Los personajes de She-ra and the Princesses of Power son propiedad de Noelle Stevenson y Dreamworks Animation y las razas y ubicaciones son propiedad de Games WorkShop.
(En colaboración con davidomega59)
De vez en cuando Lonnie voltea a ver el cielo estrellado con temor que algo más pudiera aparecerse. Ya fuera algunas lánguidas extremidades retorciéndose o, peor aún, un rostro siniestro o algún ser con el cuerpo completo expuesto flotando sobre sus cabezas. Desde que las tropas de tierra fueron arrasadas por aquellos mutantes solo esperaba que lo peor pasara.
— No podemos esperar más —. Dice un soldado hordeano subido en un tanque al que le habían hecho un par de arreglos de última hora.
— Supongo que sí —, responde Lonnie no muy concentrada, — ¡Muy bien! ¡Nos vamos!
Fue complicado, pero logró reunir a los remanentes de las tropas de tierra para ayudarse unos a otros. Durante días estuvieron recorriendo varias zonas de los Bosques Susurrantes para encontrarse con sus compañeros, tarea complicada, pues los mutantes y adoradores pululan por todos lados, viéndose obligados varias a veces a participar de escaramuzas sueltas, evitando confrontaciones tan directas logrando salir indemnes de la mayoría de encuentros.
Cuando el cielo empezó a brillar y esas manos oscuras tiraban de hilos mágicos desde lo alto se prepararon para algún tipo de arremetida por parte de los mutantes o peor. Pero estaban más preparados.
Aquel día que Catra dio la orden al menos ocho mil tropas salieron de la Zona del Terror y Lonnie reunió poco más de cuatro mil, cosa que levantó el ánimo pues creyeron que habían sido muchísimas más las bajas.
No podían decir lo mismo de las tropas por mar.
— ¿Y a dónde iremos? —. Pregunta Kyle. Una interrogante más que justa.
Se habían desplazado varios kilómetros esos días y ahora estaban en algún lugar entre la frontera de Plumeria y Luna Brillante, colindando con territorios más allá de los reinos principales de las princesas. Se les puso complicada la cosa cuando un río cercano se desbordó de repente e inundó terrenos cercanos, obligándolos a dar un rodeo de al menos cinco kilómetros.
— Ya veremos —. Es lo único que atine a responder Lonnie. Rogelio hace unos gruñidos para después olfatear algo en el aire.
— Tienes razón, ¿de dónde puede venir ese olor a azufre?. No hay volcanes por aquí. — Lonnie siente una pequeña vibración bajo sus pies. Hora de irse.
— ¡Iremos al noroeste! ¡Nos vamos ya! —. Anuncia Lonnie. Los motores de los tanques rugen, los deslizadores despliegan sus velas y los soldados toman lo poco que tienen y se disponen a partir.
Lonnie logró ver que a unos escasos metros la tierra parece zanjada formando un largo surco que se hundía más y más hasta que todos escuchan el sonido parecido al de un trueno en un día lluvioso, solo que venía de debajo de la tierra.
— ¿Qué fue eso? —. Pregunta alguien.
— ¿Fue un terremoto?
Todos se quedaron en su lugar esperando si había alguna réplica o algo más pasara. La tierra se inclinó bajo sus pies, crepitó y se quebró haciendo a los hordeanos tambalearse y caer sobre sus rodillas. Cuando el ruido de las rocas rompiéndose cesó de repente y los motores de los tanques se apagaron súbitamente solo escucharon como cientos de pies presurosos corrían hacia ellos.
A las pisadas se le sumaron chillidos y risas acompañados de ojos maliciosos emergiendo de la tierra con dientes y armas afiladas en sus patas y colas mientras heráldicas rojas creaban un río rojo de ratas que rodea a los hordeanos dejándolos sin salida.
Los hordeanos de raza reptil se pusieron al frente del resto para servir de escudo, una táctica nueva creada a la desesperada en uno de sus tantos enfrentamientos, mientras los hordeanos humanos disparan rondas láser desde atrás. La cadencia lenta de disparo de sus armas les estaba jugando en contra mientras la marea de roedores acosa desde todos los frentes posibles.
A la situación se le une un nuevo horror, pues desde debajo de la tierra se alzan un par de ratas que sobrepasan en tamaño y musculatura a cualquiera de sus congéneres o los propios soldados de la Horda. Con un devastador golpe rompe la ya débil resistencia de los reptiles y al ver que la brecha abierta Lonnie ordena sin dudar que abran fuego de tanque contra la rata ogro.
El estallido del cañón vino acompañado de un fulgor verde que acertó de lleno en el pecho de la rata ogro, haciendo que se enfurezca, el resto de tanques repitieron la acción hasta que uno de los disparos hizo que la cabeza de aquella cosa reventara con flash rojo que manchó tanto a ratas como hordeanos por igual, repitiendo la acción con la segunda rata ogro que que había emergido.
Solo quedaba algo por hacer para Lonnie y era abrirse paso como pudieran entre aquel enjambre de alimañas y bienaventurados aquellos que lograran salir junto con ellos.
Y así fue. Lonnie dio la orden, los tanques, sin dejar disparar, avanzaron arrollando a todo aquel que estuviera por delante, los deslizadores que no se hubieran visto sobrepasados también maniobraron para hacer un camino fuera de ahí. El resto de soldados de a pie, que habían visto ya varios horrores en su camino hasta allí se enfrentaron a las ratas con sus armas o sus propias manos. Algunos otros encontraron su final entre garras negras y colmillos podridos.
La huída se vio facilitada cuando las ratas cambiaron el foco de su ataque a algo más. Lonnie solo volvió la mirada por un segundo que le fue suficiente, pues al ver a más monstruos, esta vez de piel rojiza y cráneos alargados, enfrascándose en combate con los roedores supo casi de inmediato que iban a tener que pelear ya no por la supremacía y el dominio sino para sobrevivir.
Ese día perdieron la guerra y a Etheria.
"Ese día pasaron muchas cosas, mucha gente murió y otros no se sabe que les pasó y... no se si quiero saber. Lo que sí sé es que hace mucho tiempo yo y el resto de Etheria creíamos haber estado en guerra, pero nunca fue así. Necesitábamos un héroe, pero She-ra no pudo detener el caos, aun así el caos significaba cambio y tal vez por eso no necesitábamos a un héroe, sino a alguien diferente". — Anónimo.
1 año después…
Durante años lo único que escuchó sobre las criaturas que los recibieron en ese nuevo mundo solo fueron rumores. Para Millhadris los Hombres Lagarto solo eran un susurro incierto sobre lo que habitaba el ancho mundo en sus albores y ahora dos especímenes aparecen frente a ella y le hablan en la lengua común casi a la perfección de no ser por los siseos propios de un reptil.
Pero esa era la menor de sus preocupaciones, la revelación de que llevaban ya un año combatiendo sin cesar contra las fuerzas del Caos en ese nuevo mundo, cuyo nombre aún no conocían. De lo poco que escuchó sobre los hombres lagarto es que se les conocía como "Los Primeros Defensores" y parecía que le hacían honor a su nombre, aún ahí, hasta estos días.
— Debemos marcharnos —, dice el eslizón, — Este no es un buen lugar.
El eslizón y el guerrero saurio se adentraron en el bosque, Elthros y Aradis miran a Millhadris esperando a ver que hacía, sin muchas más opciones siguieron a los hombres lagarto. No tanto así los druchii quienes se reunieron e intercambiaron airadas palabras hasta que la elfa oscura logra imponerse y se unen a la marcha a la distancia y en silencio. Los tres asrai no les sacaron los ojos de encima en ningún momento.
Para Millhadris era fácil reconocer un bosque enfermo y este, de alguna forma, seguía luchando contra la plaga que lo aquejaba pero iba más allá de esas raíces negras que crecen sobre los troncos de los árboles y se extienden en partes del suelo derruido, sino que está en el ambiente, en el aire incluso. La sensación de que miles de ojos los observan desde la copa de los árboles, desde las hojas incluso entre las grietas en la madera o las rocas.
Esa silueta que aparece en el rabillo del ojo y desaparece al voltear que parece sonreír con malicia o ese ruido que no saben si es solo un ruido del entorno o provocado por alguien o por algo, ese murmullo que no saben si ocurrió de verdad o solo es producto de la sugestión y la sensación de peligro de no saber que engendro o abominación aparecerá desde el cielo o de la tierra. Energía del Caos pura concentrada en el plano material.
Después de aproximadamente un hora de caminata llegaron hasta una muralla de seis metros hecha de roca gris con símbolos y runas talladas sobre ellas, propias de la cultura de los hombres lagarto, o eso pensó Millhadris. Atravesando un arco que sirve como entrada son recibidos por una docena de ojos de otros eslizones y guerreros saurios reunidos alrededor de un gran orbe de luz suspendido en el aire.
— No perdieron el tiempo —. Comenta la druchii viendo la empalizada de roca.
— Era necesario. Teníamos que proteger las puertas —. Responde el eslizón.
— ¿"Las puertas"? —. Pregunta Eltrhos.
— Alguien abrió las puertas al Caos desde este lado y parece que conectó con la red geomántica. Cortamos la conexión con el Reino del Caos y ahora solo Lustria yace al otro lado —. Explica el eslizón.
— ¿Entonces su sucio continente está al otro lado de esa cosa? —. Pregunta la druchii solo para aclarar.
— Nuestro hogar —, corrige el eslizón, — Al que han saqueado innumerables veces —. El gruñido de los guerreros saurios parece que hacen que se trague sus palabras.
— No han respondido mi pregunta —, la druchii ignora a los saurios, — ¿Qué es lo que saben y qué hay que hacer?
El eslizón no responde al instante, se reúne con otros eslizones murmullan y chasquean entre ellos mientras sus crestas hacen gestos que solo ellos son capaces de comprender.
— Dijiste que todos respondemos al llamado de nuestros dioses —, interviene Millahdris, — ¿Qué fue lo que los hizo tomar partido en todo esto? —. Los eslizones paran su comunicación entre ellos y el eslizón de cresta rojiza que los recibió se acerca a ella.
— Mazdamundi vio una incursión a gran escala de nuestro enemigo. Mandó a buscar un huevo de carnosaurio inusualmente grande y se ha empezado a rumorar que no será montado por ningún guerrero saurio conocido, sino por alguien más. Alguien marcado por Sotek —. Dice el eslizón.
— Lo que nos faltaba. Un "elegido" —, se mofa la druchii, — Voy a decirte una cosa, si un dios necesita que alguien luche sus batallas tal vez no sea digno de adoración y mucho menos de confianza. Y si ya tiene a alguien designado para luchar por él ¿por qué nos necesita a nosotros?
— Tal vez haya que averiguarlo —. Comenta Millhadris.
— Averigualo si quieres pero si quieren nuestra ayuda van a tener que ofrecer algo más de información que solo vieron que una nube en el cielo y tenía forma rara —. Alega la druchii.
— Los Poderes Ruinosos tienen a su campeones y elegidos, y han librado grandes guerras a lo largo de la historia —. Interviene Elthros.
— Y eso solo respalda lo que digo. Nosotros libramos sus guerras y ellos solo se sientan a ver con ojos caprichosos —, voltea a ver al eslizón, — Pierdes mi atención rápidamente, lagartija, haz algo o dime algo que me sirva o nos vamos.
— ¿Y a dónde irás? —, Millhadris le planta cara, — No sabes nada de este mundo y si cruzas ese portal tendrías que atravesar Lustria y lo que he escuchado de ese lugar disuadiría hasta al más temerario.
— Ya hemos ido en expediciones a Lustria —. Contraargumenta Velshakir.
— En sus Arcas con sus ejércitos —, interviene el eslizón, — ¿Tres elfos solos en la jungla? ¿Cuánto durarían? —. El ceño fruncido de la druchii parece solo la careta que esconde su verdadero enojo.
— Khaine, Isha y Sotek —, enumera Millhadris, — Tres dioses tan diferentes se han puesto de acuerdo en algo y nos han traído hasta aquí. Si tenemos un rol que desempeñar aquí, hay que descubrirlo.
— La lagartija tiene un punto —, dice Velshakir sin dejar de ver a la elfa silvana, — Solo somos tres, al igual que ustedes.
— Las Raíces del Mundo llegan hasta Lustria y Naggaroth. Un viaje de ida y vuelta casi instantáneo. Reúnes tus fuerzas, vuelves y le damos la vuelta a la situación aquí.
— Que credula eres, princesa, creyendo que voy…
— Vas a regresar —, la interrumpe Millhadris, — Ya sea tu voluntad o no. Sigo sin saber quien ejerce tal poder sobre tí, si el Rey Brujo o Morathi.
Ahora se encontraba arrinconada, la elfa había acertado en lo último, Malekith la obligaría a volver ahí ya sea por una razón u otra incluso para deshacerse de ella si era necesario. Aunque ella tuviera sus propios planes tendría que fingir interés en los designios de los dioses y forjar una alianza con los sucios lagartos y los inaguantables elfos silvanos.
Ahuran y Alas Negras no estarían de acuerdo pero tampoco es que tuvieran un lugar dentro de su visión del futuro. Tendría que ceder por un tiempo.
— Bien, princesa, parece que ya tienes un plan. Solo espero que sepas lo que estás haciendo —. Velshakir no dice nada más y solo se aparta.
— Has perdido completamente el juicio —, acusa Alas Negras, — ¿Cómo pudiste ceder ante las exigencias de una elfa silvana?
— No he cedido a nada. La elfa solo es un medio para un fin —. Aclara Velshakir.
— ¿Y qué fin será ese? —. Pregunta desafiante Ahuran.
— Escuchen, sabandijas, aunque odie admitirlo, tiene razón, Malekith nos hará regresar lo queramos o no. No tolerará que todo esto se considere un fracaso y no voy a permitir que todo este esfuerzo sea para nada —, dice Velshakir, — Podemos sacar ventaja de todo esto.
— ¿Podemos? —. Alas Negras se ríe por lo que afirma Velshakir.
— Si, nosotros. Ahora lo importante es volver a Naggaroth y recuperar mi arca y conseguir una nueva tripulación. Ya de vuelta aquí, si jugamos bien nuestras cartas, tres nuevos Vaulkar, o mejor aún, nuevos Drachau podrían hacerse un lugar aquí —, Sugiere Velshakir, — Sin mencionar que tener un portal a un lugar infestado por el Caos teniendo los Desiertos del Norte tan cerca nos dejaría con dos frentes abiertos y a las lagartijas se les puede ir de las manos.
— Aún si pudiéramos hacer lo que sugieres, ¿Por qué el Rey Brujo nos dejaría a nosotros proceder teniendo a sujetos como Malus? —. Inquiere Ahuran.
— Malekith necesita a Malus cerca para vigilarlo. Entregarle más territorio del que ya tiene solo sería extender la sombra que ya tiene sobre él y no tiene a nadie más que lo haga. Necesita a alguien que sí pueda controlar, o bueno, que crea que puede.
— ¿Y qué hay de los elfos silvanos? —. Cuestiona Alas Negras.
— Siempre habrán minas que picar y granjas que atender. Palacios que limpiar y comida que servir —, Ahuran y Alas Negras comparten miradas de complicidad entiendo de verdad lo que planeaba Velshakir, — El problema real son las lagartijas pero ya se nos ocurrirá algo.
— ¿Y cómo convencerás al Rey Brujo de que todo esto es digno de tantas molestias?
— Malekith está tan obsesionado con invadir Ulthuan. No se olvidará de esa isla ni aunque el fin de los tiempos se cerniera sobre él, y con tantos fracasos la idea de un lugar donde pueda hacer crecer sus números lejos de las miradas de los Asur y con muchos más recursos que explotar simplemente no podrá decir que no. Si seguimos así podríamos llegar más alto que cualquier otro noble en nuestra historia —, Velshakir sonríe de lado, — Considerando, claro, que ninguno de ustedes se eche para atrás.
Ahuran y Alas Negras no dicen nada, un simple asentimiento por parte de ambos es más que suficiente para ella, puede ver la llama de la ambición brillando en los ojos de los dos, sobretodo en Alas Negras y llegado el momento ella misma apagaría ese brillo.
— Necesito hablar contigo. Ahora —. La aparición de Millhadris hace que Velshakir tenga que dejar sus maquinaciones para otro momento, tenía que parecer lo más colaborativa posible para que no sospechen demasiado.
— Nos matará a la primera señal de problemas —. Comenta Ahuran.
— Nos matará cuando ya no le seamos de utilidad —, replica Alas Negras, — A menos que nos adelantemos. Tiene razón en todo lo que dice. Imagina la cantidad de recursos que hay en este lugar.
— Demasiado para ella sola. Deshagamonos de las molestias y luego…
— Haremos lo que nos plazca —. La expresión debajo del yelmo de Alas Negras era un misterio pero Ahuran juraría que una sonrisa cruel se formó en su rostro.
No muy lejos de ahí Millhadris y Velshakir hablan de lo que harán a continuación.
— Nos proporcionarán escolta por la selva hasta llegar a un lugar llamado Estanques Sagrados, ahí nos adentraremos a las Raíces del Mundo, ustedes irán a Naggaroth y nosotros a Athel Loren por todos los refuerzos que podamos conseguir —. Explica Millhadris.
— ¿Y qué te hace pensar que no nos matarán en medio de la selva?
— Ya lo habrían hecho. No seremos bienvenidos, pero están dispuestos a formar está alianza y yo también.
— ¿Acaso no tenemos voz y voto en esto?
— Porque a ustedes no les importa. Los incluímos porque Tek'un Uman insistió.
— Parece que ya son amigos, — se burla la druchii, — Bien, princesa, lo haremos a tu modo por ahora. Pero cuando las cosas se pongan feas, no dudes en que haré lo que haga falta. Combatimos un enemigo en común pero eso no nos hace aliados.
— La guerra rara vez nos encamina a un mismo destino.
— Tú no sabes nada de la guerra —, replica Velshakir con sorna, — No sabes nada de la crueldad que puede llegar a existir.
(Suena "Blessings of Chotec - Total War: Warhammer II Soundtrack")
Del sombrío ambiente del nuevo mundo pasaron al calor de las selvas del continente sureño de Lustria. El brillante sol se alzó ante sus ojos por sobre pirámides de piedra tallada y fueron recibidos por docenas de ojos tan fríos como la sangre se sus vigilantes que se mostraron más reacios cuando los elfos oscuros cruzaron también el portal.
Algo de esperarse tomando en cuenta el historial de saqueos y profanación que los druchii han perpetrado a lo largo de los siglos. Elthros se halla intranquilo mientras avanzan por la frondosa jungla y sus botas se hunden en el lodo. El revolotear de los insectos, el calor y la humedad no le molestan pero si lo mantiene intranquilo la cantidad de decisiones que la líder designada para la expedición estaba tomando.
Puede que Millahdris hubiera ganado aquel duelo ganándose el derecho a ser la que los guiara pero no significaba que estuviera capacitada, pocos eran los que podían guiarlos tan lejos del bosque de Athel Loren y ya semanas después de problemas y cansancio ahora estaban de vuelta en su propio mundo.
No iba a fingir que habían vuelto a donde habían empezado pues las cosas ahora se habían tornado complicadas y de verdad quería saber las razones por las que ahora estaban confiando en los hombres lagarto y haciendo una tensa tregua con los elfos oscuros sin que le ganaran los prejuicios.
Sigue siendo una Bailarina Guerrera después de todo piensa para sí mismo.
Un crujido y un aleteo se escuchan alrededor mientras los árboles tropicales se agitan sin que el viento se sintiera, podía ser que la vegetación fuera tan densa que apenas si pasaban las rafagas de aire, pero en ese lado del mundo podía significar cualquier cosa. Un aura rodea a Athel Loren, todos los asrai pueden sentirla, el bosque era más troncos y arroyos, es un ente que se defiende cuando la situación lo amerita y Elthros podía sentir aquella ominosa sensación en medio de aquellas enredaderas y fangosos caminos.
— Acerquense más y no se separen —, advierte Tek'un Uman, — En la jungla hay cosas que son una amenaza incluso para nosotros. Los Ancestrales nos hicieron con inteligencia y percepción, pero no estamos tan arriba en la cadena alimenticia.
— Que reconfortante —, comenta Velshakir, — Más aún considerando que solo nos escoltan ustedes dos —. Señala a Trog Kant y a Tek'un Uman.
— Las puertas deben estar siempre vigiladas —. Responde el eslizón.
— Hay miles de ustedes, creo que pueden prescindir de algunos para… —. El sonoro gruñido de Trog Kant hace que la elfa se trague sus palabras.
No hubo más discusión por largas horas hasta que cayó la noche y se detuvieron en un lugar cerca de un arroyo, tanto druchiis como asrais hicieron pequeñas fogatas cada uno por su lado mientras el eslizón y el saurio montaban guardia en algún lugar entre la jungla y la sombra de la noche.
Elthros solo veía el agua correr por el pequeño arroyo mirando constantemente a los otros elfos, especialmente al del yelmo negro, su discreta vigilia es interrumpida por Aradis quien se coloca a su lado.
— Estás más pensativo de lo normal —. Comenta Aradis.
— La situación lo amerita —. Responde con sequedad.
— ¿Qué es lo que más te inquieta?
— ¿Por dónde empiezo? —, da un vistazo rápido a donde están los druchiis, — Tenerlos cerca es una de las que encabeza la lista.
— ¿Lo que se pueda arrastrar en estás junglas también está contemplado?
— Sí, pero no puedo dejar de pensar que a lo mejor todo esto es un sinsentido. Perdimos a amigos en Norsca, sus cuerpos ahora deben de estar cubiertos por la nieve o siendo profanados por esos salvajes —, dice Elthros con amargura, — Nosotros salimos del Athel Loren porque así se nos ordenó ¿pero por qué tendrían que hacerlo los otros? No tienen razón de hacerlo. No sabemos nada de ese mundo o si estuvo habitado o si quieren ser salvados.
— O si queda alguien para salvar —, agrega Aradis, — Los mismos pensamientos me han atormentado desde incluso antes de embarcarnos fuera del bosque. Y las decisiones que toma Millhadris solo me crea un conflicto aún mayor.
— Quisiera saber qué es lo que pasa por su cabeza. No encuentro una razón medianamente entendible en sus acciones. No es propio de un miembro de la Guardia Eterna.
— Pero ella no es de la Guardia Eterna ¿o sí?
— En mente y cuerpo tal vez, pero su corazón sigue sin ataduras.
— Creo que simplemente se adapta a la situación. Está empeñada en lograr algo que solo ella comprende y sabe que no puede hacerlo sola.
— ¿Somos solo un medio para un fin?
— Para los dioses tal vez, pero para ella somos compañeros. No considero insensato el camino que está tomando, no de momento, pero también tomo mis precauciones para intervenir en el momento adecuado.
— ¿Solo has dejado que ella siga andando para ver hasta donde llega?
— Es por un bien mayor, Elthros, sí un mundo cayó bajo la influencia del Caos también le podría pasar al nuestro. Quiero ver como se desarrolla todo y… Espero tomar las decisiones correctas —. Dice Aradis mientras levanta la vista a las estrellas.
Y al igual que Aradis Tek'un mira a las estrellas con una extraña expectación, como esperando ver algo o alguien. La presencia de alguien más lo alerta hasta que se da cuenta que es la elfa silvana que lo observa con curiosidad.
— No quería interrumpirte es solo que hay algo que debo preguntar —, el eslizón no sabe muy bien qué decir, ante el silencio la elfa solo prosigue, — ¿Qué crees que debemos hacer? ¿Es sabio que entremos en guerra abierta contra el Caos en ese mundo?
— Los magos sacerdotes Slann han hecho lo posible para que se inicie una defensa en ese mundo. Ahora una parte de su poder se desvía a mantener las puertas estables. Nosotros luchamos contra el enemigo, como lo hemos hecho desde tiempos que ni ustedes recuerdan —. Responde el eslizón de la mejor forma posible para darse a entender en la lengua común.
— Lo entiendo ¿pero qué piensas tú? —. El reptil solo hace un débil siseo pues ahora comprendía lo que había preguntado desde el inicio.
— Es confuso —, confiesa el eslizón, — Todo lo que hemos hecho durante miles de años ha sido para completar el Gran Plan de los Ancestrales —, dice apuntando al cielo, — Pero esto se siente extraño… Fuera de lugar, como si no tendría que haber pasado.
— Ciertamente ningún lugar debería caer por la corrupción del Caos. Un destino peor que la muerte si me lo preguntas.
— No es por eso —, los siseos parecieron desaparecer por completo, el eslizón habla en con una voz casi limpia, — Quedamos muy pocos, los hombres rata han envenenado la selva y nuestros pozos sagrados. Los elfos pálidos y otros sangre-caliente vienen y saquean nuestros templos, fuimos los primeros nacidos y aún así fuimos abandonados.
— Pero prevalecen —. Argumenta Millhadris.
— ¿Por cuánto? Vemos a las estrellas esperando una señal de nuestros dioses o del regreso de los Ancestrales, muchos mantienen la fe y otros nos hacemos preguntas —, la sombra del guerrero saurio se alza por sobre el eslizón y la elfa pero no había furia ni enfado, solo un par de ojos severos y fríos con un ligero toque de comprensión —, Trog Kant entiende mi inquietud pero no la comparte.
— Volver —. Articula el guerrero saurio, un susurro áspero pero con una lejana esperanza.
— Entiendo lo que me dices y si me lo preguntas creo que lo mejor será seguir adelante. Solo así obtendremos las respuestas que queremos —. Responde Millhadris.
— ¿Qué es lo que buscas descubrir?
Millhadris reflexiona un momento antes de responder.
— El mundo es enorme y solo nos concentramos en proteger nuestro bosque, así como ustedes defienden Lustria, como los humanos defienden sus reinos y los enanos sus montañas. Algo así les pudo pasar a los habitantes de ese mundo, quiero saber que podemos salvar algo para que así comprendamos que unidos somos más fuertes que viejos rencores arrastrados por generaciones —. Palabras llenas de convicción fue lo que escuchó, el eslizón podía entender sus razones.
Si hubiera una alianza entre elfos y hombres lagarto la confianza sería la clave y ya estaban dando los primeros pasos.
Cuando el sol salió reanudaron la marcha de manera más o menos dificultosa por el lodoso suelo de Lustria sin ninguna conversación ni siquiera entre compañeros, Elthros se preocupaba de las maquinaciones que los druchii pudieran estar haciendo tanto contra ellos como contra sus propios congéneres mientras Millhadris mantenía cierta distancia entre sus compañeros y parecía mantener comunicación constante con el eslizón mientras el guerrero saurio caminaba siempre cerca de los druchii no ocultando sus razones para que fuera así.
Fuera de los obstáculos comunes del terreno y el calor, ni los depredadores ni los bichos más peligrosos se asomaron y las plantas venenosas eran vistas con facilidad y el eslizón alertaba a los demás. Era como si la jungla misma se estuviera abriendo para que lograrán pasar sin muchos problemas y así mantuvieron el paso por un día y una noche.
Al alba del segundo día, después de empezar su viaje en algún momento de la madrugada, llegan a un lugar que desentona bastante con la flora que habían visto desde que llegaron, incluso el ambiente es diferente tanto como para los druchii y los hombres lagarto pero para los asrai era un alivio sentir una sensación tan familiar después de tanto tiempo apartados de su tierra.
— Ojalá los demás estuvieran aquí. Sentirían paz y gozo al estar cerca de su hogar —. Comenta Aradis.
— Si te la vas a pasar siempre lamentándote del pasado no me sorprende que sean casi como refugiados en el Viejo Mundo. El destino del cuerpo es el que es y sigue adelante —. Comenta con Velshakir con desdén.
— Estamos siendo observados —. Dice Ahuran llevando la mano al mango de la espada.
— Ya llegamos —. Dice Tek'un Uman.
Los Estanques Sagrados son el único bosque mágico de Lustria, estando conectado a las Raíces del Mundo de forma inactiva. Se encuentra entre las Ciudades-Templo de Tlaxtlan, Xlanhuapec y Xahutec.
En las profundidades de las junglas de Lustria se encuentran los Estanques Sagrados, un lugar único en su especie dentro del continente. La conexión de los Estanques Sagrados es tal que hace que esté conectado a las Raíces del Mundo, manteniendo un tenue vínculo con el lejano Roble Eterno, y aunque las rutas forestales que conectan ambos bosques no han sido restauradas por completo en la actualidad, es posible que en el futuro así sea.
En tiempos recientes, el Mago Sacerdote Slann Xlotc ha sentido el poder mágico de este lugar y se ha establecido en los Estanques Sagrados, formando la facción de Hombres Lagarto conocidos como los Guardianes de los Estanques Vivientes para defender el bosque mágico de toda amenaza externa.
Un grupo de eslizones con crestas amarillentas emerge de entre los árboles caminando con precaución hacia los recién llegados, Tek'un se adelanta y exige hablar con el líder de la partida con quien se aparta para hablar en privado mientras Trog Kant sirve para disuadir a cualquier eslizón de atacarlos.
— Muy bien, princesa, antes de hacer cualquier otra cosa quiero saber si hay algo que nos garantice que esas raíces no van a matarnos —. Habla Velshakir.
— Las raíces aún no están del todo reconstruidas, puede ser peligroso hasta para nosotros. Así que no hay garantías, solo que será un viaje rápido. — Responde Millhadris.
— ¿Y qué pasaría si decidimos que su bosquecito no será un logro más importante que unas tierras desoladas y corruptas?
— Se lamentarán por provocar a la Reina Hechicera quien puede derrumbar ese pasaje sobre ustedes —. Amenaza Elthros.
— A Malekith no le importa nuestro bosque, ya habría intentado algo desde hace mucho —. Contesta Millhadris.
— Entraremos a paso rápido, ustedes no voltearán a ver nada y pasarás por ese pasaje y harán lo que deban hacer, cuando vuelvan serán recibidos por una escolta apropiada para sus ejércitos y a no ser que quieran tentar a la suerte, solo marcharan hasta el otro mundo —. Explica Tek'un interrumpiendo la pequeña rencilla entre elfos.
Dicho y hecho, se adentran en esos dominios tan rápido como pueden siendo celosamente seguidos por docenas de ojos y acosados por sombras altas y musculosas, guerreros saurios seguramente hasta llegar a un árbol de grandes raíces y un fuerte tronco. Solo al verlo Millhadris sabe que han llegado a la entrada.
(Suena "Journey to the cave - Nicholas Hooper")
— Es aquí —. Indica Millhadris.
— Los verdaderos problemas están por comenzar, supongo —. Comenta Velshakir con sorna.
— Nos veremos aquí de nuevo, Capitana del Arca Oscura —. Expresa Millhadris volteandose a la druchii.
— ¡No me hables como si fuéramos aliados! Puede que el propio Malekith sea quien emerja de ahí y los mate a todos —. Amenaza la druchii.
— Si así lo dispone el Rey Brujo —. Responde Millhadris con seguridad de que Malekith no tomaría partido.
— Ansío ver el momento en que te tragues tus palabras. Recuerda esto, seré yo quien te ponga las cadenas y será a mí a quien suplicarás día y noche que acabe con tu miserable vida —. Sentencia Velshakir.
— Hasta pronto, capitana —. Sin decir nada más Millhadris con un gesto le ordena a Elthros y Aradis seguirla.
Los elfos silvanos caminan hacia la abertura en el tronco del árbol, la elfa voltea a ver a Tek'un Uman antes de desaparecer en la penumbra de aquel lugar. Ninguno dice nada ni hace mueca alguna, solo se miran.
— No me gusta esto, Velshakir —. Dice Ahuran con evidente duda en su voz, cosa que irrita a Velshakir.
— Si quieres tomar el camino largo ¡adelante! Si paso un segundo más aquí voy a enloquecer —. A largas zancadas la elfa oscura avanza hacia el tronco y siguiendo el mismo camino que los elfos silvanos desaparece de la vista seguida por lo que queda de su tripulación.
