Holaaaa, ha pasado un tiempo pero ya tenemos nuevo cap uwu

Espero lo disfruten


Entrar al bosque era un calvario, cualquier aventurero experimentado se perdería en los inmensos caminos cubiertos por neblina pero Link ya había estado ahí antes y no tenía tiempo para perderse.

En ese momento la desesperación lo guiaba, sentía el pecho arder de preocupación y esto podría conducirle a cometer errores, debía hacer uso de todo su ser para no caer preso de sus sentimientos, pensar con claridad era vital.

Supo llegar con dificultad a donde se encontraba el gran árbol Deku, ayudado de una antorcha para seguir la ruta que marcaba al fuego, cuando se internó en el verdadero bosque, los koroks lo miraron con curiosidad a cada paso hasta finalmente parar frente Deku, el majestoso árbol recobró su consciencia en unos escasos segundos que para Link fueron eternos ...

Link con impaciencia lo observó – Lamento molestarte de nuevo – Su voz era simple, como si no se le estuviesen retorcieron las entrañas. El árbol le observó. Con su gran presencia dejó escapar un suspiro olor a bosque.

- Veo que la sacerdotisa no está contigo- La voz profunda y sabía del árbol retumbó, el rubio bajo la mirada, tenso.

- ¿Puedes sentir su presencia? Dime donde está por favor... - Suplicó intentando no sonar desesperado, situaciones como aquella sobrepasaban el entrenamiento que alguna vez sostuvo como caballero.

Los sentimientos siempre eran sinónimo de debilidad, una distracción.

El gran árbol Deku guardo silencio, la paciencia de un ser eterno contrastaba con la de Link en esos momentos, sus ojos de madera se cerraron, Link apretó el mentón, sus nudillos se vieron blanquecinos ante el firme agarre contra la espalda maestra. Esperando...

- Si.. puedo sentirla... ella está... corrompida... - Había un deje preocupación en su voz. - Elegido.. debes darte prisa.. - Meditó entonces, Link guardó silencio, el temblar de sus manos evidenciaba su sentir.

- Está en la fuente de la sabiduría...- Concluyó después de unos instantes, Link desechó cualquier muestra de decoro social, quería partir enseguida pero la voz de Deku lo detuvo.
- Veo que te confesó lo que sentía... – Link soltó un largó suspiró.

- Si..

- Cuídala, ella es la luz para nosotros.. - Link apretó los labios en una fina linea. Era algo que ya sabía, Zelda significaba la esperanza para Hyrile como reino, era un símbolo, pero para él, ella era su vida entera. Estaba desesperado llegar a aquella fuente le tomaría tiempo, cuando se reencontró con su caballo no midió las consecuencias de sus actos.

Esquivo todos los asentamientos que pudo, en algún punto le dieron con una flecha en el hombro izquierdo, pero siquiera eso lo detuvo.

Estaba sangrando y no podía sacarse la fecha por lo que atinó a romper la punta y vendarse con descuido. Quizá demasiado descuido.

La noche había caído cuando llegó al monte Lanayru, un bosque revelaba en sus adentros la fuente, la luz de la luna a penas alcanzaba a iluminar lo suficiente cuando detuvo el trote de su caballo, gradualmente hasta pararse por completo. Estaba exhausto, le dolía el respirar y con el bajar de la adrenalina la herida empezaba a doler.

Su mirada afilada reparó en cada detalle hasta que la encontró y todo se detuvo, incluso olvidó como respirar. Ella estaba sentada frente a la estatua de Hylia, abrazando sus piernas, estaba empapada con los ojos cerrados... Parecía una estatua más, un ligero temblor por las bajas temperaturas la delataba como viva...

No lo pensó, solo se bajó del caballo y corrió hacía ella, el agua del lago estaba helada, llegaba hasta su cintura. Nada importó, ni inspeccionar el área, ver posibles peligros, nada Link solo supo acercarse a toda velocidad hasta tenerla entre sus brazos, el vacío que sentía en sus adentros se desbordó descontrolado humedeciendo sus ojos arrastrando todo lo que había sentido esas ultimas horas en incertidumbre.

Ella estaba ahí, ella estaba viva.

Había llegado a tiempo.

- Zelda...- Murmuró intentando despertarla, pero ella no reaccionó, Link en ese momento no pudo notarlo distraído en sus ganas de verle abrir los ojos no pudo percatarse de lo la rubia llevaba en sus manos, una daga oculta bajo los pliegues de su vestido blanco.

Solo lo supo cuando sintió el filo contra su estómago penetrando su piel, un quejido de dolor brotó desde su garganta, antes de alejarse lo suficiente para ver la grave herida que ahora tenía en el abdomen.

La mujer abrió los ojos entonces, pero en ellos no encontró el verde habitual, ni la mirada dulce de Zelda, esos ojos estaban completamente negros en el oscuro vacío, una sonrisa apareció en sus labios, una desbordada y siniestra.

Link intentó contener la sangre en su herida, estaba demasiado exhausto, herido además, sacó la daga con fuerza y de la herida brotó más sangre.

- ¡Zelda despierta! - Le gritó con mucha dificultad, estaban a tan solo unos pasos de distancia cuando la figura femenina se acercó caminando, lento, sutil y altamente letal, como si en ese momento Link fuese la presa.

El espadachín dio unos pasos hacía atrás, sentía que la muerte le estaba respirando cerca, susurrando en su oído que pronto se desvanecería ahí, sin poner hacer nada - ¡Zelda! – Insistió con debilidad, la rubia entonces se detuvo abruptamente.

Soltó un grito desgarrador y se comprimió temblando violentamente, como si estuviese luchando internamente. Link supo que era el momento, no le quedaba mucho tiempo antes de perder la consciencia. Tosió y con dificultad saco la ocarina.

Entonando la canción que le había enseñado la reina, las notas eran débiles e irregulares, deseó poder hacer más pero la perdida se sangre lo tumbó, en la inconsciencia...

Zelda entonces despertó de la bruma, como si hubiese sido arrancada de una realidad a otra, sus ojos se adaptaron lentamente a la oscuridad y entonces lo notó. Sus peores pesadillas estaban ahí, frente a ella.

Link yacía inclinado sobre el agua, flotando a penas en la superficie. Con las manos temblando por el frío y por el miedo lo cogió con fuerza para voltearlo. Entonces notó la sangre, sus heridas, su terrible estado, con fuerzas lo arrastró fuera del agua hasta quedarse sin aliento.

No había lágrimas, era una pesadilla. Como todas las demás...

Pero se sentía tan real.

Cuando lo volteó sobre la tierra

Acarició su mejilla y el llanto brotó quemando su interior, como si una quimera letal se hubiese instaurado en su pecho, torturando sus órganos, presionándolos con fuerza, ardía.

Cada lágrima ardía.

-Link... - Murmuró ella – No estés muerto... - Exigió, sintió el calor arremolinarse en sus manos, posándolas sobre la herida. Podía percibir el latido débil de su corazón – Link... - Lloró, arrinconada por su terrible pesar un aura maligna empezó a brotar desde su interior.

Consumiéndola.

-Zelda...- Aquella voz de nuevo resonó en su mente, aquella voz familiar que no sabía reconocer, de pronto un agarre suave gentil y cálido la levantó rodeándola con un aura protectora que le calentó los adentros... Abrió los ojos y se encontró con ella... tardo unos instantes en poder reconocerla, recuerdos de su infancia la golpearon, era su madre... Sus ojos estaban inundados en lágrimas. Debía estar soñando.

- Link... - Gimió ella con dificultad - Mamá Link... – Lloró

- Él estará bien... - Le calmo la reina y entonces Zelda lo notó, estaba rodeada por sus guardianes y amigos, los miró confundida, todo brillaba a su alrededor, no estaban en el bosque, aquel lugar era pura luz.

¿Había muerto?

- Zelda... Link nos pidió que hablásemos contigo - Empezó Mipha atrayendo su atención.
- No debes sentirte más culpable por lo que pasó.. Nadie podría haberlo impedido... - Continuó Urbosa – Zelda la miró, todos emanaban un brillo cálido, una esencia de paz. La princesa empezó a sollozar sintiéndose pequeña en ese lugar tan grande y celestial...

-Pero yo no pude ayudarlos... - Su voz de quebró..

- Luchaste valientemente pequeña, nadie te culpa de lo que pasó – Esta vez su atención paró en Daruk.

Zelda no pudo sostener más su pesó, se dejó caer sobre sus rodillas agobiada por sus sentimientos, por el miedo, la culpa la inmensa calma que ellos quería brindarle.

- Agradezco que te hayas esforzado tanto. Gracias a ti mi pueblo aún persiste - Esta vez fue la voz de Revalli la que la hizo reaccionar.

- Pero.. si yo.. no.. – Intentó explicar.

- Tu salvaste a Hyrule... – Urbosa la detuvo, la mujer se acercó a la madre de Zelda, quien en vida fue su única amiga.

Estaba en otro plano, todo era tan confuso, levantó la mirada hacía las mujeres y una cálida sonrisa la recibió. Se llevó las manos al rostro intentando contener los temblores, aquello era demasiado, no podía siquiera procesarlo.

- Tu hija fue muy valiente... - Escuchó decir a la matriarca de las Gerudo.
- Lo se, y estoy orgullosa de ella... – Para Zelda esas palabra resultaron ser un bálsamo sanador en su desquebrajado corazón..

No pudo contenerlo más.

Como si la carga de aquellos largos 100 años de pronto se liberasen cayendo cual cascada sobre ella. Inundándola.

- Gracias... – Murmuró, no supo cuánto fue el tiempo que estuvo atrapada en ese lugar, solo supo que de pronto abrió los ojos y estaba cubierta por la oscuridad de la noche, de nuevo en la fuente.

Los guardianes ya no estaban con ella, habían desaparecido pero aún quedaba una figura elevada sobre el suelo, su madre. La reina de Hyrule en tiempos pasados estaba justo frente a ella, con la mano extendida hacia Link.

Un brillo plateado brotó desde ella aterrizando en el pecho del Hyliano, la reina en su forma etérea dejo escapar los últimos residuos de su poder en Link, su herida brillo ligeramente, cerrándose poco a poco hasta finalmente detener el sangrado.

Zelda estaba observando, ajena a lo que sucedía, sus manos se detuvieron al coger la de él con cuidado como si un movimiento en falso pudiese desmoronarlo entre sus dados, lo besó con suavidad.

-Ven a mi... - Pidió sobre sus labios.

Después de unos tensos momentos él abrió los ojos encontrándose con los de ella, de nuevo verdes, de nuevo hermosos, de nuevo suyos. Soltó un suspiro dolorido.

-Link... - Gimió ella y algo se encendió en su interior. El brillo cálido que emanaba de su cuerpo expulsó a la bestia por los aires, una oleada de densa aura maligna los golpeó y ella intentó cubrirlo con su cuerpo, ayudada de la luz, de su poder.

Él estaba semiconsciente, pero con dificultad pudo percibir el brillo su mano se extendió hacia su mejilla.

-Estás aquí... -

-Estoy aquí... - Ella lo besó, el viento empezaba a agitarse con la furia contenida de la bestia.

Su madre quien seguía presente observando a su hija levanto su mirada hacia ella.

-Ya no puedo hacer más... - Su voz se iba apagando, su figura iba desapareciendo pero un arco dorado se materializó entre ellas – Se feliz hija, algún día nos volveremos a encontrar – Y tras una triste sonrisa, desapareció.

-Gracias madre... - Soltó ella, terminó de materializarse frente a ella, rugiendo fuertemente dentro del bosque.

Zelda cogió el arco entonces, se veía ridículamente pequeña comparando su tamaño con la bestia. Su aura dorada los protegía del aura maligna que les rodeaba, suspiró y tiró una flecha cargada de su esencia.

La bestia rugió extendiendo sus garras, en su dirección.

Una nueva flecha le atravesó, creando un agujero en su cuerpo, cada flecha la debilitaba, pero no podía parar.

Ese momento era decisivo, con dificultad creó una nueva flecha, y entonces lo sintió, el cálido agarre de sus manos, Link se había levantado completamente destruido, pudo percibir su respiración contra su cuello cuando las manos de Link la guiaron lentamente.

-Puedes hacerlo – Murmuró él sobre su oído.

Y la flecha salió, certera.

La criatura cayó. Zelda entonces miró a Link, su mirada mostraba temor. Él respondió con una media sonrisa. Sujetándose la herida sellada pero igualmente dolorida.

-¿Qué debo hacer? – Preguntó ella.

-Solo tu puedes sellarla...- Habló él – Puedes hacerlo Zelda, siempre has podido – Ella dudó, Link pudo leerlo en su mirada – Sin ti no hubiera podido derrotarlo antes, puedes hacerlo – Ella entonces dejo escapar el aire. Estaba temblando con un terrible temor arremolinado en su pecho.

Y entonces se acercó. Extendió su mano con las palabras de amor que había recibido por parte de todos aquel día dejo que el poder la llenara.

Y el poder emanó desde la marca de la Trifuerza.

Un sonido ensordecedor se escuchó antes de los residuos de Ganon desaparecieran bajo la luz abrazadora de ella.

Y todo se detuvo.

Cuando se giró a ver a Link el estaba respirando con dificultad, sobre sus rodillas sin poder mantener su propio peso, tenía una clara expresión de dolor en el rostro. Se acercó corriendo y le ayudó a apoyarse en ella contra su pequeño cuerpo.

- Lo siento...- Murmuró, lo sintió recargar el rostro en su hombro ella acarició sus cabellos, antes de que él se alejase un poco.

Link empezó a rebuscar en el bolsillo de su pantalón, sacando para sorpresa de la rubia el anillo que ella misma había dejado en Kakariko. Link levantó sus ojos hacía ella.

-No te voy a perdonar – Su voz era densa, débil y áspera – Hasta que te cases conmigo.

Ella lo miró unos segundos, con el corazón desbordado en su pecho, no pudo contenerse más, se abalanzó sobre él, en un abrazo.

-Perdón, perdón... - Él sintió sus pequeños espasmos, el dolor podía irse a la mierda. El alivio que sentía en ese momento superaba cualquier malestar físico que pudiese tener en ese momento.

-Solo no vuelvas a desaparecer así... Por favor... - Pidió él. Ella pudo notar la urgencia en su voz – Por favor... - Volvió a decir. Ella lo abrazó con más fuerza.
Zelda no encontró su voz, solo supo asentir contra él, se incorporó lo suficiente para besarlo, suave, sutil, un roce de labios anhelante, cargado de todos los sentimientos de aquella noche.

-No tengo idea de cómo saldremos de aquí... – Murmuró él cuando se separaron lo suficiente. Ella lo miró, acarició sus mejillas. Con una sonrisa a penas visible ante la aparente broma.

-¿Tendré que cargarte? – Preguntó, él soltó un sonido estrangulado parecido a una risa.

-Solo déjame descansar un poco – Pidió, ella asintió – Toma mi alforja, creo que aún tengo antídotos y algo de comida.

Ella así lo hizo, aquella noche tuvieron que acampar en el bosque junto a una fogata improvisada, bajo la luz de las estrellas.

Heridos por la batalla, pero con el anhelo de un futuro por fin tranquilo.


Este debería ser el final pero aún tengo un pequeño epilogo jaja