Los personajes de She-ra and the Princesses of Power son propiedad de Noelle Stevenson y Dreamworks Animation y las razas y ubicaciones son propiedad de Games WorkShop.


(En colaboración con davidomega59)

Catra abrió los ojos sin querer hacerlo realmente, se sentía tan cansada y no era un cansancio normal, era de ese que no desaparece aunque se duerma por días pero quedarse en un lugar mucho tiempo podría hacer que la encontraran.

— Podría reparar este lugar —. Piensa en voz alta.

No era mala idea del todo pero estando ella sola le llevaría semanas o meses, y aún si pudiera arreglar el lugar y hacerlo una base funcional, no sería capaz de defenderla adecuadamente. Morir arrinconada no era una opción, no después de todo.

Además, no es que fuera de los que buscan sentar cabeza, su larga expedición de casi un año por el lado silencioso de la nueva Etheria lo había demostrado y cuando tuvo que destripar a ese mutante a base de rasguños y una que otra mordida hasta que sus ojos se espachurraron y todo lo que había dentro se esparció en un caldo grotesco la hizo sentir… rara.

No hubo realmente necesidad de hacerlo, pudo haberlo eludido y el mutante ni se habría dado cuenta de que estuvo ahí. Pero un impulso la hizo destrozar a aquella pobre alma en desgracia (si es que aún tenía alma). Un impulso de acabarlo, no para derramar su sangre ni reclamar o probar algo, solo asesinarlo y ya que solo ocurría cuando siente sangre en sus manos aunque estén completamente limpias.

No iba a pensar más en eso. Ahora quería ver que podía encontrar de utilidad en ese lugar. Está extrañamente despejado, casi parece un día como cualquier otro de la vieja Etheria, estuvo tan alejada de todo durante mucho tiempo que no sabía si era bueno o malo.

— A ver. Las barracas están allá, ahí es para subir a los puestos de vigilancia entonces la armería debe estar ahí —, se aseguró de conocer bien como estaban distribuidos sus puestos de avanzada, solo por si acaso, habían días en los que por un motivo u otro llegaba a sobreestimar a la Rebelión, — A-bre-te —, jala con fuerza pero la puerta simplemente no cede — Muy bien —. Saca las zarpas y corta el metal como si fuera cartón.

El trozo de metal cae haciendo más estruendo del que le gustaría, Catra entra mientras ve las partículas de polvo levantarse.

— Vacío —, dice con molestia y sale del lugar, — La armería está aquí ahora los suministros varios tendrían que estar en algún lado del ala norte —, se dirige hacia donde cree puede encontrar algo de comida, incluso las barras proteicas serían un buen alimento pero al entrar solo se encuentra con un repulsivo olor y un musgo sobre varias cajas de metal —, Ugh, los apestosines estuvieron aquí —, siente una arcada y sale del lugar. Odiaba vomitar, — Debe haber algo aquí que pueda servir.

Dirige sus pasos hacia la bodega esperando encontrar algo, lo que sea, por más insignificante que fuera. Una pechera, un casco, un trozo de blindaje… comida. Solo encuentra una sala desordenada y polvorienta que la hace estornudar un par de ocasiones, llegó a pisar un tornillo tirado en el suelo solo agravando su enojo y frustración hasta que…

— Miren lo que tenemos aquí —, toma lo que a simple vista parece el mango de algo hasta que lo gira por el medio activando un mecanismo, — Hace mucho que no veía uno de estos, — los bastones con los que le enseñaron a pelear le parecían burdos y estorbosos pero era mejor que nada, — Una tropa de novatos. Solo ellos habrían traído uno de estos.

No era la gran cosa pero era mejor que nada. Ver el musgo en la otra sala le preocupaba, significaba que los demonios malolientes habían pasado por ahí hace no mucho o que estaban cerca.

— No me gustaría tener mugre encostrada —, dice Catra, — Y ahora estoy hablando sola.

Y era verdad, no le costó mucho darse cuenta, era una necesidad bastante extraña. Pasó demasiado tiempo sola sin decir ni una sola palabra mientras caminaba y caminaba y ahora tan de pronto sentía que debía decir cada cosa que pasaba por su mente.

— Ojalá no termine como Entrapta —, salió de esa base abandonada de vuelta a los horrores que oculta el bosque con el bastón a cuestas, — Entrapta.

Fue un pensamiento fugaz, como muchos de los que tenía. Creía que si no pensaba mucho algo más fácil le sería continuar pero la verdad era que no veía razones de peso para continuar. Hablar sola no era un síntoma de algo, era la consecuencia de haber apartado a todo el mundo y haberse aislado.

— Pero no es mi culpa, ¿a quién iba a buscar? —. Por lo que vio, Luna Brillante había caído y todas las demás princesas estaban en paradero desconocido en el mejor de los casos, y si hubieran sobrevivido, ellas mismas la hubieran acabado, — ¿Isla Bestia habrá acabado igual? —. La isla ya era un lugar aterrador de por sí, pensar que esa corrupción hubiera alcanzado y tergiversado a lo que sea que habite ahí le provocaba escalofríos. — Estás pensando cosas. Ya basta.

Se silencia a sí misma y es cuando cae en cuenta de algo. ¿Es esto lo que querían? ¿Ese es el plan que querían para ella? Volverla loca por completo. Una lunática más que vaga de aquí y allá divagando cosas sin sentido o peor aún, sin siquiera hablar y arrastrándose a cuatro patas como un animal cualquiera.

— Catra —, dice su nombre en voz alta, — Me llamo Catra. Soy Capitana de la Fuerza —. Según ella, si se recordaba constantemente eso jamás se perdería en su propia mente. Al final, la peor de las confusiones es no saber quien eres.


La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la

Let's start a new life from the darkness

Until the light reveals the end

Sinister faces, growing curses

This is my last war

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (With devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (Squeezing out their wisdom)

La-La-La-La

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (With devil's faces)

Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
(Children cling on to their)

Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (Very last coins)

Destruction and regeneration.

You are the real enemy. (Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la)

War!.

(My) War!.

(My) War!.

Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!


— Pala, azada, tijeras, guantes… —, enumera Perfuma sus herramientas mientras las va metiendo en su mochila y en lo que buscaba lo que falta tararea una animada melodía, bastante raro tomando en cuenta que tiene una expresión seria, — ¿Dónde dejé mi regadera?

Mermista, con quien tenía que compartir habitación debido a una reorganización en la distribución de las personas en el reino, solo miraba por la ventana hacia abajo donde en un campamento de refugiados se distribuye las raciones de comida.

— Mermista, ¿has visto mi regadera? —. Pregunta Perfuma.

— ¿Para qué la necesitas? —. Pregunta de vuelta con mala cara.

— Buena, según sé, las cosas van bien en la cúpula y, bueno, no se puede ser muy productivo en un reino en donde no crece nada. Así que hablaré con Bow para poder ir y ayudar con los cultivos —. Dice Perfuma.

— No, no la he visto —. Responde Mermista sin voltearse.

— Oye, tal vez podrías venir. Te haría bien salir un poco y…

— ¡¿Salir?! ¿Enloqueciste? ¿Qué no has visto lo que hay allá afuera? Si quieres ir y ser carnada, adelante —. Replica la princesa alterada.

— Le preguntaré a Scorpia si la ha visto —. Dice Perfuma refiriéndose a su pala y sale de la habitación.

— Salir. Vaya genios. Solo los tontos jugando a ser valientes saldrían, no queda nada allá afuera —. Farfulla Mermista sola en la habitación.

La princesa pasaba los días viendo siempre al sur, ahí donde las montañas los separaban de las hordas del Caos y su mente está en las costas, las arenas de las playas lejanas y su imaginación iba y venía como el vaivén de las olas del mar y se hundía tan profundo siguiendo las corrientes al oeste que la llevaban a Las Salinas.

Las lágrimas siempre amenazan con salir cuando recuerda que lo último que recuerda de su reino fueron ruinas humeantes, monumentos profanados y abominaciones acechantes y a un ente de grandes alas.

Teman y dobléguense ante el poder de los Dioses Oscuros dijo ¡Dejen arder la galaxia!

Ahora estaban de vuelta en el vasto universo, según Entrapta, un universo infinito que se expande constantemente. ¿De verdad había escalado todo a ese punto? ¿Una galaxia sumida en una guerra contra tales seres? ¿El grueso real del ejército de la Horda también estaban enfrentado tal calamidad?

Terribles pensamientos en tiempos aún más terribles. Su autocompasión es interrumpida cuando Perfuma se aclara la voz y le da una pala y un rastrillo.

— Ayúdame con esto, por favor —. Dice mientras se echa la mochila a la espalda.

— Eeeeeehhh…

— Y no te lo estoy preguntando —. Sin tiempo para poder replicar Mermista sigue a Perfuma hasta los patios de hielo y después a las zonas exteriores del Palacio del Invierno donde las fogatas y tiendas de los refugiados se extienden por varias millas e incluso las frías estepas circundantes a los picos donde está tallado el castillo de Frosta pasaron de ser campamentos a ser ya pueblos propiamente dichos.

— No entiendo por qué insistes en hacer esto .— Dice Mermista con molestia.

— El hecho que ya no tenga magia, no significa que me quede de brazos cruzados —, responde Perfuma sin dirigirle la mirada, — Hay muchas más formas de ser útil.

— ¿Y qué va a hacer, princesa? —, oyen una voz masculina a un costado, — ¿Golpearlos con la pala? ¿Atacarlos con tijeras? ¿O van a hacer algo útil?

— ¿Ahora sí hay un plan o van a esperar a que quedemos enterrados bajo la nieve? —. Grita otro.

— La comida no es suficiente ¿y ustedes se van de excursión?

Mermista empezó a sentirse nerviosa, pues las personas empezaban a juntarse alrededor de las princesas. No le gustaba para nada, pues desde que tuvieron que huir hacia el reino de Frosta se había aislado casi por completo su contacto con el resto de la población era casi nulo y, a decir verdad, nunca lo fue con los habitantes de su propio reino.

— Escuchen, sé que todos están…

— ¡Mermista! ¡Perfuma! ¡Ahí están! —, la voz de Adora irrumpe en la incómoda situación mientras la rubia camina a paso firme hacia las princesas, — ¿Qué están haciendo? Esas barricadas no van a construirse solas.

Tomando a ambas princesas por las muñecas las jala y las lleva lejos de las personas que empezaban a hacer un círculo alrededor de ellas. Una vez ya apartadas Mermista soltó un suspiro.

— Gracias, Adora —, agradece Perfuma, — ¿Pero de qué barricadas estás hablando?

— De ninguna. Tenía que sacarlas de algún modo y creo que eso da la sensación de que estamos haciendo algo ¿o no? —. Dice la rubia con una sonrisa nerviosa.

— Te lo agradezco, Adora, pero mentirle a la gente tomando en cuenta a como estamos ahora es, bueno… —. Argumentaba Mermista haciendo a la rubia resoplar.

— Lo sé, pero no es del todo una mentira. Si tengo un plan, o bueno el inicio de uno, solo tengo que encontrar a las personas adecuadas y hacer las preguntas correctas —. Aclara Adora.

— ¿Y cuándo nos ibas a decir eso?

— Ya les dije que solo es el inicio, cuando esté más concretado trabajaremos juntas. Solo denme tiempo —. Adora se esforzaba por sonar optimista.

— Te daríamos todo el tiempo que necesites pero creo que hay muchos que no lo harían —. Susurra Perfuma.

— Sea lo que sea que hagas, ten cuidado, no sabemos quienes siguen siendo "ciudadanos" —. Advierte Mermista.

— Lo he tenido en cuenta, créeme, es parte importante, de hecho. ¿Y a dónde se dirigían? —. Cuestiona Adora.

— Perfuma quiere hablar con Bow para ir a La Cúpula y ayudar con las cosechas —. Explica Mermista.

— ¿En serio? Wow. Bueno, creo que aún no ha regresado pero si lo veo se lo diré —. Dice Adora.

— Te lo agradezco, Adora. Y, en serio, ten cuidado —. Pide Perfuma.

— Tranquila, sé cuidarme —. La rubia se aleja por un camino que lleva hacia arriba, hacia alguno de los salones del castillo y desde la altura ve a las misma personas que empezaron a rodear a sus amigas ahora reunidos y discutiendo. Algunos más calmados otros más efusivamente.

No va a pasar otra vez piensa Adora.


Cuanto más rápido se aceptara que el mundo había cambiado garantiza mejor la supervivencia y esto va de la mano con la adaptación y eso implica muchas veces desarrollar habilidades o perfeccionar las que ya existían.

Etheria siempre proveyó a sus hijos con plantas y animales para la domesticación o la caza. Si no comes, no duras mucho. Así de simple era hasta que La Horda llegó y las zonas se volvieron peligrosas y la tala indiscriminada de árboles los dejaba sin refugio, sin plantas que comer ni siembra que cosechar y las manadas de animales empezaron las migraciones dejando solo a aquellas criaturas que son increíblemente difíciles de cazar.

La Rebelión cosechó fracaso tras fracaso así que cuando aquel ser oscuro les ofreció la esperanza de un futuro mejor muchos no pudieron rechazar el llamado. Mientras más y más seguidores se reunían para escuchar los deseos y designios de sus nuevos dioses predicados por su oscuro profeta, Lilith, él dejó de cazar criaturas para la supervivencia de los suyos y empezó a cazar a hordeanos como acto de venganza y con el tiempo devino en placer y un poco más tarde, para ganarse el favor de sus dioses.

Los animales eran solo eso, pero ahora los rivales, los infieles, los rebeldes y los débiles eran ahora los nuevos objetivos, aquellos a quienes debía aniquilar, para él no eran más que bestias de las que podía extraer premios tanto para él como para los dioses y así alzarse por encima de los demás. Los hechiceros de Tzeentch han intentado usar sus magias mutágenas sobre él y ahora las manos de uno cuelgan de su cinto. La decadente servidumbre de Slaanesh han querido poner sus perfumadas manos sobre su piel para usarla como tela aterciopelada hasta que les devolvió el favor usando la cabeza de uno de ellos como adorno sobre una pica de metal unida a su peto de hierro torcido y negro. Los jubilosos hijos de Nurgle han querido pudrir su carne hasta el hueso y él les ha enrollado sus entrañas sobre sus cuellos apagando sus risas y se ha enfrascado en combates que han durado días con los fieros seguidores de Khorne hasta que finalmente los humilla frente a los ojos de su dios.

Sus cacerías lo llevaron hasta el Desierto Carmesí donde se topó con esos esqueletos pertrechados y escondidos detrás de su murallas, sabía que solo no podría así que hizo un llamado para que lo siguieran a la guerra contra los no muertos, donde se lanzó varias veces contra las murallas bajo el calor del desierto conociendo solo la derrota en múltiples ocasiones.

Tras su última derrota rápidamente reagrupo a los cultistas y demonios varios que se le unieron para otro asalto que que él apareció.

— Tung Lashor, finalmente has decidido unirte ¿o es que has venido a robarme la gloria? —. Tung Lashor aprieta los dientes ante sus palabras.

— Ratanak, El Cazador de Fieras —, dice Tung Lashor, — No me impresionas. — Ratanak ve el arma que Tung lleva en sus manos.

— Oh, ¿entonces a eso has venido? —. Cuestiona Ratanak.

— Nada me gustaría más pero alguien quiere hablar contigo —, Ni siquiera pudo empezar un enfrentamiento propiamente dicho, pues Tung se movió rápido y luego solo vio negro y cuando despertó estaba siendo arrastrado sobre un duro e impoluto piso blanco mientras una sola luz ilumina el centro de la habitación dejando el resto en penumbra, — ¡Levántate! —. Le ordena Tung Lashor.

Ratanak se levanta de golpe e intenta agarrar a Tung pero este le da un puñetazo en el rostro que lo hace arrodillarse.

— Artillería demoníaca destruída, — una voz masculina habla desde la sombra, — fieles muertos, — dice otra voz femenina, — Demonios devueltos a la disformidad. El equivalente a una legión desterrada del plano material. — Dicen ambas voces al mismo tiempo.

Ratanak reconoce la figura deforme de Lila y Adrey acusando desde las sombras como los cobardes conspiradores que son.

— Vaya esfuerzo lamentable —. Reconoce el presuntuoso tono de Ithrant a su derecha.

— ¡Muchos de mis amigos se han ido por tu culpa! —. El berrinche infantil de Silvy la habla desde atrás. Tung solo se mantiene a un lado de él sin decir nada.

— Conozco tu reputación —, sabía que había sido él quien lo mandó a llamar, — Sales de cacería y reclamas trofeos para tí y para los Dioses, sin rendir culto a uno en especial. El Caos Indiviso también es generoso con aquellos que merecen ser exaltados, pero tú —, Lilith expande sus alas hacia atrás mientras se arrodilla y lo obliga a mirarle de frente, — Has causado un daño innecesario.

— He intentado destruir una amenaza a nuestro dominio —. Alega Ratanak.

— ¡Has actuado con imprudencia! —, espeta Lilith, — Y nos ha costado una legión entera entre todos los demonios que han sido desterrados.

— No es mi culpa ¡que no puedan volver a abrir las puertas al Reino del Caos! —. Se gira a Adrey y Lila.

— ¡Cuida tus palabras! —, responde Adrey, — Hemos peleado nuestras propias batallas para poder volver a replicar el poder que usamos las primera vez, — dice Lila, — ¡Nosotros usamos poderes que no eres capaz de comprender! —. Dicen los dos al unísono.

— ¡Silencio! —, ordena Lilith, — No puedo perder el tiempo con sus fracasos —, Lilith arrebata la vara de metal donde el cráneo del seguidor de Slaanesh yacía, le quita también las manos del hechicero de Tzeentch que derrotó y el hacha mejorada que él mismo mejoró con cada victoria, lo despoja de su armadura y le entrega un simple cuchillo de doble filo, — Vas a tener que ganarte tus trofeos de vuelta. Quisiera matarte ahora mismo pero no puedo prescindir de más paladines. Ahora fuera de mi vista.

Ratanak se levanta y toma la triste arma que le entregó su profeta oscuro, con la cabeza agachada y completamente humillado y se marcha ante la vista de los otros cuatro paladines.

— Borra esa sonrisa de tu rostro —, dice de pronto Lilith a Ithrant, — No tienes ningún derecho de regodearte cuando no has logrado nada tampoco.

— Mis guardias cazan día y noche a los rebeldes sin descanso, ¿cómo puedes…?

— La Reina sigue con vida —. La interrumpe Lilith sin dirigirle la mirada.

— Que cortés eres al seguir llamándola así —. Los pies de Ithrant se arrastran sobre el suelo, ve la máscara de Lilith acercarse peligrosamente su rostro y su garganta se cierra por el agarre de su mano en su cuello, — La Reina sigue con vida y mientras ella siga con vida la flama de la rebelión seguirá activa —. Lilith la levanta y la azota contra el suelo.

— La reina… no tiene un reino, ¡es una refugiada! Y su She-ra también se ha ido —. Dice Ithrant recobrando el aire.

— ¡Todos ustedes se han quedado en sus bastiones, ociosos y torpes esperando que las bendiciones vengan así nada más! —, recrimina Lilith a Adrey y Silvy mientras Tung observa con expresión neutral, — ¿Es acaso que no les enseñé el camino? ¿Acaso perdí mi tiempo?

— Lilith, déjame subir esas montañas y desollarlos personalmente —. Pide Tung Lashor.

— Lo harás, paladín, a su tiempo. Necesito que sigas teniendo a raya a los Hijos de los Ancestrales. Debemos tener acceso a ese portal para reconstruir las puertas al Reino del Caos. — Indica Lilith.

— ¿Cómo puedo ser siervo del Dios de la Sangre sino puedo ir a la batalla? Incluso el viejo se está impacientando por querer reclamar cráneos para Khorne —. Cuestiona Tung frustrado mientras por su mente pasan imágenes de Oroshk matando a sus propios subordinados ante la falta de cráneos que cosechar.

— Arrasa y conquista, haz crecer tus números. Aún hay lugares en este planeta que se resisten a los Dioses. Hazlo y verás como se te compensará por la venganza que te fue arrebatada —, dice Lilith, — ¡Y ustedes conocen el camino! ¡Guíen a los suyos y empiecen a actuar! Les he entregado Etheria, esfuércense para mantenerla. Los Dioses no son tan pacientes.

Lilith se adentra en las sombras y desaparece dejando solo a los paladines. Ithrant se levanta y con el orgullo herido escucha como los otros se marchan mientras ella ve con ira a las sombras donde desapareció el Profeta Oscuro.


— Esas raíces están atrasando la tala de árboles, — dice Velshakir con fastidio, — Mientras más se tarden más propensos estamos a un ataque directo.

— ¿De verdad debemos hacerlo? —, pregunta Millhadris, — Podríamos construir en los árboles, hacer un entramado de estructuras que…

— Estos no son los árboles de tu bosque, están corruptos y esa misma corrupción dañaría lo que construyamos y a nosotros. No entiendes al Caos realmente —. Interrumpe la druchii.

— ¿Y tú si? —. Cuestiona Millhadris con una mirada de desdén.

— Sé cosas, lo suficiente para no caer en sus trucos y artimañas.

— Y también porque traes brujas contigo —, señala Aegnir, — Brujas que manipulan el Dhar.

— Ellas están bajo mis órdenes, no harán nada si yo no les digo que lo hagan —. Replica Velshakir.

— Entonces pregúntales si no tienen un hechizo que ayuda a deshacernos de esas raíces —. Dice Millhadris.

— No funciona así —. Dice Velshakir burlonamente.

— Tiene razón, — secunda Tek'un, — Su magia es corrupta. Es energía pura del Caos, solo deforma todo lo que toca.

— ¿Cómo sabes eso? —. Pregunta molesta la druchii.

— Comparto tiempo con compañeros astromantes. Ellos me han enseñado —. Responde Tek'un.

— Pues deberías "compartir tiempo" con tus amigos lagartones para talar esos árboles más deprisa, — alega Velshakir ganándose un gruñido por parte de Trog Kant. Ella lo ignora, — ¿Cómo han sobrevivido un año solo con ese santuario?

El eslizón y el saurio comparten miradas.

— Sus ataques han sido contundentes pero escasos —. Dice Tek'un.

— ¿Qué? —, pregunta consternada Velshakir, — Un mundo plagado por criaturas del Caos ¿y no se dedican a saquear y destruir?

— Incluso Athel Loren recibe incursiones constantes de Hombres Bestia que dañan grandes porciones del bosque —. Dice Aegnir.

— No he visto un solo demonio desde que llegué aquí —, dice Velshakir viendo las pulsantes raíces negras, — ¡Erendis! —, llama Velshakir, un llamado sin respuesta a lo que después de un segundo llamado va a buscar ella personalmente a quien llama.

Las delimitaciones entre asrai, druchiis y hombres lagarto estaban bien señalizadas. No querían altercados que pudieran afectar sus filas. Los hombres lagarto se quedaron en la zona más cercana a la puerta para protegerla pues no iban a dejar a los asrai y mucho menos a los druchii cerca de la misma. Hacia sureste se asentaron los asrai para cubrir la zona en la que el bosque se empieza a volver más denso mientras los druchii fueron ubicados en la parte norte, en la parte baja del valle donde tanto asrai y hombres lagarto podrían vigilarlos.

Las toscas discusiones de los druchii junto al rugido de sus bestias, y una que otra llamarada por parte de sus hidras hacen un contraste con la quietud y calma por parte de los asrai que casi pareciera que no estaban ahí, salvo por las tenues luces que debían usar, pues no pueden habitar esos árboles.

Millhadris, Trog Kant y Tek'un siguieron a Velshakir hasta el campamento druchii donde la incomodidad se hizo rápidamente presente mientras ignoraban como podían esos suspicaces ojos que les seguían cada movimiento, aunque el saurio los acompañaba, los asesinos y las irrefrenables elfas brujas eran siempre una amenaza. Finalmente la corsaria parece encontrar a quien estaba buscando.

— ¡Erendis, ven acá! —, una alfa de piel pálida, ojos color carmín y un cabello largo y azulado, vistiendo poco más que una tela blanca de la cintura para abajo y una pieza de metal púrpura y dorada que sirve como escote, — Necesito que averigües algo.

Con gesto estoico la elfa oscura sigue a la corsaria, acto que el eslizón y la elfa silvana hacen también, pues deben saber que es lo que inquieta a la general del ejército de Naggaroth.

— ¿Quién es ella? —. Pregunta Millhadris.

— Una hechicera. Manipulan la Magia Oscura a su antojo, muchas veces la han usado para abrirse paso por Lustria. Pero Magos-Sacerdote siempre frustrarlas —. Explica Tek'un.

Después de alejarse de los tres campamentos, llegan hasta un pequeño precipicio que lleva a una zona aún más baja del valle y allí la corsaria y la hechicera se detienen.

— ¿Los puedes sentir? —. Pregunta Velshakir, la hechicera solo se queda de pie extendiendo levemente sus brazos dejando que sus manos se cubran de un aura verde, cosa que preocupa al eslizón y pone en alerta al saurio.

— Los Vientos de la Magia soplan con libertad aquí. Ya lo había sentido. Ni siquiera en Naggaroth fluyen de manera tan libre —. Dice la hechicera con éxtasis en su voz.

Ya lo sabía y no dijo nada dijo Millhadris para sí misma mientras le fruncía el ceño a la corsaria.

— Si los Vientos de la Magia soplan libremente y no hay un Gran Vórtice que regule ese flujo, en definitiva hay demonios en el plano material —. Concluye Velshakir.

— Fluyen de algún lado —, dice la hechicera, —No podrían salir de ningún lado si no hay una puerta que les permita soplar así, pero no lo suficientemente poderosa como para dejar entrar a sus legiones.

— Por eso no han atacado de lleno a La Puerta, no tienen los números suficientes —. Deduce Millhadris.

— Y necesitan a sus sirvientes mortales para engrandecer el poder de los Dioses —. Agrega Velshakir.

— Entonces hay que buscar esa puerta y cerrarla. Desterraría a los demonios, incluso a los de mayor jerarquía y solo habría que luchar contra las hordas mortales y sus paladines —. Dice el eslizón.

— No creo que sea una sola puerta. Además, ustedes interrumpieron un gran ritual o algo de esa naturaleza —, señala Velshakir, — De seguro deben estar trabajando para replicar ese poder. Hay que matar a los hechiceros que lo están haciendo antes de que nos caigan demonios del cielo.

— ¿Acaso ya olvidaron la razón principal por la que estamos aquí? —, interviene Millhadris, ganándose la mirada de desdén de la druchii y de confusión del eslizón, — Khaine, Isha, Sotek; ellos eligieron a alguien de aquí. Debemos buscarlo, si lidera a un ejército en contra del Caos con pobladores de este mundo sería un gran aliciente.

— Tenemos otros problemas aparte de buscar a un marcado con delirios de salvador, princesa. Y aún si fuera la prioridad, ¿por dónde empezamos? —. Dice Velshakir.

— ¿Podríamos usar el Aethyr a nuestro favor? —. Le pregunta Millhadris a Tek'un.

— El mundo está corrupto pero los vientos solo soplan, no son la energía cruda del Caos, se pueden reflejar los ocho vientos —. Interrumpe Erendis.

— Sus astromantes pueden ver e interpretar señales. El elegido está en algún lado, ¿puede hacerlo? —. Pregunta Millhadris.

— Se podría intentar. Pero hasta los cielos están manchados por el influjo del Caos, muy precisas las visiones no pueden ser —. Responde el eslizón con siseos de duda.

— Con eso basta —. Dice Millhadris que le dice al eslizón que la siga a lo cual accede seguidos siempre de cerca por Trog Kant.

— ¿Qué pretendías al decirles lo de los vientos? —. Cuestiona Velshakir a Erendis, mientras la primera lleva su mano al pomo de su espada.

— El eslizón tiene razón, el Caos ha manchado incluso los cielos. Tal vez interpreten mal y vayan por un camino equivocado o invoquen algo que no era lo esperado. Solo habría que eliminar a los que queden —. Responde la hechicera para empezar su camino de regreso.

Buena jugada, Erendis piensa Velshakir Tendré que matarte cuando ya no me seas de utilidad.


— No recordaba este lugar —, dice Catra llegando a otro puesto de avanzada de La Horda en un camino que anteriormente era una línea de suministro, — Ni que estuviera tan lejos.

Había caminado otro día y medio desde la otra base hordeana donde durmió y ahora que llegó aquí empezó a considerar la idea de establecerse ahí. Los muros estaban en mejor estado y aún había cañones fijos, tal vez aún quedaran unas cuantas municiones en las bodegas e incluso armas. Se acercó a la puerta y tuvo que dar un poco de esfuerzo para abrirla.

Se encontró con un gran patio lleno de raíces muertas y algunos pequeños cráteres hechas por las armas de la Horda así como también una gran brecha en el muro exterior que da la cara al abismo donde un río corre al fondo del mismo, fue ahí cuando recordó ese lugar.

— Si que hiciste un desastre ¿verdad, Scorpia? —. Esa era la base en la que dejó a cargo Scorpia para vigilarla y la perdió en menos de un día y todos se pusieron de acuerdo en culpar a Kyle, y aunque le pareció gracioso, habían perdido el control de una importante línea de suministros que conectaban con otras bases importantes de La Horda.

Daba igual ya. Debía repetir lo mismo que hizo en la base anterior y considerar seriamente que haría después, pues unas escasas horas atrás estuvo a punto de volverse un costal andante de pústulas con moscas a su alrededor cuando esos demonios cíclopes con las entrañas de fuera pasaron demasiado cerca de ella. Sus sentidos desarrollados la traicionaron y el fétido olor se potenció de una manera terrible que su estómago se revolvía y empezó a sudar de sobremanera aguantando las ganas de vomitar y cuando se fueron devolvió todo lo que tenía.

Esa brecha en el muro sería un problema y los muros eran grandes pero reparar los posibles daños ella sola sería un dolor en el trasero. Hay otras bases hordeana por ahí, con suerte en buenas condiciones. Revisa bodega tras bodega, barraca tras barraca el resultado era el mismo: saqueado.

— Absurdo. ¿Por qué no se habrán llevado las torretas también? —. Dice Catra fastidiada. Vuelve a caminar por el patio y encuentra un par de flechas doradas con puntas redondeadas. — Flechitas. — Recuerda al joven que siempre acompañaba a Adora. El menos irritante de los tres.

Sube a la parte alta de la base llegando a donde comienza el puente que conecta con el muro exterior mientras aún lleva las flechas, entró a la sala oscura y al igual que las demás está vacía pero había algo raro en esta… o alguien.

Creyó haber escuchado un par de pasos presurosos a su derecha. No vio a nadie para después creer que estaba siendo observada desde varios lugares al mismo tiempo y por más que agudice la vista y no es capaz de distinguir a nadie y pasaba su mirada de un lado a otro, de arriba a abajo hasta que se sentía tan ansiosa que creyó que lo mejor era irse.

Un chirriante grito desde su izquierda la hace voltear. Un par de ojos rojos y una boca rabiosa es lo único que ve, de pronto está en el suelo deteniendo unos brazos famélicos mientras una rata del tamaño de una persona balbucea algo y babea de manera incesante. Entre el forcejeo se activa una de las flechas disparando una red que atrapa a la rata que sigue retorciéndose intentando liberarse.

Ahora docenas de ojos enojados la ven desde la oscuridad y sin pensarlo más echa a correr, escucha los pies y maldiciones que profieren aquellas cosas que la persiguen y le aterra al poder distinguir varias palabras en lengua común. Comete el error de voltear y ve un torrente de alimañas pisándole los talones mientras corre por el puente a todo lo que sus piernas pueden dar.

Al volver la vista al frente se detiene en seco al ver que ya iba irse de lleno al vacío, siente uno, dos, tres golpes por la espalda y todo empieza a dar vueltas mientras el viento alborota su cabello y parece que no tiene el control de nada y se precipita hacia el fondo del abismo. Unas garras la agarran de la pierna y una de las ratas se le pega, ella se las ingenia para voltearse y detener una daga torcida que iba directo hacia su cabeza.

Le da un golpe y una patada y lo aparta quitándole la daga, hace un movimiento desesperado y la clava en la tierra de la montaña deteniendo su caída de forma brusca mientras ve a tres cosas-rata caer hasta el fondo. No quedaba un trecho muy grande, pero desde esa altura sería suficiente para matar a alguien. Ahora colgando del acantilado saca las garras y usando la daga también empieza a escalar subiendo un par de metros hasta que una porción de tierra suelta cae. Ella no había subido, solo había clavado las garras, abriéndose un hoyo.

Intenta escalar y ve una cueva perfectamente excavada mientras más ratas la ven mientras intentan cubrirse de la luz al mismo tiempo. Ella no sabe como reaccionar, solo se queda viendo a las alimañas hasta que el resto de tierra falla y vuelve a caer y esta vez hasta al fondo.

El aire se le acabó, sintió el exceso de agua entrar por su garganta y nariz mientras su mundo daba vueltas y vueltas. Se golpea contra las rocas mientras es arrastrada río abajo por la corriente hasta que finalmente logra sacar la cabeza y tomar una bocanada de aire y mueve sus brazos intentando estabilizarse pero la corriente puede más con ella estampandose contra piedras y troncos.

Finalmente, y a duras penas, con sus garras se aferra a una roca y con doloroso esfuerzo se para sobre la roca y salta hacia otro cúmulo de piedras que están más cerca de la orilla. Catra salta y la superficie mojada de la roca le juega en contra, aunque logra saltar su pie se resbala un poco y no consigue el impulso que deseaba cayendo de rodillas sobre las puntas algo afiladas de las piedras.

A pesar de la incomodidad y el agua golpeándole la espalda se recuesta de lado agarrándose el costado izquierdo pues se había golpeado mientras era arrastrada sobre la corriente.

Ahí se quedó largo rato quedándose dormida por algunos instantes para luego recuperar la consciencia poco después. Cada que intentaba moverse un agudo dolor la volvía a inmovilizar, llegó a creer que tenía una hemorragia o algún daño grave interno y hasta que no empezó a sentir frío poco a poco se arrastró hasta la enlodada orilla donde se recostó boca arriba donde se quedó otro largo rato.

Debía ser la primera vez desde esas largas noches en esas lejanas planicies en las que veía un cielo normal, sin anomalías ni flujos extraños de una energía arcana surcando las corrientes de un viento aullante. Un cielo como el de la vieja Etheria. Sintió una añoranza por esos lugares por los que caminó mientras soñaba despierta.

— Me llamo Catra, — dice en voz alta, — Me niego a morir aquí y voy a volver a esos lugares —. Se dice a sí misma después de recuperar el aliento y empezar a caminar lentamente, aun con el dolor que inundaba todo su cuerpo.


A warning to the people

The good and the evil

This is war

To the soldier, the civilian

The martyr, the victim

This is war

It's the moment of truth, and the moment to lie

The moment to live and the moment to die

The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the earth

It's a brave new world from the last to the first

To the right, to the left

We will fight to the death

To the edge of the earth

It's a brave new world, It's a brave new world, It's a brave new world

A brave new world

The war is won

The war is won

A brave new world