Fairy tail no me pertenece. La historia es de mi imaginación.
Advertencia: Solo mayores 18. Por favor, no imitar lo aquí escrito. SIEMPRE todo consensuado. Practiquen sexo seguro. Comuníquese con sus parejas.
Capítulo III
I got no soul to sell
Un después se convirtió en dos semanas. Dos semanas sin ver a Lucy, dos semanas de no tener su bufanda.
Al día siguiente de su última visita al departamento de Lucy, ella se había ido a una misión sola. Tenía que viajar al altiplano cerca del Monte Hakobe, así que Natsu estaba consciente que no la vería por más de una semana.
Lucy le había dejado saber a Erza que saldría sola, rechazando la compañía que rápidamente la peliroja ofreció; Lucy le explicó que necesitaba ir sola sin ahondar en sus explicaciones.
Por supuesto que Natsu sabía esto, pero lo había olvidado. Y recordó más detalles cuando el equipo Natsu se preparaba para irse a una misión un par de días después que la rubia. En lugar de Lucy, Juvia se había incluido solo en el camino, pues en una parada ella seguiría en otro tren y para pasar más tiempo con su adorado Gray.
A veces lo hacían vomitar.
Se encontró a sí mismo, entre mareos y vomito, viendo a Juvia danzar alrededor de Gray, brillante y sonriendo como boba. Cosa que consideraba, no era, pues Natsu consideraba a Juvia como alguien de nivel fuerte e inteligente "Excepto cuando algo incluye a Gray" pero cuando la veía brillar de un modo diferente por el simple hecho de ver a Gray, se preguntaba si algún día, tal vez, tan solo, tal vez, Lucy brillaria así por él.
Rápidamente borró esa oración de su cabeza y vómito.
También aprovechó ese tiempo para leer. Después de todo tenía que estar informado y siendo Lucy como era, estaba seguro, estaba ya consiguiendo más libros para ella misma informarse.
Decidio volver a empezar a leer el libro, tedioso por supuesto, pero así se dio cuenta de varias cosas que había olvidado mencionarle a Lucy, como que deberían de tener una palabra, que los detuviera en cualquier momento o los límites físicos que quería tener o el hecho de que el libro hablaba específicamente como muchas cosas los llevaría a tener sexo.
La palabra mágica, sexo.
Con un nudo en el estómago, había decidido tomar notas nuevamente y claro que tuvo que ir al departamento de Lucy a buscar papel y lápiz, porque claro que él no iba a tener en su casa. Cuando entró, usando la llave que habían, dígase Erza, Gray y él, escondido entre la lámpara que adornaba la puerta de entrada y la pared, llave que rara vez usaba, pues prefería la ventana y Erza llevaba tiempo que no la usaba y si Gray visitaba a la rubia solía ser cuando ella estaba presente ; pero en casos como estos, que Lucy salía de viaje, ella solía cerrar puertas y ventanas con llave.
Así se encontró con el departamento solo y frío pero con el aroma de Lucy intoxicado los pulmones. Podía jurar por su amor a lo picante que antes de irse, Lucy se había tomado un tiempo en soledad con ella y su mano.
Sabía que la rubia no había usado ninguno de los objetos que tenía ocultos en la caja de zapatos porque aquella caja olía a que no se había movido en un tiempo, probablemente él había sido el último en mover esa caja, hasta cierto punto eso le gustaba, tomó rápidamente un papel del escritorio y garabateo. Lucy usará sus propias manos y a un lado escribió también, ¿viendo?
Así continuó leyendo y tomando notas, en ocasiones tenía que releer los párrafos por que simplemente no entendía y cuando llegaba a la conclusión de que no entendía, ponía un pedazo de papel entre las hojas y escribía, preguntar a Lucy.
Esa noche había preferido dormir ahí, intoxicado con Lucy, entre sus cobijas y su ropa y su comida, su baño y sus libros. Quería estar rodeado de Lucy lo más posible pues sintió un pellizco de soledad cuando no la tuvo cerca después de su última experiencia.
El libro rojo hablaba de eso, la familiaridad y lazos emocionales que cada vez se volverían más fuertes conforme pasaba el tiempo y las experiencias, si así se deseaba. Pero Natsu estaba seguro que ya se había sentido de esta forma anteriormente, pues durante el año que estuvo entrenando, todas las noches se sentía de este modo, perdido y expectante. Pero, ¿Qué era aquello que esperaba?, ¿Esperaba a Lucy? O tal vez esperaba la seguridad que le daba Lucy o la atención que le ponía Lucy.
Sabía bien que lo que sentía por Lucy tenía una palabra, más allá del simple gustar, lo que sentía era más profundo, sabía que había una palabra que describiera a la perfección aquello que sentía cada vez que veía a Lucy, pero no estaba seguro de saberla. Necesitaría otro libro para averiguar eso.
Así pasaron las dos semanas, sin Lucy y sin bufanda. Porque claro, se la había llevado con ella. De acuerdo, no le molestaba tanto, después de todo, él la había dejado ahí y Hakobe era un lugar muy frío.
Cuando él regresó de su misión esperaba con ansias ver a Lucy sentada en el gremio tomando algo o platicando con Levy o ayudando a Mira o cuidando de Asuka o que simplemente estuviera ahí, esperando por él. Pero no estaba y cuando le preguntó a Mirajane, ella le respondió que había llamado por uno de esos recuadros que usaban en lugar de las lacrimas, esos que Warren había inventado y que por supuesto, él no entendía ni tenía intención de entenderlos; Lucy había notificado que había terminado con éxito la misión pero una fuerte tormenta había parado los trenes de salida y tardaría un par de días más en volver.
Natsu había causado tres riñas y dos peleas verbales hasta que Laxus lo había echado del gremio a petición de Mirajane.
— No es culpa nuestra que Lucy no esté aquí— le había dicho Laxus antes de dejarlo fuera. Indignado fue al departamento de Lucy a pasar la noche, nuevamente rodeado por el olor y la calidez que le causaba estar entre sus cosas.
Al día siguiente decidió hacer una misión de un par de días.
Y cuando regresó nuevamente, Mirajane le anunció que Lucy había vuelto y se encontraba en su casa. Entusiasmado había dejado el reporte de la misión, tomó la recompensa y se encaminó a la casa de la rubia.
Pero se detuvo a medio camino.
¿Qué haría cuando viera a la rubia?
¡Hola Lucy! ¿Qué tal tú misión? Todo bien, que bueno. Saca tu caja de juguetes y quítate la ropa que fueron dos semanas muy largas y yo estuve muy solo.
Dio media vuelta y fue a su propia casa.
Dejó la mochila tirada en la puerta, se quitó las sandalias y el chaleco y entró al baño para quitarse el sudor y tierra de los últimos días.
La casa estaba hecha un asco.
Todo normal.
Se cambió de ropa a algo más cómodo y mientras mordía un pedazo de carne seca, comenzó a leer nuevamente el libro rojo. Llevaba ya varios capítulos que hablaban sobre los sentimientos, los límites, los usos de varios objetos, muchos que no conocía y otros que recordaba vagamente haber visto en la caja de Lucy, tendría que ver nuevamente para asegurarse.
Cuando deseo tomar notas de algo importante que podía llegar a hacer con los pechos de Lucy, se dio cuenta que su hoja de notas no estaba en el bolsillo de su pantalón descartado antes del baño. Tampoco estaba en la mochila. Tampoco en la mesa o el baño. No estaba entre las hojas de misiones ya realizadas que aún no pegaba a la pared. No estaba en su recámara bajo la almohada. No estaba en el montón de ropa sucia que adornaba todo el suelo de la habitación.
Estaba en casa de Lucy, donde lo había dejado hacía tres días, la última vez que pasó la noche ahí, aún cuando la rubia estaba de viaje. Su hoja de notas estaba debajo de la almohada izquierda.
Se puso los zapatos rápidamente y corrió hacia el departamento de Lucy. Esquivó árboles y peatones. Un perro y a lo lejos saludo al señor que vendía pan recién hecho todas las mañanas al que le compraba cuando regresaba de alguna misión muy temprano.
Para su fortuna, Lucy no estaba en el departamento, su mochila de viaje estaba recargada hacia la pared aún empacada, cosa que nunca hacía, Lucy tenía la costumbre de en cuanto llegara a su departamento, abrir la mochila y comenzaba a limpiar, ropa sucia, acomodaba en el librero, el libro que había llevado para entretenerse, sacaba la basura que había acumulado y los recuerdos que había llegado a comprar, nunca sacaba la bolsita de color azul donde guardaba sus jabones y su cepillo de dientes, pues le gustaba siempre tener todo listo para salir en cualquier momento y todos sabían que Lucy no viajaba a ningún lado, sin su bolsita azul de jabones.
El que la mochila estuviese ahí, significaba que Lucy había salido a comprar víveres en cuanto había llegado. Esto también significaba que Lucy no planeaba salir a alguna misión nueva por varios días.
Pensó entonces si decidir entre quedarse a esperar a Lucy o irse y volver al día siguiente. Pensó con fuerza mientras entraba por la ventana, seguramente Lucy la había dejado abierta anticipándose a su llegada, tomó sus notas de debajo de la almohada y se tranquilizó al saber que Lucy no las había visto.
— ¡Ah, Natsu! Que bueno que estás aquí.¿Te importaría encender la chimenea? … Aún tengo algo de frío en los huesos— así le saludo Lucy varios segundos después.
Los Dragon Slayer tenían los mejores sentidos, pero en ese momento, se dio cuenta de que tal vez, si era un idiota como muchos decían pues no se había dado cuenta de que Lucy había abierto la puerta cuando él tomaba sus notas.
— ¡Ah, Lucy! Que bien que volviste— sin dirigirle la mirada comenzó a hablarle mientras rápidamente entraba a la cocina para tomar leña y meterla a la chimenea. Podía escuchar como ella ponía varias bolsas de papel sobre la mesa y comenzaba a sacar lo de dentro. Latas de comida y frutas, pan y verduras, carne y tofu, un par de botellas de picante y una botella de vino. — ¿Qué tal tu misión?
— ¡Excelente! Todo salió bien y la pude terminar antes de lo esperado, ¡Hasta tuve tiempo de …!— escuchó como la rubia se detuvo a lo que iba a decir y rápidamente cambió de tema— Pude ver los alrededores pero justo el día que iba a regresar, cayó una tormenta de nieve increíble. Gray la hubiera disfrutado pero yo, ni hablar, me estaba congelando todo el tiempo, no pude salir para nada a la calle, tuve que estar por una semana en el hostal hasta que abrieron la estación nuevamente.
Escuchó con atención como Lucy le contaba más sobre la misión con detalles. Cuando se aseguró que la chimenea tenía un fuego constante, tomó un leño y comenzó a mordisquear el fuego mientras se ponía de pie para ver de frente a Lucy que tomaba cosas de la mesa para ir a la cocina a guardarlas.
No pudo evitar toser con fuerza cuando tragó el fuego tan rápido al ver a Lucy. Un suéter azul, la falda blanca que le gustaba mucho, las medias altas que le apretaban los muslos y le hacían resaltar un pedazo de carne en cada pierna y su bufanda alrededor del cuello.
— Come con cuidado— le dijo Lucy haciendo una pausa de su anécdota que le había sucedido en su misión.
Terminó de comer el fuego y nuevamente metió el leño a la chimenea, decidiendo entonces sentarse en el sillón. Se quitó las sandalias y se sentó cruzando las piernas viendo a Lucy directamente. De modo inconsciente la escuchaba hablar y mientras lo único que su mente podía procesar, era que tenía su bufanda puesta y aún no se la quitaba. Y lo más probable era que no se la había quitado en todo el viaje.
Ella le dijo que prepararía comida, esa carne con picante que le gustaba mucho. Le siguió hablando de cómo se había hecho amiga de un par de jóvenes que también estuvieron varados en el hostal.
Pero Natsu aún no podía salir de estado de asombro. No entendía por qué se sentía así, muchas veces Lucy había usado su bufanda, ¿Por qué esta ocasión era diferente? En su mente, la pequeña voz de la razón le contestó; tal vez, porque esta vez, ya no era simplemente Lucy. Era la mujer por la que tenía sentimientos a los que aún no le ponía nombre pero que sabía que ahí estaban más fuertes que nunca.
Ahora era Lucy, la chica con la que quería hacer cosas indecentes.
Era Lucy, quien quería doblar sobre la mesa y azotar su perfecto trasero hasta que la piel estuviera morada. Lucy, la persona a quien quería darle todo el placer que estuviera en sus manos.
Lucy, a quien quería hacer feliz.
Sin pensar mucho, se puso de pie y caminó hacia ella, quien aún le hablaba de las personas que había conocido mientras le daba la espalda y sus manos estaban ocupadas cortando verduras. Se había quitado el suéter pero no su bufanda y había soltado el listón del cabello pero no se había quitado su bufanda.
Con lentitud se puso detrás de ella, colocando sus manos a los lados de su cintura, tocando cada centímetro de piel que podía, sintiendo el pequeño brinco de susto que dio Lucy, descansó sus manos sobre su estómago, ligeramente abultado y suave a su tacto.
— Na— Natsu…— susurró ella dejando el cuchillo a un lado y tratando de girar su cabeza, que Natsu rápidamente detuvo con una mano poniéndola entre la mandíbula y el mentón, le volvió a poner la cabeza mirando hacia enfrente hacia la ventana, donde podía ver la pared del edificio vecino, donde la luz del sol comenzaba a bajar y daba paso a la noche.
— Solo voy a tomar lo que es mío— la mano que aún reposaba sobre su estómago la bajó hacia el hueso de la cadera donde apretó con un poco de fuerza haciendo moverse hacia atrás para que su espalda topará con el pecho de Natsu.
La curva de los hombros de Lucy tocaba el pecho de Natsu y sus glúteos se acomodaron sobre sus muslos, para ambos parecía una posición perfecta.
Con lentitud comenzó a desenvolver su bufanda del cuello de Lucy mientras la escuchaba jadear ligeramente. Una vez la bufanda estuvo en su mano la colocó sobre su hombro y dejó su mano descansar sobre el cuello de Lucy, justo en la parte donde sus clavículas se unen pero no se juntan, en ese pequeño hueco colocó su pulgar e hizo presión. La escuchó jadear con más fuerza y hacer su cuerpo hacia atrás buscando juntarse aún más con el de Natsu. E inconscientemente, aunque no estaba seguro de eso, ella abrió un poco más las piernas relajando las caderas dándole paso a sentir a Natsu.
Natsu no podía recordar si era la primera vez que Lucy podía sentir su miembro palpitar de entre su ropa respondiendo al cuerpo de ella.
No importó mucho, pues a lo lejos escucho un par de voces y varios pasos haciéndolo salir de su estado ensimismado.
Soltó a Lucy y antes de que ella se diera la vuelta y lo viera y antes de que las personas que se acercaban, Erza, Gray y Juvia, tocaran a la puerta, caminó a paso firme hacia el baño, donde cerró la puerta y golpeó su cabeza contra la misma en repetidas ocasiones.
Quería salir de ahí y golpear a Gray. De todos los momentos en que pudo decidir visitar a Lucy tenía que justamente ser ese, cuando la tenía vulnerable para él solo. Perfectamente abierta y dispuesta para él. Le rompería ahora mismo la nariz.
Después de mojarse la cara y ponerse su bufanda, la cual tenía impregnado el olor a Lucy, ahora si estaba seguro que la había usado todo el tiempo, pues el olor a flores y miel, combinado con un poco de sudor … y ¿Por qué su bufanda olía a Lucy excitada? Acaso … acaso en su tiempo libre encerrada en la tormenta, Lucy se había tocado mientras tenía puesta su bufanda o tal vez … había usado su bufanda para masturbarse.
Rápidamente se quitó la bufanda, pues no estaba seguro de poder tener una conversación coherente mientras la tenía puesta. La dobló y la puso en el pequeño mueble donde Lucy guardaba ropa, junto a sus pijamas y camisetas que no solía usar y un poco de ropa interior. La puso bajo la ropa para que se impregnara más del olor a ella.
Respiró profundo y salió del baño para encontrarse a las personas que menos quería ver en ese momento por interrumpir su tiempo a solas con Lucy.
Erza y Juvia estaban sentadas en la mesa, mientras Gray ayudaba a Lucy a colocar los cubiertos y vasos.
Perfecto, se quedarían a comer.
Pasó detrás de Gray y le dio un golpe con la mano extendida en la parte de atrás de la cabeza. Con fuerza. Mucha fuerza.
— ¡¿Y eso por que fue, idiota?!— le grito Gray pero lo ignoró. Entró a la cocina y se encontró con Lucy terminando de sazonar la carne. Tomó el recipiente que tenía las verduras y en la mano otro con el arroz.
Colocó ambos recipientes sobre la mesa y acercó la silla del escritorio para que Lucy se sentara, a falta de más sillas, Gray se vio en la necesidad de hacer una de hielo y por supuesto sentarse a un lado de Juvia.
No le molestaba que Juvia estuviera ahí. Para nada, Juvia le agradaba, la consideraba muy inteligente y más fuerte de lo que se daba crédito. Era muy bonita y tenía un buen sentido de la moda. Era agradable platicar con ella y ser su amigo. Pero Natsu no entendía, por que aún permitía que Gray mantuviera su relación en secreto.
Desde donde estaba sentado podía ver como ambos tenían las manos entrelazadas sobre el muslo de Juvia. Siempre los encontraba haciendo esos pequeños gestos en cualquier lado, no era como que fueran discretos o silenciosos, no, al contrario, en ocasiones estaban besándose fuera del gremio donde todos los podían ver.
Pensó que por alguna razón estaban de esa manera, pensó entonces, que no debía de juzgar, que se tomaran su tiempo. Al final, le gustaba ver a Juvia feliz y a Gray más abierto con respecto a sus sentimientos.
Pero eso no le quitará que estuviera enojado con ellos por haber llegado justo en ese momento.
Volvió a golpear a Gray en la cabeza.
— ¡Ya basta, idiota!— le grito Gray mientras se sobaba la cabeza.
— Nada de peleas en la mesa— les regaño Lucy acercándose a la mesa con la sartén de comida — Natsu cambia el lugar.
Rodó los ojos pero le hizo caso a Lucy. Se sentó ahora viendo a Gray y a Juvia de frente. El regaño de Lucy no detuvo a Gray de levantar ambos dedos medios hacia Natsu.
— Erza, diles algo— pero Erza no les estaba poniendo atención. Su mirada estaba sobre las fotos que estaban sobre el mueble detrás de Natsu. Estaban las fotos de sus papás, una foto muy vieja de él, Happy y Lucy. Otra con Levy y las demás chicas del gremio y una donde estaba todo el gremio, más ciertas personas que solían visitar regularmente.
Natsu rodó los ojos una vez más, sabía por qué Erza estaba viendo esa foto, otra vez, había peleado con Jellal.
Así pasaron la comida que se había convertido en cena. Entre peleas y risas. Con pláticas y comentarios. Juntos. Como una familia.
— ¿Cuando vuelve Wendy?— preguntó Lucy a nadie en general.
— Nosotros iremos la próxima semana por ella— comentó Gray— Hay varias cosas que quiero hablar con Lyon y no queremos que ella regrese sola.
Wendy había ido a Lamia Scale a pasar un tiempo con Shelia para ayudarle a recuperar sus poderes, que con lentitud había comenzado a tener nuevamente. Hacía mes y medio, Wendy aprovechó una misión cercana para ir y se llevó a Charlie y a Happy.
Valla que los extrañaba.
— Creo que es momento de irnos— comentó Juvia al ver a Lucy bostezar un par de veces— Lucy— san debe estar muy cansada.
Antes de que Lucy pudiera decir algo, todos se pusieron de pie y comenzaron a alzar la mesa y antes de lo que imaginaron, la mesa y la cocina estuvieron recogidas.
— Muchas gracias, chicos—
— Gracias a ti, por la comida, estuvo delicioso— le contestó Erza.
Se despidieron del trío entre promesas de verse al día siguiente, entre varios golpes por parte de Gray a Natsu y un abrazo muy largo entre Erza y Lucy. Natsu no los siguió, pues como si también viviera ahí, los despidió desde detrás de Lucy. Una vez Lucy cerró la puerta se estiró y soltó un bostezo.
Natsu se acercó un poco más a ella y colocó sus palmas calientes sobre sus hombros, ella saltó ligeramente al contacto inesperado pero suspiró con gusto al sentir como Natsu le masajeaba ambos hombros.
— Mmm … Natsu— así fue como supo que eso le empezó a gustar, bajó un poco más las manos y con ambos pulgares masajeó la columna justo en medio de los omóplatos, ella recargo su cuerpo sobre sus manos y dejó caer la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.
— ¿Te gusta Lucy?— había leído en el libro rojo, que al principio de todas las experiencias, era importante saber si la otra persona estaba cómoda, si estaba disfrutando o si necesitaba parar. Desde algo tan simple como lo que hacía en ese momento hasta los extremos.
— Mucho— susurró ella. Bajo un poco más las manos y esta vez las puso sobre la curva que creaba su columna ahí masajeo por un momento para después acercarse a ella unos centímetros más. Sin tocarla pero no suficiente para que pudiera sentir el calor corporal que transmitía.
— Estoy aquí para darte placer, Lucy— había leído también, que si quería tener el papel de la persona más dominante, debía de asegurarse de cuidar de la otra persona. Y él consideraba que ya cuidaba mucho de Lucy, no precisamente en el sentido del que el libro hablaba, pues siempre se aseguraba de cuidar de Lucy en las batallas o después de algún enfrentamiento donde usase mucha energía. Pero esto era diferente, es un tipo de cuidado más privado que había decidido comenzar a practicar cuando únicamente estuvieran solos.
— Natsu— ella se dio la vuelta para verlo de frente y hacerlo parar a sus atenciones — Hay algo que quiero mostrarte.
Ella lo miró con sus enormes ojos cafés, directo hacia su alma. Ella podía mostrarle el mismo universo y él estaría feliz de verla solo a ella.
Entonces ella caminó hacia su armario. "¿Acaso le mostraría su caja llena de instrumentos?" Lucy tomó dicha caja entre sus manos y algo dentro de Natsu saltó de alegría. Ella se colocó cerca de la mesa y comenzó a abrir la caja mientras le hablaba a Natsu sin mirarlo.
— Esto … son algunas cosas, qu— que me dio Mira y Virgo— una vez más, Natsu se paró muy cerca de ella, con su hombro tocando su pecho y su respiración casi sobre su oreja. Observó dentro de la caja y vio la misma cantidad de objetos que la última vez, por el ligero olor a polvo, había afirmado que Lucy no los había usado ni movido en todo ese tiempo— Yo inten— intente usarlosperonopudehacerlos— olapprquenoseusarlamitaddeellosyestabapensandoque— talveztuqueestas leeyendoellibro sisepascomousarlos.
Natsu odiaba cuando Lucy hablaba tan rápido por que no le entendía nada de lo que decía, pues de todo lo que dijo, solo entendió que no sabía usarlos. No sabía por qué ella pensaba que él sí iba a saber, no era como que el libro rojo tuviera ilustraciones … tal vez debería de buscar uno que si tuviera.
Al no tener respuesta de parte de Natsu, Lucy comenzó a sacar varios objetos de la caja con las manos ligeramente temblorosas.
— Me gustaría usar estos — le susurro haciendo la mano a un lado para que Natsu viera con claridad de que estaba hablando. Sobre la mesa estaban un par de esposas de cuero con varias cadenas alrededor, se imaginaba eran para ¿darles más uso? Tal vez para usar algún intermediario y amarrarlos entre sí. Definitivamente necesitaba algún libro con imágenes. A su lado había una paleta larga forrada del mismo cuero que las esposas. Ese si entendió para qué era.
— Tal vez podríamos usar algo más suave antes de usar esto— él no tenía problemas en usar la paleta de cuero, pero antes necesitaba asegurarse de los niveles de lo que Lucy estaba dispuesta a aceptar.
— ¿Como tú mano?— preguntó Lucy entre susurros.
— ¡Claro!— le contestó entusiasmado, se despegó de ella y fue a sentarse a la cama con las piernas extendidas, palmo sus muslos y le hizo señas para que fuera con él.
— ¿Qu— qué? ¿Ahora mismo?— le pregunto nerviosa.
— Qué mejor momento que el ahora— le contestó Natsu con su perfecta sonrisa y al ver la duda reflejarse en su rostro decidió primero preguntarle — ¿O prefieres decirme cuando estés lista?
La vio un par de segundos dudar mientras juntaba sus manos con nerviosismo. Pero cuando sus ojos se volvieron a encontrar, trató de transmitirle seguridad.
— Quiero hacerlo ahora— dijo con firmeza y caminó hacia él. Ella se subió a la cama y gateó para acomodarse sobre de sus piernas, Natsu noto como primero colocó su cuerpo del modo en que sus pechos quedaron sobre su muslo, pero después decidió moverse un poco más dejar que cayeran a un lado, cruzó sus brazos y descanso su cabeza sobre ellos. Junto sus rodillas pegandolas a la pierna de Natsu haciendo que la parte inferior de su cuerpo quedaría ligeramente elevada y elevo ligeramente los tobillos.
Con gentileza, Natsu descanso sus manos sobre su piel después de moverle el largo cabello a un lado. Su mano izquierda sobre su hombro y su mano derecha sobre su espalda baja.
— Me gustaría que si digo la palabra esfera, paremos— le susurro una vez se acomodó.
— Tu palabra es ley— le recordó usando las mismas palabras que su primera conversación y con carisma le preguntó — ¿Cuántas nalgadas deberías de recibir, Lucy?
— Creo … creo que cinco está bien— habló muy bajo escondiendo ligeramente su rostro entre sus brazos. Natsu la pudo sentir temblando ligeramente.
— ¿Creés?— preguntó.
— Cinco, por favor— Natsu asintió aún que ella no lo podía ver. Con mucha paciencia, comenzó a levantar con lentitud la falda, junto la tela sobre la cinturilla y dejó al descubierto su piel solo cubierta por los calzones blancos que llevaba puestos.
— ¿Y por qué crees que mereces cinco?— Dejó su mano izquierda descansando sobre el hombro de Lucy para sostenerla y con mucho lentitud acercó su mano derecha hacia uno de sus muslos, donde tomó con un dedo la orilla de una de sus medias y la movió ligeramente sin mover la prenda de su lugar. Como le gustaba cuando usaba esas medias.
— Por qué me he portado bien— Espero hasta que ella contestara para comenzar a sobar sus nalgas.
— ¿Te has portado bien? Te recuerdo que te llevaste mi bufanda, sin preguntar— ensimismado con el trasero de Lucy, más relajado que nunca y con demasiada euforia entre sus venas planeaba cuánta fuerza usar. No era la primera vez que tocaba el trasero de Lucy. Se habían encontrado en muchas situaciones, algunas embarazosas otras no tanto, que dieron paso a que él ya había tenido el placer de tocar a Lucy. Pero en este caso, se estaba tomando su tiempo de tocar las bultos.
Calentó su mano y dejó que su palma tronara contra la piel de Lucy.
— Quiero que cuentes en voz alta para mi, Lucy— le dijo cuando escuchó que de su boca salía un gemido. No sabía si de dolor o de placer, tenía cuatro oportunidades más para saber.
— Uno— suspiró Lucy.
— Dos— la segunda ocasión repitió lo mismo, la misma fuerza y la misma temperatura de su mano. Sintió como la rubia se movió en su lugar como si quisiera acomodarse mejor.
— ¿Por que mi bufanda huele a ti?ti— le preguntó distrayendo a la rubia después de sobar el lugar donde había recibido las anteriores nalgadas.
— Yo la usé estos días— y justo cuando terminó la frase recibió la tercera nalgada, mismo calor pero más fuerza — Tres.
— Pero, ¿Por que huele a algo más que tu jabón?— esta vez la vio mover sus manos para agarrar entre sus puños la cobija y enterró su rostro entre las mismas cobijas.
— Yo … yo la use— se limitó a contestar.
— Lucy, recuerda que tienes que ser sincera conmigo— le dijo y volvió a acariciar el punto de carne que ya se encontraba roja. Podía ver como apretaba sus muslos y como sus codos se encajaban ligeramente sobre su pierna.
— Yo la use … la use para … ugh— por cuarta vez Natsu dejó que su palma tocaron la suave piel de Lucy, se maravilló al ver como las nalgas de Lucy temblaban sobre el impacto, como la perfecta piel estaba al rojo vivo y sintió como él comenzaba a excitarse al realizar la acción— Cu— cuatro.
— ¿Para qué usaste mi bufanda, Lucy? — insistió dejando su palma sobre ese punto, donde las nalgas sobresalen.
— La use … pa— para tocarme— eso era justo lo que quería escuchar. Aún con más gusto, abusó una vez más de las nalgas de Lucy.
— Cinco— suspiró y Natsu se tomó su tiempo para sobar con lentitud y mucha, mucha delicadeza la piel expuesta. Aunque enrojecida, su piel no parecía que formaría ninguna contusión. Eso significaba que había medido bien su fuerza y el calor que usó.
— ¿Cómo te sientes?— le pregunto mientras la ayudaba a sentarse sobre la cama. Aún que dio un pequeño salto y un gemido cuando sus talones tocan la piel roja.
— Bien— le contestó cuando busco ponerse de piel, a lo que rápidamente Natsu le ayudó sosteniéndolo de los brazos mientras ella se tambaleaba ligeramente — Me gustó.
— Me alegra— y era verdad, se sentía muy alegre de ver a Lucy sonreír con gusto — ¿Quieres que te prepare un baño?
— Eso me gustaría— le contestó después de que mostrara duda en el rostro, el cual no dejaba de estar completamente rojo. Le tomó de la muñeca y la encaminó al baño donde encendió la llave del agua y dejó que se llenara, metió una mano y en un segundo toda el agua comenzó a hervir, justo como le gustaba a Lucy — Gracias.
El salió del baño para darle privacidad y cerrando la puerta detrás de si, se encaminó hacia la mesa donde inspeccionó varios objetos ahí y trato de recordar si había leído de ellos en el libro rojo, otra vez, tendría que leer la parte de los objetos. Guardo todo dentro de la caja y la colocó dentro del armario. Decidió esperar a que Lucy disfrutara su baño con calma, así terminó de recoger los platos ya secos que Erza había lavado, acomodó todas las sillas en su lugar.
Cuando comenzó a escuchar que Lucy salió de la bañera y podía oler la crema que usaba en todo su cuerpo, decidió asegurarse de que la chimenea tuviera suficiente leña para seguir unas cuantas horas. Cuando salió del baño tenía ya el pijama puesta y olía a limpio, entre sus brazos tenía la bufanda de Natsu.
— Podría lavarla si quieres— le dijo con la voz calmada y baja, entre cohibida sin mirarle a los ojos.
— Nop— tronó los labios al mencionar la P y tomó su bufanda para ponerle en el lugar que correspondía— ¿Quieres que seque tu cabello?
Ella asintió y se encamino a la cama, donde abrió las cobijas y se medio para sentarse y darle la espalda a Natsu, que rápidamente comenzó a desenredar los cabellos con sus propios dedos y en menos de cinco minutos todo su cabello estaba completamente seco, enterró por última vez sus dedos en las hebras.
— Listo— festejo y ella se dio vuelta para verle de frente. Natsu se acercó a su rostro y le dejó un beso en la frente — Adiós Lucy, descansa.
No espero a que ella le contestara, salto hacia la ventana y salió de ahí con dirección a su propia casa. Por un momento pensó en dar la vuelta y pasar la noche en el sillón con ella, pero siguió su camino hacia su cabaña donde pensaba masturbarse con Lucy en sus pensamientos en cuanto llegara.
