Fairy tail no me pertenece. La historia es de mi imaginación.
Advertencia: Solo mayores 18. Por favor, no imitar lo aquí escrito. SIEMPRE todo consensuado. Practiquen sexo seguro. Comuníquese con sus parejas.
Capítulo IV
The only thing that works for me
—¿Natsu?— Levy le sorprendió cuando veía entre todos los libros de la biblioteca del gremio.
La joven que entre sus brazos cargaba varios libros lo miraba desde la entrada del pasillo. La biblioteca había sido recientemente remodelada, expandida, a lo que Levy con mucho gusto se había ofrecido a acomodar y atender el lugar. Añadiendo el hecho de que nadie la dejaba hacer más trabajo físico de lo necesario, siempre había más personas que voluntariamente se ofrecían a ayudarle.
Por eso cuando Natsu la vio cargando varios libros, rápidamente se acercó a quitárselos de las manos, aunque ella se resistió un poco, al final, soltó los libros y después descansó sus manos sobre su abultado estómago.
—¡Levy!, ¿Como están mis pequeños nakamas?— sin pedir permiso como había hecho desde que Levy les había dicho que estaba embarazada y su estómago había comenzado a mostrarse, colocó su mano sobre el vientre y comenzó a palpar buscando algún movimiento que viniera de dentro.
Y como si lo estuvieran esperando, sintió una patadita sobre su mano. Levy hizo una mueca y acompañó la mano de Natsu sobre su vientre.
—Parece que saben eres tú quien les estás hablando— le dijo Levy.
—Por supuesto— con más entusiasmo buscó sentir otro movimiento — Saben cuando su tío Natsu les está hablando, su tío Natsu espera ansioso a que salgan de ahí para empezar a enseñarles magia y que sean muy muy fuertes.
No era la primera vez que Natsu hacía eso, ponerse a hablar hacia la barriga de Levy, o sin avisar comenzar a sobar, por supuesto haciendo enojar a Gajeel, no le importaba mucho lo que se enojara el pelinegro, tenía derecho a hacerlo. Había crecido junto con Levy claro que tenía el papel de tío antes que muchos otros.
—Yo también ya espero que salgan, a veces no soporto más mis pies— se quejó Levy y se acercó a uno de los libreros para comenzar a sacar más libros y dárselos a Natsu. Él observó, cómo muchas veces lo hacía, lo extraña que se veía la joven embarazada.
Su complexión tan pequeña y su barriga tan prominente la hacían ver un tanto chistosa, Natsu ya había aprendido la lección de no burlarse de Levy. Una Levy embarazada era peligrosa.
—¿Estabas buscando algo en especial, Natsu?— recordó entonces que si, estaba ahí en busca de un libro y no había nadie mejor que Levy para ayudarle.
—Si, quiero intentar algo nuevo y esperaba que me pudieras ayudar— le comenzó a contar sus ideas sobre una nueva técnica pero necesitaba un poco más de conocimiento en la termodinámica de varios elementos.
—Solo puedo ayudarte con la información, recuerda que no puedo acercarme al laboratorio— lo último lo dijo con resentimiento, pues Gajeel específicamente le había prohibido a su esposa hacer más experimentos mientras estuviera embarazada, la última vez algo no había salido bien y se había intoxicado con unos vapores que solo Porlyusica pudo identificar; así Gajeel se aseguró con ayuda de Freed que su esposa no pudiera entrar al laboratorio por lo que restaba de su embarazo.
Varios minutos después, Levy había sacado varios libros que estaba ya sobre los brazos de Natsu e insistiendo que no podía seguir parada, se sentaron en una de las mesas del gremio, aunque el clima aún era agradable, Levy había atrapado un resfriado hacía poco por lo que también cuidaba donde se sentaba para evitar los fuertes cambios de clima.
—Leeeeeevy explicamelo en humano— se quejó Natsu después de que llevaban un par de horas entre libros y jugos de manzana para Levy, que la joven explicaba ciertos elementos que debía de tomar para lo nuevo que intentaba hacer.
—Me refiero que vas a necesitar una velocidad de 180 kilómetros por hora para que ese movimiento pueda funcionar, básicamente necesitas la velocidad de un huracán— le dijo Levy señalando entre páginas de libros lo que le quería explicar.
—Eso sí lo entiendo— examinó un poco más las hojas hasta que escucho a Levy quejarse un poco.
La observó acomodarse otra vez en su lugar, hacía mucho se había quitado los zapatos y cada vez la veía más incómoda. Con insistencia se masajea el vientre mientras suspiraba.
—¿Te encuentras bien, Levy?— le preguntó Natsu preocupado.
—Solo me siento un poco cansada—
—Mejor dejamos esto por hoy— Natsu comenzó a recoger todos los libros haciendo a un lado los que se llevaría a casa para seguir estudiando— Qué tal si te acompaño a casa.
—No es necesario Natsu, solo necesito recostarme un poco— así Natsu la acompañó hacia la enfermería, caminando a un lado de ella a paso muy lento, dejo que usara su brazo para recargarse, le ayudó a recostarse en una de las camas y se aseguró de que estuviera cómoda; Natsu observó antes de irse para dejarla descansar como Levy se sobaba el vientre mientras hablaba en voz baja.
—Aún no es tiempo, papá tiene que volver de su misión primero—
—Oye, Mira— le llamo Natsu acercándose a la barra— Acabo de dejar a Levy en la enfermería, no se sentía muy bien ¿Deberíamos de llamar a la vieja Porly?
—Dejame ir a checar, si llamamos a Porly se podría poner nerviosa— Natsu asintió y dejó que Mirajane le diera una pequeña visita a la joven embarazada. Se acercó a la mesa que habían estado usando con anterioridad y comenzó a recoger los libros que habían usado.
En la librería no tenía idea de cómo acomodarlos así que dejó unos cuantos de los que habían usado sobre uno de los escritorios y dejó en sus manos cuatro que llevaría a casa.
—Ya está dormida— le aseguro Mira después de salir de la enfermería cerrando la puerta detrás de ella —Tal vez solo está cansada, le prepararé algo para cuando despierte.
—Si tú dices— Natsu encogió los hombros y salió de ahí para ir a su casa con los libros bajo el brazo.
Iría a casa a estudiar los datos que le había dado Levy y saldría a entrenar. Tal vez debería usar estos días para entrenar, después de todo, no saldrían a una misión hasta que Gray y Juvia fueran con Wendy.
Tal vez debería tomar una misión él solo o tal vez podría ir a visitar a Anna o podría decirle a Erza o podría seguir inventando mil razones para no ir con Lucy.
Había intentado ir con ella. La mañana siguiente había despertado con los nervios en el estómago y la bilis en la garganta, había llegado hasta su departamento pero no había podido entrar. No se atrevía.
No entendía bien de dónde venían sus nervios. ¿Era que no podía ver a Lucy a la cara?
Solo había permanecido horas viéndola desde el techo del edificio vecino, despertar, desayunar y comenzar a limpiar el departamento. No había hecho nada fuera de lo común, era simplemente Lucy haciendo cosas comunes, ¿Entonces por qué se había quedado viéndola por horas? ¿Por qué sentía nervios cuando pensaba en ella? Estaba seguro de que no estaba enfermo, entonces no entendía porque sentía su estómago dar vueltas cuando pensaba en ella.
Una vez en su casa, dejó los libros sobre la mesa y pensó que debería seguir el ejemplo de Lucy. Limpiar antes de que Happy volviera y se quejara de que vivía en un basurero.
Tuvo que poner varias cargas de lavado, limpió la cocina dejándola reluciente, reacomodo la pared con los recuerdos, quito la tierra de los muebles, lavo las cobijas de su cama, limpió los pisos y las paredes, el baño y le sacó brillo a la mesa, limpió hasta las ventanas y aún así, no pudo dejar de pensar en por qué quería evitar a Lucy.
Era su mejor amiga y no debía evitarla. Simplemente, estaban haciendo cosas juntos que nunca habían hecho, y Natsu esperaba que iban a hacer muchas más cosas juntos.
¿Entonces por qué Natsu sintió culpabilidad cuándo llegó a casa después de haber azotado a Lucy?
Cuando la euforia murió y se quedó sólo con sus pensamientos. Se replanteó lo que acababa de hacer, deliberadamente había hecho daño a Lucy, su propia mano había causado daño en la piel de Lucy. Aún que ella le había asegurado que le gustó, cómo podía estar seguro de que el día de mañana no lo iba a odiar por haberle azotado.
No podía perder a Lucy. Tal vez todo esto no fue buena idea.
Toc. Toc. Toc.
La puerta de su casa sonó con tres ligeros golpes.
Lucy estaba del otro lado de la puerta. ¿Qué estaba haciendo ella ahí? No era suficiente atormentar lo en sus pensamientos pero también en su casa.
—¿Natsu?— escuchó que le llamó desde fuera. Si no se movía podía fingir que no estaba en casa y ella se tendría que ir, así que tendría más tiempo para pensar en cómo verla a la cara— Sé que estás ahí, puedo ver tu sombra.
Estupida sombra.
—Hola, Lucy— le saludo en cuanto abrió la puerta. No se atrevía a verle a los ojos, veía su rostro cual mancha borrosa y distraía su mirada hacia varias partes de ella. Las manos nerviosas sujetando el cordón de su bolso. Los pies con las puntas apuntando hacia dentro, las rodillas pegadas y la chamarra mal puesta que tenía la orilla hacia dentro y una manga doblada. Notó ahí que su atuendo no era el que había usado en la mañana que había ido a su casa, olía a limpio pero también a un poco de sudor, no tenía maquillaje puesto y solo podía oler el leve olor a la crema que se ponía en la cara por las noches.
Noche.
Era ya de noche. Había perdido todo su día limpiando su casa. Había perdido un día completo que perfectamente pudo haber usado para entrenar o para ir a comer o para una misión rápida o para hacer cualquier cosa que no fuera limpiar. Ni ver a Lucy, aparentemente.
—Hola— dejo la inspección para dignarse a verla a la cara. Tenía esa mirada ilusionada que tanto le gustaba ver. Esa misma que tenía cuando encontraba un libro que le gustaba o cuando hablaba de la nueva novela que estaba escribiendo o cuando hablaba con sus espíritus celestiales.
—Hola— le contesto estúpidamente.
—¿Puedo pasar?— le preguntó después de unos minutos donde nadie se movió.
—Claro— Natsu se hizo a un lado y dejó que entrara a la recién limpiada casa.
—Wow, Natsu, qué limpio está todo— la impresión estaba en su voz, la vio acercarse a uno de los muebles donde pasó el dedo y lo levantó completamente limpio— Estoy impactada.
—Si bueno, necesitaba entretenerme en algo— se rascó la cabeza y se adentra a la casa, buscando algo en que entretenerse. Levantó unos papel que se habían caído y notó como Lucy se quitaba los zapatos y los dejaba a un lado de la puerta, del mismo modo dejaba su bolso en el sillón haciendo sonar sus llaves dentro.
—¿Entretenerte para no ir a verme?— preguntó Lucy cruzando los brazos buscando su mirada tentativa.
—…— Natsu no pudo responder, la pregunta le había sacado de su órbita, pues justo era por eso que se había entretenido.
—¿Me estás evitando?— suspiro pesadamente y dejo caer los hombros. No podía mentirle a Lucy, ni esconderle nada; él mismo le había pedido que fuera honesta con él, él debía reciprocar del mismo modo.
—Si, Lucy— dejó lo que tenía en la mano sobre la mesa y se acercó a ella. Podía ver en su rostro como tenía las cejas muy juntas y caídas y como su boca formaba una mueca.
—¿Por qué?— casi pudo escuchar el sufrimiento en su voz.
—Porque me siento culpable—
—¿Culpable de que?¿Qué hiciste ahora?— negó rápidamente con la cabeza y se acercó más a ella. Necesitaba tenerla cerca y tocarla, con duda alzó las manos para tomar su rostro e inspeccionar más, descansó ambos pulgares sobre cada mejilla y dejó que sus demás dedos envolvieran la mandíbula, tocando con la orilla de sus dedos las orejas ocultas por el cabello suelto.
Cejas muy juntas, sin rastros de maquillaje, rastro de brillo en los labios, podía oler sal ligeramente. Lucy era tan hermosa.
—Sabes que eres muy importante para mí, y me siento culpable de … — tragó saliva y dejó sus ojos fijos en los de ella— Me siento culpable de haberte azotado. Se supone que debo protegerte, siempre y … y te hice daño a voluntad, Lucy.
—Oh, Natsu— su rostro se relajó y ella sonrió mirándolo con ternura, colocó sus propias manos sobre las de él, apretando las en el proceso. Natsu notó el cambio, sus manos más blancas y suaves y las de él más ásperas y llenas de cicatrices— De verdad, no tienes porqué sentirte así.
—¿No?— no pudo evitar preguntar aún con duda, sintiendo su estómago volver ante la angustia que sentía.
—No— ella negó con la cabeza haciendo saltar su cabello— Esto va más allá de hacerme daño, yo estoy de acuerdo, esto es más que simplemente dolor. Esto es … mucho más. No me atrevería a hacer esto con alguien más que no fueras tú.
—¿Enserio?— ella asintió sonriendo con más ganas. No podía mentir y estaba seguro que su rostro también lo dejó en claro. Estaba sorprendido de que Lucy aceptara eso frente a él y en voz alta.
A veces, Natsu creía que Lucy era un poco con Gray o como Cana. Que eran más cerrados con sus emociones y no hablaban de ellas usualmente; parecía que les gustaba guardar sus emociones y sufrir en silencio. Natsu lo entendía, todos habían pasado por mil y un desgracias, y se había esforzado en hacer que Lucy fuera más abierta con él, del mismo modo en que ella lo había aceptado a él. Se habían complementado más allá de la amistad y eso era algo que no envidiaba a nadie, porque ni Levy tenía esa conexión con Lucy.
—Tengo que ser honesta contigo, ¿Recuerdas?— Ella se rió un poco y a Natsu le parecieron las campanitas más adorables jamás. Se dio un poco de asco a sí mismo al pensar aquello.
—Gracias por ser honesta conmigo— le dijo y decidió que era momento de soltar su rostro, aunque de verdad no quería hacerlo, lo que quería era abrazar a Lucy y no soltarla por un buen rato.
—De nada— observó como ella miro hacia todos lados como buscando algo — Estoy segura que en el Libro Rojo debe de venir algo para que entiendas mejor lo que quiero decir, de cómo me siento.
—Lucy, ¿Viniste a buscar el libro?—
—… No— Lucy definitivamente había ido a buscar el libro. Natsu rodó los ojos y le aseguro que no lo iba a dejar a simple vista para que cualquiera pudiese ver — Claro, como te voy a creer que lo escondiste, ahí mismo tienes varios.
Dejó de estar a su lado y rápidamente se acercó a la mesa hacia los libros que Levy y él habían usado temprano ese día.
—Esos son libros para estudiar— movió una mano para quitarle importancia mientras Lucy inspecciona los volúmenes— Levy me está ayudando a entender unas cosas para una nueva técnica.
—Si, me menciono algo hace rato— la vio estar más tiempo de lo necesario viendo los libros, no estaba seguro que fueran sobre algo que a Lucy le pudiera interesar, ¿Por qué los veía tanto?
—¿Cómo sigue?— se dejó caer en el sillón viéndola sostenerse sobre una pierna y moverse ligeramente sobre su propio eje.
—¡Oh! Mejor, parece que solo estaba cansada. Mira me llamó para que la acompañara a ver a Porly, le dio unas vitaminas y parecía mejor cuando la deje en su casa hablando con Gajeel por lacrima— le dijo cuando dejó los libros a un lado y puso toda su atención en él.
—Debe de extrañarlo mucho— Natsu recordó que Levy había pasado varios días con Lucy cuando Gajeel se había ido a la misión de la que aún no volvía, la que el Maestro le había insistido que fuera, pues no había nadie mejor que él para infiltrarse. Ella lo había despedido a él y Lily con una sonrisa pero cuando se habían marchado con dificultad podía hablar. Natsu sospechaba que algo tenía que ver con los genes de Dragón Slayer.
—Si— sólo escuchó lo que Lucy dijo. Siguió su mirada y la captó sobre el único reloj que tenía, que justo le había regalado ella cansada de que siempre llegará tarde a todos lados. El reloj marcaba media noche. Valla que había pasado todo el día limpiando—Ya es muy tarde, ¿Te importa si pasó la noche aquí?
—No veo porque tengas que preguntar— encogió los hombros para restarle importancia— No es como si yo te preguntara cada vez que pasó la noche en tu casa.
—Preguntar, es el modo correcto y te lo he dicho cientas de veces— le contestó indignada.
—Y te voy a seguir ignorando— era cierto, Lucy le había dicho muchas veces que primero preguntará antes de decidir quedarse a dormir. Ella rodó los ojos y comenzó a quitarse la ligera chamarra que tenía puesta, la vio temblar un momento.
—Está muy frío aquí— se quejó mientras lo seguía a la habitación, después de que Natsu había cerrado la puerta principal con llave.
—No es que necesite encender la chimenea— Natsu hizo a un lado ropa limpia que no había guardado y acomodó un poco las sábanas de la cama.
Hacía mucho dejó de dormir en la hamaca, aunque aún la tenía y la usaba en ocasiones para una siesta rápida, Lucy lo había llevado a una tienda donde lo obligó a comprar una cama, se había quejado que no la necesitaba y que no la quería. Pero su indignación no duró ni la primera noche. Amaba su cama tanto como amaba la cama de Lucy.
Lucy rápidamente se metió debajo de las cobijas reclamando su usual lugar, cerca del centro, pero un poco más pegada al lado derecho viendo hacia la puerta de la habitación.
Natsu se quitó la camiseta y la dejó caer en el suelo. Apagó la luz y se metió en la cama del lado contrario de Lucy. Como siempre jalo un poco la cobija pues Lucy tenía la costumbre de jalar las sábanas entre sus sueños y él terminaba destapado, aún que no era como si necesitara cubrirse del frío, le gustaba la comodidad que le daban las sábanas.
"Puede ser que esto fuera una mala idea"
Cuando Natsu dejó que su cabeza descansara en una de las almohadas, no pudo cerrar los ojos, pues, todo olía a Lucy. Las cobijas, las almohadas, la habitación, Lucy llevaba tan solo minutos en la habitación y ya había logrado que su olor a flores inundara el lugar.
Se dio la vuelta para quedar con el pecho recostado hacia la cama y gruñó sobre la almohada. Dormir de este modo iba a ser más difícil. Pero no imposible.
—Natsu— Lucy le llamó en susurros. El solo se limitó a soltar un sonido grutal para darle a entender que la escuchaba — Tengo frío.
Natsu solo extendió su brazo. Lucy se movió sobre la cama imitando un gusano y se envolvió en el brazo de Natsu para tomar su calor corporal.
Lo que Natsu no previó, era que Lucy tomó su brazo y lo abrazó, dejándolo perfectamente entre sus pechos y como Lucy acostumbraba, no estaba usando sostén. Lo que extraño a Natsu, fue que ella acercó sus pies hasta sus piernas y envolvió sus propias piernas entre las de él. A Lucy nunca le había gustado acercar sus pies a los de él.
—Natsu— le volvió a llamar Lucy. Esta vez Natsu giró la cabeza para ver a Lucy y se encontró con el rostro de ella demasiado cerca. "¿POR QUÉ ESTABA TAN CERCA?" Con lentitud y discreción, deslizó un poco su cuerpo para alejarse de Lucy, con todo el cuidado posible para que ella no fuera a mal interpretar su separación.
—¿Ahora que?— le preguntó alzando una ceja y observando su rostro entre la oscuridad. Ella suspiró un par de veces, movió sus ojos hacia todos lados y Natsu pudo escuchar y sentir sobre su brazo, su corazón comenzó a latir con fuerza. ¿En qué estaba pensando Lucy?
—Yo … qui—quiero que hagamos algo— dijo finalmente, su aliento caliente chocar contra su rostro lo desconcertó. El como Lucy apretaba entre sus manos su brazo y como uno de los piel se había comenzado a mover sobre su pantorrilla, ella se acercó más hacia su cuerpo, sintió la punta de sus pechos tocar y aplastarse sobre sus costillas y el hueso de su cadera chocó contra su cintura.
—¿Algo, como dormir?— una vez más su boca se abrió antes de que su cerebro se conectara.
—No— ella susurró moviendo la cabeza moviendo mechones de cabello sobre su rostro —Quiero que me veas.
—¿Quieres que prenda la luz?— Natsu pudo jurar que entre la oscuridad vio a Lucy rodar los ojos.
—Quiero …. Quiero que me veas mi—mientras … me—me tocó—
Natsu recordaba haber leído algo sobre eso en el libro Rojo. No recordaba cómo se llamaba esa práctica pero nunca pensó que Lucy le pidiera algo así. Ella era reservada y cuidadosa de nunca dar una mala imagen y la pequeña proposición sólo logró encender dentro de su estómago aquel torbellino de emociones.
—De acuerdo— entonces Lucy sonrió. El se movió para ponerse de lado y sostener su cabeza sobre su brazo izquierdo, descanso su brazo derecho sobre la cintura de Lucy y dejó que también se acomodara para quedar boca arriba, dejando uno de sus pies entrelazado entre las piernas de Natsu.
Hubo un pequeño silencio incómodo donde solo podían escuchar sus respiraciones y el crujir de la cama ante el movimiento.
Entonces Lucy movió su mano con dirección hacia sus leggins y Natsu rápidamente le sostuvo la muñeca. Ella soltó un grito callado ante el susto.
—Yo te diré cuando— le soltó la muñeca y movió su mano hasta la cobija que estaba enredada entre los dos, destapó a Lucy haciéndola temblar suavemente ante el repentino frío. Lucy solo miraba hacia el techo, con la respiración suavemente agitada y con la pierna solitaria temblando.
—Quiero que me enseñes como te tocas, Lucy— con la proximidad que aún tenían, Natsu sintió que la rubia suspiró y retuvo el aire más de lo necesario, se tardó un momento y comenzó a bajar metiendo la punta de sus dedos bajo la tela con su mano derecha. Pero Natsu le detuvo una vez más— Sobre la tela.
Ella asintió y bajó su mano hasta el monte que adornaba su entrepierna y deslizó sus dedos sobre la tela. Con suavidad y lentitud, como si fuera la primera vez que se tocaba y,quería tomarse su tiempo en conocer.
Natsu observó el movimiento de su mano y sintió como ella por instinto abrió un poco más las piernas. Aprecio lo despacio que estaba haciendo los pequeños movimientos circulares buscando entre la tela separar la piel y poder llegar al clítoris.
Escucho con gusto como su respiración era más acelerada y como ella buscaba con más insistencia.
—Más rápido— le dijo y ella obedeció. Movió sus dedos medio y anular sobre el centro y con cada movimiento, Natsu podía escuchar la tela rozar con la piel y podía oler como de entre el espacio de las piernas de Lucy, salía el olor a excitación. Respiro profundo y cerró los ojos. Rogaba por lo que fuera, que ese olor nunca se fuera de su habitación.
Abrió los ojos rápidamente cuando de entre los labios de Lucy salió un gemido, fuerte y claro. Música para sus oídos.
—Lento— un quejido por parte de Lucy acompañó la indicación. Ella disminuyó sus movimientos y deslizó los mismos dedos más abajo, buscando el cuenco que creaba su vagina sobre la tela.
—Na—Natsu— susurró Lucy girando su cabeza hacia él para verle a los ojos.
—¿Si, Lucy?— le preguntó y encontró su propia voz un poco más gruesa.
—¿Puedo qui.. quitarme los le—leggins?—
—Claro— afirmó y le soltó la pierna para que ella con mucha rapidez, desplazará los leggins entre sus piernas y los dejara caer sobre la orilla de la cama. Busco su posición anterior, esta vez con el cuerpo más cerca al de Natsu que aún estaba semicubierto por la cobija; ella metió una vez más su pie entre las piernas de Natsu y volvió a colocar su mano sobre su clítoris, esta vez piel contra piel.
Al contacto, nuevos gemidos silenciosos comenzaron a salir de su boca. Natsu podía escuchar el obsceno sonido que hacía los labios húmedos cuando los dedos de Lucy pasaban con insistencia de arriba hacia abajo.
Y en la mente de Natsu solo había un pensamiento.
No tengas una erección. No tengas una erección. No tengas una erección.
—Rápido— obedeciendo movió sus dedos con insistencia en círculos sobre la entrada de su vagina.
Natsu absorbió todo lo que pudo de la imagen que tenía frente a él. Podía ver los ojos entre cerrados de Lucy, escuchaba a la perfección los gemidos que escapaban de su boca, podía sentir el pie que estaba entre los de el, tensarse y enroscar los dedos, podía ver a la perfección los pezones sobresalientes de la camiseta que tenía puesta, sentía en la cama el movimiento insistente de sus caderas y observo como el vientre de Lucy se contrae.
Decidió entonces acercar su mano a su rostro, su pulgar sobre la mejilla roja y los dedos esparcidos a través de la mandíbula y lo movió para que lo viera directamente.
—Puedes terminar solo cuando yo te diga— ella le contestó con un gemido más fuerte cuando adentro la punta de sus dedos a su vagina. Natsu soltó su rostro y Lucy con rapidez, con su mano libre que había estado agarrando la cobija con fuerza, le tomó de la mano y Natsu entrelazo sus dedos con los de ella en un movimiento tan íntimo que se sorprendió a sí mismo.
"Por favor, todo en ese momento era íntimo"
—Detente— le dijo y Lucy sacó sus dedos y ante el movimiento con las emociones en la piel, alzó las rodillas, hizo una curva con su espalda, curvo su cabeza, apretó con mucha fuerza la mano que estaba unida a Natsu y con un gemido fuerte que salía con todo el aire de sus pulmones, Lucy tuvo un orgasmo.
Con la poca luz de la luna que entraba por la ventana, pudo ver a Lucy, brillar con su cuerpo pasando por el placer de su orgasmo y la leve capa de sudor en su rostro. Natsu podía oler la humedad que venía de las piernas de Lucy, tenía la tentación de usar sus propios dedos para tomar los líquidos que salían de Lucy y probarlos.
Por lo que veía en el rostro de Lucy, Natsu adivino que lo había disfrutado, pues no tenía idea de cuándo debía de durar una persona masturbándose o como saber si había sido un buen orgasmo o uno malo.
—Muy mal, Lucy— le dijo aún observando las reacciones de su cuerpo, la rubia movió su rostro para verlo entre jadeos — Te dije que solo podías terminar cuando yo te dijera.
Pudo ver como el rostro y el cuello de Lucy se volvían rojos ante las palabras de Natsu. Ella se movió rápidamente y ocultó su rostro en el pecho de él, tratando de tapar su vergüenza. Natsu aprovechó para volver a taparla con la cobija y encapsular entre ellos el olor del orgasmo de Lucy. Secretamente quería que sus cobijas se impregnaran del olor.
—No te preocupes— colocó su mano sobre la cabeza de ella que aún seguía escondida entre su piel, Natsu podía sentir la frente y los labios de Lucy rozar sus pectorales y las puntas de los dedos tocar con suavidad su estómago —Mañana tendrás tu castigo.
Lucy asintió desde su lugar sin moverse.
Natsu sonrió complacido. Cerró los ojos y durmió más cómodo como hacía mucho no había dormido.
La mañana siguiente fue caótica.
Lucy se había levantado pateando las cobijas y a él, ambos cayendo por la orilla de la cama golpeando el piso con fuerza, en el caso de Natsu. Así despertó, con un golpe sacando el aire de sus pulmones y las palabras incoherentes de Lucy.
Después de haber tocido varias veces y calmar su respiración, escucho como Lucy se metía al baño y escucho la regadera encenderse. Sin entender mucho la prisa, se puso de pie y se rascó la cabeza. Fue a la cocina a buscar un vaso de agua. Su garganta lo necesitaba.
—Amo Natsu— Natsu salto gritando una grosería listo para atacar a quien se había atrevido a sorprenderlo. Pero a sus espaldas solo se encontró con Virgo. Con varias cosas en las manos y una sonrisa en el rostro.
—Virgo, eres tú— saludo tratando de calmar su corazón.
—¿Lo asuste?, ¿Necesito recibir un castigo?— Natsu ignoró el comentario y terminó de tomar agua.
—¿Qué sucede, Virgo?— le pregunto interesado en lo que tenía entre las manos.
—Son ropas para la Princesa, tiene su clase de yoga en veinte minutos— levantó un poco los objetos, y con la cabeza señaló la cajita que estaba sobre la ropa— La caja es para usted.
—¿Para mí ?— se acercó y abrió la caja. Observó el contenido por varios minutos y después no pudo evitar sonreír. Miró el rostro de Virgo que tenía su misma expresión y compartieron una mirada cómplice — Sabes que eres mi favorita, ¿Verdad, Virgo?
—Hihi— río la joven espíritu y le entregó a Natsu las ropas y con un "Llameme si necesita mi ayuda" y un puff desapareció.
Después de tomar uno de los objetos de dentro de la caja, que guardó en la bolsa de su pantalón, volvió a cerrar la caja y se deslizó hasta la puerta del baño donde podía escuchar que Lucy justo había terminado su baño. Podía oler como había usado su shampoo y su jabón; y cuando abrió la puerta dejando salir el vapor observó que también estaba usando su toalla.
Antes de que ella pudiera decir algo, le puso la ropa y la caja en las manos.
—Virgo te dejo esa ropa— y antes de que ella pudiera preguntar por el contenido de la caja, le respondió— Lo de la caja, es tu castigo.
Así dejó a Lucy parada con el rostro rojo, no estaba muy seguro si por el vapor o por la vergüenza y entro al baño, él también necesitaba bañarse.
Cuando salió de ahí, ya no estaba Lucy, ni su bolsa ni sus llaves, solo la ropa sucia que había usado el día anterior y la pequeña caja morada vacía.
