Fairy tail no me pertenece. La historia es de mi imaginación.
Advertencia: Solo mayores 18. Por favor, no imitar lo aquí escrito. SIEMPRE todo consensuado. Practiquen sexo seguro.
Hola, han pasado seis meses desde la última vez que actualice, este día hace un año, con tres tequilas encima, una crisis emocional, el fantasma que vive en mi departamento y la película de Dragón Cry, nació esta bella historia.
Se preguntarán dónde he estado todo este tiempo, estuve enferma (Mil gracias a todos los que me mandaron mensajes preocupados, los adoro) después tuve mucho trabajo y mi salud mental ha estado muy mal, en fin, la vida pasa.Durante todo este tiempo, perdí la motivación para seguir la historia, la verdad este capítulo fue escrito unas 6 o 7 veces y borré cada una de ellas, me tuve que recordar que lo importante, es que me divierta escribiendo.Así que ahora vuelvo lentamente a escribir, para darme gusto y disfrutar.
Aparte de todo, ahora mismo estoy planeando un viaje y digamos que me urgen vacaciones (Saludos España).
A los que me tienen la confianza para pedirme consejos, gracias, mis mensajes siempre están abiertos para los que deseen hablar, de lo que sea, siempre los escucharé. Una vez más, gracias a todos los que me insistieron en que no dejara la historia, los que me dijeron que volvieron a leer esta historia varias veces más, a los que me rogaron que la continuará, a todos y cada uno de ustedes, los tengo en mi corazón.
Capítulo XVIII
Help me become somebody else
Los acontecimientos a partir de aquellos días, se movieron entre la tormenta mental que le causaba la voz en la cabeza y el inusual comportamiento de Lucy.
Lucy había estado en un estado de distanciamiento durante su periodo, con pequeños comentarios sarcásticos y cambios emocionales, completamente fuera de lo normal en ella; se quejaba de los granos que tenía sobre las mejillas mientras los cubría con maquillaje y soltaba gritos espontáneos asustandolo a él y a Happy.
-¿Por qué gritas tanto?- se atrevió a preguntar el tercer día, que la veía sujetarse el vientre y suspirar con fuerza para después soltar un grito rápido y profundo.
-Por que mi útero me quiere matar- había respondido y Natsu se preguntó si aquello era verdad o solo palabras relativas - No entiendo por que me duele tanto.
-¿Te suele doler?- Natsu tenía que admitir que había aprendido lentamente los niveles de tolerancia al dolor que tenía Lucy y sabía que eran bastante altos.
Llevaban apenas minutos metidos en la cama después de un largo día, ayudando a la ciudad a limpiar los rastros del festival. Laxus había hablado con el comité y había "voluntariado" a todos los miembros de Fairy Tail para que ayudaran con la limpieza, claro que varios gremios que aún permanecían en la ciudad también se habían apuntado a la tarea.
Tanto Lucy como Natsu habían estado ayudando a mover juegos mecánicos, Lucy con el traje de Taurus y el mismo Taurus, tiritando de frío pues el invierno se sentía con más fuerza a cada paso de los días; Natsu iba por toda la ciudad moviendo materiales e incinerando basura.
Ese día habían terminado sus tareas y afortunadamente la ciudad había quedado limpia, habían vuelto a casa de Natsu con una caja de comida y los tres, Natsu, Lucy y Happy se habían metido en la cama buscando descansar y recuperar fuerzas.
-No de este modo, no es normal- Natsu sabía que Lucy no quería ir con Porly, ella había mencionado que esa mujer sabía más de su vida de que lo que le gustaría y Wendy estaba descartada, pues Natsu seguía empeñado en no involucrar a dulce e inocente Wendy en problemas de mayores. Aunque sabía perfectamente, que Wendy había olido toda su esencia en Lucy desde la primera vez que estuvieron juntos.
-¿Qué sueles hacer cuando te duele?- Natsu estaba recostado, al lado izquierdo de la cama, viendo directamente la ventana ligeramente empañada y los árboles moviéndose sobre la oscuridad que los cubría, Happy ronroneaba con gusto sobre la lado derecho, con la cola sobre los pechos de Lucy quien le había robado la cobija y aún así se había acercado lo más posible para robarle de su calor corporal.
Lucy seguía tratando de mantener las apariencias frente a Happy, pero Natsu la conocía a la perfección, sabía que como Wendy, podía oler el cambio en Lucy y agradecía que el felino no hiciera sus usuales comentarios al respecto.
-… ¿Que hago?- la escucho tararear por un segundo mientras pensaba- Oh, tú me podrías ayudar. Dame tu mano.
Natsu giró el rostro mientras sacaba la mano de detrás de su cabeza y entre la oscuridad, Lucy la tomaba y la escondía entre las cobijas, Natsu sintió la orilla de la blusa y la piel, las manos lo guiaban y se dejó mover al no tener idea de que era lo que planeaba, fue cuando Lucy puso su mano sobre el vientre, debajo de la orilla del pantalón de la pijama.
-Calienta un poco la mano- le susurro sin soltarle, colocando ambas manos sobre la suya creando un poco de presión. Como indicó, calentó su palma como hacía cada vez que le azotaba y la escuchó suspirar de gusto - Esto ayuda.
-¿Mi mano?- preguntó aún sin entender muy bien.
-Lo caliente baja del dolor- explicó. Natsu casi podía verla en la oscuridad, los ojos cerrados, una pequeña sonrisa en los labios, el rostro calmado y relajado; uno de esos pequeños momentos tan tranquilos e íntimos que Natsu disfrutaba.
Hasta qué abría la boca y decía algo que arruinaría el momento.
-¿Cuando vuelves a tu departamento?- sintió en la mano el cambio de presión en las manos que lo sujetaban y hasta ese momento le acariciaban los nudillos.
-¿Quieres que me vaya?- preguntó Lucy deteniendo sus pequeñas administraciones.
-Quiero saber cuando vuelves a tu departamento- afirmó su pregunta sin entender por qué Lucy se ponía a la defensiva.
-Si lo que quieres es que me vaya, dime- podía escuchar el tono dolido en la voz de Lucy y Natsu no entiendo el por qué, no había dicho nada malo.
-Solo quiero saber cuando vas a tu departamento - una vez más repitió las palabras, entre frustrado y sin entender qué era lo que estaba creando conflicto en la mente de Lucy.
-No te preocupes por ello, pronto me voy- Lucy le había tomado de la mano y lo había alejado de su cuerpo tan rápido que Natsu pensó que algo le pasaba.
Lo que le pasa es que no te quiere cerca, la voz en su cabeza le habló sobre su oído izquierdo.
La voz tenía razón, Lucy lo había soltado tan rápido y se había girado sobre la cama, dándole la espalda obligando a Happy a re acomodarse a su lado, la vio subir la cobija hasta la barbilla.
-Gracias por tú ayuda, buenas noches- con eso no le dirijo palabra toda la noche y se mantuvo en la orilla de la cama, lejos de él.
La mañana siguiente no la escuchó despertar, ni la escuchó que se bañara ni hiciera su ritual de arreglarse, menos la escuchó hacer la maleta y salir antes de que amanecerá.
Pero Lucy, hizo todo aquello en completo silencio.
Por ello cuando Natsu despertó, con una pata de Happy metida en la boca y pagabas en los ojos, y no escuchó la respiración de Lucy en ninguna parte de la casa ni los allegados, se levantó de la cama y corrió hacia el gremio.
Tenía que admitir que se había alterado un poco al no ver su maleta en el clóset y el cajón que le había dejado para la ropa, medio vacío, se había llevado el maquillaje y el cepillo de dientes.
Si Natsu acosaba a Mirajane lo suficiente, le podría decir a donde había ido Lucy y podía alcanzarla. Ahora que ya sabía la razón de sus misiones en solitario, no quería que ella siguiera dejándolo atrás.
Después de todo seguían siendo un equipo, aunque llevaran mucho tiempo sin ir a una solo ellos tres.
-Se fue en tren hace tres horas- fue lo único que le dijo la joven de cabello blanco, que en ese momento tomaba de una taza con los dibujos mal hechos de Happy, Lilly y Charlie que Asuka le había regalado por cuidarla en ocasiones. Natsu había recibido una taza por igual, pero la suya llevaba las cara de Lucy, Happy y la suya tan mal dibujadas, que parecía que Happy tenía tres orejas, el tenía la nariz más grande que Gajeel y Lucy tenía cejas enormes que parecían larvas.
Natsu había guardado la taza y se rehusaba a usarla por miedo a romperla.
Ella te quiere lejos, susurró la voz en su oído, cada vez sonando con más fuerza y más credibilidad.
Para distraerse de el hecho, de que creía demasiado en lo que decía la voz de su cabeza, decidió participar en el pequeño torneo que Mirajane había creado para que los gremios que aún no se habían marchado, se entretuvieran.
Laki había creado filas de asientos para todos aquellos que desearan observar lo que pronto se convirtió en peleas con desventajas.
Disfruto ver como Erza arrastraba por el suelo a un inconsciente Orga y como Gajeel peleaba con Lyon.
Cuando a él le tocó pelear contra Hibiki se sintió decepcionado de que no podía sacar la frustración con fuerza bruta, aunque Hibiki había intentado usar un ataque de agua, con la facilidad de un brinco lo esquivó y lo hizo volar hasta uno de los pocos árboles que habían dejado en aquel claro cerca de Fairy Hills.
El segundo día había sido su turno de pelear contra Gajeel; ambos Dragon Slayer con la emoción de combatir como hacía mucho no lo hacían.
Natsu había usado la frustración que llevaba acumulada dentro al no saber cuándo volvería Lucy o el por qué se había ido tan de repente. ¿Acaso en verdad no lo quería cerca?
Ambos Dragón Slayer habían creado un cráter ante la magnitud de los ataques de uno al otro, fue hasta que Yajeel gritó de sorpresa ante la tensión en el aire que Gajeel se distrajo y Natsu aprovechó para hacerlo caer con ambas manos al suelo y una rodilla por más de cinco segundos, el tiempo necesario para que Natsu se marcara como ganador.
En lugar de festejar, Natsu observó detenidamente como Gajeel había corrido hacia su cría, le había inspeccionado y lo había puesto sobre su hombro a pesar de las quejas de Levy, pues Gajeel estaba lleno de tierra y aquello no podía ser bueno para la cría.
Tienes envidia, dijo la voz de su cerebro mientras caminaba fuera del nuevo cráter para dar espacio a la siguiente pelea.
Natsu no entendía por qué tendría envidia.
Claro estaba que no tendría crías con Lucy hasta tuviera el valor de expresar todas sus emociones apesar del sentido casi animal que le llenaba la sangre cada vez que tenían sexo.
Pero ver lo atento que era Gajeel con los gemelos, le llenaba más curiosidad que envidia. Sin saber por qué, lo único que había hecho Gajeel fue revisarle la boca, le inspeccionó el pequeño cuerpo que siempre parecía estar curvado, le abrió los párpados y puso su pecho sobre su oreja, Natsu podía escuchar los pequeños latidos insistentes del bebé al tomar un puñado de cabello de su padre y jalar con la fuerza que tuviera un infante de meses.
Se había marchado a casa, sintiendo una extraña combinación de emociones nublandole los ojos y el poco sentido común que conservaba.
Aquello que sentía no era envidia, se repetía con insistencia … aunque se negara a aceptarlo, la voz tenía razón.
Su mente no dejó de dar vueltas en la misma escena una y otra vez, en el como Gajeel se distraía por un simple ruido de la cría y aceptaba una derrota sin importarle más que el estado de su hijo.
Natsu corrió veinte kilómetros alrededor de su casa esa tarde, con esa misma imagen una y otra vez en su mente; y cada vez que la voz se reía de él y remarcaba los celos que tenía, corría con más rapidez, fue hasta que notó que había creado un nuevo camino a un lado del río que estaba a varios kilómetros de su casa, ese mismo donde solía ir a pescar.
Cuando anocheció dejó de observar el agua del río y volvió a casa, con la intención de tomar una ducha y comer algunos de los fideos que habían comprado unos días antes él y Lucy.
La ducha fue tan larga como su tormento interno, con la frente pegada a la pared y el agua empapandolo, siguió pensando en la envidia de uno tener su propia cría, esa fue la conclusión a la que llegó, tenía envidia de Gajeel por que el no tenía su propia cría para presumir y cuidar, por que no podía decir que Lucy era la mejor madre del mundo y que además tenía envidia de todos y cada uno de los idiotas que profesaban su amor por la persona que querían sin preocuparse de nada.
Estupido Gajeel.
Estupido Gray.
Estupido Zeref.
Estupido Jellal que se negaba a aceptar el amor que Erza le daba.
Y el mayor estupido de todos, era él, que se encontraba lloriqueando en su ducha sobre como era un cobarde y no se dignaba a decirle a la mujer que amaba que la necesitaba como si fuera aire para sus pulmones.
Fue el tocar de la puerta de entrada que lo sacó de la miseria en la que de hundía con intensión de llegar más bajo.
Salió del baño y noto ese olor tan importante en su vida, que con prisas se colocó el pantalón antes de abrir la puerta y encontrarse con Lucy frente a él.
Con ojeras bajo los ojos y el abrigo rosa que tanto odiaba sobre sus hombros.
No sabía porque ella había ido a buscarlo a su propia casa, ella había sido quien había tomado sus cosas y había tomado la primera misión que encontró para alejarse de él.
Se había sorprendido cuando ella había colisionado con su cuerpo en el segundo en el que abrió la puerta de madera con el ruido familiar.
Sintió los brazos delgados, enredarse a través de su cuello, la sintió usar los codos para crear un anclaje y alzar su cuerpo completo sobre el de él tomandolo desprevenido. No era que Lucy pesara mucho, cuando se quejaba era para burlarse de ella, pero Lucy era una extraña combinación de un cuerpo ligero pero con su propio peso.
Fue la impresión que lo hizo tambalearse unos cuantos metros dentro de su casa, con Lucy encima, enroscado sus piernas sobre su cadera, juntando con desesperación ambos cuerpos.
Quería hablar y preguntar si se encontraba bien, pero ella le impidió decir palabra, pues con rapidez sintió sus labios sobre los propios.
Había extrañado la calidez y suavidad que presentaba, el sabor a dulce que siempre tenía impregnado en los labios y la calidez con la que le llenaba el corazón, sin resistir los propios impulsos de su cuerpo, le sujetó desde las piernas, apretó con fuerza la piel descubierta y las movió, adentrandose en la falda que se alzaba sobre su cadera y la separación de las piernas, tocando con insistencia todo lo que tenía en el camino.
Sintió sobre el tobillo izquierdo, la orilla del sillón, con esfuerzo y rapidez se movió hacia la habitación dejando caer su cuerpo sobre la cama desordenada que no había vuelto a ser alzada desde que Lucy se había ido varios dias atrás intentando, sin éxito, mantener un poco de su esencia sobre las sábanas e incrementar el pesar que llevaba en el corazón.
La escuchaba gemir sobre su boca ante las atenciones que tenían sus manos sobre las nalgas y que había descubierto al subir la falta hasta la cintura, deseaba sentirla, deseaba restregar todo su cuerpo sobre ella, un extraño deseo de llenarla con su semen la embargó y con desesperación, se removió, dejando una mano libre para buscar entre su propia ropa, la orilla del pantalón.
Aquella era la primera vez que buscaba hundirse entre su cuerpo sin antes tener un poco de juego previo, como había aprendido de El Libro Rojo.
En aquel momento no le importaba, lo único que había en su mente, era la voz exigiendo que la llenara con su semen hasta que no hubiera espacio para más.
Estaba seguro que Lucy había notado la falta de atención que ponía al besarla, pues ella había separado la unión de los labios para besarle con desesperación sobre el cuello. Natsu dejó salir desde lo más profundo de su garganta, un sonido, más como un animal, al sentirle mordisquear con fuerza sobre las venas y los músculos del esplenio, justo en el pequeño espacio de separación que había entre las cicatrices que adornaban su cuerpo.
Sin perder más tiempo, tomó su pene en la mano y buscó entre la piel de Lucy, moviendo los labios ligeramente húmedos, la entrada que buscaba con desecación. Usó sus propias rodillas para separarle las piernas y penetrarla con fuerza.
Sintió la textura de la piel cerrarse sobre él, ante la intromisión y también sintió la falta de humedad a la que estaba acostumbrado; Lucy gimió sobre su cuello, entre sorpresa y dolor, le enterró las uñas sobre los hombros y cerró las piernas, enterrando las rodillas sobre sus costillas.
Aquello le dejó sin aire por un segundo, y disfrutando del pequeño dolor que le causó, uso ambas manos para rodear la cintura y sujetarla con fuerza, una vez más, Lucy gimio sobre su cuello, alzando la cabeza para mirar al cielo y Natsu se movió en su interior.
La falta de humedad se podía sentir, pero aquello no le hizo disminuir la insistencia con la que la penetraba, ni la desesperación que tenía por descargar todo su ser dentro de ella.
Marcala, dijo la voz y por primera vez, Natsu realizó la acción que la voz le pidio.
Movió con la nariz, la tela que cubría el hombro y rápidamente enganchó sus dientes sobre la piel pálida, al mismo tiempo en el que creaba más presión sobre la cintura, obligándola a dejar caer todo su cuerpo sobre él.
Sintió el contorno de los pechos sobre su cuerpo, aplastandose sobre el pequeño espacio que los separaba, enterró con más fuerza los dientes sobre la hendidura que estaba marcando con ellos y sintió la saliva salir de entre sus propios labios.
Sobre él, Lucy no paraba de gemir del modo más obsceno que jamás la había escuchado, sentía las uñas buscar entre la piel un anclaje que le ayudara a mantenerse en la cordura, pero aquello era justo lo que Natsu no quería.
La quería escuchar gritar y gemir sin importar, ya fuera de gozo o dolor, quería probar su piel y sentir las paredes que le rodeaban, cerrarse con fuerza cada que él la penetraba y la obligaba a abrirse un poco más para su gusto.
El orgasmo que se adelantó a sus deseos de querer escuchar más a Lucy, llegó de improvisto.
El éxtasis que sobrellevo al tener los dientes llenos de sangre y su pene aún palpitando en los adentro de Lucy fue lo que lo distrajo en aquel momento; ignoró el jadeo que tenía sobre la frente y el puño que sujetaba su cabello y le jalaba la piel.
Parpadeo un par de veces, hasta que recordó que de su barbilla chorreaba pequeños hilos de sangre, el sabor metálico se registró en su cerebro y con lentitud, abrió la mandíbula para comenzar a soltar la piel herida.
Rápidamente usó su lengua para humectar los labios resecos y empezar a limpiar los dientes, mientras registraba lo que había pasado.
Intencionalmente había hecho daño a Lucy.
Ella nos pertenece, dijo la voz cuánto ciento de pensamientos comenzaron a nublar su cerebro.
Fue la explosión de sensaciones que lo llevó a retener más detalles de ese momento, la sangre que tenía en la boca y llenaba el hombro del abrigo rosa, las rodillas que se encajaban en sus costillas y el olor de alguien más en Lucy.
Su nariz encontró el olor proveniente de entre su muslo y su rodilla. Era un olor fuerte, con sabor a musgo y limón y a los químicos que usaba Levy para sus experimentos.
Ella quiere a alguien más, la voz se hizo presente entre el silencio que se había creado y Natsu tembló.
¿Acaso ella prefería ser tocada por un extraño antes que por él?
No podía soportar aquellos pensamientos, la voz de su cabeza gritaba incoherencias llamándolo a tomar acción y no dejarla escapar de entre sus garras.
Fue tanta la presión que sintió en la cabeza, que Lucy, no recuperaba la respiración, cuando él ya se había puesto de pie y se colocaba los pantalones tambaleandose mientras murmuraba incoherencias, saliendo por la puerta principal.
No le importó la carencia de calzado ni el hecho de que el aire cortante pronosticaba una nevada, mucho menos le importó la voz de Lucy que le llamaba preguntándole a dónde iba.
Simplemente no podía permanecer por un minuto más ahí, pensando que ella no lo prefería, que Lucy no lo amaba, que él le había hecho daño a propósito.
Aquel rechazo sin palabras le estaba carcomiendo el interior.
Sentía el mismo vacío y abandono que cuando observó el cuerpo de su padre caer sobre la tierra, mutilado y carcomido, desmaterializandose hacia el éter para jamás volver a verlo.
Pero el si tendría que volver a Lucy, sonreírle y hablarle como si nada hubiera pasado mientras su corazón se encogía y la voz en su interior le llamaba imbécil por permitirse crear una vida a su lado en sus fantasías.
Esa noche, no durmió.
Fue una rama de uno de los árboles que cruzaban frente al río donde solía ir a pescar con Happy, que lo recibió durante su vigilia.
Se sentía cansado, no por no haber cerrado los ojos, fue su mente la que le repetía sin descanso momentos donde creyó que Lucy le amaba del mismo modo en el que él lo hacía, los analizaba una y otra vez, palabra por palabra, cada gesto y cada insinuación, habían sido puras fabricaciones en su mente necesitada de ese cariño.
Ella solo era amable, era gentil y fuerte, Lucy era la mujer más valiente que conocía.
El hecho de que la dejó ir de entre sus dedos le sentaba peor que cuando Zeref le perforó el pecho con un ataque.
El día siguiente tendría que volver a su casa, a donde estaban sus cosas y su perfume metido hasta en las sabanas y volver a ser el mejor amigo.
¿Aquella la haría feliz, cierto?
Haría lo fuera por verla feliz.
La mañana era fría,pero la humedad fría se le pegaba a los tobillos y se moría de hambre.
Aún que el sol ya se estaba alzando sobre el horizonte, Natsu no quería moverse de su lugar, quería extenderlo más posible antes de volver a casa y no tener idea de que era lo que lo iba a recibir.
Al abrir la puerta de madera, lo primero que olió fue humedad.
Humedad de lágrimas de Lucy, conocía aquel olor, fue en las ojeras que había en el rostro de Lucy que le dijeron que ella había pasado toda la noche llorando.
-¿Lucy … todo bien?- le pregunto.
Pero ella le había sonreído tristemente mientras guardaba lo último de sus pertenencias en una maleta azul llena de estrellas.
-Todo perfecto- fue lo que le dijo en voz callada.
A pesar de todo, ahí estaba esperando a que dejara de tomar sus cosas, que dejara la ropa en el cajón que le había dado, que no moviera su cepillo de dientes del lavabo a un lado de el suyo, deseaba que dejara sus libros por todos lados como siempre hacía y no dejará su casa jamás.
Podría pedirle en ese momento que no se fuera jamás, que no había necesidad alguna de que volviera a su departamento y lo dejara, que ambos podían vivir ahí por siempre junto a Happy, podían ser la familia que deseaba a su lado.
Pero no dijo nada.
Gracias por leer. Siguiente parte: Lucy
