Fairy tail no me pertenece. La historia es de mi imaginación.

Advertencia: Solo mayores 18. Por favor, no imitar lo aquí escrito. SIEMPRE todo consensuado. Practiquen sexo seguro. Comuníquese con sus parejas.

Notas: Hola! Bienvenidos a la segunda parte de esta historia! ¿Cuántas partes tendrá? Eso lo dejo en duda. En honor a que anunciaron la animación de FT100YQ decidí publicar el nuevo capítulo! El drama nunca para en esta historia.

Gracias a todos por sus comentarios, yo los leo a todos!


Capítulo XIX

Flirt with you you're all about it

Tell me why I feel unwanted?


En ocasiones, Lucy culpaba de todos sus problemas a Anna.

Anna era demasiado amigable y aquello le había traído consecuencias a su propia vida 400 años después de que ella decidió ser amiga de un mago con problemas emocionales y de unos cuantos dragones.

Era común entre su familia ser amigable con todo tipo de seres.

Por supuesto que no había sido culpa de Anna que ella decidiera dejar la mansión Heartfilia cuando lo hizo y ponerse en marcha en busca de una nueva vida, por supuesto que aquello no tuvo nada que ver con que estuviera en el momento indicando en el que Bora decidiera tomar un apodo que no le pertenecía.

En efecto, cualquiera diría que Anna estaba exenta de la decisión que ella misma tomó al acompañar a aquel extraño a una ciudad nueva y unirse a un gremio.

Hasta cierto punto, Anna no tenía la culpa de sus problemas.

Pero en otras ocasiones, Lucy recordaba que Anna había tenido mucho que ver en la crianza de los Dragón Slayer, y su molestia volvía.

En aquel momento recordó su molestia y decepción pues, Anna, quien caminaba a su lado comentó sobre la mueca que se plasmaba en su rostro.

-¿Todo bien, Lucy?- Anna le recordaba a su madre pero no la podía comparar, aún que la voz era similar, en ocasiones se encontraba a sí misma olvidándose del el tono de la vo de la mujer que la trajo al mundo, aunque el color de los ojos era el mismo, nunca vería el mismo amor con el que su madre la veía.

-Todo perfecto- dio un gran suspiro y relajo los músculos del rostro para intentar formar una sonrisa pero sabía a la perfección que no formaba más que una mueca desagradable.

-De acuerdo, ¿Quieres hablar de algo en especial? Aún faltan 20 minutos para que parta mi tren- después de que todos los gremios se terminaron de retirar a sus propias locaciones, Anna había decidido volver a su pueblo con el entusiasmo de volver a ver a todos sus estudiantes, pero con la promesa de volver para navidades.

Lucy volvería a su departamento.

El mal sabor de boca que tenía no era solo por que no quería imaginarse si Anna había tenido de visita a Gildarts en su departamento, si no en si mayoría, por la pelea sin palabras que habían tenido Natsu y ella el día anterior, que la había obligado a moverse antes de tiempo, aún que fuera por un solo día.

Tal vez ella había reaccionado de un modo muy exagerado cuando se marchó sintiéndose rechazada cuando Natsu le preguntó que cuándo volvería a su departamento.

Pero las acciones de Natsu después de que ella volviera a buscarlo al regresar, le dieron a entender que él ya no la quería en su casa; había sentido el rechazo como un golpe en el estómago y como la mordedura en el hombro que le pulsaba a cada roce con la ropa.

-No precisamente- le contestó ignorando la mirada inquisidora de Anna. No planeaba contarle a su único familiar sus problemas amorosos con su … Natsu.

-¿Estás segura? ¿No quieres hablar de porque ayer llegaste al departamento con los ojos hinchados?- A pesar de lo detallista que era Anna, Lucy no podía evitar pensar en sus propios hábitos de sacarle información a la gente que había adquirido al trabajar en la revista.

Sabía a ciencia cierta que en el momento en el que dijera algo, Anna podría leerla completamente y Lucy estaba cansada de fingir que estaba bien.

-Bueno, si ya está tu tren por llegar, te dejo, tengo que prepararme, por la noche salgo de misión- sintió un hueco en el corazón al ver la pequeña sonrisa de Anna desaparecer y ser reemplazada por una mueca que duró apenas unos segundos, que Lucy pudo apreciar.

Fue cuando Anna volvió a sonreír que se sintió con ganas de vomitar al pensar que ella fingía para darle gusto.

-Entiendo, la vida de un mago es pesada, por favor no trabajes demasiado y cuida de ti- Anna le abrazó con fuerza pero con ternura, como el abrazo de una madre que transmite calor y paz, dejando a Lucy con las lágrimas a punto de salir.

-Nos vemos muy pronto- prometió Lucy.

Volvió a su departamento donde se derrumbó al momento de cerrar la puerta de entrada.

El ardor en los ojos le anunciaba que la máscara de pestañas se había esparcido por su rostro y el dolor en el hombro le recordaba la razón de su pesar.

Trató de cubrir su boca para evitar que los gimoteos que salían fueran a llamar la atención de los vecinos y como pudo, se arrastró hacia la cama donde sobre la orilla tomó la primera almohada y ahogó un grito lleno de dolor.

Natsu la había rechazado después de tener sexo con ella.

Lo había hecho del modo en el que Natsu hacía las cosas, con acciones y no palabras.

Aún tenía el semen fresco entre las piernas cuando él ya había salido corriendo de la puerta de entrada.

Había tardado tres minutos en re acomodar la ropa y salir a buscarlo. Sabía que si no lo encontraba a los alrededores, estaría en aquel lugar donde él y Happy acudedian a pescar.

Y ahí estaba, en la rama de un árbol, no se acercó pero observo como se restregaba el rostro con frustración mientras lo escuchaba suspirar y echar humo por la boca.

Natsu no se veía bien.

Por un momento pensó que algo serio había pasado o que había olvidado algún compromiso, pero al verlo ahí, Lucy supo, que Natsu se arrepentía.

Aquella expresión en el rostro, que a pesar de la oscuridad podía ver, no era otra más que de arrepentimiento.

Aquella fue la respuesta más clara que jamás pudo haber pedido. Con dolor en el corazón y la mente en blanco, volvió a la casa y comenzó a limpiar.

Quería limpiar cualquier rastro en esa casa que dijera que ella había estado ahí, pasó horas sobre sus rodillas, fregando el baño hasta dejarlo reluciente.

Fue hasta que dieron las dos de la mañana que acepto que Natsu no volvería esa noche.

Ahí comenzó a llorar, cansada de pasar la noche en vela, con la poca esperanza de que el susodicho volviera para hablar lo que fuera que había pasado.

Se dignó a guardar las cosas que tenía en una maleta que Virgo le dejó, y que absorbiendo el ambiente, había desaparecido, sabiendo que Lucy necesitaba espacio.

Sus seres se habían mantenido al margen durante todo el tiempo que había comenzado a "estar" con Natsu.

Fueron los dedos delgados pero firmes, los que la sorprendieron, cuando la tomaron de los codos y la giraron para acomodarla sobre si, el olor a libertad de Loke siempre la calmaba y le aseguraba en sus momentos de desesperación.

Decidió hundirse en su regazo, tomando todo el calor que le pudiera transmitir y continuó llorando, hasta que los labios le ardieron y la garganta le raspaba.

Sintió otra mano, un poco más delgada, un poco más fría, buscar su rostro entre la ropa de Loke y alzar su rostro y comenzar a limpiarle con un paño húmedo, sabía que Virgo le estaba atendiendo como nadie más lo haría.

No necesito abrir los ojos para escuchar el caminar correcto de Capricornio en la cocina ni los murmullos de los gemelos.

Tenía que estar hecha un asco para que sus seres estuvieran ahí velando su pesar, usando su propia energía para verla destruirse en soledad por culpa de un amor.

Sintió los brazos de Loke sujetarla y alzarla lo suficiente para que se sentara sobre la orilla de la cama donde en algún momento, estuvo en el mismo lugar con Natsu que la dobló para penetrarla y crearle espasmos en el cuerpo.

Se negó a abrir los ojos, pero sí comenzó a derramar lágrimas.

Suspiro y dejo que Virgo le quitara la blusa ajustada que le dejaba sin aire, sintió las manos de Virgo aplicar con suavidad pomada sobre el pedazo de piel que solía rascar con frustración cada vez que la ansiedad se movía por su cuerpo.

Después sintió la misma pomada fría sobre el hombro, en la mordida que Natsu le había dejado marcada y de donde Lucy sabía que él había probado un poco de su sangre.

No iba a negar que ello le revolvía el estómago.

Sintió la suave tela de una pijama ser colocada sobre su cabeza, se dejó mover hasta que la sintió caer por los muslos y cubrirle los brazos.

Escucho un piri tan silencioso que casi se lo perdió. Pero fue la voz de Loke la que rompió el silencio.

-Cap- aquello había sonado casi como una orden, pero no le importaba descubrir que sucedía. No escucho más los murmullos ni las pezuñas y solo escucho el mover de Virgo en la habitación.

No quería pensar, ni maquinar ninguna idea.

Tenía el corazón roto y lo único que quería hacer era llorar.

Sabía que todo iba a salir mal desde que Cana le advirtió.

A Cana le confiaría su vida y sus secretos y cuando ella le presionó un poco para que le contará el motivo del brillo inusual en su persona, no pudo evitar contarle a detalle lo que sucedía.

Ella era su amiga.

-Están haciendo todo mal- advirtió Cana en sobriedad, después de escucharla describir, no a detalle por supuesto, algunas de las actividades que realizaba con Natsu.

-¿Por qué lo dices?- le preguntó inquieta.

-Son un par de inexpertos que están adivinado- esa tarde que pasaban en el departamento de Lucy, varias semanas atrás, Cana le explicó la carga emocional y física que le daba a Natsu, pues se entendía que se tenían confianza y estaba casi pegados de las costillas, pero aquello que tenían no formaba en pies ni cabeza.

-Saltaron de tener una amistad a ser amigos con derechos-

Aquella noche había tomado junto con Cana para dejar de pensar en aquello.

Desde aquel entonces, la voz de Cana daba vueltas en su cabeza.

Y en aquel justo momento en que Lucy se encontraba siendo consolada por Virgo y Loke, recordó aquellas palabras de Cana.

Solo eran amigos que tenían sexo.

No habían declarado algún límite, ni suave, ni fuerte.

Pero si habían impuesto una palabra que detuviera toda acción.

Lucy necesito estar alcoholizado para vocalizar unos cuantos gustos y deseos que la hicieron sentir exigente y caprichosa.

Lucy había comenzado a sentir un miedo desde aquella ocasión, en que tal vez el expresarse como deseaba causaría el desagrado de Natsu.

Cana tenía razón, habían dejado a un lado la amistad y lo que sea que insinuaba para convertirse en algo más que amigos pero menos que una pareja.

Lucy quería ser la pareja de Natsu.

En aquel momento se sintió más perdida y sola que nunca, aún que se encontraba en el departamento donde llevaba años viviendo y estaba rodeada por sus espíritus, Lucy sintió una extraña soledad en el corazón que no podía calmar con nada.

En ese momento no tenía idea que iba a suceder entre ella y Natsu.


Gracias por leer.