionar se levantó y miró hacia arriba donde pudo ver que Babieca estaba atrapada en la garra derecha de aquel enorme grifo.

- ¡Sky, no te des por vencido! - Volvió a gritar Babieca.

Al escuchar esto; el valiente pegaso; se levantó con más motivación, -No volveré a quedarme quieto una vez más. Esta vez lucharé para salvarla. ¡Tú no eres real!

Con estas palabras tomó la espada que estaba en el suelo justo a su lado y emprendió un vuelo veloz en contra de aquella criatura en forma del grifo que lo atemorizaba.

La enorme criatura rio a carcajadas al escucharlo -Si no pudiste con el verdadero, no podrás conmigo.

El grifo lanzó otro zarpazo el cual el pegaso al querer cubrirse no le funcionó. El zarpazo golpeo de lleno a Sky que fue derribado nuevamente. El grifo ya no esperó más y fue a asestarle otro golpe con su oscura garra al pegaso que se encontraba en el suelo. Sky se reincorporó rápidamente antes de que el siguiente golpe lo hiriera mortalmente, rodó sobre sí mismo al esquivarlo y galopando rápidamente para acercarse a su enemigo asestó dos cortes con su espada en el estómago de aquel gigantesco grifo, pero nada de esto había servido ya que las dos profundas heridas que logró hacerle, rápidamente se cerraron dejando a la criatura completamente ilesa. Esto dejó perplejo a Sky y aún más asustado; no podía creer lo que veía y la poca moral como valentía que tenía se iba desvaneciendo.

-No, ¡No! - Se lamentaba. -Esto me lo merezco. Jamás podré hacerle frente. Lo siento, Babieca, te he fallado nuevamente.

Solo se quedó quieto con la cabeza baja esperando el golpe fatal de la enorme criatura. Sus deseos de pelear se habían ido y solo se resignaba a aceptar su derrota nuevamente.

-Sky! ¿Qué haces? - Babieca gritaba al ver a su amigo que se quedaba quieto frente a la enorme criatura y esta se acercaba a él para rematarlo. - ¡Ayúdame! ¡Sé que puedes! ¡eres el único en que he confiado en toda mi vida! - Gritaba desesperadamente Babieca para convencer a su amigo.

Los gritos de la yegua calaban en lo más profundo de Sky, su corazón palpitaba con más fuerza mientras que coraje y tristeza recorrían el cuerpo del joven pegaso. No podía ignorar los gritos de su amiga, su determinación iba aumentando mientras encaraba a la gran criatura frente a él. Extendió sus alas colocándose en posición agresiva para el contraataque.

El enorme Grifo volvió a atacar con su enorme garra a Sky, con una velocidad más rápida que los anteriores ataques, con el motivo de despedazarlo de un solo golpe. Sky saltó en el último instante, girando su cuerpo en el aire mientras apretaba el mango de la espada con fuerza y aprovechando el giro cortó la pata del grifo casi cercenándole la garra. Cayó aún lado después de hacer aquel corte, el Grifo arremetió regresando el ataque con la misma garra herida ya que con la otra aún sujetaba a Babieca; aquel contraataque de la criatura golpeó de frente al joven pegaso que este se logró cubrir con su espada y haciéndolo retroceder unos metros mientras que Sky empujaba con fuerza para repelerlo. Su coraje y el odio que sentía por el aberrante Grifo superaba cualquier temor que sentía en ese momento, se lanzó nuevamente hacia su enemigo sin darle una oportunidad de recuperarse, dando tajos de izquierda a derecha cortando su negra piel mientras volaba hacia su cabeza y acercarse un poco más a la garra donde sujetaba a su amiga. Quería liberarla lo más pronto posible para salir huyendo del lugar, su mente solo quería eso y se valía de esa esperanza de poder salvarla esta vez.

Llegó volando hasta la frente del enorme grifo y con una actitud desesperante y violenta se preparó para clavarle su espada entre los ojos. Por fin terminaría, por fin destruiría su mayor temor, la pesadilla por fin acabaría y salvaría a su amiga. Justo en el momento de asestar la estocada final la garra del grifo los sujetó de sorpresa y lo apretó fuertemente que lo obligó a soltar su espada. Sky estaba sorprendido ¿Cómo era posible que lo había atrapado si le había cercenado su garra?, pensó entre si mientras intentaba respirar debido a que se estaba asfixiando porque el enorme grifo lo apretaba con fuerza que impedía que este respirar.

El grifo lo agitó por unos instantes y lo azotó contra el suelo como si de una simple basura se tratara. Sky, al estrellarse contra el suelo, solo enroscó un poco su cuerpo a causa del terrible dolor del impacto, cerró los ojos y apretó sus dientes mientras intentaba reincorporarse. Al ponerse de pie miró a su enemigo y de nuevo el temor volvió a recorrer todo su ser, pues el terrorífico grifo se estaba regenerando. Aquellas heridas provocadas por el acero del joven pegaso se estaban reconstruyendo y sanando. Al ver esto, Sky, se quedó paralizado mientras sus orejas se decaían mostrando que se daba por vencido.

-Es inútil. No importa lo que haga, siempre estaré bajo su sombra, bajo su dominio.

Babieca, le gritaba con toda desesperación, pero Sky no la escuchaba, sus pensamientos y miedos lo estaban ensordeciendo.

- ¡Sky, no tengas miedo! ¡Libérate del miedo! - Gritaba con desesperación Babieca.

Aquellos gritos lograron penetrar en los pensamientos cerrados y asustados de Sky; sintió un gran escalofrío que recorría su cuerpo que lo ayudó a reaccionar.

- ¿Miedo? Si, eso es lo que tengo. Pero, ¿miedo a qué? ¿a él o a morir? - Sonreía para calmar sus nervios mientras se hacía esas preguntas y el grifo recobraba su forma para atacar al joven pegaso. Cerró sus ojos y respiró profundamente mientras se relajaba, luego dejó escapar un largo suspiro. -Jamás tuve miedo a morir, posiblemente ya estoy muerto. Babieca no está viva. Ella, ni él no existen. Es solo mi mente castigándome y lo merezco. ¡Vamos termina con esto!

Al gritar se sintió aliviado, sus preocupaciones y sus miedos se habían desprendido de él. Por fin estaba en paz y dio un galope al frente esperando el golpe final de aquella atemorizante criatura que preparaba su garra para acertar el golpe fatal.

A lo lejos, aquella oscura silueta de una alicornio intentó acercarse para detener aquella locura. Sin embargo, chocó con un campo de fuerza invisible que no le permitía seguir avanzando y desesperadamente intentó lanzar hechizos tratando de romper aquella burbuja que impedía su acceso, pero no tuvo ningún éxito. Todo se empezaba a desmoronar alrededor mientras el joven pegaso se relajaba y aceptaba su destino con valentía.

Sky, se paró firme frente al grifo que bajaba su garrar con velocidad y fuerza para aplastarlo. El joven pegaso jamás pestañó y enfrento su destino con ambos ojos abiertos, encarnado su miedo por última vez, y cuando la garra cayó sobre él, esta lo traspasó sin hacerle ningún daño, como si fuera intangible o un fantasma en ese mundo. Aun así, el fuerte golpe de la garra de grifo levantó tanto polvo que cuando este se disipó, Sky se encontraba de pie a las afueras de las cavernas que se habían incendiado y al pie de las montañas donde él y los otros potrillos se refugiaban. Ya estaba en el mundo real. No lo podía creer, era de día y el canto de las aves lo sacaron de ese pequeño trance de no comprender lo que había pasado, aun así, sintió que algo húmedo bajaba por sus mejillas, estaba llorando inconscientemente. Lentamente alzó su casco derecho para tocar sus húmedas mejillas, pero al casi tocarlas sintió que su casco no tocó su húmeda mejilla, había otra cosa que estaba sujetando sin darse cuenta y al verlo notó que era la pulsera de caracolas marinas de oro que su amiga Babieca siempre llevaba puesto. La mitad de la pulsera estaba quemada y la otra relucía con los rayos del sol. Sky, al verlo soltó el llanto golpeando con furia el suelo mientras se lamentaba de no poder salvado a su amiga.

-Todo fue una pesadilla- Decía mientras se lamentaba. -Prometo vengarlos. Tendrán la cabeza de todos aquellos que hicieron esto.

Se empezaba limpiar las lágrimas mientras se levantaba del suelo. -Babieca, te prometo que jamás tendré miedo y ya no confiaré en nadie más. Ya no volveré a arrastras a alguien más en mi desgraciada vida. Fui muy amable y ahora buscaré la muerte acabando con criaturas que hagan daño a los demás. Sky ha muerto contigo en estas montañas, pero renacerá como fénix para vengarlos.

Al terminar su juramento empezó a buscar su oxidada espada corta y se dirigió al bosque donde se adentró y preparó todo para su próxima venganza. Ya no tenía miedo en su interior y estaba decidido en enfrentar a Iron Claw y saldar cuentas pendientes.

Celestia le estaba poniendo atención mientras usando su magia movía una pluma para escribir en un libro que estaba frente a ella. Pausó un momento de escribir y levitó la taza de té para darle un sorbo.

- ¿No me digas que fuiste tú solo a cobrar tu venganza? - Preguntó un poco ingenua, pues no creía que un pequeño pegaso hiciera justicia propia por su propia pezuña.

Breaker la miró de manera un poco molesta -Se ve que usted, jamás en su vida, ha probado el verdadero sufrimiento, ¿Verdad? ¡Jamás a sufrido la perdida de alguien a causa de sus acciones!

- ¡Por supuesto que lo sé! - Contesto Celestia gritando estando molesta de las palabras de Breaker. - ¡Yo peleé con mi hermana y la mantuve cautiva en la Luna por un milenio! Sufrí mucho cuando lo hice. No es fácil atacar a alguien de tu propia sangre. Créeme, ese sufrimiento no ha desaparecido del todo aun cuando mi hermana regresó a mi lado.

Breaker al escucharla no cambió para nada su actitud agresiva y solo se sintió más indignado.

-Eso que hizo no se compara con el dolor y sufrimiento que yo viví. Lo sé, es difícil castigar a alguien cercano, pero solo es eso, un castigo. ¡No es lo mismo! - Golpeó con fuerza la mesa central de la biblioteca cuyo acto derribó las tazas de té que Celestia tenía encima de esta. - ¡Su hermana volvió a usted después de un milenio, pero esos potros que yo protegía jamás volverán! ¿Acaso usted conoce con profundidad a todos sus subordinados? ¿Sabe cómo son sus vidas, sus sueños, sus metas, sus miedos?

Celestia lo miraba sorprendida pues sus palabras la dejaban impactada.

-Claro que no lo sabe. Yo sé que durante su reinado ha habido bajas en su ejército, lo ponys que conocía han envejecido y muerto, pero no le causa dolor alguno pues no los conocía tan bien. En mi caso esos pequeños yo los conocía a cada uno de ellos sin importar que fueran tantos como para acordarme de sus nombres. Esa es la diferencia entre usted y yo. Entre su dolor y el mío. A ellos les fallé como su protector y necesitaba hacer justicia por mi propio casco hasta las últimas consecuencias. ¡Así que no me venga a decir que sabe lo que es sufrir por la pérdida de alguien por no lo sabe!

Los gritos de Breaker salían de la biblioteca, pero por suerte nadie los escuchó ya que los guardias no vigilaban aquella zona del castillo. Breaker apartó la mirada de la Princesa sin sentir algún miedo de ser reprendido por ella. Celestia por su parte solo bajó su mirada sintiéndose culpable pues entendió el sentir del pegaso.

-Lo lamento, no sabía nada de esta situación. Creo que tienes algo de razón, no debí cuestionarte a ti y a tus actos. Has sufrido mucho en tu vida y me sorprende que aun buscas hacer lo correcto. Entonces ¿Mataste aquel grifo?

Breaker contemplaba un mapa de Equestria mientras Celestia le estaba hablando, quería calmarse para seguir con la conversación.

-Lo hice, Celestia. No solo a él, también me encargue de sus amigos.

- ¡Espera! ¿Asesinaste a los otros también? - Preguntó sorprendida mientras un recuerdo le llegaba a la cabeza.

-Así es- Respondió con frialdad Breaker.

-Ahora recuerdo. Hace años encontramos tres cuerpos de grifos cerca de un pueblo en la frontera Equestriana. Tuvimos muchos problemas con el Reino de Griffinstone ya que tres de sus ciudadanos fueron asesinados en nuestro territorio. ¡Así que fuiste tú!

Breaker solo sonrió mientras sacaba un pequeño cuchillo bajo su ala y lo clavó en la mesa con mucha fuerza.

-Si quiere saber los detalles de mi venganza, déjeme continuar con mi historia.

Esa misma noche en el centro de Sleeping Shadows un grupo de guardias de Equestria realizaban un patrullaje galopando entre las calles oscuras del poblado; mientras lo hacían venían platicando y bromeando entre ellos que eran cuatro. De repente un quinto guardia se acercó a ellos apresuradamente.

- ¡Oigan, esperen! - Se plantó frente a ellos -No es gracioso, chicos. Díganme, ¿Quién de ustedes tomó mi lanza? Sé que ustedes fueron, la broma acabó.

Todos se quedaron sorprendidos por la acusación y nadie se río en ese momento al mirar con sorpresa a su compañero.

-Amigo, no hemos hecho tal cosa. Sé que estuvimos todos juntos en el puesto de jugos justo cuando empezó a anochecer. Vimos que dejaste por un momento tu lanza bajo la sombra de aquel árbol que estaba junto al puesto. Nosotros jamás la tomamos o estuvimos cerca de aquel árbol.

-No bromeen, sé que ustedes la tienen. No es posible que desapareció en un solo momento.

El guardia estaba enojado y preocupado a la vez mientras le reclamaba a sus compañeros.

-Te decimos la verdad, nosotros no hacemos tales cosas mientras estamos en servicio.

El guardia ya estaba muy preocupado -El superior me va a poner bajo arresto por mi descuido. Necesito encontrar mi arma de servicio o se pondrá peor.

Los demás se acercaron y le dieron palmaditas en su lomo para animarlo. -Anímate, te ayudaremos a buscarla. No estará lejos.

De pronto uno de ellos miró hacia lo lejos de la calle donde estaban. - ¡Oye tú…! No puede ser… ¡Alto ahí, detente!

Sus caras mostraban terror a lo que vieron y al reaccionar galoparon con velocidad a ese lugar donde presenciaron tal horror.

Los tres grifos estaban jugando cartas dentro una vieja casa cuya fachada estaba a punto de demolerse por el paso del tiempo. Aquella vieja casa era toda una ruina y un desorden, pues su interior era un basurero; en el suelo había botellas de cerveza y cidra, envolturas de comida en corva y montones de paja seca acumulada por todos lados como si fueran nidos de aves. Los tres grifos jugaban sobre una vieja mesa redonda que ya estaba parchada con trizas de tablas que impedían que se partiera en dos. Los grifos apostaban una gran cantidad de monedas de oro mientras se alcoholizaban y se reían de lo que hace poco habían hecho en las montañas a las afueras del pueblo.

-jefe, ¿no se siente mal haber acabado con esos potrillos de esa forma? - Preguntó el grifo café con motes blancos en su cuerpo. -Pudimos venderlos como esclavos a otra nación.

Iron Claw no reaccionó a la pregunta de su subordinado. -Sabes que pronto ellos serían un problema para mí tarde o temprano. No quería competencia en mi territorio en un futuro así que era mejor matarlos antes de que se organizaran y nos quitaran nuestro territorio.

Al terminar de hablar bajó las cartas que tenía en su mano a la mesa, mostrando una flor imperial en su jugada. -¡Creo que ustedes me deben la mitad de su sueldo!

Ambos grifos molestos arrojaron las cartas esparciéndolas sobre la mesa al saber que perdieron, mientras su jefe extendía sus metálicas garras para tomar las monedas y rasguñas la madera la mesa a su paso.

-¡Oye tú!- Le hablaba al grifo de color café con motes blancos -Ve por una botella de vino de nuestro escondite de contrabando. Hay que celebrar mi suerte. Tráete del más caro y fino, eso compensará lo molesto que están ahora.

Iron Claw rio de manera burlona mientras el grifo molesto obedeció y el otro se resignó a su pérdida en la apuesta. Todo lo que querían en este momento era beber para pasar la noche muy relajados.

El grifo café salió de aquella vieja casa en ruinas y con paso lento caminó por las oscuras calles hasta dar vuelta para entrar a la calle principal. Al dar vuelta vio a lo lejos la silueta de cinco guardias ponys que patrullaban en la zona.

-Oh no, no sabía que a esta hora seguirían patrullando. Debo buscar otro camino para que no me vean sospechoso.

Justo pensó en eso y estaba a punto de regresar cuando algo brillante y que estaba en el suelo llamó su atención. Era una pulsera de conchas marinas bañada en oro, el cual su brillo hizo que los ojos de aquel grifo también brillaran, pero de codicia. Se acercó a levantarlo mientras se decía - ¡Qué suerte tengo!

De repente escuchó un grito que lo hizo paralizarse en un segundo -¡Oye tú…!- Aquel grito provenía de la misma dirección donde estaban los guardias reunidos. En su mente pensó que lo habían visto tomar aquella pulsera de oro y ahora querían detenerlo, pero antes de que reaccionara miró hacia el frente donde solo vio venir la punta de una lanza que se dirigía a toda velocidad hacia su cara. Todo lo vio en cámara lenta, como si el tiempo iba pasando lentamente sobre él. Entendió que aquel grito no era dirigido hacia él, más bien era para el potro que estaba sosteniendo la lanza que iba dirigida hacia su cara.

La lanza impactó el pico del pobre grifo, lo atravesó entrando de lleno por enfrente y saliendo por la nuca de la pobre ave mitad mamífero. La lanza atravesada impactó sobre la pared que tenía en la espalda de aquel grifo y el cuerpo se retorcía con espasmos mientras brotaba sangre del pico y de la nuca como si fuera una fuente siniestra de horror. La pulsera cayó al suelo mientras que los guardias galopaban a toda prisa hacia la dirección donde todo había sucedido. El potro tomó la pulsera y como si fuera una sombra que se mueve rápido en la oscuridad escapó dando la vuelta a la esquina de la calle.

- ¡No escaparás! - Gritó un guardia unicornio que galopó a toda velocidad dando vuelta en otra calle para para cortarle el paso al sospechoso.

Los otros guardias llegaron a la escena del crimen y solo vieron al grifo color café con motes blancos empalado del pico por la misma lanza que le habían robado al guardia que preguntaba preocupante por ella.

- ¡Oh no! - Dijo sorprendido uno de ellos. -Griffinstone armará un escándalo sobre esto. Uno de sus ciudadanos fue asesinado en territorio Equestre.

El guardia que había perdido su lanza solo agarraba su cabeza por la preocupación, estaba asustado por las consecuencias que le iban a caer encima por su irresponsabilidad de perder su arma de cargo. -No, no, no ¡No!. Me harán una corte marcial por esto. Creerán que fui yo el asesino- Se lamentaba.

-Oye, tranquilo- Le decía su compañero. -Somos testigos que tu no lo hiciste. Además, capturaremos al verdadero asesino. No te preocupes y mejor pide ayuda al cuartel central, vamos llámalo.

El guardia preocupado y lleno de nervios obedeció y fue a llamar por radio para reportar lo ocurrido. Mientras tanto el guardia unicornio que fue tras el asesino giró en otra calle para taparle el paso al sospechoso, pero su sorpresa fue que no vio a nadie. Alumbró con su cuerno aquella oscura calle, la cual se alumbró sin dejar rincones sombríos donde alguien pudiera esconderse. Galopó con cuidado poniendo mucha atención, pero no encontró nada. Era como si el asesino se hubiera desvanecido de la nada frente a sus ojos en ese instante.

El otro grifo al ver que su compañero se había tardado en regresar con el vino que le pidieron, decidió ir a buscarlo por su cuente dejando al jefe esperando en el escondite.

- ¿Ahora con qué pudo distraerse ese idiota? Tal vez ni siquiera pudo encontrar el vino. Siempre ha sido un incompetente. Ya verá el castigo que le pondrá Iron Claw cuando regrese- Se decía así mismo mientras recorría las calles oscuras del pueblo. Dio vuelta a la izquierda en la siguiente intersección justo como su amigo hizo en el pasado para llegar a la calle principal y con sorpresa vio a un grupo de guardias que estaban reunidos muy cerca de él. Todos los guardias miraban algo con mucho detenimiento, otros se hacían preguntas entre ellos y uno más escribía un reporte sobre un pergamino con ayuda de su magia de unicornio. No podía entender como una docena de guardias estaba ahí, pero lo más sospechoso que veía es que trataban de cubrir un cuerpo que estaba clavado en la pared y un mango de una lanza delataba el acto.

Con cautela cruzó la calle mientras intentaba no llamar la atención, quería acercarse un poco más e intentar y escuchar lo que estaba sucediendo. Llegó al otro lado de la acera y al avanzar un poco vio que el cuerpo que estaba atravesado por la lanza era el de su compañero.

- ¡No! - exclamó accidentalmente que los guardias lo escucharon y voltearon a verlo.

- ¡Oye tú! ¡¿Acaso lo conoces?!- Le gritó un guardia en el momento en que lo vio.

El grifo con alas verdes y cuerpo azulado tembló un poco al ver a su compañero asesinado de esa forma y más al percatarse que fue descubierto.

El guardia le seguía insistiendo con sus preguntas y galopó cruzando la calla para encontrarse con el grifo e interrogarlo. Pero este al ser un criminal y por instinto huyó del lugar emprendiendo el vuelo.

- ¡Detente, es una orden! - Ordenó frenéticamente el guardia que poco pudo hacer para seguirle.

Un par de guardias pegasos al ver que el grifo escapaba al no obedecer la orden, emprendieron el vuelo para seguirlo. El grifo voló lo más rápido posible sin mirar atrás, pensando en qué manera podría darle la noticia a su jefe de que su compañero había sido asesinado.

El grifo aterrado llegó a la casa donde era utilizada como su cuartel donde planeaban sus golpes ilegales. Entró abriendo de forma abrupta la puerta haciendo que su jefe se levantara un poco sorprendido al verlo entrar.

- ¡¿Qué demonios te pasa?!- Le gritó Iron Claw al ver a su lacayo entrar de manera apresurada. - ¿Dónde está el otro incompetente?

El grifo aterrado no dijo ninguna sola palabra, pues estaba recuperando el aliento por volar a toda velocidad de regreso hasta el escondite.

- ¡Vamos, habla! ¿Acaso te comió la lengua la mantícora? - Iron Claw lo tomaba de los hombros y lo sacudía de manera casi violenta para que el grifo reaccionara.

- ¡Habla! - Lo empujó a la pared haciendo que esta vibrara con el impacto y haciendo que el techo, poco estable, se viniera abajo levantando mucho polvo al caerse algunos polines y yeso que lo cubría.

El grifo que estaba impactado en la pared tosió un poco y mientras con sus alas despegaba el polvo que lo rodeaba empezó a hablar.

-Está muerto… ¡Está muerto, jefe! ¡Alguien lo asesinó! - Sacó con un grito las palabras de su pico mientras se agachaba intentando no vomitar al imaginar de nuevo como encontró el cadáver de su amigo.

- ¡¿Qué?!- Exclamó sorprendido Iron Claw. - ¡No me vengas con bromas de mal gusto! - En ese instante tomó del cuello al pobre grifo sometiéndolo contra la pared. - ¡Sabes muy bien que nadie sería capaz de meterse con nosotros! ¡Nadie está tan loco para hacerme enojar!

-Lo hicieron- Respondió con voz casi apagada el pobre grifo que se estaba desmayando por falta de aire al ser ahorcado por las garras metálicas de su jefe.

Iron Claw lo soltó haciendo que el pobre grifo cayera de rodillas al suelo. -Su cuerpo, estaba atravesado por una lanza de la guardia real. La lanza atravesó su pico y quedó clavado de la cabeza, colgando como si fuera un muñeco de trapo expuesto al aire libre.

Iron Claw se estremeció un poco al escuchar a su secuaz los detalles de cómo encontró el cadáver de otro de sus cómplices y el final brutal que tuvo.

¿Una lanza propiedad de la Guardia Real lo mato? Imposible. La Guardia Real no sospecha nada de nosotros. El que hizo esto no tiene miedo de meterse conmigo ni con la justicia Equestriana. -Dime, ¿Qué más notaste de la escena del crimen? - Le preguntó impaciente al grifo asustado.

-No, no pude ver nada más. El cuerpo estaba rodeado por varios Guardias Reales. Ellos lograron verme a lo lejos y escapé emprendiendo el vuelo a toda prisa para regresar a informarle.

Iron Claw al escuchar eso se enfureció tanto que sus ojos saltaban casi de sus órbitas. - ¡¿Qué hiciste qué?!

-Lo lamento, señor- Se disculpó el pobre grifo ahora asustado por la ira de su jefe hacia él.

- ¡¿No te das cuenta que los acabas de atraer hacia este lugar?! ¡¿En qué estabas pensando?!

Estaba a punto de tomarlo nuevamente del cuello y aplastarle el cuello hasta asfixiarlo, pero en ese momento tocaron fuertemente la puerta.

- ¡Abra la puerta! ¡Es una orden!

- ¡Maldición, ya nos encontraron! - Exclamó con furia Iron Claw. - ¡Vamos, levántate, tenemos que irnos!

-Pero, en este lugar hay pruebas que nos comprometen- Dijo el grifo de alas verdes mientras se levantaba.

-No te preocupes, tengo un plan. ¡Ve a la salida secreta y vuela hacia el bosque montañoso! Ahí nos ocultaremos hasta que los ánimos se calmen en este lugar.

El grifo obedeció a su jefe, tomó la ruta de escape secreta sin antes tomar sus cosas ocultándolas bajo su ala y salir de ahí lo más pronto posible.

La puerta la seguían golpeando violentamente, casi a punto de derribarla mientras los gritos de los guardias se escuchaban con más frenetismo al ordenarles que les abrieran.

-No desesperen, pronto estarán ocupados en esta casa- Decía maliciosamente mientras tomaba todo el dinero y las gemas que tenía ocultados por toda la casa. Después abrió un cofre donde sacó unas bombas caseras que tenían una peculiar forma de barril y estaban completamente hechas de barro y en uno de los extremos salía un pequeño corcho de madera. -Mis bombas de fósforo blanco combinadas con piedra caliza del Reino Dragón harán que incinere todas las pruebas y los mantengan ocupados- Procedió a quitar el corcho con sus garras metálicas, que, al hacerlo, de su interior empezó a brotar humo blanco seguido por un fino sonido como si de un silbido agudo se escuchara. Colocó con cuidado la bomba en el suelo y en cuanto dio la media vuelta salió rápidamente por aquella salida de emergencia que había diseñado para su escape.

Iron Claw, ya tenía mucha distancia volando desde el escondite donde había salido con prisa. Se detuvo un poco en el aire y dio la media vuelta para presenciar el hermoso espectáculo de su bomba al estallar.

La bomba estalló en ese momento en que Iron Claw volteó a ver a la dirección donde se encontraba su escondite. La explosión fue silenciosa y solo se observó como un a bola gigante de fuego que surgía del interior de la vieja casa devoraba toda la propiedad para que segundos después se esparciera y dejara en llamas aquel viejo escondite. Los guardias sorprendidos se empezaron a movilizar para apagar aquel incendio y llamando la atención de todas sus fuerzas disponibles a así como los vecinos que asustados empezaron a ayudarlos a controlar el incendio.

El grifo de alas verdes volaba sobre el bosque cercano de las Montañas de la Noche Eterna. El punto de encuentro donde le había indicado su jefe estaba muy cerca de ahí y estaba aún retirado del territorio de los batponys que, gracias a su fama, no eran muy amigables con los forasteros que se atrevían a traspasar sus tierras.

El grifo aun sobrevolaba la zona y la luna llena que adornaba la oscuridad de la noche brillaba con más intensidad haciendo que el bosque no estuviera tan oscuro. Gracias a eso, el grifo pudo notar, desde el cielo que surcaba, un curioso brillo que resplandecía desde un árbol viejo de la zona boscosa. Aquel brillo resplandecía desde el tronco de aquel viejo árbol y el grifo curioso por su descubrimiento decidió bajar a investigar. Aterrizó de golpe marcando sus huellas y sus garras en el suelo y al ver más de cerca aquel resplandor se dio cuenta que era una pulsera con caracoles bañados en oro y era el oro que resplandecía gracias a la luz de la luna llena. Empezó a acercarse mirando fijamente aquella lujosa y costosa pulsera. Sus ojos le brillaban al ver aquel tesoro y estiró su garra para tomarlo, pero antes de tomarlo lo duda y retira su garra.

-Esto es demasiado fácil- Se dijo así mismo cuando de repente una figura se plantó frente a él y la hermosa pulsera que estaba en el tronco del árbol.

-Parece que eres un poco más listo que tu compañero. Veo que tu avaricia no es tan grande como pensaba.

Era Sky que se plantó frente a él de manera amenazante mientras desenfundaba su espada corta oxidada. -Aún así esto no te salvará.

- ¿Cómo es posible que sigas con vida? Iron Claw se encargó de quemarlos a todos vivos en esas montañas- Dijo el grifo un poco sorprendido.

Sky le dio la espalda un momento para dirigirse a tomar la pulsera de oro que estaba colocada en el tronco de aquel viejo árbol. Lo tomó con su pezuña y se la mostró al grifo. -He regresado de las cenizas para vengarla a ella y a todos lo otros potros que injustamente los asesinaste. Al igual que tu amigo, esta noche vas a morir.

El grifo abrió ampliamente los ojos al escuchar sus palabras y retrocedió un poco - ¡Tú! ¡¿Fuiste tú el que asesinó a mi compañero!? No puedo creerlo. ¡Eres un mentiroso! ¡No hay manera que un potro, bueno para nada, podría hacer tal cosa!

Sky solo lo miraba con una sonrisa de satisfacción ya que el grifo estaba perdiendo su compostura y era justamente lo que él quería que pasara. Quería que el miedo y el asombro nublaran su juicio, así como sus habilidades para pelear. El miedo era su única arma que le daría ventaja contra sus enemigos.

-Bueno, supongo que podría terminar lo que Iron Claw empezó aquella noche, donde tus amiguitos dejaron este mundo de manera accidental. - Decía el grifo burlándose mientras bajo su ala sacaba un cuchillo curvo un poco más largo y grande. Se estaba preparando para terminar con la vida del joven pegaso que tenía enfrente.

Sky sin inmutarse decidió dar el primer golpe. Voló a toda velocidad contra él que el grifo a duras penas pudo bloquear la tajada del joven pegaso. El grifo vo9lteó rápidamente para contraatacar con algunas apuñaladas rápidas. Sky difícilmente las podía esquivar en el aire, así que aterrizó y siguió esquivando con mucha más agilidad. Las puñaladas que el grifo daba golpeaban la tierra y aprovechó sus alas para golpear con un ataque sorpresa a Sky, el cual, este, recibió en toda la cara y salió volando de espaldas hasta chocar contra un árbol.

- ¡Ja! - Celebró el grifo al acertarle. -Sabía que podía contigo, maldita rata voladora. Me la vas a pagar por cortar un pedazo de mi pico en nuestra última pelea. - Se acercó hacia su presa para rematarlo.

Sky, se quejó un poco por aquel golpe y vio que su enemigo se acercaba rápidamente hacia él para rematarlo. No sintió miedo y mantuvo la calma todo el tiempo mientras miraba al grifo que se acercaba. Dejó que se acercará más y estando casi muy cerca de él, se impulsó dando un salto para levantarse mientras empuñaba su espada. Atacó de frente al feroz grifo el cual este se defendió con su cuchillo.

El pegaso era muy rápido en blandir su espada y el choque del acero rezumbaba en el solitario bosque. Los animales nocturnos se enmudecieron al oír los ecos de la lucha. El grifo defendía y contraatacaba con tajos bajos y altos, utilizaba sus alas para golpear al igual que su garra izquierda libre para asestar un zarpazo al pegaso. Todos esos movimientos, Sky, los esquivaba y bloqueaba sin dificultada sin mostrar ningún tipo de emoción en su rostro. Sus ojos solo mostraban el fuego de la venganza mientras que con ágiles movimientos y usando patas traseras golpeaba y hacía retroceder a su contrincante. Golpes, rasguños y ligeros cortes recibían cada uno de ellos, pero ninguno daba tregua al enfrentamiento. Era decisivo, uno de los dos tenía saldría vivo y victorioso.

El grifo ya estaba cansado, jamás había tenido una pelea tan feroz en su vida ni mucho menos con un potro que era la mitad de su tamaño y no tan fuerte físicamente como un pony adulto. No podía creer que un potro armado con una simple espada oxidada le diera tanta batalla.

-No pienso perder. No puedo aceptar que fuiste tú el que asesinó a mi compañero- Dijo el grifo mientras apretaba más el mango de su cuchillo y preparaba su otra garra izquierda para atacar en conjunto con su arma. - ¡No seré derrotado por un simple potro que juega a ser un ladrón! - Gritó al mismo tiempo que dejó escapar un fuerte graznido de halcón que lastimó los oídos de Sky.

El grifo aprovechó eso para volar a toda velocidad y atacar de frente con una puñalada al pegaso que se había cubierto una de sus orejas con su casco izquierdo debido al fuerte graznido.

Sky solo reaccionó a tiempo para bloquear el filo del cuchillo con su espada que iba dirigido a su cuello, pero no le dio tiempo para bloquear la garra que venía directo hacia él. La garra lo tomó del cuello por sorpresa, ejerciendo mucha fuerza al apretar el cuello de Sky para asfixiarlo, pero el pegaso aguantó el cruel castigo y sujetó mas la empuñadura de su espada para no soltarla.

- ¡¿Por qué no te rindes?!- Exclamó furioso el grifo al ver que el pegaso se aferraba al no querer perder la conciencia al ser estrangulado.

El grifo al ver que el pegaso soportaba tal castigo, giró el cuchillo sobre su garra para acertar varias puñaladas en el cuerpo descubierto del pegaso. Sky, que aguantaba el dolor y la respiración observó en los ojos de su oponente aquellas mortales intenciones. Reaccionó rápidamente y con su espada que no dejaba de empuñarla bloqueó desviando la punta del cuchillo atacante y rápidamente mordió la garrar que lo sujetaba. El grifo chilló de dolor y sin soltar a su presa que aun lo estaba mordiendo agitó la garra de arriba abajo para finalmente estrellarlo en el suelo.

El golpe fue muy fuerte que levantó polvo del suelo. Sky, soportó aquel dolor en su espalda y parte de sus alas al recibir el fuerte impacto. El grifo al azotarlo lo soltó para que el potro dejara de morder su garra. El joven pegaso, rápidamente se reincorporó ignorando su espalda adolorida y su cuello lastimado; blandió su espada y de un rápido y fugaz movimiento cercenó la garra del grifo que había mordido con anterioridad.

El grifo gritó muy fuerte de dolor, soltó su cuchillo y con su garra libre procedió a sujetar su muñeca sonde le habían cercenado su garra para aliviar un poco el dolor y controlar el flujo sanguíneo que salía de la herida.

Sky, no desaprovechó la oportunidad y con un giro rápido que lo ayudó a posicionarse detrás del grifo herido y levantando su espada con ambas pezuñas; asestó un tajo diagonal en la espalda del grifo; abriéndole una herida no tan profunda en diagonal que hizo arrodillar al grifo de dolor. Sin embargo, la reacción desesperante del grifo al ser herido por la espalda hizo mover su cola rápidamente como si un látigo se tratase. La cola se sacudió y golpeó en la cara al pegaso derribándolo en el acto. El grifo intentaba controlar el dolor, pero le era imposible. Volteó en dirección del pegaso que estaba tratando de incorporarse. Sky, que ya no aguantaba las heridas de su batalla estaba tosiendo y tratando de recuperar el aliento. Luego de eso al apoyarse un poco con ayuda de su espada volteo a ver al grifo herido. Sus ojos penetraron en el interior de aquel desdichado grifo que de pronto lo contagió de un gran miedo. El grifo, asustado por la mirada vacía y decidida de aquel joven pegaso empezó a huir al interior del bosque. Emprendió la huida agitando sus alas, pero por culpa del corte en su espalda no podía aletear bien.

- ¡Aléjate de mí! ¡Ayuda! - Gritaba con terror el grifo mientras se internaba en el oscuro bosque.

Sky, solo lo miraba como se adentraba más y más al bosque.

-Corre, ya no tienes donde escapar. Ahora yo impongo el miedo. - Decía mientras que con galope lento se adentraba entre los árboles.

El grifo dejaba un camino de sangre y con movimientos torpes avanzaba chocando con ramas y arbustos que se encontraba en el camino.

- ¡Iron Claw! ¡Por favor, ayúdame! - Seguía gritando aterrorizado mientras avanzaba sin rumbo fijo.

Estaba tan asustado y paranoico que los sonidos naturales del bosque lo estresaban más a punto de enloquecer.

-Ahora siente el mismo miedo que los potros que tú asesinaste- La voz de Sky resonaba por todas direcciones asustando más al grifo.

- ¡No, aléjate de mí! - Daba zarpazos al aire al no saber de dónde se escuchaban aquellas palabras que lo acosaban.

Volvió a correr como pudo, gritando e implorando. Mientras huía apartaba con su única garra todo aquello que le estorbaba de forma desesperada.

A pesar de que el interior del bosque era oscuro, la luna nueva iluminaba lo suficiente para repeler tal oscuridad, sin embargo, las copas de los árboles bloqueaban la radiante luz de la luna y oscurecían el bosque. Los rincones más oscuros estaban por todas partes y el grifo que se movía asustado huyendo del peligro escuchaba que las palabras del pegaso salían de aquellos rincones y no estaba equivocado. Sky, muy tranquilo, salía de aquellas sombras que los árboles creaban gracias a sus copas. Visualizó al grifo que desesperado huía hacia su dirección sin que este se diera cuenta que estaba justo delante de él. Empuñó nuevamente su espada y tomó posición, y cuando pasó frente a él blandió la espada de frente, haciéndole un corte vertical desde su pecho hasta su estómago.

El grifo detuvo su marcha unos metros adelante y cayó al suelo al ver su herida y como de esta salían sus intestinos, que por pura intuición trataba de cubrir la herida con su única garra. El grifo no podía hablar de lo grave que se encontraba, su vida se iba consumiendo poco a poco mientras que la oscuridad veía la silueta de Sky que lo veía sin remordimiento alguno.

-Creí… que nosotros… te atemorizábamos…- dijo con dificultad el grifo mientras trataba de permanecer consiente.

- ¿Temerles yo? - Respondió de forma burlona, Sky. -Nunca les temí. Era a su jefe el que me aterraba, pero ahora eso se acabó y el próximo en morir será él. Pronto cumpliré con mi venganza.

Sky, dejó al pobre grifo desangrase en el suelo mientras él se adentraba en las sombras de la noche. Era hora de ajustar cuentas, era hora de destruir a su peor temor.

Iron Claw estaba cerca de la frontera Equestriana, casi a los pies de las montañas de la Noche Eterna, esperaba a su secuaz muy impacientemente.

- ¿Dónde se habrá metido ese idiota? - Decía furioso mientras caminaba de un lado a otro. Se detuvo un momento para apreciar la columna de humo que se hacía gracias al incendio de su guarida en el pueblo. Al contemplarlo no estaba de todo feliz por lo que había hecho. Alguien les había tendido una trampa, una muy peligrosa ya que asesinaron a uno de los suyos en el acto e hizo que las autoridades de Equestria casi revelaran los actos delictivos en los que estaba metido. Al menos pudo rescatar todo el dinero que había ganado y ahorrado gracias a sus actos ilegales, aún así perdió un escondite y tenía que comenzar de nuevo. Aún así debía ocultarse durante unos días antes de regresar al pueblo y que nadie sospechara nada. Regresar a Griffistone no era una opción, salió de ahí para hacerse de una gran fortuna a costa de la vida delictiva entre los ponys, pues en su tierra no era el único mafioso con mente criminal. Tenía que encontrar un territorio para él libre de competencia.

Pasaron los minutos y cada vez se estaba impacientando más que su secuaz no llegaba al punto de reunión. Sin pensarlo dos veces emprendió el vuelo de regreso sobrevolando el bosque. El bosque estaba en un silencio extraño, pues a esa hora a casi media noche los animales nocturnos endémicos del lugar suelen hacer mucho ruido por el lugar, perro esta vez el silencio reinaba el lugar. Instintivamente supo que nada estaba bien, pero eso no le importó.

Continuó con su recorrido, murmuraba maldiciendo a su secuaz por haberse perdido y jurando el castigo que le iba a poner si es que lo llegase a encontrar en su camino. Sobrevoló casi al llegar a la profundidad del bosque y gracias a su visión de águila tan fina que todos los grífos poseen vio un bulto negro que sobresalía bajo las copas de los árboles. Bajó enseguida y al tocar tierra quedó impactado al ver a su secuaz muerto en el muerto en el suelo. Tenía ambos ojos abiertos con una mirada vacía, pero expresaba terror, dolor y sufrimiento. Le faltaba una garra ya que la otra había sido amputada. Él se acercó a revisarlo y vio que fue un corte preciso, como si se tratara de un arma y no de un ataque de algún animal salvaje. Volteó el cuerpo y se dio cuenta que en la altura del estómago tenía una cortada demasiado grande donde salían los intestinos del pobre grifo.

-No puedo creerlo. ¿Quién podría hacer esto? - Se preguntaba mientras miraba al cadáver con desprecio y ya no con preocupación.

-No pudo ser un ataque de los batponys. Estamos muy lejos de su territorio. El que hizo esto tiene la firma de un caza recompensas o de un asesino a sueldo. Alguien nos quiere muertos, pero ¿Quién? No puedo quedarme a pensar en este lugar, lo que sea que pudo atacarlo sigue en este lugar y puede que me ataque a mí también. Debo huir, conseguir otros secuaces y regresar a mis negocios.

Emprendió el vuelo dejando el cuerpo de su subordinado en el mismo lugar como si fuera cualquier otro animal que quedó a su suerte. Se dirigió hacia el oeste volando cerca de las enormes montañas rocosas que servían como frontera natural que separaba Equestria con la tierra de los batponys. Mientras sobrevolaba y gracias a su buena visión logró captar su atención el tenue brillo de un objeto que se encontraba en el interior del bosque. Por más que quiso ignorar aquel brillo no pudo hacerlo y fue más fuerte su curiosidad que decidió ir a ver de lo que se trataba. Llegó al lugar aterrizando cerca de aquel extraño brillo que llamó su atención. Se dio cuenta que había una pulsera con conchas marinas cubiertas de oro, pero algunas conchas doradas estaban cubiertas de sangre que aún permanecía fresca.

- ¿Qué tenemos aquí? - Se preguntó mientras miraba más de cerca aquella valiosa pulsera. -Creo que me resulta familiar.

Estaba pensando dónde la había visto antes mientras que la sangre fresca con la que estaba empapada le escurría por sus garras metálicas.

- ¡Suéltalo! No te pertenece. – Lo interrumpió una voz que se escuchaba detrás de él.

Iron Claw volteó a ver quién fue el que le había hablado de esa manera tan directa y se sorprendió al ver quien era.

- ¡Tú! ¿Cómo es posible? Te vi arder dentro de esa montaña junto a las otras pequeñas alimañas que te acompañaban.

Sky aguantaba su ira al escuchar como ofendía a sus compañeros que fueron asesinados por él Estaba a punto de estallar su ira contra aquel enorme grifo, pero se contuvo. Quería matarlo enfrentando su miedo, demostrarle que ahora él es que iba a temerle.

-Resurgí de las cenizas, justo como un ave fénix lo hace- Al escuchar eso, Iron Claw, retrocedió un poco y abrió sus ojos de par en par. Aún le temía a la profecía de su muerte; aún le temía al ave fénix que acabaría con él.

Esa señal de temor en el grifo las notó rápidamente Sky y recordó lo que su amiga Babieca le había dicho con anterioridad sobre el temor de Iron Claw. Ahora podía asustarlo. Podía convertirse en la criatura que lo aterraría, así como él lo había aterrado por mucho tiempo.

-De nuevo, te exijo que sueltes esa valiosa pulsera ahora mismo si no quieres arrepentiré, Iron Claw.- Volvió a arremeter Sky de manera directa.

-Parece que la rata con alas se cree muy valiente. Debiste huir mientras saliste con vida de esas cuevas. Eres un tonto, siempre me has temido y ahora me vas a temer más. Me quedaré con tu valioso tesoro y como no estoy de humor ya que alguien ha arruinado mis planes, servirás para desquitar mi ira asesinándote de la manera más espantosa que podrías imaginar antes de irme de este lugar para siempre.

- ¿Hablas de que asesinaron a tus dos inútiles amigos? - Interrumpió Sky. -Yo fui el que los mató.

Iron Claw no podía creerlo. Pensó que era una broma de mal gusto así que solo se limitó a sonreír intentando mostrarle al pequeño pegaso que no estaba para bromas.

-Al primero de ellos- Continuó Sky. -Fue muy fácil cazarlo. Le atravesé el pico con una lanza robada de un Guardia Real Equestrence. Sufrió una muerte dolorosa, convulsionándose clavado en la pared. Así pude llamar la atención de las autoridades para llevarlos hasta a ti. Y no tuve que hacerlo yo, tu otro amigo hizo ese trabajo.

Al malvado grifo se le borró la siniestra sonrisa de su cara. Ya no tenía duda, aquel pegaso había arruinado su vida delictiva. Ahora ya estaba mucho más enojado que antes. Quería arrancarle la cabeza con sus propias garras metálicas a ese pequeño pegaso.

-A tu otro amigo- Continuó Sky obligando al grifo a detenerse pues ya iba por él para atacarlo. -Su codicia acabó con él- Le decía mientras le señalaba con su casco aquella pulsera que aún tenía en sus garras metálicas que ya estaba manchadas de sangre. -Sufrió una muerte lenta y llena de dolor. Estoy a punto de terminar con la venganza que le prometía a Babieca y a todos aquellos ponys inocentes que asesinaste a sangre fría, Iron Claw. ¡La sangre de los tuyos cubre la pulsera de mi mejor amiga y solo me falta cubrirla con la tuya para que se haga justicia!

Iron Claw, estaba furioso, pero se contuvo, comportándose como si fuera aquel líder brabucón con gran inteligencia y razonable.

- ¿Así que esta pulsera le perteneció a esa mocosa, perdón, a tu novia? - Decía mientras contemplaba de nueva cuenta aquella pulsera manchada de sangre. -Ahora que la veo más de cerca recuerdo que ella siempre la llevaba consigo. Eres un estúpido al llamar mi atención con esta valiosa pieza de joyería. Ahora está bajo mi posesión, si la quieres ¡atrévete a quitármela de mis frías garras!

Iron Claw quería provocar al pegaso para que se acercara a él y así poder destruirlo con sus afiladas garras como venganza por arruinar todos sus planes futuros en su vida delictiva. Estaba arruinado momentáneamente por aquel pegaso y quería su cabeza por tal afrenta que le hizo pasar. Su plan estaba funcionando, Sky sin decir alguna palabra y mirándolo fijamente con esos ojos de odio galopó tranquilamente hacia él para arrebatarle aquella pulsera.

Iron Claw sonrió de una manera maliciosa conforme el pegaso se iba acercando más y más. extendió su garra y la bajó a la altura de aquel potro para que con confianza pudiera tomarla. El malvado grifo ya tenía un plan de ataque en cuando el pegaso tomara la carnada. Quería desgarrarle el casco o el ala; dependiendo con que parte del cuerpo tomara la pulsera; para después tomarlo y desollarlo lentamente hasta que suplicara pidiendo clemencia a su sufrimiento. Sky se acercó sin dudar cada galope que daba; solo miraba la pulsera que colgaba de la garra extendida de aquel grifo y la sensación de ira contra él iba aumentando. Llegó muy cerca de Iron Claw y con una gran velocidad de su ala le arrebató la pulsera con esta. El grifo no pudo reaccionar a tiempo para atraparlo entre su garra metálica y frustrado intentó atravesarlo con poderosa prótesis metálicas. Sky, con un movimiento rápido a la vista, desenvainó su espada logrando bloquear y desviar el primer ataque de Iron Claw; haciendo que su garra con la que atacó quedara clavada en el suelo. El pegaso vio una oportunidad para contratacar y hacerle daño. Dio un gran salto impulsándose con ayuda de sus alas y giró rápidamente para asestar un tajo en la espalda de aquella criatura mitológica.

El oscuro grifo, prediciendo las intenciones del joven pegaso, bloque aquel tajo mortal interponiendo su otra garra. Esto hizo que el choque de ambos aceros hiciera un ruido ensordecedor que hizo eco por todo el bosque. Sky, retrocedió un poco evitando que Iron Claw sujetara la hoja de su espada y pudiera arrebatársela. El grifo graznó fuertemente de ira y se abalanzó contra el pegaso intentando aplastarlo o rebanarlo con sus filosas garras. Sky, retrocedía impulsándose con sus alas y bloqueaba cada peligroso ataque, pero lo único que conseguía era desviarlos pues el peso y la fuerza con las que venían aquellos zarpazos eran demasiado para un pequeño pegaso. Uno de los feroces golpes del grifo impactó en un árbol el cual lo partió por la mitad derribándolo al instante. Ahí, Sky comprendió lo peligroso que sería si uno de esos zarpazos lo llegaría alcanzar. No tenía de otra, era defenderse o morir en el intento. Así que procedió a la ofensiva. Al esquivar los ataques intentaba conectar un tajo o una estocada, pero el grifo era demasiado rápido y bloqueaba los pobres intentos de hacerle daño. Por su estatura pequeña de potro, lograba adentrarse en el espacio personal de Iron Claw, pero este al ser más grande y también habilidoso no lo dejaba avanzar más allá debajo de sus garras.

El choque del acero retumbaba por todo el bosque, los golpes del pegaso que iban de arriba, abajo, izquierda y derecha eran rechazados con facilidad por aquel enorme grifo. Cada choque hacía que aparecieran fracturas en la hoja oxidada del valiente pegaso. No había mucho tiempo y las oportunidades se iban acabando, debía herir mortalmente a su enemigo antes de que hiciera añicos su única arma.

- ¡¿Por qué no me temes?!- Exclamaba furiosos el enorme grifo al ver que la pelea estaba pareja y ninguno de los dos había sufrido daño.

- ¡Ya no te temo más! - Exclamó Sky mientras presionaba con sus ataques. - ¡vengaré a mis amigos o moriré en el intento!

Con dificultad y exponiéndose por poco a un mortal zarpazo, se abrió paso hasta llegar justo debajo del enorme grifo. Sin perder el tiempo solo blandió su espada con ambos cascos haciendo un corte lateral primero a la pata de león izquierda y giró en su sitio para hacer otro corte en la pata de león derecha de aquel grifo. Por fin le había hecho daño y quería rematar con otro ataque, ahora clavando su hoja bajo el vientre de la bestia. Iron Claw rugió de dolor al sentir los cortes en sus patas traseras con forma de león y con un movimiento involuntario, rápidamente atrapó al joven pegaso con una de sus garras impidiéndole hacer su tercer ataque que iba en dirección en apuñalar su vientre.

Por fin lo había atrapado con su garra y el pegaso estaba luchando por resistir la presión ejercida al sujetarlo que al intentar escapar. El oscuro grifo quería torturarlo primero, darle una muerte lenta y dolorosa, pero como aquel pegaso logró herirlo y el dolor de esas heridas aun calaban en su orgullo de grifo, decidió azotarlo contra el suelo y aplastarlo. Sky al ser impactado contra el suelo sintió que todo el aire se le salía del cuerpo, escuchó algunas partes de su cuerpo crujir y aun así decidió a jamás soltar su arma. Su mente poco a poco se iba debilitando y su vista se iba apagando. Su voluntad lo mantenía conc8iente después de aquel brutal ataque. Después de estrellarlo contra el suelo lo volvió a sujetar y lo arrojó unos metros haciéndolo que cayera de manera violenta contra el suelo de nueva cuenta, pero esta vez sin sentir la enorme presión que aplastaba su cuerpo.

Aquella caída le hizo perder la conciencia por un momento. Ya no sentía su cuerpo, pero su mente no se rendía y se aferraba a la realidad lo más que podía. El enorme grifo sacó de su mochila que colgaba a su lado una de las bombas de fósforo blanco que había rescatado de su viejo escondite antes de destruirlo. La tomo y luego miró al pobre pegaso que yacía inmóvil a unos metros alejado de él.

-Esta vez compartirás el mismo destino que tus amigos. ¡Me aseguraré que no quede nada de ti esta vez!

Al grito de su amenaza lanzó aquella bomba de fósforo sin ningún remordimiento. Sky, aunque inconsciente, escuchó sus mortíferas palabras; abrió los ojos, pero su cuerpo aun no respondía. Miró como aquella bomba se dirigía hacia él.

-Eh fallado- Se lamentaba dentro de él. -Perdóname, Babieca.

La bomba cayó muy cerca de él y al impactar con el suelo se rompió liberando el fósforo blanco que tenía en su interior y al instante todo lo que estaba cerca empezó a incendiarse. Sky, sentía el calor que poco a poco llegaba a él, quemándolo y sintiendo el ardor de las llamas llegar a su cuerpo. Miraba las enormes llamas que estabn sobre él y empezó a recordar el momento preciso cuando aquellas mismas llamas consumían a sus amigos frente a sus ojos, aquellos gritos de miedo y de dolor las escuchaba en ese instante y como si fuera una alucinación pudo ver a su amiga Babieca rindiéndose a su destino y recordó aquellas últimas palabras que le dijo antes de verla por última vez. -Te quiero- Esas palabras las repetía balbuceando mientras las lágrimas le bajaban por su rostro.

No era el momento de rendirse, el dolor de las llamas que subían por su cuerpo despertó la motivación de la venganza en él. Aquel dolor era un recordatorio de la confianza que tenían sus amigos sobre él y ahora no volvería a defraudarlos. Se levantó como pudo usando su espada que por ningún momento la soltó de sus débiles cascos. Extendió sus alas que ya estaban cubiertas de llamas que consumían poco a poco su plumaje exterior y con un fuerte aleteo se elevó por los aires como si fuera un fénix surgiendo de las llamas de la muerte.

Iron Claw se sorprendió al verlo emprender el vuelo. Aquella silueta que vio a lo lejos lo paralizó del miedo pues aquellas palabras que le había predicho "Un feroz fénix lo asesinará cuando su pico le atraviese su corazón".

- ¡Yo soy la muerte, soy la maldición! ¡Soy tu perdición, Iron Claw!

Gritó Sky mientras volaba en picada en dirección hacia el enorme grifo que aun estaba inmóvil del terror que le rodeaba su ser. Aguantaba el dolor de las llamas que rodeaban sus alas y su lomo, usando ese dolor para no retroceder y asestar un golpe definitivo contra el enorme grifo.

Iron Claw salió del trance en el que estaba, no podía aceptar que aquel pegaso fuera el fénix de su profecía de muerte. Su destino no era ese y quería comprobarlo. Esperó el ataque de Sky con una seguridad de hierro, esta vez lo terminaría de un solo golpe. Al llegar Sky contra él, esta dio un tajo frontal que al mismo tiempo el grifo logró bloquear con ambas garras, provocando que la hoja oxidada de la espada corta de Sky se rompiera en pedazos, dejando el arma del desventurado pegaso solo con el mango y un trozo de acero sujetó a él. Iron Claw se jactó al ver como destruyó el arma de su oponente, su confianza regresó a él cuando por fin se convenció que Sky no era ese peligroso fénix que tanto temía. Aun así, Sky no se dio por venido, ni por que su espada se hizo pedazos. Cayó rodando en el suelo permitiendo apagar las llamas que los estaban lastimando y así pasar por debajo del enorme grifo pasando por su defensa. Se reincorporó y con un gran salto y usando su espada rota logró clavarla en su pecho justo donde está su corazón.

Iron Claw se arrodilló al sentir el dolor en su pecho. No podía creerlo, todo este tiempo no había entendido su profecía de muerte. Aquel fénix que tanto temía no eran los que se encontraban deambulando por todos ecosistemas boscosos y montañosos de Equestria; aquel fénix era un pequeño pegaso que subestimó por mucho tiempo.

Sky , no desaprovechó la oportunidad de que el grifo se quedara quieto por la impresión de su ataque así que volvió a saltar tomando mucho impulso con ayuda de sus alas quemadas, empujando de nueva cuenta y con mucho más fuerza aquel trozo de espada que había encajado en el pecho de aquel grifo. Esta vez el pedazo de acero de aquella espada oxidada atravesó el corazón del enorme grifo.

Iron Claw no pudo hacer nada, ni siquiera un rugido de dolor salió por su horrible pico. Solo ser quedó mirando perplejo al horizonte mientras su cuerpo colapsaba de frente hasta quedar completamente en el suelo. Sky por fortuna pudo hacerse a un lado evitando ser aplastado por el cuerpo inerte de su enemigo y se quedó en el suelo mientras miraba como las nubes ocultaban la brillante luna nueva que alumbraba todo el bosque. Después acercó a su pecho aquella pulsera de oro que le pertenecía a su amiga, abrazándola y cerrando sus ojos al mismo tiempo. -Ahora puedes descansar en paz, he vengado tu muerte y la de los demás- Diciendo esto, a continuación, perdió el conocimiento.

Los fuertes rayos del sol chocaban en la cara de Sky que se encontraba tirado boca arriba en medio del bosque de la Noche Eterna. No podía moverse fácilmente ya que su cuerpo estaba herido, pero aun así era un pegaso que podía soportar mucho dolor y acostumbrarse a este. Creía que todo era un sueño, pero al ver el cadáver de Iron Claw a su lado una parte de él se sintió aliviado. Se revisó sus heridas y notó que solo tenía algunos moretones y las quemaduras que sufrió solo eran superficiales, nada que no pudiera resistir. Pero notó algo nuevo en su cuerpo, una Cuttie Mark había aparecido en su costado, la imagen de un escudo roto dividido por una fisura ahora decoraba su costado. No sabía cómo sentirse al respecto, pues sabía que la aparición de una Cuttie Mark era motivo de celebración, pero para él solo el recuerdo de que una pesadilla había acabado. Ahora que todo había terminado no sabía que hacer ahora en adelante. Así que para no pensar más en el asunto decidió saquear las cosas que llevaba encima el cadáver del grifo. Encontró aquella mochila que llevaba el enorme grifo y al revisarla encontró una gran bolsa de monedas de oro.

- ¿De qué te servirán tus riquezas si no te las puedes llevar más allá del umbral de la muerte? - Decía de forma burlona mientras las dejaba aun lado.

Mientras seguía revisando un pedazo de papel salió de uno de los compartimientos de la mochila del finado grifo. Eso llamó la atención de Sky que prontamente le echó un vistazo aquella hoja de papel.

"A todos los cazarrecompensas del gremio, hay disponible una gran recompensa disponible para quien acepte esta misión. El objetivo es muy peligroso y muy astuto. Todos los datos del objetivo se encuentran en la hoja adjunta. Lo queremos vivo o muerto y la recompensa por lograr tal hazaña es de medio millón de bits en oro. Aquellos que acepten la misión y requieren provisiones, preséntense con esta invitación en nuestro escondite del pantano Poison Mood. En caso de no aceptar le pido por favor que destruya esta invitación"

-Ahora entiendo, Iron Claw pertenecía a un gremio de cazarrecompensas. Por eso secuestraba y traicionaba algunos ponys que tenían fama de delincuentes. Obtenía una ganancia extra al entregar algunos objetivos del bajo mundo. Tal vez eso debería hacer, ser un cazarrecompensas y destruir a criaturas viles como él- Se decía así mismo mientras pasaba a la otra hoja para sabe quién era el objetivo de esa misión. Sky se quedó sorprendido al ver la fotografía, era un oficial perteneciente a la Legión de las dos Hermanas. Tenía sentimientos encontrados al ver que el objetivo de esa misión era un oficial de uno de los ejércitos que admiraba y que algún día soñaba con pertenecer a sus filas. Ahora, un posible criminal que perteneció a esas legiones manchaba la reputación de la Legión y eso no podía aceptarlo.

-Acepto el trabajo, si pude asesinar un enorme grifo, también podré contra un Capitán Legionario- Decía con seguridad mientras leía el nombre del objetivo. -Iré a por ti, Capitán Ryder Redcloud.

Más tarde llegó al pie de la montaña donde perdió a su amiga y a sus amigos. Los escombros cubiertos de ceniza sobresalían en el lugar. Sacó la pulsera de su amiga y empezó a cavar con su casco un pequeño agujero, que al terminar de hacerlo colocó la hermosa pulsera en él.

-Esto no debió terminar así- Decía con melancolía -Ese día les fallé a todos ustedes, pero ahora están vengados y juro por mi vida que nunca en la vida miedo y que nunca en la vida confiaré en ningún otro pony. Ahora siempre estaré solo, pero ayudando a otros destruyendo a tipos como Iron Claw. Seré un cazarrecompensas de ahora en adelante y aunque vine para despedirme siempre te llevaré en mi corazón.

Al terminar de despedirse procedió a cubrir la pulsera, enterrándola, simbolizando una tumba improvisada para ella y sus amigos que siempre protegió como pudo.

Pasaron dos semanas, Sky atravesaba el peligroso pantano Pison Mood con mucha cautela. Sus heridas ya habían sanado, no del todo, pero ya no se quejaba del dolor. El dinero que le había arrebatado a Iron Claw ya casi se le terminaba púes utilizó la mayoría en medicinas, alimento y hospedaje para poder recuperarse de sus heridas. Necesitaba llegar al punto de reunión para aceptar la misión y reaprovisionarse. No solo buscaba comida, buscaba un arma pues desde su enfrentamiento conIron Claw había perdido su espada.

Después de atravesar peligrosas ciénagas encontró el punto de reunión. Una húmeda caverna que estaba escondida entre dos enormes árboles de pantano. Entró con cautela al lugar observando que había escaleras que bajaban a lo más profundo de la caverna. Sin miedo descendió sin preocupaciones mientras se acomodaba una incómoda bolsa que cargaba en su lomo.

Llegó al fondo de la caverna y galopó por un largo pasillo que estaba iluminado por antorchas. Mientras recorría aquel pasillo miraba otras habitaciones que decidió no mirar que contenía en su interior y más al fondo de ese mismo corredor había unas especies de celdas improvisadas, pero todas vacías ya que no contaban con ningún prisionero en su interior.

- ¡¿Qué haces aquí?! ¡Este no es un lugar para que los potros vengan a jugar!

Le gritó una misteriosa figura desde las sombras.

- ¡Vengo a aceptar el trabajo que solicitaron en esta carta! - Dijo con firmeza mientras sacaba el pedazo de papel que le había robado al cadáver del grifo.

La oscura figura salió a la luz junto con otro. Eran Legionarios pues estos portaban aún el uniforme militar.

-Esto debe ser una broma. Un potro queriendo jugar a un cazarrecompensas- Dijo uno de ellos mientras el otro se acercaba a quitarle la carta que llevaba.

- ¡Pero si esto está dirigido a Iron Claw! Mocoso, ¿De dónde sacaste eso? ¡Seguro lo robaste!

- ¡No lo robé! - Exclamó enojado el joven pegaso. -Yo asesiné a Iron Claw y le arrebaté ese documento de su frio cadáver. Y ahora exijo mi lugar como cazarrecompensas aceptando el trabajo.

Los legionarios se empezaron a reír como si todo lo que Sky dijo fuera una mala broma para ellos.

-Mocoso, no mientas, es mejor que salgas de aquí antes de que te llevemos personalmente a la sala de torturas para que nos digas la verdad sobre cómo obtuviste este documento.

-No estoy mintiendo. Si quieren pueden preguntarle al propio Iron Claw.

Sky bajó la bolsa que llevaba en su lomo y la arrojó a los cascos de los legionarios que cuando llegó a ellos salió rodando de la bolsa la cabeza cercenada en descomposición de Iron Claw. Los legionarios estaban impresionados por lo que habían visto. Ante ellos estaba la cabeza de uno de los mejores cazarrecompensas y de los más amenazantes que ellos conocían.

- ¿Tú hiciste eso? - preguntó incrédulo uno de los legionarios.

-Así es, eso lo prueba. Ahora quiero tomar su lugar y aceptar la misión. Quiero que me digan todo sobre mi objetivo y que me proporcionen el armamento suficiente para mi búsqueda.

Los legionarios se miraron el uno al otro, impresionados por la seguridad del pequeño pegaso al comunicarse con ellos.

-Iron Claw era uno de los mejores en este tipo de trabajos, pero en vista que tu lo eliminaste no nos queda de otra que aceptar que ahora tomarás su trabajo. El objetivo es un traidor, un desertor de la legión. Hace un par de semanas se nos escapó pues iba ser ejecutado de manera clasificada. Nosotros dimos el aviso a todos los cazarrecompensas de ste gremio para ver si alguien aceptaba el trabajo, pero veo que solo tú aceptaste. No los culpo, nuestro traidor no es presa fácil.

-Entonces no tengo tiempo que perder- Interrumpió Sky. -Solo pido armas y víveres. Solo espero que cuando traiga su cabeza tengan el dinero de la recompensa en monedas de oro como lo prometieron.

Los legionarios soltaron una carcajada que confundió a Sky.

- ¿Creíste en verdad que te daríamos el trabajo?

-Eres un tonto si pensaste eso. ¡Vamos, largo de aquí! Iron Claw era el indicado para este trabajo y no un mocoso que juega con ser adulto. ¡Vete antes de que asesinemos! - Le amenazaban mientras ambos legionarios desenvainaban sus armas.

Sky al sentirse en desventaja y molesto solo se retiró maldiciéndolos en silencio y mientras se retiraba escuchaba a los legionarios murmurar sobre si cancelar este trabajo. El joven pegaso no iba a permitir que se burlaran de él así que mientras regresaba por el camino de donde vino entró en aquellas habitacines que había sobre el pasillo. Al entrar en uno vio que era una pequeña armería donde había arcos, lanzas, espadas, hachas, etc. Pero mientras estaba revisando una espada corta y pensando en robárselas para desquitarse algo le llamó la atención; una espada peculiar con la punta en forma de un trueno y de ella radiaba mucha energía eléctrica. Se acercó para examinarla y al acercarse sintió como la estática recorría su cuerpo. Estiró su casco para tomarla del mango y al hacerlo sintió un cosquilleo que entumeció sus músculos.

-Creo que esos imbéciles no extrañarán esta arma.

Celestia escuchaba con atención el relato de Breaker mientras terminaba de beber en su taza de té.

-Entonces así fue como concluiste tu venganza contra esos grifos. Breaker, no tenía idea que esas acciones se hacían en estos días en Equestria. Creí que la armonía reinaba por todos los rincones de mi nación, que equivocada estaba.

-Es a lo que me refería, su majestad. Allá afuera de estos muros privilegiados existe un mundo de dolor y verdadera miseria. No todo es perfecto como siempre cree. Es cierto que vivimos en una época de paz, pero el mal; aunque sea pequeño; existe por ahí. Ya sabe lo que pasó hace un par de días atrás y ahora me echan la culpa a mí.

Celestia, se sintió de verdad muy mal por el comentario de Breaker. Ahora lo comprendía más.

- ¿Entonces gracias a esa carta de trabajo como cazarrecompensas conociste a tus mentores?

Breaker suspiró un momento, intentando que los recuerdos ya no lo lastimen para poder responderle a la princesa.

-Se podría decir que así fue. Gracias a la búsqueda de ese "traidor" encontré a la pony que fue una de las más importantes de mi vida, además de Babieca, y también rompí mi promesa que juré en la tumba de mi amiga. Encontré a una nueva familia.

- ¿La pony más importante de tu vida a pesar de tu difunta amiga? ¿Acaso hablas de Lucky Sparxs?

-Así es- Afirmó Breaker con una voz entrecortada. -Ella me dio mi nuevo nombre y también intentó matarme cuando la conocí.

Sky, con dificultad bloqueaba los frenéticos tajos de aquella guerrera. Esquivaba y e intentaba contratacar con la misma pericia en la que él era bueno y podía romper defensas, pero aquella pony pegaso; que usaba una armadura desconocida para él; era mucho más habilidosa. Con un movimiento rápido y certero lo derribó y al mismo tiempo lo desarmó arrebatándole su arma.

Sky estaba en el suelo mientras que la pony apuntaba con su espada a su cuello.

-Eres bueno para ser un potro. Lástima que aquí termina tu vida. Será rápido e indolor- Decía con frialdad aquella pony.

Sky esta impresionado y también un poco asustado. No sabía porqué ya que no tenía miedo a la muerte, pero algo en ella, en aquella pegaso vio algo de su amiga Babieca que lo hizo bajar su guardia. No pudo decir o hacer algo mientras estaba acorralado. Solo esperaba su muerte.

-¡Lucky no!

Gritó el legionario que estaba cazando desde el principio. Él se interpuso para bloquear la estocada y detener a la pony guerrera, derribándola y cayendo sobre ella.

- ¡Idiota! ¿Qué estás haciendo? - Exclamó molesta.

- ¿Idiota yo? - Respondió Ryder al levantarse y mirar su pata ya que estaba sangrando al intentar bloquear la mortal estocada. -Eres tú la que quiere asesinar a un joven potro ¿Qué no tienes empatía?

- ¿Empatía? - Respondió Lucky aun molesta. ¡Tiene un arma! Te buscó para asesinarte. Te venció en un enfrentamiento y estuvo a punto de matarte. Cualquier enemigo armado sin importar su edad es considerado peligroso y debe ser dado de baja sin sentimentalismos.

Ryder no podía creer lo que ella estaba diciendo. Quería condenar a un potro sin importar que asesinar infantes era por mucho un acto aberrante.

-A veces me da miedo el entrenamiento que reciben los pegasos de Cloudstorm.

-Es la ley de la vida, la ley del más fuerte. Si no puedes vivir con eso fracasaste como guerrero.

-No mataré a un infante. En primera me derrotó por que me dejé ganar. No voy a lastimarlo aun si veo que va armado. ¡Es sentido común!

Ryder se acercó a Sky y lo ayudó a reincorporarse.

- ¿Estás bien? - Le preguntó.

-Si, señor. Pero no debe darme ese trato, no después de intenté matarlo- Decía Sky algo apenado.

-No te preocupes, he tenido varios días malos desde que estoy cerca de esta yegua loca. Peleas muy bien y desperdiciar así tu talento sería una mala idea. ¿Quieres entrenarte como un legionario y ser uno de ellos?

A Sky se le iluminó los ojos de emoción al escuchar eso. Era su sueño ser parte de las legiones y ahora el destino así de misterioso como es le estaba dando la oportunidad.

-Pero usted es un traidor que desertó de las legiones- Respondió severamente Sky.

- ¿Quién te dijo esas mentiras? Sabes, no perdamos el tiempo ya me contarás todo en la base.

-Oye, Ryder. ¿Si sabes que solo entran a tu patético grupo militar todos aquellos que hayan nacido en Clousdale o al menos tener padres originarios de esa ciudad? No sabemos nada de este chico. No lo aceptarán y te conozco que no romperás las reglas, así como rompiste las reglas de mi patria.

-De eso no te preocupes, Lucky, lo adoptaré como si fuera mi propio hijo

- ¡Qué! ¡Estás loco! Tu padre no lo aceptará y eso que es el General de los Legionarios.

-por eso te pido que seas tu su nueva madre. Solo así podrás respaldarme en esa decisión. Oye, Lucky, sé que te entrenaron para pensar como toda una líder militar, ser fría y calculadora, pero también debes de sacar tus sentimientos y ayudar a otros. Solo te pido que me hagas ese favor, el chico se lo merece y yo quiero darle un mejor futuro y no solo matarlo como tu querías desde un principio.

Lucky lo miró por un instante. Sabía que no podía convencerlo y ella también necesitaba su ayuda, así que seguirle en su decisión era la mejor opción.

-Esta bien, acepto tu propuesta. Seré la tutora, no su madre adoptiva de este pequeño pegaso. Y Ryder, si sigues siendo tan amable como siempre, algún día te van a matar por la espalda.

Lucky, siempre tenía la razón. A veces amaba eso de ella, pero algunas veces también era una maldición pues justo así, parafraseando sus propias palabras como si fuera una profecía, la vida de ambos terminó tal y como ella se lo advirtió aquel día.

Breaker intentaba ocultar sus lágrimas al recordarlos.

-Es todo lo que puedo contarle. Como ve, no tengo recuerdos sobre dónde nací o quiénes fueron mis padres. Solo mi patético nombre estuvo siempre en mi memoria desde que tengo razón.

Celestia entendiendo el dolor de Breaker decidió terminar con la entrevista y cerrando aquel libro que tenía frente a ella dónde hacía anotaciones; en el interior de este sin que ella se diera cuenta, aparecieron las siguientes palabras:

"Quisiera ser olvido para nunca recordar. Quiera ser brisa y así acariciar a la vida una vez más"