- Señor Jake, ¿A dónde se fue el señor Sesshomaru? - preguntó, observando la luna desde la ventana de la cocina de su casa
- Suenas igual que en la época feudal - respondió el demonio, sentado al frente de ella, quien sonrió ante su comentario
- Desearía poder recordar más - ambos permanecieron en silencio unos momentos más - No me respondió señor Jaken
- ¿Qué? Bu... bueno...
- Oiga, amo bonito, ¿puede decirme a dónde nos estamos dirigiendo?
Fiel a su costumbre, el demonio no respondió. Caminaron unos metros más, hasta encontrar aquellas familiares escaleras
¿Esta no es la casa de esa niña molesta?
Pensó el pequeño, mientras ascendían hasta el templo. Una vez en la cima, se dirigieron hacía el árbol sagrado, en dónde los estaban esperando
- ¿Ese no es su padre, amo bonito?
- Sesshomaru - volteo el youkai
- Señor Taisho, es un placer volver a verlo - se arrodilló al frente del gran demonio
Aunque la prescencia de Izayoi es algo que dudo que le agrade al amo Sesshomaru
Pensó, tratando de mostrarse tranquilo
- ¿Estas listo? - preguntó, observando a su hijo, quién no respondió. Metió la mano en el bolsillo de su saco y le entrego la estrella - Cuento contigo para que Moroha pueda dominar la sangre demoníaca que corre por sus venas... ya sabes lo que debes hacer
- ¡¿Kah?! Pe... pero, amo Sesshomaru - jaló sus pantalones, provocando que lo mirara - ¿Qué pasará con Rin?
- Tú vas a protegerla
- ¿Y...yo?
Extendió su brazo, al mismo tiempo en que la estrella comenzaba a brillar y un portal se abría en el árbol. Dio unos pasos, deteniéndose sólo a unos centímetros
- Jaken - pronunció sin voltear
- Di...dígame amo bonito
- Si algo le sucede a Rin... te mataré
- ¡Hugh! - abrió ampliamente sus ojos, mientras el youkai desaparecía - Ay... lo dijo muy enserio - murmuró, sin reparar en la presencia de los demás
- Creo que tienes un deber - giró ante la voz del perro demonio, quién le sonreía. Jaken suspiró
- ¡Espérame Rin! ¡No te vayas a meter en problemas sin mi! - gritó, al mismo tiempo en que salia corriendo
- Ay niña - suspiró - Sólo necesito que sigas haciendo tu vida sin alejarte de mi - cerró sus ojos, con sus brazos cruzados
- De acuerdo señor Jaken, pero... necesita cambiarse de ropa, o la gente de aquí se dará cuenta de que no es humano
- ¿Kah? ¡Yo no soy payaso para que me disfraces! - se quejó
- No se preocupe - rio - Estoy segura de que la ropa de mi hermanito le irá bien
Ay mamá... las cosas que debo hacer por el amor que el amo Sesshomaru le tiene a esta mujer
Se encontraban cerca de la puerta del cementerio, cuando Naraku detuvo su caminar
- ¿Qué ocurre? - preguntó Bankotsu
- Hm - sonrió mirando hacía abajo - Parece que tendrán su primer entrenamiento...
- ¿A que te refieres? - pronunció Renkotsu
Una suave brisa comenzó a mecer sus cabellos, mientras giraban
- ¡Mire excelencia! - dijo, abriendo sus ojos en señal de sorpresa
- Son los siete guerreros - respondió en el mismo tono - Y Naraku está con ellos...
Kirara descendió, al mismo tiempo en que los jóvenes se lanzaban, quedando a unos metros del enemigo
- Vaya - sonrió - Pero si son los amigos de Inuyasha... cuánto me alegra verlos
- Bankotsu - entrecerró sus ojos - ¿Sigues aliado a Naraku después de lo que te hizo?
¿De lo que me hizo?
Su sonrisa se esfumó, sin embargo, no podía dejarse engañar tan fácilmente
- Monje - pronunció el cabecilla de la fila - Admiro que te muestres tan desafiante, aún cuando sabes lo indefenso que estas sin tu agujero negro
- Naraku - respondió entre dientes - Sigues siendo la misma escoria que en la otra vida, ¿no es así?
Desvió la mirada rápidamente al percatarse de la fuente de la gran energía demoníaca que percibía en ese momento
¡Esa estrella!
Abrió ampliamente sus ojos en el momento en el que Onigumo extendía su brazo, lanzando un poderoso ataque con aquel amuleto
- ¡Excelencia! - gritó la mujer, interponiéndose y protegiéndolos con su HiraiKotzu
Una luz rosada atravesó el ataque maligno, obligando al ser a saltar hacia atrás mientras la flecha se incrustaba en el mismo lugar en el que se encontraba parado
Ese poder... no puede ser
Naraku abrió ampliamente sus ojos rojos, los cuales aún seguían cubiertos por su clásica capa de mandril
- ¿Se encuentra bien? - miró al joven, quién había caído de rodillas al suelo
- Si Sango - sonrió levemente - No te preocupes por mi
- ¿Quién lanzó esa flecha? - preguntó Kyokotsu
- Kikyou - murmuró Onigumo
El polvillo levantado por el impacto se disipó, dejando ver a las dos jóvenes, una al lado de la otra, mirándolos fijamente
Joven Suikotsu
Pensó, posando sus ojos sobre el castaño, con la intención de saber cuál de sus dos personalidades predominaba sobre él
Señorita Kikyou
El pecho del joven se apretó un poco al cruzar su mirada, quería ir corriendo y decirle que no era el mismo ser malvado que ella había conocido en la época feudal, pero estaba seguro que el hacerlo le costaría la vida, por lo que sólo le quedaba rogar que ella se diera cuenta
- Mira quién vino, Onigumo... - pronunció a modo de burla, mirando a los demás por sobre su hombro - Tu eterno amor ha regresado... y parece que sus recuerdos también
- Naraku - pronunció, frunciendo el entrecejo - Tú y yo tenemos unas cuentas pendientes - empuñó su arco
- Kikyou... - Kagome le susurró - No te precipites
- ¿Quieres dispararme? - giró - Adelante... puedes hacerlo
¿Qué es lo que estas tramando?
Pensó, entrecerrando sus ojos
- ¡AL SUELO! - se oyó a la distancia
Miroku, Sango y Kirara corrieron en dirección de Kagome y Kikyou, al mismo tiempo en que el monje colocaba su cetro en el suelo, creando un campo de energía. En ese momento, las rupturas pasaron sobre aquella burbuja de protección, en dirección de los demás
- ¡Suikotsu! - gritó la mujer al ver el impacto del ataque de la luna infernal
Los demás la observaron, totalmente sorprendidos, mientras Inuyasha se atravesaba entre los dos bandos, con colmillo de acero en sus manos
La luz del impacto se disipó, dejando ver a Onigumo con su brazo extendido, seguro dentro de un campo de energía, al igual que los demás
Se encuentra bien, que alivio
Pensó, exhalando poco a poco el aire que tenía contenido
- Inuyasha - dijo, entre dientes el líder de los guerreros
- Maldito Bankotsu - respondió en el mismo tono - Inútil ¡¿Aún después de que Naraku los utilizó vuelves a aliarte con él?!
- Inuyasha- murmuró Kagome
- Al parecer, él también ha recuperado todos sus recuerdos - respondió Miroku, mientras él y Sango se ponían de pie
- ¿Ustedes también? - preguntó la morena. Los dos asintieron
- ¿Qué ocurre Kagome? - preguntó su amiga - ¿Estas bien?
- E... eso creo - pronunció, dubitativamente
La señorita Kagome parece no recordar nada aún
Pensó, desviando la mirada hacia los demás
- Oh... Inuyasha - suspiró, tomando sus manos - Sigues teniendo el mismo rostro angelical de siempre - sus ojos brillaban
- Al parecer, algunas cosas no cambian - murmuró el monje
- Malditos guerreros... esta vez seré yo quién acabe con todos ustedes - colmillo de acero se mantenía transformado con el poder de la luna infernal
- Su excelencia - él la miró - Se supone que el Meido de la luna infernal se lleva a sus enemigos al inframundo, ¿no es así? sin embargo... con esa estrella... ellos... se cubrieron
Sango tiene razón... la luna infernal, el poder más fuerte que tiene Tessaiga, no funcionó gracias a que Onigumo sostiene ese amuleto... ¡No puede ser!
- Inuyasha - intervino Naraku - Desearíamos quedarnos a platicar contigo, sin embargo, tendrá que ser en otra ocasión
- ¡No escaparás! - estaba a punto de agitar su espada, cuando la estrella comenzó a brillar
- ¡INUYASHA SAL DE AHÍ!
- ¡¿Qué?! - miró por sobre su hombro, al mismo tiempo en que un rayo salía despedido del amuleto, provocando que todos se lanzaran al suelo
El rayo pasó sobre sus cabezas, explotando detrás de los amigos del híbrido, abriendo un gran vórtice directo al infierno
- ¡¿QUÉ?! - pronunciaron todos al unísono
Miroku volvió a clavar su cetro, creando un nuevo campo de energía, con la finalidad de oponer resistencia a la fuerte succión que aquella ruptura estaba provocando. El hanyo clavó su Tessaiga en el suelo, mientras, observaba, por sobre su hombro, como los demás se retiraban con total normalidad
- ¡Inuyasha! - gritó la morena, mientras se encontraba arrodillada, con sus manos en el suelo
- ¡No sé... cuanto puedo resistir! - gritó el monje, cerrando sus ojos mientras fruncía el entrecejo
Kikyou se arrodilló a su lado, elevando sus manos, reforzando el campo de energía
Sango clavo su HiraiKotsu y miró a las sacerdotisa, quienes se aferró a ella para no salir despedida
- ¡No se detiene! - gritó la exterminadora
¡Maldición! Si trato realizar el ataque de la luna infernal, seré absorbido antes de si quiera poder intentarlo
Pensaba el hanyo, aferrándose a su espada con todas sus fuerzas
Sin previo aviso, el gran perro demonio apareció, atravesándose entre aquella ruptura y los jóvenes, clavando sus grandes garras en el suelo, evitando que el viento del vórtice derribara el campo de energía que los protegía
- ¡Padre! - gritó, mientras, poco a poco, el ataque se iba disipando
El vórtice se cerró, al mismo tiempo en que el castaño caía de rodillas, aspirando profundamente una bocanada de aire
- ¡Excelencia! - se arrodilló a su lado - ¿Se encuentra bien?
- Si - la miró, sonriendo - Sólo... estoy agotado... muchas gracias señorita Kikyou - la morena sonrió, desviando su mirada
Joven Suikotsu... ¿acaso usted...?
Se puso de pie, mientras sus pensamientos viajaban directamente a los ojos castaños del joven y el brillo que emanaban el día anterior en su cita
- ¡Inuyasha! - Kagome corrió al lado del hanyo, quién se puso de pie, guardando a Tessaiga
- Kagome - suspiró, recibiéndola en sus brazos y aferrándola a su cuerpo - ¿Te encuentras bien?
- Si... ¿Y tú? - se separó un poco, mirando sus orbes dorados, notando un intenso brillo, acompañado de una sentimental sonrisa
Asintió, volviendo a abrazarla
- No sabes lo feliz que me siento al estar contigo nuevamente Kagome
¿Nuevamente? ¿A que se refiere? Acaso... ¿me ha recordado?
